Capítulo 17

A la mañana siguiente, tras una noche extraña en sentimientos en la que disfrutó mirando dormir a su mujer y después de un amanecer repleto de besos y arrumacos, Sasuke se levantó sintiéndose observado por su hermano y Myles, que al verlo se miraron y sonrieron. Aquel segundo día, las mujeres fueron sentadas en el carro junto a Mitsuki, que no paraba de jugar con Klon.

—¡Mitsuki! Estate quieto —le regañó Tenten, harta de golpes.

—Es Klon —protestó el niño.

—Klon, estate quieto —murmuró Sakura, fascinada al ver a Sasuke hablar con Myles y sonreír. ¡Le encantaba verlo sonreír!

—Tengo que decirte algo —dijo su hermana acercándose a ella—. Ayer probé lo que me indicaste del agua.

Sakura la miró sin entender y preguntó:

—¿De qué hablas?

—Ya sabes. Agua. Lago. Intimidad. Neji y yo.

—¡Cállate, podrían oírte! —se carcajeó al saber sobre qué hablaba.

Su pequeña hermana se estaba volviendo demasiado descarada.

—¡Oh, Sakura! Me encanta todo lo que hago con Neji, es todo tan... tan...

En ese momento, Sasuke, con gesto serio, levantó la mano y todos pararon. Rápidamente, varios guerreros se pusieron alrededor de ellas, impidiéndoles ver lo que ocurría.

—¿Qué ocurre? —preguntó Sakura sujetando a su hermano.

—¡Silencio, milady! Alguien se acerca, por el camino —le susurró uno de los guerreros.

Ante ellos apareció un caballo blanco, con un hombre malherido. Tras comprobar que no era una trampa, Sasuke y Neji se aproximaron al hombre, que estaba inconsciente, y lo bajaron del caballo.

—Que veinte hombres continúen un tramo del camino —ordenó Sasuke mirando a Myles—. Nos reuniremos con ellos en cuanto podamos saber qué le ha pasado a este hombre.

Myles, junto a Ewen y otros guerreros, continuaron el camino, mientras Sakura y Tenten bajaban del carro e iban a ayudar al hombre. Tenía una flecha clavada en el brazo y otra en la espalda.

—¡Volved al carro! —gritó Neji al verlas acercarse.

—¡Ni lo pienses! Este hombre necesita ayuda y yo voy a ayudarle —respondió Sakura mirando a su marido, que asintió.

—Iré a por la bolsa de las medicina —Tenten corrió hasta el carro.

Con rapidez la muchacha examinó las heridas y torciendo el gesto miró a su marido.

—Necesita auxilio. ¡Está ardiendo por la infección que le están provocando las flechas! —murmuró Sakura—. Tumbadlo encima de una piel. ¡John! —gritó llamando al cocinero—. Necesito agua de vida, fuego, un hierro caliente y paños limpios para limpiar las heridas. ¡Ya!

Todos miraban obnubilados cómo aquellas dos muchachas trabajaban para sacar sin causar daño las flechas de la espalda y el brazo del herido. Con tremenda maestría, Sakura cosió las heridas, mientras Tenten esparcía con cuidado unos polvos verdes por encima.

Poco tiempo después, el ardor del hombre comenzó a remitir, tranquilizando a las muchachas.

Aquella noche, sentados junto al fuego, Sasuke observaba cómo ellas ponían paños fríos en la frente del herido con delicadeza.

—¡Pobre hombre! —exclamó Tenten—. ¿Quién habrá sido la bestia que le pudo hacer esto?

En ese momento, el hombre murmuró algo que hizo que Sakura y Tenten se miraran. ¡Era inglés! Asustadas, miraron a su alrededor. Nadie a excepción de ellas le había escuchado.

Sasuke se percató de que algo había ocurrido y atrajo más su curiosidad ver cómo su mujer se agachaba hacia el oído del hombre.

