Capítulo 37

Una vez arreglada, suspiró dándose el último retoque en el pelo, que se había recogido en un moño tirante. Con el ceño fruncido pensó en lady Hotaru, en su cara de mosquita muerta y en sus tontos amaneramientos. «Si ése es el tipo de mujer que Sasuke quiere, no seré yo quien se lo prohíba». El corazón le dolió al imaginar a Sasuke rompiendo sus votos matrimoniales para estar con aquélla. Sólo habían estado un mes sin verse, y él parecía ya haberla olvidado. ¿Dónde estaba el hombre que en susurros le dijo que la añoraría cada momento del día? Quizás en ese tiempo se había dado cuenta de que su amor por ella no era verdadero, y aquella indiferencia era el fiel reflejo de lo que sintió al verla. Si aquello era cierto, ¿cómo decirle lo del bebé?

Cientos de preguntas sin respuesta se agolpaban en su mente y conseguían que su furia, su desconcierto y su rabia crecieran momento a momento en su interior. Tiró con rabia el peine, salió y cerró con violencia la puerta de su habitación con intención de bajar al salón. Al pasar ante la habitación de su hermano, entró a verlo. Lo encontró tumbado en la cama, pensativo, con la mirada clavada en la ventana.

—Hola, diablillo —sonrió con cariño sentándose junto a él en su cama—. ¿Qué piensas?

—Miraba la luna. Cuando vivíamos en Dunstaffnage, la luna se metía tras las montañas —respondió con seriedad mientras observaba a su hermana, que estaba muy guapa con el cabello recogido hacia atrás.

—Sí, tesoro —asintió al recordar las puestas de sol—. Está muy bonita la luna hoy, ¿verdad?

—Más bonita estás tú —susurró el niño haciéndola sonreír.

—¡Vaya, Mitsuki! Creo que es la primera vez que mi hermano pequeño me dice un piropo.

Pero la tristeza de los ojos del niño la desarmó.

—Siento mucho que Sasuke se enfadara contigo y haberme comportado mal muchas veces.

—¡Bah! —dijo haciendo una mueca que le hizo sonreír—. Por Sasuke no te preocupes, ya se le pasará.

Sentándose en la cama, el niño la miró y preguntó:

—¿Por qué Tenten piensa que soy un problema?

—¡Tesoro! —susurró Sakura, conmovida al pensar que había escuchado las tonterías que su hermana había dicho—. Tenten realmente no piensa eso. Ya sabes que ella es a veces un poco tonta y creo que, al estar embarazada, su cabeza no funciona muy bien.

Pero Mitsuki no estaba dispuesto a creer aquello, y volvió a preguntar:

—Pero ¿por qué piensa que tú y yo acabaremos viviendo solos en una cabaña?

—Bueno —susurró besándole en la cabeza, y por primera vez intentó ser realista, incluso con su hermano—, cuando Sasuke y yo nos casamos, lo hicimos a través de un Handfasting. ¿Sabes qué quiere decir eso?—. El niño, muy serio, asintió—. Ese tipo de matrimonio puede durar un año o toda la vida; todo depende de que las dos personas que se unen deseen estar juntas para siempre. —Al decir aquello, unas repentinas ganas de llorar hicieron asomo en sus ojos, pero ella las controló—. Y, aunque Sasuke es un buen hombre, quizá no podamos seguir juntos.

Mitsuki, sin dejar de mirar a su hermana le confesó:

—Yo le pregunté a Sasuke si tendríamos que irnos de aquí y él me dijo que no. —¿Cuándo le preguntaste eso? —dijo ella, sorprendida.

—En las tierras de los Hatake —respondió revelando aquel secreto—. Os vi a ti y a Tenten en el lago, y te escuché decir que odiabas a Sasuke, y ella te dijo que si no te portabas bien Sasuke nos echaría a ti y a mí. Entonces, yo se lo pregunté a Sasuke, y él me dijo que nunca haría eso.

Con el corazón acelerado por aquello, Sakura respondió en un susurro:

—Si él te dijo eso será porque es verdad.

Tras unos instantes en silencio, fue Mitsuki quien habló.

—¿Sabes? Ojalá continuáramos viviendo en Dunstaffnage. Allí nadie nos gritaba, y tú nunca llorabas. Ojalá pudiéramos volver allí.

