Sinopsis: Harry cree que al fin todo en su vida va marchando a la perfección; tiene un trabajo estable, unos amigos que le quieren y un novio al que adora (pronto se casarán), bueno, eso es lo que cree hasta que comienza a toser pétalos de flor.

Artista: samthebrat (Tumblr)

Dedicado a Ara Romero


Hace algunos días vi un twitt compartido en redes sociales que habla sobre el Hanahaki. Como canon podrán encontrar que la enfermedad del Hanahaki se da por un amor no correspondido, incluso algunas personas lo puntúan como un amor unilateral. En el twitt del que les hablo se planteaba lo siguiente «donde una persona piensa que está en una relación feliz con el amor de su vida y luego comienza a toser flores». Esa premisa es en la que yo me baso para este pequeño one-shot.


Esa mañana Harry despertó muy temprano, a pesar de que no solía ser muy madrugador. Desde ese momento debió darse cuenta que las cosas cambiarían en su vida, pero para Harry todo iba tan bien últimamente que definitivamente no se le pasó por la cabeza que algo podría ir mal.

Para desayunar decidió preparar un sándwich y café —amaba el café—, estaba muy contento, silbando una canción cuando sintió como si algo se atorara en su garganta. Tosió repetidas veces, casi sintiendo que se ahogaba, hasta que pétalos de flores blancas comenzaron a brotar de su boca.

¿Qué significa esto?

Fue por un vaso para servirse un poco de agua cuando volvió a ocurrir.

Tosió sobre el fregadero, dejando caer las flores allí.

Esto no es normal.

De inmediato fue a San Mungo, y cuál fue su sorpresa, Malfoy fue el sanador que le asignaron para atender su caso.

— Hanahaki —anunció el rubio como si no fuera nada.

— Hana... ¿Qué?

— Hanahaki, es una enfermedad japonesa, ¿acaso nunca…? ─Bufó─. No, claro que nunca has oído hablar de ella. Los síntomas son el crecimiento de raíces y flores las cuales se alojan en los pulmones. Esa es la razón por la que has tosido pétalos toda la mañana.

— Eso suena demasiado ridículo —exclamó Harry incrédulo.

— Y lo será aún más cuando te diga la causa —agregó el rubio.

Harry arqueó una ceja y miró de manera desafiante a su antiguo enemigo de colegio.

— El amor no correspondido. —Al final de la oración chasqueó la lengua, todos en el mundo mágico sabían que Harry Potter estaba a unos cuantos días de unirse en matrimonio con su novio de dos años Anthony Goldstein.

— ¿Qué? ¿Me estás diciendo que una planta crece en mi interior y es porque mi prometido no me ama?

El rubio permaneció muy serio por un par de segundos. Y después dijo:

— Esto va a empeorar, Potter. Ahora son pétalos blancos, los cuales poco a poco irán cambiando a diferentes tonos de rojo, hasta que el color sea idéntico al de tu sangre, entonces será demasiado tarde.

— ¿Tarde para qué?

— Potter, el Hanahaki es una enfermedad que se trata del amor, a menos que la otra persona que amas te corresponda no tienes otra opción más que extirpar las raíces lo más pronto posible o de lo contrario... Morirás.

Harry se fue de San Mungo, asegurándole a Draco que todo era un mal entendido. Su novio le amaba, de una manera tan profunda como él también le amaba. Y sólo tenía que hablar con él para aclararlo. En su cabeza surgió la idea de qué tal vez Anthony no le amaba como siempre había creía. Negó con la cabeza, si ya no le amaba, Harry haría que se enamorara de nuevo.

Por supuesto, esa tarde su novio llegó a su casa de Grinmauld Place, le devolvió las llaves y su anillo de compromiso.

Trató de hablar, de convencer, de dar argumentos sólidos, pero nada funcionó, al final, se quedó solo con el corazón roto.

Pero no fue a San Mungo, no, se quedó en casa a llorar sus penas, hasta que Hermione y Ron aparecieron.

— Supe lo que pasó —dijo la bruja.

