"15 de Julio"
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Hace mucho frío para ser verano.
Es 15 de julio. Su cumpleaños.
Se supone que en los cumpleaños se hace fiesta y se celebra con la familia y amigos en un ambiente sano y ecuánime, pero está lejos de casa. De sus amigos, de su madre.
Es 15 de julio y se encuentra solo, caminando en la costa desierta en el ocaso de la noche.
Desde la mañana le llegaron mensajes de felicitaciones. El primero de su madre, luego de su mentor, y así sucesivamente uno a uno de su celular se llenó de mensajes de sus amigos y compañeros de trabajo.
Camina a paso lento, aún con el traje puesto, dado que tuvo guardia en una pequeña ciudad aislada de las grandes ciudades. Un pequeño sitio en las islas Okinawa.
El clima tropical es fantástico. La brisa del mar baña sus cabellos rizados. Es refrescante. Es un cumpleaños muy extraño, puesto que no contempló que lo celebraría solo.
Su celular vuelve a vibrar. Lo revisa: es Mirio. No es un mensaje de la persona que espera. Kacchan no manda mensajes nunca, y tampoco le llama en días especiales, como ese.
Él sí le llamó el día de su cumpleaños y fue recibido por un gruñido de parte de éste, que posteriormente colgó la llamada. Kacchan es así. No es de largos mensajes, ni de palabras bonitas, de esas que toman una eternidad en llegar al punto.
Kacchan es concreto.
A pesar de que ya no se ven, lo sigue queriendo.
La atracción que siente por él no tiene una explicación lógica que pudiera describir cómo y cuándo fue que empezó a sentirse así. En el amor no hay una explicación científica, es lo que unos le dicen. Pero puede creer en lo que quiera creer. El amor tiene explicación científica, viene del cerebro, de las reacciones químicas que ocurren dentro de éste. Sin embargo, lo que siente por Kacchan no es un simple enamoramiento que con el tiempo se extingue, sino un sentimiento profundo que va más allá de las palabras.
En medio de su caminata nocturna, divisa la figura de Kacchan caminando hacia él con el traje puesto. Dijo que estaba solo, mas olvidó por un instante que fueron convocados por la agencia de héroes de Okinawa a que patrullaran y por eso es que los dos están ahí. En el mismo sitio. Lo olvidó porque cada uno trabajaba por separado en esa tarea.
Obvio que no le enviaría mensaje de cumpleaños si están juntos.
Sonríe para sí ante tal realización.
—¿Por que sonríes, idiota?—Bufa Kacchan. —Patético.
—Buen trabajo hoy, Kacchan— Saluda, mostrando una sonrisa más amplia.
—Hm— Gruñe. Sacude la cabeza. Continua caminando hasta llegar a donde está él. Su corazón se acelera, vuela, se estremece cada que lo ve. No es nada nuevo sentirse en las nubes en compañía de Kacchan. —Vaya manera de celebrar tu cumpleaños, idiota. Trabajando y solo.
Izuku detiene su caminata en seco.
¿Qué dijo?
—No me mires así— Dice irritado. —No soy tan descuidado para no saber que hoy es tu cumpleaños, nerd. Te conozco desde que somos niños.
Cierto, se dice. No debo hacerme ilusiones.
—Claro— Responde.
Kacchan siempre tiene una manera de sorprenderlo. No falla en ello.
—Di algo, idiota. No te quedes callado—Apura.
¿Qué quiere que diga? Se cuestiona. ¿Acaso espera que dé un simple "gracias" por acordarse de la fecha de su cumpleaños? Es lo único que se le ocurre, puesto a que su relación con Kacchan no ha ahondado otros temas en otros contextos; desde que son adultos, apenas si se ven. No ha habido muchos encuentros suficientes para fortalecer ese lazo de confianza, de no hablar de cosas que ya han hablado antes.
—Te escucho pensar— Kacchan logra sacarlo de su estupor.
—Oh, perdona. Estaba pensando mucho sobre lo mismo.
Kacchan enarca una ceja, mirándolo reticente. —¿Y qué es lo mismo?
