Sinopsis: Harry sale del ministerio dispuesto a ir directamente a su solitario departamento para dormir unas buenas horas antes de tener que volver a terminar con el aburrido papeleo, pero nada lo preparó para encontrarse en el camino a alguien que se le hace peculiarmente conocido, pero no solo eso, parece ser que esa persona es un chico en renta.
Artista: ajuna_hp_art (Instagram)
Dedicado a Orseth
Harry Potter, aquel que venció al mago oscuro más peligroso de todos los tiempos; todos en el mundo mágico creen que un mago como él es del tipo de hombre que se va de fiesta todas las noches, se emborracha y no va a dormir hasta el amanecer. Pero la realidad es que Harry no es para nada como lo imaginan, él solo es un joven ordinario que se dedica a su trabajo como auror, dando todo de sí hasta incluso rebasar las horas laborales, y después, solo se va a su solitario departamento ubicado en los suburbios de Londres muggle, cena en silencio mientras ve el televisor y solo algunas veces se da el tiempo para conversar con sus amigos.
Hoy, es un día de esos en que tiene mucho trabajo acumulado. Las misiones le encantan, por supuesto que sí, su sentido aventurero hace que sea más que un trabajo para él, pero cuando llega el momento de realizar los informes… simplemente no puede, no es lo suyo, así que se convierte en algo tedioso y sufrible.
Cuando miró el reloj, se dio cuenta de que ya casi era media noche, así que decidió ir a casa, no necesitaba trabajar más por el día; tenía un buen plan: iría a casa, cenaría algo ligero, se ducharía y después dormiría hasta que su cuerpo ya no lo necesitara más, entonces volvería para terminar con el informe.
Estaba a punto de tomar una de las chimeneas para llegar directamente a su departamento cuando recordó que no tenía nada en la nevera, pensó en la opción de pedir una pizza, pero ya había cenado eso la noche anterior. Al final decidió que pasaría por alguna tienda de conveniencia y compraría lo que le pareciera más adecuado.
Con el plan en mente decidió viajar hacia Londres muggle y no a su casa como tenía planeado previamente. Así que se quitó la túnica y la encogió para guardarla en el bolsillo de su chaqueta.
Al salir al exterior, varias gotas de lluvia comenzaron a mojar su cabellera desordenada. Resopló frustrado antes de sacar un paraguas de su bolsillo, agradeció mentalmente a Hermione porque esa misma mañana ella le había insistido que la guardara.
En la tienda compró un par de sándwiches, una baguette, una soda y una caja de galletas.
Cuando nuevamente salió al exterior notó que aun continuaba lloviendo, pero ya no tanto como antes, aun así, volvió a abrir el paraguas y continuó su camino a casa.
De pronto, su teléfono móvil, el cual Hermione había insistido en que debía comprar, comenzó a sonar con insistencia. Al inicio lo ignoró, esperando que la persona en que deseaba contactarlo terminara por rendirse, pero eso no ocurrió, así que lo sacó del bolsillo para ver de quien se trataba.
«Hermione», era el nombre que aparecía en la pantalla. Resopló frustrado, Hermione parecía pensar que era su responsabilidad asegurarse de lo que hacía a cada momento. No era un desagradecido, definitivamente no, pero su amiga no terminaba de entender que él era feliz así, con su vida tal como era. Monótona y aburrida si quieren llamarle así, pero al fin y al cabo era feliz.
─ Hola, Mione, ¿qué hay?
─ Harry, al fin contestas ¿dónde estás? Ron fue a buscarte a tu departamento para invitarte a cenar con nosotros, pero no estabas allí.
─ ¡Oh! Me quedé a trabajar hasta tarde.
