Capítulo 30
Durante los días siguientes, Sakura se esforzó al máximo por darse a conocer e intentar agradar a todos, y sonrió al sentir la afabilidad con que el padre Gowan la saludó. A veces, le desesperaba la manera en que muchas de las mujeres la miraban y huían de ella, pero confiaba en sus maneras y sabía que, tarde o temprano, aquellas que la miraban con odio terminarían por aceptarla. Tayuya, durante esos días, intentó ser amable con ella, aunque en un par de ocasiones le hizo saber que ella conocía a la mujer que le había roto el corazón a Sasuke, algo que le llamaba poderosamente la atención, pero que de momento no estaba dispuesta a preguntar. La amistad con Karui, la criada, comenzó a ser fructífera. En especial, en las tardes en que confeccionaron juntas un par de vestidos para Sakura, algo que a Tayuya no le agradaba en exceso. Karui, por la amistad que había tenido con Johanna, la hermana fallecida de Sasuke, era una persona que siempre la observaba de una manera que nunca le gustó.
Pasado un mes, llegó una misiva de Tenten. ¡No estaba embarazada! Inquieta por ver a su hermana, consiguió que Sasuke la acompañara a Urquhart. Tras pasar unos días con ella, ver que era feliz y sentir que Ronna la cuidaba con mucho cariño, volvió dichosa a su hogar de Eilean Donan.
Pocos días después, Sasuke tuvo que viajar a Stirling. No le apetecía alejarse de su mujer, pero la reunión con Robert de Bruce no debía demorarse más. Durante esos días Sakura, con la ayuda de Óbito, aprovechó para conocer un poco más a los aldeanos. Continuaban mirándola con algo de recelo, a pesar de que el padre Gowan les repetía una y otra vez que la mujer de su laird era una persona humilde y con buen corazón, cosa que él mismo había tenido la oportunidad de presenciar en varias ocasiones.
—Creo que Bridgid tardará tiempo en reponerse del susto —rio Óbito, que cabalgaba junto a Sakura al regresar de visitar a los aldeanos.
—Pero si sólo la he ayudado a llevar el cesto —contestó ella dando un cariñoso palmoteo a Stoirm en el cuello—. ¡Pobrecilla! ¿Viste cómo iba de cargada?
—Sakura, tienes que comenzar a asumir que eres la mujer del laird Sasuke Uchiha y la señora de Eilean Donan. Es normal que para ellos sea algo extraño que te tires del caballo para ayudarlos en cualquier cosa.
—Ya lo sé —asintió mientras disfrutaba del maravilloso valle verde que se extendía ante ellos—, pero es que no puedo ver que alguien necesite ayuda y no prestársela. Me imagino que todavía no tengo asumido lo que dices, y me sigo viendo como la muchacha que vivía con su abuelo y se encargaba de la colada y demás quehaceres de la casa.
—¿Jugamos a ver quién tiene mejor puntería? —propuso Mitsuki, que iba a lomos de un tranquilo lord Draco.
—¡Qué excelente idea! —afirmó Óbito descendiendo de True, y extendió los brazos para bajar a Mitsuki al suelo.
—¡Buscad piedras mientras yo preparo los señuelos! —dijo el niño separándose de ellos mientras colocaba unos palos que sujetaba con unas piedras—. ¡Venga, tiremos con piedras a ver quién tiene mejor puntería!
Durante un rato, los tres se divirtieron compitiendo por ser el que mejor puntería tenía, aunque tanto Óbito como Sakura procuraban errar para que el niño chillase extasiado al ver que les ganaba.
—¡Eres bueno, chaval! —sonrió Óbito al ganarles Mitsuki por cuarta vez.
—¡Madre mía, Mitsuki! —suspiró Sakura cansada—. ¡Tu tiro es excelente!
—Naruto me enseñó muy bien —asintió el niño emocionado por lo que había conseguido. Mirando hacia unas montañas, preguntó a Óbito—: Por allí es por donde llegamos el día que vinimos al castillo, ¿verdad?
—Sí, pequeñajo —asintió Óbito agachándose y señalando en la dirección que el crío decía—. Si sigues ese camino y subes aquella montaña, llegarás a un valle mágico en el que un maravilloso bosque de pinos caledonios acoge sauces y acebos, además de zorros, tejones, comadrejas y muchísimos animales más —sonrió Óbito al ver la atención que le prestaba el niño—. A todo eso lo llamamos el Glenn Affric. Y, si sigues el camino, llegarás hasta el lago Ness.
—¿Dónde viven Tenten y Neji? —preguntó nuevamente el niño.
—¡Exacto, tesoro! —contestó Sakura, que miró desafiante a su cuñado. Después, tomó su carcaj y dijo—: Óbito, ¿quieres que lancemos unas flechas para ver quién tiene mejor puntería?