—Tesoro —sonrió al recordar aquellos tiempos—, allí fuimos muy felices, pero aquí también lo seremos.

Pero el niño no estaba dispuesto a ver a su hermana llorar y continuó:

—Podríamos regresar tú y yo —propuso—. Tenten que se quede con Neji, pero nosotros podríamos volver. Además, creo que si yo se lo pido a Naruto, nos ayudará —aseguró el niño con los ojos muy abiertos.

—¿Naruto? —preguntó extrañada—. ¿Crees que Naruto está tan cerca como para pedirle ayuda?

—Sé cómo encontrarlo —asintió con seguridad haciéndola sonreír—. Él es un buen amigo y sé que no me defraudaría.

Sakura sonrió con cariño y acostó de nuevo a su pequeño hermano.

—Mitsuki, las cosas no son tan fáciles. Ahora, duérmete y descansa. Ya hablaremos mañana. —Después de darle un beso, le advirtió—: Recuerda no hacer más de las tuyas en estos días, y verás cómo Sasuke olvida pronto su enfado.

—No te preocupes, Sakura —respondió el niño, que volvió a mirar la luna—. Sasuke no se volverá a enfadar.

—¡Genial! —rio levantándose de la cama y agachándose para darle otro beso. Sintió las manos del niño agarrándola del cuello para besarla y retenerla—. ¡Vaya, hoy estás besucón!

—Sí —asintió con los ojos brillantes por las lágrimas—. Te quiero mucho y quiero que sepas que tú eres mi mejor hermana.

Aquellas palabras tan sentidas le llegaron al corazón.

—¿Te digo un secreto? Tú también eres mi mejor hermano —susurró sentándose de nuevo en la cama—. Y ahora olvida todo lo que ha pasado. ¿No ves que yo ya lo he olvidado? Por favor, no te preocupes por nada y duerme tranquilo, tesoro. ¿Vale?

—De acuerdo —aceptó el pequeño, más reconfortado.

Sakura volvió a besarlo y tuvo que contener el llanto antes de cerrar la arcada de la habitación. Una vez fuera, se apoyó en la fría pared de piedra y cerró los ojos mientras se ordenaba a sí misma controlar sus emociones. Ver triste a su hermano le partía el corazón.

Con paso lento, bajó las escaleras. Pronto oyó las risotadas de su hermana y lady Hotaru, quienes bromeaban con los hombres. Oculta entre las sombras, vio a Sasuke que en ese momento estaba solo con el ceño fruncido mirando el fuego. ¿Qué pensaría? Le observó durante unos instantes, mientras respiraba pausadamente y contenía sus emociones. Su mano se posó en su estómago, recordándole la nueva vida que en él crecía. De pronto, lady Hotaru se acercó a Sasuke y pasándole un dedo lentamente por el cuello hizo que él la mirara y sonriera. Sakura tembló de impotencia al advertir aquel gesto tan íntimo entre ellos. No, no le diría lo del bebé.

En aquel momento, sus piernas se convirtieron en dos bloques de piedra clavados al suelo, mientras observaba cómo su marido, aquel hombre imponente, fuerte y lujurioso, miraba y sonreía a aquella odiosa mujer. ¿Habría deshonrado ya sus votos matrimoniales? Tras una nueva sonrisa por parte de lady Hotaru, que en ese momento se mordió el labio inferior, se convenció de que sí. Intentó moverse para marcharse, pero sus piernas no la dejaron, y tuvo que seguir observándoles.

Instantes después, forzó una sonrisa y levantó la barbilla para salir de las sombras y caminar hacia ellos. El primero en verla fue Óbito, que rápidamente miró a su hermano y vio que éste hablaba con lady Hotaru junto al fuego. Un gesto de la francesa le hizo intuir a Sasuke que su mujer había entrado y, volviéndose, se quedó fascinado por la belleza y serenidad que emanaba. Casi se atraganta con la jarra de cerveza que estaba tomando.

Sakura estaba espectacular. Aquel vestido negro y su pelo recogido hacia atrás le otorgaban una belleza inigualable. Una belleza y una sensualidad de las que ella no era consciente.

Tantos días sin verla, tantas noches añorándola, y ahora estaba allí, frente a él, más atractiva que nunca y más apetecible que ninguna mujer que hubiera conocido.

