Draco despertó en una habitación que no reconocía, le dolía la cabeza y todo le daba vueltas. Se removió intentando enderezarse, pero su cuerpo dolía. Imágenes de su pesadilla nocturna comenzaron a aparecer en su mente. Todo iniciando desde que un hombre atractivo con el que había decidido follar se convertía en Harry Potter. Un tipo en el que no había pensado en años.
Pero sus recuerdos se hicieron más claros, haciéndole comprender que en realidad no había tenido una pesadilla, era Harry Potter aquel hombre de los espectaculares ojos verdes. Se sintió enfermo de sólo recordarlo, peor aún, se abofeteó mentalmente por haber huido como un idiota de la casa de Potter. Y después... recordó que se encontraba en la habitación de huéspedes de la casa de su tía Andrómeda.
Había bebido como loco. Afortunadamente su tía guardaba pociones para la resaca en el gabinete del baño.
Antes de volver a su departamento decidió tomar una ducha rápida y pasar la mañana con su tía y Ted antes de tener que contarle a su amigo lo mal que le había ido la noche anterior. Y mientras tomaba el baño nuevamente recordó lo sucedido.
Cómo al preguntarle al mago si era Potter y ver que en efecto lo era sus nervios se pusieron al límite.
— ¿Potter? —al exhalar la pregunta los ojos verdes del contrario nuevamente se enfocaron en él.
— Al fin te das cuenta —contestó de un modo frío y serio.
— ¿Pero qué? ¡Me engañaste! —Potter arrugó el entrecejo. Eso estaba muy lejos de ser cierto.
— No, no te engañé, tú fuiste el que no me reconoció. La culpa no es mía.
— ¿Por qué me trajiste aquí? —gimió comenzando a sentirse inmensamente avergonzado.
— El sujeto con el que bailabas, bueno... Cuando te vio alejarte rumbo a la salida se puso de pie junto con sus acompañantes. Escuché decirles que te darían una lección —al escuchar la explicación del moreno se sintió asustado y agradecido por la ayuda, luego regresó a su mente el momento en que se besaron y como deseó ser follado en ese momento, sin importar que estuvieran en un sucio callejón, la irritación se hizo más abrupta y lo ofendido que se sentía al saber que precisamente Potter lo había salvado le hizo querer llorar.
— No esperes que te lo agradezca —dijo tratando de demostrar cuan enfadado estaba, salió del departamento y caminó sin rumbo, encontró una tienda de alcohol donde compró una botella de Vodka de mandrágoras y una de Wisky de fuego. Se apareció en casa de su tía porque no sabía a dónde más ir, no podía ir a su departamento, pues cabía la posibilidad de que Theodore estuviera con algún amigo. Afortunadamente su tía siempre lo recibía con gusto. Y ya encerrado en la habitación bebió el contenido de ambas botellas sin restricción.
— ¿Y cómo te fue anoche? —cuestionó Theodore sin apartar la mirada del libro que estaba leyendo.
Draco resopló.
— ¿Tan mal te fue? —preguntó esta vez prestando su total atención en el rubio.
— No sólo me fue mal, me fue pésimo —Theo arqueó una ceja mirándolo con preocupación—. Casi termino follando con Potter —el castaño tardó unos buenos segundos en entender de qué estaba hablando.
— ¿Potter? ¿Harry Feúcho Potter? ¿El de Hogwarts?
Draco recargó los codos sobre el respaldo de un sillón individual y cubrió su rostro con las manos asintiendo.
— No tiene sentido —Nott continuó hablando—. ¿Cómo terminaste "casi" follando con Potter el escuálido, cuatro ojos, cara rajada?
— ¡Esa fue la trampa! —exclamó frustrado—. Continúa siendo un cuatro ojos, su cara continua rajada, pero no tiene nada de escuálido, por el contrario, ahora parece totalmente mi tipo si ignoramos que se trata de Potty.
— Oh... —Theo se quedó en completo silencio, su boca en forma de una O y su mirada fija en la pared.
— Lo sé, fue un asco de noche —gimió derrotado.
