Sentarse junto al trono de un dios.
Eso lo convierte en un ángel.
Eso es lo que dijo Saiki al momento en que Arlen entró en la habitación del trono. No había visto dicha habitación en mucho tiempo (¿meses?) principalmente se mueve por los pasillos oscuros, haciendo recados o siguiendo a Saiki. Una vez llegó allí el dios le indica su lugar, hay tres escalones entre el suelo y el trono, con suficiente espacio a su lado para que alguien esté allí y ese alguien ahora sería un simple humano.
Ocupó desde entonces ese lugar, obligado a estar de rodillas con los ojos puestos en el suelo y una túnica puesta con una capucha para tapar su rostro, la túnica es blanca con detalles negros, un símbolo de fuego ardiendo en la espalda, lo opuesto a lo que todos llevan. Saiki explicó una vez que su túnica lo diferencia del resto, como el humano que es y hace fácil que se vea cuando camina fuera de su celda, le recomendó nunca sacársela por su propio bien, al menos lo protege del frio en las habitaciones más espaciosas.
Ocupa el lugar junto a su trono desde entonces, prestando atención a lo que dicen, no entiende mucho de ello. Llegó a juntar alguna piezas del rompecabezas, hay tres tesoros que desean conseguir y los usarán para darle más poder a Saiki de alguna forma, pero al parecer sus planes habían sido frustrados una vez.
Nadie menciona cual es el plan realmente ¿Por qué alguien como Saiki necesita el poder de estos tesoros? ¿Qué quiere con él? Mientras más escucha más se acostumbra a todos ellos, más los distingue unos de los otros.
Magaki siempre habla más alto que el resto, altanero, Saiki no parece molestase con ello. Issin y Eridu se mantienen callados pero siempre juntos, al igual que Shroom y su pequeña acompañante Rimelo, cabizbajos y casi invisibles. Shion es difícil de reconocer con su túnica, se mantiene cerca de Magaki, a veces lo cuestiona pero no logra demasiado con ello. Hay otros miembros, Sajia, un hombre corpulento de bigote, Mukai siempre silencioso y otros que no ha visto fuera de estas reuniones. El centro de atención siempre es Botan, la muchacha de voz firme pero respetuosa.
Parece que ella siempre lleva la cuenta de lo que están haciendo y es la espía al exterior. La ha captado mirándole un par de veces, Arlen debe llamar la atención allí arriba pero la única que parece molesta por ello es Botan.
Las reuniones suceden poco.
Hasta cuando la furia de Saiki estalló, por una vez, no contra Arlen.
Al llegar a la sala del trono, Shroom fue el primero en frenarlo y susurrarle que se mantenga al margen puesto que el Maestro se encuentra de mal humor. Arlen no entiende muy bien por qué, temiendo que haya sido él quien lo hizo enojar, simplemente toma su posición junto al trono y se arrodilla como suele hacerlo. Los encapuchados llegaron de a poco, Saiki hizo presencia casi último y, finalmente, Mukai apareció ni llevando su ropa ceremonial y tomando posición frente a los escalones, puños en el suelo y mirada puesta fija en dirección baja.
Tan pronto como Saiki le ve todo el ambiente cambia, cada persona en la habitación aparta la mirada exceptuando a Magaki y Botan, el dios deja su típica postura recostada y se sienta derecho, sus pálidas manos tomando los brazos del asiento agigantado con furia silenciosa.
Arlen levanta la cabeza, cuando lo hace suele ser mirado con desprecio por algunos presentes pero ahora nadie le presta atención, solo lo hacen a Saiki, su nariz arrugada y su boca en una mueca de absoluto asco.
Su cuerpo se pone tenso por reflejo, esa cara no vaticina nada bueno.
- Mi Señor –
- Insolente animal salvaje – El dios le interrumpe, mas enfadado por el hecho de que no pudo hablar primero – Fuiste contra mis órdenes, atacaste a uno de los tesoros sin mi permiso ¿Cómo puedes excusar semejante falla? –
- Podría haberle ganado si Botan… -
- Eso no es decisión tuya – Habla despacio, su ira contenida es aterradora, el gigante de piel gris tiembla al ser interrumpido por segunda vez – Si ella no hubiese intervenido entonces ¿Qué? –
- … -
Esta vez la mencionada interviene, Botan da un paso al frente, su voz de alto volumen resuena en eco en toda la habitación.