Escuchó el resoplido de la castaña y después…
Harry centró su atención en un joven que yacía recargado despreocupadamente sobre la pared, una de sus largas piernas firmemente apoyada en los ladrillos. Exhalaba el humo de un cigarrillo y miraba hacia nada en particular. Pero eso no fue lo que llamó la atención del moreno, tampoco su blusa transparente que no dejaba nada a la imaginación, ni siquiera sus medias negras de red que llegaban hasta medio muslo o sus tacones de seis pulgadas, lo que llamó su atención fue ese cabello rubio platinado tan único, su perfil afilado y esa nariz respingada propiedad de una sola persona, alguien de su pasado, alguien a quien creyó no volvería a ver en su vida.
─ ¿Malfoy? ─se preguntó a sí mismo en voz alta. Tratando de entender si lo que estaba viviendo solo era una visión producto de su propia imaginación o en verdad aquel Draco Malfoy, su ex compañero y enemigo de la infancia, estaba allí, vestido como un stripper o prostituto, en medio de la calle, esperando en la oscuridad de la noche a que tal vez algún cliente llegara.
─ ¿Verdad, Harry? ¿Harry? ¿Harry, estás allí? ─escuchó la voz de Hermione quien exclamaba insistente.
Solo exhaló un «Te llamó después» y finalizó la llamada.
Sí, se trataba de Malfoy, quien al parecer no tenía frío; a pesar de que la lluvia se había detenido por completo para ese punto, la humedad y el viento fresco calaba hasta los huesos, pero Malfoy simplemente mantenía su chaqueta de cuero en el hombro izquierdo.
¿Qué hacer? Se preguntó una y otra vez; ignorar a Malfoy e ir directamente a su departamento era la mejor opción, eso es lo que haría cualquiera. Pero Harry no era una persona cualquiera y definitivamente Malfoy tampoco lo era.
Caminó lentamente, hasta que se posicionó frente a él.
— ¿No tienes frío? —preguntó.
El rubio lo miró fijamente después de calar una buena cantidad de huno de su cigarrillo.
Quince minutos después, o tal vez un más, él se encontraba recostado sobre la cama, con Harry sobre él penetrándolo, una y otra vez, dando todo de sí; su energía, su entusiasmo, su amor reprimido por años.
Harry se sentía lleno de lujuria y que el deseo se desbordaba por cada poro de su piel. Los gemidos de Malfoy y sus fuertes exhalaciones no ayudaban en ningún sentido.
Afortunadamente para Harry, sus ojos grises estaban cerrados y movía la cabeza de un lado a otro cada cierto periodo de tiempo, porque de lo contrario, estaba seguro, que, si esos penetrantes y brillantes ojos grises se hubieran fijado en él, se habría venido en seguida.
Una estocada, otra más, una más fuerte que la anterior, Draco gritando que no se detuviera, él besándole con pasión, sus talones fuertemente aferrados a su cintura, fue demasiado... Simplemente demasiado, de un momento a otro, el orgasmo estaba a segundos de desbordarse y lo único que Harry pudo hacer es gemir roncamente que estaba a punto de correrse. Draco, aferrando sus manos y talones sobre el trasero moreno, pidió que no se detuviera y que vaciara su semen dentro de él, alegando que quería sentirlo dentro de su cuerpo. No pudo más, se vino con un ronco jadeo y después vio blanco, fueron simples segundos, pero para él fue como una eternidad. Lo sé, tal vez fue demasiada exagerada aquella reacción, pero jamás se había sentido igual, en los pocos encuentros sexuales que había tenido todo había sido tan monótono, no importando con quién estuviera, solo era sexo y nada de pasión o desenfreno.
Una vez su estado post orgásmico pasó, se dio cuenta que estaba aplastándolo, así que sacó cuidadosamente su pene y se echó a un lado. Su rostro giró inmediatamente en su dirección y se dedicó a observar la gran sonrisa que dibujaba en su rostro, eso, junto con sus mejillas sonrojadas y su cabello atrevidamente desordenado, pegándole en algunas áreas de su rostro debido al sudor, lo hacían ver encantadoramente sexy.
