La historia no me pertenece, es una traducción al español de la historia escrita por Seraphina Scribes. Por favor, cualquier comentario debe estar en los reviews del escrito en inglés (la autora aprecia mucho los comentarios). Dejo link correspondiente.

s/7449361/1/Quietus

En este capítulo (como en otros que vendrán), la autora mencionó música que puede escucharse en ciertas escenas. Dejo link para cada escena.

Canción del carrusel

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Canción cuando Sakura está cocinando

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Capítulo III

Quieto,

Oh engañoso corazón mío,

Galopando a la primera señal de la tentación,

De perfecta seducción,

En una figura tan forjada en pecado,

Contra la cual mi humana locura no tiene defensa.

Las chicas tuvieron que rodear el área del Festival cinco veces antes de poder encontrar un lugar de estacionamiento. Ino había declarado triunfante que les habían ganado a los chicos, puesto que ninguno de ellos se veía en el lugar designado para encontrarse, pero sus amigas apenas y la escucharon. Estaban demasiado distraídas por la impresionante vista frente a ellas. Hinata dejó escapar un pequeño jadeo al aproximarse a las puertas de admisión del Festival, forjadas en elegantes hojas doradas.

—Wow —Tenten exclamó—. ¡Esto es más grande que el año pasado!

—¡Hay mucha gente! —Hinata dijo con asombro.

Tenía razón. Gente de todas las edades, jóvenes y viejos, llenaban el área. Una gran porción de esa gente eran niños que se presentaron con sus familias. Algunos incluso habían llevado a sus mascotas para unirse a las festividades. Lindas linternas de papel y banderines estaban colgadas más allá de las puertas, moviéndose gentilmente con la brisa de primavera. El raro y encantador sonido de música de feria volaba por el aire, mezclado con risas y conversaciones.

El sonido de la felicidad, Sakura pensó. La emoción por fin la alcanzo, mucho más tarde en comparación con los demás, y sintió pequeñas mariposas volar con ansias dentro de su estómago. De pronto volvía a ser una niña y no podía esperar para descubrir las atracciones del lugar.

—¡Boletos! —Ino, quien había logrado reservar algunos para ellas antes de que siquiera estuvieran disponibles, distribuyó un papel dorado en forma de hoja a cada una de sus amigas. Sakura sintió como si estuviera sosteniendo en sus manos un pase a una mágica tierra de maravillas. La vista llena de colores, sonidos placenteros y deliciosos olores presentes delante de ella ofrecían la promesa de ser una cautivante noche para recordar.

Ino tiene razón, Sakura admitió en secreto. Había estado demasiado atareada últimamente. Se debía a sí misma, y a todos los demás, relajarse y soltarse un poco. No iba a pensar en nada más que no fuera pasarla bien. No pacientes. No conversaciones extrañas con chicos peculiares a la hora del almuerzo. Sólo por una noche, sería una despreocupada chica de 18 años.

—Los chicos llegaron —Tenten las alertó mientras revisaba su atuendo, consistiendo en una linda blusa halter color amarillo con puntos blancos y pantalones capri oscuros que llegaban a sus rodillas. Su cabello, atado en sus característicos moños, llevaba listones amarillos que hacían juego.

Ino dio un chillido emocionado.

—Hola guapos —murmuró en voz baja. Después añadió más alto, mientras agitaba sus manos de manera triunfante y se acercaba al grupo de hombres, encabezados por Neji y Shikamaru—. Hey, lentos. Nosotras las damas llevamos esperando ya 15 minutos. ¡Les dije que ganaríamos!

Hinata, quien se había vestido para la ocasión con un cárdigan lavanda claro junto con pantalones blancos a sus tobillos y zapatos lavanda, miró a Ino con nerviosismo. De seguro tan solo habían estado ahí por cinco minutos. Aunque tal vez se equivocaba.

Neji la ignoró por completo y pasó elegantemente a su lado, dirigiéndose a las puertas con Lee y Shino siguiéndolo. Tenten miró con añoranza detrás de ellos y Sakura se tensó cuando Lee de repente la notó. Había logrado evitarlo con éxito en el colegio, pero ahora sabía que seguir evadiéndolo sería imposible.

—¡Sakura-san! —llegó a ella en un parpadeo—. ¡Te ves tan radiante como la más joven de las flores!

Ino intentó disimular su risa detrás de una sincronizada ronda de tos.

—Oh, eso es muy amable de tu parte —Sakura respondió, sintiéndose muy avergonzada cuando Lee siguió mirándola.

—¡Hey, hey, todo el mundo! —Naruto exclamó, apresurándose para hacer a Lee a un lado y agitar su boleto frente a las chicas— ¿Qué estamos esperando aquí afuera?, ¡vamos!

Se dirigieron hacía las puertas y no tuvieron que esperar mucho para ser admitidos por personal de la feria vestidos en uniformes verde brillante y portando insignias en forma de hoja. Mientras entraban al parque, Sakura miraba a su alrededor con asombro. Puestos de todos los tamaños y colores estaban alineados en cada uno de los caminos serpenteantes. Dulces brillantes, comida y bebidas calientes, juguetes de felpa y otros regalos estaban a la venta. Niños emocionados abarrotaban los puestos de juegos, con monedas en mano, esperando poder ganar algunos de los premios ofrecidos. Toda clase de artistas se encontraban entre los puestos, incluyendo músicos, payasos, expertos en origami o globos, malabaristas en monociclos y danzantes con fuego.

—¡Esto va a ser increíble! —Kiba sonrió, mirando a un puesto con un concurso de juegos de video con una muy linda asistente castaña.

Juegos de feria populares estaban localizados a intervalos regulares a lo largo del parque. El juego de las tazas, mini autopistas, casas de la risa y del terror, autos chocones, retorcidos y altos toboganes, sillas voladoras, altas torres que te dejan caer, puestos de puntería y atrapar peces, además del favorito de Sakura, lindos y rotarios carruseles. Pequeñas tiendas también habían sido colocadas conteniendo otras atracciones, como pintura para el rostro, elaboración de joyería y flores, manicuras y lectura de la fortuna. Al mirar a su derecha hacía el lago, dio un vistazo a los elegantes botes en forma de cisnes disponibles para rentar por viajes de 20 minutos. Parejas de todas las edades se aglomeraban, tomadas de la mano, besándose y abrazándose. Sakura sintió un chispazo de anhelo, del que pronto se deshizo. ¿Y qué si el amor no había pasado para ella hasta ahora? No necesitaba ponerse sentimental por eso, aunque secretamente seguía esperando enamorarse.

Desafortunadamente para ella, Lee la había visto mirar en dirección a los botes así que le informó que estaría honrado de llevarla en un romántico viaje en bote. Sakura se rehusó educadamente, explicando que se mareaba horriblemente. Ino la salvó de mayores incomodidades al enlazar su brazo con el de ella y llevársela.

—¿A dónde vamos primero, chicas? —preguntó.

—La casa de la risa —Tenten exclamó— ¡Se ve mucho más loca esta vez!

Los chicos ya estaban dispersándose, cada uno hacía diferentes atracciones. Ino enlazó su otro brazo en el de Tenten, quien hizo lo mismo con Hinata.

—Entonces a la casa de la risa —Ino sonrió.

Sakura no podía recordar cuando fue la última vez que se divirtió tanto. Recorrieron las atracciones y juegos, subiéndose a tantos como las filas lo permitieron, riendo y gritando y posando para fotos entre ellas, con los operadores de los juegos y con los artistas. Uno de los atractivos bailarines con fuego mostró abiertamente su interés en una mortificada Hinata, para diversión de sus amigas. Incluso Sakura disfrutaba en silencio todo el coqueteo hacía ella que venía de chicos desconocidos, algunos más lindos que otros, pero ninguno lo suficientemente lindo.

