Capítulo 23

Cansados y agotados por el viaje en busca de Karin, de madrugada llegaron a la aldea, que presentaba una calma inquietante. Cuando divisaron la gran arcada de la fortaleza, Sasuke fue el primero en percatarse de que no había ningún soldado vigilando, por lo que aceleró el paso junto a Neji y Hatake. Al entrar se quedaron sin palabras al ver aquel espectáculo.

—¡Por todos los santos celtas! —bramó Hatake al reconocer al hombre que dormía boca abajo en el centro del patio—. ¿Qué hace Menma Namikaze aquí?

—Mataré a Naruto —juró Neji mirando a su alrededor y sintiendo que la rabia le comenzaba a consumir.

—¡Antes lo mataré yo! —masculló Sasuke apretando la mandíbula al reconocer a algunos guerreros de Menma Namikaze y propios borrachos como cubas.

Al ver que nadie se movía, saltó de su caballo y a grandes zancadas entró en la fortaleza, donde, seguido por Neji, Ewen y Óbito, llegó hasta su habitación, que encontró atrancada.

—¡Tenten no está! —gritó Neji en ese momento, que había ido raudo hasta la habitación de su mujer y la había encontrado vacía.

—¡Ayudadme a echar la puerta abajo! —exclamó con fiereza Sasuke, con la piel erizada ante el temor de lo que había podido ocurrir allí.

El bramido de su marido la despertó. Sakura saltó de la cama y corrió hasta la puerta. Quitó el tronco que la atrancaba para abrir y, sin darle tiempo a reaccionar, se tiró a sus brazos buscando como nunca su cariño y su templanza.

—¡Vaya, cuñada! —sonrió Óbito al ver la cara de su hermano—. A eso se le llama un buen recibimiento.

Neji entró en la habitación y se relajó cuando vio a Tenten enroscada en la cama durmiendo junto a Mitsuki. Con cuidado, se acercó a ella y estirando la mano fue a tocarle la mejilla. De pronto, ella dio un salto y, poniendo su puñal a escasos centímetros del cuello de Neji, dijo con todo el pelo cayéndole en la cara:

—Si me tocas, eres hombre muerto.

—¿Qué demonios...? —susurró Neji, confuso por esa reacción.

Al reconocer su voz, Tenten se retiró el pelo del rostro, tiró el puñal a un lado y se lanzó al cuello de su marido pegándose a él con desesperación.

—Oh..., ¡cariño! —se disculpó Tenten, horrorizada por lo que había estado a punto de hacer—. ¿Te he hecho algo? Oh..., Dios mío.

—Tranquila, tesoro —sonrió él al notarla junto a él mientras le besaba la frente—. ¿Tú estás bien?

Sasuke, más apaciguado, entró con su mujer en brazos.

—Sí —asintió con cara de cansancio—. Todas estamos bien.

—Me llevaré a Mitsuki a su cuarto —dijo Ewen.

Una vez que el highlander salió de la habitación con el niño en brazos, comenzó el interrogatorio.

—¿Qué ha ocurrido aquí? —preguntó Sasuke, reteniendo a su mujer, que hacía intentos por bajar de sus brazos, cosa que él no consintió.

—Los hombres de Namikaze organizaron una fiesta anoche —sonrió Tenten viendo entrar a Óbito en la habitación y saludándolo con la mano—. Y nosotras atrancamos la arcada por si bebían demasiado. Sólo eso.

—¿Sólo eso? —bramó Sasuke, que miró a su mujer incrédulo.

—Sí, sólo eso —confirmó Sakura.

No querían que ninguno de ellos tuviera problemas con Menma, quien seguramente no recordaría lo ocurrido antes de caer al suelo.

—Menma apareció, y Naruto, al ver que no conseguía hacerle marchar —explicó Sakura—, nos pidió que para evitar problemas atrancáramos nuestra habitación.

Sasuke y Neji se miraron. ¿Debían creerlas?

—¡Buena idea por su parte! —sonrió Óbito, que levantó una ceja al mirar por la ventana y reconocer a Menma Namikaze como el hombre que se tambaleaba y soportaba los gritos de Hatake.

—¿Pretendéis que creamos eso? —preguntó Neji cruzándose de brazos ante su mujer, que bostezaba sin ningún pudor.

