- Hazlo breve, mujer –
La aludida mujer de corto pelo frunce el ceño, nadie frente a ella, escucha pasos arrastrados rodeando la columna en la que se apoya con brazos cruzados. La manera en que menciona su género tan despectivamente le causa asco, pero no dice nada, no lo hace por mantener una conversación civilizada que no termine en tres insultos y cada uno por su lado. La habitación mayor, con el trono vacío, zumba con su soledad, exceptuando a ellos dos claro está, y dos guardaespaldas más que se encuentran cerca de la entrada.
- Supongo que sabes lo que ha estado haciendo el humano – Botan escupe, acrecienta su mueca de incomodidad – Desde que lo mataste –
- No puedo decir que me importe lo suficiente para prestarle atención, lo lamento, querida –
- Pues debería, Magaki –
El hombre se encoje de hombros, su sonrisa sedienta de sangre también crece conforme se acerca a la bruja, su gran altura dejando que se incline sobre ella causando una amenazante sombra. Apoya su brazo en la columna, también colgando sobre la mujer, atrapándola, al menos eso cree él.
- Déjame adivinar ¿Ha estado pasando el rato con nuestra desleal florecilla oriental? –
- No solo eso – Niega ella con la cabeza – Ha convencido al Maestro de que deje su celda abierta, camina entre nosotros como si fuera… importante –
- Parece que tienes sentimientos fuertes por él ¿Algo reprimido quizás? ¿Sientes humedad en tus pantalones? –
Entre las columnas oscuras el silencio muere un segundo, lo que Botan tarda en dar una bofetada al alto Magaki y forzarlo a que vuelva a pararse derecho. El hombre ríe, la asesina con la mirada pero aun así se mantiene quieto, sabe que no vale la pena meterse con ella. La mujer camina hasta llegar junto al trono, acariciando la piel de zorro que descansa sobre sus hombros.
El trono vacío se ve cómodo, el poder es tentador, se limita a pisar el primer escalón y mirar fijo el asiento con una expresión neutra.
- Tu rivalidad con Shion no es secreto, ha existido desde que le reclutaste al clan – Botan menciona, escucha al hombre de traje blanco caminar por detrás mientras se soba la mejilla.
- Una rivalidad implicaría que estamos en igualdad de condiciones, querida –
- Y tú eres más fuerte, pero aun así estamos de acuerdo en que la insubordinación y las peleas entre nosotros terminarán por hacernos fallar nuestra misión –
- ¿Entonces? –
- Si un conflicto violento fuera a producirse, nunca se sabe lo que puede pasar. El humano podría quedar herido de muerte y ser acusado de un intento de escape… en ese caso Shion no puede intervenir, alguien debe ocuparse de él también, como traidor, una vez muerto no podrá defenderse –
El plan es claro, aun así el breve silencio deja a Botan desconcertada, creyendo que realmente Magaki piensa en acceder más solo encuentra una mano sobre su rostro mientras comienza a reír.
Una risa entre labios que se abre en una sonrisa amplia de dientes blancos como su traje, pronto se transforma en una carcajada abierta que rebota en lo más alto de la ostentosa habitación. La mujer lo mira sin mucha diversión en su amarga cara, la risa dura mucho, demasiado para su gusto, si no fuese Magaki entonces la burla hubiese terminado en cinco segundos con la cabeza de la otra persona rodando en el suelo.
- Hah… haha… - Muere lentamente la risa de Magaki, termina relamiéndose los labios, sus ojos predatorios desnudándola con una sola mirada – No es que odies al humano, puedo verlo en tus ojos. Odias el hecho de que el Maestro no sabe ni tu nombre –
- ¡¿Qué dices?! – Ofendida, ella encara hacia adelante, encuentra solo mas burla.