Ino había ganado una adorable cebra de felpa y Hinata un lindo pony a rayas proveniente de un puesto con regalos sorpresa. Tenten ganó un pez dorado en una bolsa y Sakura, quien aún no ganaba nada, estaba secretamente celosa. Al menos había comido tantos dulces como quiso, razonó internamente, aunque no estaba segura de cómo lograría dormir esa noche después de consumir tanto azúcar.

—Vamos, todavía tenemos que intentar ganar más cosas. ¿Qué tal… —Ino se detuvo, jadeando— ¡Un puesto de tiro "gánalo para ella"! —señaló al ridículo letrero pintado donde estaba una exuberante rubia guiñándoles un ojo, quien Sakura pensó era como una horrible versión de una Ino mayor—. ¡Shikamaru y Naruto están ahí!, ¡vamos!

Se abrieron camino a través de la atracción llena de gente. Naruto las notó y sonrió.

—¡Hey, hey! —dijo—. ¿Adivinen quiénes acaban de estar aquí? ¡Asuma y Kurenai!

—¿¡En serio!?— la quijada de Tenten se abrió con sorpresa.

—¡Ay, por favor! Todos saben que ellos están juntos —Ino desestimó. Después pestañeo con inocencia hacía Shikamaru—. ¿Ustedes están pensando en jugar esto?

—Sí, el modelo del arma es genial —Naruto exclamó. Luego dudo, sus ojos azules volteando a ver a Hinata—. Eh, ya que ustedes están aquí… Hinata, ¿qué te parece?

Ahora fueron Ino y Tenten quienes dejaron caer la mandíbula. La pobre Hinata lucía como si estuviera a nada de desmayarse (de horror o felicidad, tal vez ambas), por lo que solo pudo dar un ligero jadeo como respuesta. Sakura miró brevemente a Naruto y dibujó una comprensiva sonrisa. Así que, sí la había escuchado después de todo.

—Como sea, dispararé yo— Shikamaru suspiró, entregando una moneda. El supervisor del juego lo llamó al frente.

—Claro señor. ¿Para qué fina dama estará disparando?— dijo el encargado. Shikamaru inclinó la cabeza señalando a Ino, quien, incapaz de contener su alegría, chilló con entusiasmo—. Una fina dama sin dudas —terminó de decir el miembro del personal y guiñó un ojo, cargando el arma con nuevos proyectiles.

—No te emociones tanto —Shikamaru habló en voz baja—. No significa nada.

Pero sus palabras hicieron poco para apagar la felicidad de Ino. Tomó el arma y con su mondadientes en la boca, apuntó a los objetivos móviles. Logró dar al total de nueve en una sola ronda, justo en el centro. Sakura jamás había escuchado a Ino animar tan fuerte.

—¿Qué premio desea la dama? —el supervisor preguntó. Ino, por supuesto, señaló al más grande oso de felpa, color rosa y sosteniendo un corazón.

Shikamaru puso los ojos en blanco mientras a ella le entregaban el monstruoso juguete afelpado. Ella entrecruzó su brazo al de él con adoración, informándole que era el mejor tirador del mundo, lo que le ganó un bufido por parte de Naruto. Shikamaru se deshizo de la atención, murmurando que las mujeres eran muy problemáticas. Pero, en secreto, le agradaba la manera en la que ella estaba colgándose de él.

—El que sigue, ¿señor? —el encargado habló y Naruto pasó al frente, subiendo el pulgar como seña hacia Hinata.

—¡Ese es el premio!

Sakura se aferró con firmeza al brazo de Hinata para evitar que ella cayera. Tenten hizo lo mismo al otro lado de ella mientras Naruto afinaba su puntería. Le dio a los objetivos aún más rápido que Shikamaru. Sakura quedó boquiabierta por la sorpresa. ¿De dónde había aprendido a disparar así? Incluso el encargado estaba pestañeando con visible sorpresa.

—¡Ese es hasta ahora el tiempo más rápido!, ¿cuál es su nombre, señor?

—Naruto —respondió y señaló al conejo de felpa sosteniendo una flor gigante, casi tan grande como el oso que Ino había escogido— ¡Ese es el premio para la dama!

Le entregaron el gigantesco juguete y él se lo tendió a Hinata.

—Eh, espero que te guste— dijo, sobando la parte posterior de su cabeza, dándole una encantadora y arrebatante sonrisa. El sonrojo de Hinata se intensificó y tartamudeó al agradecerle, insistiendo en que no podría aceptar tan maravilloso regalo.

—Ay, por Dios, yo lo tomo por ella —dijo Tenten sonriendo— "Buena puntería, Naruto."

—Vayamos a la casa embrujada— Ino sugirió.

—¿Ca…casa embru…embrujada? —Hinata tartamudeó.

—No te preocupes, Naruto te protege —Ino le guiño un ojo, causando que la chica de cabello oscuro enrojeciera con un imposible tono aún más rojo.

—¡Ahí está Neji! —Tenten exclamó de repente cuando localizó su cabeza entre la multitud. Lo había estado buscando toda la noche— ¡Los alcanzo allá! —depositó el conejo en los brazos de Hinata y se apresuró para ir detrás del objeto de su afecto.

Los demás se dirigieron a la atracción. Sakura dudó cuando llegaron a la entrada en forma de cráneo. Jamás le había gustado y odiaba la forma en la que la gente trataba de asustarla desde cada esquina. Mirando como Ino se colgaba de Shikamaru y Naruto caminaba junto a una tensa Hinata, supo que ella era la que sobraba. Una rápida mirada al cielo le indicó que el atardecer estaba llegando. ¿Cómo es que la maravillosa noche había pasado tan rápido? El baile de primavera y el encendido de las linternas en el área central empezarían a las 7:45. Apenas habían dado las 7:30. La casa embrujada duraría al menos 15 minutos y ella no quería perderse el inicio de la ceremonia.

—Ustedes adelántense —les dijo a sus amigos—. Les guardaré lugares en el área del centro.

—¿Qué? —Ino protestó mientras fruncía el ceño—. Pero, Sakura…

—Está bien —Sakura le aseguró—. No quiero perderme el inicio, es mi parte favorita del Festival y de verdad quiero encender una linterna este año. Los veré ahí.

—No queremos que vayas sola, Sakura-chan— Naruto replicó, viéndose extrañamente serio. Sakura sonrió.

—Está a solo dos minutos caminando desde aquí. Estoy segura de que me encontraré con los demás estando allá. ¡Diviértanse! —Le guiñó el ojo a Hinata y se despidió, alejándose antes de que alguien más pudiera alegar. Un rápido vistazo revelo que ya estaban entrando al juego. Sakura soltó un suspiró aliviada. Por fin sola.

Hizo una rápida parada en un puesto de wafles para comprar uno bañado en caramelo (más azúcar) y se dirigió alegremente hacía el centro del parque. La gente ya estaba reunida, sentada en las mesas circulares de madera alrededor de la plataforma central, donde varios arreglos florales estaban colocados y jóvenes mujeres vestidas en flotantes vestidos blancos estaban preparando listones y palomas de papel para distribuir entre los niños.

Mordiendo su waffle, Sakura miró alrededor, buscando alguna cara familiar. No podía ver a ninguno de sus conocidos. Se sentó en la banca más lejana, sabiendo que sería mucho más fácil de encontrar si se mantenía en el borde. Después de terminar su postre y limpiar los remanentes del pegajoso caramelo de sus dedos, se concentró en una de sus actividades favoritas, observar gente.

