Capítulo 42
Tras una agotadora galopada, cuando el sol comenzó a aparecer, Sakura llegó a la pequeña aldea que Naruto le había indicado. Los aldeanos observaron a un jinete en su caballo y, sin prestarle demasiada atención, sólo pensaron que era un joven que pasaba por allí. Con los nervios a flor de piel y al sentir que el aliento le faltaba por saber si Mitsuki estaba allí, al bajarse de Stoirm entró sin llamar en la casa señalada por Naruto.
—Buenos días —saludó con voz grave, sin quitarse la capucha, para hacerse pasar por un hombre—. Busco a Caleb Wallace.
—¿Quién le busca? —preguntó un pelirrojo que afilaba una espada.
—Un familiar de Mitsuki Haruno —respondió y vio cómo el hombre miraba al fondo de la habitación a modo de advertencia.
—Yo soy Caleb Wallace —dijo el pelirrojo, que dejó la espada sobre la mesa—. ¿Qué queréis de mí?
—Esto —dijo tendiéndole el mapa que Naruto le había dado. Echándose la capucha hacia atrás, vio cómo el pelirrojo cambiaba su expresión al descubrir que se trataba de una mujer—. Soy Sakura Uchiha. Mejor dicho, soy Sakura Haruno, amiga de Naruto. Él me dijo que si alguna vez quería encontrarlo, sólo tenía que venir hasta aquí.
—¡Gracias a Dios! —sonrió el pelirrojo—. Os estábamos esperando.
En ese momento, la risa de Mitsuki llegó hasta los oídos de Sakura, que con lágrimas en los ojos se agachó a recibir a su hermano, quien con los brazos abiertos corría hacia ella.
—Has venido, Sakura —sonrió abrazándola—. Sabía que tú me encontrarías.
Klon, el perro, corrió a saludarla.
—No vuelvas a irte a ningún lado sin decírmelo antes —le regañó Sakura apretándole contra su cuerpo—. ¿De acuerdo, tesoro?
—Vale —asintió el niño—. No lo volveré a hacer. Sabía que me encontrarías, por eso te mencioné a Naruto en nuestra última conversación. —Sacando un pequeño mapa parecido al de ella, dijo con una sonrisa que la desarmó—: Lord Draco y yo llegamos sin ninguna dificultad. Caleb, al ver que llegaba solo, decidió esperar un par de días por si alguien venía tras de mí.
—Gracias, Caleb —asintió con una sonrisa Sakura asiendo con fuerza la mano de su hermano.
—Me extrañó que un niño tan pequeño no viniera acompañado de un adulto —sonrió al responder, mientras observaba lo bonita que era aquella muchacha pelirosa—. La última vez que hablé con Naruto, me pidió que, si alguna vez una mujer y un niño acudían a mí, yo les ayudase.
—¿Cuándo visteis a Naruto? —preguntó con curiosidad Sakura.
—Antes de las fuertes nevadas, milady. Nos conocemos desde hace tiempo. Aunque no nos veamos muy a menudo, sabemos que tenemos un amigo para lo que necesitemos. Hace un tiempo recibí una nota de su parte: me necesitaba para solucionar unos problemas con referencia a su hermano. Fui en su ayuda. Entonces me mencionó que si alguno aparecíais por aquí, debía ayudaros y llevaros hasta él.
Sakura suspiró y sonrió. Había encontrado a Mitsuki. No quería pensar en nada más.
—Entonces, ¿adonde debemos dirigirnos?
—Os llevaré cerca de Aberdeen —respondió el pelirrojo. Al ver la cara de Sakura, que parecía cansada por las oscuras bolsas que tenía bajo los ojos, señaló—: Creo que deberíais descansar esta noche. Mañana saldremos al amanecer.
—No —negó ella rápidamente. Quería poner la máxima tierra entre Sasuke y ellos. Temía que la encontrara y nuevamente le creyera—. Prefiero que marchemos cuanto antes. Pero necesito que le hagáis llegar una misiva a mi hermana Tenten indicándole que encontré a Mitsuki.
El pelirrojo asintió.
—¿Adonde queréis enviarla?
—Ella está ahora en Eilean Donan, pero allí va a ser difícil entregarla. Lo mejor será llevarla al castillo de Urquhart.
—No os preocupéis, milady —asintió Caleb entregándole un trozo de papel—. Mañana mismo esa nota estará en el castillo. Nos aseguraremos de que el servicio la encuentre y se la hagan llegar cuanto antes a su hermana.
—Gracias —dijo y escribió: «Mitsuki está conmigo. Te queremos». Lo dobló y se lo entregó.
