Sinopsis: En "Ville Santa Catarina de Paz", los mestizos no eran recibidos con los brazos abiertos. Una joven extranjera decidió arribar pese a ello con el objetivo de encontrar lo único que le quedaba de su antigua vida. Mientras tanto, un muchacho estaba luchando por mantenerse a flote haciendo todo lo que estaba en sus manos para proteger el único vestigio de felicidad que poseía en esa maldita vida.


Descargo de responsabilidad: No creo que haga falta decirlo, pero todos los créditos a sus derechos creadores. Esto está hecho solamente para entretener (y ayudarme a sacar estrés). Si encuentras este fanfic en otra parte déjame decirte que ha sido plagiado, así que te pido por favor que lo denuncies.


Pequeño dato sin importancia: Las cursivas son para remarcar pensamientos.


L'écusson du duc

- ¡Esa mujer inconsciente! – La joven azabache estaba de pie a mitad del puente cargando una valija no muy grande. ¡La habían echado e la posada! Ella nunca negó ser esa "inmunda mestiza" de la que al parecer la mayoría de personas hablaban y definitivamente no sabía que en el hostal donde se hospedo no aceptaba mestizos, ahora entendía porque la veían raro, ellos no comprendían porque una chica que no parecía asiática vestía ese tipo de ropas, aunque a estas alturas eso ya no le importaba. La cacera decidió echarla en medio de la noche solo por traducir del chino al francés un prospecto médico, ¿lo peor? Que la cacera necesitaba la medicina.

- Esa cacera infeliz… ¡Esta helando aquí afue-! – Una risa la interrumpió en su bronca personal. Del otro lado del puente había 4 chicos vestidos elegantemente. La joven se encogió en si misma de la vergüenza – ¿Me escucharon hablando sola…? – reunió un poco de su ahora maltrecho orgullo y tomo el asa de la maleta con una mano, mientras con la otra se acomodaba el cuello de su abrigo, una vez lista emprendió su marcha – Quizá encuentre algún lugar seguro donde dormir esta noche, ¿quizá en el parque?, no. Lo mejor será ir a un lugar que tenga cierta concurrencia… – No era la primera vez que dormía a la intemperie, ya se las arreglaría.

- ¡Madeimoselle! ¿Está usted sola? – Canturreaban coquetamente algunos refinados borrachos, parecía que había una fiesta cerca.

- Non, Monsieur. Mi prometido me está esperando. – Su carta maestra fue utilizada, aunque le desagradaba mentir había ocasiones donde era preciso hacerlo, como en este momento. Siguió caminando hasta pasar frente a un hermoso salón. Desde el otro lado de la calle la joven admiro el pintoresco lugar. Ese pueblo definitivamente poseía una arquitectura preciosa. – Si, efectivamente hay una fiesta. Quizá este lugar sea el indicado, ninguna persona que este en ese lugar va incordiarme y estoy casi segura de que a ningún vagabundo se le ocurriría venir aquí. – La joven busco algún lugar que la resguardara un poco y mientras lo hacía sintió como era empujada hacia delante con fuerza.

- Ugh… - La muchacha de oscuro cabello se incorporó sobre sus rodillas levanto la mirada hacia la persona a sus espaldas, quien se levantó más rápido que ella.

- Disculpe usted, madeimoselle. – El hombre parecía tener más de 25 años, era de tez morena, con profundos ojos verdes y de negro cabello sujeto tras su nuca – No le vi. –

La joven le vio directamente a los ojos y supo que no le mentía – No se apene, Monsieur. Yo tampoco iba muy atenta. – Ella le sonrió y el hombre le ayudo a levantarse murmurando de nuevo una disculpa. – No se preocupe, se ve que iba con prisa. – Nuevamente le dedico una sonrisa comprensiva, el pobre hombre tenía un semblante sombrío, tan inquietante que por un momento sintió verdadera pena por él. – Parece estar terriblemente preocupado… -

- …Eso es correcto, llevo prisa. – Suspiro – Nuevamente pido disculpas ¿madeimoselle…? –

- Bridgette, mi nombre es Bridgette Monsieur. – Le tendió la mano – Ahora váyase, parece que su asunto pendiente es bastante urgente. – El hombre asintió tomando su mano.

- Placide Moreau. Buenas noches, madeimoselle Bridgette. – La joven le vio alejarse hasta el gigantesco portón del gran salón, desapareciendo de su vista pocos segundos después.

Bridgette no sabía muy bien que pensar al respecto. Un noble - creyó - ha chocado conmigo y se ha disculpado. Hombre extraño. – No es que ella metiera a todos los nobles en el mismo saco, pero su experiencia con ellos siempre había sido mala, si un noble chocaba con ella siempre acababa tratándola como basura. Como si ese accidental acto fuese un honor para ella y una profanación para ellos. – Una lección de humidad nunca viene mal.

Nuevamente se giró sobre sus talones dispuesta a encontrar un lugarcito donde resguardarse y al dar el primer paso sintió un bulto duro bajo su pie, al bajar la mirada se dio cuenta de que ese objeto era un saquito de color verde ocre con un finísimo blasón bordado en hilo de oro. Con cierto temor lo recogió – Esto es definitivamente de Monsieur Moreau, antes del choque no había nada en la acera – Se fijo en el blasón e inmediatamente sintió que se le había caído el estómago al suelo, ese blasón era de los Agreste. Imposible no reconocerlo.

