Belleza Deseable

Sinopsis: Porque esa era la gran verdad que por fin había comprendido: Aprende lo que realmente la gente quiere y podrás conseguir que hagan lo que tú quieras. Sin embargo, el juego empezaba a aburrirle, así que Lan XiChen había puesto sus ojos en otro premio, uno más difícil de Cheng se había convertido en un hombre fuerte y asombrosamente bello, y Lan Xichen lo quería. [Traducción autorizada]

ADVERTENCIAS: Dark!LXC, abuso psicológico y emocional, manipulación emocional, angst, smut, referencias a dinámicas de dominante/sumiso.

Cap 5 Deseo

Notas del capítulo: También conocido como el capítulo del smut ;)


Fue durante la siguiente visita de Jiang Cheng a los Recesos de las Nubes que Lan Xichen decidió llevar las cosas a un nuevo nivel. Jiang Cheng ya no estaba tan asustado como lo había estado después de su pelea, pero todavía persistía su miedo de desagradar a Lan Xichen. Algo que Lan Xichen tenía toda la intención de aprovechar.

Habían tomado su comida en el salón principal, con el resto de la Secta. Ahora que habían regresado al Hanshi, Lan Xichen agarró a Jiang Cheng por la parte delantera de su túnica y lo acercó, capturando su boca en el proceso. Tiró del cinturón de Jiang Cheng, quitándolo con rapidez y haciendo lo mismo con sus túnicas.

—He estado pensando en esto durante toda la cena, —susurró Lan Xichen, acercando su boca al oído de Jiang Cheng. —De besarte. Abrazarte.

Jiang Cheng dejó escapar un pequeño sonido estrangulado. Se tensó sólo un poco cuando Lan Xichen se deshizo de su túnica media y luego de la túnica interior. Lan Xichen lo empujó de nuevo contra la pared, empujando su muslo entre las piernas de Jiang Cheng, ganándose un gemido.

—Te deseo, Wanyin, —dijo, acercando su boca al cuello de Jiang Chang.

—Xichen. —Era medio una protesta, medio un gemido.

—¿No me deseas tú también, Wanyin?

Jiang Cheng volvió a gemir mientras Lan Xichen arrastraba las uñas por su costado. Que a Jiang Cheng le gustara un poco de dolor con su placer era una maravilla que Lan Xichen descubrió no hace mucho cuando mordió bastante el labio inferior de Jiang Cheng y éste gimió en lugar de protestar.

—Sí, —Jiang Cheng respiró, —pero yo...

Lan Xichen movió su muslo, haciendo que Jiang Cheng jadeara y cortara efectivamente. —No te preocupes, Wanyin, —dijo, mordiendo el hombro de Jiang Cheng, con sus manos firmes en las caderas de Jiang Cheng. —Te diré lo que tienes que hacer para que no tengas nada de qué preocuparte. —Chupó una marca y Jiang Cheng se hundió contra la pared. —¿No confías en mí, Wanyin?

—Lo hago.

Lan Xichen sonrió. Se movió para posar sus labios cerca de los de Jiang Cheng.

—¿Te entregarás a mí, mi amor?, —preguntó.

Jiang Cheng tragó. —Está bien.

Lan Xichen le concedió un beso profundo y exigente. Enroscó sus lenguas antes de chupar el labio inferior de Jiang Cheng.

—¿Sabes lo feliz que me haces?, —le preguntó, dándole un segundo y prolongado beso en los labios.

—Desvísteme, Wanyin. Quiero sentir tus manos sobre mi piel.

Siguió distrayendo a Jiang Cheng, mordisqueando el lóbulo de su oreja, presionando ligeros besos en su cuello antes de picar repentinamente su piel, chupando marcas en su hombro y pecho, poniéndose rojos en una piel ya sonrojada. Claras afirmaciones de que Jiang Cheng era suyo y sólo suyo. Miró a uno de ellas mientras Jiang Cheng se quitaba la túnica interior de los hombros. No se podía negar que le gustaba ver esa marca allí. Se aseguraría de que Jiang Cheng estuviera cubierto de ellas al final de la noche.

La sensación de unas manos cálidas en su pecho, ahora desnudo, le sacó de su ensueño. Tarareó con placer, rodeando con un brazo la cintura de Jiang Cheng y reanudando sus besos. Su mano encontró su camino dentro de los pantalones de Jiang Cheng y la envolvió alrededor de su erección. Las rodillas de Jiang Cheng se doblaron, lo único que lo sostenía era el brazo alrededor de su cintura.

—Vamos a la cama, —dijo Lan Xichen, retirando la mano. Quería que Jiang Cheng se arrodillara ante él, con la boca alrededor de su polla, con una mano en el pelo de Jiang Cheng para mantenerlo quieto mientras le follaba la cara, pero aún había mucho tiempo para moldearlo en tal sumisión. Ahora mismo, se trataba de enseñarle que, si hacía lo que se le decía, Lan Xichen le daría un placer como ninguno antes.

