Parte II: Demonios y Humanos


Un mundo blanco por completo, la luz constante de ese mundo infinito tiñe todo de su sobrio color. Arlen mantiene sus ojos al frente, no sabe si está acostado o parado, su cuerpo derecho se confunde en ese vacío carente de lógica. Pestañea en cámara lenta y para cuando puede mirar, hay alguien sobre él, acercándose, flotando en su dirección.

Ojos celestes brillantes, piel pálida y pelo rubio que se confunden con el fondo, lo único que puede ver con seguridad son sus uñas. Uñas pintadas en negro, se levantan a la altura de su cara y vienen en dirección a él, no puede moverse por más que intenta, no tiene la necesidad de hacerse a un lado.

La mano se acerca más y más hasta rozar su mentón, luego otra, un agarre firme en su cuello. El rostro de facciones andróginas se acerca hasta finalmente distinguir el pálido pigmento de su piel del fondo.

- Tocar a un dios conlleva la muerte – Dice en un susurro agonizantemente dulce – En tu caso… algo peor –

El mundo arde.

El fondo blanco se pinta de negro, esas llamas espesas que suenan asquerosamente viscosas y retumban en sus oídos. ¿Qué podría ser peor que la muerte? ¿Qué podría ser peor que muchas de ellas?

Su cara se acerca lo suficiente hasta que sus narices se tocan, luego aún más cerca. En el vacío de infinita oscuridad sus labios se juntan, Arlen no siente nada, carece de todo lo que hay que sentir, mira con ojos secos hacia el dios que le invade por dentro.

El fuego que baja por su garganta lo consume.

No queda nada más que cenizas.


Una pesadilla recurrente, una que al levantarse quema sus entrañas, aparece en su mente cada vez que duerme desde que tuvo esa muerte tras pelear contra Mukai. Siempre se despierta y presiona su pecho, el cual se siente como invadido por fuego, suficientemente real para hacerle sudar como loco y quejarse de dolor por varios minutos. No lo entiende pero una vez que el dolor desaparece decide ignorarlo, solo una cosa más para la pila de las que no tienen sentido en ese lugar.

Su "habitación" lo recibe cada vez que ese fuego lo invade, a media luz siempre, una pequeña prisión de unos pocos metros cuadrados con una mesa, una silla y un conjunto de trapos en el suelo que conforman un muy pobre intento de cama. El tiempo pasado en ese pequeño espacio rápidamente se distorsiona, la falta de luz solar, reloj o una rutina siquiera causaron pronto que Arlen olvide cuanto lleva allí. A veces pasa mucho tiempo fuera, siguiendo a Saiki a reunirse con el resto y darles ordenes o sirviendo para acarrear cosas de un lado al otro. Otras veces pasa mucho tiempo en la celda al punto que piensa que se han olvidado de él por completo.

Intentó, en algún momento, contar los minutos pero se rindió a los diez, desde entonces intenta tener un semblante de rutina aunque sea para mantenerse cuerdo. Levantarse, recuperarse del fuego extraño, ejercitarse, esperar que alguien pase cerca para dar un grito y que le traigan comida, aguardar hasta que vengan por él o volver a dormir y repetir todo.

Una y otra vez lo mismo, a veces duerme porque prefiere hacerlo antes de estar despierto y recordar su situación.

Recibe pocas visitas, principalmente dos personajes siquiera se dignan de acercarse a su celda, uno de estos es Shion.

Cuando Shion aparece es como un respiro de aire fresco, el cual ya ha olvidado como se siente gradualmente. Sonríe, Arlen es incapaz de distinguir su sonrisa de una falsa por compromiso, él le devuelve la cortesía mientras se apoya en los barrotes y le habla. El muchacho chino le pregunta cosas, cosas triviales, sobre su encierro, sobre lo que dice Saiki, sobre lo que piensa de los otros miembros. Apenas hablan por unos pocos minutos pero, en contraste con la soledad de su celda, se siente como horas.