- Desde que llegamos aquí has trabajado duro, lo más que has trabajado desde que te encontramos en aquello pueblo de mierda. Odias al humano porque te recuerda a esos campesinos, te recuerda también a los que quedaron atrás en nuestra guarida en la superficie… te recuerda que al Maestro no le importas – Ahora es el hombre de blanco quien da un paso al frente - ¿Acaso es por el querido Maestro que tienes esa mancha húmeda entonces? –
- Eres un bastardo ¡No te he traído para que me in…! –
Se frena de repente cuando dos dedos presionan sus mejillas, una de cada lado, duelen, son fríos, le dan un miedo indescriptible. Magaki de cerca es aterrador, un zumbido ocupa sus oídos, como si solo su respiración hiciera más ruido que cualquier cosa en el mundo.
- Puede que al Maestro no le intereses, pero a mí si – La presiona más, acercándola hasta que pueden casi tocar sus labios – Voy a lidiar con Shion en mis términos, pero lo sacaré del camino. Aunque sea solo para verte actuar –
La deja ir, ella sacude la cabeza y retrocede, se tropieza con un escalón del trono y cae sentada en el mismo. Acaricia su propia mejilla, donde siente el calor regresar poco a poco, el aliento asqueroso de Magaki todavía impregnado en su nariz, causándole nauseas.
- Pero el humano muriendo no es algo que te ayudará con nuestro Maestro –
Eso le regresa la compostura.
Aparenta ser un sádico bruto pero Magaki es el más experimentado allí, siendo el primer miembro del Clan antes que siquiera hubiera un clan. Nadie sabe exactamente donde conoció a Saiki, si fue humano alguna vez siquiera, pero lo único que se sabe es que conoce al susodicho Maestro mejor que cualquiera allí abajo. Si él dice eso, es seguro.
- ¿Por qué? ¿Cuál es su fijación con ese humano? –
- No lo sé – Se encoje de hombros el alto hombre – Pero si sé que le importa mucho. Si lo matas de la nada no serás menos traidora que Shion –
- ¿De qué hablas? –
La sonrisa sádica aparece una vez más, puntiaguda, aterradora, voraz.
- Deberías mirarlo a los ojos, querida –
Una mirada vacante.
Seca.
Fría.
Donde una vez un humano desafiante y tenaz se encontraba ahora hay un rostro tranquilo, no muestra tristeza en la superficie, solo inquietante tranquilidad. Se sienta frente a la baja mesa sobre sus propias piernas, cuerpo cubierto por una camiseta negra maltrecha y sus pantalones hechos jirones que apenas se mantienen en una pieza.
La habitación en que se encuentra pertenece a Shion, no es muy grande y no está iluminada de la mejor manera, lo principal allí son armas apoyadas en repisas de madera para exponerlas, lanzas de todo tipo, espadas y dagas. Hay una cama en la esquina sobre la que descansan rollos, tinta y pinceles, luego junto a una pared un horno de barro que repiquetea. El fuego se refleja en los ojos del muchacho, al menos hasta que el dueño de la habitación se sienta frente a él.
El humano ha sido liberado, en cierta forma, su jaula ha quedado abierta y ahora su prisión es solo otra habitación. Saiki ha anunciado la decisión frente a unos pocos miembros del clan, dejando saber que, si bien todavía un esclavo, no deberían alarmarse de verle caminar por ahí libremente. ¿Por qué dejarlo rondar? La verdadera pregunta que todos se hicieron pero nadie mencionó en el momento.
Teniéndolo en frente, Shion no tarda en darse cuenta. Jamás pensaría en escaparse o socavar los planes de su maestro, simplemente no tiene fuerzas para ello, se encuentra completamente rendido.
Al final, el Maestro ha logrado romperlo.
- ¿No te alegras por tu libertad? –
- Libertad… -
El humano deja salir un suspiro, le parece que lo ha dicho en burla. Al menos todavía tiene la capacidad de responder. Shroom ha mencionado que sigue siendo mordaz con él, aunque cada vez menos, parece por momentos un fantasma pálido.
En un vaso de metal sirve agua para ambos, el humano la toma con ambas manos y la pone cerca de su cuerpo. Tiembla sintiendo la textura del vaso transpirado por la fría agua y luego procede a tomar, grandes tragos, sonoros, poco apropiados pero entendibles, el agua que le dan de beber no debe estar ni limpia.
