Belleza Deseable

Sinopsis: Porque esa era la gran verdad que por fin había comprendido: Aprende lo que realmente la gente quiere y podrás conseguir que hagan lo que tú quieras. Sin embargo, el juego empezaba a aburrirle, así que Lan XiChen había puesto sus ojos en otro premio, uno más difícil de Cheng se había convertido en un hombre fuerte y asombrosamente bello, y Lan Xichen lo quería. [Traducción autorizada]

ADVERTENCIAS: Dark!LXC, abuso psicológico y emocional, manipulación emocional, angst, smut, referencias a dinámicas de dominante/sumiso.


Cap 2 Secuestro

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Lan XiChen tuvo que esperar poco más de un mes antes de que un discípulo entrara en su estudio con el recado de que Jiang Cheng había llegado sin avisar.

—Dice que tiene algo privado que discutir con usted, Zewu-jun. Le hemos llevado a una habitación de invitados.

—Ya veo, —dijo Lan Xichen, levantándose. —Iré a visitarle ahora.

El discípulo se inclinó de nuevo y se fue. Lan Xichen le siguió, dirigiéndose a la habitación de invitados.

Al llegar, encontró a Jiang Cheng ya en compañía de Wei Wuxian. No le gustó a Lan Xichen, aunque supuso que era de esperar. A pesar de la situación, mostró una agradable sonrisa en su rostro.

—Jiang Cheng, ¿por qué no me dijiste que venías? —gritó Wei Wuxian. —Habría añadido a mi reserva de Sonrisa del Emperador.

—¿Acaso tengo que decírtelo todo? —Respondió Jiang Cheng, mientras rodaba sus ojos.

—¡Pero si estás de visita!

—Me viste el mes pasado. Tampoco es que ha pasado mucho tiempo.

—Aw, yo también te quiero, Jiang Cheng.

—Cállate.

—¿Por qué estás aquí de todos modos si no es para visitar a tu querido hermano?

Jiang Cheng suspiró dramáticamente. —Tengo algo que discutir con Zewu-jun.

Algo de la exuberancia de Wei Wuxian se derritió. —¿Ah, sí?

—Ambos somos Líderes de Secta, por si no te has dado cuenta, —ironizó Jiang Cheng.

—En efecto, —interrumpió Lan Xichen.

—Xichen-ge, —dijo Wei Wuxian sorprendido.

—Líder de Secta Lan, —le siguió Jiang Cheng con una reverencia adecuada.

—Wei Wuxian, Líder de Secta Jiang, —respondió Lan Xichen. —Ya te dije que tales formalidades son innecesarias cuando sólo estamos nosotros, Jiang Wanyin.

Jiang Cheng simplemente bufó y Wei Wuxian les miró, con los ojos ligeramente entrecerrados. Sin embargo, rápidamente se iluminaron de nuevo.

—Bueno, te dejaré con tus asuntos de Secta entonces, —chistó. —Qué cosas tan aburridas. No vengas a buscarme.

Ambos observaron mientras se marchaba, y Jiang Cheng volvió a poner los ojos en blanco.

—Viniste, —dijo Lan Xichen con otra sonrisa una vez que Wei Wuxian se perdió de vista. —¿Por qué no enviaste una carta para que pudiera saludarte apropiadamente?

—No sería un secuestro si anunciaba que iba a venir, —respondió.

Lan Xichen se rió ligeramente. —Cierto. Muy cierto, —dijo. —Entonces, ¿me vas a secuestrar ahora, o prefieres refrescarte primero? ¿Tal vez tomar un té?

—Agradecería un momento para ambientarme, —contestó Jiang Cheng después de una mirada hacia él.

—De acuerdo, —Lan Xichen aceptó fácilmente. —¿Qué tal si nos encontramos en la entrada en una hora?

—Sí, claro.

—Excelente.


Una hora más tarde, Lan Xichen observó desde la entrada como Jiang Cheng se acercaba a él, Sandu estaba atado a su lado, su túnica cansada del viaje fue cambiada por un llamativo conjunto morado que acentuaba sus hombros y su estrecha cintura. Lan Xichen luchó por mantener la expresión neutral en su rostro. Por todos los cielos, deseaba ese hombre.