—¿Sois la misma mujer que esta tarde parecía una mendiga cubierta de barro? —se apresuró a preguntar Robert al verla entrar y se dirigió enseguida hacia ella para besarle la mano con una sonrisa en los ojos.

—Os aseguro que sí, señor. —Intentó sonreír, pero la sonrisa sólo curvó sus labios, mientras decía con picardía hacia lady Hotaru—: Y como veréis, cualquier mujer, por muy mendiga que parezca, con un poco de agua, jabón y un bonito vestido puede parecer toda una señora.

Marlob, al escucharla, sonrió. Su niña era lista..., muy lista.

—¡Maravillosa revelación! —señaló Robert al reparar en la fresca y sensual belleza que aquella mujer desprendía—. Sasuke, os habéis casado con una auténtica belleza.

Sasuke le observaba inquieto, dispuesto a pararle los pies si se daba el caso. Conocía a Bruce y sabía qué tipo de mujer le atraía. La suya, aquella noche, podía ser una de ellas.

—Querida Sakura —saludó el padre Gowan al verla entrar—, estáis preciosa esta noche.

—Gracias, padre Gowan —sonrió como pudo.

—Milady —señaló Jack—, me habéis dejado perplejo con vuestra espectacular belleza.

Sorprendida por tanto halago, clavó sus sensuales ojos verdes en aquel hombre.

—Gracias por el cumplido —respondió mirándole con intensidad, consiguiendo sin proponérselo que su marido se alertara—. Sois muy galante, Jack.

—Además de belleza —terció Arthur Miller mientras esperaba su turno para besar con afecto su mano—, por vuestras palabras creo intuir que tenéis carácter.

Marlob y Óbito se miraron y sonrieron al escuchar aquello, mientras Sasuke se removía incómodo.

—Según mi abuelo —respondió mirando a Tenten y expresando lo furiosa que estaba a pesar de parecer relajada—, poseo el desafío de mi madre en la mirada, y la valentía de mi padre en mis palabras.

Aquel comentario hizo reír a todos, excepto a Sasuke. No le gustaba cómo sus invitados miraban a su mujer, y menos aún cómo ella sonreía.

—Curioso acento el vuestro —señaló lady Hotaru, que anduvo hacia ella con un sinuoso movimiento de caderas que a más de uno le hizo torcer la cabeza—. ¿De dónde decís que sois?

Sin amilanarse, y con una retadora mirada, Sakura sonrió, y cuando iba a responder lo hizo su hermana por ella.

—De Dunstaffnage —respondió Tenten mesándose el pelo con una radiante sonrisa junto a Neji—. Nos criamos con el clan de Gaara Sabaku y éramos amigas íntimas de Temari Sabaku.

Pero lady Hotaru no buscaba esa respuesta. Sakura sabía lo que esperaba y se lo iba a dar.

—Pero antes vivimos en Dunhar, en la casa de mi padre —añadió con desafío al ver a su hermana mirarla horrorizada—. Allí vivimos los primeros años de nuestra vida.

—¿Y cuál fue el motivo de que abandonarais Dunhar? —preguntó Miller, curioso, mientras Robert la observaba y Óbito, intranquilo por la conversación, se movía hacia la gran chimenea.

—El asesinato de mis padres —espetó con rabia sabiendo que todos la miraban. Le daba igual lo que en esos momentos pensara Sasuke, Robert de Bruce, la francesa o cualquiera de ellos. Se sentía tan furiosa que incluso estaba empezando a disfrutar por comportarse con aquel atrevimiento—. Pocas personas pudieron entender que sus sentimientos estaban por encima del simple hecho de ser ella escocesa y él inglés.

—¡¿Sois medio inglesa?! —Lady Hotaru exageró su sorpresa llevándose las manos a la boca y dando un paso hacia atrás con fingido terror. Sasuke la miró molesto por su manera de actuar—. ¡Qué horror! Ha debido de ser horrible para vos asumir vuestra sangre inglesa.

Aquello hizo sonreír a Sakura, que tras escucharla dijo:

—Lo horrible es escucharos a vos decir eso —aseveró mientras caminaba hacia ella. Al mirar de reojo a Robert de Bruce, le vio tranquilo tras aquella revelación, y con una encantadora sonrisa preguntó a Jack y a Miller—: ¿Qué os parece si dejamos de hablar de estos temas tan poco apropiados para señoras y comemos algo?