- ¿Qué es ese olor? – Pregunta, limpiando con su mano el agua que chorrea por su mentón.
- Estoy cocinando – Responde Shion, señalando al horno – Sajia dijo que no le molestaba traerme tú comida aquí primero y que yo me encargue del resto –
El chico se tensa con solo escuchar ese nombre, intenta disimularlo claro, falla, mantiene el vaso metálico entre sus dedos aferrándose al frio metal. Ojea la vasija donde descansa el resto del agua, Shion la desliza hacia él y este no tarda en llenar de nuevo su vaso.
- ¿Por qué lo hiciste? – Dice, al cabo de otra seguidilla de tragos alargadamente exagerados – Lo del veneno. No fue por conveniencia, poco debería importar como muero –
- No… lo sé –
No es por información, tiene razón, ni el propio muchacho asiático sabe por qué lo hizo. Ve en ese humano un reflejo, algo que no había notado de hace mucho ni siquiera en sus víctimas. Ve esperanza en él, una persona que ha sufrido todo lo que Saiki pudo imaginar como castigo pero ha sobrevivido y continua resistiendo, ve en él una parte humana que perdió hace rato pero vuelve a quemar en su interior cuando alza su voz y cuestiona su esclavitud.
¿Cómo es eso llamado? ¿Lastima? ¿Interés?
- No quiero verte desaparecer – Es lo mejor que le sale – Quiero verte demostrar que los humanos pueden resistir –
- Entonces no eres mejor que ellos. Eres igual de sádico –
Shion va a protestar pero entonces se queda congelado. El rostro del humano es otro completamente, de mentón puntiagudo y nariz respingada, piel blanca como papel y la mitad de su cabello de un color platinado que tapa parte de su mirada. Una mirada de odio puro pero tranquilo, lo congela en el acto, es como un reflejo que reacciona inmediatamente al recibir esa expresión de ira concentrada.
Al cabo de unos segundos los labios del humano tiemblan y regresa a servirse más agua, inclinando su figura sobre la mesa.
- Lo… siento – Dice, el dolor regresa a su voz – Intentas ayudarme y… soy ingrato –
- Te ayudé porque… te vi llorar. No he visto eso en mucho tiempo, me recordó que eres un humano al fin y al cabo –
- ¿Lo soy? – Con sus dos codos en la mesa, él continua mirando hacia abajo, una posición penosa que adorna con una forzada sonrisa de burla hacia sí mismo – Apenas y siento que soy algo –
- Sigues vivo, ¿No? –
El muchacho alza la cabeza, Arlen es su nombre, Shion no puede entender cómo se siente. Siempre ha sido un guerrero, desde que tiene memoria él es la muerte de sus enemigos, no hay más que eso, nunca sintió que sea más o menos humano que cualquiera. Lo mira directo, sus ojos rojos incapaces de comprender la tristeza, sus manos de dedos delgados buscan y encuentran la del humano en medio de la mesa, simplemente para tocarlo y poder sentir el calor.
El calor indiscutiblemente humano, el mismo calor que siente de él, el que le dice que todavía es diferente al resto allí.
- A veces siento que no lo estoy – La indiferencia en su rostro es dolorosa. El humano desafiante se fue y apenas brilla a través de esos ojos secos y esa sonrisa dolida.
Shion frunce el ceño, frustrado.
Como arena que se escapa entre sus dedos, no puede hacer nada por el humano, no sin rebelarse abiertamente contra quien juró absoluta lealtad. El orgullo de un guerrero contra el dolor ajeno que nunca había sentido. El calor de la mano humana se siente a gusto, sin duda del otro lado Arlen es asaltado por el frio de su piel demoniaca.
Silencio breve, incomodo, y luego a comer, juntos.
Comer.
No lo hace a menudo pero en compañía se siente bien.
El cuarto está oscuro por completo cuando Shroom finalmente llega. Hay restos de una comida de hace un rato sobre la mesa enana y las velas que alumbraban todo comienzan a disiparse poco a poco. Distingue entre los velos del negro manto lúgubre a una figura de amarillo, sentado en el suelo, inclinado sobre algo, rodeado por un sonido metálico arrastrado que ni le deja saber sobre la visita.