—Jiang Wanyin, — saludó.

—Zewu-jun.

Lan Xichen sacudió la cabeza con una risa divertida. —Vamos a caminar, —dijo. —El día es hermoso y todavía tenemos algo de tiempo antes del ocaso, después de todo.

Jiang Cheng asintió con un movimiento de cabeza y bajaron la montaña, uno al lado del otro. Durante el trayecto no hablaron mucho, pero a Lan Xichen no le importaba. Hizo algún comentario ocasional cuando el silencio se volvía demasiado tenso, o hacía alguna pregunta sobre el Muelle de Loto o de Jin Ling.

Llegaron a la ciudad de Caiyi cuando se acercaba la noche. Después de pasear por las calles durante rato, Lan Xichen invitó a Jiang Cheng a cenar en una posada. Una vez que se sentaron, él ordenó una variedad de platos, una tetera para ambos y una jarra de vino para Jiang Cheng. Esto último causó una mirada de sorpresa por parte del posadero, de la cual ignoró, y alguna protesta por parte de Jiang Cheng.

—No tienes que pedirme vino.

—Pero quiero hacerlo, —respondió Lan Xichen con calma.

—No es que yo no pueda pasar una noche sin vino; no soy Wei Wuxian.

—Lo sé, Jiang Wanyin, —dijo Lan Xichen, bajando la mirada a sus manos. —Lamento si te he decepcionado.

—¿Decepcionado? ¿Cómo? No, eso no es lo que...

Jiang Cheng apretó la mandíbula, sin saber qué decir o muy orgulloso como para decirlo. Cuando llegaron sus bebidas, Jiang Cheng se sirvió inmediatamente una copa de vino y la empujó sobre la mesa, golpeando la copa con demasiada fuerza. Lan Xichen le sonrió, recompensándole por la disculpa que claramente debía ser. Jiang Cheng se puso de un precioso tono escarlata.

Lan Xichen decidió no burlarse más de él y se sirvió una taza de té. Cuando llegó la comida, empujó los platos más condimentados hacia Jiang Cheng y optó por comer él mismo los más blandos. La mirada ligeramente desconcertada que le lanzó Jiang Cheng le indicó que el gesto no había pasado desapercibido, pero tampoco hizo comentario alguno al respecto.

—El sol se está poniendo, —comentó Jiang Cheng apenas terminaron.

—Así es, —dijo Lan Xichen, dejando entrever cierta alegría infantil en su voz. —Vamos al lago.

Dejó caer el dinero sobre la mesa antes de levantarse, ganando otra protesta de parte de Jiang Cheng.

—No, no, —dijo Lan Xichen, —insisto. Ya te has tomado la molestia y el tiempo de secuestrarme, pagar la cena es lo menos que puedo hacer. ¿En qué lado del río deberíamos quedarnos para subir al lago? —reflexionó en voz alta. —Este lado tiene un encantador césped que bordea el agua, pero el otro lado tiene algunos muelles. ¿Qué opinas, Jiang Wanyin?

—Me da igual, lo que quieras —murmuró Jiang Cheng mientras salían de la posada. —Es tu vista a las estrellas después de todo.

Lan Xichen sonrió ampliamente. —Los muelles entonces. Pronto oscurecerá; la belleza de la orilla del lago será difícil de ver. Mejor estar de pie sobre el agua.

Guió a Jiang Cheng a través de Caiyi, a través de un puente y a lo largo del agua. Su paso era un poco más rápido de lo habitual. Sabía que eso le haría parecer ansioso. Llegaron a los muelles vacíos sólo minutos antes de que el sol tocara el agua.

—¿No es hermoso? —Lan Xichen preguntó.

Hubo un tiempo en el que realmente se contentaba con ver la puesta de sol; cuando su belleza había sido suficiente para atraerlo. Sin embargo, se había perdido al conocer la verdad de su mundo. Ahora, una puesta de sol era sólo eso, una simple puesta de sol. El final de un día. Su belleza no era algo que él pudiera obtener. No podía ganar ni comprar una puesta de sol, por lo que había perdido su significado.

