Como realmente no se dejaron comentarios hoy será capitulo corto.

¿despedida? Ya no trabajo aqui

Madigan me miró mientras entraba a la que solía ser la oficina de mi tío. Lo miré de vuelta, con sólo mi fuerza de voluntad impidiendo que mi mirada se volviera rojo brillante y mis colmillos sobresalieran de mis dientes. Madigan no sólo había ignorado mis comentarios anteriores sobre la inutilidad de un control de ID en el techo, sino que también había instalado un escáner de cuerpo entero que transmitía imágenes explícitas de mi cuerpo en una pantalla, funcionarios de todas partes del TSA llorarían de envidia.

Entonces tuve que dejar cada trozo de metal que tenía en mi confiscado, excepto mi anillo de boda, y tuve que discutir durante diez minutos antes de que los nuevos guardias me dejaran llevar mi paquete de salvia. Como fueron las cosas, había tenido que dejar mi caja de fósforos, porque, por supuesto, eran armas potencialmente letales. Idiotas. Yo era un yokai, como todos sabían. Podría matar a alguien diez veces más rápido con los dientes o las manos. Fue una cosa buena que Inuyasha no hubiese venido conmigo, pues podría haber sacrificado a uno de los guardias sólo para demostrar lo estúpido e insultante de todo el proceso. Descubrir que Madigan había tomado posesión también de la oficina de Don, además de escuchar sus repeticiones mentales de la propaganda para 'seguro de automóviles', había sido la cereza en el helado de mi anterior buen humor. Por el fruncido ceño de mi tío, mientras flotaba detrás de Madigan, estaba de mal humor, también.

- Siento tanto que no haya habido una búsqueda de cavidades. Mi ego podría nunca recuperarse. - dije en lugar de saludarlo.

- La falta de seguridad pudo haber sido aceptable durante el mandato de mi predecesor, pero no en el mío. – Los ojos azul claro Madigan se estrecharon.

- ¿Te refieres al mandato del predecesor de Tate? - Corregí de inmediato, no respondiendo a la bofetada contra Don, porque estaba tratando de enfriar mi temperamento en lugar de encenderlo.

Mi tío ya sabía las razones por las cuales las nuevas medidas de seguridad de Madigan no tenían sentido cuando se trataba de yokais. Todo lo que Madigan estaba haciendo con su nuevo escáner de lujo era perder dinero de los contribuyentes en un intento de verse competente a los ojos de desconocidos superiores del gobierno.

- No vas a creer esto - Mi tío tiró de su ceja, murmurando, aun cuando Madigan sonrió.

- Con efecto inmediato, el jefe de Seguridad Nacional me ascendió de mi posición de 'consultor de operaciones' a 'supervisor de esta operación'. - El shock me congeló en proceso de tomar asiento.

- Eso es mierda - suspiré.

- No pueden quitarle el trabajo a Tate sin siquiera darle la oportunidad de tener éxito. - Oh, sí que pueden, Madigan pensó, interrumpiendo su repetitivo mantra mental de la maldita consigna que había estado bloqueando el resto de sus pensamientos. No lo dijo en voz alta, pero me seguía mirando con esa sonrisa triunfante. Quince minutos pueden ahorrarte un quince por ciento. Quince minutos…

- Hicieron exactamente eso, Kagome. - Fue Don, quien dijo, con voz muy fuerte.

Me sentí como si hubiera sido golpeada con un mazo. No era sorprendente que los pocos funcionarios de alto nivel del gobierno que sabían acerca de este departamento pudieran tomar una decisión tan estúpida, había visto la estupidez del gobierno en acción antes. Pero me sorprendió que lo hicieran en un espacio tan corto de tiempo. ¡Eso es totalmente injusto! resonó en mi mente, y aunque pueda parecer infantil, seguía siendo cierto.

- Felicidades - fue lo que dije, ácido penetrando cada sílaba.

- ¿Tate todavía trabaja aquí, o lo has despedido en tu primer acto oficial como jefe todo poderoso? - Una parte de mí esperaba que Madigan hubiese despedido a todos los no humanos del equipo.