—¡Por supuesto! —contestó Sakura viendo cómo su marido observaba el carcaj tirado en el suelo y la escrutaba con esa mirada de desconfianza que la perturbaba—. Vale, Halcón... ¡Me has pillado! Tuve que tirar una flecha para advertir a los hombres que si se pasaban con alguien de la fortaleza se las verían conmigo.

Al escuchar aquello, los hombres se miraron sorprendidos. ¿Qué había ocurrido allí?

—¡Maldita sea! ¿Podemos acabar con esto? —se quejó Tenten rascándose los ojos con pesadez—. Necesito dormir, estoy muerta de sueño.

—De acuerdo —asintió Sasuke al entender que ellas no contarían más—. Preguntaré a los criados. ¡Óbito! Que alguien avise a Mary y que suba aquí.

—¿Por qué vas a interrogar a la pobre Mary? —se quejó Sakura tras echarle una significativa mirada a su hermana—. ¿Acaso no te vale con lo que te hemos contado?

Aquello hizo por fin sonreír a los hombres.

—Definitivamente, ¡no! —respondió Neji al mirar hacia la puerta, donde una tímida criada hacía acto de presencia—. Pasa, Mary, queremos hacerte unas preguntas.

—Oh..., pasa sin miedo —sonrió Sakura soltándose por fin de los brazos de su marido y tomando la mano de la criada para darle seguridad—. Nuestros desconfiados maridos quieren preguntarte algo.

La pobre criada no sabía adónde mirar. No quería echar a perder la mentira.

—Tranquila, Mary —sonrió Tenten apoyándose en la almohada—. Aunque los veas tan grandes, no te comerán.

Óbito observaba aquello divertido mientras Sasuke seguía ceñudo y con su continuo gesto de gravedad.

—Por supuesto que no —sonrió Neji sin querer, y mirando a la criada dijo haciéndola sonreír—: Te aseguro que antes me la comeré a ella.

—¡Por san Fergus! —rio Óbito dándole un empujón al ver la cara de tonto con que observaba a su mujer—. Esto de casarte te está echando a perder, Neji.

—Mary, ¿qué ocurrió anoche aquí? —preguntó Sasuke, que se percató de cómo la criada miraba primero a su mujer y después a su cuñada.

—Laird Uchiha, llegaron los guerreros Namikaze —comenzó a contar—. Al ver que nuestro laird no estaba, Naruto Namikaze intentó que se marcharan, pero como era imposible tuvimos que prepararles grandes cantidades de comida. —Mirando graciosamente a Sakura dijo sonriendo—: Luego, comenzaron a beber como las bestias que son, hasta que la bebida los tumbó.

Sakura miró a su marido y asintió con una graciosa sonrisa.

—¿Contentos con la respuesta? —preguntó Tenten con cara de aburrimiento.

—Y ¿por qué utilizó mi mujer el carcaj? —preguntó Sasuke cogiéndolo del suelo.

Al escucharle, Sakura suspiró cómicamente.

—Oh... —rio Mary al mirar a los hombres—, gracias a la flecha que lanzó milady, uno de los brutos, que intentaba besarme, recibió su merecido y me soltó.

—Te lo he dicho —añadió Sakura, quien pestañeó con inocencia a su marido—. ¿Por qué te iba a mentir?

Al escuchar aquello, los hombres se miraron sin saber qué decir. Dándose por vencidos, Neji se llevó a Tenten a su habitación. Óbito salió sonriendo sin entender lo que había pasado allí y Mary, tras intercambiar una rápida mirada con Sakura, se marchó cerrando con cuidado la puerta. Quedaron a solas Sasuke y Sakura.

—Ven aquí, sonríeme un poquito y abrázame —pidió ella con los brazos extendidos hacia su marido, que continuaba con el carcaj en la mano cabizbajo—. ¡Te he echado de menos!

—No sé qué ha pasado aquí, pero lo descubriré y, si me estás mintiendo, me enfadaré —respondió Sasuke soltando el carcaj.

Con más deseo del que él quería dar a entender, se acercó a su mujer, que comenzó a repartir pequeños besos por su cuello derribando sus defensas. Sasuke la abrazó y la comisura de sus labios se curvó hacia arriba.