Izuku se ruboriza. Suele olvidar lo perceptivo que es Kacchan en cualquier momento, que sorprende y lo atrapa sin previo aviso.
—Son cosas, Kacchan. No te puedo decir. Es privado. No lo tienes que saber, claro… no es tan importante—Baja los ojos hacia la arena.
—Deja de desviar el tema, idiota— Gruñe. —Y dime qué es lo que te está molestando.
—N-no creo que sea buena idea—Titubea. Hablarle de su secreto más oculto no es la mejor opción.
—Quiero escucharlo—Demanda. —Escúpelo, nerd.
—No—Se corta, porque es visto por esos ojos rojos que lo hacen flaquear y es incapaz de enfrentarlo.
—Deku— Pronuncia en ese tono que exige una contestación de su parte.
—No, Kacchan— Desvía la cabeza de su mirada exigente. Logra sentir la sensación de bochorno apoderarse de su rostro, obviando aquello que trata inútilmente de esconder entre risas nerviosas y sonrojos notorios en sus mejillas.
En eso, Kacchan lo toma de las solapas del traje y lo vea directamente a los ojos. Sus pupilas lo devoran con un ansía aledaña a las expresiones que suele conocer del rubio. Ni siquiera cuando pelearon en Ground Beta.
Puede percibir su corazón dar un vuelco.
—Me dirás o te exploto— Amenaza.
—Me rehuso, Kacchan—Niega. Kacchan aprieta la quijada, escucha los crujidos de sus dientes. —No te obligaré a decirme algo que yo quiera saber. Así que no hablaré, aunque me lo pid-
Kacchan lo manda volar con una explosión. Izuku cae en la arena, con las piernas fungiendo de apoyo para que la caída no fuera tan dura.
—¡Me dirás, maldito idiota! Estoy harto de que lleves meses con esa cara de imbécil.
Izuku pone cara de «¿Cómo sabes eso?», abriendo con brío los ojos. Ve a Kacchan acecharlo con ímpetu.
—Kacchan—Exhala el aire que aspiró segundos atrás justo cuando cayó en la arena.
—Me harta tu estúpida actitud— Vocea. —Todo lo que haces, dices, piensas, con quién hablas, me harta.
Izuku lo mira con seriedad, sin entender muy bien adónde quiere llegar Kacchan con aquella insistencia. Para él, su insistencia suponía un trago extraño que afloja el paladar.
—¿Soy yo?— Cuestiona.
Izuku se paraliza.
Claro que es él.
Kacchan se ve ofendido por su silencio, realizando que efectivamente, es él. Es él la causa de la negación de Izuku a contestar. Es el motivo de muchas acciones que ha tenido que hacer para no seguir en el paradero del sufrimiento. Es una etiqueta que pesa en él. La etiqueta del amor unilateral por su amigo de años y años de conocerse.
—¿Cuál es tu maldito problema conmigo?¿Qué carajos te he hecho ahora, maldito imbécil?
La expresión de indignación de Kacchan es imborrable.
Izuku desvía la mirada, estrellándola en la arena. Evita verlo a la cara, con tal de no caer por esos ojos que lo ponen al límite.
—Bien, si no me vas a decir, púdrete.
—Kacchan—Dice enfurruñado.
—¡Púdrete, Deku!— Se da la vuelta y emprende la marcha.
No transcurrió más de un minuto para que Izuku apresurara el paso y agarrara a Kacchan del brazo con la sola intención de retenerlo. Por alguna razón, supo que si lo dejaba marcharse, no volvería a tener una oportunidad como esa.
Lo atrae a sus brazos al instante en que lo ve a punto de explotarlo. Lo abraza con mucha fuerza. Siente el tamaño y la forma de su cuerpo fundirse con el suyo. No lo quiere soltar.
Kacchan se tensa en su abrazo, mas no lo aparta. Percibe los músculos de su torso contraerse, rígidos. De su boca exhalaba el aire que contenía en su interior, arrastrando las partículas de aire de vuelta.