—¿Qué opinas del Festival? —una voz desconocida preguntó al lado de ella. Asombrada, Sakura miró a su derecha para encontrar a un chico de aproximadamente su edad, sentado a dos lugares de ella. Tenía suave y rizado cabello rubio que caía en sus grandes ojos avellana y estaba vestido causalmente en una camiseta blanca y shorts azul claro. Su mejilla izquierda mostraba hoyuelos al sonreírle.

Es lindo, Sakura pensó, de repente sintiéndose demasiado consciente de sí misma. ¿Su cabello estaba bien? Esperaba que no estuviera desarreglado debido al viento en cada atracción a la que había subido. El extraño era atractivo, daba el tipo de los chicos en una agrupación musical. Dándose cuenta de que él aún esperaba una respuesta, ella habló.

—Oh, ha sido maravilloso.

—El mejor hasta ahora, lo reconozco —él respondió. Los ojos de Sakura pasaron de repente a la elegante jaula ornamental colocada a sus pies. Algo se movió dentro, ¿qué era? Él notó su curiosidad y dirigió la mirada a dónde ella veía—. Oh, ¿esto? Lo gané en una de las atracciones. Aunque la verdad no sé qué hacer con ella... —su agradable voz bajó de tono y volvió a mirar a Sakura como considerando algo. Volvió a sonreír, se agachó y tomó la jaula para ofrecérsela a ella—. ¿Te gustan las palomas?

Sakura adoraba las palomas. Ella lo miró, sorprendida, sin poder creer que de verdad estaba ofreciéndosela a ella.

—¿En serio? —preguntó—. ¿Quieres que me la quede?

—Claro —él chico respondió—. No la quiero, y tú eres la chica más linda que he visto en toda la tarde, es solo justo que tú la tengas.

Sakura sintió el calor llegando a sus mejillas mientras aceptaba la jaula.

—Muchas gracias —dijo con suavidad, mirando a la blanca paloma por entre las barras. Parecía tan intranquila, así que ella prometió en silencio liberarla en cuanto encontrara un lugar adecuado.

—Soy Kenji —el chico le dijo después de un momento—. Dime Ken.

—Sakura —ella respondió, viéndolo a los ojos y sonriéndole. Parecía un tipo agradable, lo suficientemente agradable como para que ella se sintiera cómoda dándole su nombre.

Kenji abrió su boca para decir algo más, cuando de repente se escucharon voces llamándolo.

—¡Oye, Ken!, ¡por aquí!

—¡Trae tu trasero para acá!, ¡Te hemos buscado por todas partes!

—Disculpa, son mis compañeros de la universidad —encogiéndose a manera de disculpa, Kenji explicó.

¿Universidad?, así que él era algo mayor que ella. Sakura se encontró preguntándose por cuantos años le ganaría. Pero sus amigos estaban hablándole y ella asintió comprendiendo.

—Está bien, mis amigos no tardarán en llegar también.

—¡Kenji!

Tres hombres y dos mujeres estaban de pie a tres bancas de distancia, agitando sus brazos con entusiasmo.

—Creo que es mejor que me una a ellos antes de que acaben con todo a gritos —él sonrió—. Eh… ¿estarás en este mismo lugar cuando enciendan las linternas?

—Esperaba poder encender una yo —Sakura admitió.

—Mmm, quisimos comprar unas, pero se acabaron antes —le informó. Los hombros de Sakura bajaron en señal de decepción, aun cuando sabía que era su propia culpa por no conseguir una a tiempo. Debió haber llegado antes. Bueno, supuso que tendría que guardar su deseo para el siguiente año. O tal vez podría pedir su deseo con la paloma que le habían dado como detalle, cuando la liberara de regreso al cielo.

—Seguiré aquí —ella dijo más animada mientras él se movía de su lugar—. De nuevo, muchas gracias por la hermosa paloma.

—Hey, no hay por qué, Sakura —él replicó, luciendo bastante orgulloso—. ¿Te veo más tarde?

Ella asintió y lo vio caminar hasta donde estaban sus amigos, desapareciendo de su vista en cuanto se sentó junto a ellos. De verdad era lindo. No podía esperar para decirle a Ino de dónde había obtenido al ave. Se preguntó en dónde rayos estaría su mejor amiga y por qué le estaba tomando tanto el llegar. ¿Acaso se habían perdido en la casa embrujada?

La voz del anunciador interrumpió sus pensamientos al hablar por el micrófono. Sakura puso su atención en el escenario, donde el supervisor en jefe del Festival, un hombre mayor de apariencia amable pedía silencio.

—Damas y caballeros, niños y niñas; bienvenidos al baile de primavera y encendido de linternas de Konoha de este año. Esperamos que hayan disfrutado las festividades y las atracciones. Por favor recuerden que este es el espectáculo final de la noche y que las puertas principales se cerrarán a las 9 PM en punto, así que por favor diríjanse a la salida inmediatamente después de liberar las linternas —aclaró su garganta un poco antes de continuar—. Sin más preámbulo, es un placer para mí el presentarles el baile de primavera, desempeñado este año por talento del más fino calibre. ¡Que su primavera este llena de alegría y que su vida se llene de bendiciones!

Él presentador bajó de la plataforma y velas se encendieron en cuanto el encantador y hermoso sonido de flautas e instrumentos de viento llenó el aire. Sakura suspiró al ver a las jóvenes mujeres saltar hacía el decorado escenario como graciosas ninfas de la primavera y comenzar con su elegante baile de listones. Todo era tan mágico, tan encantador. Se movían perfectamente coordinadas, cada una haciendo su parte a la perfección. El silencio se dispersó sobre la multitud, cada persona hipnotizada por la puesta en escena. La música comenzó a llegar a su fin y Sakura experimentó la misma nostalgia y anhelo que siempre se presentaba cuando todo terminaba, sabiendo que tendría que esperar otro año para presenciar el hipnótico evento otra vez. Mientras el estruendoso aplauso para las bailarinas terminaba, una de las lindas chicas, con flores entrelazadas en su flotante cabello rojizo, anunció que era momento de encender las linternas.

Sakura observó pequeñas chispas de luz conforme la gente encendía sus cerillas para prender las linternas moradas, blancas, naranjas, rosas y rojas. Al unísono, comenzaron a cantar el himno de primavera en honor a una antigua diosa que, aunque mencionada, su nombre ya no era recordado. No importaba, Sakura decía. Era una gran tradición que había estado desde antes de que cualquiera de ellos hubiera nacido y se unía a la casi sagrada atmósfera del evento. El himno casi finalizaba y la gente bajaba sus cabezas para pedir sus deseos. Sakura utilizó el silencio colectivo para hacer sus propios deseos.

Por favor, que el señor Arakawa mejore, de alguna forma.

Por favor, que yo sea una mejor y más fuerte persona de lo que fui este año.

Y, por favor, que haya alguien especial para mí en alguna parte, que me ame incondicionalmente hasta el fin de mis días.

Sabía que el último deseo era frívolo, tonto; un remanente imaginario de una noción infantil y fantasías femeninas, de cuando el príncipe azul había existido. Las tasas de divorcio que estaban por lo cielos eran prueba de eso; era algo muy raro encontrar a tu alma gemela, mucho menos un compañero de vida. Suspiró mientras las linternas eran liberadas y flotaban con suavidad y en silencio hacía el cielo oscuro. Por un momento, sintió como si su corazón se fuera volando con ellas antes de aterrizar nuevamente debido al movimiento de la gente a su alrededor mientras comenzaban a salir lentamente del lugar. 20:30 PM, su reloj marcaba cuando ella lo miró, y aún no había señales de Ino y los otros. Se levantó despacio, tomando con preocupación la jaula blanca y miró alrededor. Era difícil reconocer a alguien con la oscuridad aumentando. Esperaba que al menos Kenji regresara a donde ella estaba, tal vez él hubiera podido ayudarla a encontrar a sus amigos. Pero pasados 10 minutos ella seguía sola, y casi no quedaba gente en donde estaba, a excepción del personal de limpieza y pocas familias con niños que se negaban a que el día terminara.

