Belleza Deseable
Sinopsis: Porque esa era la gran verdad que por fin había comprendido: Aprende lo que realmente la gente quiere y podrás conseguir que hagan lo que tú quieras. Sin embargo, el juego empezaba a aburrirle, así que Lan XiChen había puesto sus ojos en otro premio, uno más difícil de Cheng se había convertido en un hombre fuerte y asombrosamente bello, y Lan Xichen lo quería. [Traducción autorizada]
ADVERTENCIAS: Dark!LXC, abuso psicológico y emocional, manipulación emocional, angst, smut, referencias a dinámicas de dominante/sumiso.
Suyo
[Final]
Dos días después, Lan Xichen estaba caminando a través de los Recesos de Nube cuando escuchó la voz de Jiang Cheng en un tono molesto que sólo usaba muy rara vez cuando lo visitaba. Al doblar una esquina, vio la distintiva túnica morada de Jiang Cheng más adelante en el camino. Wei Wuxian estaba hablando con él, aparentemente de un asunto urgente, con una mano agarrando con fuerza el brazo de su hermano. Lan Xichen observó durante un momento, sin que se dieran cuenta, antes de girar y caminar en dirección contraria.
Esto, lo podría usar.
Wei Wuxian los había estado vigilando de cerca siempre que podía. Aparecía en los momentos más en los momentos más extraños con una excusa u otra, llevándose a Jiang Cheng con frecuencia para reforzar su "vínculo de hermanos". Y cuando no podía hacerlo, no dejaba de apartar su mirada, principalmente manteniendo sus sagaces ojos enfocados en Lan Xichen. No hacía falta ser un genio para averiguar lo que le estaba diciendo a su hermano ahora.
Jiang Cheng llegó a su estudio compartido no mucho después. El ceño fruncido en su cara se alivió rápidamente cuando vio a Lan Xichen, pero no dijo ni una palabra sobre su encuentro con Wei Wuxian. Por supuesto, no es que Lan Xichen hubiera esperado que lo hiciera.
Pasaron la tarde y cenaron juntos. Después, Lan Xichen decidió leer mientras Jiang Cheng limpiaba su espada. Cuando terminó y se dirigió a colocarla en su soporte junto a la puerta, Lan Xichen finalmente habló.
—Wanyin, ¿no tienes nada que decirme?
Jiang Cheng se volvió para mirarle, sin comprender. —¿Xichen?
—He esperado toda la tarde y la noche, y todavía no me lo has dicho.
Pudo ver que Jiang Cheng se ponía ansioso aunque seguía confundido. —Xichen, no sé de qué estás hablando.
—¿En serio? —Inquirió Lan Xichen, asegurándose de sonar incrédulo. —¿Qué quería Wei Wuxian de ti.
—Oh, —dijo Jiang Cheng, sonando pequeño y mirando a sus pies. —Eso.
—Wanyin, —Lan Xichen suspiró, exasperado y decepcionado.
—Xichen, yo...
—¿Por qué eres así?
Los ojos de Jiang Cheng se abrieron de par en par y dio un paso a medias hacia adelante.
—No. Es... no quería que te enfadaras, —soltó.
—Oh, Wanyin, —dijo Lan Xichen, levantándose y acercándose a él. —¿Por qué iba a enfadarme porque por contarme lo que pasa en tu vida? ¿Qué no sabes que simplemente quiero pasar toda la vida a tu lado?
La mirada que le envió Jiang Cheng era abiertamente esperanzadora, pero rápidamente cayó bajo un ceño fruncido mientras sus ojos se desviaban. Lan Xichen ahuecó su mejilla y volvió a inclinar la cabeza para captar su mirada. Se limitó a esperar a que Jiang Cheng hablara. —Me advirtió sobre ti, —dijo Jiang Cheng, apenas por encima de un susurro. —Dijo que ya no confía en ti desde que saliste de reclusión. Que has cambiado, y no para bien. Que hay algo raro en nuestra relación. Me dijo que rompiera contigo.
Jiang Cheng le miró, como un niño que intenta averiguar si le van a regañar o no.
