Sinopsis: En "Ville Santa Catarina de Paz", los mestizos no eran recibidos con los brazos abiertos. Una joven extranjera decidió arribar pese a ello con el objetivo de encontrar lo único que le quedaba de su antigua vida. Mientras tanto, un muchacho estaba luchando por mantenerse a flote haciendo todo lo que estaba en sus manos para proteger el único vestigio de felicidad que poseía en esa maldita vida.
Descargo de responsabilidad: No creo que haga falta decirlo, pero todos los créditos a sus derechos creadores. Esto está hecho solamente para entretener (y ayudarme a sacar estrés). Si encuentras este fanfic en otra parte déjame decirte que ha sido plagiado, así que te pido por favor que lo denuncies.
Pequeño dato sin importancia: Las cursivas son para remarcar pensamientos.
À la première heure
El camino de regreso fue más o menos tranquilo, no le importo lo que su padre fuese a decirle cuando se enterara de que había regresado por tan "insulso" motivo. Cuando paso los portones de la propiedad Félix bajo de un brinco del carruaje y se apresuró hacia el interior de la mansión, atravesando los corredores y subiendo las escaleras hacia la habitación de su hermano. Toco la puerta con suavidad y una figura femenina le dejo entrar.
- Madeimoselle Durandelle, ¿Como se encuentra Adrien? – La chica de cansada mirada se llevó el dedo índice hacia los labios y tras indicarle con la mirada que salieran de la habitación lo llevo hacia la cocina de la mansión.
- Le di una infusión para hacerlo dormir, Monsieur Félix. – Suspiro la muchacha – Adrien es demasiado terco. No quería beber la medicina que le ofreció el doctor, pero con el té no tuvo demasiada opción. – Ella lo vio a los ojos con clara preocupación, retorciendo sus manos de puro nerviosismo – Adrien ha comenzado a escupir sangre nuevamente y el doctor sigue sin saber porque, no tiene síntomas de tuberculosis ni de ninguna otra enfermedad que conlleve a esto, me preocupa que vaya a más. – Hizo una pausa, ocultando su rostro con sus manos – Creí que ya estaba mejor… – Acabo diciendo con voz trémula, la muchacha se sentó en uno de los bancos y Félix apoyo las manos en la encimera tras él, intentando por todos los medios mantenerse en pie.
- Yo buscare a otro doctor para ver si puede dar un diagnóstico diferente. Por ahora hay que ser fuertes y precavidos, nadie puede ni debe acercarse a él, podrían aprovecharse de su debilidad y hacerle daño… – La chica lo vio nuevamente a los ojos y asintió comprensiva limpiando las lágrimas traicioneras, se levantó del banco y camino hacia la entrada de la cocina – Y Marinette… – La detuvo – Gracias por cuidarlo. – Ella le dirigió una triste sonrisa aun con los ojos acuosos y retomo su camino hacia el ala este, donde estaban las habitaciones de la servidumbre.
Félix se quitó el saco y el pañuelo del cuello de su camisa, saco el reloj de su bolsillo y vio la hora – 1:52 AM – Que lento había pasado el tiempo, suspiro levantándose y comenzó a caminar hacia la habitación de Plagg, era raro que aún no hubiese llegado – Quizá fue a ver a esa monja… – Plagg solía ir a la iglesia local a menudo para verla, no le sorprendería que hubiese salido nuevamente para eso, por lo tanto, decidió esperarlo en su habitación. Necesitaba hablar con él.
Cuarenta minutos más tarde la puerta de la habitación se abrió y el susodicho entro con una expresión que reflejaba sorpresa.