—No, espera.

Jiang Cheng se detuvo, mirándolo interrogativamente. Lan Xichen arrastró sus manos por los brazos de Jiang Cheng antes de deshacerse rápidamente de su peinado y trenzas hasta que su pelo quedara libre para caer por la espalda.

—Mucho mejor, —murmuró.

Agarró un puño del pelo de Jiang Cheng, tirando ligeramente de su cabeza hacia atrás para poder besar su manzana de Adán. Jiang Cheng suspiró, y luego gimió cuando Lan Xichen le agarró el culo y tiró de sus cuerpos

—A la cama, —exclamó Lan Xichen, dando un brusco paso atrás. —Túmbate de espaldas.

Observó cómo Jiang Cheng se balanceaba un poco antes de recuperar el equilibrio y dirigirse a la cama.

Lan Xichen le siguió, sacando su propio accesorio pero dejando su pelo atado. Se arrastró a la cama junto a Jiang Cheng, que había empezado a ponerse nervioso de nuevo. —Qué precioso, —tarareó Lan Xichen, arrastrando una mano por las costillas y el abdomen de Jiang Cheng.

Los músculos saltaron bajo sus dedos. Lan Xichen capturó la boca de Jiang Cheng en otro beso mientras sus dedos seguían el estrecho rastro de pelo desde el ombligo de Jiang Cheng hasta sus pantalones. Se tragó el jadeo que siguió. Después de un minuto, empezó a besar el pecho de Jiang Cheng. Cuando retiró la mano, Jiang Cheng gimió.

—Shh, —murmuró Lan Xichen. —Te cuidaré bien; lo prometo.

Enganchó sus dedos alrededor de la cintura de los pantalones de Jiang Cheng y los bajó por las piernas del hombre. Jiang Cheng le miraba, apoyado en los codos, con la cara sonrojada, el pelo ya despeinado, y los ojos ardiendo de deseo. Cuando Lan Xichen le acarició sus bolas, se dejó caer de nuevo en la cama con un gemido.

Lan Xichen se rió. Subió un poco más y dibujó una larga línea a lo largo de la longitud de Jiang Cheng con su lengua.

Jiang Cheng maldijo. —Xichen, ¿qué? Oh. ¡Joder!

Con su boca envuelta alrededor de la punta de la polla de Jiang Cheng, Lan Xichen hizo un sonido placentero. Chupó un poco antes de hacer un remolino con su lengua y empezar a moverse hacia arriba y hacia abajo. Jiang Cheng apretó los puños en las sábanas. Sus caderas se agitaron y Lan Xichen le pasó un brazo por encima de las caderas, inmovilizándolo.

Los gemidos de Jiang Cheng le estaban volviendo loco. Se palpó a través de los pantalones, tratando de aliviar algo de la presión. Cuando los movimientos de Jiang Cheng comenzaron a ser más erráticos, Lan Xichen se apartó.

Jiang Cheng en cambio, protestó. —Xichen. Xichen, por favor.

—Aún no, —respondió, volviendo a subir por el cuerpo de Jiang Cheng, mordiendo su piel, dejando marcas.

—Ponte boca abajo. —Jiang Cheng parpadeó, pero hizo lo que se le dijo. Lan Xichen abrió un pequeño armario junto a su cama y sacó un frasco de aceite. Lo puso al alcance de la mano antes de plantar un beso en la nuca de Jiang Cheng.

—No me canso de tocarte, Wanyin, — murmuró. Agarró con fuerza la cadera de Jiang Cheng. —Quédate quieto.

Jiang Cheng se estremeció. Con evidente esfuerzo, se obligó a quedarse perfectamente quieto.

—Eres tan bueno para mí.

Lan Xichen soltó la cadera de Jiang Cheng, moviendo su mano para palmear su apretado culo. Mordisqueó su camino por la columna vertebral de Jiang Cheng, sus mordidas contrastando con la suave caricia de su mano libre que le seguía. Cuando llegó a la hendidura del culo de Jiang Cheng, buscó de nuevo la botella de aceite. Untó un dedo y roció un poco en el agujero de Jiang Cheng.

—Shh, —dijo cuando Jiang Cheng se tensó. —Te va a encantar esto. Confía en mí. —Jiang Cheng se retorció con violencia cuando Lan Xichen frotó su agujero. Inclinándose hacia delante, Lan Xichen presionó un beso en la parte baja de la espalda de Jiang Cheng.

—Confía en mí, —susurró de nuevo antes de presionar su dedo en el interior.

A Jiang Cheng se le escapó un ruidito confuso y Lan Xichen se acercó más para besarle la sien. Comenzó a bombear su dedo.

—¿Cómo se siente?, —inquirió.

—Xichen.

—Dime qué se siente, Wanyin.