—Deku…—Pronuncia estupefacto.
—Me gustas. Esa es la verdad.
Izuku siente su rostro encenderse con el transcurrir de los segundos. Sus pestañas buscan cerrarse entre sus párpados decaídos en el instante en que advierte a Kacchan relajarse en su agarre, acostando su cabeza en su hombro, hallando un ritmo en su respiración. —Eres un idiota por decirme esas cosas— El tono de su voz lo hace pensar que su intención era sonar más molesto de lo que transmitió. —Muy idiota.
Izuku lo aprieta contra su cuerpo. La distancia que lo separa de Kacchan se acorta.
—¿Desde cuándo?— Pregunta abruptamente.
—¿Eh?
—¿Desde cuándo te gusto?
—No lo sé. ¿Desde siempre? O, ¿Antes? ¿Importa?
—Hm—Sacude la cabeza. —No importa—Entonces le devuelve el abrazo, estremeciendo a Izuku con la brusquedad de su aproximación. —Vaya manera de festejar tu cumpleaños, nerd—Dice en tono burlón.
Izuku se ríe. Y mete una mano en las raíces doradas de su cabello, atrayendo la cabeza de Kacchan en su hombro. Le parece sorprendente que todavía no lo aparta o busca una excusa para alejarse.
Las olas llegaban a la orilla siendo un sonido sereno, que despierta en él la necesidad de perderse en esos destellos rojos que son bálsamo para las preocupaciones. Separa sus brazos de él y ve ese par de enigmas que lo observan con un furor que enciende una llama en su interior. Lo derriten con el fuego ardiente que poseen sus ojos rojos.
Son fugaces, explosivos, fieros.
Le encantan. Siempre le han encantado.
—¿Qué tanto me ve— Lo silencia con sus labios sobre los suyos. Adhiere su mano en su cintura esbelta y tira de ella con fuerza. Kacchan agarra las solapas de su traje, tirando de él hacia sus labios con una explosividad muy característica de este.
Izuku se funde en sus labios. Le resulta imposible soltarlo si lo tiene entre sus brazos, besándolo con una efusividad explosiva, envolviéndose entre las sombras de la noche.
Al separarse, alcanza a ver un destello rojizo en sus mejillas, respira por la boca con los ojos cerrados y el ceño más fruncido de lo normal.
Izuku coloca ambas manos sobre sus sonrosados pómulos y aprieta ligeramente su agarre entre la aspereza de sus palmas.
Kacchan intenta desviar la cabeza, pero Izuku lo impide. Sostiene con ímpetu su cabeza, embelesado con sus expresiones.
Izuku acerca su rostro al suyo. Admira la versatilidad con que sus cejas se arrugan en un nudo enfurruñado y sus ojos se entreabren como relámpagos.
Su estómago se aprieta ante semejante vista. Sin poderse resistir, se acerca para besarlo y Kacchan lo avista con ojos saltones.—De— E Izuku lo besa. Enrolla su brazo en su cintura, apegando sus cuerpos lo máximo posible. El calor que transmite su cuerpo le da el valor de besarlo más, de sentirlo más. Esperó tanto para poder tenerlo entre sus brazos que difícilmente podría apartarse de él.
Kacchan aprieta sus manos entre sus solapas, temblando. Lo escucha suspirar contra sus labios, moviendo la cabeza sobre el vaivén que tienen sus labios sobre los suyos.
No sabía que besar a alguien más podía ser tan hermoso como intenso. Las emociones se apilaban, se aglomeraban en su pecho, que buscaba explotar de la euforia experimentada en las aguas cristalinas de sus besos.
Izuku, suspendido entre la marea y los movimientos de vaivén lo catapultan a espacios que no tienen explicación. Y es entonces cuando se separa de los labios adictivos de Kacchan, quien se halla tan rojo que parece matizado por los colores del atardecer.
Sus cejas apretadas en un nudo acompasan sus párpados caídos, sus respiraciones aceleradas como las palpitaciones que Izuku sentía emerger de su corazón. Los labios rosados del rubio están tan rojos e hinchados que pulsan con toda la sangre acumulada en esa zona de su cara.