Sakura buscó dentro de su bolso y sacó su teléfono celular. No había llamadas perdidas ni mensajes de texto. Frunció el ceño en confusión. Qué raro. Fue entonces cuando notó la falta de barras… no tenía recepción. Probablemente resultado de toda la interferencia por la estática y radio de la maquinaria alrededor, razonó mentalmente, lo que ocasionaba que su teléfono no funcionara. Perfecto, bufó para sí misma. ¿Ahora cómo se supone que iba a ponerse en contacto?

El intranquilo batir de alas contra el hierro de la jaula la hizo recordar al ave atrapada dentro. Tendría que dirigirse al lugar a donde se habían estacionado y encontrarse ahí con Ino y los demás. Pero, primero lo primero, tenía que liberar a su pobre amiga alada. Finalmente salió del área central, aun observando alrededor por si acaso veía a alguien al mismo tiempo que buscaba un buen lugar para liberar a la paloma.

Árboles, necesitaba un lugar con árboles. Los dependientes estaban cerrando los puestos y cerrando las atracciones. Uno de ellos le dijo amablemente que las puertas estaban por cerrarse al público en 15 minutos y que debería dirigirse a la salida de inmediato. Ella asintió y esperó a que él se alejara antes de adentrarse al primer camino que encontró para perderse de su vista.

Los puestos en el lugar al que se había metido ya estaban cerrados y no había empleados a la vista. Delante de ella solo había árboles. Y justo debajo del conjunto de copas de los árboles de roble estaba algo que hizo que Sakura se olvidara por un momento de la paloma. El más hermoso carrusel con caballos danzantes que ella había visto se encontraba rotando alrededor de la plataforma circular. Las luces estaban completamente encendidas, pero no parecía haber nadie cerca que operara la atracción. Sakura casi río en voz alta con asombro. ¿Cómo era posible que dejaran un juego encendido?, ¿acaso el operador había tomado demasiado sake?

La extrañamente espeluznante pero fascinante melodía la atraía, impulsándola a acercarse a la encantadora atracción. ¿Cómo era que no había visto ese juego antes? De pronto, un fuerte anhelo se sintió en su corazón; ella no se había subido a ningún carrusel desde que llegaron. Sabía que sus amigos lo consideraban infantil, al parecer no apreciaban la belleza atemporal y simplicidad de ese juego. Colores dorados, bronces, rojos, esmeraldas, cobaltos y plateados brillaban en las luces coloridas como arcoíris y una Sakura deslumbrada sintió el impulso de montar uno de esos gráciles y delicados caballos. Sólo por un minuto. Se subiría tan solo un minuto, después se apresuraría hacía la salida.

—Puedes salir —ella le susurró a la paloma, bajando la jaula al polvoriento camino y desajustando el seguro, dando una suave sacudida para animar al ave a salir. La paloma salió por la puerta ahora abierta, tropezando un poco en su entusiasmo por escapar, para luego expandir sus alas y volar directo hacía el cielo. Sakura sonrió felizmente después de eso. Entonces, dejando la jaula en el suelo, caminó hacía el carrusel y dando una última mirada para asegurarse de que estaba realmente sola, subió a la plataforma rodante y montó uno de los caballos con exquisito grabado de porcelana y pintura de finas riendas con flores.

Sakura suspiró placenteramente mientras el familiar y adormecedor movimiento del juego la transportaba de regreso a sus despreocupados días de infancia. Cerró sus ojos, perdiéndose en la encantadora melodía y descansó su mejilla derecha contra el tubo de metal, disfrutando la suave sensación de ser elevada y bajada en el aire mientras el caballo pintado se movía junto con la manivela de la que estaba suspendido. Poco después, comenzó a tararear siguiendo la música mientras recordaba con aprecio días distantes en los que su madre la llevaba a la feria con frecuencia, aunque sus memorias eran algo lejanas y no podía reconstruirlas muy vívidamente.

Sólo se volvió consciente de que el juego había estado disminuyendo la velocidad gradualmente hasta que la plataforma se detuvo por completo con un siseo. Sus ojos se abrieron al momento y parpadeó en sorpresa, girando su cabeza para descubrir por qué el carrusel se había detenido cuando la música seguía sonando. Lo que vio hizo que su corazón saltara hasta su garganta y que sus labios se partieran en un asombrado desconcierto.

De pie, con un guante de dedos libres en la mano que descansaba sobre el cuadrado panel de control del juego, estaba el joven más apuesto que ella había visto en su vida.

Su alta y fina figura estaba iluminada por las luces intermitentes del carrusel.

Por Dios, Sakura pensó torpemente, mirando al extraño con ojos muy abiertos y asombrados. Él era increíblemente guapo.

No. Estaba más allá de ser guapo. Te quitaba la respiración. Podría decirse que incluso era hermoso. Su sedoso cabello era tan negro como el ala de un cuervo, con salvajes picos en diferentes direcciones, enmarcando su rostro a los lados y cayendo tentadoramente sobre sus ojos. Los iris de ardiente color como el carbón con toques plateados la miraban enmarcados por pestañas tan oscuras que parecían cubrir sus ojos bajando sus párpados. Sus apuestas y aristocráticas facciones presumían una quijada angulosa y una recta y perfectamente esculpida nariz. Sus labios seguros estaban formando una fina y fuerte línea. Parecían orgullosos, como si se inclinaran más a torcerse con desaprobación que a sonreír a manera de consentimiento. Y, en definitivo, no había nada amigable en la manera en la que el extraño la estaba mirando. Pero Sakura decidió no detenerse a pensar en eso. No podía dejar de verlo de forma estúpida y distraída. No podía contenerse. Él era, sin lugar a dudas, el más apuesto chico que jamás había visto, en donde fuera.

Algo brillaba en su oído izquierdo, un tipo de arete, ella notó distraída. La joya ensalzaba el aire rebelde que despedía sin esfuerzo alguno. Estaba vestido completamente de negro, con una simple camisa con mangas enrolladas hasta los codos, pantalones de mezclilla comunes con un cinturón plateado y botas de cuero. Algo acerca de su porte, en la manera en la que su cabeza y su delgado y musculoso cuerpo se encontraba, gritaba gracia y elegancia.

Y fue entonces cuando la mente de Sakura, alcanzándola por fin, decidió notar la manera en la que el la observaba, o contemplaba, mejor dicho. Una mirada claramente irritada que indicaba que, si ella no se bajaba de ese caballo en ese preciso momento, él mismo sería quien iba a subir y arrastrarla para bajar.

El pensamiento de esas manos agarrándola hizo que su corazón se acelerara. El extraño no había dicho una sola palabra aún, pero la poderosa y penetrante intensidad de su mirada causó que un escalofrío recorriera su espalda. Ella jamás había mantenido la mirada de alguien por tanto tiempo. Y jamás se había imaginado unos ojos como esos.

Él levantó una oscura ceja como respuesta a su desvergonzada boca aun abierta en sorpresa y Sakura sintió como el calor subió rápidamente hasta sus mejillas.