Jiang Cheng era una presencia silenciosa a su lado. No había hablado a menos que se le hiciera una pregunta en todo el día. Esto no molestó a Lan Xichen en lo más mínimo. Más bien, al contrario, hacía que la situación le fuera fácil de controlar.

Cuando el sol había desaparecido casi por completo, se volvió para observar a Jiang Cheng. Los rayos de sol restantes le daban un tono rosado donde lo tocaban, proyectando suaves sombras donde no lo hacían.

—Tú también eres hermoso, —dijo Lan Xichen.

Jiang Cheng se sobresaltó mucho. Giró la cabeza para mirar a Lan Xichen, con el ceño fruncido.

—¿Qué significa eso?

Lan Xichen permaneció tranquilo, manteniendo una suave sonrisa en su rostro mientras hablaba.

—Me parece obvio, Jiang Wanyin, —dijo. —No creas que nunca me he fijado en ti, que no he visto lo fuerte y leal que eres. Lo absolutamente impresionante que eres. Siento no haberte prestado más atención a ti antes. Tal vez si lo hubiera hecho, tal vez si me hubiera fijado de verdad antes, no habría-… Las cosas no habrían... —Dejó que su voz se apagara, dejando que la insinuación hiciera el trabajo por él.

—¿Qué estás diciendo?"

Lan Xichen estudió a Jiang Cheng. Sus puños estaban cerrados, sus hombros tensos y su mandíbula apretada, pero sus ojos contaban una historia diferente. Había algo desesperado allí, algo vulnerable.

—Digo que me gustas, Jiang Wanyin, —respondió Lan Xichen suavemente. —Realmente me gustaría llegar a conocerte mejor, si me lo permites.

Alargó lentamente la mano y tocó el brazo de Jiang Cheng, que se estremeció al contacto, antes de alejarse.

—No es posible que estés hablando en serio, —exclamó.

Lan Xichen frunció el ceño. —Pero lo estoy, —respondió. —No puedes... no puedes pensar que jugaría contigo de esa manera... —Bajó la mirada y la apartó. —Oh.

—Zewu-jun, —dijo Jiang Cheng, sonando conflictivo.

—Oh, ya veo, —le interrumpió Lan Xichen. Bajó los hombros y se apartó completamente de

Jiang Cheng. —Me disculpo, Líder de Secta Jiang, continuó, inclinando la cabeza hacia atrás para mirar las estrellas que, una a una, se hacían visibles en el cielo nocturno. —Por favor, olvida lo que he dicho. Al menos tengo la oportunidad de contemplar la belleza del anochecer sobre este lago.

El silencio reinó durante mucho tiempo antes de que Jiang Cheng volviera a hablar.

—Tú... no puedes hablar en serio.

Sonaba confuso, como si simplemente no pudiera comprender lo que había escuchado.

—¿Por qué no? —Lan Xichen inquirió, sin volverse, su mirada seguía fija en el cielo.

—Es que... yo...

—¿Qué? —Lan Xichen interrumpió, mirando por encima de su hombro y lentamente se dio la vuelta de nuevo. Volvió a mencionar las cualidades para ver a qué se refería: —¿Fuerte? ¿Protector? ¿Noble?

—Malhumorado. Impaciente. De brusco carácter.

Lan Xichen pudo escuchar el "no lo suficiente" sin mencionar en voz alta.

—Quien te haya dicho eso está ciego.

—En ese caso, estoy empezando a pensar que lo estás. ¿Alguien te ha arruinado la mente?

Sin poderlo evitar, Lan Xichen se estremeció ligeramente, antes de recordar todas las cosas que A-Yao le había enseñado. Había salido de allí más listo, no confundido.

Jiang Cheng maldijo. —Zewu-jun, eso fue...

—No, —le interrumpió Lan XiChen una vez más. —Mi cerebro no está confundido, Jiang Wanyin. En todo caso, he aprendido a mirar más allá de la fachada que la gente enseña al mundo, y realmente te veo. Eres hermoso.