Sin darse cuenta de que la miraba su marido, Sasuke se agachó junto al hombre y le susurró al oído en perfecto inglés que callara.

—¡Por Dios, callaos! Estáis rodeado de escoceses. Si valoráis vuestra vida, no habléis. Pero como éste no hacía caso, le puso un nuevo paño de agua fría en la boca y después en la frente al conseguir que callase.

Aquel desconocido a duras penas consiguió abrir los ojos al escuchar ese acento y, tras una breve pero significativa sonrisa, se desmayó.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Tenten, incómoda, mirando a su alrededor.

—De momento, curarle. E intentar que no hable —propuso Sakura. Al ver que Sasuke la miraba, le sonrió—. Disimula, mi marido no para de mirarnos.

—Pero tarde o temprano lo descubrirán —susurró Tenten, inquieta ante la proximidad de Neji.

—¡Calla y disimula! —la regañó Sakura.

El highlander, tras hablar con Mael, se acercó a ellas.

—Tenten —dijo Neji tendiendo una mano que ella aceptó—, deberías descansar. Mañana continuaremos el camino. —Mirando a Sakura indicó—: Tú también deberías descansar. Nos queda todavía un largo camino.

—Me quedaré un poco más —respondió con una sonrisa, mientras veía a su hermana levantarse y marcharse con él—. Que paséis una buena noche.

Una vez sola con aquel hombre, miró hacia su marido, pero no lo encontró. Había desaparecido. Se fijó en el resto de los hombres y todos parecían distraídos con sus cosas o dormidos sobre sus pieles. Con interés, observó al extraño. ¿Quién sería? Y, sobre todo, ¿qué hacía en territorio escocés?

—¿Qué piensas? —le asaltó de pronto la voz de Sasuke, tan cerca de ella que dio un respingo asustada.

—Oh..., nada especial. —Intentó sonreír.

—Este hombre se salvará, y os deberá la vida a tu hermana y a ti —dijo sentándose con ella, lo que le hizo temer que el herido volviera a delirar en inglés—. ¿Quién te enseñó el poder de las plantas?

—Felda, la mujer de Mauled —sonrió Sakura al recordarla—. Era una mujer muy cariñosa y siempre nos cuidó con mucho amor hasta que murió. Recuerdo cómo se enfadaba con el abuelo y Mauled, cuando nos enseñaban a hacer cosas de hombres. Pero también se sentía orgullosa cuando nos veía montar a caballo o realizar cosas que supuestamente muchas mujeres no hacen.

—¡¿Cosas?! —Sasuke se tumbó poniendo los brazos tras la cabeza para estar más cómodo—. ¿Qué cosas? Apenas nos conocemos y no sé qué sabes hacer además de cuidar de tus hermanos, ser testaruda, meterte en problemas y tener el cuerpo lleno de heridas.

—Oh..., ¡calla! —sonrió al escucharle.

—Montar a caballo lo haces bien —asintió mirándola—, pero eso es algo que la gran mayoría de las escocesas saben hacer.

—Tienes razón —respondió sonriendo. ¡Él aún no la había visto montar a caballo!—. Papá y mamá me enseñaron de pequeña, pero el abuelo y Mauled perfeccionaron mi estilo.

—Me sorprende que sepas leer y escribir —recordó él.

—Cuando vivíamos en Dunhar, teníamos profesores que acudían a diario a instruirnos en diferentes materias: la señorita Fanny nos enseñaba buenos modales, idiomas, bailes de salón y costura; el señor Parker, lectura, escritura y el arte de los números. Aunque si te soy sincera, lo que me enseñaron el abuelo, Felda y Mauled es lo que realmente necesito para vivir.

—Siento lo que les ocurrió a tus padres —señaló mirándola mientras ella cambiaba el paño de agua al herido—. Debió de ser terrible perderles a los dos y pasar por las penalidades que os provocaron vuestros tíos.

Sakura sonrió con tristeza.

