La historia no me pertenece, es una traducción al español de la historia escrita por Seraphina Scribes. Por favor, cualquier comentario debe estar en los reviews del escrito en inglés (la autora aprecia mucho los comentarios). Dejo link correspondiente.

s/7449361/1/Quietus

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Capítulo II

La niña de los ojos de Deméter,

La más adorada y atesorada,

Una infanta de la primavera,

Nunca superada,

Por danzantes ninfas del bosque y dríadas,

De belleza incomparable,

Similar tan solo al sol,

Una doncella de luz,

Preciosa, amada,

Una hija de la vida,

Proveniente del cielo arriba.

Había estado soñando con una vasta y floreciente pradera llena de claveles de colores bajo el sol. En su mano sostenía un solo tallo de la flor roja (lo que ella supuso tenía que significar algo dado el contexto), cuando la agradable secuencia fue interrumpida abruptamente por un incesante y continuo sonido. Había sido fácil ignorarlo al inicio, hasta que subió en escala hasta ser escandaloso. El estruendoso e intrusivo sonido estaba decidido a apartarla su tibio y agradable sueño. Sakura gruñó y levantó su brazo izquierdo (¿Por qué era que se sentía tan pesado?) y buscó a ciegas la fuente del ruido. Un fuerte golpe le dijo que acababa de tirar con éxito el reloj en forma de flor que se encontraba sobre su mesa de noche. Bien, pensó, sintiéndose extrañamente satisfecha por su primer logró del día. Sobreviviría, pues era un artilugio durable que había tenido peores caídas. Estaba a punto de girarse y de alguna forma tratar de volver a empezar su sueño cuando su teléfono, inspirado por el reloj, sonó también.

—Mmmnooo! —se quejó, enterrando más su cara en la suave y cálida almohada. No quería levantarse. No quería enfrentar un nuevo día. Y ciertamente no quería ir al festival, además, ¿que había estado pensando para elegir ese tono para sus llamadas entrantes? Era la más estúpida y molesta tonada que había escuchado.

Abrió un ojo para observar su teléfono plateado, canalizándole pensamientos asesinos. Alcanzando el aparato, alineó la pantalla con sus ojos entrecerrados y frunció el ceño ante el identificador de llamadas.

Ino-cerda.

—¿Qué? —refunfuñó como saludo.

—¿Qué? —la voz de Ino chilló desde el otro lado de la línea, tan alto que Sakura hizo una mueca y tuvo que apartar el teléfono de su oído por un momento— ¿A qué te refieres con "qué"? Voy saliendo. Nos conseguiré un café ligero de camino así que no te molestes con rellenarte la cara en tu casa, ¿está bien? ¡Más vale que estés levantada!

Antes de que Sakura pudiera responder algo la línea se cortó de pronto. Parpadeó adormilada; Ino podía ser tan encantadora a veces. Eran las 7:30 am según la pantalla de su teléfono. Se había pasado por 15 minutos ya. ¿En serio había estado tan cansada que no escuchó la primera alarma de su reloj? Ya sabía la respuesta a esa pregunta, después de todo, el reloj fue hecho para aumentar el sonido progresivamente cada cinco minutos. Con un pesado suspiro, Sakura se obligó a salir de la cama. ¿Cómo es que estaba tan cansada si apenas era martes? Normalmente no tenía problemas para levantarse temprano. De hecho, nada le gustaba más que levantarse al amanecer, cuando el mundo aún estaba bajo el callado velo de la noche.

Tallando sus cansados ojos y bostezando, Sakura se dirigió directo al baño, donde sacudió los remanentes de sueño de su cara antes de cepillar sus dientes. Cuando terminó, regresó a su habitación y fue hacia su guardarropa pintado de crema y lavanda, abriendo de par en par las puertas y mirando su ropa. Sabía que todos irían directo al festival después de clases al final del día. ¿Qué se había puesto el año anterior? Nada espectacular o lo recordaría, así que razonó que no había motivo para arreglarse después de todo. No era como si tuviera alguien a quién impresionar, y de verdad quería ir al hospital después, aunque fuera por una hora, para revisar al señor Arakawa. Recordarlo terminó de hundirla. No le importaba como lucia. Tomó las primeras dos prendas que sus ojos localizaron y se las puso rápidamente. Después caminó hacía su largo espejo y liberó su cabello, cepillando sus rizos corales antes de volver a atarlos a su espalda con una liga verde. Tomando un cárdigan gris y su bolso, bajó las escaleras hacía la amplia cocina para tomar un vaso de agua. Al pasar junto al refrigerador, se detuvo al ver la nota con una letra clara y elegante en un post-it amarillo, puesto sobre los otros recordatorios.

"Diviértete en el festival. No regreses tarde."

Sakura le sonrió al mensaje de su madre y sintió en su corazón el mismo tirón cada vez que se detenía a pensar en cuanto extrañaba su compañía. Siempre se preguntaba cómo era que su madre llegaba sin hacer ruido durante la noche, y como es que ella parecía jamás escucharla llegar. Pero la evidencia de una visita siempre aparecía en algún lugar de la casa en forma de una vasija con bellas y alegres flores, que siempre parecían durar más que las flores promedio, o la cena en el refrigerador o pequeñas notas regadas por ahí. Los pensamientos de Sakura regresaron a la breve nota que su madre le había enviado el día anterior, en el que indicaba que regresaría temprano algún día de esa semana; tan solo no había especificado cuándo.

Terminando el contenido de su vaso, Sakura abrió el refrigerador y se asombró con lo que vio. Un plato de dangos bañados en jarabe se encontraba frente a ella. Sintió su boca hacerse agua y aplaudió con emoción. ¡Era su favorito! ¿Cómo es que Ino esperaba que se resistiera? Rápidamente tomó la pluma y post-it que se encontraban en la barra junto al refrigerador y escribió sus felices sentimientos.