― ¿Y entonces dónde pasaste la noche?
― Con la tía Andrómeda.
El castaño decidió reconfortar a su amigo invitándolo a comer a SUSHISAMBA un restaurante de lujo dónde combinaban todo tipo de comida extranjera. Draco amaba ese lugar por lo que aceptó gustoso y después de un exquisito platillo y un delicioso postre estaba totalmente decidido a olvidar el incidente de la noche anterior.
— Esto es lo mejor del mundo —gimió degustando un bocado de su capirotada, un postre de origen latino.
— Me alegra que estés recuperado —Draco asintió feliz, sus mejillas sonrosadas y sus ojos cerrados indicaban que se encontraba extasiado.
Más tarde, ambos volvieron al departamento, Theo regresó a su lectura y Draco se dispuso a adelantar un poco de trabajo, pero mientras intentaba concentrarse en los pergaminos esparcidos por el escritorio se dio cuenta que no podía dejar de pensar en Potter. Y es que cómo no hacerlo, el tipo había cambiado demasiado. Era alto, por supuesto no tanto como él, pero sus bonitos ojos, su sensual cabellera despeinada, sus músculos marcados, su perfil griego compensaban ese insignificante detalle.
Fue entonces que se preguntó cómo es que había logrado tal transformación.
— Maldición —masculló cansado—. Esto no está bien —y no lo estaba, en vez de estar escribiendo estaba pensando en Potter, incluso se sentía patético. Entonces decidiendo que si no se despejaba no iba a poder concentrarse y por tanto no iba a terminar los deberes así que se puso de pie y tomó su chaqueta, salió a la sala donde Theo continuaba disfrutando de su lectura.
«Voy a salir —informó caminando en dirección a la salida.
— ¿Quieres que te acompañe? —preguntó su amigo apartando la mirada del libro.
Draco negó sonriendo.
— No, solo necesito despejarme un poco, volveré en unas horas.
Y dicho eso salió del departamento, posteriormente del edificio y comenzó a caminar sin rumbo aparente, simplemente disfrutando del templado clima de la noche.
Justo cuando decidió que era el momento de regresar dio media vuelta y volvió por las mismas calles que había recorrido. Sin embargo, hubo una en específico que estaba totalmente vacía, era una calle por la que siempre transitaba gente, por ello no pudo evitar sentirse nervioso al no ver a nadie pasar. Aceleró los pasos y afianzó la varita en su mano, escuchó pasos detrás de él, giró la cabeza brevemente para ver si alcanzaba a ver a alguien, pero el lugar realmente estaba desolado. Continuó su camino, tratando de caminar más rápido, pero sin que pareciera que estaba corriendo. Iba a llegar al final, sólo unos cuantos pasos para dar la vuelta y estar en la avenida principal cuando fue interceptado por alguien.
Iba a gritar, pero al reconocer el rostro apretó los dientes y exclamó queriendo transmitir su enfado: — ¿Acaso has estado siguiéndome? —y no recibió respuesta, pues el hombre lo abrazó por los hombros en un rápido movimiento. Y antes de que Draco pudiera preguntar qué diablos estaba haciendo sintió la inconfundible sensación en el estómago de la desaparición.
— ¡PERO QUÉ MIERDA TE PASA, POTTER! —gritó exaltado. Y esperó una respuesta, pero está jamás llegó, en lugar de eso, Potter comenzó a mover su varita susurrando hechizos que Draco pudo interpretar como barreras de protección.
En ese instante comenzó a sentirse alarmado y buscó su varita, justo en el antebrazo izquierdo, dónde siempre la ocultaba. Al no notar su presencia buscó en el derecho y luego... Cayó en cuenta de que se suponía todo el tiempo la había traído en la mano.
— Pierdes tu tiempo —Potter habló—. Te la he quitado antes de que nos apareciéramos.
¡QUÉ! ¿Acaso había dicho que lo desarmó sin que él se diera cuenta?
Una vez superado el estupor gritó con voz firme y enojada: — ¡DEVUÉLVEME LA VARITA! —y extendió el brazo mostrando la palma de su mano.