- Plagg, ¿Dónde estabas? – El rubio lo vio con semblante cansado – Parece ser que no regresaste después de darme aviso… -
- No, hubo un malentendido del que me hice cargo. – Plagg se sentó en el sofá individual frente al rubio y saco de su bolsillo un pequeño saco color verde ocre que Félix conocía muy bien – Cuando fui al salón para avisarte tropecé con una jovencita, no me fije que bote esto, ella lo recogió y cuando el oficial Roth la vio se acercó para mandarle a las celdas. –
- Imagino que, si estás aquí a estas horas, es porque lograste arreglar el malentendido. –
- Si, pero fue difícil, ese viejo insistía en enviarla a la cárcel por robo. Pero ya no importa, ella salió limpia, así que ya está todo bien. – Plagg se levantó y camino hacia su cómoda a paso lento, depositando dentro de una caja de madera labrada el pequeño saco. – Ahora dime, ¿Cómo está el cachorro? –
- Adrien ha vuelto a escupir sangre. – Ambos hombres se vieron a los ojos y Plagg endureció su gesto – Marinette le dio una infusión para hacerlo dormir porque no quiso beber la medicina que el doctor le dio – Nuevamente, Plagg hizo alarde de expresiones que nunca le había visto hacer, de pronto se veía como un hombre completamente diferente, con el rostro endurecido por el enojo.
- Preguntare a Madame Durandelle si conoce a un médico que sea de confianza, no me importa si el viejo Gabriel se molesta, ya hemos perdido demasiado tiempo con doctores que solo saben decir que tiene tuberculosis cuando es obvio que no es así… - Se cruzo de brazos y movió ligeramente la cabeza para señalarlo - ¿Algo más que decir? – El rubio se levantó del sillón y lo vio con una expresión similar.
- Si Rossi intenta ponerse en contacto con nosotros destruye las cartas. Avisa a todos que ella no debe entrar por ningún motivo, no quiero que esa mujer se acerque a esta mansión. – La última vez que esa mujer estuvo aquí a Adrien casi le da un ataque de pánico, ni loco la dejaría entrar de nuevo.
- No te preocupes, ya me hice cargo de dar aviso, de las cartas me encargare cuando sea el momento. – El hombre apoyo la cadera sobre la cómoda, pareció meditar algo – Cuando amanezca seguiremos esta conversación, necesitaras estar descansado para cuando tu padre te llame a su oficina y para soportar a Chloe, avísale a Marinette también. –
- Bien… - El rubio se giró y camino hacia la puerta – A primera hora te acompañare para ver a tu monjita, necesitamos su ayuda. – Por primera vez en el día, Plagg sonrió travieso – Claro, el gato enamorado va a atender dos asuntos a la vez… Sucio tramposo. – Plagg se carcajeo en su cara, haciendo gala de su usual actitud arrogante.
- Cuando encuentres a alguien que te guste te las voy a devolver – Canturreo y ante la frase Félix frunció el ceño – No te hagas, cachorro. Se que algún día eso va a pasar y yo voy a estar ahí para restregártelo en la cara. –
- Se vale soñar, gato. – Siseo y con renovado animo dio un portazo marchándose de la habitación, escuchando de fondo la risa de su moreno tutor.
Continuara...
Hasta aquí el trocito. Es la primera vez que publico un fanfic en mi vida, por lo que no hace falta mencionar que no tengo ni la menor idea de cómo utilizar correctamente esta página. Ténganme paciencia. Les prometo que aprenderé.
PD: Hagan de cuentas que este trozo no va a variar. Es como un mantra XD
Datos curiosos:
1. "À la première heure" significa "A primera hora".
2. Madeimoselle Durandelle es quien menos se esperaban, o eso me gustaría creer.
3. Por si no lo entendieron, (que lo dudo) Marinette y Félix mencionaron que Adrien está enfermo, pero ningún doctor de los tantos que han llevado ha podido diagnosticarlo correctamente, siempre mencionan que podría tener tuberculosis o alguna enfermedad similar, pero nunca deja de ser más que una sospecha.
Si le dieron una oportunidad a esta historia que sepan que se los agradezco de corazón, quizás vaya lento, pero les juro que me entretiene y me ayuda mucho escribirla. Cuídense mucho, ya saben cómo están las cosas. Un abrazo.
- Madame Imaru.
No se acostumbren al nombre de mi cuenta (Akamaru Iori), seguramente acabe cambiándolo por otro que ni se le parezca.
