Sinopsis: En "Ville Santa Catarina de Paz", los mestizos no eran recibidos con los brazos abiertos. Una joven extranjera decidió arribar pese a ello con el objetivo de encontrar lo único que le quedaba de su antigua vida. Mientras tanto, un muchacho estaba luchando por mantenerse a flote haciendo todo lo que estaba en sus manos para proteger el único vestigio de felicidad que poseía en esa maldita vida.
Descargo de responsabilidad: No creo que haga falta decirlo, pero todos los créditos a sus derechos creadores. Esto está hecho solamente para entretener (y ayudarme a sacar estrés). Si encuentras este fanfic en otra parte déjame decirte que ha sido plagiado, así que te pido por favor que lo denuncies.
Pequeño dato sin importancia: Las cursivas son para remarcar pensamientos.
Du Sang
Sangre
- ¡¿Qué hiciste que?! – Salto el rubio - ¡¿Estás loco?! ¡Pere te va a matar! – El joven de 16 años hizo a un lado las cobijas y camino hacia su hermano con expresión ansiosa.
- No lo hará. Ahora vuelve a la cama. – Ordeno – No vaya ser que tu cuerpo decida colapsar de nuevo. – Félix tomo a su hermano de los hombros y lo sentó nuevamente en la mullida cama tras él.
- Félix. – Dijo el aludido – No es por ser pesado, pero creo que sería bueno que Pere se entere de esto por ti. Si Lila se lo dice antes, sería una catástrofe. – El jovencito se acomodó bajo las cobijas de nuevo y entrelazo sus dedos con aire pensativo. – Temo que ella haga algo que termine por perjudicarte. –
- Lo sé, se lo diré de camino en la gala de hoy. – Suspiro cancinamente.
- Félix… – Insistió.
El rubio mayor delineo el puente de su nariz con los dedos índice y medio, intentando evocar paciencia – Ya deja de preocuparte por esa anciana, no va a hacerme nada, Adrien. – Soltó.
- Yo… Solo me preocupo por ti, lo sabes. – Sus cansados ojos verdes lo vieron directamente y Félix no pudo evitar suavizar su mirada y paso su mano por sus dorados cabellos. Con esa maldita enfermedad el pobre había perdido esa vivacidad que le caracterizaba, pasando sus días postrado en cama, evitando en absoluto cualquier contacto con el exterior.
- Tendré cuidado, solo no me presiones. – Le sonrió – Si espere hasta hoy para contarle al respecto es porque en el camino el no tendrá tiempo para enojarse, él es el anfitrión de la fiesta, no puede llegar de malas. –
- Hmm, ingenioso como siempre. – Adrien le dedico una corta sonrisa – Ojalá pudiera acompañarlos, quizá así sea más fácil dale la buenas nuevas. –
- Te aseguro que cuando te mejores podrás ir a las galas que quieras… - Adrien hizo una mueca.
- Ugh, preferiría una fiesta de té. Al menos ahí puedo escabullirme para comer. – Félix sofoco una carcajada, esa era la actitud que adoraba ver en su hermano.
- Ya, lo iremos planificando, por ahora enfócate en recuperarte. Vendré a verte antes de irme, descansa. – Adrien asintió y tomo el libro que había dejado a medio leer, cuando su hermano salió de la habitación espero hasta dejar de escuchar los pasos en el pasillo, se levantó por segunda vez consecutiva de la cama y camino lo más rápido posible hacia el baño escupiendo saliva sanguinolenta en el lavabo. Después de enjuagarse y remojar su rostro con agua fría, decidió irse a dormir.
Félix estaba seguro de que su padre iba a mantener su semblante calmo durante toda la velada. Y vaya si lo hizo. Le grito todo el camino hacia el salón, pero en cuanto llegaron su expresión cambio por completo, como si hace unos segundos no hubiese estado a punto de apuñalarle la yugular. Era ciertamente sorprendente ver cómo era capaz de controlar su ira en momentos puntuales.
- Aunque sus bofetadas duelen… - Por un momento se lamentó por ser tan pálido, si tuviese la tez de su hermano quizá se notaria menos. ¿Por qué su padre gustaba de asistir a tan insulsas reuniones? No es como si ver personas bailando o escuchar esas exquisitas melodías fuese lo más interesante del mundo, simplemente no lo comprendía.
