Sinopsis: Draco quiere aprender a cocinar al puro estilo muggle, pero esos tontos aparatos llamados electrodomésticos son muy difíciles de utilizar y qué decir de los utensilios ¿En serio los muggles usan esos horribles artefactos para preparar sus alimentos?

Artista: Cremebunny (Tumblr)

Dedicado a OneMinuteBack


Harry siempre cocina. Draco lo ama mucho, por eso y otras tantas cosas, pero la última vez que se reunieron con sus amigos sintió la necesidad de comenzar a hacerlo también por su cuenta. Señalar que no estaba bien poner a Harry a hacer siempre la cena y que no colaborar más que en engullir los alimentos como si no hubiera un mañana sólo lo hacía ver cómo una pareja egoísta hace que cualquiera se sienta preocupado e inseguro. Pero Draco no es del tipo de mago que se deja hundir en la depresión, así como así. Entonces decidió que iba a aprender. Y no sólo eso, iba a demostrar que podía hacerlo como Harry, al estilo totalmente muggle.

— ¿Qué estás haciendo? —cuestionó el moreno al verlo tan concentrado en la cocina, analizando la licuadora, el horno de microondas, la freidora, la batidora y el extractor de jugo.

— Voy a aprender a cocinar.

Harry sonrió.

— ¿De qué te ríes? —cuestionó con el ceño fruncido.

Harry negó con la cabeza y dejó de sonreír.

— No me estoy riendo. Sólo me parece muy adorable verte tan interesado en esto. Sin embargo... No tienes que aprender a hacerlo. Sabes que a mí me gusta cocinar para los dos.

Draco lo miró enfadado.

— ¡Quiero aprender! —exclamó.

El otro mago no quiso tentar su suerte diciendo algo que pudiera desatar por completo la ira de su pareja, así que asintió y se ofreció para enseñarle a cocinar. Draco se sintió ofendido, ¿es que acaso el cabeza hueca creía que él no podía aprender por sí mismo? ¡Pues no! Él iba a demostrar al cuatro ojos, cara rajada de su novio, que podía aprender a cocinar por su cuenta.

Intento Uno

Draco quiere invitar a Harry a cenar. Para darle una humilde sorpresa. Así que tenía que ponerse manos a la obra.

Antes de aventurarse a entrar a la cocina compró un libro de recetas de cocina. Por lo que había visto en los programas matutinos que salían en la TV, los chefs anunciaban los libros de cocina con sus mejores recetas dónde a su vez revelaban sus secretos para preparar adecuadamente los platillos.

Obviamente sin que Harry se diera cuenta compró el libro y una vez en sus manos se dispuso a preparar el mejor platillo que Harry probaría en la vida.

Plantillo: Tortilla rellena de pimientos caramelizados

"Las tortillas francesas son una opción de cena saludable y fácil de hacer. Además, se puede dar un toque distinto a la clásica tortilla francesa. Esta receta con pimientos caramelizados se convertirá en una de tus favoritas". Draco leyó la descripción con atención y con un asentimiento se puso manos a la obra.

Según las instrucciones, primero tenía que batir bien los huevos con sal y pimienta. Así es que tomó dos huevos del canasto y los colocó en un cuenco hondo. Buscó la sal en la repisa de frascos y condimentos, así como la pimienta y roció ambas cosas sobre los huevos. Después fue por la batidora, sabía, por lo que había visto de Harry, que debía enchufarlo a la corriente y encenderlo. Así lo hizo, y el aspa comenzó a rodar. Era momento de batir los huevos con la sal y la pimienta.

Mientras se disponía a batir los huevos pensó en que cocinar no era del todo difícil, sólo tenía que seguir instrucciones, tal como en la clase de pociones. Feliz, metió el aspa de la batidora dentro del cuenco y la colocó entre ambos huevos, sin embargo, lo único que ocurrió es que estos comenzaron a rodar. Permaneció unos minutos más haciendo lo mismo hasta que el cascarón se cuarteó, Draco frunció el ceño, apagó la batidora y tocó el cascarón fragmentado; en una grieta hundió un dedo provocando que saliera una viscosidad amarilla.

— ¡Ugg! ¡Qué asco! —se dijo mientras se limpiaba el dedo con un trapo y tomaba nuevamente la batidora. La yema y clara de los huevos estaban adentro, por lo que tenía que obligarlas a salir. Así es como hizo girar nuevamente la batidora y con fuerza se enfocó en uno de los huevos. Este comenzó a romperse, la clara y la yema salieron disparados salpicando su ropa y cara y a pesar de que estaba un poco alarmado por eso no se detuvo, procedió a hacer lo mismo con el otro huevo.

Al final su mezcla no había quedado del todo bien a la vista, pero dicen que lo importante no es cómo se ve, sino cómo sabe. Así que procedió a pasar al paso dos.

En el segundo paso tenía que calentar una sartén (con muy poco aceite) y añadir los huevos batidos. Además de incorporar también queso rallado. Desafortunadamente en el libro no había una imagen referencial de cómo era la dichosa sartén; Draco observó las tres sartenes con diversos tamaños hasta que se decidió por el más grande.