Eso haría que Cooper y los demás miembros veteranos del equipo humano renunciaran en disgusto. Entonces, todos podríamos sentarnos y contar los días hasta que los Poderes Facticos se dieran cuenta de la locura que era intentar luchar contra los no-muertos, con sólo soldados regulares. Cuando las víctimas humanas se amontonarán, los mismos necios políticos que habían ascendido a Madigan lanzarían fuera a su culo bien vestido, rogándole a Tate, Juan, Dave, y los otros que volvieran. Maldición, hasta le rogarían a mi madre que volviera, y ella ni siquiera había ido en su primera misión, sin embargo, seguía siendo más dura que el noventa y nueve por ciento de sus mejores soldados humanos.

- Tate ha sido degradado a oficial subalterno - respondió Don, superando la respuesta intencionalmente vaga de Madigan de, "Por supuesto que todavía está empleado aquí."

Oficial subalterno. Mis uñas se clavaron en mis manos hasta que el olor de la sangre hizo que me detuviera. A pesar de mi promesa a Inuyasha de no permitir que Madigan me irritara, era todo lo que podía hacer para no empezar a gritarle. Después de todas las veces que Tate había arriesgado su vida por esta operación, por no hablar de todas las vidas que había salvado durante su mandato, no se merecía un descenso de categoría porque Madigan era un idiota hambriento de poder que tenía problemas con los no-muertos.

- Kagome… - comenzó Don.

- Ahora no - le dije, mi atención tan centrada en la injusticia de todo esto que le respondí en voz alta. ¡Oops!

- Uh, no más tarde, pero ¿Ahora quieres decirme por qué estoy aquí? - Balbuceé para cubrir mi error.

Afortunadamente, Madigan pareció no darse cuenta. Hizo clic en un dispositivo pequeño, y una pantalla plana se dejó caer desde una ranura en el techo. Realmente te gustan tus pequeños artefactos, ¿no? Pensé con ironía. La pantalla destelló un número de serie y la palabra "confidencial" antes de que se centrara en una imagen de Chris, de todas las personas, transmitiendo en lo que parecía ser visión nocturna. Sus ojos estaban antinaturalmente brillantes.

- ¿Con quién estás hablando? - Estaba preguntando, mirando a su alrededor a un sótano que reconocí, con una sensación de hundimiento. Mi propia voz salió en respuesta.

- Con uno de los antiguos residentes de Waverly. ¿Puedes hacerme un favor, Herbert? Vuela a través del brazo izquierdo del hombre con barba… - No dije nada mientras todo el intercambio era reproducido, completo, con varios primeros planos de mi cara cuando dirigía a un fantasma invisible para que volara a través del cuerpo de Chris.

¡Hijo de puta! Un miembro de N.I.P.D. debía haber llevado una cámara allí durante el período de instalación, pero ¿Cómo había Madigan conseguido el material? ¡Había pasado poco más de una semana! Madigan dejó en pausa el video una vez que nos alejamos de la vista de la cámara.

- ¿Sabes dónde estaba esto? En el sitio Web de la División Noreste de Investigación Paranormal, ¡En donde cualquiera con una computadora podría ver a un exagente secreto parloteando sobre como lo sobrenatural existe de verdad! - Quería golpear mi cabeza contra la mesa, pero no lo hice sólo porque no le daría Madigan la satisfacción de saber cuánto se había marcado un tanto… aunque para hacerlo, había revelado un poco de información importante.

Si Madigan había encontrado esto sólo porque N.I.P.D. había puesto el clip en su sitio Web, entonces él tenía mi foto conectada a una base de datos de reconocimiento facial especializado que se utilizaba normalmente para terroristas y criminales más buscados del mundo. ¿Por qué estaba tan obsesionado conmigo?

- Ves a un exagente secreto siguiéndole la corriente a un inocente con el fin de conseguir que se comprometa a tomar un trabajo para la paranoica cliente de un amigo. No tenía idea de que estaba siendo filmada - improvisé, rezando para que mi conversación sobre Kramer hubiese tenido lugar donde no hubiese habido cámaras.

- ¿En serio? - La mirada azul de Madigan era de acero.