— Me temo que no puedo hacer eso —respondió el hombre con tranquilidad. Para ese momento ya había terminado de levantar barreras a la casa y ahora su atención estaba centrada completamente en el rubio.
— ¿Y por qué no? —cuestionó comenzando a sentir pánico—. Dámela Potter, necesito volver casa.
— No lo haré y tampoco volverás a casa, por ahora, así que te aconsejo te pongas cómodo...
— ¡QUÉ! —esta vez el miedo se apoderó de él haciendo que su corazón comenzara a latir desenfrenado—. No, no, no —maldición estaba comenzando a tener una crisis nerviosa—. Debo volver con Theo, el lunes tengo que ir al ministerio, no puedo faltar —en su creciente desesperación comenzó a recitar todas las actividades que tenía planeadas para el futuro y mientras tanto Harry permanecía inmutable desde su posición—. Potter, no es divertido. Sé que durante la escuela no nos llevamos bien y si, tal vez me merezco está broma, pero por favor ya déjame ir, de verdad de todo corazón te pido me disculpes. Yo era un inmaduro e idiota ser humano, pero he cambiado, ya no soy el de antes. Por favor, Potter, regrésame mi varita.
Su respiración agitada no le permitió continuar hablando, el recuperar el aliento ahora era prioridad.
— Te creo, Malfoy —dijo Potter, Draco se sintió un poco aliviado, aunque ese alivio se esfumó de nuevo al escuchar el resto de la respuesta—, no obstante lamento decirte que no estoy bromeando. Es en serio lo que digo, no podrás salir de esta casa, he confiscado tu varita, la única manera es por esa puerta —y señaló una puerta la cual Draco no había visto hasta ahora—, pero está hechizada para que solo yo pueda abrirla.
«Entonces... Ponte cómodo, necesito hablar contigo de algo importante. ¿Quieres cenar mientras conversamos?
¿Por qué el maldito estaba hablando como si nada? ¿En qué clase de enfermo se había convertido Potter? ¿Tenía la intención de matarlo? O peor aún... ¿Convertirlo en su esclavo sexual? ¿Esto acaso era la venganza por el pasado?
Las preguntas invadieron en su mente confundiendo su razonamiento y alterando sus nervios.
— No Potter, no quiero ponerme cómodo, déjame salir de aquí —corrió hacia la puerta que había señalado Potter y tomó la perilla comenzando a girarla de un lado a otro, pero este parecía haberse trabado, intentó un par de veces más antes de comenzar a golpear la puerta desesperado. Entonces sintió sus mejillas humedecerse—. ¡Ayuda, ayúdenme! —gritó esperando que alguien lo escuchara.
— ¡Cálmate Malfoy! —exclamó el moreno acercándose a él para poder tomarlo de los brazos.
Draco se alejó asustado.
— ¡No me toques pervertido! —las lágrimas de miedo y desesperación goteaban una y otra vez logrando humedecer sus mejillas y su cuello.
— En serio, debes calmarte —volvió a pedir Potter levantando las manos y mostrando las palmas intentando decirle con el gesto que no iba a hacerle daño, pero Draco no se confió. Volvió a gritar desesperado y miró en todas direcciones esperando encontrar una ventana—. No volveré a repetirlo, cálmate por favor.
Pero la prioridad de Draco era encontrar una forma de escapar y con suerte encontraría a alguien en el camino a quien le pediría que llamara a los aurores para que detuvieran al dañado de Potter. Esquivó al hombre como pudo y corrió por un pasillo, fue hasta el final, una habitación adecuadamente alumbrada lo recibió. Era una cocina, miró en todas direcciones esperando encontrar una salida allí.
— Te lo advertí, Draco —al ser llamado por su nombre de pila giró aterrorizado, sus ojos estaban llenos de pánico—. Desmaio —exclamó Potter sin siquiera estar apuntándolo con la varita, los ojos verdes sin expresión de Potter fue lo último que Draco vio antes de desvanecerse.