—Me gusta saber que sonríes —dijo Sakura de pronto sorprendiéndolo.

—¿Cómo sabes que sonrío?

—Lo sé. Lo siento y punto —susurró dándole un empujón que le hizo sentarse en la cama. Situándose encima de él, comenzó a notar la creciente excitación de su marido entre sus piernas—. Al igual que sé que te deseo en este momento y que tú me deseas.

No hizo falta decir más. Sasuke comenzó a besar esos carnosos y rojos labios que lo volvían loco, mientras ella, excitada, le dejaba hacer. Con una sensualidad que lo volvía loco, ella le cogió la cara entre las manos. Sacó su húmeda y roja lengua, y lenta y delicadamente la pasó por los labios de su marido, quien no podía ni respirar. Con una seguridad que hasta a la propia Sakura dejó pasmada, le quitó el cinto de cuero marrón, y se oyó el ruido de la espada al caer.

Mirándolo con sus sensuales ojos verdes, le sonrió, momento en el que bajó las manos lentamente por el costado de él, y las metió por debajo de la camisa. Sasuke, al sentir sus ardientes y suaves manos, cerró los ojos mientras disfrutaba de cómo ella le quitaba la sucia camisa blanca y la tiraba al suelo. Abrió los ojos, la miró y subió sus grandes manos hasta el cabello de su mujer, sujeto con un trozo de cuero marrón que él no dudó en deshacer.

—Tu cabello rosa me vuelve loco —susurró acariciándolo con delicadeza.

—¿Sólo mi pelo os agrada, mi señor? —Hizo un mohín quitándose primero la bata que la cubría y después la fina camisola de lino blanco, quedando desnuda encima de él—. Sería muy decepcionante saber que te has casado conmigo sólo porque te encanta mí cabello.

—¡Me has pillado! —sonrió besándola con ardor, mientras ella, con certeros movimientos, comenzaba a enloquecerlo—. Tu pelo y tú siempre me habéis gustado, pero tengo que reconocer que toda tú te estás convirtiendo en mi gran debilidad.

—Mmm... —susurró echando la cabeza hacia atrás para levantarse—. Me gusta saber que soy tu debilidad. —Y agachándose entre sus piernas, primero le quitó una bota, y luego la otra para tomar su mano y hacerlo levantar. De puntillas lo besó y comenzó a bajarle los pantalones.

—Cariño, me estás asustando —sonrió Sasuke excitadísimo al ver que ella le empujaba de nuevo para hacerlo caer sobre la cama—. Y yo no me asusto con facilidad.

—Como tú dijiste una vez, tomo lo que es mío —respondió Sakura sensualmente sentándose con autoridad a horcajadas encima de él—. Además, quiero que recuerdes lo que te esperará en tu hogar siempre que regreses.

Sasuke, al ver su entusiasmo, sonrió.

—El problema será cómo separarme de ti. Y más cuando sé que en mi cama tengo la fiera más bella. ¿Cómo podré atreverme a dejarte sola? —dijo con voz ronca, levantándola un poco para hundir el pene en ella.

—Eso pretendo... —suspiró entrecortadamente, notando cómo su cuerpo se abría para recibirlo. Entre gemidos susurró—: Deseo que no quieras dejarme nunca sola.

—Deseo concedido —susurró él estrechándola entre sus fuertes brazos.

No pudieron seguir hablando. El calor y el disfrute de ambos los hizo moverse compulsivamente abrazados. Sasuke, con sus fuertes y poderosos brazos, levantaba y bajaba con una facilidad pasmosa el cuerpo de su mujer sobre su miembro duro y caliente hasta que el clímax los inundó. Mientras permanecían abrazados, ella intentó rodar hacia un lado, pero él no se lo permitió y la miró con una sonrisa lobuna que le erizó la piel.

—¿Por qué me miras como un halcón a su presa? —preguntó retirándose con una mano el cabello de la cara, mientras notaba cómo la excitación de él crecía de nuevo entre ellos.

—Miro lo que es mío —respondió él comiéndose con la mirada a aquella mujer que acababa de hacerle el amor de aquella manera tan sensual. Al entender sus palabras y su cautivadora mirada, Sakura sonrió mientras él proseguía su acercamiento entre susurros roncos.