Shion se maneja con la túnica negra del clan y tapa su rostro al visitarle la mayoría de las veces, claramente busca algo, no esconde su interés por descubrir los secretos de su esquivo maestro. A Arlen no le molesta, tiene la ingenua idea de que Shion podría ayudarle a escaparse y por eso le da la información que pide, de poco sirve, Saiki no ha dicho absolutamente nada en todo el tiempo que han estado juntos.

Al despertar descubre una nota, algo raro que rompe su aplastante realidad encerrada, simplemente lee: "Si esperas lo suficiente junto al rio, los cuerpos de tus enemigos pasarán flotando". Realmente no entiende la razón del mensaje pero lo guarda allí sobre la mesa, junto a la única vela que tiene para alumbrarse y reemplaza de vez en cuando.

El tiempo pasa pero no realmente.

Duerme y despierta, la pesadilla duele menos, quema menos.

No siente frio porque el viento no corre, no pasa calor porque básicamente usa un simple pantalón harapiento y nada más. A veces piensa que ya no existe, su vida es simplemente una extensión de lo que sea que Saiki quiera de él.

Como un verdadero dios.

- Radiante como siempre –

Una voz le llama, separando sus ojos de la llama en la vela, Arlen voltea para encontrar a su segundo y último visitante regular, Shroom.

Shroom es distinto al resto en una manera extraña, algunos miembros del clan como Mukai, Magaki o Saiki se ven y actúan como si fueran superiores, dioses sobre la tierra aunque Saiki es el extremo de esta actitud, otros como Botan o Shion, se ven más humanos pero aun así hay algo raro en ellos, como que pertenecen a otro lugar y no al presente, Shroom es la excepción. Se viste de manera singularmente normal, pantalones negros, zapatos y un suéter blanco demasiado impecable para alguien que vive en una cueva, cuando no lleva su túnica ceremonial podría bien confundirse con un humano común y corriente.

Su voz es gruesa, el rasgo que inmediatamente delató su género cuando se acercó a los barrotes por primera vez. Ladea su cabeza, ambas manos en los bolsillos, habla sin ganas de la misma manera que se ve como si simplemente mantenerse parado fuera demasiado esfuerzo.

Arlen, sentado sobre su "cama" voltea hacia él.

- Acabas de perderte mis gritos de dolor al despertar – Nota que viene con las manos vacías - ¿Sin comida? –

Por su actitud general Arlen ha podido deducir que el rol de carcelero no es de lo que usualmente se ocupa, aunque no parece estar nunca preparado para hacer nada de trabajo. La comida que le trae es obviamente rapiñada por quien vaya a la superficie para un viaje rápido, vegetales sin cocinar, carne cruda, al menos el agua es limpia y a veces hasta cocinan las cosas y llegan ligeramente quemadas.

Shroom es obviamente solo un soldado, Arlen ha probado una y otra vez que no le molesta que le tome el pelo, de hecho parece disfrutar el intercambio verbal algo agresivo, tal vez porque el resto del clan son tan callados y aburridos. Al principio solía dejar la comida y retirarse rápidamente pero conforme pasó el tiempo, comenzó a quedarse más e incluso queriendo conversar aunque solo sea para burlarse del capturado humano.

- Pensé en ponerte a dieta, no hubo nadie que se oponga a ello, es menos trabajo para Sajia quien va por tu comida –

- ¿También es el que escupe en el agua? –

El rubio niega con su cabeza - No, ese si soy yo –

Shroom habla de manera monótona y falta de ganas, hace pequeñas bromas e insulta pero siempre mantiene su tono serio, al principio esto espantaba a Arlen pero ha logrado acostumbrarse, nada parece ofenderle.