- Así que ¿No estabas, en realidad, comunicándote con fantasmas y dirigiendo sus acciones? - Me obligué a no mirar a Don, que flotaba detrás de la silla de Madigan lo suficientemente cerca para ser un barbero a punto de darle un corte de pelo.

No había mencionado a los fantasmas en ninguno de mis informes, mientras trabajaba aquí. En aquel entonces, mi experiencia con ellos había sido muy limitada, por lo que no había sido necesario. Si Madigan se enteraba de que algunos fantasmas eran tan inteligentes como cualquier otra persona y que podían infiltrarse en lugares donde la mayoría de los agentes encubiertos no podían, además que podían ser controlados por ciertas personas… reprimí un escalofrío imaginando cómo explotaría dicha información.

- Que yo sepa, los fantasmas son incapaces de comunicarse. Todos los que he visto son sólo impresiones vagas de energía que ha quedado, no más inteligentes o en poder de interactuar que una planta de interiores. –

- Ahí va tu regalo de Navidad - murmuró Don con un destello de humor.

- ¿En serio? - Madigan deslizó sus lentes hacia abajo una pulgada para darme el efecto completo de esa mirada de sargento, pero no me inmuté. Estaba jugando conmigo porque había visto imágenes de mí hablando con Chris sobre Kramer, o él no sabía que estaba mintiendo, y podía esperar salir de esto. Si se trataba de la primera, ya estaba tan jodida que ser atrapada mintiendo no haría mucha diferencia.

- He hecho que expertos revisen este video, y han visto débiles y nebulosas distorsiones en los mismos lugares donde afirmabas que un fantasma había iniciado contacto con el sujeto. Explica eso. - Madigan se inclinó hacia adelante.

- También dijeron que las distorsiones podrían haber sido falsificadas - suministrado Don rápidamente.

- Sin la película original, es imposible saberlo. - Tendría que asegurarme que Chris destruyera la película original esta noche. Me senté por primera vez, moviéndome un poco como si estuviera exasperada.

- Vamos, Madigan. Si tienes una empresa de investigación paranormal, ¿Vas a poner videos en tu sitio web que no hayan sido manipulados primero? ¿Quién va a contratar a cazadores de fantasmas que no tengan algunas imágenes de fantasmas en su página de negocios? Puede que sean creyentes, pero todavía están tratando de hacer dinero. - Su sonrisa era delgada.

- Plausible. Pero incluso si alguien añade esas distorsiones en el vídeo después, ¿Cómo sabías exactamente donde el sujeto sintió las interacciones fantasmales en el momento en que pasaron? - Me tenía allí. Para acentuar su jaque mate, la palabra "te tengo" apareció entre el bloqueo mental de repeticiones interminables de Madigan. Y así, se me ocurrió cómo podría impedírselo. Gracias, Madigan, por ser el arrogante gilipollas que eres.

- ¿Cómo supe eso? - Pretendí estudiar mis uñas por un momento.

- De la misma manera en que sé que quince minutos pueden ahorrarte un quince por ciento en seguros de automóviles. - El silencio encontró mi pronunciamiento, expandiéndose hasta que el cuarto se llenó con una tensión que era casi palpable.

Tenía que darle crédito a Madigan cuando el crédito era merecido, porque todo lo que estaba pensando permaneció aislado detrás de la ahora más resonante actuación de la misma frase. Las cejas de Don se juntaron por la confusión.

- ¿Qué tiene que ver? - se preguntó mi tío. Dije la siguiente parte a beneficio de él.

- Eso es verdad, puedo leer mentes. Es un beneficio pequeño útil e inesperado; no muchos yokais tienen la habilidad. - Don parecía aturdido. Oh, bien, no le había contado antes de mi habilidad.

No era como si se lo hubiera estado escondiendo, simplemente no había surgido. Madigan ya sospechaba que Inuyasha era telépata y había estado tratándome con la misma precaución, así que ofrecer voluntariamente la información era un sacrificio necesario con el fin de evitar que descubriera la verdadera bomba acerca de los fantasmas.

- Podría atacarte con una brecha de seguridad no autorizada por intentar recopilar información clasificada de mis pensamientos. - Finalmente, Madigan ladró.