—Y ahora, Impaciente, quiero que sepas lo que te esperará cada mañana, cada tarde y cada noche que estés a mi lado para que nunca quieras separarte de mí.

De nuevo, volvieron a hacer el amor con el ardor que pedían sus cuerpos y sus corazones.

.

.

.

.

Hasta bien entrada la tarde, no hicieron aparición en el salón. Allí los recibió Hatake con una grata sonrisa, acompañado por Óbito, Naruto y Menma Namikaze, este último con un ojo morado y un feo golpe en la mejilla.

—¿El hambre de comida os ha hecho dejar el lecho? —bromeó Hatake al ver como Sasuke agarraba posesivamente a su mujer por la cintura.

Sakura, encandilada aún por los besos y las palabras de su marido, observó a Menma con una media sonrisa, que la miró con descaro. Pero aquello no la molestó. Ella era feliz. Sasuke le había demostrado lo mucho que la había añorado y eso le hizo sentir seguridad en él y en sí misma.

Sasuke, aún con la felicidad en el corazón, al ver cómo Menma miraba hechizado a su mujer sintió una punzada de celos. Menma y él nunca habían sido amigos, quizá más bien rivales. ¿Por qué la miraba así? Y la necesidad de marcar su terreno le hizo hablar.

—Menma, ¿conoces a Sakura, mi mujer?

Al escuchar aquello, Sakura dejó de sonreír, algo que no pasó desapercibido a Menma, que al detectar la preocupación en los ojos de ella sonrió.

—Tuve el placer de conocerla en la colina —respondió con maldad al advertir que estaba incómoda mientras le besaba la mano.

Sorprendido por aquella respuesta, Sasuke miró a su mujer. ¿Cuándo había estado ella en la colina?

—Y por lo que pude comprobar —prosiguió Menma al ver cómo Sakura cerraba los ojos—, además de ser una mujer bellísima y con carácter, es una estupenda amazona al verla mon...

—Salimos a dar un corto paseo —le interrumpió Naruto.

Sasuke, con gesto duro, miró a su mujer, que bajó los ojos, y luego a Naruto. ¿Qué hacían ellos paseando por la colina?

—Lady Sakura —llamó Hatake atrayendo la atención de ésta, que se encogió al oír resoplar a su marido y ver sonreír a Óbito—. Menma me ha dicho algo que me ha sorprendido mucho. ¿Realmente habéis sido capaz de montar al salvaje de Stoirm a horcajadas?

Al escuchar aquello, Sasuke le apretó demasiado la cintura. Sentándose donde su marido le señalaba, ni se atrevió a mirarlo, aunque notó su gesto inquisitivo y furioso cerca de ella.

—Eso no es del todo cierto —volvió a intermediar Naruto—. Ella...

—Te agradecería que te callaras —bufó Sasuke mirándolo con desafío. Escudriñando el rostro de su mujer, ordenó—: ¡Responde!

—Bueno —comenzó a decir dubitativa—, Stoirm sólo es un caballo y...

Sasuke maldijo al escucharla.

—¡Por san Fergus! —Hatake golpeó escandalosamente la mesa riendo a mandíbula abierta, como llevaba tiempo sin hacer—. Stoirm es un semental entrenado para la guerra. Y aunque era el caballo de mi hijo, siempre ha sido bastante rebelde, por no decir odioso.

Incrédulo por lo que escuchaba, Sasuke, con gesto severo, preguntó:

—¿Has montado a Stoirm?

—Bueno —suspiró al verse descubierta mientras todos prestaban atención—. Lo monté un poquito. Me daba pena ver al animal encerrado en la cuadra y...

—¿Un poquito? —volvió a reír Hatake junto a Óbito, mientras Naruto la miraba con tristeza y Sasuke con dureza.

—Eres sorprendente, cuñada. —Óbito se cruzó de brazos al escucharla.

—Tu mujer llama «un poquito» a saltar arroyos, esquivar obstáculos y volar como una flecha a lomos de Stoirm a horcajadas —añadió Menma con malicia al ver que aquello acarrearía problemas entre el presuntuoso Sasuke y la inglesa.

Sasuke la miró con gesto aterrador.

