— No voy a devolverte la varita —dijo con firmeza.

— ¿Por qué no? ¡Es mía!

— Ya lo sé, pero estoy seguro de que mientes, en cuanto te la devuelva tratarás de huir.

— ¡Por supuesto que trataré de huir! —exclamó frustrado—. Estaba dispuesto a escucharte, pero lo que acabas de decir es perverso. Y con respecto a tu estúpida historia, es obvio que mientes.

― ¡Malfoy, escucha por una vez en tu vida! ―Harry exclamó frustrado―. Necesitas protección.

― ¿Acaso crees que soy una damisela en apuros que necesita de tu protección? Sé cuidarme perfectamente yo solo ―se burló.

Harry bufó.

— Por supuesto, por eso casi te secuestran unos tipos de la mafia.

— ¿Y cómo sabes que lo hubieran logrado?

— Yo lo logré —dijo con ironía. Draco se sonrojó de vergüenza y desvió la mirada—. En serio Malfoy, esos tipos son muy peligrosos.

Por supuesto que Draco no iba a creerle, ¿Qué clase de idiota pensaba que era?

— No te creo —dijo con firmeza—. Eres un maldito pervertido y estúpido. Pensaste que inventando toda esa basura yo me apaciguaría, pero estás bastante equivocado.

— ¿Me creerías si te digo que ya avisé a Nott y a tus padres que pasaste la noche aquí? ¿En mi casa? —y miró a su alrededor para hacer énfasis. No recibió respuesta—. Por favor. Necesito que me hagas este único favor.

— Te escucharé entonces, es tu única oportunidad, así que date prisa —respondió mirando hacia otra parte, no quería ver los ojos de Potter. Sin sus lentes simplemente... Lo intimidaban.

— Usaré poción multijugos para infiltrarme. Lo que... a lo que me refería cuando dije que necesitaba algo de ti era tu cabello. No necesito más que unas cuantas hebras. Le pedí a Nott que cooperara y está muy dispuesto a hacerlo si tú aceptas. Por favor, Malfoy.

Draco permaneció serio por unos minutos, después miró a Harry fijamente.

― ¿Dejarás que te secuestren haciéndote pasar por mí?

― Es correcto. Una vez adentro desmantelaré toda la organización ―Harry estaba seguro de que Malfoy aceptaría.

― No.

― ¿Qué? ―exclamó extremadamente sorprendido.

― Te ayudaré, pero no de la manera en que tú esperas. Yo participaré contigo ―expresó el rubio.

― ¡No puedes hacer eso, este es mi trabajo, además será muy peligroso para ti!

― Entonces no te daré ninguna hebra de mi hermosa cabellera. Acepta o busca otra manera de infiltrarte en ese grupo de mafiosos.

Harry resopló frustrado.

― Debí arrancarte la cabellera cuando estabas inconsciente ―gimió.

― Y ahora estarías muerto.

Harry negó con la cabeza.

― Bien ―contestó.

Draco sonrió triunfal.

— ¿Y me devolverás mi varita?

— ¿Prometes no hacer algo estúpido?

Draco lo miró ofendido.

— Yo no soy el pervertido que ha secuestrado a un joven apuesto.

Potter volvió a bufar y con un movimiento de mano la varita fue atraída de quién sabe dónde. Tal vez si Draco hubiera buscado con mayor ahínco no hubieran llegado a golpear a Potter en la cabeza.

— Toma —y Draco prácticamente le arrancó la varita de la mano—. Tenemos un acuerdo.

— Si, lo que digas —salió de la habitación de Potter— ¡Hoy dormiré aquí!

El moreno simplemente negó con la cabeza, caminó hacia el espejo y se miró el lugar donde Malfoy le había plantado la tapa de cerámica.

Ya no sangraba, pero el corte continuaba fresco. Sonrió al imaginarse la expresión del rubio curando la herida que el mismo había provocado.

Te lo tienes bien merecido por precipitado, pensó mientras se lanzaba un Vulnera Sanentur, hechizo que automáticamente curó su herida y le quitó el grave dolor de cabeza.