— De verdad lo sentimos amigo.

Y Harry tosió.

Hermione abrió grande los ojos al ver los pétalos carmesíes que se esparcieron por la alfombra.

— Hay que llevarte a San Mungo ahora mismo.

— No quiero ir a San Mungo, ya fui y no hay nada que se pueda hacer —explicó el moreno mientras se limpiaba la sangre de la boca.

Mientras tanto, Ron miraba todo con preocupación. Su novia parecía muy angustiada, su amigo se veía enfermo. No le quedó otra opción más que lanzarle un desmaius.

— ¿Y le dijiste cuál era la consecuencia? —preguntó Hermione una vez se encontraban en San Mungo, en presencia de Malfoy.

— ¿Me consideras tan poco profesional, Granger? Por supuesto que le dije, pero dijo que lo resolvería, lo cual es evidente que no fue así.

— ¿Le extirparás esa cosa de los pulmones? —preguntó el pelirrojo angustiado.

— Sólo si el acepta.

— ¿Qué quieres decir?

— Potter tiene que estar de acuerdo, cuando se extirpan las raíces y flores no sólo se trata de ellas, sino también de los sentimientos. El paciente tiene que querer deshacerse de esos sentimientos, tiene que querer vivir, para que el proceso sea exitoso.

─ Lo convenceremos. ─Aseguró la bruja con convicción.

Pero no ocurrió. Harry no aceptó. Dijo que prefería morir antes que someterse a una extirpación de sus sentimientos.

Sus amigos estaban preocupados. Malfoy rodó los ojos con fastidio, pero a pesar de parecer tan indiferente, le prometió a Hermione y Ron que intentaría convencerlo.

─ Te lo encargo, Malfoy ─dijo Hermione mortificada.

─ Tal vez si le dices que no lo haga decida hacerlo ─sugirió Ron.

Draco aceptó que era una excelente idea. Lástima que éticamente no podía hacer eso.

Y así comenzaron a pasar los días.

Harry fue internado porque su condición cada vez empeoraba más. Pero algo positivo de todo fue que él y Draco comenzaron a llevarse mejor. En esos días Harry se preguntaba porqué jamás se acercó al rubio. No obstante, después recordaba las razones y entendía qué era lo que los había mantenido alejados por tanto tiempo.

Si me hubiera enamorado de Draco, ¿todo habría sido distinto?

¿Quién podía asegurarlo? Tal vez sí. No importaba, el punto es que la enfermedad de Harry avanzaba igual que su relación con Draco, a pasos agigantados. Y pronto, unos cuantos días se convirtieron en unos meses y su enfermedad al fin llegó al límite.

─ Ahora la planta debería haber cambiado.

─ ¿A qué te refieres? ─preguntó Draco intrigado.

Harry se encogió de hombros.

─ Sólo digo que cuando los sentimientos cambian, la flor también debería cambiar, ¿no es así?

Draco ahora estaba al borde de la risa, a veces Harry decía cosas demasiado absurdas, pero muy graciosas.

─ No te estoy entendiendo nada, Potter.

─ No importa, sólo era un decir. Me quiero dormir.

─ De acuerdo, recuéstate, te revisaré y tú cierra los ojos.

Harry hizo lo que le dijo. Miró pro breves segundos a Draco con sus intensos y brillantes ojos verdes antes de cubrirlos con los parpados.

El rubio permaneció quieto, tratando de interpretar la razón por la que Harry lo miró así.

─ Estoy muy cansado ─mencionó el moreno mientras bostezaba y Draco se apresuró a llegar hasta él.

Suspiró mientras revisaba a Harry, se había mantenido tan obstinado con eso de no querer deshacerse de sus sentimientos, pero ¿qué sentido tenía mantenerlos si aquel al que amaba no le correspondía? Bufó para sí mismo. No tenía sentido criticar a Potter cuando él mismo estaba metido en una encrucijada.

Miró a Harry que al fin se había quedado profundamente dormido.