—Te dije que no te acercaras a ese caballo. Te dije que era peligroso y, aun así, lo has montado —dijo Sasuke dando un golpe que hizo temblar los platos que Mary ponía en la mesa—. ¿Qué tengo que hacer para que me obedezcas y escuches?

Al sentir la voz enfadada del laird Uchiha, muchos de los guerreros presentes miraron con curiosidad.

—Sasuke —señaló ella sin entender aquella absurda reacción—, siempre te escucho, lo que ocurre es que nunca he visto en Stoirm ese peligro que tú ves y...

—¡Maldita seas, Sakura! —clamó él al ver la provocación en su mirada—. ¿Por qué no eres capaz de comportarte como debes en vez de como una salvaje?

La palabra «salvaje», dicha de aquella manera, le provocó a Sakura malos e ingratos recuerdos. Sus ojos verdes se cerraron y, sin pensarlo, dio un fuerte manotazo en la mesa que sorprendió a todos, incluido su marido.

—¡Discúlpame, Sasuke! —gritó sin importarle quién estuviera delante—. ¿Qué has dicho?

—No pienso volver a repetir mis palabras —murmuró sin mirarla.

—Muy bien. Que sepas que yo no pienso dejar de ser como soy porque un guerrero mandón como tú se haya casado conmigo y pretenda que sea otra persona diferente a la que soy. Te advertí antes de casarte conmigo que podría llegar a desesperarte, y aun así me aceptaste.

—Ten cuidado con lo que dices, Sakura —advirtió Sasuke con una mirada oscura y peligrosa—. Puedes arrepentirte de cada palabra que digas a partir de ahora.

—¿Me amenazas? —lo retó. Eso le hizo enfadar más.

Naruto, tras intercambiar una mirada con Óbito, observó sin más. Aquel idiota aún no se había dado cuenta de la clase de mujer que tenía a su lado.

—Por favor —intervino Óbito para suavizar las cosas—. Relajaos, no hace falta que os pongáis así.

—¡Cállate, Óbito! —gritaron Sakura y Sasuke mirándolo.

—De acuerdo —asintió molesto y, sentándose de nuevo, les gritó—: ¡Mataos!

La incomodidad que se creó en el salón hizo que todo el mundo, incluidos guerreros y criados, estuviera pendiente de aquella discusión.

—Milady, no merece la pena discutir por ese animal de alma negra como un demonio —indicó Hatake, sorprendido por cómo aquella mujer le plantaba cara a su buen amigo Sasuke, y sobre todo por el aguante que él tenía—. Tengo la intención de sacrificarlo. No hace más que romper las cuadras con sus patadas y morder a todo el que se le acerca.

—¿Cómo vais a cometer esa crueldad? —protestó Sakura—, Stoirm es un caballo estupendo que sólo necesita un poco de cariño. —Y al ver cómo la miraban todos, en especial su marido, dijo—: Me he pasado media vida ayudando a mi abuelo con los caballos, y sé perfectamente lo que digo.

En ese momento, aparecieron sonrientes Neji y Tenten. Ésta, al ver a Menma junto a Óbito y a Naruto, volvió la vista hacia su hermana, que parecía enfadada, por lo que, esperándose lo peor, se sentó junto a ella.

—¿Qué pasa? —preguntó.

—Sakura nos hablaba de Stoirm y de sus aptitudes —interrumpió Óbito a conciencia, viendo cómo Neji se paraba para escucharle, tras saludar a Naruto y a Menma.

—Oh... —exclamó Tenten desplegando su encanto—, es un caballo precioso. Un poco testarudo, pero nada que no se pueda dominar. El abuelo nos enseñó a saber qué hacer en casos así. Stoirm, a mi hermana o a mí, no nos preocupa. Sabemos que en poco tiempo podemos tenerlo comiendo de nuestra mano.

—¡Por todos los santos celtas! —rio de nuevo Hatake con todas sus fuerzas—. Pero ¿de dónde han salido estas dos mujercitas tan guerreras?

Neji, al mirar a su amigo Sasuke, entendió lo que ocurría: Stoirm.

—En confianza, Hatake —respondió Óbito atrayendo la atención de todos y las carcajadas en algunos hombres—, en el castillo de Dunstaffnage la mayoría de las mujeres que encontrarás son así. No sé si es el agua que beben o el aire que respiran, pero todas y cada una de las mujeres que viven allí se gastan un genio de mil demonios.