Mientras tanto, ya en su habitación, Draco se echó sobre la cama con la varita en el pecho y permaneció mirando fijamente el techo blanco. Aceptó no intentar huir porque hasta ahora Potter no había intentado lastimarlo en ningún sentido, por supuesto, tenía ciertas dudas sobre lo verídico de la historia y a su vez le intrigaban las razones por las que Potter inventaría algo así. Además, de ser cierto, podría enfrascarse en una aventura peligrosa, la anticipación que sentía al pensar en vivir una experiencia así provocaba que su mente y cuerpo vibrara de emoción. De pronto recordó que faltó al desayuno dominical con su madre. Se volvió a poner de pie rápidamente y salió de la habitación dando unas cuantas zancadas. Prácticamente corrió a la habitación de Potter y abrió abruptamente. Y... Tal vez debió haber tocado. Potter se encontraba de pie, en medio de la habitación, usando únicamente calzoncillos, la prenda que traía en sus manos indicaba que estaba a punto de ponerse el pijama.

Draco tragó grueso, sintiendo como la saliva se acumulaba en su boca mientras repasaba la mirada de abajo hacia arriba por el cuerpo bien marcado y bronceado de Potter. Y casi se lamió los labios si no fuera porque sus ojos se conectaron con los del moreno y el encanto murió.

¡Es Potter, maldición!, se recordó en su mente.

— ¿Pasa algo? —cuestionó Harry procediendo a ponerse los pantalones de franela.

— ¿Puedo enviar una lechuza a mi madre? —dijo poniendo la expresión más seria que pudo.

Potter permaneció pensando unos segundos.

— Si, por supuesto. Aunque... —Draco apretó los labios y lo miró con insistencia para que explicara lo que sea que estaba pensando—. La lechuza tiene un encanto para que sea indetectable. Si alguien desea seguirla no lo logrará.

— ¿Por qué tu lechuza tendría un encanto de ese tipo?

— Bueno... Hace tiempo, cuando aún era auror las personas solían seguir a mi lechuza para saber dónde vivo y acosarme con sus regalos y atenciones. Hermione me ayudó a hacerlo y después... Dado el trabajo que realizo simplemente funcionó perfecto para mí.

Draco hizo una mueca de disgusto, pero aceptó.

— Bien, no importa, no es como si pretendiera decirle algo a mi madre sobre que el gran Harry Potter me ha secuestrado. Pero si quiero enviarle una carta para excusarme por faltar al desayuno dominical.

— Entonces hazlo...

Y ambos permanecieron en silencio, mirándose fijamente hasta que Potter desvió la mirada y carraspeó.

— ¿Algo más que solicite su majestad?

Draco desvió la mirada rápidamente.

— ¿En cuánto tiempo estaré completamente a salvo?

— Si todo sale bien, este mismo viernes. Ese es el día en que los mafiosos hacen entrega de todas las jovencitas y jóvenes que han secuestrado. Tengo entendido que su jefe se presenta en un lugar secreto que acuerdan previamente y allí selecciona a los mejores prospectos para enviarlos a diversos lugares del mundo según sea el estatus de los burdeles.

Draco asintió y estaba a punto de marcharse cuando Harry agregó:

— De verdad no quiero hacerte daño —el rubio lo miró fijamente, esperando encontrar algún signo de mentira en la expresión de Potter, pero no lo había—. Sólo serán un par de días y después de eso volveremos a nuestra vida de antes. Yo no te molestaré y no sabrás nada más de mí. Lo prometo.

Draco asintió y salió de la habitación apresurándose a llegar a la cocina dónde descansaba la lechuza, escribió rápidamente una excusa para su madre y volvió a la habitación dónde dormiría, se envolvió entre las sábanas, está vez colocando la varita bajo la almohada. Permaneció largo tiempo despierto. Pensando en las palabras que dijo Potter.