—Vivir con mis tíos resultó una crueldad para nosotras. Para ellos éramos algo incómodo, que quitándose de en medio les otorgaba la propiedad de mi padre. Pero todo quedó olvidado cuando el abuelo, Felda y Mauled nos acogieron. ¡Ah! Y Magnus —sonrió al recordarle—. Nuestro laird siempre se ha portado bien con nosotras, a pesar de lo que hablaba la gente.

—¿Conoces el motivo del cariño de Magnus hacia vosotras? —preguntó clavándole la mirada. Quería saber hasta qué punto su mujer conocía la verdad.

—Sí, lo sé. ¿Sabes lo peor de todo? —dijo clavándole la mirada, haciéndole sentir la desolación de sus palabras—. Cuando vivíamos en Dunhar, éramos las bastardas escocesas. Ahora, en Escocia, somos las sassenachs. Es como si no perteneciéramos a ningún sitio.

—Nunca más tendrás que volver a pasar por eso —aseguró al sentir la tristeza de sus palabras—. Ahora eres Sakura Uchiha, mi mujer, y no consentiré que nadie te haga daño, ni a ti, ni a tus hermanos.

Al escucharle Sakura sonrió, y acercándose a él le dio un breve beso en los labios que él disfrutó.

—¿Crees que tu gente me recibirá con agrado cuando sepa mi procedencia?

—Como te he dicho —afirmó extendiendo la mano para tocar su mejilla—, eres Sakura Uchiha, mi esposa. Quien no te quiera a ti, no querrá pertenecer a mi clan.

Al amanecer, cuando el campamento comenzó a despertar, Sakura salió de la tienda con sigilo para visitar al hombre herido. Le tocó la frente y sonrió al comprobar que no tenía fiebre. Con delicadeza, le levantó el vendaje del brazo, puso un poco de ungüento y volvió a taparlo.

—Gracias, milady —susurró el hombre mirándola.

Sorprendida al escucharle, ella le miró.

—Psss... —señaló Sakura mirando hacia los lados—. No habléis; si ellos se enteran de que sois inglés, tendréis problemas.

—Vos también sois inglesa, aunque también la esposa del laird Sasuke Uchiha.

Al saber que conocía aquello preguntó:

—¿Escuchasteis nuestra conversación?

—Sí, milady —asintió el hombre—. Hablabais delante de mí.

Ella sonrió.

—¿Entendéis el gaélico?

—Sí.

—Bien —suspiró aliviada—. Entonces, a partir de ahora, hablad sólo en gaélico. Os evitará problemas. Pero respondedme: ¿qué os ocurrió?

En ese momento, apareció Tenten, que, al verlo despierto, le dedicó una sonrisa y le dijo en inglés:

—Me alegra veros mejor.

—¡Cállate, tonta! —la regañó Sakura abriendo los ojos—. Sabe hablar gaélico.

—Oh..., mejor —se alegró Tenten—. Una pregunta: ¿cómo...?

—Mi nombre es Suigetsu Hozuki . Mi madre, al igual que la vuestra era escocesa, y mi padre, inglés.

—¿Cómo sabe lo de papá y mamá? —preguntó extrañada Tenten.

—Anoche nos escuchó hablar a Sasuke y a mí—respondió Sakura volviendo a concentrar su atención en el herido—. ¿Qué ha pasado para que estéis en estas condiciones?

—Milady, mi cuñado, Sean Uzumaki, ha intentado matarme.

—¡Que horror! —se estremeció Tenten—. ¿Por qué?

—Por lo mismo que anoche hablabais con vuestro marido —dijo mirando a Sakura—. Me casé con Karin y todo fue bien hasta que Sean se enteró de que mi padre era inglés. A partir de ese momento, nuestra vida comenzó a ser un verdadero infierno. Hace unos días, conseguí llevar a Karin con mi madre, pero mi cuñado, junto a unos cuantos hombres, intentó matarme por sassenach. Mi mujer, al verlo, se entregó a cambio de que no me mataran. No dejaron que nadie me ayudara. Me abandonaron en medio del bosque, a lomos de mi caballo. El resto ya lo conocéis.