"¡Gracias por los dangos! Te amo madre. Siempre."

Decoró la nota con corazones y un pequeño dibujo a líneas de dos personas, esperando que su madre reconociera que se trataba de ellas dos, antes de colocar la nota arriba de la que había sido dejada para ella. Después tomó uno de los dangos y lo metió en su boca, suspirando felizmente. Estaba por tomar el segundo cuando sus ojos notaron otra cosa que no había estado en el refrigerador antes de que ella se fuera a la cama el día anterior. Mientras masticaba, Sakura tomó la caja blanca y levantó la tapa con curiosidad para conocer el contenido. Sus ojos se agrandaron al ver las ricas semillas de granada brillando como joyas. Su madre se había desviado de su ruta habitual para comprarle su fruta favorita, ¡granada fresca, dulce y lista para disfrutar!

Perdón, Ino, Sakura se disculpó en silencio con su mejor amiga, llevándose la caja de cartón a la barra. Guardaría los nada saludables dangos para después. Tomando un pequeño tazón, tomó cuatro grandes cucharadas de semillas y se dispuso a comerlos con entusiasmo. Mientras se sentaba en uno de los elegantes bancos junto a la mesa rectangular en el medio de la cocina, su mirada se centró pensativamente en la ventana tipo vitral arriba del fregadero. Los dorados rayos del sol de la mañana pasaban a través de ella, arrojando un arreglo de bonitos colores donde sea que la luz pasaba. Sakura raspó lo último de fruta del tazón y se levantó para lavarlo. Acababa de acomodarlo en el escurridor plateado cuando el timbre sonó haciéndole saber que Ino había llegado.

Dándole un rápido enjuague a su boca, Sakura tomó su cárdigan y se apresuró a abrir la puerta. Ino estaba de pie en el rayo del sol, sosteniendo dos vasos de cartón con café humeante, luciendo tan fabulosa como siempre en un suave vestido morado con flores blancas que le llegaba arriba de las rodillas y combinaba con sus zapatos bajos. Una liga morada con una gran flor mantenía su largo cabello atado y fuera de su rostro. Su ropa estaba perfectamente acorde con la elegante bolsa de mano y joyería de diseñador. Sakura hizo una mueca cuando los ojos de su mejor amiga la vieron de arriba abajo de manera crítica. Sabía lo que Ino estaba por decir.

—Así que, Sakura, te decidiste por verte como estudiante desaliñada en el día del Festival. Que bien.

Los ojos de Sakura viajaron a su propio atuendo. No lucía desaliñada, ¿o sí?

—Me veo normal… —empezó a decir antes de ser groseramente interrumpida por un chasquido de Ino.

—Exacto, te ves normal. Y hoy no es un día normal. No hiciste ningún esfuerzo para… —se detuvo de repente, haciendo un puchero con sus labios que Sakura reconoció como su gesto de negocios—. ¿Sabes qué? Al diablo con la primera clase, no hay manera de que te permita poner un pie en el colegio vestida así. Hoy no. ¡Adentro!

Los labios de Sakura se abrieron en consternación mientras Ino le colocó uno de los vasos en las manos y pasó a su lado para entrar a la casa.

—Pero, Ino, nos perderemos la presentación de Kurenai sobre ilusiones ópticas, y he esperado eso desde…

—Estoy segura de que repetiría esa clase por ti. Tan solo dile a Hinata que le pregunte, es su estudiante favorita —Ino dijo como si nada.

—Pero me siento cómoda con esto. No quiero arreglarme… —Ino giró, moviendo su rubio cabello tan cerca como para golpear la cara de Sakura al hacerlo—. ¿Sabes qué, Sakura?, ¿sabes cuál es tu problema? La madre naturaleza te ha dado mucho y tú no haces nada para lucirlo. ¿Sabes lo frustrante que es eso?

Sakura la miró con asombro. Ino parecía molesta en serio, como si el hecho de que Sakura no pasara grandes cantidades de tiempo arreglando su apariencia fuera una especie de crimen. Pero Ino siguió con su regaño antes de que Sakura pudiera decir palabra.

—¿Crees que por una vez en tu vida podrías arreglarte tan solo un poco? Es el día del Festival. Habrá muchos chicos guapos. ¡Y no vas a conseguir a ninguno! —con ese argumento, Ino se deshizo de sus zapatos y subió las escaleras de madera hacía la habitación de Sakura.

Sakura suspiró y fue detrás de ella, dando sorbos a su café. Sabía que necesitaría una gran cantidad de cafeína para sobrevivir ese día y no podía esperar para que se terminara. Se unió a Ino, quien se había tomado la libertad de escudriñar los contenidos de su guardarropa. Sakura protestó.

—Pero no quiero conseguir a ningún chico. Sabes que mi madre probablemente lo ahuyente.

—Sakura, tienes 18 —Inó replicó, como si eso lo resolviera todo—. Recuérdame venir después a reinventar tu patético guardarropa —añadió, lanzando diferentes prendas a la silla junto al tocador— ¿Dónde está?

—¿Dónde está qué? —Sakura pregunto sin entender. La pila de ropa en la silla iba creciendo considerablemente. Ino no pretendería que se probara todos, ¿verdad?

—La linda falda y suéter que compramos juntas en la última venta, ¿recuerdas?

—¿Eh? —Sakura se quedó en blanco. No recordaba esas prendas.

—Ya sabes, la… Oh, ¡Aquí hay una! —triunfante, sacó una pieza de ropa y Sakura la reconoció al instante. La falda estilo mullet color blanco estaba hecha de un ligero poliéster. Era perfectamente ligera, y perfectamente primaveral. Ella se había enamorado de esa falda en la última venta a la que fueron, pero nunca se había animado a usarla.