—Pero le amonesté, —exclamó después de un latido. —En serio. Le dije que no era asunto suyo. —Apretó con una mano la túnica de Lan Xichen. —Wei Wuxian es un idiota. Uno inconsciente. No voy a escucharle, Xichen.
—Lo has hecho bien, Wanyin, —dijo Lan Xichen, pasando suavemente su pulgar por la mejilla de Jiang Cheng.
—Oh.
—¿Por qué iba a enfadarme porque me lo dijeras?
—Habló mal de ti.
—Fue Wei Wuxian quien dijo esas palabras, Wanyin, no tú. Y fuiste lo suficientemente inteligente como para no creerle.
Jiang Cheng sonrió y rodeó a Lan Xichen con sus brazos, enterrando su cara en el cuello de Lan Xichen.
—Te amo, Xichen.
—Yo también te amo, Wanyin, —respondió. —¿Sabes qué? Veré si puedo hablar con Wei Wuxian, saber por qué estaría en contra de nuestra relación, ¿de acuerdo? Sigue siendo tu hermano.
—No tienes que hacerlo, Xichen, —murmuró Jiang Cheng. —Sólo está siendo él, comportándose como un idiota.
—Hm. ¿Nos vamos a la cama, Wanyin?
Jiang Cheng asintió con la cabeza y Lan Xichen lo guió más allá de la cortina de privacidad.
Más tarde, con un Jiang Cheng dormido en sus brazos, reflexionó sobre qué hacer con Wei Wuxian.
El hecho de que tuviera la suficiente confianza como para expresar sus preocupaciones directamente a Jiang Cheng no presagiaba nada bueno.
Lan Xichen resopló. Parecía que ya era hora de convencer a su propio hermano de que renunciara a su título de Cultivador Jefe para que pudiera viajar con su amado Wei Ying.
En las siguientes semanas y meses, Lan Xichen preparó de manera lenta pero constante a Jiang Cheng para convertirlo en el obediente y sumiso compañero que quería que fuera. Realmente no le costó tanto. Sugerencias combinadas con muchos elogios y Jiang Cheng estaba dispuesto a hacer cualquier cosa que Lan Xichen le pidiera.
"Pídemelo, Wanyin. Sé bueno y pídeme lo que quieras. Dime que quieres que te folle en el colchón"
"¿Por qué no me cuentas más sobre lo que pasa con tu Secta? Me encantaría mucho si pudiera ayudarte."
"¿No quieres chuparme la polla, Wanyin? ¿No quieres ver cómo puedes hacerme gemir sólo con tu boca? ¿Por qué no lo haces aquí mismo? ¿Mientras te arrodillas frente a mí?"
"No quiero que vengas. No antes de que te lo diga. ¿Puedes aguantar por mí? ¿Puedes hacerlo por mí, mi amor?"
"Zidian es tan increíble, tan majestuoso. Siempre he pensado que es un arma hipnótica. ¿Puedo probarla? ¿Sólo por esta vez? Me haría tan feliz".
"Te ves tan bien de rodillas así, Wanyin. Tan caliente. Quédate así. Deja que te mire. No tienes ni idea de lo que me haces, viéndote de esta manera".
"¿Sabes lo que realmente me excitaría? Que me llamaras Amo. Sólo cuando follamos, Wanyin. Cuando me suplicas que te folle, que lo haga más fuerte. Cuando me das las gracias por permitirte chuparme la polla. Cuando te digo que hagas algo. Es sólo una palabra, Wanyin, nada más. Hm. Me volvería completamente loco si lo hicieras. ¿No quieres verme perder la cabeza por algo que hiciste?"
El control de Lan Xichen no tardó en salir del cuarto para llegar incluso a su vida cotidiana. Cualquier capricho que tuviera, Jiang Cheng se lanzaba a cumplirlo. Incluso, de manera inconsciente, le llamaba "Amo" algunas veces mientras lo hacía. Esto último, por mucho que le gustara a Lan Xichen, era algo que necesitaba frenar. Surgirían preguntas si Jiang Cheng hiciera eso de manera accidental donde otros pudieran oírlo.
