Capítulo 4
Era un nuevo día. Gray se despertó gracias al despertador que rápidamente apagó de un golpe. Decidió quedarse unos minutos más acostado con su brazo derecho cubriendo sus ojos. -"No todos los vampiros somos iguales"-
Su voz resonaba en su cabeza una y otra vez. Si lo eran. O al menos eso pensaba él. ¿Podía creer en su palabra? Cierta parte de él quería confiar, pero cierta parte no podía. El rostro de ella sonriendo apareció en su imaginación. Su sonrisa amable... su peculiar cabello azul... sus ojos azules tan profundos que parecían un océano. Un océano en el cual quería nadar. Recordó cómo sus labios chocaban contra su cuello mientras la cargaba en su espalda, sus manos agarrando sus hombros. Gray se puso de pie y se dirigió al baño. Necesitaba una ducha fría. Una vez afuera, se secó el cabello, se vistió y se preparó para salir, por alguna razón, tenía el presentimiento de que hoy sería un día largo.
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-Alguien que me explique de nuevo por qué estoy aquí a las siete de la mañana- Un chico rubio, de ojos azules ascuros se quejaba mientras se dirigía a uno de los asientos disponibles de la oficina.
Una chica de cabello negro y ojos negros se acercó a él y le puso una taza con café en frente -Deja de quejarte que no eres el único que se tuvo que levantar temprano- dicho estp, se sentó a su lado y subió los pies sobre las piernas del chico.
-Quitame tus pies de encima-
-No quiero-
-Veo que ya se llevan mejor- exclamó un joven de cabello largo negro y ojos rojos que entraba por la puerta.
-Cierra el pico, Rogue. ¿Acaso no ves estas ojeras? Cuando vea al jefe ya le voy a decir que no me paga lo suficiente para obligarme a venir a esta hora-
-Dudo mucho que le importe- La chica respondió mientras tomaba del café que le había dado al rubio.
-Sting, debes de ser más responsable-
-Por algo estoy aquí, ¿no, Minerva?-
-Me refiero a que debes dejar de quejarte y comenzar a actuar como un adulto si es que quieres volverte un mejor cazador- volvió a recostarse en el sillón.
-Soy el que más vampiros lleva cazando de nosotros tres, deja de decir cosas sin sentido- respondió ya molesto Sting. La puerta de la oficina se abrió, dejando ver a un jóven de cabello rubio largo que entraba al lugar con sus manos detrás de su espalda.
-Buenos días-
-Nada de buenos días, explíqueme por qué me hizo venir tan temprano un sábado- Minerva golpeó a Sting en la cabeza.
-Tan impertinente como siempre, Sting-
-Dísculpelo, Rufus. Es temprano y no ha dormido bien- se disculpó en su lugar Rogue. Rufus se dirigió hacia Sting, lo miró directo a los ojos y le dio una bofetada.
-...-
-No quiero volver a tener que hacer eso-
-...Si, señor...-
Rufus se dirigió a su escritorio y se sentó sobre él, cruzó sus brazos y cerró los ojos pensativo durante unos segundos hasta que se decidió a hablar. -Como ya habrán notado, la cantidad de vampiros está aumentando cada vez más-
-...- los tres lo escuchaban con atención.
-Lo que significa que la cantidad de humanos que muere a causa de ataques también ha aumentado y no podemos permitir eso. El consejo ha determinado que, los cazadores, solo tenemos permitido eliminar a aquellos vampiros que pierdan el control. ¿Pero cómo sabremos qué vampiro perderá el control sin antes asesinar a alguien? Es por eso que nos encargaremos de ellos antes de que eso suceda- los tres lo miraron sorprendidos.
-Pero Rufus, ¿cómo le probaremos al consejo que los vampiros enloquecieron antes de ser asesinados? Ya sabes que solo aquellos que perdieron el control se convierten en polvo, los demás dejarán sus cuerpos a la vista- le cuestionó Minerva.
-Buena pregunta. Para eso nos desharemos de los cuerpos antes de que el consejo los encuentre-
-...Y... ¿cómo planea hacer eso exactamente? El consejo tiene registrados a todos los vampiros-
-Quemándolos-
Sting esbozó una pequeña sonrisa -...Oh...-
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Juvia salió de la ducha y comenzó a secarse el cabello mientras aún seguía envuelta en una toalla. Se dirigió a su cuarto y al ver su reflejo en el espejo se detuvo un segundo. Sin duda se veía más saludable desde que bebió la sangre de Natsu. Pero ella sabía que no duraría mucho. Los vampiros no pueden beber la sangre de otro vampiro por mucho tiempo sin tener efectos secundarios, es por eso que solo recurrían a ello en un caso de extrema necesidad. Se quitó la toalla de su cabeza y comenzó a secarlo con su secador. Al cabo de unos minutos se cambió de ropa y se dirigió hacia la puerta.