—Perdón —ella balbuceó rápido de forma poco coherente y avergonzada. Su cuerpo entró en acción por fin y se bajó con torpeza del caballo. Él era claramente uno de los dependientes del Festival, un chico más o menos de su edad o tal vez uno o dos años mayor, quien, después de cambiarse el uniforme, había regresado a revisar el área una última vez, solo para descubrir a una chica extraña arriba del carrusel después del horario de cierre. Ay, Dios. Por eso estaba molesto. ¿Qué había estado pensando ella?

Mortificada, Sakura descendió nerviosamente de la plataforma, casi tropezando en su afán por irse de ahí. El extraño continuaba observándola en silencio, presionando otro botón y ocasionando que la música se apagara de pronto, para después retirar su mano del panel de control. Ella pensó que logró ver algún tipo de tatuaje recorriendo la longitud de su antebrazo, pero no pudo distinguir el diseño debido a la distancia. El repentino silencio hizo que su ansiedad aumentara y las puntas de sus dedos empezaran a cosquillear, justo de la manera en que siempre lo hacían cada que ella se sentía nerviosa y desconcertada. No sabía con exactitud qué pasaba con respecto al joven de pie frente a ella que causaba que una profunda sensación de inseguridad le recorriera el cuerpo. Tal vez era su críptico y continuo silencio. Pero ella siempre había confiado en sus instintos antes, y en ese momento estaban gritándole que saliera de ahí.

—Me… me iré ahora —ella tartamudeó. Él era, sin lugar a duda, la persona callada más intimidante que ella había conocido. Hacía que el frío comportamiento de Neji Hyuuga fuera casi cómico. Y él aún se veía molesto, como si su disculpa no hubiera sido suficiente en absoluto. ¿Tal vez él no la había escuchado debido a la música? Sakura podía sentir su mirada quemándola mientras ella se giraba para alejarse de él y comenzaba a caminar más aprisa por el camino hacia la salida del parque, forzándose a no, bajo ninguna circunstancia, mirar hacia atrás.

Los ojos predadores siguieron cada uno de sus movimientos mientras ella se alejaba de él con el cuerpo tenso y nervioso. Él había distinguido el asombro en sus facciones cuando lo había visto con claridad por primera vez. Había causado una impresión. Una pequeña sonrisa orgullosa se formó en sus labios. Era lo que él había deseado.

Ella le dijo que se marcharía. No sería así.

Ahora, lo supo. Ahora era el lugar y el momento. Se había asegurado de que ninguno de sus amigos estuviera cerca. Nadie la vería. Nadie la escucharía gritar.

Sus ojos se despegaron de ella para mirar el polvoriento camino bajo sus pies. Parpadeó, y bajo su voluntad, la más pequeña y superficial grieta se formó en la superficie del suelo. Su mirada viajó a lo largo del camino y, con ella, también lo hicieron las grietas, zigzagueando como rayos erráticos, creciendo en profundidad hasta que partes de la tierra comenzaron a fisurarse. Con suavidad y en silencio, para no alertarla. No hasta que fuera demasiado tarde para que ella supiera siquiera qué estaba pasando. Cuando sus ojos llegaran a los tobillos de ella, el suelo bajo sus pies se partiría y entonces…

—¡Sakura!

Su mirada se elevó de manera abrupta, su concentración interrumpida repentinamente, así que dio unos pasos hacia atrás con agilidad. Bajo sus órdenes, las fracturas en el suelo se unieron y desaparecieron de vista, mientras que las luces del carrusel detrás de él se extinguieron, envolviéndolo en oscuridad. Observó, con ojos entrecerrados como dos figuras recorrían rápidamente el camino, una de ellas siendo una delgada rubia y el otro, un hombre joven y pálido que sostenía algún tipo de libro en sus manos.

Un cuaderno de dibujo, discernió una fracción de segundo después, y la furia surgió como un tumultuoso tornado dentro de él.

Sakura parpadeó con sorpresa mientras Ino llegaba y se detenía frente a ella. Detrás estaba Sai, quien la miraba con sus oscuros ojos muy abiertos.

—¿Ino?

—¿En dónde rayos habías estado? —su mejor amiga reclamó—. ¡Te hemos estado buscando por todos lados! —dándole a Sakura un rápido abrazo, añadió—. Estábamos tan preocupados. Tratamos de llamarte un centenar de veces, pero no podíamos comunicarnos. Naruto se ha estado volviendo loco. Se rehusó a dejar que el personal cerrara las puertas hasta que te encontráramos.

—Estaba en el área central— Sakura frunció el ceño—. Los esperé en las filas hasta atrás.

—¿Qué? —Ino exclamó, completamente asombrada—. Llegamos al centro del parque y nos sentamos en las últimas filas, pero no te vimos por ningún lado —ella miró con gratitud a Sai—. Nos encontramos con Sai a la salida. Fue él quien sugirió que te buscáramos aquí. Eres un héroe, Sai —añadió, sonriéndole coquetamente.

Pero la mirada de Sai estaba fija en Sakura.

—¿Estás bien? —cuestionó, mirándola fijamente como esperando que ella estuviera todo menos bien.

—Estoy bien —Sakura respondió. ¿Así que Sai sí había asistido al Festival después de todo? Notó que él llevaba su libro de dibujo en las manos y desvió la vista, incómoda, recordando la extraña conversación que habían tenido en el almuerzo. Pero en ese momento le parecía que el intercambio de palabras había sucedido hace mucho y no esa misma tarde. Entonces ella recordó el carrusel, al chico y miró hacia atrás sobre su hombro, solo para encontrar que las luces se habían apagado por completo y el chico vestido de negro se había desvanecido.

Una vez más, Sakura estaba sorprendida. El camino, bloqueado por varios árboles, era en esencia un camino sin salida. Ella ni siquiera escuchó al extraño irse. ¿Hacia dónde se había ido?

Regresó su mirada a los que estaban frente a ella y notó que Sai también estaba mirando al carrusel. Su expresión había cambiado. Lucía… no podía identificar bien la expresión en su rostro. La atención de Sakura fue atraída nuevamente por Ino cuando la tomó del brazo y la jaló con suavidad.

—¡Vámonos! Todos están esperando.

—Espera… —Sakura trató de regresar con Sai. Él aún miraba a la oscuridad de los árboles y estaba completamente ajeno a ella. Pero Ino la jaló con firmeza esta vez, diciéndole el cómo habían pasado casi décadas buscándola y el cómo por fin creía que había llegado a algo con Shikamaru, curiosamente, en esa casa embrujada. Su incesante plática bloqueó los pensamientos de Sakura y mientras era conducida hacía la salida, no se detuvo a pensar por qué Sai no estaba siguiéndolas. En ese momento, distraída por el parloteo de Ino, tan solo lo olvidó.

Sai escuchó la conversación decreciendo mientras las dos mujeres se alejaban. Pronto todo estaba en silencio otra vez. Dejó escapar un pequeño suspiro de alivio. Sakura estaba bien. Él no estaba seguro de qué había sido aquello que lo hizo llegar al parque justo cuando el Festival estaba terminando. Pero había estado dibujando sin problema al regresar del colegio, y de pronto, cuando se detuvo a contemplar su trabajo, se había encontrado a sí mismo mirando el dibujo de un carrusel.