No obstante, no era suficiente. Incluso así, Lan Xichen quería más.
—¿Tienes que irte?
—Xichen. Ya me he quedado dos días más de lo previsto. Necesito volver al Muelle del Loto.
Lan Xichen ahuecó la mejilla de Jiang Cheng, algo que nunca fallaba para suavizarlo. —Pero me gusta tenerte a mi lado.
—Tengo que dirigir una Secta, Xichen. Ya he estado fuera demasiado tiempo.
Lan Xichen suspiró y se alejó. —Estoy cansado de pasar sólo unos días, una semana a lo sumo, contigo cada vez. Me hace sentir como si nuestra relación no fuera real.
—Xichen, —suplicó Jiang Cheng, agarrando su manga y tirando de ella hasta que Lan Xichen le mirara. —Por supuesto que nuestra relación es real, Xichen. Te amo. ¿Por qué dices eso? Es real. Te prometo que lo que siento por ti es real.
—Entonces quédate otro día.
—Soy un Líder de Secta, Xichen, —protestó Jiang Cheng con vehemencia. —No abandonaré mi Secta.
Jiang Cheng no bramaba. Ya no zarandeaba a Lan Xichen con sus palabras. Eso era algo que Lan Xichen le había entrenado desde el principio. Sin embargo, no significaba que no disfrutara viendo a Jiang Cheng usar su lengua afilada hacia otros.
—No te estoy pidiendo que lo abandones, Wanyin, —dijo Lan Xichen con otro suspiro ligeramente impaciente. —Sólo te pido que pases más tiempo conmigo. ¿Es mucho pedir? No entiendo por qué no puedes hacer eso por mí.
Jiang Cheng le miró fijamente, con aspecto roto.
—Quiero hacerlo, Xichen, —dijo finalmente. —Realmente quiero hacerlo. Pero no puedo. —Se movió, nervioso. —Ven al Muelle del Loto conmigo, —continuó. —Te daré todo mi tiempo libre.
—Wanyin, —dijo Lan Xichen, en un tono que transmitía que él mismo debería saber la respuesta a esa sugerencia y que era fastidioso para Lan Xichen repetirlo una vez más. —Sabes que no puedo irme tan fácilmente ahora que Wangji se ha ido de viaje con Wei Wuxian. Sus deberes han caído sobre mis hombros también. Estoy haciendo doble trabajo aquí, Wanyin.
—Lo sé.
—¿Lo sabes? Porque me acabas de pedir lo imposible mientras que yo sólo pido un día más.
Lan Xichen vio como Jiang Cheng se agitaba cada vez más, luchando entre su deber y su miedo a enfadar a Lan Xichen. Cuando empezó a echar los hombros hacia atrás con una mirada obstinada, Lan Xichen se adelantó rápidamente para abrazarlo.
—Me siento tan solo cuando no estás aquí, Wanyin, —dijo. —Estas cortas visitas sólo me dejan me dejan deseando más de ti. ¿No ves que quiero despertarme contigo en mis brazos todos los días? ¿Qué quiero saber que estarás ahí cuando regrese al Hanshi por la noche?
—Yo también quiero eso, —respondió Jiang Cheng, devolviendo el abrazo y apoyando su cabeza en el hombro de Lan Xichen.
—¿No hay nadie a quien puedas entrenar para que te ayude a dirigir tu Secta? Hablas mucho de tu discípulo principal. Parece un hombre con las cualidades... Si tienes a alguien que te ayude, entonces tal vez puedas quedarte más tiempo. ¿Un mes, o dos incluso?
—Yo... no sé.
—Por mí, Wanyin. Me haría muy feliz. Sé que quieres hacerme feliz. ¿No quieres ser bueno para mí, Wanyin?
—Claro que sí.
Lan Xichen le besó la sien y Jiang Cheng se relajó completamente en sus brazos.
—Veré lo que puedo hacer, Xichen, —respondió Jiang Cheng. —Lo intentaré. Es que... Esta es mi Secta, Xichen.