—Dios mío, qué terrible historia —señaló Tenten al escucharlo.

—Qué terrible es lo que está ocurriendo entre escoceses e ingleses —asintió Sakura viendo a Sasuke salir de la tienda—. Y lo peor son las horrorosas consecuencias que pagamos los hijos nacidos de esas uniones.

—Milady, mi mujer está embarazada —suspiró Suigetsu—. Nadie lo sabe aún, pero temo por lo que podría ocurrir si alguien llegara a saberlo. ¿Qué le harían a ella o a mi hijo? Necesito regresar—dijo sentándose mientras su cara se crispaba de dolor—. Tengo que encontrarla antes de que esos locos le hagan daño.

Cuando Sasuke llegó hasta ellos, los tres callaron, confirmando las sospechas que intuía. Con una sonrisa en los labios, Sakura se levantó y tomó la mano de su mando para decir graciosamente:

—Hoy nuestro enfermo se encuentra mejor. —Señalando a su marido dijo—: Suigetsu, os presento a mi marido, el laird Sasuke Uchiha.

Con gesto serio e implacable Sasuke habló.

—¿Cuál es vuestro nombre? —preguntó sin dejarle hablar.

—Suigetsu Hozuki, laird —respondió intentando levantarse, pero Sasuke no se lo permitió. No sabía por qué, pero aquel hombre le parecía buena persona.

—No os mováis, o acabaréis con todo el trabajo de mi mujer y su hermana.

—Os agradezco vuestra amabilidad, laird Uchiha. —Suspiró de dolor—. A partir de este momento, quedo en deuda con vos.

Sasuke, sin apartar su mirada de él, preguntó:

—¿Qué os ha ocurrido?

—Le asaltaron en el camino —se apresuró a responder Sakura, mientras su marido levantaba con curiosidad una ceja.

—Y al ver que no llevaba más que unas monedas —continuó Tenten viendo a su marido acercarse—, se enfadaron tanto con él que casi lo matan.

—Estoy hablando con él —suspiró Sasuke intentando mantener la calma mientras Neji se ponía a su lado—. ¿Seríais tan amables las dos de marcharos un rato y dejarnos? Necesitamos hablar con él.

—¡Imposible! —gritó Sakura—. Tenemos que curarlo.

—Lo curarás después —sentenció Sasuke—. Quiero hablar a solas con él.

—Tenten —gruñó Neji al percibir la tozudez de ellas—, si no queréis problemas, coge a tu hermana y alejaos ahora mismo de aquí.

A regañadientes se alejaron, aunque Suigetsu las calmó con una sonrisa. Una vez que quedaron los tres a solas, Sasuke hizo las presentaciones.

—Éste es el laird Neji Hyūga —dijo mirando al hombre para después volverse a Neji y continuar—: Su nombre es Suigetsu Hozuki y, según tu mujer y la mía, le asaltaron en el camino para robarle algo más que unas simples monedas. —Dicho esto, Sasuke clavó la mirada en el hombre y en un perfecto inglés preguntó—: ¿Estáis seguro de que ellas dicen la verdad?

Al sentirse descubierto, Suigetsu no quiso mentir.

—No, laird Uchiha —respondió en inglés sorprendiendo a Neji—. Y, por favor, disculpad a vuestras mujeres, lo han hecho para ayudarme.

—¿Sois inglés? —preguntó Neji, incrédulo.

—No, laird Hyūga. He sido criado en Inverness y, al igual que les ocurre a vuestras esposas, la gente me llama sassenach por el hecho de que mi padre era inglés.

Sasuke y Neji se miraron. Aquel hombre había cometido el mismo delito que sus mujeres. Ninguno.