- ¿Cómo se supone que voy a devolver esto? La mansión de los Agreste está en las afueras del pueblo, cerca del bosque… – Bridgette comenzó a formular alguna forma de devolver la bolsita, no supo cuánto tiempo estuvo dándole vueltas al asunto hasta que sintió que alguien la tomaba con fuerza de la muñeca. Se quejo y vio al hombre de uniforme que parecía verla con claras intenciones de hacerle daño.

- Buenas noches, Monsieur… – Intento calmar los ánimos saludándolo, pero solo logro conseguir que el hombre frunciera aún más el ceño. – Disculpe, pero… ¿Podría soltarme? Me hace daño. – El hombre bufo y apretó aún más su agarre.

- Ese bolso, ¿de dónde lo saco? – Fue directo, sin ganas de pasar más tiempo parado junto a una sucia vagabunda. Ella lo vio entendiendo al instante su insinuación, se sintió ofendida, pero no lo demostró.

- Este costalito pertenece a Monsieur Moreau, lo acabo de recoger porque lo pise cuando iba a retomar mi camino. – Ella se soltó de su agarre con cierta dificultad. – Si gusta, puede enviárselo usted mismo y preguntarle si lo que le digo es cierto. –

- ¿Cree que le voy a creer a una muerta de hambre como usted? No sea estúpida. – El hombre hizo unas señas los otros dos guardias que estaban en el gigantesco portón para que se acercaran, Bridgette temió lo peor – Llévensela, la interrogaremos en comisaría. – Los dos hombres asintieron con aire dubitativo a quien parecía ser alguien de rango mayor y tomaron a la chica de ambos brazos.

- ¡No, espere! ¡Le estoy diciendo la verdad! – Ella se asustó, si la metían presa ¿Cómo iba a seguir su búsqueda? – ¡Le juro que no iba a robarlo! ¡No lo necesito! – La chica comenzó a removerse intentando encontrar una forma de zafarse del agarre de los guardias.

- Realmente es estúpida, ya se lo dije, ¿no? Usted no tiene palabra aquí. – El hombre la vio con gran resentimiento. Ella no lo entendía. Ambos hablaban Frances, pero pareciera que ahora fuese todo lo contrario.

- ¡Pero yo no…! – El hombre la abofeteo. – ¡Usted…! - Ella levanto la mirada nuevamente, pero en vez de dejar ver toda la indignación que sentía le vio con un gesto sumamente enrabiado.

- ¡Ya, cállese! ¡No sea tan escandalosa! – El hombre levanto su mano nuevamente y abofeteo su otra mejilla – Ya está bien. Tomen esto y llévensela. Traten de mantenerla callada, no queremos que los invitados se vean interrumpidos con este penoso espectáculo. – Los guardias asintieron no con muchas ganas, decidiendo llevársela antes de que el jefe volviera a golpearla. Cuando estuvieron dentro del gran terreno del salón tomaron otro camino, uno que se dirigía hacia el lado oeste.

- Lo sentimos mucho, madeimoselle. – Hablo el más alto – Nosotros vimos el pequeño contratiempo que tuvo con Monsieur Moreau, pero es imposible rebatir al jefe de guardia… – Ella no respondió nada, parecía sumida en su propio mundo.

- Pero no se preocupe, - Comenzó el otro - Monsieur Moreau aún se encuentra en la fiesta, enviaremos a alguien a buscarlo para que testifique lo ocurrido. – El joven le sonrió.

- Ya… Gracias. – Ella no parecía muy contenta, pero si aliviada. Al menos estos dos jovencitos no eran malas personas, cuando llegaron a las celdas le dejaron una cobija y una lampara de aceite encendida. – ¿Podría pedirles un favor? – Ellos se giraron, esperando a que continuara – Deje una valija de cuero café en la acera de enfrente, cerca de donde choque con Monsieur Moreau. ¿Podrían traerla? No hace falta que me la den, pero sería maravilloso que la mantuvieran guardada mientras salgo de aquí. –

- Claro. No se preocupe, si necesita algo pregunte por Iván o Kim. – Ambos sonrieron e hicieron un asentimiento de cabeza tras un "buenas noches, nos vemos pronto" poco después desaparecieron de las celdas.

Bueno, espero que al menos todo se resuelva rápido…

Continuara...


Hasta aquí el trocito. Es la primera vez que publico un fanfic en mi vida, por lo que no hace falta mencionar que no tengo ni la menor idea de cómo utilizar correctamente esta página. Ténganme paciencia. Les prometo que aprenderé.

PD: Hagan de cuentas que este trozo no va a variar. Es como un mantra XD


Datos curiosos:

1. "L'écusson du duc" significa "El blasón del duque".

2. Leyeron bien, el nombre del hombre moreno es "Placide Moreau", ¿si saben quién es?

3. Placide Moreau, nombre y apellido respectivamente. Placide significa "Placido" o "Agradable". Moreau es un antiguo apodo que se le daba a personas de piel oscura ("More").


Si le dieron una oportunidad a esta historia que sepan que se los agradezco de corazón, quizás vaya lento, pero les juro que me entretiene y me ayuda mucho escribirla. Cuídense mucho, ya saben cómo están las cosas. Un abrazo.

- Madame Imaru.
No se acostumbren al nombre de mi cuenta (Akamaru Iori), seguramente acabe cambiándolo por otro que ni se le parezca.