—Raro, pero no está mal. Es... —Lan Xichen introdujo un segundo dedo y Jiang Cheng gimió. —¿Bueno?

Seguía sin parecer convencido, así que, en su siguiente empuje, Lan Xichen curvó los dedos. Jiang Cheng gritó sorprendido y luego maldijo.

—¡Joder! ¡Joder, Xichen! ¿Cómo? Hnnn.

Lan Xichen le preparaba, viendo cómo Jiang Cheng se deshacía lenta pero constantemente en sus dedos. Era un espectáculo digno de admirar, este hombre fuerte y rudo maullando en las sábanas. Una vez que Lan Xichen pudo meter y sacar fácilmente tres dedos del culo de Jiang Cheng, se retiró.

—Joder, Xichen, —se quejó Jiang Cheng. —¿Por qué?

—Porque puedo hacerlo aún mejor.

Jiang Cheng se quedó mirando mientras Lan Xichen se levantaba de la cama para quitarse los pantalones. Cogió la botella de aceite de nuevo y se acomodó de rodillas de nuevo en la cama. A la vista de Jiang Cheng, se aceitó, gimiendo ante la sensación de haberse negado su placer durante tanto tiempo.

Los ojos de Jiang Cheng se abrieron de par en par mientras seguía cada movimiento de Lan Xichen. —Joder, —exclamó de nuevo.

—Eso es exactamente lo que pienso hacerte, —respondió Lan Xichen. —Levanta el culo, Wanyin. Pon las rodillas debajo de ti.

Jiang Cheng se impulsó sobre sus manos y rodillas. No era lo que Lan Xichen había querido decir, ni lo que quería, mas no hizo ningún comentario. Aquellos brazos no tardarían en ceder. Se acomodó entre las piernas de Jiang Cheng y mordió ligeramente la nalga izquierda antes de alinearse en el agujero abierto de Jiang Cheng. Pasó una mano tranquilizadora por su espalda antes de empujar la cabeza de su polla más allá de ese apretado anillo de músculo.

Jiang Cheng jadeó ante la sensación y Lan Xichen le dio un momento para adaptarse. Comenzó a moverse, introduciéndose poco a poco, después de que Jiang Cheng empujara un poco sus caderas hacia atrás.

Cuando tocó fondo, Lan Xichen gimió.

—Cielos, Wanyin. Te sientes tan bien alrededor de mi polla.

Con un chillido, Jiang Cheng agachó la cabeza ante las contundentes palabras. Lan Xichen lo ignoró en favor de retroceder y volver a empujar hacia dentro.

—Joder, Wanyin.

En su siguiente embestida, cambió el ángulo para golpear la próstata de Jiang Cheng. Gimiendo, Jiang Cheng tembló y sus brazos cedieron. Su cara y sus hombros golpearon la cama y se quedó allí, con los ojos cerrados y con las manos en un puño frente a él.

Lan Xichen estuvo a punto de perder la cabeza al verlo. Así era como quería a Jiang Cheng, gimiendo con su espalda doblada, y con el culo abierto para que lo arruinara. No pudo evitarlo y aceleró su ritmo.

—Tan hermoso, —murmuró. —Tan caliente. —Puso una mano entre los omóplatos de Jiang Cheng, inmovilizándolo. —¿Te gusta lo que te estoy haciendo, Wanyin?—inquirió, con voz ruda.

—Sí, —exclamó Jiang Cheng. —No pares, Xichen. Oh. Joder. Por favor, no pares.

Lan Xichen aceleró aún más su ritmo, impidiendo a duras penas que se estrellara de verdad contra Jiang Cheng. Su placer aumentaba rápidamente y sabía que no podría aguantar mucho más.

—¿Quieres correrte, Wanyin?

—Sí. ¡Sí! —Lan Xichen rodeó con su mano la erección de Jiang Cheng. Le masturbó, escuchando la voz de Jiang Cheng quebrarse con cada movimiento.

—Entonces córrete para mí, Wanyin.

Jiang Cheng se apretó a su alrededor, culminando con un grito, y Lan Xichen le siguió inmediatamente.

Gimió mientras disparaba su semen en el culo de Jiang Cheng, lleno de éxtasis tanto por su orgasmo como del puro triunfo de haber cogido al hombre que tenía debajo.

Se retiró con esfuerzo, dejándose caer en la cama y jalando Jiang Cheng hacia él, acurrucándolo desde atrás. Jiang Cheng estaba flácido en su abrazo y ambos respiraban con dificultad. Lan Xichen apartó el pelo de la cara de Jiang Cheng. Rodeó con su brazo la cintura de Jiang Cheng, acercándole más, y presionó un beso en su hombro.

—¿Ves lo que pasa cuando confías en mí, Wanyin?, —preguntó.

Sólo hubo un murmullo como respuesta y Lan Xichen se rió ligeramente.

—Duerme, Wanyin, —dijo. —Te lo has ganado, mi amor.

.

.

.