Parado en uno de los rincones del gigante salón Félix pretendía esconderse de cualquier fémina que intentara acercarse para invitarlo a bailar. Había estado moviéndose por todo el lugar para no ser encontrado con tanta facilidad, pero le estaba resultando cada vez más difícil.
- Son demasiado efusivas, ¿tan difícil es entender que no estoy interesado? – Movió sus celestes ojos intentando encontrar a alguno de sus sirvientes, cosa difícil, muchos estaban ayudando en las cocinas. Camino hacia los jardines y antes de poder atravesar el portal sintió una mano caer con fuerza sobre su hombro. Félix se sobresaltó.
- Vaya que eres escurridizo… – Cerro los ojos, pesaroso – He estado intentando acercarme a ti desde que llegaste a la fiesta. Tenemos que hablar, chico. – El hombre lo vio con una seriedad impropia de él, estaba tratando de estabilizar su respiración y unas cuantas gotas de sudor se estaban resbalando por su cien.
El joven rubio lo vio sin saber muy bien que responder, Plagg nunca había sido una persona seria en su presencia y que se haya acercado a él hablándole de esa forma lo estaba preocupando.
- Vamos a los jardines. – Félix lo tomo del antebrazo, tirando eventualmente de él para dirigirlo por los amplios parajes, cuando llegaron a un lugar que parecía seguro, lo soltó y lo vio instándole a que hablara y así lo hizo.
- Adrien ha tenido una recaída – Soltó – Y antes de que te alteres déjame decirte que está estable, el doctor llego a tiempo, en estos momentos está durmiendo, madeimoselle Durandelle esta con él. – Plagg suspiro, pasando una de sus enguantadas manos por sus desordenados cabellos, definitivamente estaba abatido al igual que el joven frente a él, quien por un momento sintió que el suelo bajo sus pies desaparecía. Paso saliva con dificultad y con una de sus características miradas frías le pidió al hombre de tez morena que regresara a la mansión para velar por su hermano, que en poco él lo alcanzaría. Plagg asintió yéndose con esa impropia y severa expresión y Félix… Félix rezo.
Rezo tanto o más de lo que lo hizo cuando su hermano cayó enfermo por primera vez, rogo a cualquier deidad que estuviese allá arriba para que ayudaran a menguar las dolencias de su hermano y es que Félix nunca lo admitiría para nadie más que si mismo, pero Adrien era el único y verdadero motivo por el cual seguía viviendo en esa maldita propiedad, pese a no ser bienvenido.
Después de tranquilizarse y recolocar alguno que otro mechón de su pálida cabellera decidió que regresaría a la mansión, al demonio la fiesta, ese chico necesitaba compañía.
Comenzó a caminar de vuelta al salón sin vacilación hasta el gigantesco cochero que lo escoltaba, ni siquiera tuvo que pedirle que lo llevara, parece que Plagg se lo encargo antes de irse.
Espero que al menos el camino de vuelta sea tranquilo…
Continuara...
Bueno, hasta aquí el segundo trocito. Insisto, es la primera vez que publico un fanfic en mi vida, por lo que no hace falta mencionar que no tengo ni la menor idea de cómo utilizar correctamente esta página. Ténganme paciencia. Les prometo que aprenderé.
Datos curiosos:
1. "Du Sang" significa "Sangre".
2. El apellido "Durandelle" que se mencionó en este capítulo es una modificación que hice del apellido "Durand" (apellido bastante común en Francia), significa "fuerte y duradero".
3. Por si no lo notaron: Este no es el Félix que aparece en MLB, sino el Félix del PV, ¿Qué quieren que les diga? Es mi favorito.
Si le dieron una oportunidad a esta historia que sepan que se los agradezco de corazón, quizás vaya lento, pero les juro que me entretiene y me ayuda mucho escribirla. Cuídense mucho, ya saben cómo están las cosas. Un abrazo.
- Madame Imaru.
PD: No se acostumbren al nombre de mi cuenta (Akamaru Iori), seguramente acabe cambiándolo por otro que ni se le parezca.