—Agradezco tu sinceridad, Suigetsu —prosiguió Sasuke mostrándole su confianza—. Y quiero que sepas que eso te acaba de salvar la vida. —Mirando a Neji continuó—: Nunca hubiera creído que unos ladrones no se llevaran la comida y las monedas que encontré en tu caballo junto a unas notas escritas en inglés.

—¿Que ocurrió realmente? —suspiró Neji mirando a Sakura y Tenten, que no les quitaban el ojo de encima.

Con la angustia reflejada en sus palabras, Suigetsu volvió a relatar lo que momentos antes había contado a las mujeres. Sasuke, furioso por aquella mentira, intentó calmar su ansiedad. Su enfado era tal que deseó coger a Sakura del cuello y azotarla.

—No te muevas, Suigetsu —dijo Neji apiadándose del hombre. Si alguien le obligara a separarse de Tenten, por el hecho de que su padre era inglés, enloquecería—. Descansa; cuando estés algo más fuerte, hablaremos.

—Haz caso a lo que dice Neji. Descansa y reponte —asintió Sasuke leyendo el pensamiento de su amigo—. Necesitarás todas tus fuerzas para recuperar a tu esposa. —Mirando a Sakura y a su cuñada dijo—: Te voy a pedir un favor, Suigetsu.

—Vos diréis, laird. —El hombre inclinó la cabeza.

—Nuestras mujeres no deben saber que conocemos la verdad.

—Laird Uchiha... —Se movió incómodo por tener que continuar mintiendo—. Ellas han sido muy amables conmigo y no sé si podré...

—Tendrás que poder —ordenó Neji entendiendo lo que su amigo quería comprobar.

—Te lo ordeno, Suigetsu —endureció la voz Sasuke—. Si deseas que te ayudemos a recuperar a tu esposa, debes cumplir esa orden.

—De acuerdo, laird Uchiha —asintió temeroso de hacer enfadar a El Halcón.

—Ahora, descansa —dijo Neji alejándose junto a su amigo.

—Veremos de quién es la lealtad de nuestras mujeres, si de un extraño que acaban de conocer o de sus maridos —refunfuñó Sasuke haciendo sonreír a Neji.

—¿Crees que esas aprendices de brujas serán capaces de mantener la mentira?

—Estoy totalmente seguro —asintió Sasuke mirando a su mujer, que en ese momento corría detrás de Mitsuki y de su perro.

Al día siguiente, algo cambió. Extrañada, Sakura percibió que su marido la observaba con mirada oscura y penetrante. Ya no la sonreía, ni buscaba su compañía. Tenten, al igual que su hermana, también notó el cambio en Neji, y eso le estaba comenzando a enfadar. ¿Por qué no le hablaba su marido? La noche anterior le estuvo esperando hasta tarde. Deseaba contar con su compañía, pero él prefirió dormir al raso con el resto de los hombres.

Montadas en sus respectivos caballos, miraron hacia la carreta.
Mitsuki hablaba con Suigetsu y con Ewen. Parecían haber hecho buena camarilla los tres.

—¿Crees que Suigetsu conseguirá llegar hasta su mujer? —preguntó Tenten.

—Espero que sí —asintió Sakura—. Pobre Karin, su vida debe de ser un sufrimiento. Me satisface mucho que nuestros maridos hayan variado el camino para intentar ayudarlo.

—Mejor, así permaneceremos más tiempo juntas —sonrió Tenten.

En ese momento, Neji pasó cerca de ellas. Tenten lo miró y le dedicó una coqueta sonrisa, que él no le devolvió.

—No entiendo —se quejó Tenten—. ¿Qué le pasa? ¿Por qué no me habla?

—Sasuke está igual —suspiró Sakura mirando las anchas espaldas de su marido, y con una media sonrisa dijo—: Quizás están celosos por los cuidados que le prestamos a Suigetsu.