Aferrándose a la falda, Ino buscó un poco más antes de tomar otro gancho con varias prendas. Con un además de victoria sacó un cárdigan rosa pálido con botones de perla y lo colocó arriba de la falda.

—Este es tú atuendo —declaró—. Vas a lucir completamente increíble. Pero, en serio, Sakura, ¿no le has quitado las etiquetas? ¡Qué vergüenza!

—No sé, Ino —Sakura dijo, mirando las prendas con incertidumbre. Cuando era más joven, le había encantado vestirse como Ino. Su madre la había llenado con ropa de cada color, pero entonces Sakura descubrió los libros, y el amor por la lectura sobrepasó al amor por la moda, para consternación de Ino. Aún disfrutaba salir de compras, pero evitaba comprar cosas que no fueran necesarias… de nuevo, entristeciendo a su mejor amiga. Ino era extravagante, comprando cualquier cosa que quisiera. Sakura, por el contrario, prefería ser sensible a pesar de que su madre jamás hubiera dudado en comprarle todo lo que quisiera.

—Tienes unas piernas increíbles y nunca las presumes. La falda será perfecta para eso. Y tienes un collar de perlas que fue hecho para este atuendo, además de los zapatos bajos de color rosa abiertos en las puntas junto con la diadema color perla que Hinata te dio en tu último cumpleaños. ¡Apúrate y cámbiate para que pueda ponerte los accesorios! —puso las prendas en los brazos de Sakura y tomó su café —¡Avísame cuando termines!

Sakura volvió a suspirar con pesadez mientras Ino salía de la habitación. De mala gana se quitó la ropa que había seleccionado y se puso lo que Ino había escogido.

—¡Listo! —dijo en voz alta esperando acabar pronto con Ino la estilista. Ino regresó con rapidez y aplaudió con emoción.

—Siéntate —guio a su amiga hacía la silla del tocador y Sakura protestó cuando su amiga tomó su liga para liberar su cabello. Ino pasó un cepillo por sus rizos corales, remarcando que su amiga casi nunca dejaba su cabello suelto, mientras que Sakura la miraba trabajar desde el espejo. Cuando Ino terminó, los flancos del cabello rosa estaban unidos atrás con un broche dorado formando una corona estilo princesa, con el remanente de sus rizos libres sobre los hombros y espalda. Tomando un paso atrás para admirar su trabajo, Ino sonrió con orgullo. Sakura tan solo no veía lo bonita que era, tan pura y limpia como una fresca mañana de primavera. Ino sugirió algo de maquillaje, a lo que Sakura se negó rotundamente.

—¡Sólo un poco de rubor! ¿Y tal vez algo de brillo labial? ¡Te verás como una muñeca!

—No —Sakura miró al rostro perfectamente maquillado de Ino. Ella usaba el "look natural" muy bien, pero Sakura odiaba emplastar su cara con cosméticos—. Sabes que odio esas cosas.

Ino puso los ojos en blancos en señal de derrota, sabiendo muy bien que su amiga no cedería en ese aspecto. De todas formas, no es como que necesitara ese maquillaje.

—Bien, bien; solo ponte el collar, tu reloj y los zapatos y estarás lista. Ah, y tienes esa bolsita blanca, ¿no?

—¿Cuál?, ¿la bolsa vieja?

—Es antigua, estilo vintage. Podemos llegar a la última media hora de la clase si acelero. Y, ¿Sakura? —Ino añadió mientras Sakura tomaba la bolsa de mano blanca con cadena dorada que Ino había mencionado.

—¿Sí?

—Te ves muy sexy. Salgamos juntas en una cita.

Sakura miró a su mejor amiga con detenimiento y explotó en risas.

Después de 20 minutos de dejar la casa, salieron deprisa del brillante convertible morado metálico de Ino y entraron al colegio, logrando con agilidad abrirse paso hasta uno de los muchos auditorios, donde Kurenai Yuhi, una maestra de Física, estaba dando una presentación sobre óptica e ilusiones. Las chicas entraron al auditorio, tomando los primeros asientos que vieron disponibles, y apenas se sentaron Sakura escuchó un silbido de apreciación. Kurenai se detuvo y Sakura se tensó, dándole una mirada acusadora a Ino, quien se encogió de hombros y parpadeó con inocencia como diciendo "No me culpes a mí."

—Ahora —Kurenai siguió hablando —. Las ilusiones ópticas ocurren como resultado del engaño visual que discutimos hace poco…

Sakura giró su cabeza lentamente en la dirección de la que el sonido había venido, solo para encontrar a un tipo desconocido sonriéndoles. Sabía que era a Ino, pero cuando volteó, miró a su amiga a tres asientos de ella y ocupada enviando mensajes de texto por el celular, sin notar la atención que atraían. Sakura volvió a mirar al tipo, quien, sonriendo, le guiño un ojo. A ella. Sakura rápidamente desvió la vista. Esto era precisamente el por qué ella odiaba hacer un esfuerzo para arreglarse. No quería que la notaran vagos como el que en este momento estaba mirándola.

—Tus ojos son engañados para percibir visualmente algo que es diferente a lo que realmente existe.

Sakura trató de concentrarse en lo que Kurenai estaba diciendo. Siempre había encontrado las ilusiones ópticas como algo fascinando y había estado esperando esa clase por meses. Pero le era imposible concentrarse cuando podía sentir al tipo mirándola y susurrándole cosas a su amigo. Dios. Iba a matar a Ino.

—Miremos algunos ejemplos. ¿Qué ven en esta imagen? Examínenla un poco antes de contestar. Piensen en cuáles son sus primeras impresiones.

La atención de Sakura pudo por fin enfocarse únicamente en la imagen que estaba siendo proyectada en la gran pantalla.