—Una magnífica idea —asintió Jack, que, al igual que Robert, le miraba el cuerpo con lujuria, haciendo que el estado de ánimo de Sasuke comenzara a agriarse.

—¡Fantástico! Una idea colosal —celebró Marlob.

Sasuke aceleró el paso para llegar junto a su esposa y tomarla posesivamente de la mano. En su interior, renacían temores al ver cómo Robert de Bruce, el perfecto seductor, la observaba con curiosidad.

—Mi señor —dijo mientras su cuerpo vibraba al sentir las grandes manos de su marido —. ¿Os agrada mi aspecto ahora?

—Sí —se limitó a decir Sasuke.

Su mujer era aquella que lucía un vestido negro y un sugerente escote redondo que dejaba entrever más de lo que a él le parecía apropiado. Su mirada bajó hasta su estrecha cintura y continuó hasta llegar a un cinturón de cuentas metálicas que reposaba en sus ondulantes caderas. A diferencia de otras veces, su salvaje pelo rizado iba sujeto en un alto moño, que dejaba a la vista su esbelto cuello y sus finas facciones.

—¡Eres la más bella esta noche, hija mía! —susurró Marlob al pasar junto a ella, indicándole que su corazón le pertenecía a ella y no a Hotaru.

—Gracias, Marlob —sonrió Sakura con complicidad.

A Sasuke le molestó que esa sonrisa no hubiera sido para él. Pero, dándose la vuelta, invitó a Robert a sentarse. Aunque fueran amigos y compañeros de guerra, no podía obviar que ante los ojos de todo el mundo Robert era el rey.

Tras acomodarse en la mesa, el servicio comenzó a repartir los suculentos platos que Susan, Fiorna y Edwina habían preparado, mientras Sakura hacía tremendos esfuerzos por aguantar los olores que aquellas condimentadas comidas despedían.

—Ahora que lo pienso, ¿dónde está Tayuya? —preguntó Robert, que por sus visitas a Eilean Donan conocía a todo el mundo—. No la he visto desde nuestra llegada.

Al escuchar aquello, a Fiorna casi se le caen los platos.

—Oh..., es cierto —intervino Hotaru. Eso hizo que la espalda de Sakura se tensara—. Pregunté a Óbito, pero no supo responder. ¿Dónde está nuestra encantadora Tayuya?

—¡Cenando con el diablo! —irrumpió Marlob, atrayendo las miradas de Sasuke y Óbito.

—Entonces, ¿no está...? —insistió la francesa ganándose una dura mirada por parte de Marlob y el padre Gowan.

—Lady Hotaru —señaló Sakura para cambiar de tema, mirando a su izquierda, a continuación de Óbito—, espero que la comida que servimos aquí os agrade. Nuestras cocineras son excepcionales.

—Ya he comido aquí otras veces —soltó orgullosa. Aquello hizo que Óbito se sintiera molesto. Siempre había odiado a Hotaru, pero al ser amiga y aliada por Francia para la Escocia de Robert de Bruce, debía fingir.

—¡Oh, qué sorpresa! —rio Sakura con falsedad al escucharla, mientras sentía la mirada de Óbito—. ¿Cuándo habéis visitado estas tierras?

La francesa clavó su mirada en ella, y con una sonrisa que dejaba entrever sus malas intenciones contestó:

—En varias ocasiones. Sasuke y su familia han sido unos perfectos anfitriones. Recuerdo haber pasado mañanas enteras cabalgando con Sasuke y sus hermanos, mientras ellos me enseñaban los alrededores de este precioso lugar. Oh..., y las veces que Sasuke y yo viajamos juntos por Escocia y nos bañamos en lagos de aguas tranquilas, durante noches preciosas, con cielos repletos de estrellas —señaló mirándola con una media sonrisa, mientras las uñas de Sakura comenzaban a clavarse en el brazo de Óbito. Este, a punto de chillar de dolor, miró a su cuñada, que al darse cuenta se disculpó con una sonrisa.

—Oh, sí, viajar con mi hermano Sasuke es muy divertido —asintió Óbito tocándose el brazo dolorido.

—Y bañarse junto a él lo es más —susurró Hotaru con una sonrisilla nada inocente y lo suficientemente alto para que Sakura lo escuchara.