Cómo en la receta claramente decía que agregara muy poco aceite, colocó un par de gotitas, echó su batido de huevos y procedió a encender la estufa.

El paso tres especificaba que había que dejar que la tortilla se vaya cuajando y cuando esté lista enrollar hasta que quede ovalada. Y como la tortilla no parecía que se iba a cuajar pronto decidió proceder a realizar el paso cuatro mientras esperaba, es decir, procedió a lavar los pimientos. En el recetario decía que debía secar bien y cortarlos en tiras muy finas.

Se dispuso a lavar los llamados pimientos. Los enjuagó y con una servilleta de tela comenzó a secarlos. Después tomó el cuchillo y una tabla y comenzó a cortar los pimientos en tiras, lo malo es que no le salieron en tiras finas como claramente especificaba el recetario.

─ Bueno, es la primera vez que lo hago, no puede salir perfecto a la primera, aunque sea yo quien esté cocinando ─dijo mientras procedía a meter los pimientos cortados en otra sartén.

» ¿Qué es eso que huele? —se preguntó cuando percibió un aroma a carbón. Dejó la sartén con los pimientos y giró para buscar el lugar de dónde provenía el aroma.

De la sartén donde estaba cuajándose la mezcla de huevos salía humo, mucho humo. Draco corrió para apagar la estufa, pero era demasiado tarde, ya todo estaba carbonizado. Suspiró agotado.

─ Tranquilo, Draco, todavía no está todo perdido ─se dijo mientras depositaba el sartén con el huevo calcinado en el lavabo.

En el recetario decía que los pimientos habría que caramelizarlos a fuego fuerte.

Draco roció una taza de azúcar en la sartén. "fuego fuerte" decía en el libro, pero la estufa no generaba un fuego demasiado fuerte, por eso decidió lanzar un incendio, pero entonces los pimientos estallaron en llamas.

─ ¡Draco! ¿Qué es lo que estás haciendo? ─preguntó Harry preocupado. La alarma de incendios se había encendido alertando al moreno en seguida.

─ Estoy cocinando ─respondió Draco muy tranquilo.

Los ojos de Harry se desorbitaron al ver la gran llama que emergía de la sartén.

Intento Dos

¿Qué clase de veneno se llama cebolla?

Draco había decidido preparar sopa minestrone. En el recetario decía que era muy fácil y rápido prepararla, por eso se decidió por la sopa. Sin embargo, no esperaba que el primer paso fuera todo un reto.

Lavar una cebolla y dos tomates no fue para nada complicado. El problema vino cuando tuvo que picar todo, porque la cebolla era un ente del mal, una especie de planta corrosiva que provocó que sus ojos comenzaran a lagrimear y estaba seguro que si continuaba teniendo contacto con el peligroso espécimen sus ojos iban a estallar.

No, definitivamente el uso de la cebolla era únicamente para cocineros muy experimentados.

─ Draco, ¿por qué estás llorando? ─cuestionó Harry entrando a la cocina muy preocupado.

─ ¡LARGO DE AQUÍ! ─gritó mientras le lanzaba la cebolla a la cara.

Intento Tres

Bien, preparar una taza de café en el horno de microondas no podía ser tan difícil.

─ Bien, Draco, tu puedes prepararle una taza de café a Harry.

Se había levantado temprano para bajar a la cocina antes de que su novio lo hiciera. Quería darle una sorpresa.

Tomó la taza favorita de Harry, echó un poco de agua y lo granos de café. Después, colocó la taza en el horno y cerró la puertita.

Programó el tiempo cómo había visto hacer a Harry muchas veces y luego tocó el botón de encendido. La taza comenzó a girar, Draco esperó, pero comenzó a pasar mucho tiempo y el horno no se detenía.

Hizo una mueca.

─ Maldita cosa… ¡Apágate! ─ordenó mientras tocaba varios botones con la intensión de apagarlo, pero este seguía encendido.

Desesperado sacó su varita y comenzó a golpear el horno con ella.

─ Fini…

─ ¡Draco, no!

Harry iba entrando a la cocina.

─ No lo hagas, puede explotar con la intervención de la magia.

─ Pero no se apaga.

─ A veces hace eso ─explicó Harry mientras procedía a desconectar el horno─. Lo siento, últimamente no ha funcionado bien, debí llevarlo con un técnico. ¡Oh! ¿Estabas preparando café?

Draco asintió, pero se veía deprimido.

─ Soy un inútil en la cocina, nunca aprenderé a hacerlo ─dijo afligido.

— ¡Oh, mi vida! No te preocupes...
— ¡Pero yo...!
— Vamos, Draco. Solo acepta mi ayuda, verás que el uso de los electrodomésticos no es tan difícil.

Draco resopló. No quería, de verdad no tenía intención, pero... Quería cocinar, quería ser bueno en eso.

Hizo un puchero antes de asentir.

Harry, con una gran sonrisa, se acercó y lo abrazó. Al sentir que el rubio le correspondía, colocó un suave beso en su cabeza.