CAPÍTULO 2

¿No puedes borrar las angustias grabadas en el cerebro y, con un dulce antídoto de olvido, arrojar de su seno oprimido las peligrosas materias que pesan sobre el corazón?

William Shakespeare

ANTHONY'S WEDDING

Desperté al día siguiente, descansado cómo mucho tiempo atrás no lo hacía. Había una calma tan placentera, que dejé que poco a poco se abrieran mis ojos y que mi cerebro se active; sin prisas de huir antes que mi compañera de noche despertara, ni jaqueca o resaca de un reventón de fin de semana. Tal vez era poco más de las 5:00 de la mañana, la habitación apenas y se iluminaba por las sutiles luces de la mañana que se filtraban por la cortina.

Casi de golpe, aunque hoy en día te he de admitir con gusto; sentí el tibio y muy delgado cuerpo de Candy recostado sobre mi pecho. Su respiración era sumamente tranquila y apacible, me llenó de paz. Algo que llevaba un par de semanas experimentando, pero ni remotamente a este nivel. Obviamente no quise despertarla y disfruté un poco más la sensación que ella, su cuerpo y su alma traían a mi ser.

Dormité un poco más, pero la inminente hora de despertar llegó alrededor de las 8:30 de la mañana, cuando el ajetreo de la boda del siglo en la socialité de Chicago empezaba a hacer ruido por los pasillos. Y claro, cuándo la melodiosa voz de Rosemary invadió la habitación, seguido de mi madre Katherine, Anthony y en el fondo las quejas de mi tía Elroy sobre mis malas costumbres y mi libertinaje.

Todo pasó muy rápido, sólo recuerdo la melodiosa risa de Candy. Sí, definitivamente ella estaba bastante nerviosa y apenada, pero con mucha naturalidad y en fracción de minutos ya había conquistado a mi madre. A pesar de su ridículo pijama de osos, de su cara limpia sin una gota de maquillaje y de su rizado y despeinado cabello, ella por sí sola, había logrado lo que yo nunca con mi familia. APROBACIÓN.

Mi madre y mi hermana, rápidamente la sacaron de la habitación para hacerla parte de los preparativos del día. Las maquillistas, asistentes, etcétera pronto llegarían y había que tener todo listo. Así que más que prestas revisaron el outfit de Candy, joyería, zapatos. Yo a sabiendas para que se sienta cómoda, escogí un vestido de manga larga con la espalda totalmente descubierta y acinturado con una hermosa falda en corte A de tul, gasa, encaje y pedrería; aquí entre nos, yo sólo entré a una tienda bastante exclusiva de New York y pedí un vestido color esmeralda de manga larga, todos los hermosos detalles del vestido se encargó la vendedora. Y para no discutir con Candy, pedí envío directo a casa de mis padres.

- Candy, tienes que probarte tu vestido por si se necesita hacer algún ajuste -

- Disculpe Katherine, pero su hijo me dio muy poca información del evento y creo que no tengo un vestido adecuado -

- ¡Tonterías Candice! Tu vestido está desde hace un par de días con nosotros, William lo pidió traer directo a la casa -

- Mamá, creo que sólo habría que ver qué joyería tienes para ella -

- Candy, es simplemente la gran joya. No necesita más - Me acerqué a la conversación tan sigilosamente que incluso yo, me sorprendí de las palabras pronunciadas. Candy se sonrojó desde la coronilla de su cabeza hasta la punta de sus descalzos pies, observé claramente su nerviosismo colegial. Nos reímos un poco sin realmente platicar de mi imprudencia, ellas continuaron su día y yo procedí a hacer lo mismo. Lo cual implicaba platicar con el poderoso amo y señor William A. Andrew, ya saben, mi padre.

- Tu madre está encantada con Candice, ¿De qué catálogo de novias a domicilio la sacaste? -

- Para tu decepción o confirmación, me creas o no, de la calle -

- No estoy para tus juegos infantiles William, no hagas perder mi paciencia antes de tiempo -

- Albert, padre, por favor llámame Albert -

- Bueno, ¿Cuál es el catch esta vez? Sabe Candice que tu herencia está bastante condicionada y limitada, ¿No? -

- Mira papá, Candy no tiene el mayor interés en mi enorme herencia y gran legado - Es más que obvio explicar, que mi tono de voz era un poco más allá del fastidio y sarcasmo.