Óbito, molesto por la falta de discreción de la francesa, la miró ceñudo.

—Me alegro de que la compañía de «mi marido» —Sakura arrastró estas dos últimas palabras— os agradara en su momento. Es un buen compañero de viaje —sonrió ganándose la admiración de Óbito, que era testigo de la pequeña lucha dialéctica que ambas mantenían mientras Sasuke hablaba con Robert y con Miller, y sólo Tenten se imaginaba lo que ocurría.

—Creo que Susan preparó haggis, nuestro plato preferido, ¿verdad, cuñada? —murmuró Óbito, que intentó hacerla sonreír, pero apenas una media sonrisa curvó sus labios; por ello, volvió al ataque—. Además, hizo tantos que estaremos una semana comiéndolos.

—Óbito, te puedo asegurar —señaló Sakura— que en esta boca nunca entrarán haggis.

—Ah, por cierto —se animó a continuar al ver que sonreía y al cerciorarse de que Hotaru hablaba con su hermano—, me han encantado las mejoras que has hecho en el salón. Me agrada ver el escudo de armas de mis padres.

—Gracias, Óbito —sonrió agradecida guiñando un ojo a Marlob—. La verdad es que todo el mundo me ha ayudado muchísimo. Ha sido un trabajo de equipo.

—¿Habéis cambiado algo en este salón? —preguntó Hotaru dirigiéndose de nuevo a Sakura, que resopló al escucharla. Su paciencia con aquella mujer se estaba acabando—. Recuerdo que había un tapiz precioso que Tayuya y yo compramos a unos feriantes a petición de Sasuke. Creo que Tayuya y yo lo colgamos en una de estas paredes, pero no recuerdo en cuál.

—Sí. He cambiado varias cosas —sonrió Sakura ya sin paciencia. Acercó su mano a un tosco cuchillo afilado, cosa que encogió el corazón de Tenten y dejó sin respiración a Óbito—. Sobre el tapiz que preguntáis, lo quité de mi vista porque me parecía horroroso y oscuro. —Cogiendo el cuchillo por el mango, con un rápido movimiento lo clavó en la pared de enfrente, dejando a Óbito y Tenten pálidos—. ¿Veis dónde he clavado el cuchillo? —Hotaru asintió horrorizada, mientras todos volvían sus ojos para mirarla—. Allí es donde estaba colgado el horripilante tapiz.

—¡Sakura! —exclamó Sasuke—. ¿Qué estás haciendo?

—Oh, esposo, no os preocupéis —sonrió fríamente encogiéndose de hombros—. Lady Hotaru quería que le señalara dónde estaba el tapiz horroroso que quité de la pared. — Volviéndose hacia ella, que todavía tenía la boca abierta, dijo inocentemente—: Espero no haberos asustado. Sólo quería señalaros el lugar exacto.

Sasuke, sin saber realmente qué había pasado, agarró a su mujer del brazo y le advirtió:

—¿Hace falta que te vuelva a pedir que te comportes como una señora?

—No, esposo. —Tras intercambiar una significativa sonrisa con Óbito, se bebió un vaso de cerveza de golpe antes de decir—: No os preocupéis, intentaré comportarme tan respetuosamente como lo hace «vuestra Hotaru». Viendo que ella goza de vuestro beneplácito, intentaré ser igual o mejor que ella.

—¡Sakura! —siseó Sasuke enfurecido por aquella contestación mientras ella se llenaba el vaso con más cerveza.

—Sí, mi señor —respondió ladeando la cabeza para pestañear cómicamente ante su cara, como había hecho con anterioridad la francesa.

—¡Abuelo! —llamó Óbito, interrumpiendo la retadora mirada de su hermano y Sakura—. ¿Qué noticias nos tienes que comunicar?

—Quizá sería mejor comentarlas más tarde —respondió Sakura.

—¿Por qué esperar? —reclamó Óbito, más relajado al ver a su hermano hablar de nuevo con Robert.

—¡Que te calles, Óbito! —le regañó Sakura tomándose de golpe un nuevo vaso de cerveza—. ¡Ahora no!

Extrañado por aquel comportamiento, Óbito la miró. ¿Qué le pasaba a su cuñada?

—¡Vaya! —sonrió Hotaru a su hermano antes de hablarle en francés—. Veo que a la sucia gitana le gusta mucho beber y ordenar callar a la gente. ¡Qué vulgaridad de mujer!