- ¿Acaso sabes cómo extraer el tesoro? ¿Sabes que tan fuerte es él y si podría dar aviso al otro tesoro que todavía sigue suelto? Un ataque hecho de manera tan desorganizada es una sentencia de muerte para todos – Dice la muchacha con enojo - ¡Eres un inútil! –
- Hubiera traído su cuerpo aquí, ninguna espada es lo suficientemente filosa como para cortar una roca así de fácil –
- ¡Kusanagi ya te venció una vez! –
- Insultas mi orgullo así como, aquel que intento recuperar –
La habitación entera tiembla.
- ¡Esto no es sobre el orgullo de nadie! –
Saiki se levanta, pies sobre la tierra, mirada de furiosos ojos celestes puesta en los dos discutiendo, enseguida Botan agacha la cabeza y Mukai sigue el ejemplo. Arlen mismo se agacha un poco más, ocultando su rostro bajo la capucha blanca tan pronto como el dios alza su voz, se da una bofetada mentalmente por ser cobarde pero es una reacción instintiva a este punto.
Conoce esa mirada, le sigue el asesinato cruel y despiadado.
- Estamos aquí para recuperar nuestro lugar en la cima de todo, tenemos una oportunidad para hacerlo, hemos dejado mucho atrás para tirarlo todo a cambio de recuperar el orgullo… -
Sus palabras fallan por un momento, la habitación queda en completo silencio, Arlen recuerda las palabras que casi le cuestan la vida hace rato en el archivo. El orgullo de un dios lastimado al retirarse de simples humanos, muestra que no le importa pero realmente no puede soportarlo, mantiene su mirada firme y su figura imponente, pero el humano allí arrodillado es el único que lo ve realmente dudando en lo que dice.
No es sobre el orgullo de nadie, eso es mentira, todo tiene que ver con su propio orgullo. Ese es el único que importa.
- Retírate ahora mismo a la celda y espera allí – Saiki hace una seña con su mano y Mukai enseguida se para por completo – Necesito tiempo a solas –
Las figuras encapuchadas comienzan a dispersarse en la oscuridad, Arlen se mantiene en su posición, Botan mira a su Maestro directamente y este niega con la cabeza, indicándole que se quede.
Mukai desaparece, no muestra miedo.
Ha aceptado su castigo.
El gran salón cae en silencio una vez más, casi completo, las antorchas chispeantes llenan ese vacío desde lejos y el resto es simplemente el ruido de la tela en la ropa de Saiki mientras se sienta impasible. No está nervioso, aunque lo parece, se le nota enojado pero también intentando mantenerse tranquilo para no hacer alguna locura, una ira contenida que mantiene al humano arrodillado con la cabeza gacha. Botan se para frente a él, dos escalones por encima del suelo casi encima del altar, su túnica negra adornada con una piel de zorro rodeándole el cuello, tampoco se ve muy contenta pero está más preocupada en ver a su Maestro refunfuñar en silencio.
No hay mucho que pueda decirse a favor del gran guerrero de piedra, tampoco es que este vaya a rehusarse hacia el castigo que le impongan, sin siquiera mirarlos Arlen sabe que ambos miembros del clan comparten la misma opinión sobre el destino de Mukai. Botan se muestra recta y segura, mirando con desprecio hacia sus compañeros que ya han desaparecido, Magaki parece el más cercano al Maestro desde un punto de vista comparativo en poderes pero claramente Botan es importante también en rango.
- Ese maldito animal salvaje – Saiki frunce el ceño, finalmente hablando, arrugas entre sus delgadas cejas rubias oscurecen su mirada.
- Debería matarlo, Maestro – Botan responde rápidamente – Ya ha fallado demasiado, casi hace que todo sea en vano –
- No –
De repente encuentra su boca abierta y expresando una sola silaba, rompiendo el completo silencio que llevaba desde el momento en que salió de su celda.
Se da cuenta de lo que ha dicho pero no sabe exactamente por qué, una simple manera de desafiarlos quizás. Mukai le ha torturado pero fue bajo órdenes de Saiki, es el soldado más leal que ha visto allí y acata sus órdenes al pie de la letra, lo único más grande que su lealtad es su orgullo como peleador, aquello que probablemente lo ha puesto en problemas más de una vez.
Quiere taparse la boca pero sería demasiado notorio, negarse aún más denigrante, simplemente se queda quieto esperando a que continúen su charla, con los ojos puestos en el suelo sin poder notar como ambos dos se giran lentamente hacia él. Botan se acerca, un paso que retumba en toda la habitación, alza una mano para abofetearlo pero enseguida se detiene y Arlen levanta la mirada.
