Hola aquí nuevo capítulo, para aclarar la duda de Sara, Kagome e Inuyasha están casados bajo la ley yokai, pero no han tenido una boda humana, con fiesta y toda la cosa, pero le pidieron a Don, el tío de Kagome que la entregara como novia, y es lo que ellos consideran su matrimonio humano, para no hacer el cuento largo ellos si están casados.

Por emboscarnos arruinaste la trampa

- ¿Hay arañas aquí dentro? Odio las arañas. - Tyler bajó la cabeza mientras atravesaba la pequeña entrada de la cueva, sus ojos mirando alrededor como si esperara ser atacado en cualquier momento.

- ¿En una cueva subterránea de cerca de media milla de largo? No, ni una. - La mirada que me dio Tyler me dijo que no apreciaba el sarcasmo, ¿pero ¿qué esperaba?

Las ratas parecían evitar los yokais con la misma insana aversión que otros carroñeros mostraban a los depredadores que están en la parte alta de la cadena alimenticia; pero las arañas o no poseían ese tipo de instinto, o nos consideraban primos lejanos. Hey, ambas especies sobrevivían bebiendo sangre, aunque no invitara a ninguna araña a la cena de Navidad, tampoco podía ignorar las similitudes.

- Si alguna de esas peludas-patas-largas me llega a tocar, me largo de aquí - refunfuñó Tyler. No le contesté.

Su fijación con las arañas era solo su modo de controlar su miedo real, el aspecto aún más peligroso de su viaje dentro de la cueva. La trampa estaba finalmente lista, pero con mis poderes fantasmales estropeados, necesitábamos a un médium para traer a Kramer. Ese es por qué Tyler estaba aquí. Él podría haber estado sacudiéndose arañas imaginarias de sus ropas e insultando, pero sus pasos no se tambalearon a medida que entrabamos más profundo dentro de la oscuridad.

- No sé por qué los otros están molestos por tener que esperar en el RV. Amaría intercambiar lugares con ellos ahora mismo. - Tyler continuó falsamente quejándose.

- Tú ves fantasmas todo el tiempo. La mayoría de ellos nunca se preocupan por una aparición de cuerpo completo, y han trabajado como investigadores por años. –

- Ellos no querrán ver este - rebatió, serio esta vez.

No podía estar más de acuerdo. Eso era por lo que nadie excepto Inuyasha, Tyler, y yo estábamos en la cueva. Chris había argumentado que debía estar en la cueva puesto que él había creado la trampa y contener a un fantasma poderoso era la culminación de una década valiosa de teorías para él. Mis preocupaciones se centraban en mantener a todos vivos si las cosas no salían bien. Acordamos que él nos esperaría en la boca de la cueva, por lo que él podría entrar corriendo tan pronto como diésemos el anuncio de que todo estaba despejado. El resto del equipo esperaba en los tráileres estacionados a un lado del camino cerca de una milla de la entrada de la cueva. Ahora que era el momento de que el espectáculo empezase, me lamenté de no haber hecho a Chris y el equipo esperar aún más lejos.

Si esto no funcionaba, tendríamos a un muy molesto fantasma en nuestras manos. Con un poco de suerte, la salvia que ya teníamos lista para quemar sería suficiente para enviar a Kramer corriendo hacia la línea Ley si las cosas salían mal, pero la esperanza no daba garantías. Por eso Chris tenía la salvia lista, y algo de ella ya estaba ardiendo lentamente en pequeños envases de cerámicas en los RV, además mi madre estaba allí, lista para curar cualquier herida si eso no era suficiente. Cuando le dije a Inuyasha que Madigan estaría revisando hoteles buscándonos desde que nos fugamos de la casa, él había rentado dos RV como nuestro hotel rodante. Las RV vinieron de uno de sus viejos amigos, Ted, por lo que provenían de una fuente que Madigan no podría rastrear—y conociendo a Ted, probablemente no eran legales tampoco.