- Entonces si no es hora de comer… - Arlen gruñe al levantarse, lo hace en un solo salto y camina hacia los barrotes – Vienes a sacarme –

- El Maestro me ha pedido que te lleve con él, parece aburrido – Shroom ladea su cabeza hacia el otro lado – Tal vez si escuche tus gritos de dolor después de todo –

Es un chiste de mal gusto pero Arlen le ignora, al menos parte de eso es verdad, no vendría por él si no fuera a sacarlo porque Saiki lo requiere. El humano presiona sus manos contra los barrotes, de aspecto sólido, lo suficiente para dificultar su derribo y anunciar su escape, si tal cosa fuera pasar. Aparta la vista, el pícaro intercambio con su carcelero pronto muere y un silencio crece entre ambos, Shroom aprovecha para sacar de sus bolsillos unas cuatro llaves que inspecciona de cerca buscando la correcta.

- ¿Cuánto tiempo hace que estoy aquí? –

El rubio no le mira, solo compara las formas de las llaves.

- No tengo un calendario – Responde en un tono seco.

- Supongo que no –

Se nota decepción en la cara del humano, lo suficiente como para que quien está del lado de afuera ruede sus ojos, puede que sea golpeado por repentina lastima o tal vez simplemente quiere aclarar su duda para ver la reacción que causa. Shroom inserta la llave y la gira, presionando su cuerpo entero contra los barrotes, aprovecha para mirar de cerca al humano, este levanta sus ojos grises encontrándolo en el camino.

Nota un brillo blanco en el muchacho pero no dice nada.

- Esta no es nuestra verdadera residencia, pero el tiempo fluye distinto aquí – Menciona, girando la llave causando un gran exagerado ruido metálico – Un mes aquí son cuatro fuera, más o menos –

Sería difícil de comprender si no fuese porque ha presenciado cosas igualmente de imposibles. La puerta se abre y Arlen es liberado, no se apura para salir, a su parecer está tan encerrado afuera como adentro, los barrotes son solo una manera de demostrar su posición en el clan como esclavo permanente. Se toma un momento para asimilar el tiempo que ha pasado allí, si bien ha perdido la noción es posible que haya sido un mes o más, lo cual constituye casi medio año fuera.

Arlen Ingram murió hace rato, sus captores ni se refieren a él con su nombre, es simplemente "el humano" o "el esclavo". Es algo que ya había supuesto pero escucharlo repentinamente, todo el mundo que conocía debe pensar que murió en esa pelea con Saiki.

- Anda, muévete, no tengo todo el tiempo del mundo – Shroom le da un pequeño empujón – Bueno, si lo tengo, pero no para gastarlo contigo –


Cuando Shroom lo deja solo hay unos pocos metros para llegar a una abertura en la pared, no distinta a las otras faltas de puertas que conectan las habitaciones del escondite subterráneo. Arlen continua sin cuestionarlo, no hay alguna señalización de que esté llegando al lugar adecuado, solo camina a través del umbral para encontrar una habitación, aunque está ligeramente más iluminada. A primera vista nota la madera de las bibliotecas y que hay libros apilados allí, varían en tamaños y en encuadernación, de lejos puede notar que algunos ni son libros sino rollos, parece que ha entrado en una especie de biblioteca. No puede inspeccionar demasiado puesto que dos figuras se acercan a él, ambas midiendo más de dos metros fácilmente aunque su complexión mucho menos imponente que la de Mukai.

Ambos se tapan con las túnicas ceremoniales, incluida la capucha que esconde sus cabezas, puede distinguir, sin embargo, que se trata de una mujer rubia y pálida y de un hombre también pálido pero con cabello rojo y largo. Sus rostros son similares, ojos entrecerrados color negro con un ligero brillo maligno, facciones angulares, faltos de marcas en su piel que casi tiene un tono gris.

- Parece que el archivo tiene una plaga de ratas, Isin - Susurra el pelirrojo.

- Eso parece, Eridu - Responde la rubia.

- ¿Escapó? / ¿Fuimos traicionados? -

Hablan por turnos, primero el muchacho desgarbado, su voz es un susurro que anuncia instintos asesinos no bien reprimidos, la mujer responde, con más compostura y desconfianza en su voz femenina pero aun ronca.