Había escuchado una vez a Naruto decirle a Shikamaru que el carrusel era el juego favorito de Sakura. Y antes de siquiera considerar lo que el dibujo podía significar, ya estaba desencadenando su bicicleta y dirigiéndose a toda velocidad hacía el Festival, solo para descubrir que Sakura estaba sin ningún daño. No había nada en la oscuridad frente a él. Tan solo un seguro y quieto carrusel junto a un montón de árboles. Sai sacudió la cabeza un poco. Aún estaba aprendiendo el cómo relacionar las emociones con las acciones o palabras correctas. Era difícil, pero sabía que tenía que encontrar la manera de suprimir la paranoia subconsciente que había desarrollado con respecto a la seguridad de Sakura. ¿Por qué estaría ella en algún tipo de peligro?, ¿qué probaban unos dibujos de un campo con flores y un juego de feria? No tenía otra evidencia más que una extraña corazonada, que lo había hecho mantenerse al pendiente de ella en las últimas semanas. Pero en realidad no era necesario. Naruto estaba haciendo buen trabajo por su cuenta, o al menos, lo había estado haciendo.

Los ojos de Sai miraron abajo mientras pensaba en el resbalón poco característico de Naruto. No era propio de él no saber dónde se encontraba Sakura. De seguro pudo haberla localizado fácilmente si tan solo se hubiera decidido a…

Su tren de pensamiento fue brusca y violentamente interrumpido por un fuerte agarre alrededor de su garganta. Antes de que pudiera siquiera elevar sus ojos para descubrir qué estaba pasando, estaba siendo movido con suficiente velocidad como para confundirlo. La oscuridad se volvió un manchón alrededor de él y lo siguiente que supo es que su espalda había chocado con agresividad contra uno de los árboles, con tal fuerza que se quedó sin aire en los pulmones. Miró, confundido, a la fuerza invisible que lo había atacado materializarse de entre las sombras, adoptando su forma física.

Una mirada dura, malevolente y aterradora. Cabello del color de la noche más oscura. Una electrificante y clara esencia de peligro, tan sofocante y abrumadora en su intensidad que era casi una nube tangible, un aura tan atemorizante que causaba que la temperatura en los alrededores se desplomara considerablemente.

No.

Lleno de terror, Sai solo pudo mirar a los ojos negros que se habían entrecerrado mostrándose furiosos. Luminosos y rojos irises formándose dentro del ónix revelaban la extensión de la furia que se encontraba dentro.

—Fuiste advertido —la voz era como acero aterciopelado, suave en la superficie, pero fría y sin piedad en el fondo.

—Gran… —el intento de tartamudeo de Sai fue cortado por un incremento en la fuerza que lo ahogaba debido a la presión en su tráquea.

—Se te advirtió que no interfirieras.

El corazón de Sai galopaba dentro de él. El Dios de la muerte. El gobernante del inframundo. ¿Era por esto la inexplicable sensación de peligro que había experimentado últimamente?, ¿era ésta la razón por la que él había corrido hacía el Festival sin siquiera detenerse a considerar sus acciones?, ¿La vida mortal de Sakura estaba en peligro?

Su respiración de cortó de golpe cuando el rostro intimidante de la deidad se acercó, dejando pocos centímetros de espacio entre ellos.

—¿Y qué es lo que haces ahora? —su atacante dijo, antes de responder a su propia pregunta con un tono sucinto, enfático y amenazador—. Interferir.

—Per… perdóneme, Gran Di… Dios —Sai luchó por articular. La frialdad del aire estaba calándole hasta los huesos, haciéndole difícil el pensar y hablar con claridad—. No… no lo sabía…

En respuesta, la deidad dio un paso atrás llevándolo a él consigo mientras la mano que no lo sostenía formó una cegadora luz eléctrica de color azul con blanco. En un movimiento demasiado rápido como para que Sai lo registrara, sus piernas habían sido pateadas para doblarlo y su brazo derecho (el brazo con el que dibujaba) había sido torcido sin piedad detrás de su espalda. Forzado a estar de rodillas, la boca de Sai se abrió en un silencioso grito de agonía mientras una congelante energía eléctrica fue enviada a través de su brazo cautivo hacía el resto de su cuerpo, haciéndolo convulsionar. Su visión se nubló mientras sintió su corazón palpitar de manera irregular dentro de él.

Así que era de esta forma como todo terminaba. Había sido salvado de las garras de la muerte una vez gracias a la misericordia de otra deidad benéfica. Sin embargo, esta vez, parecía que no habría escape.

Pero el dios de pie junto a él tenía otros planes.

—Vives por capricho mío —siseó, enviando otra corriente chillante y cegadoramente dolorosa a través del cuerpo de Sai—. Di una palabra, interfiere de nuevo, y terminaré tu existencia. No lo olvides, mensajero.

Su brazo fue liberado con rudeza y Sai colapsó, jadeando en el suelo, su rostro frío y cubierto de sudor. Escuchó un violento sonido de algo rompiéndose, logró girar su cabeza punzante lo suficiente como para encontrar que su cuaderno de dibujo había sido abierto y una de las páginas había sido arrancada.

El dibujo del campo con flores (el que le había mostrado a Sakura) estaba arrugado en el suelo del camino, ardiendo. Sai miró, temblando, como las sobrenaturales llamas negras devoraban el papel con velocidad, reduciéndolo a nada en solo segundos. El aire a su alrededor subió su temperatura, indicándole que se encontraba solo una vez más.

El alivio le robó la poca fuerza que le quedaba. Bajando su cabeza para descansar en el suelo polvoso, Sai cerró sus ojos y se dejó llevar por la inconsciencia.

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Después de dejar a Hinata y Tenten en sus respectivas casas. Ino finalmente se estacionó a un lado de la entrada a la casa de Sakura. Bajando el volumen del escandaloso estéreo, dio un suspiro dramático.

—Qué día. ¡Estoy muerta!

—Sí —Sakura concordó, suprimiendo un bostezo con el dorso de su mano derecha. Ino le sonrió.

—De verdad creo que Shika es el indicado, Sakura. Se siente tan, no lo sé, correcto, cuando estoy con él. Y después de hoy, creo que tal vez sí le gusto también.

—Claro que le gustas —Sakura le dijo a su mejor amiga—. Estaría loco si no fuera así.

—¿De verdad lo crees? —La rubia se mordió el labio, esperanzada.

Sakura sacudió su cabeza en asombro. Ino siempre era tan confiada y segura de sí misma. No podía creer la inseguridad que su amiga estaba exhibiendo. Era obvio, para Sakura al menos, que Shikamaru no se oponía a la idea de conocer mejor a Ino. Incluso la había dejado colgarse de su brazo, ¿qué otra evidencia necesitaba?

—¿Qué?, ¿crees que solo estoy alimentándote el ego? —Sakura bromeó.

Ino le mostró la lengua como respuesta. Después se detuvo a contemplar a Sakura.

—Entonces, ¿de verdad no conociste a alguien hoy? Había muchos chicos mirándote, ¿sabes? Estamos solo tú y yo ahora, sabes que puedes ser honesta conmigo.

—Seguramente estaban viendo esto —Sakura señaló su propia frente.

—Sakura —Ino dijo, sin encontrarle gracia al comentario.

Sakura suspiró, dudando por un momento cuando, sin esperarlo, la imagen de unos intensos ojos oscuros pasó vívidamente por su mente. Sacudiendo su cabeza para olvidarlo, pensó brevemente en Kenji, el chico amable que le había dado la paloma enjaulada. ¿Tenía caso decirle algo a Ino sobre él? Era poco probable que volviera a verlo, él ya estaba en la universidad.

—No —respondió—, lamento decepcionarte.

Ino frunció los labios con tristeza.

—¿Sabes?, en serio no lo entiendo.

—¿Entender qué? —Sakura volteó a verla.

—No entiendo cómo es que sigues soltera. Es una completa injusticia. Un crimen. ¿Qué les pasa a los chicos últimamente?