—Iré a darle vuestra nota a uno de los hombres —señaló el pelirrojo. Dándose la vuelta para recoger sus cosas, añadió—: A mi regreso, saldremos hacia Aberdeen.
Al quedar solos, Mitsuki la miró.
—¿Dónde está tu pelo? —preguntó con curiosidad—. ¿Tuviste que cortártelo por las liendres?
Sakura sonrió.
—No, tesoro. Me lo corté porque estaba cansada de tenerlo tan largo.
—Estás más guapa ahora —dijo poniéndole tras la oreja un mechón rosa que caía sobre su cara—. Seguro que si Sasuke te viera ahora, se enamoraría otra vez de ti.
Aquello le pellizcó el corazón, aunque su mente le contestó: «Si antes no se enamoró de mí, ahora menos todavía». Pero con una sonrisa ayudó a su hermano a ponerse la ropa de abrigo antes de salir de nuevo al gélido clima de las Highlands.
.
.
.
.
Varios días después, tras mucha lluvia y mucho frío, llegaron a una gran casa, donde sus gentes sólo vieron entrar a dos hombres y un chiquillo. Caleb, que caminaba delante, fue el primero en entrar en el salón. Naruto escribía sentado a una mesa.
—¿Tendrías un poco de cerveza para un amigo? —dijo Caleb sorprendiéndole.
—¡Caleb! Bienvenido a tu casa —rio Naruto al verlo. Su sonrisa se congeló al descubrir tras él a Sakura y al pequeño—. ¡Por todos los santos!
Pasado el primer momento de confusión, Naruto abrazó a Mitsuki, que se apresuró a contarle cómo había llegado hasta Caleb él solo. Después, Naruto le pidió a su amigo que se llevara al niño a las cocinas a tomar un buen trozo de pastel.
—Ven aquí, Sakura —susurró Naruto.
Ella, sin poder contener más su pena, su angustia y su cansancio, se echó en sus brazos para llorar desconsoladamente. Una vez que descargó su tristeza ante un Naruto que la consoló con cariño, consiguió dejar de llorar.
—No consigo entender lo que me cuentas —dijo Naruto al conocer lo ocurrido—. ¿Cómo va a preferir Sasuke vivir con una mujer como Hotaru antes que contigo? Ella le utilizó para llegar hasta la cama de Robert de Bruce.
—Créeme —asintió limpiándose las lágrimas—, porque así es. La quiere a ella, siempre la ha querido y yo ya no tengo lugar ni en su vida ni en su casa. ¿Por qué quedarme allí? ¿Acaso debo esperar a que me humille ante todo el mundo?
A Naruto le resultaba difícil entender aquello.
—Sakura, es posible que estés equivocada —replicó sintiéndose afectado al verla tan hundida y vulnerable—. La última vez que hablé con él, Sasuke admitió que conocerte había sido lo mejor que le había pasado.
Escuchar aquello hizo que Sakura comenzara de nuevo a llorar.
—Pues siento decirte que te mintió también a ti —aseguró—. Naruto, por favor. Necesito que me escondas. Quedan tres meses para que se cumpla el plazo de nuestro handfasting. Una vez que pase ese tiempo, quiero volver a Dunstaffnage. Necesito olvidarme de él, tanto como él de mí.
—¿Estás segura? —preguntó preocupado al ver la falta de vitalidad en sus ojos—. Creo que deberías hablar con él, podemos mandarle una misiva indicándole que te encuentras aquí. Seguro que Sasuke está buscándote desesperado.
—¡No quiero que lo avises! —chilló comenzando a llorar—. Si he venido es porque una vez me dijiste que tenía en ti a un amigo para lo que necesitara. Si no es así, de nada sirve que continúe en tu casa.
Incapaz de negarle ayuda, Naruto decidió protegerla, convencido de que cuando Sasuke o cualquier Uchiha se enterase, aquello le traería más de un problema.
—De acuerdo, Sakura. Te ayudaré —asintió tomándola de la mano—. Cuando anochezca, te llevaré a un lugar muy tranquilo donde nadie te encontrará. Pero, pasados esos tres meses, prométeme que volverás a Dunstaffnage. No puedes vivir toda tu vida escondida.
—Te lo prometo, pero ahora... ¡quiero olvidarme de él! —gimió y comenzó de nuevo a llorar, haciendo sentir a Naruto como un tonto. No sabía qué hacer para que aquellos lloros e hipos acabaran—. ¡Necesito olvidarme de él! ¡Le odio!
—Tranquila, Sakura —susurró abrazándola con ternura mientras dudaba de que realmente Sasuke se quisiera olvidar también de ella.