Quería ir al bar en donde se encontraban Gray y los otros, pero aún sentía un poco de vergüenza. Sujetó el picaporte y luego de pensarlo por un par de minutos tomó la decisión de salir. El camino no era tan largo, pero caminar bajo el rayo del sol no era de sus cosas favoritas por hacer. Si bien era un mito que los vampiros mueren al estar expuestos al sol, si es verdad que se sienten un poco más débiles.
Al abrir la puerta, se sorprendió al encontrarse con Gray parado frente a su puerta a punto de tocar. -¿Gray? ¿Qué haces aquí?- El pelinegro se sorprendió al verla abrir la puerta tan repentinamente. Gray le extendió la mano y le entregó una pequeña bolsa con un paquete que llevaba el nombre de la chica escrito con un marcador azul. Juvia lo observó confundida. -¿Es para mi?-
-Tómalo como una disculpa por no haber sido tan... amable- se disculpó mientras ella agarraba la pequeña bolsa. -Son pastillas. Escuché que solo dan cierta cantidad por vampiro y pensé que podrías necesitarlas-
-Pero tú no eres un vampiro, ¿cómo las conseguiste?-
-Natsu me dio unas extras que él tenía. Como bebe sangre de Lucy, no las necesita como antes-
-Ya veo- ella miró el pequeño paquete y sonrió cálidamente -Muchas gracias-
-...- el chico desvió su mirada un tanto avergonzado. -Me dirigía al bar-
-Oh, yo también. Vayamos juntos- Gray no dijo nada. Esperó a que ella cerrara la puerta de su casa y comenzaron a caminar juntos.
Poco a poco se volvieron más cercanos. Iban y volvían caminando del bar. Gray la acompañaba cuando iban de compras, e incluso salían en busca de vampiros juntos. Se había acostumbrado a su compañía y se dió cuenta de que tal vez, no todos los vampiros eran iguales. Cuando estaba junto a ella, se sentía relajado, tranquilo... Y ya no pensaba en Lucy. Lo único que podía ver eran esos ojos azules que tanto le gustaban.
-...-
-¿Qué tanto me miras?- preguntó Juvia al notar que Gray la observaba desde el otro lado de la mesa con su usual expresión.
-Tienes algo en el diente- Juvia cubrió inmediatamente su boca avergonzada, y Gray esbozó una pequeña sonrisa. Juvia sacó un pequeño espejito de su bolso y al ver que Gray solo estaba bromeando le dio un golpecito en el brazo.
-...Tonto-
Sting se encontraba sentado en su escritorio con los pies sobre él y lanzando avioncitos de papel cuando de repente escuchó a alguien golpear en su puerta. -Adelante-
La puerta se abrió dejando ver a su compañera Minerva que traía con ella un pequeño libro. Sting lanzó uno de sus aviones y le golpeó en la cabeza a la chica. -...-
Sting rió -Y te llamas cazadora de vampiros cuando no puedes ni evadir un inofensivo avión de papel-
-Si no dejas de jugar lo único que será lanzado será tu patético--
-Minerva, muéstrale lo que tienes- Rogue la interrumpió mientras entraba por la puerta. La chica caminó hacia el escritorio de Sting y empujó sus pies de encima agresivamente para luego poner sobre él, el libro que había traído consigo.
-¿Qué demonios es eso?- preguntó Sting.
-Es un libro con cada uno de los vampiros que aún siguen vivos en la ciudad-
-¿Y?-
-"¿Y?" ¿Acaso eres tonto? El jefe nos dijo que los eliminaramos- le respondió ya un poco más agotada.
-Ya veo-
-Necesito que encuentres las ubicaciones de cada uno de ellos y sus hogares. Nos encargaremos de ellos cuando estén solos-
Sting se incorporó en su silla y comenzó a buscar en su computadora -Si, si-
Muchas gracias a todo/as por sus reviews 3De verdad que me motivan y me ayudan a seguir escribiendo esta y otras historias. Lamento haber demorado con este capítulo pero espero que les haya gustado!