- No estoy tratando nada. La habilidad está allí quiera o no. ¿Si alguien te dio información clasificada no autorizada, serías culpable de una brecha en la seguridad por no estar dispuesto a ensordecerte para no poder escucharlo? - Resollé. Perra, pensó él, y estaba segura de que no era casualidad que se hubiera escuchado fuerte y claro sobre el mantra de quince minutos.

- Palos y piedras - Me encogí de hombros.

- ¿Eso es lo que es para ti? - Preguntó bruscamente.

- ¿Un juego? ¿La seguridad nacional es solo algo que te divierte ahora que ya no eres miembro de la raza humana? Oh, lo olvide. - Su voz vibraba con veneno apenas disimulado.

- ¿Nunca fuiste realmente un miembro de la raza humana, verdad, mestiza? - Estuve al otro lado del escritorio en un abrir y cerrar de ojos con mi rostro tan cerca al suyo que nuestras narices podrían haberse tocado si me movía una fracción más.

- ¿Cuánta de tu sangre has derramado por la humanidad o por la seguridad nacional? Porque yo he perdido galones de la mía tratando de proteger vidas, o, en su defecto, asegurándome de que las muertes y amenazas a la humanidad supieran lo que se avecinaba para ellos. - Me senté con disgusto.

- Apuesto a que la única sangre que has derramado alguna vez fue después de cortarte con un papel, así que no me des conferencias a cerca de seguridad nacional y protección humana a menos que haya una sola vez en la que hayas puesto tu vida en peligro por cualquiera de ellos. - Dos puntos nuevos de color en sus mejillas se acentuaron como si Madigan hubiera palidecido cuando me abalance contra él por primera vez.

Su olor se irradiaba a la distancia, el miedo olía a fruta podrida sobre el hedor de demasiada colonia, y pensamientos vagos se filtraron entre su ensordecedor rugido de lo que podría ahorrar en el seguro en quince minutos. Peligrosa… no puedo dejarle ver…hay mucho en juego.

- Váyase - dijo secamente. Esforcé mi mente para escuchar el anterior comercial musicalizado que ahora odiaba con el fuego de mil soles. ¿Qué estaba escondiendo Madigan? ¿Era algo que ya había previsto, como un plan para echar de patitas en la calle a los miembros de un equipo no-muertos? ¿O algo más siniestro?

- Váyase - repitió, presionando un botón en su teléfono.

- ¡Necesito a seguridad! ¡AHORA! – ladró, cobarde cabrón.

Miré hacia la puerta. ¿Debería arriesgarme a hipnotizarlo antes de que llegaran? Alguien con los escudos mentales de Madigan podría requerir que lo mordiera antes de poder descifrar su mente, y, francamente, nunca he mordido a un humano. ¿Qué tal si lo hago mal y atravieso su yugular? Eso lo dejaría diciendo puras salpicaduras de sangre sobre los dos, sin mencionar que podría morir de un embolismo en segundos si cualquier burbuja de aire alcanzaba su corazón. Ambas situaciones serían difíciles de explicar con una razón convincente cuando seguridad llegara.

- No hagas nada, Kagome, los guardias no te conocen. Son reclutas nuevos cuidadosamente seleccionados por él, y todos están armados con plata. - apremió Don, percibiendo mi vacilación.

Ser estacada o baleada con armas de plata por los soldados mascota de Madigan era la última de mis preocupaciones, pero era demasiado arriesgado por otras razones como para intentar sonsacar cualquier secreto de él. Tendría que dejar que Don hiciera la excavación por mí, y, agradecidamente, Madigan aún no tenía ni idea de que estaba siendo vigilado por el mismo hombre por el cual él había maniobrado para reemplazar su posición. Me levanté con deliberada lentitud, casi vagando hacia la puerta.

- Felicidades una vez más por el inmerecido ascenso. Chupatintas - Los pasos se volcaron en el pasillo. El equipo de seguridad nuevo de Madigan, corriendo en su ayuda demasiado tarde para ayudarle si hubiera habido una amenaza real de mi parte.

- No volverás aquí a menos que te cite. ¿Entiendes? ¡Apareces, y te arresto en cuanto te vea! - casqueó Madigan.