—Lo sé, Wanyin, —dijo Lan Xichen. Él sabía cuando no podía presionar más. —Y tú eres un líder fuerte e inteligente. Estoy seguro de que se te ocurrirá algo. Creo en ti.
Hubo un momento de silencio antes de que Jiang Cheng volviera a hablar con dificultad.
—Realmente quiero irme hoy, Xichen, —dijo. —Me siento incómodo quedándome. —Se sobresaltó un poco ante sus propias palabras y se apartó para mirar a Lan Xichen. —No es que me sienta incómodo aquí o contigo, —se apresuró a decir. —Nunca me siento incómodo contigo. Te quiero. Pero estoy nervioso por no saber qué está pasando en el Muelle del Loto.
Lan Xichen suavizó su expresión, regalando una sonrisa a Jiang Cheng. —Lo entiendo, Wanyin. No quiero causarte angustia. Ve, asegúrate de que tu Secta esté bien.
—Gracias, Xichen.
Jiang Cheng se inclinó para darle un beso-uno que Lan Xichen le concedió fácilmente-y media hora después, Lan Xichen lo vio alejarse volando. Sólo cuando se perdió de vista se permitió la sonrisa de satisfacción, una que se le había dibujado en los labios desde que Jiang Cheng había cedido.
Seis meses después, Lan Xichen sabía que Jiang Cheng le pertenecía por completo. Habían ido a dar un paseo por las montañas traseras y se habían detenido a descansar. Lan Xichen estaba sentado en una roca, Jiang Cheng en el suelo a sus pies, con la cabeza apoyada en una de sus rodillas.
Jiang Cheng había venido para quedarse durante dos meses. Había hecho lo que Lan Xichen había sugerido y había entrenado a su discípulo principal como su sucesor. Tendría informes semanales sobre el estado del Muelle del Loto, y la mayoría de las cartas y documentos se enviarían al mismo tiempo, a excepción de los de extrema urgencia.
Esto significaba que Jiang Cheng seguiría estando bastante ocupado durante su estadía, pero a Lan Xichen no le importaba. Confiaba en que, con el tiempo, más responsabilidades quedarían en manos del discípulo Jiang para que Jiang Cheng tuviera más tiempo para él.
Lan Xichen sabía que nunca apartaría a Jiang Cheng por completo de su Secta. Era su legado, después de todo; la Secta que había reconstruido con sus propias manos. Estratégicamente, tampoco era una buena idea. Ya que otras Sectas harían preguntas complicadas y no deseadas si Lan Xichen presionaba a Jiang Cheng para abandonar a su Secta por completo. Además, mientras Jiang Cheng fuera la cabeza oficial de la Secta Jiang, Lan Xichen era prácticamente el que mandaba.
Acarició distraídamente la cabeza de Jiang Cheng, que emitió un sonido de placer.
A largo plazo, Lan Xichen tenía como objetivo tener a Jiang Cheng en el Receso de las Nubes durante tres meses, seguido de un mes en el que ambos residieran en el Muelle del Loto. Llevaría su tiempo, pero no dudaba de que pudiera lograrlo.
Después de todo, Jiang Cheng era totalmente suyo; su cuerpo para tocar, su mente para controlar.
Lan Xichen se levantó bruscamente. —Ven, —dijo. —Siento la necesidad de presentar mis respetos a alguien.
—¿A quién? —Preguntó Jiang Cheng, levantándose a duras penas. Siguió a Lan Xichen sólo medio paso detrás de él.
—A-Yao.
—¿Jin GuangYao? —Jiang Cheng preguntó. —¿Por qué a él?
—Porque, Wanyin, —respondió Lan Xichen, tomando la mano de Jiang Cheng y permitiéndole caminar junto a él. —Sin él, no te habría tenido a mi lado como lo estás hoy.
Jiang Cheng sonrió y agachó la cabeza, sonrojándose. Lan Xichen sonrió.
Sí, Jiang Cheng le pertenecía ahora.
.
.
.