- ¿Quien habrá sido? / ¿Quien, quien? -

Otra vez siguen el mismo patrón, esta vez al revés, ella comienza y él termina. Dos segundos hablando con ellos y Arlen ya siente que no quiere volverles a ver la cara, algo difícil de cumplir mientras se acercan caminando directamente hacia él, inclinados hacia adelante, se ciernen sobre su altura inferior.

- Vine aquí porque me lo pidieron - Responde el pelirrojo finalmente, sin darse cuenta que retrocede por cada paso que ellos dan hacia él.

- Una mentira / Humana mentira - Insisten, mezclando sus voces - Así es la actitud mortal / Algo normal para aquellos con poco tiempo -

- Basta -

La voz ominosa de un dios aparece tras de ellos, su figura blanca es difícil de no ver incluso en la tenue luz anaranjada de las velas desperdigadas por todo el archivo. Ambas altas figuras voltean, Eridu lo hace rápidamente dando latigazos al aire con sus cabellos rojos, un leve siseo emana de su boca ahora en una mueca triste, Isin mantiene su mirada en el humano y voltea hacia su líder solo girando la cabeza.

- Este es el archivo / Donde los tomos yacen - Murmuran - Maestro - Terminan la última palabra al mismo tiempo, algo aterrador, cada silaba en completa sincronía.

No hay explicación, no hay justificación ni siquiera una defensa para Arlen. Saiki solo amarga su expresión ligeramente y es suficiente para que ambas figuras de enorme altura se encojan un poco bajo sus polvorientas túnicas.

- Pueden retirarse -

- Claro, Maestro / Nos retiramos -

Enseguida pasan junto a Arlen, ni una mirada de desprecio queda por detrás de sus pasos apurados, no dudan en hacerle caso. La regla general en el clan parece ser esa, silenciosa admiración mezclada con temor, incluso alguien que aparenta seguridad como Shion muestra una faceta más sumisa cuando Saiki le mira directamente.

El dios tiene sus pies sobre la tierra, algo extraño, Arlen siempre le ve descansando en algún lado de alguna forma u otra, cuando no suele tener la cabeza baja y le sigue en silencio. Saiki se para allí y es toda una extrañeza, extremidades flacas cubiertas por tela blanca abombada que esconde su figura y ondea al caminar, mantiene una mano en la cadera esperando a que Arlen reaccione.

- ¿Me llamaste? - Finalmente habla el humano, recibe disgusto del otro lado de la habitación.

- Podrías ser más cortés, gusano -

Si lo fuera entonces simplemente no habría nada de interés en él, es por esa manera de hablar tan rebelde que tiene, por esas miradas que lo desafían en silencio que Arlen sigue con vida. Ambos saben esto, como un juego de reglas que solo comparten en privado, solo que uno de ellos disfruta mientras el otro va sobre la cuerda floja entre ser desafiante pero no una molestia que no valga la pena dejar vivo.

Sin decir nada Saiki echa a andar, extrañamente lento, una mano que roza los lomos de los libros a su paso, desempolvándolos en una línea ininterrumpida de libro a libro. Arlen toma esto como una señal de aburrimiento, lo que él ha sido llamado para remediar, gira en dirección al primer estante junto a la puerta y se pone a inspeccionar los tomos.

- No pensaba que tendrían una biblioteca aquí -

- Eridu e Isin son los que se encargan de ello, recopilar libros que les interesan y creen dignos de ser leídos - Explica en un tono solemne y tranquilo, llega al final de su recorrido donde recoge uno de los libros y pasa por sus páginas rápidamente - El intento de enmarcar los pensamientos efímeros de un humano para perdurar a través del tiempo. Lo encuentro algo patético pero… gracioso -

Su tono es tan molesto y arrogante, Arlen toma uno de los libros con tapa azul algo dura y escritos en dorado, lo abre a pesar de que claramente se encuentra escrito en francés.