- Además, aún no firmo los términos y condiciones que me exiges para cobrarla. Así que no te preocupes no es una cazafortunas -

- Es una niña, de dónde salió. Mañana en los tabloides van a decir que mi primogénito anda en una dudosa relación tipo "Lolita" -

- No es menor de edad, a pesar de lo que piensas, me educaste bien. Y honestamente papá, me está cansando este teatrito contigo. No he querido entrar al consorcio Andrew y he respetado no recibir mis dividendos del mismo hasta que acepte, ¿Qué más quieres? -

- ¡Que, por una maldita vez en tu vida, le pongas pies y cabeza a tu futuro! No sólo se trata del dinero, aunque de avaro no me bajas. Te necesito en la empresa y lo sabes, eres el mejor para asumir el cargo, y estás ahí en New York en un trabajo de poca monta -

- Te has puesto a pensar que así soy feliz - La verdad, es que no lo era, pero bueno, estaba discutiendo, ¿no? Tenía que argumentar algo.

- ¿Feliz? William, por favor si quieres engañar a tu madre y a mí, está bien. Pero por dios, no te engañes a ti mismo. Es patético -

Para suerte de los dos, más bien la mía. El hijo perfecto entró a mi rescate, pidiendo tragos para celebrar su boda. Anthony en realidad puedo decir que era y es mi mejor amigo, pero la carga de expectativas nunca fue tan fuerte como conmigo. Él pudo tener una niñez y adolescencia bastante más normal que yo, sin excesivas clases de economía, idiomas, estadística, economía e inversiones. Y no sé, si eran tan excesivas porque naturalmente se me daba el estudio, pero nadie me pregunto si también quería ser parte de una boyband, bucear con tiburones o perderme en un safari en África.

Así que apenas tuve oportunidad y convenientemente la apertura de mi fideicomiso, acomplementé mis responsabilidades con algo de diversión extra que alteró un poco a mis padres. Haciendo día a día una ruptura bastante evidente, hasta que un día "dejé" las comodidades de mi familia y me mudé a New York de incógnito, a vivir una vida casual y bohemia. Cuando quería viajaba meses por el mundo y cuándo no, era un simple oficinista más de alguna empresa del momento.

Candy llegó a mi vida en esa etapa, ese punto en mi vida que no iba hacia ningún lado.

El día transcurrió sin mayores contratiempos, alguna crisis de mi cuñada Megan, mis primos Cornwell preparando los fuegos artificiales, el estrés de mi tía Elroy; lo normal en un gran evento de la familia Andrew.

Para mí el ambiente cambió, cuando una preciosura de mujer va bajando poco a poco las imponentes escaleras de la mansión con un hermoso vestido verde esmeralda que se veía opacado por la impactante belleza de Candy. Además de su sensual contoneo de caderas cada que bajaba un escalón, noté también un hermoso brazalete de filigrana de oro y esmeraldas de mi madre, reliquia de mi difunta abuela materna. Hasta el día de hoy, no sé bien cómo o porqué mi madre prestó tan delicada pieza de joyería.

Al último escalón, tomé su delicada mano y cómo dictan las aburridas clases de etiqueta, besé sutilmente el dorso de su mano. Me invadió una irreconocible electricidad por todo mi cuerpo, algo empezaba a invadirme y para ese momento, te soy sincero, no sabía que era.

Mi hermano se veía lleno de vida y completamente feliz, bailaron casi pisando las nubes su primer baile, sentí cierta envidia, he de admitir. Y aunque todos los ojos estaban sobre ellos, pero yo estaba al pendiente de cada detalle de mi acompañante. Cómo sus ojos se cristalizaban por pequeñas gotas de lágrimas al momento de los votos, la emoción a ser presentada y recibida por mi familia y estoy seguro que, internamente sabía que traía a más de uno en la fiesta embobado con su belleza.

Empezó la ronda de champagne y baile, no pensaba desaprovechar la ocasión para hacer muestra del encanto del terrible Andrew. Así que, con un par de copas y valor, tomamos la pista de baile cómo Beyoncé en el Super Bowl. Estoy seguro hasta este día, que Candy no esperaba esta fiestera personalidad de mi parte, claro que no había tenido oportunidad de experimentarla.

Todo iba bien, pero bueno, cómo ya he repetido, esa noche fue inolvidable por las razones equivocadas. El trágico momento había llegado, y llegó en medio de una dulce balada romántica con Candy en mis brazos, con nuestros cuerpos contoneándose al suave sonido de la música, cuándo un increíblemente pendejo invitado bastante pasado de copas nos empuja haciendo caer su bebida sobre ella.

Y tal vez, así hubiera quedado el incidente a no ser que el infeliz, al pedirle una disculpa hacia mi hermosa y mojada acompañante; altaneramente empieza una discusión sin sentido, pero, otra faceta de mi personalidad, que no tardé en encenderme. En mí cabeza sólo estaba defender a Candy, que cada vez se veía más afectada por las palabras del estúpido ese. Mi madre entró en acción para llevarse a Candy del lugar y sutilmente pedir a la seguridad retirar a ese individuo. Lamentablemente Candy ya estaba bastante afectada, con algo de llanto y pidiendo disculpas una y otra vez a mi madre. - No fue mi culpa, arruiné todo. Perdóname Albert, no soy suficiente - Lo repitió tantas veces que su respiración se volvía cada vez más angustiante.