Había mantenido mi móvil apagado durante el último par de días mientras trabajamos febrilmente para terminar la trampa. Aun teniéndolo encendido sin hacer una llamada hubiese sido suficiente para que Madigan siguiese mi rastro. Si todo salía de acuerdo con lo planeado, lo volvería a prender y saldría a la superficie una vez que Kramer estuviese encerrado y nosotros estuviésemos a salvo fuera de Ohio. Madigan se vería forzado a admitir que había estado siguiendo mi rastro para poder reprenderme por haber desaparecido exitosamente, y no creía que su arrogancia se lo permitiera. O quizás Madigan no estaba siguiéndome para nada.

Quizás Madigan no había pensado en mí desde que salí del complejo. Don aún no había revelado nada significante de su pasado que explicase el porqué estaba tan convencido de que Madigan no estaba allí para algo bueno, y a pesar de mi disgusto hacia él, Madigan no me había dado nada en concreto en lo cual enfocarme, tampoco. Sí, Madigan era una persona llena de prejuicios que había jodido tremendamente a Tate, pero si ser intolerante y perjudicar a alguien de una bien-ganada promoción era un crimen, este país necesitaría construir muchas más cárceles.

- Los escucho, están casi aquí - dijo Inuyasha desde la parte delantera de la cueva. Teníamos solo una sesgada, sobresaliente roca para atravesar antes de llegar a la zona donde la trampa estaba colocada. Tyler escogía su camino cuidadosamente, murmurando que yo le debía un nuevo par de pantalones cuando un trozo de tela se rasgó con el borde de una piedra de caliza.

- Es para que aprendas. ¿Quién usa Dolce & Gabanna para ir bajo la tierra? - le señalé.

- Si voy a morir hoy, lo voy a hacer mientras luzca bien - fue su respuesta.

Quería reasegurarle que él absolutamente no moriría, pero las palabras se atascaron en mi garganta. Yo haría todo lo posible para proteger a Tyler, como él lo sabía, pero nosotros estábamos lidiando con un fuerte y vicioso espectro, y una trampa que podría o no funcionar. Había exitosamente retenido a Fabián, luego a Elisabeth cuando la probamos ayer, pero decirle que no estaba arriesgando su vida por atraer a Kramer sería una mentira, y no me sentía bien mintiéndole a alguien que ahora contaba como un amigo.

- Aquí estamos - dije, cuando la caverna se amplió a un techo de treinta pies de alto y una pequeña burbujeante corriente en la pared más lejana.

Inuyasha de pie en el medio del siguiente rectángulo de la estructura de piedra caliza, cuarzo, y moissanite. Dexter y Helsing estaban en el transporta-mascotas en el banco de arena, Fabián y Elisabeth flotando al lado de ellos. Después de todo lo que ella había pasado, era justo que Elisabeth estuviese allí para presenciar esto. Fabián no iba a quedarse atrás a pesar de que entrar a la cueva era difícil para el ahora con sus poderes disminuidos y por la abundancia de piedra caliza, cuarzo y moissanite. Miré fijamente a Inuyasha. Si él estaba preocupado, nada en su expresión o vibra lo hacía notar. En cambio, exudaba confianza a través de su aura, y sus ojos oscuros ojos brillaban con emoción. Con su ajustada camisa manga larga y unos pantalones color ébano, él casi se difuminaba con el fondo excepto por el pálido contraste de la exquisita piel de su rostro y sus manos. Era una buena cosa que se mezclara, porque, Kramer se suponía que no lo vería hasta que fuese muy tarde.

- ¿Lista, cariño? - preguntó él.

- Casi, terrón de azúcar - respondió Tyler con un pícaro guiño de ojo.