- No todos son necesariamente dejados para la posteridad -

- Todo lo escrito es un intento de desafiar al tiempo, todo lo que está sobre una página es visto por aquel del futuro, la diferencia es… ¿Qué clase de cosas cada autor quiere que se recuerden? ¿Historias de romances, recopilación de sucesos reales, discursos, enseñanzas venidas con la experiencia? ¿O es solo un simple intento por ser recordado sin importar cuál sea la razón? -

Arlen no tiene respuesta, como suele ser cuando habla con Saiki, incluso si la tuviera este encontraría la manera de refutarla y confundirlo al punto que ya no pueda responder sin contradecirse. Deja el libro francés en su lugar y avanza hacia una pila de rollos, caracteres asiáticos en ellos, no reconoce cual es cual, ve diferencias entre ellos como para saber que son de distintos países. Se nota que son viejos pero no tanto, aun así no cree que alguien haya escrito en rollos hace poco ¿Acaso serán del pasado pero el hechizo en la guarida los mantiene relativamente nuevos?

- ¿No es este el libro que te gusta? -

Saiki alza una biblia, de color negro, cinta purpura y cruz dorada en la tapa. Sonríe burlonamente, camina hasta el humano y presiona la pesada biblia contra su pecho, usa la suficiente fuerza como para arrancarle un suspiro repentino.

- ¿Es eso lo que necesito para que me acepten como su dios? ¿Palabras en un libro ostentoso y confuso? -

- Convencerías a varios. Hay humanos sin poderes que logran hacerlo -

Cultos horribles con fines egocéntricos y reglas de convivencia dignas de una pesadilla, Arlen piensa por primera vez en esa comparación, Saiki teniendo un séquito de humanos creciendo y creciendo es algo que le da escalofríos, aunque su personalidad no le ayudaría demasiado.

- Si llegara a mostrarme así pero mil años atrás entonces sería reverenciado como un dios todopoderoso. Conforme los años pasan los humanos se han vuelto más estúpidos y niegan lo que tienen en frente. Como tú -

- O tal vez somos más listos y no nos sorprenden los trucos de magia - Abre la biblia, está en latín, la cierra y la avienta sobre una mesa enana en la que descansa otra pila de libros y papeles, aterriza con fuerza - Sabemos que somos dueños de nuestro destino y no nos lo dicta alguien con poder -

- ¿Realmente crees eso? -

No, para nada, desde su punto de vista la humanidad es estúpida cuando se trata de creer ciegamente en un poder superior, ya sea dioses, reyes o dictadores, simplemente pone fe falsa en la humanidad para estar en contra de lo que Saiki dice. Arlen no es negativo pero es escéptico, aunque su situación actual le ha empujado a dejar de lado su parte más optimista y graciosa.

- Entonces deberías volver – Arlen le dice, factible y directo – Volver a un tiempo donde puedes ser el dios que no aceptaremos ahora –

Obviamente, si fuera tan fácil, Saiki no estaría allí, pero puede controlar el tiempo hasta cierto punto ¿Podría hacer algo así? ¿Viajar en el tiempo a un tiempo remoto en el pasado? El dios de cabellos rubios cruza los brazos, se apoya sobre el respaldar de un sillón color verde que se encuentra en el archivo, al mencionar semejante cosa enseguida la superioridad en él desaparece.

- No es tan fácil volver en el tiempo, requiere mucho poder mientras más regreses –

Entonces si puede viajar en el tiempo, otra cosa más agregada a la pila de las que no tienen sentido. Ambos quedan en silencio, Saiki parece que no presta atención y se queda pensando, con su mirada perdida en algún lado, en algún otro tiempo. Arlen voltea y busca entre los libros, nada en específico, algo que simplemente pueda leer, durante su búsqueda da vueltas en su cabeza esa idea.

No es fácil regresar en el tiempo pero si hacerlo a tan poca escala como retroceder el tiempo de su cuerpo al morir…

Una idea ilumina el rostro de Arlen.