Una flor, su mente le dijo al instante. Era algún tipo de flor.

—Es algún tipo de candelabro —Sakura escucho hablar en voz baja a una chica de cabello castaño.

—¿Alguna idea? —Kurenai mencionó después de otro minuto. Varias manos se levantaron, ansiosas por compartir lo que pensaban. La mayoría, tal como la chica que Sakura escuchó, creyeron que era un candelabro. Otros pocos sugirieron otras interpretaciones, a las que Kurenai solo sonrió misteriosamente y negó con la cabeza. Sakura deseó poder levantar su mano y responder, pero no había forma de que la vieran estando hasta atrás. Y en definitivo no quería llamar la atención de cientos de pares de ojos.

—No exactamente. Dejemos esa imagen engañosa para después. Si alguien piensa que pueden descifrarlo, acérquense y díganme cuando la presentación haya terminado. Ahora, ¿qué hay de esta otra?

Solo en 15 minutos, la clase había terminado. Ino se acercó a ella, comentando lo aburrido que había sido y como no podía esperar para que el día terminara. Sakura apenas y la escuchó. Ella se había levantado y recorría las escaleras hasta el fondo del auditorio, uniéndose a la gente que había rodeado el escritorio de Kurenai. Ella era bonita, de unos treinta y tantos años, con cabello oscuro y rizado junto con unos vívidos ojos cafés que parecían tener algo de rojo si se veían en otra luz. Era querida por los estudiantes y siempre insistía en que se dirigieran a ella por su nombre. Sakura esperó con impaciencia para que su turno llegara y cuando por fin fue así, Kurenai la saludo con una suave sonrisa.

—Hola, Sakura.

—Hola, Señorita Yuhi… Digo, Kurenai —Sakura saludó educadamente.

—¿Te gustó la presentación?

—¡Sí, bastante!

—¿Estás aquí para decirme qué era la primera imagen?

Sakura parpadeó, sorprendida. ¿Cómo lo había sabido?

—Oh, ¿nadie lo ha adivinado?

La cara de la profesora mostró algo de diversión.

—Aún no, pero tengo un presentimiento de que eso está por cambiar…

—¿Era una flor?

—Posiblemente. ¿De qué tipo?

—¿Un narciso?

La sonrisa de Kurenai se extendió.

—Tienes un buen ojo para decodificar ilusiones ópticas, Sakura.

Sakura sonrió, satisfecha consigo misma.

—¿Las diapositivas estarán disponibles en la red de la escuela? De verdad me gustaría poder revisarlas otra vez.

—Por supuesto —Kurenai asintió—. Revisa en una o dos horas, para ese entonces ya debí haberlas subido.

Agradeciéndole, Sakura regresó a donde Ino estaba hablando con Tenten y Hinata, en la parte superior de las escaleras.

—Wow, Sakura —Tenten la saludo con una sonrisa—. Te ves tan bonita.

—¿Verdad que sí? —Ino dijo—. ¡Deberías haber visto lo que traía puesto antes de que la hiciera cambiarse!

Sakura tomó por los brazos a Hinata y murmuró un "vámonos" mientras Ino le daba los detalles a Tenten acerca de su "milagrosa transformación." Salieron del auditorio y solo habían logrado dar unos pasos cuando una sonora y escandalosa risa llenó el aire. La rigidez instantánea en la postura de Hinata hizo que Sakura viera con preocupación a su amiga. Las mejillas de Hinata mostraban un bonito rubor y su respiración se había acelerado.

De verdad que le dio fuerte, Sakura pensó, mordiendo su labio empáticamente. Deseó que pudiera hacer algo para ayudar.

Se detuvo a pensarlo, mirando hacia atrás a donde Naruto estaba jugando con Choji Akimichi y Kiba Inuzuka. En ningún momento volteó a ver a Hinata. ¿Qué le pasaba?, ¿no podía ver lo hermosa, sensible y amable que era Hinata?

Ino y ella habían optado por un acercamiento sutil, que no había servido de nada. Tal vez era el momento para un cambio de estrategia más drástico. Sintiéndose raramente valiente, una determinada Sakura se separó con suavidad del brazo de Hinata y jaló a Tenten para que tomara su lugar junto a la chica ruborizada.

—En seguida regreso —le respondió a las miradas curiosas de sus amigas y se movió uniéndose al grupo de chicos. Dos de ellos fueron lo suficientemente educados para reconocer su presencia.

—Hey, hey —Kiba, con su cabello oscuro y mirada salvaje, sonrió—. ¡Pero si es Sakura!, ¡Hola Sakura!

—Hola, Sakura —Chouji, un chico con cabello castaño y complexión robusta la saludó mientras alegremente masticaba su bolsa con papas fritas. Sakura miró la bolsa. ¿No era demasiado temprano para estar comiendo eso?

Naruto, quien se había puesto rojo debido a la risa, tartamudeó al verla; sus ojos azules abriéndose cómicamente en incredulidad.

—Wow, Sakura. Te ves…

Sakura lo tomó por el brazo antes de que pudiera completar el cumplido.

—¿Puedo hablarte un segundo?

—Claro. Los veo luego, ¡perdedores! —dijo él a sus amigos.

—Hasta luego, ¡idiota!

Sus amigos se rieron también, silbando de una forma que hizo a Sakura desear poseer la fuerza suficiente como para levantar algo pesado y arrojárselos.

—¿Qué pasa Sakura-chan? —Naruto preguntó mientras Sakura lo guiaba lejos del estruendo de los estudiantes tratando de llegar a sus clases, hacia una parte tranquila del corredor.

—Vas a ir al Festival hoy, ¿verdad?, ¿ya invitaste a alguien?

Naruto parpadeó. Una maliciosa sonrisa apareció en sus labios.