Izuku traza pequeñas caricias en sus mejillas, las cuales arden como si estuvieran en llamas.
El pensamiento que transcurre tras su mente es que Kacchan es lindo. Parece un lienzo pintado en la más hermosa técnica con los colores más bonitos que embellecen sus detalles.
Izuku se aproxima a admirar su rostro, pese a que Kacchan mueve la cabeza hacia el lado. —No me beses, Deku.
No lo iba a besar.
Con expresión tranquila lo observa enrojecer más y más, al punto de asemejarse al color irresistible de la noche.
—¿Qué ocurre, Kacchan?
Lo oye apretar los dientes. El sonido de sus dientes crujir lo hace realizar lo tenso que podría estarse sintiendo en ese preciso instante.
—Puedes decirme.
—Ca…Cállate— Masculla mediante una breve exhalación. Entretanto, Kacchan escabulla sus manos en sus traje, agarrando el máximo de tela que puede sostener entre sus guantes. Le da la impresión que le fallan las piernas, por lo que enreda sus brazos en su cintura. —¡Detente! No me toques, idiota.
—¿Es que no te gusto de la misma manera?
Lo nota alterarse y no entiende qué pasa por la mente del contrario.
—¡No…! ¡No es eso!— Sacude la cabeza en negación.
—¿Qué ocurre?—Vuelve a preguntar con mayor calma. Siendo Kacchan, sabe que necesita tener paciencia con sus diversas formas de expresarse. Kacchan muchas veces es esquivo con sus palabras, por lo que requiere leer entrelíneas.
—Basta de preguntas—Agacha la cabeza, subiendo las manos a sus hombros, clavándose. Sus manos tiemblan. —Sólo cállate y déjame hablar.
—Adelante—Anima, pese a que sabe que viniendo de Kacchan, puede esperarse cualquier cosa. Y teme por lo que vaya a decir, mas no se retractara sea lo que diga.
—Te odio— Dice de pronto, sorprendiendo a Izuku en el primer instante en que lo escucha. Ese «Te odio» suena a otra cosa. Izuku necesita leer entrelíneas la procedencia de aquellas dos palabras. Se empeña en averiguarlo, mientras se sabe mirado por Kacchan.
—¿Me odias?
Asintió con la cabeza encorvada y las manos aferrándosele impetuoso.
—¿Odias que esté cerca de ti?
—Ay, nerd, cállate. ¡Te odio! ¡Te odio!
El fuero de sus ojos lo hace encontrar la respuesta. Con una sonrisa acerca su rostro al suyo, viéndolo tensarse en su sitio. —Qué—Inquiere.
—¿Saldrías conmigo?
—¿Hah?—Espeta.
—¿Saldrías conmigo?
Advierte la cara de Kacchan enrojecer hasta las orejas. —¿Qué preguntas son esas, imbécil?
—Quiero escucharlo. ¿Puedo?
—No— Gruñe. —Estás loco si crees que escucharás eso de mi.
Izuku sonríe. Sabe que no obtendrá lo que gustaría escuchar de Kacchan, mas así es: Directo al grano y sin tacto.
Aprovecha su distracción para darle un beso en la mejilla y posteriormente, lo pilla ruborizarse furiosamente. Es adorable, sin duda alguna.
—¡Deja de hacer eso, idiota!—Grita, pero no se ve molesto.
—Te quiero— Suelta. Junta ambas manos sobre sus pómulos. Siente el ardor incrementarse en su piel.
—¡Deku!—Exclama, viéndose muy conflictuado consigo mismo.
—Te quiero—Vuelve a decir, suave y firme. —Asumiré que estamos juntos a partir de ahora, porque es el mejor regalo que he recibido hasta hoy. El hecho de que me aceptes. Nada se compara a eso, Kacchan.
Ve los ojos de Kacchan iluminarse. Inclina un poco su cabeza sobre la base de su mano y suspira. —Maldito nerd.
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NOTA: Atrasada con este fic.