—No es para tanto, Ino —Sakura dijo, poniendo los ojos en blanco debido al melodramático comentario de su amiga—. Además, tú también eres soltera. Aunque supongo que no será por mucho— señaló.

Ino rió un poco después de eso.

—Basta, ¡estás haciendo que me ponga igual de roja que Hinata!

Sonriendo, Sakura señaló con la cabeza la puerta de su casa.

—¿Quieres pasar por un rato?

—No —Ino respondió—. Necesito llegar a casa, sumergirme en un baño y luego tratar de terminar de alguna manera el ensayo de literatura para mañana. Qué bueno que me llené de azúcar, ¡estoy tan drogada que podría volar!

—No es eso lo único que te ha hecho sentir que vuelas —Sakura respondió sugestivamente e Ino jadeó, su mano volando a su pecho fingiendo indignación.

—¡Sakura Haruno! —Ino regañó antes de estallar con risitas.

Riendo, Sakura se bajó del auto, tomó su bolso del colegio del asiento trasero antes de desearle a su amiga una buena noche. Con una despedida final, Ino encendió el motor de nuevo y manejó hasta perderse en la noche.

Sakura entró a su casa, suspirando mientras cerraba la puerta detrás de ella. Había querido ir al hospital, pero ya era demasiado tarde para eso. Esperaba que el señor Arakawa estuviera bien.

Bostezando, miró alrededor de su casa. Primero, una ducha rápida y luego comería algo ligero antes de irse a acostar. Su estómago rugió en protesta. Está bien, tal vez cocinaría algo en lugar de comer ligero. Sabía que tendría que dejar sus dangos para la mañana, ya había consumido demasiado azúcar. Trotando por las escaleras hacía el piso superior, se detuvo en su habitación, arrojando su bolso al piso antes de tomar un cambio de ropa, su bata y una toalla. Entró al baño, caminó al Espejo y miró su reflejo con cuidado.

Una vez más, ojos negros llegaron a su mente.

Dios.

El chico del carrusel. ¿Por qué no podía sacárselo de la cabeza? ¿Y qué si había sido tan guapo como para morirse? Era mucho menos probable que se lo encontrara a él de lo que lo era con Kenji. Pero eso no le impidió el preguntarse cuál sería su nombre.

Señor "Alto, oscuro y sexy;" su mente le dijo casualmente. No. Eso era demasiado común. Señor "mírame derretir el hielo con mi super sexy mirada."

Señor "si no te bajas del caballo en este instante bajaré tu trasero por ti."

Sakura comenzó a reír mientras se giraba hacía la ducha y comenzaba a desvestirse, buscando una variedad de nombres, desde los más comunes hasta los más escandalosos.

Ningún nombre parecía quedarle tan bien como "Chico carrusel." Así que, ese fue el nombre que Sakura le asignó al apuesto extraño, quien, a pesar de ponerla inmensamente nerviosa con su poco amigable mirada, lamentaba no volver a ver.

Pues ya que, pensó. Tal vez se encontraría con Kenji en algún momento. No era imposible. ¿Qué habría pasado con él ahora que lo pensaba? Sus pensamientos se dispersaron conforme la música llenaba su mente y ella tarareaba la melodía del carrusel sin darse cuenta.

Media hora después, una vez que había secado su cabello y consentido su cansado cuerpo con generosas porciones de su deliciosa crema corporal de manteca de cacao, Sakura bajó las escaleras hacía la cocina y abrió el refrigerador, rehusándose a mirar esos tentadores dangos frente a ella. ¿Qué más se le antojaba que no fuera ese delicioso postre? Algo caliente y preferiblemente saludable. Decidiéndose por un bowl de vegetales sofritos, Sakura tomó todos los ingredientes requeridos y los puso en un plato junto al fregadero. Después de lavar los vegetales, los cortó y encendió uno de los quemadores de la estufa, poniendo un poco de aceite en el gran wok mientras controlaba la intensidad del fuego. Después caminó hacía el estéreo que a su madre le gustaba tener junto a la sala de estar y puso el disco que había llevado desde su habitación. Unos segundos después, la música comenzó a sonar por los altavoces. Sonriendo, Sakura subió el volumen y regresó a la cocina, moviendo las caderas con la melodía de una de sus canciones favoritas.

Las cortinas no habían sido cerradas aún y una de las pequeñas ventanas superiores estaba abierta, permitiendo que música ensordecedora saliera hacía la noche. Las palabras que se escuchaban en el aire lo atraían a la ventana. Observando con curiosidad a través del velo blanco, su mirada recorrió los contenidos del cuarto justo frente a él antes de mantenerse fija en ella. Estaba en la cocina, vestida en una blusa azul cielo, que parecía demasiado grande para su pequeña figura, además de unos shorts amarillo pálido, que llegaban hasta la mitad de sus delgados muslos. Su cabello estaba recogido en un moño desaliñado, pero aún vestida tan causalmente era hermosa. Sus ojos siguieron la femenina curva de sus piernas conforme ella bailaba al ritmo de la música. Sus movimientos eran gráciles. Para él, eran hipnotizantes. Su quijada se endureció al recordar nuevamente su preciosa y perdida oportunidad. De no haber sido por ese patético "mensajero" y la hueca rubia que siempre parecía estar pegada a Sakura, él ya hubiera transportado a sus dominios a la chica que cantaba en ese momento.

"El mundo a mi alrededor se desmorona,

Cayendo entre mis dedos,

Borrando los límites de realidad y sueños,

Y el significado ya no comprendo,

¿Vas a dejarme solo?"

Él parpadeó. La música era extraña y desconocida a sus oídos. ¿Ella disfrutaba de tan ruda y nada fina tontería? Ni siquiera se acercaban a los hermosos instrumentos y melodías que llenaban los salones de su crepuscular palacio. Pero las palabras pasaban por sus oídos a pesar de su desagrado por la melodía.

"Es un pecado el aferrarme a algo que es prohibido,

Pero si tú ya no estás,

¿Para existir qué razón tengo entonces?"

Miró, hechizado, el cómo Sakura, que había dejado su comida sin atender por unos minutos, giraba hacía el espacio abierto del lugar como una juguetona ninfa. Tomó lo que, para él, parecía ser una blanca, grande y afelpada monstruosidad, y comenzó a bailar un tipo de vals espontáneo con eso, cantando con entusiasmo junto con el coro de la canción.

"He intentado huir, pero no hay escape,

De las profundidades de tu ardiente amor,

Quiero hundirme en ti.

Así que llévame lejos, a ese lugar secreto,

Y déjame enterrarme en el santuario de tus brazos."

La dulzura de su voz. La luz, tan tentadoramente visible, en su rostro. Los encantos femeninos de su cuerpo. Todo eso le cantaba a sus sentidos en una manera que ninguna música divina lo había hecho. La necesitad lo invadió, más fuerte que antes, suficientemente abrumadora para ahogar cualquier tipo de razón. La creciente frustración hizo que sus manos se apretaran en puños. No tenía sentido alguno. Y como las palabras de la canción que ella curiosamente escogió, sería un tipo de pecado el robar a alguien que vivía y llevarla hacía el lugar de los muertos. Pero ella era una hechicera humana que se había condenado a sí misma por atraer la atención de un dios inmortal. Era su culpa, completamente de ella. Él no respondería por lo que estaba a punto de hacer.

Levantando sus manos, destrabó sus furiosos dedos. Presionando ambas palmas por un breve momento, cerró sus ojos, enfocándose en la creación que tenía en mente. Al separar lentamente sus manos, una espiral de magia púrpura se formó entre sus dedos y con un giro elaborado, se amoldó a la forma que él deseaba.