Saiki muestra la palma de su mano, determinante, capaz de parar el tiempo mismo pero, ahora usada como una absoluta muestra de control.
La mujer se detiene, rechina los dientes pero no mueve su mano un milímetro salvo que sea para retirarla.
- ¿Qué fue eso, pequeño esclavo? –
- No… deberías matarle –
Y así el dios finalmente ríe, una risa de tono bajo y amenazante, no disipa el ambiente caldeado de muerte asentado en el salón. Botan se relaja un poco, sonriendo también, mira de reojo al humano como si de una mancha en el suelo se tratara.
- El gusano tiene compasión – Escupe Saiki con desprecio – Arriba –
No es momento de dudar, Arlen se levanta, su túnica blanca reflejando los suaves colores cálidos de la habitación una vez que sale de la sombra del trono. El cabello rojo le molesta, lo hace a un lado con un movimiento de cabeza y observa como Saiki le llama a su lado con un solo dedo.
Se acerca cauteloso pero sin frenar, sabe que no hay escapatoria de lo que sea que esconde esa sonrisa creciente. Se para junto al trono, lo ve crecer de repente empujándose hasta estar parado y, luego, lo ve hacerse a un lado apuntando al trono con su mano abierta. Arlen no registra lo que pasa, mira al asiento y luego a él una y otra vez, finalmente Botan vocifera sus pensamientos.
- ¿Qué hace? –
- Silencio – Saiki comanda con su voz un absoluto silencio, Botan se encoje entre sus hombros, miedo momentáneo seguido por ira en su mirada – Tu siéntate –
Lo hace, la silla es sorprendentemente cómoda para estar hecha de algún material con aspecto rocoso. Ve toda la habitación desde allí, siente algo en el pecho, se siente nervioso pero en control, debe ser la autoridad imbuida en ese lugar que tantas veces ha visto ocupado por el autoproclamado dios. Saiki mantiene sus manos en la espalda y lo rodea, camina por detrás del asiento y termina del lado izquierdo, inclinado hacia delante de modo que su rostro se acerca para susurrar.
- ¿Te sientes en control ahora? –
- Es… imponente -
- Ponte entonces en mi lugar, mi piadoso gusano – El dios vuelve a enderezarse, echando a andar por detrás hasta rodearlo y aparecer por el lado derecho – Para un dios sus fieles sirvientes lo son todo, tienen que ser incondicionalmente leales y acatar sus órdenes al pie de la letra o sufrir la ira divina, tú lo sabes más que nadie –
- … - Arlen guarda silencio, su torso pica de solo recordar.
- ¿Qué harías tu si uno de esos súbditos continua desafiando tus ordenes por un honor que clama ser más importante que tu guía? –
- ¿Por qué no dejarlo ir? –
- ¿Qué clase de dios seria entonces? – Responde rápidamente el rubio – Incluso el tuyo castigó a los humanos de tanto en cuanto ¿No? –
- Aun así… matarlo… -
- ¿Por qué no matarlo? –
Arlen duda un momento, no le debe nada a Mukai y es posible que ni se lo agradezca aunque fuera a saber lo que está haciendo por él, incluso podría enojarse por ver a un humano defenderlo, aun así está mal. Nadie más puede morir a manos de Saiki, especialmente alguien que no es tan terrible como Magaki o Botan.
- Porque no tienes suficientes miembros – Arlen reacciona – Si vienes del pasado significa que todos aquí son los únicos que quedan, reclutar nuevos tomaría tiempo –
- Hablas con razón, por una vez, humano – Asiente el rubio – Pero ciertamente no puedes dejarlo así… a menos que quieras tomar su lugar –
Bufa, el muchacho siente un escalofrió en solo pensar volver a sufrir algo como ese castigo, sus ojos se nublan, su cara pierde todo rastro de humanidad por un segundo. Incluso si Mukai no es malo del todo, aun así es parte de ellos y lo hizo sufrir sin pensarlo, podría haber actuado casual como Shion pero no, eligió a su dios.
Mukai eligió su camino, no más sufriría por alguien que está conforme con ello.