—¿Vosotros habéis venido a mis tierras para humillarme? —se carcajeó al ver a Sakura con el carcaj en la mano—. ¡Venga, cuñada, acepto tu reto!
Empezaron lanzando flechas contra algo que sujetaban en un árbol, y los dos acertaron a la primera.
—¡Vaya, Sakura! —asintió Óbito al reconocer su buena puntería—. No lo haces nada mal.
—¡Pongámoslo más difícil! —retó ella de nuevo con una sonrisa en los labios—. Ahora lancemos subidos a nuestros caballos.
—De acuerdo —asintió Óbito subiéndose a True. Como no tenía intención de dejarse ganar como con Mitsuki, se concentró, lanzó y nuevamente acertó en la diana.
—¡Muy bien! —afirmó ella viendo la sonrisa de orgullo de su cuñado—. Ahora, lanzaré yo. —Y subiéndose a Stoirm, le ordenó que se estuviera quieto. Tras lanzar y dar en la diana, oyó los aplausos de Óbito, por lo que se bajó teatralmente de su caballo, se asió las faldas y saludó, haciéndolo reír.
—¡Tu abuelo te enseñó bien! —afirmó Óbito al comprobar lo acertado del tiro.
—¿Lo hacemos más difícil? —preguntó ella sorprendiéndolo esta vez.
—¡¿Más difícil?! ¿Cómo?
—De pie encima del caballo —soltó ella con una carcajada que hizo volver a reír a Óbito.
—¿Tú estás loca? —Y fijándose en ella, dijo sorprendido—: ¿Lo dices en serio?
—Totalmente —contestó—. Lanzaré subida a lord Draco. Stoirm todavía no me ofrece esa confianza, pero lord Draco está acostumbrado a este tipo de juegos. —Y viendo la cara de Óbito, dijo—: Tenten, Temari y yo jugábamos bastante a esto.
—No..., no —negó él cogiéndola del brazo—. No lo hagas; si te pasara algo, Sasuke me cortaría en pedacitos.
—¡Venga, hombre! —soltó ella envalentonada—. ¿Me estás diciendo que, encima de que no aceptas el reto, te da miedo que yo lo intente? —Y sonrió mientras se subía a lord Draco—. ¡Gallina! Co-co-co-co.
Mitsuki, sentado en el suelo, se reía por aquello.
—No soy ningún gallina —respondió al verla subir al caballo—, pero lo siento. Yo no me voy a poner de pie encima de True. —Cogiendo una hoja del suelo, dijo mofándose de ella—: Veamos si es verdad que das a esta hoja. —Y con un palito la pinchó en el tronco de un árbol.
—Muy bien, «gallina». Procura estarte quieto y observa —presumió quitándose los zapatos mientras lo veía sonreír divertido. Agachándose para hablar con el caballo, le susurró—: Lord Draco, vamos a enseñarle a este highlander cómo lanzo una flecha subida a ti sin que tú te muevas.
Recogiéndose las faldas, subió los pies con cuidado al lomo del animal y, controlando el equilibrio con el carcaj en la mano, Sakura poco a poco se levantó hasta quedar totalmente de pie encima de lord Draco, que para asombro de Óbito ni se movió. Con sumo cuidado, extendió el carcaj, asió una flecha y, tras apuntar, lanzó. La flecha atravesó la hoja que instantes antes Óbito había colocado allí.
Mitsuki aplaudió.
—¡No me lo puedo creer! —susurró Óbito anonadado, al tiempo que observaba cómo la mujer se bajaba del caballo tan fácilmente como se había subido—. ¡Por todos los santos celtas! Me has dejado sin palabras, cuñada.
—¡Ya lo sé! —suspiró mesándose el cabello—. Co... co... co... como se lo digas a Sasuke, no te volveré a hablar en toda mi vida.
—¿Sasuke no sabe que haces esto? —dijo muerto de risa por la gracia que su cuñada tenía para decir y hacer las cosas.
—¡Por todos los santos, Óbito! —dijo levantando las manos hacia el cielo—. ¿Tú crees que tu hermano me permitiría hacerlo?
—De acuerdo..., de acuerdo —asintió doblado por la risa. De pronto, dejó de reír y la miró muy serio—. ¿Has dicho que Temari también juega a esto?
—Ella fue la que nos enseñó —comentó ella angelicalmente mientras pestañeaba—. En serio, Óbito, no se lo cuentes a Sasuke, ¿de acuerdo?
—Te doy mi palabra —aseguró mientras pensaba en su preciosa Temari subida a lomos de un caballo—. Te prometo que no diré nada.
Y, tras aquella divertida tarde, volvieron los tres al castillo, donde Marlob sonrió ansioso de su compañía al verlos regresar.