Puse mis ojos en blanco. Entre la extrema confianza de Inuyasha y el indomable flirteo de Tyler, mis ligeros nervios cambiaron hacia el optimismo. Podemos hacer esto. No, tacha eso… Haríamos esto. Tomé un poco de salvia de la que habíamos dejado en el borde del riachuelo y lo guardé dentro de mi morral, Tyler siguió el ejemplo. Yo ya tenía linternas en cada bolsillo del pantalón y él también. Eso nos dejaba con sacar el tablero de Ouija, y Tyler ya lo estaba sacando de su morral.

- Listo. - Sácalo, Inquisidor. Tenemos una sorpresa para ti.

Tyler y yo nos quedamos en cada lado del pedestal de piedra y cuarzo, el tablero de la Ouija estando entre nosotros. Esta vez, la tabla no saltó cuando coloqué mis dedos en ella, como si necesitara un recordatorio de que mis poderes prestados de Marie habían expirado.

- ¿Algo que me quieras decir, Kagome? – Las cejas de Tyler se levantaron, notándolo también.

- Nop - dije, y era la pura verdad.

Tyler no sabía que una de las frágiles piezas en el camino pacífico entre yokais y ghouls descansaba en que ciertas personas todavía creían que yo tenía una conexión especial con la muerte. Afortunadamente, nadie excepto Inuyasha sabía el promedio de vida de mis poderes prestados, por lo que yo debería ser capaz de crear la ilusión de que podría convocar a los Remnants un poco más de tiempo. Qué pasaría luego de que eso fuese descubierto, me preocuparía más tarde. Un problema a la vez, gracias.

- Muy bien - dijo Tyler, después de comprender que eso era todo lo que iba a decir respecto al tema.

Él aclaró su garganta, oscuramente reflexionando que probablemente conseguiría que algo afilado se incrustara en ella de nuevo con lo que estaba a punto de hacer, luego colocó sus dedos en la tabla.

- Heinrich Kramer, nosotros te convocamos a nuestra presencia. - La voz de Tyler hacía eco dentro de la cueva, su voz alta y dominante aun cuando por dentro se maldecía por no haber ido al baño antes de empezar esto.

- Escucha nuestro llamado, Heinrich Kramer, y ven a nosotros. Te pedimos que traigas tu espíritu a través del velo hasta nuestra presencia… - La tabla empezó a moverse alrededor del tablero en alocados e irregulares círculos. Tyler tomó aire.

Yo abrí mis sentidos, pero todo lo que sentí fue frío, las vibraciones de hormigueo en mi piel durante este tiempo eran por la proximidad de Fabián y Elisabeth, lo cual no era de mucha ayuda. De pronto, Inuyasha se lanzó de su escondite en una de las muchas grietas del techo. Él había estado allí arriba porque desde allí podría cerrar la trampa violentamente si Kramer aparecía, pero nada interrumpía el remolino de neblina que apareció en la superficie del tablero de Ouija. ¿Pudo ver algo que yo no podía? No podía ser; él puso el cilindro de multi minerales al lado de la trampa en vez de encima de ella.

- ¿Qué? - pregunté, mirando alrededor.

- Para la convocación. Vienen personas, puedo escucharlos. Un montón de personas. - Inuyasha le ordenó a Tyler. Sus ojos estaban brillando en rojo mientras me miraba.

- Mierda - suspiré.

Habíamos dejado cada una de nuestras armas de plata en la RV, no queriendo que Kramer tuviese ningún tipo de arma que nos pudiese herir permanentemente en caso de que la trampa no funcionara, y él empezara a arrojar cualquier objeto cercano a nosotros. Ahora, con potenciales enemigos entre nosotros y las únicas armas que podríamos utilizar eran ramitas y piedras, lo que habíamos considerado una medida de seguridad se había convertido en una gigante desventaja. Inuyasha sonó sus nudillos, una letal aura creciendo hasta que picó en mi piel con su energía, forcé mis sentidos, pero no pude notar nada a parte de las preocupaciones de Tyler y los sonidos de la cueva.