- Azótalo –
- ¿Solo eso? Un poco aburrido –
- Es completamente leal, entonces mantenlo en su celda, ojos cerrados, completamente inmóvil… azótalo en intervalos, que no se mueva un poco –
Enseguida una carcajada lo deja sordo, el dios pone una mano en su frente y echa a reír exageradamente, la risa escalofriante de un ser sádico que acaba de encontrar satisfacción. Arlen se siente asqueroso, haber dicho algo así le repugna, ni sabe de dónde ha salido, un pensamiento repentino que le arranca del asiento, va a pararse con todas sus fuerzas y nadie lo detiene.
Casi se tropieza al levantarse, baja los escalones rápidamente cuidando de no chocar con Botan.
- ¡El miedo a lo desconocido! La sorpresa del dolor, la expectativa que carcome las entrañas – Poco a poco muere la risa, reemplazada por un ronroneo interesado – Si tienes entereza cuando la necesitas, pequeño juguete mío –
- Los humanos son sádicos bastardos por naturaleza – Botan deja salir un comentario venenoso.
- ¡Tienes material perfecto para ser mi ángel! Sentándote a mi lado, susurrando castigos – Saiki vuelve a tomar posición en su trono, exageradamente, se deja caer y alza los pies para cruzarlos y volver a bajarlos, todo mientras se relame asquerosamente – Un ángel de castigos ¿Eso no te hace el demonio? –
Arlen, que ha tenido suficiente, sudando por solo haber dicho semejante barbaridad, señala al dios de blanco amenazantemente.
- ¡Tú eres un demonio! ¡Yo no soy como tú! –
Pero su comentario solo encuentra otra risa, desesperante y burlona. Es comandado de volver a su lugar mientras Saiki da la orden de castigo a uno de sus acólitos, todo mientras le mira de reojo.
Cuando la reunión termina Arlen se queda allí hasta que Shroom pasa a buscarle, Saiki le ordena que no deambule solo aunque le agradece por su ayuda lo cual irrita más al humano. Camina por los pasillos sin siquiera mirar arriba, el paso de su acompañante es mortalmente lento como siempre pero al menos eso le da tiempo a pensar mientras se dirige a su celda.
No hay muchas vueltas que darle al asunto, sin embargo, lo que dijo lo hizo para zafarse, un castigo simple jamás serviría y terminaría por condenarlo a él también. Dijo lo que dijo por simple conveniencia, no por odio a Mukai ni nada por el estilo, tampoco se siente culpable por ello, ha estado en su posición y, teniendo la elección, siempre preferirá salvarse del dolor.
Pronto ve como su paso se acelera y se encuentran hombro con hombro, Shroom da un suspiro que lo saca de sus pensamientos.
- Sí que has quedado callado – Dice el rubio – No te estás quejando de todo –
- No quiero… hablar de ello –
- Bien, no soy tu consejero o algo por el estilo –
Como siempre Shroom se muestra agradable.
- ¿Cuánto crees que…? –
Arlen trata de preguntar por Mukai, sobre cuánto tiempo puede que lo tengan encerrado pero enseguida algo lo detiene. Levanta la mirada para encontrar una repentina figura que ondea en cámara lenta, saltando frente a los dos, una larga túnica negra que tapa cualquier rasgo exceptuando manos de piel blanca enfermiza y un mentón sonriente de dientes filosos.
El humano retrocede, Shroom se agazapa pero enseguida es atacado, el atacante lo toma de su ropa y lo hace a un lado, llevándolo con una fuerza impresionante hasta chocarlo contra una pared del pasillo. El pelirrojo retrocede lo suficiente para no quedar atrapado en el combate pero su espalda es atacada por un escalofrío.
Una segunda figura, de más de dos metros de alto, con la que choca retrocediendo.
- Tch –
Un rápido giro para golpearla con su codo pero es detenido sin mucho problema, un golpe débil que no pudo ni preparar, enseguida su brazo es torcido con una fuerza anormal. Escucha un crujir, sus huesos a punto de romperse, luego un golpe a un lado de su cabeza lo envía al suelo de rodillas, casi colapsando por el tremendo poder.
Con la mirada algo borrosa distingue al atacante que tiene a Shroom contra la pared, sus cabellos largos color carmesí asomando y tapando parte de su rostro. Hace un esfuerzo para ver quien lo sostiene pero es amenazado por otro golpe, no necesita hacerlo sin embargo, dos voces lo hacen obvio tan pronto como hablan.
- No queremos muerte / Sería un desperdicio derramar sangre en el pasillo –
Se responden uno al otro, Eridu e Isin.