Al escuchar aquella absurda mofa, las muchachas lo miraron con enfado.

—¿Sabes lo que les digo a los graciosos como tú? —respondió Sakura altivamente, con rabia al pensar en la tristeza de su gran amiga Temari—. Que llegará el día que vuelvas por Dunstaffnage y no habrá nadie esperándote. Porque las mujeres como nosotras no esperamos a que los sosos como tú decidan si somos lo que vosotros queréis.

—Y ten por seguro que a Temari —continuó Tenten— pretendientes nunca le faltan, y te puedo asegurar que mucho mejores que tú.

—¿Ésas son las tierras de Gaara Sabaku? —preguntó Naruto con interés—. ¿Quién es Temari?

—Alguien a quien por tu bien no debes acercarte, si no quieres vértelas conmigo —respondió Óbito mirando a las dos hermanas, que se mofaban sonrientes—. Por lo tanto, olvida lo que aquí has escuchado y olvida ese nombre.

Sasuke, al ver sonreír a su mujer, deseó estrangularla. ¿Por qué se empeñaba en mentir y en desobedecer?

Neji, divertido por cómo Óbito había caído en la trampa, tras darle un manotazo en la espalda dijo:

—¡Has caído, Óbito! ¡Estás perdido, amigo!

Sakura, una vez descubierto su engaño y consciente del enfado de su marido, y de lo que eso significaría, se preocupó por el caballo.

—Volviendo al asunto de Stoirm —cambió de tema ésta al ver la ceñuda mirada de su cuñado—, laird Hatake, creo que deberíais plantearos lo de sacrificarlo. Ese magnífico caballo no merece tener un final así.

—¿Sacrificarlo? ¿Queréis sacrificar a ese pobre caballo? —se quejó Tenten, atónita por lo que estaba escuchando—. Pero si es un semental magnífico.

—Había pensado sacrificarlo —indicó Hatake—, pero si vos lo queréis os lo regalo.

Sasuke no podía creer lo que había escuchado. Su amigo Hatake, ¿se había vuelto loco? Aquello le provocaría más problemas.

—¡¿Me lo regaláis?! —gritó Sakura levantándose tan precipitadamente que tiró la silla por la emoción, sin querer darle importancia al enfado de su marido—. Oh..., gracias.

Sasuke volvió a maldecir.

—Oh... —aplaudió Tenten sin entender la seriedad de Neji y de Sasuke—. ¡Qué maravillosa idea! —Y mirando a su hermana dijo entusiasmada—: Si buscamos una buena yegua, seguro que podríamos tener unos sementales maravillosos.

—Tenemos maravillosos sementales en Urquhart —señaló Neji atrayendo a su mujer e indicando que se callara—. No necesitáis a Stoirm.

—Pero ¿qué tonterías estás diciendo, Neji? —se quejó soltándose de su mano—. Si mi abuelo viviese, te diría que lo último que se tiene que hacer a cualquier ser vivo es matarlo, y menos aún a un caballo tan magnífico como Stoirm.

—Tenten —advirtió Neji mirándola—. ¡Cállate!

—¿Y eso por qué?

—Porque te lo ordeno yo —vociferó recordándole con la mirada la interesante conversación que habían mantenido antes de bajar.

Ante aquella voz de Neji, Sakura miró a su hermana, que tras encogerse se calló. La rabia comenzaba a consumirla. Nadie a excepción de sus tíos ingleses les habían hablado con aquella dureza e imposición.

—Hatake, agradezco tu regalo —contraatacó Sasuke sabiendo que aquello supondría una nueva batalla con su mujer—, pero no quiero que ese caballo me ocasione más problemas de los que tengo. Por lo tanto, no lo aceptamos.

—¿Qué dices? —protestó Sakura, muy enfadada—. Querrás decir que no lo aceptas tú. Pero yo sí.

—He hablado en nombre de los dos y mi palabra es una orden para ti —bramó intentando acallar a su mujer mientras sus hombres los miraban—. Por lo tanto, no se hable más.

—No me callaré ante una injusticia —replicó ella clavándole la mirada sin ver las señas que su hermana le hacía—. Tú no eres nadie para hacerme callar.