Theodore miró su reloj de pared frunciendo el ceño, hace tres horas que Draco había salido del departamento supuestamente a dar una vuelta. Pero el hecho de que aún no regresara le indicó que algo andaba mal.

Dejó el libro sobre la mesita de centro y fue rumbo a la chimenea con la clara intención de llamar a la tía Andy, ¿Tal vez estaba con ella?, iba a llamar cuando escuchó que alguien tocaba la puerta.

Entrecerró los ojos inspeccionando al atractivo hombre que se encontraba en el pasillo, iba a decir algo como "Draco no está" cuando detectó en el hombre una cicatriz familiar.

— ¿Potter? ¿Qué haces aquí? —cuestionó alarmado.

― Necesito hablarte de Draco ―el castaño sintió un nudo instalarse en su garganta.

― ¿Le ha ocurrido algo malo a Draco? ―se apresuró a preguntar.

Potter negó con la cabeza.

― No, nada malo. Solo... está desmayado, en mi casa.

Theo de inmediato sacó su varita y apuntó a Harry.

― Wow, wow, wow, tranquilo Nott ―exclamó Harry levantando las manos para mostrar que no pretendía algo malo―. Draco está bien, solo duerme y no pretendo hacerle daño, ni a ti.

― ¿Entonces por qué se encuentra en tu casa, desmayado? ―cuestionó sin bajar la varita.

― ¿Puedo pasar? ―Theodore hizo una mueca antes de asentir y hacerse a un lado.

Una vez Harry se instaló volvió a hablar.

― Malfoy iba a ser secuestrado por los miembros de un grupo criminal muy peligroso. Afortunadamente los he estado siguiendo desde hace varios días, por eso vi cuando seguían a Malfoy. Estos hombres se han mostrado bastante interesados en tu amigo, imagino que se debe a una cuestión de orgullo más que nada, pero necesito ese interés como una ventaja para atraparlos.

― No sé si creerte ―respondió Theo.

― Te he dicho dónde se encuentra Malfoy. Puedo llevarte ahora mismo a verlo si te parece ―Theo asintió.

― Si, si quiero verlo.

Ambos de acuerdo viajaron a casa de Potter. El moreno los dirigió a una habitación del piso superior donde Draco descansaba muy sereno.

― De acuerdo, Draco se ve bien ―admitió, luego miró con severidad a Potter―. Exijo que me expliques cuál es esa ventaja de la que hablas.

― Quiero hacerme pasar por Malfoy.

Theo soltó una carcajada.

― Lo siento ―dijo al ver la expresión molesta en Potter―. Es solo que imaginarlo parece inverosímil. Tú haciéndote pasar por Draco es… extraño.

― Nott, necesito que me ayudes a convencer a Malfoy para hacer esto.

Theo negó.

― No, no te ayudaré. Si quieres hacer eso de hacerte pasar por él está bien, incluso si quieres que te ayude a convencer a los demás de que eres mi amigo y no un cuatro ojos cara rajada está bien, te apoyaré con eso. Pero tú te encargarás de convencer a Draco.

― De acuerdo ―Harry aceptó, no le quedaba otra opción.

― Genial, ahora me llevaré a Draco ―Theodore se acercó a la cama.

― ¡Espera! Si te lo llevas ahora será malo para él. Lo he aturdido, así que será mejor que lo dejes descansar aquí. Te prometo que no le haré daño.

― ¿Cómo puedes garantizar que no le harás daño? ―ante la mirada ofendida de Potter agregó―. Admite que ambos tienen historia.

― ¿Un juramento inquebrantable aminoraría tus sospechas? ―respondió muy seguro de sí.

Y si, definitivamente eso incluso las eliminaría.

Hicieron el juramento y una vez finalizado Theodore salió de la casa de Potter. Ahora seguro de que su amigo no corría ningún peligro.

Mientras tanto, Harry permaneció largos minutos observando su brazo, el lugar donde la magia se había unido con la de Nott y se cuestionó si lo que acababa de hacer era lo correcto o únicamente se había metido en mayores problemas. De todo corazón, esperaba que si.