—¿Me estás pidiendo que sea tu cita, Sakura-chan?

Sakura resistió el impulso de golpearlo por detrás de la cabeza.

—¡No idiota!

—Aw —Naruto hizo una mueca dramática—. Me lastimas, Sakura-chan.

—Naruto —ella suspiró—. Te has dado cuenta, ¿no? Debiste haberlo notado. Ni siquiera tú puedes ser tan distraído… —ella se detuvo, notando la mirada en blanco que su amigo le dirigía. Ella suspiró de nuevo. Está bien, tal vez Naruto era así de despistado. Consideró cuál sería la mejor forma de revelarle la noticia a Naruto y después de pensarlo, se decidió por decirlo con franqueza—. Le gustas a Hinata.

—¿Eh? —Naruto parpadeó con confusión. Después dijo, como si no tuviera idea de lo que ella estaba hablando—. ¿Hinata?

—Sí —Sakura dijo, golpeando el suelo pacientemente con la punta de sus zapatos bajos—. De verdad le gustas Naruto. ¿Por qué no intentas hablarle?

Los ojos de Naruto se agrandaron por un momento antes de desviarse viendo a otro lado. Él parecía… ¿Qué era esa mirada en su rostro?, ¿vergüenza?, ¿culpa? Sakura no podía decirlo con certeza.

—¿Naruto? —ella preguntó.

—No puedo —él dijo en voz baja, tan inusualmente callado que Sakura se enderezó para escuchar bien.

—¿Qué?

—No puedo hablarle, Sakura-chan —él repitió, aun reusándose a verla a los ojos.

—¿Qué?, ¿por qué no? —Sakura preguntó desconcertada. No había sabido qué esperar cuando impulsivamente decidió confrontar a Naruto acerca de Hinata, pero en definitiva no esperaba la extraña y resignada respuesta que estaba recibiendo. ¿Qué podía ser lo que lo estuviera deteniendo?

—Es —Naruto dudó—. Es algo complicado, Sakura-chan.

—Oh —La expresión de Sakura decayó por completo—. Estás viendo a alguien más.

—¡N… No! —los ojos de Naruto viajaron de nuevo a su rostro y subió sus manos a manera de defensa—. ¡Nada como eso!

Sakura frunció el ceño, frustrada, después cruzó sus brazos.

—¿Entonces qué es?

De nuevo, Naruto pareció dudar. Se tocó la nuca, de la manera que siempre hacía cuando estaba nervioso, apenado o avergonzado (muy probablemente las tres cosas juntas, Sakura consideró) y al final habló.

—Es… es solo que… Hinata no me conoce en realidad y, bueno… —su voz se desvaneció.

Sakura sacudió la cabeza, su expresión suavizándose. ¿Esa era su única objeción?, ¿de alguna forma temía que Hinata cambiara de opinión una vez que lo conociera mejor? No sabía que Naruto tenía un lado así de sensible.

—Naruto, eres tan tonto —le dijo. Él hizo una mueca, pareciendo bastante avergonzado de sí mismo, lo que hizo que Sakura continuará la frase con rapidez—. Pero, eres un buen tipo de tonto. Y Hinata ve eso. Sólo habla con ella. ¿Qué puedes perder? —checó el reloj en su muñeca y jadeó. ¡Iba 15 minutos tarde para su clase de Matemáticas! ¿Se había quedado hablando con Naruto por tanto tiempo?— Mira, sólo piénsalo —dijo con prisa—. Tengo que ir a clase. ¿Te veo luego?

—Claro —Naruto respondió.

En su prisa, Sakura no logró reconocer el poco característico tono callado en la voz de su amigo. Tampoco notó cómo, después de que ella había dado la vuelta por el corredor, un Naruto entristecido permaneció en su lugar, con sus ojos pegados al piso.

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Él observaba en silencio desde su magnífico semental negro como el largo y elegante bote de madera llegaba lentamente a la orilla. Mientras se acercaba, el barco salió de la neblina envolvente para revelar a una figura oscura y con capa sosteniendo un remo delgado. Acuclillados y olvidados detrás de la figura, había siete espíritus. Dos eran mujeres, quienes lloraban juntas, un hombre de mediana edad parpadeando con ojos muy abiertos, un niño asustado en sus brazos, una pareja de ancianos y otro niño aún más joven. Llegaban en viajes regulares, humanos de todos los orígenes y tipos de vida. La muerte no discriminaba. Era lo único seguro, lo único constante, el evento por el que todos pasaban… algunos mucho antes que otros.

El bote se detuvo sin ruido junto a la grava. Un hombre alto, robusto y de cabello naranja guiaba con cuidado a las almas para bajar de la embarcación, mientras que una joven mujer de cabello rubí supervisaba, indicando a los recién llegados el unirse a dos filas separadas. Ambos asistentes portaban una capa negra como la noche, el color que lo caracterizaba. En un ágil y grácil movimiento, bajó de su caballo dándole una simple y tranquilizadora palmada cuando relinchó en protesta.

—Quieto, Aethon —ordenó. El caballo obedeció de inmediato. Él ignoró las asombradas miradas de los fallecidos mientras se dirigía hacía la figura encapuchada en el bote, quién atentamente se había puesto de pie—. ¿Cuántos no pudieron pasar? —cuestionó secamente.

El hombre del bote agachó la cabeza respetuosamente. La capucha escondía un demacrado y maltratado rostro, así como el cabello color rojo escarlata.

—573 están al momento atados a vagar por las costas, Gran Dios. No tienen pago que ofrecer por su pasaje.

—¿Cuántos niños?

—62, para ser precisos —el hombre respondió.

—Concédeles paso. Tus monedas estarán listas.

—¿Y qué hay con los padres, Gran Dios?