Terminó en un susurro. El equilibrio entre ellos era precario y Lan Xichen se deleitaba en el desafío de que se inclinara a su favor. Estudió a Jiang Cheng con atención, antes de bajar la mirada.

Jiang Cheng dio un paso tentativo hacia adelante. —¿En serio?

La pregunta era extremadamente vulnerable y Lan Xichen reprimió el impulso de sonreír. Sabía que había ganado esta ronda.

—Sí, Wanyin.

—Oh. Uhm, ok.

—¿Ok?

Jiang Cheng frunció el ceño. —No me hagas repetirlo.

Sonriéndole, Lan Xichen alargó la mano para tocar la cara de Jiang Cheng, pero luego se lo pensó mejor, reprimiendo el impulso. No sería bueno presionar demasiado por la victoria. —No sabes lo feliz que esto me hace, Wanyin.

—Como sea.

—Ven, mira las estrellas conmigo un poco más. Realmente es una noche hermosa.

Jiang Cheng se acercó para ponerse a su lado. Lan Xichen resistió el impulso de mirarlo a él en lugar de las estrellas. Jiang Cheng si era una belleza que podía ganar; una que estaba en proceso de tener. Eso le hacía infinitamente más interesante de lo que cualquier estrella pudiera ser. Sin embargo, mantuvo su mirada en el cielo, dejando a Jiang Cheng con tiempo para procesar. Al cabo de un rato, sugirió que se fueran una vez que la brisa nocturna se volviera fría.

Volaron de regreso a los Recesos de las Nube sobre sus espadas. No había razón para arriesgarse a torcerse los tobillos en el oscuro camino de la montaña. Aterrizaron un poco más abajo de la entrada y recorrieron los últimos pasos. Los dos discípulos de guardia se inclinaron al pasar junto a ellos.

—Zewu-jun, —dijo Jiang Cheng cuando llegaron al punto en el que se separarían.

Lan Xichen se rió. —Xichen, Wanyin. Mi nombre es Xichen.

La mano de Jiang Cheng se apretó alrededor de Sandu. —Bien, —espetó. —Xichen. Me iré temprano mañana a primera hora.

—¿Tan pronto? —Preguntó Lan Xichen, dejando caer su rostro.

—Sí, bueno, —tartamudeó Jiang Cheng.

—¿No puedes quedarte sólo un día más? —Suplicó Lan Xichen. —¿Cómo puedo llegar a conocerte si tú ni siquiera estás aquí? Además, yo... —Vaciló, en una muestra de timidez.

—¿Tú qué? —Aventuró Jiang Cheng.

—He de admitir que he estado deseando tener un duelo contigo, —dijo Lan Xichen en un susurro.

—¿Qué? ¿Pelear conmigo? —Repitió Jiang Cheng, sonando incrédulo.

—Sin que uses a Zidian, por supuesto. No tendría ninguna oportunidad.

—Me sobrevaloras demasiado.

Lan Xichen negó con la cabeza. —Dudo que lo haga. ¿Te quedas otro día? ¿Tendremos nuestro duelo mañana?

—¿Frente a tus discípulos?

—No, —negó Lan Xichen. —Hay un campo no muy lejos del Hanshi donde suelo entrenar. No hay necesidad de que nadie lo vea.

—¿Un campo privado?

Lan Xichen tarareó. —¿Eso es un 'sí'? —aventuró con cuidado.

—Supongo.

—Ya eres demasiado bueno para mí, Wanyin, —dijo Lan Xichen. Se arriesgó a tocar el pecho de Jiang Cheng con la punta de los dedos, antes de dar un paso atrás. —Necesitaré dormir si quiero mantenerme en pie contra ti, —continuó con una sonrisa burlona. —Que pases una buena noche.

Se dio la vuelta y se alejó, dejando atrás a un Jiang Cheng ligeramente confundido. Aunque ya se había ya se había ido bastante, todavía captó el "Buenas noches, Xichen", de Jiang Cheng antes de que sus pasos se dirigieran en la dirección contraria.

Lan Xichen se permitió sonreír.

Esto definitivamente le estaba saliendo como él quería.