El archivo de libros viejos que parecen de otra época, la manera extraña que todos tienen de comportarse, el hechizo para avanzar el tiempo de manera distinta en su guarida que ni es la "original" según Shroom. Todas las piezas encajan al momento y, abriendo un libro que encuentra en un inglés antiguo que se le hace difícil de leer, Arlen murmura.

- Eres… del pasado. Todos ustedes – No hay una respuesta, Arlen no espera una, recuerda un detalle más que, de pronto tiene sentido - Han venido del pasado… huyendo de algo, de alguien que les dio caza –

Entonces escucha un sonido indescriptible detrás, da la vuelta para encontrar a Saiki repentinamente más cerca. Suelta el libro y este toca el suelo levantando polvo entre ellos, el rostro palido de su Maestro no muestra una sola mueca de nada, completamente (y aterradoramente) neutral.

- Deduces rápido, para un huérfano inútil que ni sabe leer –

El rostro se encuentra muy cerca, le recuerda a su pesadilla, su garganta empieza a arder tan pronto como lo tiene en frente, dificulta que trague saliva haciendo que su tensión sea más obvia. No hay enojo en él y eso es lo más molesto, de estar enojado entonces podría sacar conclusiones, pero la falta de reacción comunica que su teoría es correcta.

Humanos que hicieron retirar a un dios, el peor golpe al orgullo que podría darle, Arlen se considera afortunado de no haber muerto en el acto.

- Espera lo suficiente junto al rio y los cuerpos de tus enemigos pasarán flotando – Repite el mensaje como lo recuerda, el que hizo que se diera cuenta de ese detalle, el mensaje que acaba de sentenciar una violenta muerte.

Finalmente una media sonrisa.

- ¿Quién dijo eso? –

- Un humano –

- Es verdad – No aclara nada, solo mueve su mano hasta que sus delgados dedos de uñas negras toman al humano por su mentón - ¿Es una derrota? –

- Estaba… no quise ofender… -

- Si simplemente espero, dejando que mi superior inmortalidad termine por ganar contra la corta existencia de mis enemigos. ¿Es eso una derrota o una victoria paciente? –

- Ninguno – Los dedos en su mentón aprietan un poco – Es solo… evitar el conflicto –

- Realmente no sabes cuándo dejar de hablar –

Otra mano se mueve rápidamente, Arlen mantiene la respiración esperando pulmones desgarrados, corazón aplastado, tráquea abierta como una flor o algo por el estilo, solo siente un piquete en la cabeza. Saiki se retira habiendo arrancado un simple cabello de su cabeza, da media vuelta y encamina hacia uno de los sillones.

- No esperé junto al rio, ni yo soy tan paciente – Agrega el dios, hablando sobre alguna manera de viajar adelante en el tiempo, lo cual explica por qué dijo que "volver es difícil".

¿Qué es lo que quiere en el presente? ¿Por qué se esmera tanto en gobernar la raza humana? ¿A cuánto llegará para lograrlo? Arlen tiene preguntas pero sabe que seguir en el tema solo le ocasionará dolor, decide levantar el libro en el suelo y continua inspeccionando todo como si no hubiese pasado nada, aunque ligeramente cubierto en sudor.

Saiki se sienta mirándolo disimular, disfrutando el miedo pero también su resistencia tan humana y primitiva. Entre sus dedos tiene el cabello que arrancó.

Tiene un color anormal, un brillo plateado inusual bajo la luz de la vela en la mesa que tiene en frente. Estira su mano hasta ponerlo sobre el fuego y verlo consumirse en pocos segundos.

Un solo cabello blanco.

El dios sonríe, sabiendo que, al final, todo siempre termina como lo planea.


Ahora en AO3 (Archive of Our Own) donde la historia incluye música e imágenes, bajo el mismo nombre y autor. Pasa por allí si quieres la experiencia mas completa.