Sus ojos se entrecerraron debido a la pregunta.

—Se quedarán —respondió y se giró, dando a entender que la conversación había terminado.

—Sí, Gran Dios —el hombre del bote reverenció aún más y luego se giró para comenzar el largo viaje de regreso a través de los ríos que formaban los límites entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

Él remontó su caballo, ignorando las súplicas de las almas que eran reunidas para abordar otros dos largos botes en el otro lado de la costa con forma de isla. Uno de ellos era negro y estaba delineado con cráneos, el otro era blanco con engravados de plumas. La gente dirigida hacía el bote negro era significativamente más larga que la del bote blanco. Más asistentes llegaron, con complexión fuerte y máscaras de piel negra cubriendo su rostro y barba, armados con látigos; listos para evitar que alguien dejara la fila que le fue asignada.

—¡Por favor, Dios todo poderoso!, ¡por favor ten piedad de nosotros!

—¡Quiero ir a la otra línea!, ¡Quítense de mi camino!

—¡Regresa aquí, basura! —un asistente gritó y un duro latigazo hizo eco en el aire, seguido de un grito agonizante.

—¡Mi hijo!, ¡Mi hijo está subiendo al bote blanco!, ¡Por favor, déjeme ir con él!, ¡Por favor!

—¡Madre!, ¡Madre!, ¡No me dejes!, ¡Madre!

Había escuchado suficiente.

—Al palacio —ordenó silenciosamente a Aethon, quien relinchó y comenzó a correr obedientemente. Los angustiados gritos y aullidos de los muertos se perdieron detrás de él y el estruendoso sonido de las pezuñas fue todo lo que pudo escuchar mientras su semental atravesaba el rojo camino que llevaba a su morada. Al llegar, desmontó de nuevo dejando a su caballo en la compañía de otros tres negros e intimidantes sementales y subió los escalones de mármol negro que guiaban hacía su resplandeciente lugar de descanso.

Necesitaba pensar. Si quería ejecutar su plan correctamente, sin fallas, el tiempo era de suma importancia. Sabía que Sakura asistiría al Festival. Iba cada año. Y sabía que ella iba acompañada de un largo grupo de otros humanos. Tenía que ser cuidadoso. Ella era de naturaleza cariñosa y amable, lo que significaba que mucha otra gente se preocupaba por ella de la misma forma. Irremediablemente notarían su desaparición.

Ella notaría si Sakura desaparecía.

Su expresión se oscureció ante el pensamiento de la "madre" de Sakura. Él sabía lo preciada que Sakura era para esa mujer. Y por esa razón no podía arriesgarse a ser detectado o visto cuando la robara. No podía arriesgarse a ser frustrado, porque entonces, sabía que perdería cualquier oportunidad de atraerla hacía el inframundo. La madre de Sakura la encerraría lejos, fuera de su alcance e influencia. Él perdería.

Y despreciaba perder.

Tendría que encontrar la manera de separar a Sakura de sus amigos, de alguna forma. Eso es lo que haría. Aislarla el tiempo suficiente para tomarla, rápido y en silencio, sin testigos. Sin que nadie (especialmente, él) lo viera. Y cuando finalmente notaran que Sakura no estaba… sería demasiado tarde.

Una pequeña y orgullosa sonrisa se formó en sus arrogantes labios. Para el anochecer, ella sería suya.

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La hora del almuerzo, usualmente normal y sin importancia, estaba bullendo con entusiasmo. A donde sea que fuera, Sakura escuchaba a estudiantes hablar ansiosamente sobre el Festival. Se supone que sería el mejor y más grande hasta ahora. Sakura se preguntó como eso sería siquiera posible dado que el año anterior el evento había sido bastante espectacular. ¿Cómo es que los organizadores planeaban superarse a sí mismos este año?

Los pies de Sakura la transportaron automáticamente al comedor, pero dudó conforme se aproximaba. ¿De verdad quería pasar tan hermosa y soleada tarde oculta entre cuatro paredes? Además, sabía que era muy probable que Lee estuviera buscando por cada mesa del lugar tratando de encontrarla, para profesarle su ardiente y eterno amor, sin duda. No, decidió, definitivamente no tenía ganas de comer dentro. Compraría un sándwich de alguno de los puestos establecidos afuera y comería en paz bajo la sombra de alguno de los recién florecientes árboles.

Después de comprar su comida, Sakura se dirigió al árbol libre más tranquilo. Sentándose cómodamente debajo, abrió su bolsa y sacó la última novela que estaba leyendo, una agridulce historia de amor entre una sirena y un humano, basada someramente sobre un antiguo cuento de hadas. Sakura adoraba los mitos, cuentos de hadas y leyendas. Siempre la habían fascinado desde niña. Su madre le había contado maravillosas historias a través de los años, hablando animadamente como si los mundos de los que surgían los cuentos fueran reales, y Sakura se había perdido en la magia de ellos. Siempre la harían sentir añoranza por algo que no podía describir con seguridad.

Capítulo 9, comenzó a leer, dando una mordida animosa a su sándwich. La joven Lumina se sumergió en silencio, con cuidado de evitar ser vista por los centinelas del gran palacio blanco. Sabía que, si la descubrían, sería recibida con gran enojo por parte de su padre, el rey, una vez que regresara a casa.

Casa. ¿Por qué sentía como si ya no perteneciera debajo de las calmadas y azules olas?, ¿por qué sentía como si su corazón estuviera atado a un hilo invisible hacía la orilla dorada que ahora observaba? Sabía la respuesta, por supuesto. Su príncipe. No había día en que no pensara en él. La añoranza partiendo su propia alma, la necesidad de verlo, de estar cerca de él, de tocarlo. La idea de tocarlo hizo que su pulso se acelerara. Él aún no había visto su verdadera forma. Se preguntó en silencio, ¿cómo reaccionaría si supiera que su salvador no había sido humano?, ¿la aceptaría o tendría miedo y la vería tan solo como una abominación de la naturaleza? Mordió su labio ansiosamente. Pero, ella también era una de las creaciones de Dios. ¿Tal vez no la rechazaría?