Con gran esfuerzo, me abstuve de responder con las frases que fluían de mis labios. Como… ¿tú y cual ejército? O, me gustaría verte intentarlo. Pero la advertencia de Inuyasha repicó en mi mente. Déjalo sentir que ha ganado esta ronda. Eso será para nuestro beneficio. No pude detenerme a mí misma de sublevar las burlas de Madigan, pero podía dejarle creer que tenía el poder de mantenerme lejos de aquí si quisiera volver; creer en ello solo lo hacía más vulnerable.

- Espero que pases algún tiempo en tu nuevo puesto leyendo el reporte de Don a cerca de mí. - Fue lo que dije, en tan emparejado tono que Inuyasha habría aplaudido.

- Él tampoco confió en mí al principio, pero luego averiguó que esa mitad yokai no equivalía a maldad. Tampoco lo hace en un yokai completo. No tenemos que estar en desacuerdo unos con otros. - La comitiva con casco y armas llegaron, uno de los guardias tomó mi brazo bruscamente.

- Muévase. - Le dejé maltratarme sacándome del cuarto con Madigan observando.

Don flotó detrás de mí, murmurando algo demasiado bajo para poder entenderlo por encima de los pensamientos entrecortados de los guardias y la interminable descarga de artillería de Madigan sobre quince minutos… quince minutos. La próxima vez que viera el comercial, probablemente encendería fuego al TV. Acababa de entrar a empujones en el elevador cuando un grito atravesó el ruido.

- ¡Kagome! - Tenía mi mano sosteniendo abiertas las puertas del elevador antes de que los guardias siquiera notaran que me había movido.

- ¡Retírese! - uno de ellos ordenó, elevando su rifle hacia mí.

- Esa mi madre - chasqueé, absteniéndome de desprender el cañón por pura fuerza de voluntad.

Su apariencia cortó cualquier cosa que el guardia había estado a punto de decir. Ella se abrió paso entre ellos entrando en el elevador no muy gentilmente, varias hebras de cabello oscuro se escapaban de su cola de caballo. La astuta mirada azul que aún tenía el poder de intimidarme lacero el grupo que nos rodeaba.

- ¿Le van a disparar, o pulsar el botón para que nos podamos ir? - exigió.

Ahogué una risa por la consternación que causó sus palabras. El guardia que tenía su arma apuntando hacia mí no sabía qué hacer, si bajarla y lucir como si estuviera siguiendo sus órdenes o mantenerla apuntándome y lucir como un idiota. Él escogió la rutina idiota, y presionó el botón al piso superior, mis labios se crisparon.

- ¿Qué haces, Sonomi? - preguntó Don prevenidamente. Ella lo miró primero y luego a mí.

- Estoy renunciando. Escuché lo que él dijo a cerca de arrestarte si volvías, y nadie le va a prohibir a mi hija verme si ella lo quiere. – declaró.

Sus palabras me golpearon justo en el corazón. Sabía lo mucho que mi madre había querido estar en el equipo a pesar de mis extenuantes objeciones. Había argumentado que ir tras de asesinos era su oportunidad de vengar la vida que había sido incapaz de salvar… la suya y la de hombre que amo. Que ella lo diera todo porque Madigan sacó su carta de poder me produjo ganas de abrazarla y noquearlo a él al mismo tiempo. Ya que él ahora se encontraba a tres pisos de distancia puse mi brazo alrededor de mi madre, apretando suavemente.

- Gracias - susurré. Hubo un brillo rosa en su mirada antes de que parpadeara, mirando a lo lejos.

- Sí, bueno, estoy segura de que tu esposo me ha extrañado terriblemente, además como buena suegra debería venir a comer a casa de mi hija todos los domingos. - respondió con ironía.

Mi risa sorprendió a los guardias tanto que otro de ellos me pinchó con su arma. Una vez más resistí la urgencia de quitarle la boquilla del arma y golpearlo con ella. Las puertas se abrieron en nuestro piso, y salí, mordiendo mi labio mientras mi brazo era apresado en duro agarre una vez más.

- ¿En serio? - murmuré en voz baja. Mi madre lo miró con un brillo rojo en su mirada, pero un "No" en voz baja mantuvo su silencio. Por una vez.

- Muchas gracias por la asistencia chicos - arrastré las palabras una vez que me empujaron al techo.