—Pero anoche no entró a dormir en la tienda —se quejó al ver a Neji reír con Mael—. ¿Acaso no sabe que es el único hombre que me hace suspirar?

—Quizá tengas que recordárselo —señaló Sakura—. Ve e intenta hablar con él. Seguro que ese detalle le gustará.

Con una sonrisa picara, Tenten tomó las riendas de su caballo y se puso al lado de Neji y Mael, que no se percataron de la cercanía de la mujer, hasta que ella habló.

—Neji, ¿cuánto camino nos queda aún?

Al escucharla, Neji hizo una seña a Mael y éste se retiró.

—Bastante —respondió con voz dura y sin mirarla.

—Tengo ganas de conocer las tierras. ¿Son tan hermosas como Dunstaffnage? —volvió a preguntar intentando mostrar afabilidad.

—¡Son más hermosas! —respondió conteniendo su deseo por besarla y ahogarla.

Estar enfadado con ella le resultaba una auténtica tortura. Tenten era lo más delicioso que había visto nunca. Su mujer le encantaba. Pero aquella absurda mentira le consumía.

—Tenías ganado, ¿verdad? —continuó sin darse por vencida.

—Sí.

—Anoche esperé tu compañía —susurró bajando la voz.

Neji resopló y dijo:

—Tenía cosas mejores que hacer.

—¿Dormir con tus hombres, por ejemplo? —preguntó ofendida.

—Mis hombres y mi clan son lo más importante. —Sin mirarla, dijo en tono duro—: Vuelve con tu hermana. Estoy tratando temas importantes con Mael.

Confundida, le miró con más odio que otra cosa. Contuvo su lengua, levantó la barbilla, tiró de las riendas de su caballo y volvió al lado de su hermana.

—¡Le odio! —gruñó enfadada—. Dormir con sus guerreros y su gente es más importante que yo.

—Tranquila —suspiró Sakura—, intentaré hablar con Sasuke.

Sorteando a varios guerreros, Sakura consiguió ver la espalda fuerte y varonil de su marido. Hablaba con Myles, por lo que con tranquilidad trotó hasta ponerse a su lado. Al verla, Myles la sonrió y los dejó solos.

—¿Qué deseas? —preguntó secamente Sasuke.

—Percibo que tu humor es magnífico —sonrió con frialdad. Mirando hacia los lados, vio cómo varios hombres la observaban.

Sin apartar la vista del camino, el highlander dijo:

—Regresa con tu hermana.

—¡No! —susurró para que nadie la escuchara excepto él—. Me apetece hablar contigo.

—Muy bien. —Quizá le confesara lo que ansiaba oír—. ¿De qué quieres hablar?

—Pues, no sé. Tal vez sobre cuánto camino queda, sobre qué es para ti el amor, o quizá por qué no me hablas.

—Respecto a tu primera pregunta, quedan varios días. A la segunda, no creo en el amor. Y, en cuanto a la tercera, prefiero no hablar.

—¿No crees en el amor? —preguntó viendo que no la miraba—. ¿Y por qué me dices a veces palabras bonitas?

—Porque a las mujeres os gustan —bramó con enfado.

Ofendida por aquello Sakura resopló.

—Yo nunca te las he pedido —se quejó ella con rabia—. Por lo tanto, si no las sientes, no me las vuelvas a decir. Porque si alguna vez me dices «te quiero», me gustaría que fuera porque lo sientes, no por regalarme los oídos.

—Esa maldita palabra no saldrá de mi boca —soltó él consiguiendo que le mirase con ganas de matarlo.

—¡Eres un salvaje insensible!

—¡Fuera de mi vista! —exclamó Sasuke cada vez más enfadado.

—Pero ¿me puedes decir qué te pasa?

—¡Fuera de mi vista! —rugió.

La rabia que vio en sus ojos inyectados en sangre hizo que Sakura retrocediese confundida sin decir nada más. Pero ¿qué le ocurría?