Entonces sintió que algo se atoraba en sus pulmones. Tenía muchas ganas de toser, así que fue al sanitario adjunto a la habitación.

Tosió largo rato, hasta que al fin se calmó, entonces chasqueó la lengua.

— ¡Carajo! —exclamó.

— Debe ser muy malo como para que el gran Draco Malfoy se exprese de esa manera.

El rubio se sobresaltó. No esperaba que Potter apareciera detrás de él, estaba seguro de que el moreno estaba profundamente dormido.

Harry lo miró sorprendido cuando descubrió los pétalos rociados por todo el lavabo.

— Bueno, parece que no sólo tú morirás este año —mencionó el rubio tratando de que pareciera una broma, pero Harry frunció el ceño.

— No puedo creerlo —susurró Harry.

— ¿Qué cosa? —preguntó con interés el rubio.

— Eres tan guapo, talentoso, adinerado e ingenioso que no puedo creer que hay alguien en el mundo que no corresponde a tu amor.

Draco bufó.

— Bueno, no voy a agradarle a todo el mundo. —Ante la expresión incrédula de Harry agregó—. ¿En serio, Potter? ¿Tú de todas las personas haces esa expresión?

— Tal vez en un tiempo me desagradaste, pero ya no.

Draco desvió la mirada.

— Vuelve a la cama, Potter.

— ¿No tienes miedo? —preguntó el moreno mientras lo dirigía de regreso.

El rubio no respondió, fue hasta mucho después, cuando Harry creía que ya no recibiría respuesta que dijo algo.

— Tal vez me quiero deshacer de estos sentimientos.

— Si quisieras ya te habrías sometido a la cirugía.

Draco bufó.

— No creas que lo sabes todo, Potter. Tú eres quién ya no tiene mucho tiempo, decide antes de ...

— Lo haré, quiero deshacerme de la planta.

Draco lo observó sorprendido. No esperaba tal respuesta, de hecho, no sabía si la cirugía resultaría efectiva ahora que la enfermedad de Potter estaba muy avanzada.

— No soy tan valiente como crees, estoy enamorado, es cierto, pero quiero deshacerme de estos sentimientos, he entendido que la persona a la que amo no me puede amar.

Y Draco preparó todo para someterlo a la cirugía. Para extirpar cada raíz y flor que encontrara en aquellos pulmones, pero justo cuando iba a iniciar con el procedimiento, el cuerpo de Harry colapsó. Hizo todo lo que estuvo en sus manos para mantenerlo vivo, sin extirpar la planta, sabía que si lo hacía Potter no sobreviviría ni un segundo más. Al menos quería darle tiempo para despedirse de aquellos a los que amaba, así que cuando el moreno al fin mostró signos de vitalidad esperó, esperó por horas a que Harry reaccionara, pero no lo hizo, al contrario, los latidos de su corazón comenzaron a ralentizarse.

— ¡Sobrevive, Potter, te lo ordeno maldito cuatro ojos! —gimió Draco al borde de las lágrimas. Se arrodilló cerca de la cama y recostó su cabeza en el pecho del moreno, tratando de escuchar los latidos de su corazón. Tuvo un poco de esperanzas cuando logró escucharlos, pero poco a poco se hacían más débiles—. Por favor, vive grandísimo idiota, aún tienes tantas cosas por hacer, aún no te he dicho que te amo.

Draco dejó que sus lágrimas fluyeran. Era el fin, para ambos, eso era lo único que le que le quedaba de consuelo. Tal vez en la otra vida estarían juntos.

No se dio cuenta cuánto tiempo permaneció así, sólo reaccionó hasta que una mano acarició su cabello rubio; las palabras que escuchó a continuación lograron que se tranquilizara y experimentó un sentimiento de paz como jamás imaginó que ocurriría en su vida. Era la voz de Harry, sin duda, pero no se movió de su lugar, cerró los ojos y se concentró en los movimientos sobre su cabello y aquellas palabras que tanto estuvo soñando, pero jamás creyó que se las diría.

— Yo también te amo, Draco...