La respuesta que recibí hubiera dado lugar a una masacre de inmediato si Inuyasha hubiera estado aquí. Una vez más, le agradecí a Dios que se hubiera quedado en Ohio. Él podría ser fríamente lógico en la mayoría de las circunstancias, pero Inuyasha tenía una tendencia irracional cuando se refería a mí. No podía culparlo por ello ya que yo era igual con él.

- ¿Algo interesante paso desde la última vez que te vi? - pregunté, pero mi pregunta no iba directamente hacia mi madre. Era para Don, quien flotaba detrás de ella.

- De alguna forma Madigan sabe que ha estado siendo vigilado - respondió mi tío, con clara frustración en su tono.

- Incluso en casa, no baja la guardia. Todos los archivos de computadora a los que accede son el material clasificado de siempre, y si está en el teléfono, habla en clave para que yo no pueda entender lo que realmente está diciendo. - Mi suspiro fue tragado por la agitación de las hélices del rotor del helicóptero, ya que el motor se había puesto en marcha.

Parece que no desperdiciaban ni un momento para sacarme de aquí. Me hubiera gustado tener una oportunidad de hablar con Tate y los chicos antes de irme, pero claramente no iba a pasar. Tendría que conformarse con que Don trasmitiera posteriormente un mensaje de mi parte.

- Él no me agrada en absoluto, pero es posible que no sea más de lo que aparenta… ¿un conjunto arrogante, prejuicioso que pisará a cualquiera para ascender en la escalera del gobierno? - Eso podía hacer de Madigan un idiota y un incompetente para su trabajo, pero no lo hacía la amenaza que Don pensaba que era.

- No lo conoces como yo. Está escondiendo algo. Solo necesito más tiempo para descubrir que es. - dijo Don categóricamente.

- Los chicos estarán muy consternados cuando se den cuenta de que Madigan no te está dejando volver - comentó mi madre.

- La moral ya esta baja después de lo que le pasó a Tate. - Tuve que sacudir la cabeza. Escuchar a mi madre hablar de la moral del equipo era tan extraño para mi cerebro para manejarlo.

- Necesitas venir conmigo - le dije a Don, con una mirada indirecta hacía varias personas que me esperaban para subir al helicóptero. Incluso si alguien me escuchara por encima del ruido de la nave encendida, hubieran pensado que le estaba hablando a mi madre. Don vaciló.

- Pero ahora es el mejor momento para seguir a Madigan - dijo, alejándose de mí. De hecho, retrocediendo.

- Le crispaste los nervios, Kagome. Yo podría estar perdiéndome de información importante mientras hablamos. Lo que sea que tengas que decirme, ¡puede esperar! - Luego se desvaneció, dejándome, mirando hacia el lugar que acababa de desocupar con la mandíbula abierta.

¿Ni siquiera podía tomarse algunas horas lejos de seguir a Madigan para actualizarse sobre lo que estaba pasando? ¿Y qué si hubiera encontrado la forma para que fuera alegremente a la eternidad? ¿Es que ello ya no era su preocupación? Tendría que asegurarme de molestarlo para que me dijera que pasó en el pasado para que Don tuviera la mente de una sola pieza cuando se trataba de Madigan, pero ello tendría que esperar hasta la próxima vez que lo viera.

Pero gracias a que Madigan había probado que cada pulgada suya era un bastardo sospechoso como inicialmente lo había catalogado, la primera cosa que tenía que hacer sería arrancar de raíz a todos los que estaban en mi antigua casa de Ohio. No tenía duda de que durante el tiempo que tomara sacarme de aquí, Madigan ya tenía un equipo de vigilancia por todo el perímetro, listos para registrar cualquier actuación o palabra incriminatoria. Tendría que llamar a Inuyasha y decirle que no llevara al equipo de vuelta allí. Por muchos alimentos y comodidades que acabáramos de comprar.

- ¿Estas lista Kagome? - preguntó mi madre, saltando dentro del helicóptero. Negué con la cabeza ante el comportamiento de Don mientras subía tras ella. La familia. Si uno de los miembros no era un grano en el culo, otro se aseguraría de llenar la vacante.

Continuara…