Tal vez tendría curiosidad. Mientras nadaba cerca de las rocas apelmazadas sobresaliendo desde la línea de costa, una extraña certeza la llenó. Sí, él tendría curiosidad, estaría curiosamente hipnotizado por su flotante cabello plateado y sus grandes e implorantes ojos violeta. Tal vez, para los estándares humanos, ¿él podría considerarla hermosa?

Sakura soltó una risita, completamente enfocada en los pensamientos del personaje principal. Lumina era una cosita tan adorable y curiosa, ¿cómo podría su príncipe no enamorarse de ella? Justo cuando estaba lista para cambiar la página y continuar leyendo, una sombra se dejó ver sobre el libro. Sakura parpadeó, dirigiendo sus grandes y confundidos ojos en la dirección en que la luz fue obstruida, y su corazón dio un pequeño salto.

Sai estaba parado arriba de ella, usando una camiseta negra que lucía, como siempre, un poco pequeña para él. Aún debajo de los gloriosos rayos del sol parecía mortalmente pálido.

—Disculpa —Sai dijo educadamente, era obvio que había notado la forma en que el cuerpo de Sakura se tensó—. ¿Estoy interrumpiendo?

, Sakura pensó, pero lo que salió de su boca fue algo más educado y alegre.

—Para nada —observó con sorpresa y duda como Sai se sentó a su lado debajo de la sombra del árbol. Sus ojos se movieron al libro en sus manos y asintió en su dirección.

—¿Te gustan los cuentos de hadas?

—Oh —Sakura miró abajo, sintiéndose algo avergonzada de haber sido atrapada leyendo ese tipo de historia—. Pues, no mucho. Bueno, digo, a veces. Sólo en ocasiones.

Está bien, simplemente cállate ahora, se dijo a sí misma. Éste es Sai, ni siquiera te importa lo que él piense. Su voz interna era mucho más liberal y firme que su persona por fuera, y Sakura lamentaba seguido que no pudiera cambiar esos papeles.

—A mí también me gustan —Sai dijo, causando que los labios de Sakura se abrieran con asombro—. Tal vez fue así como todo empezó —dirigió sus pensativos y oscuros ojos hacía el cielo, como si el claro y azul cielo tuviera todas las respuestas a las preguntas en su mente.

—Yo… —empezó a decir dudando, no estando segura de si realmente quería entender de lo que él estaba hablando. Algo siempre se había sentido fuera de lugar acerca del chico de cabello oscuro sentado a su lado. Ella jamás había podido averiguar bien qué era. ¿Tal vez no se había dado el tiempo suficiente para conocerlo? Puede que Sai simplemente fuera alguien incomprendido.

¿No fue así como Naruto había sido alguna vez?

—¿Cómo empezó qué? —se aventuró a preguntar

En respuesta, Sai rebuscó en su propia mochila. Había dos pequeños muñecos atados al cierre (curioso cómo no lo había notado antes), uno con cabello oscuro y el otro con cabello plateado. ¿Se suponía que eran representaciones de gente real? Observó como Sai sacó de su mochila lo que parecía ser un cuaderno de dibujo de tamaño mediano. Lo abrió, mostrándole en silencio algunas de las páginas y Sakura no lo pudo creer. Dentro estaban las más hermosas y vibrantes creaciones. ¿En serio él las había dibujado? Ya sabía la respuesta. Sus ojos se movieron a él, mientras ella luchaba con su asombro. ¿Quién diría que el extraño Sai poseía ese maravilloso talento? La curiosidad y la necesidad de mirar el esplendor de su trabajo más de cerca la sobrepasaron.

—¿Puedo ver? —ella preguntó y sin decir nada, Sai le dio el cuaderno—. Wow —soltó ella mientras sus ojos absorbían los ricos y fuertes colores a lo largo de las páginas. Dibujos de valles verdes, flotantes cascadas cobalto, bonitas cabañas y toda clase de hermosos animales pasaban entre las páginas—. Esto es increíble. Podrías poner tu propia exhibición de arte.

Cuando el silencio fue la única respuesta, Sakura lo miró. Él estaba observándola con una mirada que hizo que su nueva apreciación decreciera considerablemente. Sai, quien siempre mostraba una rara sonrisa, no estaba sonriendo ahora.

—Creo que la última página es para ti —le informó con suavidad. Una alarma se difuminó por las venas de Sakura, pero sus dedos estaban de alguna forma pegados a la rugosa textura del papel. Tragando con dificultad, cambió hasta la última página, y miró con confusión al dibujo frente a sus ojos.

Una hermosa pradera, llena de flores de cada color. Se vio recordando el vívido sueño del que había despertado esa mañana y dejó de respirar. Era solo una coincidencia, trató de asegurarse a sí misma. Pero Sai la veía con aprehensión, de forma que su estómago formó extraños e inexplicables nudos de temor.

—¿Lo reconoces? —la cuestionó, su tono seco era perfectamente educado.

Sakura sacudió su cabeza, manteniendo sus ojos en el hermoso dibujo. Pero le parecía familiar. Se veía casi exactamente como el campo con el que había soñado.

—Es curioso —Sai dijo como si se hablara a sí mismo—. Normalmente, los dibujos producidos durante un episodio nocturno significan algo.

—¿Episodio nocturno? —Sakura repitió, cada vez más sorprendida, ¿qué significaba eso?

Sai pareció reaccionar y le ofreció su característica sonrisa vacía. No sirvió para despejar sus dudas.