El rubio alto se para allí observando, chispas alumbran repentinamente el cuarto y mueren al llegar al suelo, mueren rápido sin dejar rastros. Hay olor en el aire, olor a especias y carne cocida, olor agradable que no siente desde su última visita a la superficie. Pone ambas manos en su cadera, esperando, sin duda Shion se ha percatado de su presencia pero simplemente decide ignorarlo.
- No recuerdo que nunca me hayas invitado a cenar, Shion. Siento un poco de celos – Su tono aburrido acentúa el sarcasmo de la broma, siempre hace eso para romper el hielo, una costumbre que le gustaría dejar atrás pero aún le produce gracia, cuando reaccionan de alguna manera inesperada claro.
En caso de Shion, está distinto. Su usual sonrisa predatoria no está al voltear, está serio, ofendido incluso, no siente ira hacia su persona lo cual Shroom agradece.
- ¿Qué quieres aquí? –
- Veo que nuestro amigo y tu han pasado tiempo de calidad juntos – Ojea por encima de su hombro el caluroso entorno hogareño – Espero que jugar a la casita no te haya distraído tanto como para no notar lo obvio en él… -
- No pude dejar de mirar sus ojos –
Definitivamente eso suena sospechoso fuera de contexto pero Shroom lo deja pasar, el recuerdo de esos ojos también lo pone incómodo. El humano, antes único y subversivo, cada día se parece más a su "dueño". Su piel es más pálida y su cabello más lacio y plateado aunque mantiene unas pinceladas rojas. Es un cambio más notorio de cerca, especialmente el último tiempo, pues como Shion menciona sus ojos son paralizantes.
Antes una mirada confundida ocultando miedo, color gris como un día nublado.
Ahora han adoptado un color celeste brillante, frio, invernal e inhumano. Ahora su expresión tiene un leve toque de cinismo, resentimiento, la mirada de un hombre derrotado con unos ojos que no le pertenecen. Incluso su rostro se ha transformado, con facciones más afiladas y femeninas.
Cada momento que pasa el humano se parece más a la imagen del Dios.
- No hay duda que ya no tiene vuelta atrás – Shroom menciona – Dijiste que solo me ayudarías si nuestro Maestro debe ser detenido. Sabes ahora lo que va a pasarle a la humanidad –
- ¿Desde cuándo te importa la humanidad? –
- No me importa, pero entre vivir en este mundo humano y en un infierno desolado ¿Qué escogerías tú? –
- ¿Y qué sugieres? –
- Esperamos al momento adecuado, a saber que planea Saiki –
El nombre dicho así con tanta naturalidad le llama la atención. Entre sus manos brilla la hoja plateada de un cuchillo atado a una soga roja.
Quiere decir que no, que es traición. Es un guerrero honrado y el Maestro prometió pelear con gente fuerte, al mismo tiempo apenas ha cumplido su parte del trato desde que se unió al clan. Pensar en actuar contra su actual maestro le da nauseas, notorio en su pálida cara que se contorsiona entre verse enojado y confundido. Solo accedió a ayudar a Shroom momentáneamente con la esperanza de pelear a Magaki, sabe que este es suficientemente cercano al Maestro como para oponerse, y que esa sea la excusa para su batalla. Algo dentro de Shion resuena, algo que no le deja negarse, algo que va creciendo conforme Arlen se apaga…
¿Compasión?
- ¿Y qué hay del humano? –
- Tenemos que asumir que no será confiable – Shroom frunce el ceño – No sabemos qué tanto control tiene Saiki sobre él –
Con la cuerda roja enredada en su mano Shion camina hacia la mesa, donde descansan los platos de madera y el jarro de agua vacío. Mira sobre donde estaba el humano antes, recordando esos ojos, esa ira contenida que le paralizó, era igual a la de su Maestro.
- Si se pierde – Dice, aferrándose a la hoja al punto de que la sangre empieza a brotar de su mano, goteando sobre la mesa – Lo mataré yo mismo y terminaré con su miseria –
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