Después de varios minutos abrió los ojos y miró a Harry, al darse cuenta de que también lo estaba mirando sonrió aún más y se removió hasta acurrucarse a su lado. Jugó con sus largos y delgados dedos sobre el pecho moreno mientras decía:
— Deberíamos dormir un poco —Harry asintió y cerró los ojos, de inmediato se quedó dormido y no supo más de sí hasta la madrugada cuando sintió que Draco se levantaba de la cama y comenzaba a vestirse.
Se desperezó lo más rápido que pudo y se sentó sobre la cama sin pudor alguno, no me importaba su desnudez, sino observar sus últimos minutos junto a ese hermoso y sensual chico en renta, a Malfoy.
Una vez terminó de ponerse sus medias de rejilla, su ajustada blusa transparente y demás accesorios, incluyendo sus tacones, giró a verlo y sonrió.
─ ¿Puedo usar el baño?
Harry asintió e indicó una puerta a su costado derecho.
El rubio agradeció antes de entrar, tardó algunos minutos, Harry supuso que se estaba lavando.
Cuando salió simplemente volvió a sonreír.
─ Tomé un poco de tu pasta dental, espero no te moleste.
Harry negó con la cabeza, porque no podía hablar, sabía que si lo hacía terminaría diciendo lo que estaba pensando.
Quería decirle que se quedara, que se quedara con él para siempre. Incluso estaba dispuesto a ofrecerle toda la fortuna de sus padres porque así fuera, pero se contuvo, no quería obligarlo a hacer algo que no quisiera. Seguramente ya muchos habían hecho eso, y él no deseaba ser uno más.
Malfoy caminó lentamente en su dirección y se sentó junto a él, tomó una de sus manos, la que estaba a su lado, y la apretó suavemente.
— Cuánto... Cuán-to —tartamudeó, aunque de manera involuntaria, y sintió patético— ¿cuánto te debo? —pudo preguntar al fin.
Draco se echó a reír, inclinó la cabeza en su dirección y le besó suavemente. Apenas rozando sus labios con los del contrario.
— ¿Sabes? Para mí, esto no es un negocio, es algo que hago por placer —Harry no supo qué responder, Malfoy otra vez sonrió y se puso de pie, caminó hacia la puerta y antes de abrir permaneció inmóvil breves minutos, después dijo: — A veces suelo escabullirme vestido de esta manera y me paseo por algún bar gay de la ciudad, está noche en específico fue una mierda, mis amigos me abandonaron para irse a una fiesta de machitos, estaba tan molesto que me detuve en esa esquina para fumar un cigarrillo y pensar a dónde más podía ir, ya sabes... Para no desperdiciar la noche.
Harry estaba sorprendido, sabía que debía decir algo, pero no se le ocurría nada bueno, así que dijo lo primero que se le vino a la mente.
— Entonces estoy feliz de haberme decidido a hablarte, digo, antes de que decidieras un mejor destino que aquí... Conmigo.
Draco no dijo nada, continuó en silencio, y cuando Harry estaba seguro de que iba a salir de la habitación se dio la vuelta y caminó de regreso. Esta vez no se sentó a su lado, sino en su regazo y apoyó sus brazos en los hombros del moreno.
— He de confesar que no eres un chico muy atractivo, pero tus ojos verdes me gustan, siempre me parecieron hermosos, y nunca había conocido una polla como la tuya, es muy grande, me gusta —confesó con una sonrisa maliciosa, luego miró en dirección a ese pene, el cual ya estaba vergonzosamente duro, unas cuantas palabras de Draco, causaron ese efecto en él, definitivamente parecía un adolescente experimentando sus primeras experiencias—. Si, me gusta tu polla. ¿Te puedo decir Harry? —el aludido asintió—, bien... Harry, te gustaría que me quedara y... No sé…, disfrutar un poco el uno del otro hasta que nos hartemos.
No pudo responder, no se creía capaz de lograr articular palabra alguna, simplemente se limitó a llevar las manos a las firmes y suaves nalgas y comenzó a masajearlas, suave y fuerte, como él creyó que se sentiría bien, Draco sonrió—. Tomaré eso como un sí —respondió antes de abrazarse fuertemente al moreno.
