Tenía un terrible dolor de cabeza, tomar aquello le había generado una insoportable resaca que incluso las farolas más tenues de la base eran como dos cuchillas apuñalando sus ojos. Sin embargo, no, no podía ir a ocultarse en sus aposentos. No con Temiri Blagg por allí. Se colocó la capucha de su túnica negra y se acomodó mejor entre las cajas. Poe estaba arreglando una de las naves cazas que habían secuestrado de la Primera Orden. Blagg estaba a su lado siguiendo sus órdenes sin rechistar. ¿Qué tramaba? Pensó con molestia.

-Oye, tú, ebria -Dameron le lanzó una llave que sin levantar un solo dedo esta levitó frente a ella por medio de la Fuerza -. Presumida.

-¿Qué quieres?

-Necesitamos ayuda, Halcón Rojo -Hanna sonrió con sarcasmo y tomó la llave para luego colocarse de pie -. ¿Todavía recuerda cómo se repara una nave? Ve arriba, necesitamos colocarle el rastreador nuevamente -Poe le hizo una seña al Caballero de Ren para que le alcanzara el dispositivo que a lo mucho pesaría tres kilos; ella no dijo nada, se lo quitó de las manos y saltó hacia la parte de arriba de la nave -. ¿Sabes? No siempre fue así, era presumida pero no a este grado -le dijo al chico a lo que éste lo miró con una ceja en lo alto -. Sólo decía.

-Como sea -murmuró por lo bajo tomando una caja de herramientas para dirigirse a la parte de abajo de la nave.

-Si tuviera un palo en este momento se los tiraría en la cabeza -masculló entre dientes.

Hanna había sido llamada por la General por lo que Poe quedó esta vez solo. El resto de su equipo estaba ocupado organizando el despliegue de toda la Resistencia por lo que a pedido de Leia lo habían obligado a ser niñera del muchacho. Sabía que este apenas lograra quitarse ese collarín lo haría mil pedazos. Esos pensamientos pesimistas se habían presentado cuando ya no tuvo los ojos ebrios de Hanna sobre ambos, no lo había sabido hasta entonces, pero con ella presente se había sentido a salvo.

Al diablo, pensó. Tendría esperanzas de que ese collarín hiciera su trabajo.

-¿Halcón Rojo?

-Ah, sí -dijo este guardando la última llave dentro de la caja de herramientas. Se quitó el sudor y miró al chico -. Hanna siempre estuvo en el frente, gran piloto, gran estratega y por su puesto podía infiltrarse en cualquier parte. No necesitaba de un droide, ella era el droide. Se ganó su nombre clave y su puesto como líder. A todos nos pareció una buena idea llamarle así, en honor a Han Solo y el Halcón Milenario -llevó sus manos a su cintura y suspiró con cansancio. Envejecía con los días, no lo soportaba -. Han era su abuelo -añadió asintiendo mientras miraba el caza de la Primera Orden.

-No lo creí cuando me lo dijo en su momento. Entonces, ella es-

-Hija de Kylo Ren, sí -terminó por él dándole una palmada en la espalda -. Andando, muero de hambre.

Temiri le echó una última mirada a la nave y decidió seguir al piloto. Tal vez, no había sido una mala idea caer allí. Salieron del hangar y tomaron un pasillo de la derecha. Estaba concurrido, todos iban por lo mismo, quizá. Algunas miradas fueron y vinieron mientras ambos pasaban sección por sección hasta lo que supo a simple vista se trataba del comedor.

No fueron amistosos con él, no esperaba que lo fueran. Él en sus lugares hubiera hecho exactamente lo mismo, excepto quizá llevar un prisionera a comer. No entendía esa lógica en ellos, era tal vez lo que más le provocaba repulsión. Los buenos nunca ganaban, todos allí estaban condenados y seguramente lo sabía. Pero ahí estaban, sonrientes.

Un niño pequeño apareció entre la multitud y corrió hacia ellos. El General tomó al niño y lo tiró por el aire para luego tomarlo y apretarlo contra su pecho. El niño no tardó en soltar una carcajada. Hanna apareció entre los comensales agitada, claramente el mocoso se le había escapado.

-¿Cómo es que corre tan rápido?

-Entiendo el sentimiento -dijo Finn pasando por allí con una bandeja.

-¡Oye, estás hablando de mi hijo! -se quejó este con el pequeño en brazos.

-¿No habla? -preguntó Temiri observando al niño. No había podido sólo cerrar la boca, se sentía curioso.

-No, pero es perfecto así -se adelantó Hanna para responder; Poe no pudo más que sonreír, esa era la Hanna que él conocía; la Jedi le desparramó el cabello al pequeño Dameron y este extendió sus bracitos hacia ella -. ¿Quieres venir conmigo? -asintió abriendo y cerrando sus manitos. Hanna lo tomó y lo colocó sobre sus hombros -. Ah, cierto -dijo antes de marcharse -. La General Organa, necesitaba hablar contigo. Dijo que era importante.

-Bien, te dejo al prisionero.

-¿Qué? No, no, ya tengo al niño, ¿por que yo? -se quejó.

-Porque yo lo digo, Halcón Rojo. Acostúmbrate -le guiñó un ojo y chocó los cinco con su hijo -. Ahí se ven.