Sus ojos se movieron de nuevo a la figura de Sakura, que seguía bailando.

"Cuando me encontré con aquel hilo rojo,

Te ató fuertemente a mí,

Como tus brazos envolviéndome,

Y mi destino quedó sellado."

Él se movió silenciosamente hacía la puerta de entrada.

Riendo, Sakura puso su favorito oso de felpa de nuevo en el sofá.

—Gracias por el baile —le guiñó un ojo. Un olor delicioso se escaba desde la cocina, informándole que su comida estaba lista para ser disfrutada. Una rápida mirada hacía el reloj le dijo que faltaba poco para las 10:30. No tenía idea de que cómo iba a lograr arrastrarse fuera de la cama la mañana siguiente. Dirigiéndose a la cocina, Sakura se detuvo debido al sonido del timbre. No supo cómo fue posible que lo escuchara debido a la música tan alta.

"Tan tumultuoso como el viento,

Tu amor es para mí,

¿Cómo aspirar a domarlo,

Cuando mi corazón tiembla así por ti."

Pero dime tu deseo y yo intentaré concederlo —Sakura cantó junto con la música mientras se acercaba a la puerta de entrada. ¿Quién podría ser a esa hora?, se preguntó. Observando por la pequeña mirilla, Sakura frunció el ceño cuando no encontró a nadie del otro lado de la puerta.

Abriendo las cerraduras, pero manteniendo la cadena de seguridad en su lugar, Sakura miró con curiosidad a través de la puerta entreabierta. No parecía haber nadie. El jardín iluminado estaba en silencio, la única señal de movimiento venía de las flores meciéndose tranquilamente con el fresco aire de la noche.

Qué raro, pensó Sakura. Después le restó importancia. Tal vez alguien había tocado a la casa equivocada y se dio cuenta justo después de tocar el timbre. Ella bajó la mirada, lista para cerrar la puerta de nuevo, cuando sus labios se abrieron con sorpresa. Descansando sobre el último escalón que llevaba al camino de entrada, estaba una sola flor. La flor más hermosa que ella jamás había visto, una flor que parecía casi brillar bajo las luces del pórtico. Pero, claro, eso era imposible. Era probable que estuviera imaginándose cosas.

Dudó, con las advertencias de su madre haciendo eco en su cabeza.

No abras la puerta si estás sola en casa, Sakura.

No le abras esta puerta a alguien que no conoces.

Mantente segura. Si no estás segura de quién es, no abras.

Pero la flor. Tenía que mirarla. Quería saber a qué familia pertenecía, y no había forma de saberlo a menos que la mirara más de cerca.

Está bien, se dijo a sí misma. Desencadena la puerta, toma la flor y vuelve a cerrar de inmediato.

Sintiéndose algo nerviosa de que quien fuera que la hubiera dejado aún estuviera husmeando afuera, Sakura quitó la cadena de la puerta despacio y miró afuera con cautela, buscando de derecha e izquierda en el patio delantero. No parecía haber nadie. Rápidamente tomó la flor y con una mirada final, cerró la puerta y la aseguró. Entonces miró hacía la flor en su mano y jadeó despacio.

Los pétalos circundantes eran de un pálido y suave color morado, gradualmente mezclándose con un claro color durazno en el medio. Sorprendentemente, los bordes lilas parecían estar delineados con color plateado. ¿Alguien acaso la había pintado a mano? Debieron hacerlo, porque ella nunca había visto una flor natural tan exquisita. Parecía una rosa, tenía espinas como las de una rosa, pero no lo era. Y la esencia, una increíble dulzura llegaba hasta su nariz. Nunca había olido algo parecido.

"Es un pecado el aferrarme a algo que es prohibido…"

La música en el estéreo seguía repitiendo.

Levantando la flor, inhaló profundamente. Olía tan bien. Justo el tipo de esencia femenina que le encantaba. Se encontró a sí misma sonriendo, preguntándose quién podría haberse tomado la molestia de entregársela. Alguien tímido, de lo contrario se habría quedado por ahí y se la hubiera dado en persona.

No podía esperar para decirle a Ino que tenía un admirador secreto, sí es que no le estaban jugando una broma.

Necesitaba ponerla en agua. Sakura comenzó a moverse hacía la cocina, sabiendo que ahora sus vegetales estaban sobre cocidos, cuando de repente las paredes se volvieron borrosas frente a sus ojos.

—¿Qué? —parpadeó. Su visión se aclaró, pero cuando tomó otro paso, las paredes comenzaron a inclinarse.

Dejó de respirar, alarmada. ¿Qué rayos le estaba pasando?

Él observó cuidadosamente con ojos agrandados. La flor estaba teniendo un efecto inmediato, haciendo que ella se tambaleara al moverse. Un momento después, ella se había sentado en uno de los sofás, llevando una mano a su cabeza.

Duerme, él deseó en silencio. Duerme, ahora, Sakura.

Sus párpados se sintieron extrañamente pesados de repente. ¿Qué estaba sucediendo? Sus pensamientos se volvieron lentos, sin sentido, aun cuando estaba tratando de encontrar la fuerza para levantarse de nuevo. La música que seguía sonando a su alrededor comenzó a escurrirse, volviéndose balbuceos incomprensibles mientras Sakura luchaba por desechar esa peculiar sensación de la que era presa.

Necesitaba llamar… llamar a alguien…

La habitación giró violentamente otra vez al momento en que ella se desplomó de lado en el sofá, perdida en un repentino y profundo sueño. Su mano derecha perdió fuerza, dejando caer la flor, que se disolvió en el aire antes de tocar el suelo.

Lentamente, él liberó el aire que ni siquiera había notado que estuvo reteniendo. Ahora. No desperdiciaría otro minuto. Retirándose de la ventana, se movió ágilmente hacía la puerta y desapareció, atravesándola, reapareciendo sin esfuerzo al otro lado.

Su corazón palpitaba mientras se acercaba, con cada paso que lo llevaba hacía donde ella yacía en el sofá. El coro final de la música se escuchó por toda la habitación, haciendo eco con la creciente tormenta dentro de él.

"He intentado huir, pero no hay escape,

De las profundidades de tu ardiente amor,

Quiero hundirme en ti."

Caminó despacio hacía el sofá, sus ojos sin perder de vista su forma dormida. Incapaz de mirar a otro lado.

Sin poder enfocarse en algo más que no fuera lo pura y vulnerable que ella se veía, tendida ahí con mejillas ruborizadas, como una niña de primavera.

"Llévame lejos, a donde vives,

Lejos del flujo del tiempo y espacio,

Caricias temblorosas y besos robados,

Tu silencio le dice todo a mi alma,

Mientras nos hundimos en el abismo interminable y prohibido,

Así que llévame lejos, a ese lugar secreto,

Y déjame enterrarme en el santuario de tus brazos,

No quiero nada más que el interminable abismo de tus ojos,

Mientras me arrastras cada vez más adentro,

Hacía las profundidades de tu amor,

Llévame lejos."

Tan enfocado y atento estaba en ella, que falló en sentir el aura distintiva que había aparecido afuera de las paredes de la casa hasta que estuvo justo al otro lado de la puerta. Él se tensó, atrapado con la guardia baja, poco característico en él. Su cabeza giró rápidamente para mirar en la dirección de esa luminosa esencia. Esa presencia. No. No podía ser…

Sí, era inconfundible. El sonido de las llaves en la puerta anunció la llegada de esa persona. En un suspiro, él había desparecido. Un segundo después, la puerta se abrió.

La madre de Sakura acababa de entrar.