Al escucharla, Sakura estuvo a punto de tirarle su vaso a la cabeza, pero se contuvo al escuchar al padre Gowan decir:

—Óbito, dejemos las noticias para más tarde.

—De acuerdo, me callaré —dijo Óbito quitándole a Sakura el vaso de la mano—. ¿Qué te pasa, cuñada?

—Creo que voy a matar a alguien esta noche —respondió mirándole a los ojos y haciéndole sonreír.

—Marlob —dijo Hotaru, haciendo que Óbito y Sakura la mirasen—. ¿Qué noticia tan importante es esa que tienes que comunicar?

—Dios santo —susurró Sakura, que cerró los ojos al ver la cara del anciano.

—Tayuya ya no vive aquí —murmuró Marlob mientras el padre Gowan le tocaba el hombro con cariño, haciendo que Sasuke y Óbito se miraran extrañados.

A partir de ese momento, Marlob se encargó de relatar lo ocurrido con Tayuya. Sasuke escuchaba con atención las explicaciones de su abuelo. Sakura, callada a su lado, observaba casi sin respirar. Al terminar, un silencio sepulcral se hizo en el salón, hasta que Sasuke y Óbito, levantándose furiosos y dolidos, comenzaron a maldecir y a gritar cosas horribles sobre esa mujer. Tras un rato angustioso, finalmente las palabras de aliento y cariño de los allí presentes consiguieron tranquilizarles. Sakura se espantó al ver a lady Hotaru abrazar a Sasuke delante de todos sin ningún pudor, mientras le hablaba al oído, le acariciaba el pelo y lo alejaba del grupo para consolarle.

—¡Sasuke! —llamó Marlob a su nieto al verlo abrazado a la francesa mientras su mujer les observaba—. Sakura supo desenmascarar a esa víbora con piel de cordero. Yo nunca viviré años suficientes para darle las gracias por ello.

Sasuke la miró, pero ella retiró su mirada.

—Es un ángel llegado del cielo —añadió rotundamente el padre Gowan mirando con recelo a la francesa.

—¡Oh, Sakura! —sonrió Tenten.

Pero Sakura no quería escuchar a nadie. El dolor de ver a Sasuke abrazado a aquella insufrible estúpida la estaba matando.

—Esta mujer vuestra —dijo Robert de Bruce—, aparte de bella, también sabe usar la cabeza.

Sasuke, a cierta distancia de ella, la miraba sin moverse.

—Cuñada —murmuró Óbito abrazándola con adoración—, pídeme lo que quieras y será tuyo.

—Ahora no se me ocurre nada —sonrió con cariño—, pero no olvides que me debes un favor.

—No lo olvidaré —prometió él caminando hacia su abuelo.

—Sakura —comenzó a decir Sasuke, dándose cuenta por las palabras de su abuelo de su error—, te estaré eternamente agradecido. —Separándose de Hotaru, se acercó a ella y, cogiéndola de la barbilla para que lo mirara, le susurró sintiendo la frialdad y la tristeza de su mirada—: Pídeme lo que quieras y lo tendrás.

«Dime te quiero...», pensó ella, pero fue incapaz de decirlo.

—Mi señor, os digo como a vuestro hermano —respondió separándose de él—. No lo olvidéis.

—No lo olvidaré —respondió escrutándola con la mirada.

En ese momento, Marlob llamó la atención de su nieto.

—Sasuke, me gustaría hablar contigo un momento.

No estaba dispuesto a consentir ni un instante más aquel comportamiento. Quería a Sakura y estaba presenciando el dolor que su nieto la estaba infligiendo. Nunca creyó las palabras que Tayuya le escupió a Sakura antes de morir, respecto a que si lady Hotaru aparecía de nuevo en la vida de Sasuke ella le alejaría de su lado, pero ahora, estaba comenzando a dudarlo. ¿Sasuke era tan idiota como para perder a Sakura?

—Ahora no, abuelo —respondió observando la oscura y fría mirada de su mujer.

—Sasuke —volvió a insistir. Quería contarle a su nieto las desafortunadas palabras de Tayuya—, necesito hablar contigo.

—Deberíais hablar con vuestro abuelo —le animó el padre Gowan intuyendo lo que quería decirle.

—Más tarde —susurró Sasuke sin mirarlo.