—Ah, permíteme explicarte. A veces despierto dándome cuenta de que he dibujado algo durante la noche. Sólo que nunca recuerdo haberlo hecho en primer lugar.

Sakura lo miró con incredulidad. Había oído del sonambulismo, pero, ¿dibujar mientras sigues dormido?, ¿dibujar cosas que supuestamente estaban conectadas con gente que él apenas conocía? Era demasiado raro, demasiado extraño. Educadamente le tendió el cuaderno, pero el sacudió la cabeza.

—Por favor, conserva el dibujo. Siento, de alguna forma, que esas flores están conectadas a ti, Sakura.

Sakura no quería conservar el dibujo. Y en definitivo no quería seguir hablando con el raro Sai. Puso el cuaderno en el espacio entre ellos y reunió sus cosas.

—Me tengo que ir —dijo de pronto—. Gracias por compartir tus dibujos conmigo, Sai.

Se levantó y huyó sin mirar atrás.

Sakura no pudo dejar de pensar en el dibujo (o Sai) durante sus últimas dos clases del día. En lugar de poner atención en su clase final de Literatura, se encontró comparando la pradera que él había dibujado con aquella que ella había soñado. ¿Sí eran idénticas?, ¿significaba algo que sí lo fueran? Adoraba los mitos y la magia, pero pintaba una línea firme en cuanto a lo sobrenatural. Era solo una loca coincidencia. ¿Por qué estaba siquiera pensándolo? Un toque en su espalda baja la hizo saltar y giró su cabeza para mirar a Ino, quien elevó sus cejas como pregunta. Cuando Sakura sólo sacudió su cabeza Ino hizo una mueca y dijo "diez minutos más," para después guiñarle un ojo. Sakura regresó al pasaje que debería estar estudiando, pero las palabras se negaron a quedarse en su mente. ¿Por qué no podía concentrarse?

Volvió a estremecerse cuando la campana que señalaba el final del día sonó fuera del salón. Poniendo sus cosas de nuevo en su bolso, Sakura acomodó su silla en silencio.

—¡Whoo!, ¡hora del Festival, chicas! —Ino declaró, aplaudiendo con entusiasmo. Tomó el brazo de Sakura y la arrastró hacía el corredor, sin notar la incomodidad de su mejor amiga. Seguía hablando sobre los planes para la tarde, pero Sakura apenas y la escuchaba. Sus ojos estaban buscando algo entre la marea de estudiantes, ¿o a alguien? ¿Sai iría al festival también? Sakura desesperadamente esperaba que no. Se debatió sí decirle a Ino lo que había pasado, pero una mirada a la emocionada rubia junto a ella la hizo volver a pensarlo. No quería cargarle sus insignificantes problemas a su amiga, no cuando estaban a punto de irse hacía el Festival. No había significado nada. Decidió con firmeza que no iba a pensar más en ello.

Se encontraron con los chicos en el estacionamiento. Naruto estaba sentado en su escandaloso convertible naranja con negro mostrando la placa KYUUB1. Siempre había evadido las preguntas sobre el significado detrás de ese curioso número de identificación vehicular. Con él en el auto estaban Shikamaru, fumando un cigarro con las mangas de su camiseta azul enrolladas, Kiba, Lee y Choji; quien significativamente estaba reduciendo la cantidad de espacio disponible para que los otros dos hombres pudieran moverse.

—Maldición, Choji, tal vez si no comieras tanto de verdad podría tener espacio para respirar aquí.

Sakura escuchó decir a Kiba. Choji continuó comiendo sus palomitas, ajeno a las quejas de sus amigos.

Ino se dirigió al auto, deteniéndose intencionalmente al lado de Naruto.

—Hola chicos —saludó coquetamente— ¿Qué tal si hacemos una carrera hasta el parque?

—¡Hecho! —Naruto sonrió con malicia mientras Sakura, Hinata y Tenten tomaban sus lugares dentro del auto de Ino.

—¿Cuál es la apuesta? —Shikamaru preguntó tranquilo, exhalando humo. Mantuvo sus ojos viendo al frente, lo que solo hizo que Ino se decidiera más a lograr que la mirara.

—Eso depende de que tan alto quieras apostar —Ino ronroneó. La mirada de Shikamaru se dirigió a ella brevemente antes de regresar a admirar el auto de Neji frente a él. No respondió. Ino tan solo estaba admirando en silencio lo extremadamente sexy que era Shikamaru cuando Tenten le tocó la bocina con impaciencia.

—¡Oye! Una buena forma de ganarles sería irnos antes que ellos, ¿no? ¡Vámonos, Ino!

—Ja —Kiba sonrió—. Las damas primero. Vamos a ganarles de todas formas.

—Estás equivocado —Shino Aburame, otro despistado que siempre llevaba lentes de sol y poseía una poco saludable fascinación por los insectos, remarcó desde el auto de Neji—. ¿Y por qué estás equivocado? Porque nosotros llegaremos primero.

Neji Hyuuga, el desinteresado primo de Hinata, miró en dirección de Naruto, justo antes de intencionalmente revivir el motor de su auto deportivo azul oscuro y salir a toda velocidad del estacionamiento. Sakura escuchó a Tenten suspirar junto a ella y suprimió una sonrisa entretenida. Hasta ahí quedó su versión de que solo eran amigos. Sabía que la castaña estaba completamente embelesada por el alto y apuesto Neji, aun cuando tuviera algunos impedimentos sociales. Una chillante e indignada Ino corrió hasta su auto, entró y encendió el motor, deseosa de al menos vencer el transporte en el que iba Shikamaru. El camino hacía el lugar del Festival pasó en una rápida y llena de adrenalina mezcla de colores, risas y ensordecedora música pop.