Al escuchar aquello, Hatake se llevó las manos a la cabeza. Su difunta mujer nunca se atrevió a hablarle así.

—¡Por todos los santos, mujer! —exclamó Sasuke levantándose encolerizado mientras Neji y Óbito también se levantaban y Naruto, confuso, permanecía impasible—. Acabo de decirte que te calles y aun así continúas llevándome la contraria.

—La contraria me la llevas tú a mí —respondió ella, aunque aquello lo pagaría muy caro—. Hatake me ha hecho un regalo a mí, no a ti, y tú no eres nadie para rechazar algo que no se te ha regalado.

—¡Maldita sea tu lengua! —voceó Sasuke fuera de sí—. Y maldito el momento en que decidí casarme contigo.

—¡Te casaste conmigo porque quisiste, yo nunca te obligué! —gritó con los ojos coléricos al escuchar aquello, y recordar cómo poco antes la había besado con pasión.

Sasuke, furioso, volvió a dar un nuevo golpe en la mesa. ¿Por qué su mujer no se callaba? Aquella actitud lo único que hacía era dejarlo en ridículo ante todo el mundo.

—Gracias a Dios, esto es temporal —siseó con rabia dejándola con la boca abierta—. Porque, sinceramente, ¡eres insoportable!

Todos se miraban confundidos. Y más cuando observaron que Sakura resoplaba dispuesta a no callar.

—¡Maldito escocés, prepotente y estúpido! —gritó dándole un manotazo que hizo que todos la miraran y Tenten, horrorizada, se quedara pálida—. Me casé contigo porque tú quisiste. Si realmente no me soportas, ¡vete y déjame en paz! Yo no te necesito para continuar viviendo. —Y retando a todos vociferó—: ¡Sí! Yo tampoco le soporto.

—Te voy a matar —siseó Sasuke fuera de sí, irguiéndose ante ella como lo hacía ante cualquiera de sus adversarios—. Te juro que o callas tu boca de víbora o te mato.

Pero Sakura no estaba dispuesta a parar. No le importaban las consecuencias de aquello. Su marido la había enfurecido y sin amilanarse respondió:

—Ten cuidado no te mate yo antes a ti.

Escuchar aquella provocación fue lo máximo que Sasuke aceptó oír.

—¡Maldita seas! —gritó enfurecido, asiéndola del brazo con tal fuerza que al zarandearla consumido por la rabia le hizo un daño atroz—. ¡He dicho que te calles y te vas a callar aunque sea lo último que consiga de ti! ¡No voy a consentir que otra mujerzuela me hunda!

—¡Suéltame, bruto, me haces daño! —chilló ella revolviéndose contra él mientras los demás observaban la escena pasmados.

La rabia oscura que Sakura vio en sus ojos fue lo que la paralizó. A pesar del daño que le hacía en la herida que aún tenía reciente en el brazo, consiguió tragarse el llanto y, pateándole como una leona, liberarse de él, que fue a cogerla de nuevo, pero Neji y Óbito lo impidieron. Sasuke estaba enloquecido. Naruto, aturdido, tiró de ella, y Tenten, al ver las lágrimas en los ojos de su hermana, cuando salió por la arcada corriendo, fue tras ella.

—¡Sasuke! —gritó Óbito incrédulo por cómo le había retorcido el brazo a su mujer—, ¿qué estás haciendo?

—No lo sé. —Respiró con gran esfuerzo mientras las manos le temblaban por lo que acababa de hacer—. Pero esa maldita mujer no podrá conmigo.

—¿Demasiada mujer para ti, Uchiha? —se mofó Menma, feliz de ser el artífice de aquella discusión.

—¡Cállate, idiota! —gruñó Naruto al escucharle, pero al ver la maldad de su sonrisa le soltó un puñetazo que lo hizo caer contra la mesa.

—¡Basta, Naruto! —gritó Hatake.

—Eres un vendido, hermano —murmuró Menma mirándolo.

—Soy cualquier cosa que no seas tú —siseó Naruto con odio.

—¡Menma, sal de aquí inmediatamente! —ordenó Hatake.

Cuando Menma se marchó, Hatake se volvió hacia Sasuke, que aún estaba lívido por la rabia.

—Sasuke, deberás endurecer tus métodos con Sakura, porque, de momento, esa mujer ya te ha podido.