Intentaba adivinar los pensamientos de su mujer, que en esos momentos miraba a Hotaru con muy mala cara.

—No entiendo cómo el highlander se ha podido casar con semejante salvaje —susurraba Hotaru en francés a su hermano, que nuevamente la ordenó callar, angustiado por sus palabras—. Es vulgar y sin clase. ¿De dónde la habrá sacado?

Tras un corto pero significativo silencio, Marlob tosió incómodo al comprobar lo enfadada que estaba Sakura. En cierto modo, la entendía. Aquella noche, veía alojados en los ojos de ella la rabia, la decepción y el dolor. Sólo con observar a Tenten y ver lo nerviosa que estaba ante los comentarios de su hermana, le hacía prever que aquella noche no sería fácil para nadie, en especial para aquella mujercita a la que adoraba.

—He comprobado que has cambiado cosas en el castillo —replicó Sasuke sentándose de nuevo a la mesa, entendiendo por fin las duras miradas de su abuelo y de su hermano.

—Así es, esposo —asintió Sakura, desganada, deseando estrangular a alguien—. Espero que no os desagraden y, si es así, volveré a ordenar que lo pongan como estaba antes.

—Por supuesto que no, y, por favor, Sakura, recuerda mi nombre —contestó, mirando ceñudo a Óbito y Neji en busca de un poco de ayuda. Pero éstos agacharon la cabeza y continuaron comiendo.

Sakura, que se había percatado de aquella súplica en la mirada de su marido, se creció. Sabía que Sasuke comenzaba a sentirse culpable por su indiferencia, pero ahora era ella la que le iba a hacer pagar el daño en su corazón. Tenten, que apenas había probado bocado, sabía por experiencia que Sakura no era paciente, de ahí su apodo, y no entendía cómo durante toda la cena había aguantado junto a su marido sin exaltarse. Pero, cuando vio que lanzaba el cuchillo contra la pared, supo que la paciencia de su hermana había llegado a su fin y que, a partir de ese momento, comenzaría su venganza. No tardó en llegar.

—¿Os apetece un poco más de cerveza? —preguntó Sakura con amabilidad mientras comenzaba a disfrutar de aquella incomodidad—. ¿O quizá, mi señor, deseáis que os sirva vino?

Sasuke levantó la mirada hacia ella y vio en sus ojos mucha rabia; por ello, sabedor de lo que podía ocurrir si no se controlaba, le respondió escuetamente:

—Prefiero cerveza.

—¡Perfecto! —Tomó una jarra que en ese momento portaba una de las criadas y, sin ningún tipo de miramiento, la soltó encima de la mesa con tal furia que casi la derramó entera—. ¡Vaya! ¡Qué torpe soy! Disculpad, mi señor.

—¡No pasa nada! —siseó Sasuke mientras ella limpiaba lo derramado con tal brío que parecía que quería sacar brillo al mantel.

—¿Qué le ocurre a tu hermana? —susurró Neji a Tenten, que comenzaba a levantarse al cruzar una mirada de ayuda por parte de Óbito.

—Oh..., por Dios —murmuró Hotaru en francés—. ¡Además de tonta y sin clase, es torpe!

—¿Qué habéis dicho, lady Hotaru? —gritó Sakura con ganas de cogerla por el cuello y ahogarla mientras todos las observaban.

—Ha dicho —respondió Jack al ver que Hotaru se quedaba callada— que está deseando probar el estofado que hacéis aquí.

Sasuke, cada vez más extrañado, se percató de la palidez de su mujer y de los cercos oscuros que tenía bajo los ojos. Miró a su abuelo y a su hermano en busca de ayuda, pero éstos ni se movieron.

—¡Edwina! —llamó alegremente Sakura a la criada, que rápidamente la miró—. ¿Serías tan amable de traer el estofado? Nuestra invitada está deseando probarlo.

—Creo que esto no va a terminar bien —susurró Tenten mientras el vello del cuerpo se le erizaba al ver salir a otra criada con una bandeja llena de estofado.

—¡Aquí está! —sonrió Sakura con alegría. Tenten se quedó helada cuando vio que Sakura, sin previo aviso, cogía la bandeja y la ponía encima de la mesa con el mismo brío que la cerveza. El estofado se derramó encima de lady Hotaru, que pegó un chillido horrorizado al verse cubierta por trozos de carne y salsa.