- No pretendo morir por un humano, Eridu – Shroom responde, alzando sus manos en el aire, no se resiste pero aun así lo mantiene contra la pared – Si quieren que me vaya, podrían pedírmelo –
- Silencio / A callar, insolente –
El humano escucha sobre él la voz grave de una mujer, sin duda Isin, quiere hablarle pero tan pronto como sus labios se separan el brazo que mantiene apresado se mueve ligeramente, lo suficiente para recordarle que puede partirlo como una ramita.
Un brillo plateado, algo que no ha visto en un largo tiempo, parece un haz de luz solar que ilumina su existencia un segundo, pero es solo una mentira. Siente presión en el cuello, un hilo tan fino como lo es posible pero de una firmeza que desafia la lógica pronto lo tiene preso, al mismo tiempo que Isin deja ir su brazo.
- Perro humano –
La voz femenina habla con desprecio, el hilo tira de su cuello y su cuerpo entero se mueve hacia la izquierda, el entero lado izquierdo de su rostro y cabeza golpeando con fuerza la pared cercana. La roca tallada aspera se siente terrible, es separado lentamente y otra vez su cara es estampada. Da un quejido de dolor al tiempo que cae al suelo, a poco de haber quedado inconsciente.
Tuerce su mirada en dirección de los pasos acercándose por el pasillo, despojada de su molesta túnica negra, el mismo animal tieso adornando su cuello, mueca de asco pintada entre sus carnosos labios.
- Botan – Arlen musita, sintiendo el inconfundible calor de la sangre pintando parte de su rostro.
- No digas mi nombre tan abiertamente, perro sarnoso –
Él se esfuerza por levantarse, no parece que Isin vaya a frenarlo, le cuesta mantenerse firme después de golpearse de tal manera, apenas llega a estar de rodillas cuando se detiene con Botan ya frente a frente. Aprieta sus dientes, sabe que no puede hacer más que mirarla, no con su cuello atado y una enorme guardaespaldas detrás dispuesto a rompérselo aún más rápido que el hilo.
- No sé qué quiere el Maestro contigo, francamente me parece repugnante que le hables como lo haces – Cruza sus brazos desnudos, realmente habla con un asco que es contagioso, el olor a sangre le llega a la nariz y arruga la misma torciendo la cabeza – Pero no volverás a contradecirme jamás –
- ¿O qué? –
- No podré matarte pero te aseguro que el castigo que Mukai está sufriendo no será nada comparado a lo que yo puedo idear –
Debería disculparse, pero Arlen guarda silencio, un silencio rabioso.
- Tampoco vuelvas a mirarme nunca –
De algún modo ella le saca más las casillas que Saiki, y en un tiempo record, puede que el dolor de su cabeza esté afectando eso.
- No eres tan hermosa –
- Heh –
Una bofetada le voltea hacia un lado, su mejilla arde así como su mirada intensa.
- Quédate allí de rodillas unos minutos, pequeña mascota – Remarca la mujer, dando media vuelta para retirarse – Eres bueno para eso, al menos lo reconozco –
Pronto desaparece doblando la esquina por el pasillo, la sigue de cerca la enorme Isin y finalmente Eridu, quien sisea una vez en dirección de Shroom antes de correr tras ellas dos. El rubio acomoda su túnica y su cabello, se acerca unos pocos pasos hacia Arlen quien continua allí arrodillado, sintiendo su mundo entero que se tambalea de izquierda a derecha.
La sangre cae al suelo, gota a gota, el único sonido en el pasillo por unos minutos.
La bruja de los hilos, una repentina amenaza que lo ha desarticulado en unos pocos segundos y le ha humillado más que cualquiera allí exceptuando Saiki. Arlen presiona sus dientes, el dolor llega a hacerle rechinarlos mientras la sangre se desliza entre sus labios y sabe a metal.
Finalmente Shroom habla.
- Botan no era particularmente importante antes pero… se ha ganado la confianza del Maestro en muy poco tiempo al venir a esta época – Menciona mirando de lado en dirección por donde han desaparecido ya los tres – Yo me mantendría fuera de su vista… lo más posible –
- Kh… - El dolor casi le arranca lágrimas, pero más que eso el hecho de que todavía sigue de rodillas, como ella le indicó.
Incluso si se mantiene fuera de vista Arlen tiene el presentimiento de que no hay escapatoria ya, ha pisado una de las redes, está atrapado en lo que sea que Botan planea ahora en adelante.
La bruja de los hilos se ha presentado ante él para decirle que no intervenga.
No tan fuerte pero tan peligrosa como el mismo dios que lo ha capturado…
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