- Cariño, tranquila no pasó nada. Vamos a retocar tu maquillaje y que continúe la fiesta - Comentó mi madre conciliadoramente y con un tono de voz maternal y protector.

- No fue mi culpa, arruiné todo, discúlpame Albert, arruiné todo -

- ¿De qué te tienes que disculpar con William, Candice? ¿Qué es lo que ocultan que tanto te alteras de haber arruinado algo? - Mi padre entrando a la trágica escena de la noche.

- William, podrías hacerme el favor de continuar con los invitados y no estorbar por aquí -

- Algo ocultan Katherine, de repente aparece el hijo pródigo con una maravillosa chica, para mostrar pura perfección y a la primera William de siempre sale a relucir -

- No fue mi culpa, arruiné todo, discúlpame Albert, arruiné todo -

- Calma Candice, no le hagas caso, se trae pleito eterno con William -

- Buscas la herencia William, ¿No? ¿Ya te ha dicho que no recibe ni un dólar que no pase por mis cuentas? -

- No fue mi culpa, arruiné todo, discúlpame Albert, arruiné todo - El llanto de Candy cada vez era más entrecortado, su voz apenas y se escuchaba. Me agaché con ella en el suelo y la abracé cómo una delicada flor, la tenía entre mis brazos, hablándole al oído para tratar de calmarla, con las quejas mal fundamentadas de mi padre.

- Ya William, termina este vergonzoso show de una vez, ¿Y dime en qué estás metido esta vez? ¿De dónde sacaste a Candy y para que ruin motivo la estás utilizando? -

Cómo ves, mi padre es un hombre que no sabe cuándo detenerse. No lo justifico, en el pasado actué de muy diferentes formas y probablemente todas sus dudas las merecía, pero no ella. Candy era algo de lo más real que tenía en mi vida y me la estaba rompiendo con cada palabra y duda que salía de su boca.

- Calla de una maldita vez padre, no hay nada que ocultar. Candy es mi acompañante y no tienes que saber nada más -

- Sabes, que eso no te lo crees ni tú, ¡Hasta el brazalete de la abuela ya se ganó! Toda una profesional del engaño, a tu madre pueden engañar, pero sé que hay algo que no cuadra en todo esto -

- No fue mi culpa, arruiné todo, discúlpame Albert, arruiné todo - En este punto fue cuándo todo explotó, en su intento desesperado de quitarse el dichoso brazalete, mi madre se acercó a ella para ayudarla y al momento de retirarlo, arrancó por la fuerza de la desesperación gran parte de la manga de su vestido, sacó a la luz y a los ojos de mis padres las diversas cicatrices de su muñeca y cortadas a lo largo de su brazo.

Un pequeño grito ahogado de mi madre, hizo que todos se callaran y sólo se escuchaba el llanto entrecortado de Candy su mantra en todo esto - No soy suficiente, arruiné todo, siempre lo hago - yo no sabía ya que hacer.

- Vamos a la habitación cariño, hay que descansar - Repetía mi madre, ella siempre tratando a Candy cómo una hija más.

- Albert, por favor, quiero ir a casa -

- Claro amor, ahora nos vamos a casa, sólo descansa un rato en lo que preparo los vuelos -

- No Albert, quiero, necesito ir a mi casa -

Ella se encontraba un poco más tranquila, gracias a un pedacito de cielo llamado clorazepam que mi madre le dio, pero era imposible quedarse más tiempo con mis padres. Y saber dónde era su casa, era algo complejo de saber y preguntar en ese momento. Y cómo se imaginarán el sagaz y obstinado de mi padre, rápidamente hilo todo.

- Vive contigo William, ¡Esta niña vive contigo! -

- No es una niña. Y ya para que seguir con la farsa, ¡Sí!, vive conmigo, pero no de la manera que crees, no sé dónde vive o de dónde es. Me pidió hospedaje por una noche en las calles de New York y el pendejo de tu hijo aceptó -

Mi madre la llevó a la habitación más cercana y lejos de chismosos, ya sabes, por el qué dirán. Mi padre con más dudas en la cabeza, pero extrañamente más tranquilo me pidió que le dijera la verdad, y honestamente no sé que hace un hombre de 30 años mintiéndole a sus padres, así que conté hasta el último detalle.

- Candice White, dices que se llama, ¿No? No has buscado en internet, la policía, alguien debe estar buscándola -

- No sé como explicarlo padre, pero ella no quería que yo averiguara y yo lo acepté -

- Ahora lo resolvemos William, no te preocupes. Candice esta noche duerme en casa -