Marlob, el padre Gowan e incluso Óbito hicieron grandes esfuerzos por no reír.

—¡Oh..., qué torpe soy! —murmuró Sakura con fingida inocencia tapándose la boca para que nadie la viera sonreír. Dando un golpe a uno de los vasos de la mesa, hizo que varios vasos más cayeran, empapando de cerveza, vino y agua a Sasuke e incluso a Robert de Bruce—. ¡Disculpadme, lady Hotaru!

—¡Renard!— masculló rabiosa Hotaru, entendiendo rápidamente Sakura que la había llamado «zorra» en francés. Clavándole los ojos con rabia, dijo saliendo rápidamente del salón—: Iré a cambiarme de vestido.

—Te acompañaré —se ofreció Jack, intuyendo la vergüenza y la rabia de su hermana en aquel momento.

—¡Por todos los santos! —rugió Sasuke, mientras todos la observaban atónitos conteniendo sus sonrisas y Tenten se llenaba la jarra de cerveza.

La indignación de Sakura parecía no tener fondo. Tras cruzar una breve pero significativa mirada con Robert de Bruce, que al igual que ella había oído y entendido el insulto, comprobó cómo tenía curvada hacia arriba la comisura izquierda del labio mientras bebía de su vaso. Con fingida preocupación comenzó a limpiar las manchas que habían caído sobre la camisa de su marido.

—¡Oh, qué torpe soy! —repitió—. Os vuelvo a pedir disculpas, mi señor. —Mirándole con ojos implorantes, dijo—: Ahora mismo indicaré al servicio que laven con mimo el vestido de lady Hotaru, mi señor.

—¡Sakura! —dijo Sasuke—. ¿Serías tan amable de dejar de llamarme así, y utilizar mi nombre?

—Por supuesto —asintió con una falsa sonrisa. Al ver que una de las criadas entraba con otra bandeja de comida, dijo mientras Tenten casi se ahoga y Sasuke se levantaba rápidamente de la mesa—: ¿Os apetece un poco de carne, Sasuke?

—¡No! —bramó enfurecido. Oyendo las risas de los demás, preguntó—: ¿Qué os parece tan gracioso?

—Nada, hijo —contestó Marlob dejando de reír, mientras Robert de Bruce y el resto bebían de sus copas para disimular—. Siéntate y termina de cenar.

Pero Sasuke estaba molesto y enfadado. Muy enfadado.

—Iré a cambiarme de ropa.

—¿En serio no deseáis un poco más de venado? —preguntó Sakura al ver que su marido se alejaba hacia las escaleras—. Susan lo hizo con mucho cariño para vos, señor. ¿De verdad que no os apetece un poquito?

—Psss... ¡Cállate, Sakura! —gruñó Tenten tirándole una servilleta.

La paciencia de Sasuke llegó a su límite. Se volvió hacia ella, que le miraba con todo el descaro del mundo. La agarró con fuerza de la mano, tiró de ella sin ninguna cortesía y, ante la perpleja mirada de todos, se la llevó tras la arcada del salón.

—¡Por todos los santos! —susurró Marlob al verles salir, secándose el sudor de la frente.

—Esa muchacha no teme el peligro —comentó el padre Gowan llenándose una nueva copa de vino para templar sus nervios.

Neji y Óbito se miraban divertidos mientras bebían cerveza.

—A excepción del triste episodio que hemos vivido, ésta ha sido la cena más divertida que he tenido en mi vida —se carcajeaba Robert de Bruce, incrédulo por ver cómo aquella muchacha conseguía alterar a su amigo Sasuke—. Además, por la reacción de Sakura, confieso que piensa de lady Hotaru lo mismo que mi mujer, Elizabeth.

—Dejadme deciros, señor—señaló Marlob con el dedo—, que esa francesa no es una mujer de fiar. El día que supe que mi nieto había acabado su relación con ella, fue uno de los más felices de mi vida.

—¡Oh, Dios mío! —Tenten se daba aire con una servilleta, mientras Neji y Óbito se carcajeaban—. Ese temperamento de mi hermana siempre le ha traído problemas.

—Tranquila, Tenten —rio Óbito mientras Neji asentía—. A mi hermano le gusta que ella sea así. Si no, nunca se habría casado con ella.