Inuyasha era más viejo y fuerte, por lo que no dudaba que él tenía razón. No podía ser que una expedición de excursionistas se tropezara dentro de la cueva por accidente—nosotros estábamos en el medio de la nada. Tenía que ser una emboscada, pero ¿cómo demonios nos habían descubierto? Luego lo escuché. El murmullo de voces en mi cabeza, muy baja por como para reconocer palabras, muchas para ser los pensamientos de Chris.

- Fabián, Elisabeth - Inuyasha dijo en voz baja.

- Vayan a ver qué está sucediendo allí fuera. - Ellos desaparecieron en un borrón.

- Lo he cerrado. Nadie podrá atravesarlo ahora. – Tyler miró alrededor antes de mascullar algunas palabras, luego cerrando el tablero de la Ouija con estrépito.

- ¿Ves esa sombra de la derecha? - Inuyasha le preguntó sin voltearse en esa dirección.

- Lleva a un pequeño recinto. Espera allí, y trata de permanecer quietecito. - Sabía que este día terminaría mal, Tyler pensó resignadamente mientras hacía lo que Inuyasha le había dicho.

Los segundos pasaban mientras esperábamos a los fantasmas. Mis manos se sentían horriblemente vacías sin armas, pero me consolé a mí misma con el conocimiento de que había estado en peleas contra momias sin ninguna hoja de plata. Si teníamos suerte, y la mayoría de los hostiles acercándose eran humanos, manos vacías serían más que suficientes. Pero si alguien se había tomado todo este problema por encontrarnos, apostaba que él o ella no sería lo suficientemente estúpido como para aparecer solo con un ejército de humanos. Ellos parecían ser muchos, por el volumen que crecía en mi cabeza indicaba que la entrada a la cueva estaba rodeada, pero esos tenían que ser peones. La pregunta era, ¿quién era el jugador de ajedrez? Un vago contorno zumbó muy rápidamente, me tomó un segundo para determinar si era Fabián o Elisabeth.

- ¡Soldados! - exclamó Fabián.

- Pero son todos humanos. Podrían ser miembros de tu antiguo equipo, Tal vez están aquí porque necesitan tu ayuda. - Mi oleada de alivio al saber que eran humanos cambio a desconfianza. Inuyasha y yo intercambiamos miradas, la tensión en su aura diciendo alto y claro que él pensaba que algo no cuadraba.

- Bueno - dijo al final.

- Veamos quiénes son y qué es lo que quieren. - Las palabras apenas dejaron mis labios cuando Inuyasha masculló.

- Sangriento Infierno. - Por un segundo, me confundí. Pero luego dentro del murmullo de voces en mi mente, escuché una nueva, cantando una consigna una y otra vez. Solo quince minutos pueden salvar tu quince por ciento… Madigan estaba allí fuera, también.

Salí de la cueva con Inuyasha a mi lado. Tyler cerraba la marcha, sujetando a su vez la jaula de mascotas. La visión que nos saludó fue de más de una docena de armas automáticas apuntando en nuestra dirección, Chris de rodillas a un costado a la derecha y un soldado con casco presionando una pistola en su mejilla. Y yo que dije que sería demasiado peligroso esperar en la cueva, pensé irreverentemente. Después de aquella mirada inicial, ya no busqué más en el anillo de soldados. Mis ojos eran sólo para la cara de piedra del "consultor de operaciones", quién tenía a la forma agitada de mi tío volando sobre él.

- Madigan encontró la cueva leyendo uno de tus informes antiguos de cuando Dave murió - dijo Don.

- Intenté advertirte que venían, pero sentía la cueva como si hubiera sido bloqueada, y algo me quemaba cada vez que trataba de volar cerca de la RV en donde Sonomi estaba. - No dejé que ninguno de mis gemidos interiores escapara de mis labios.

Por supuesto. El RV tenía salvia en él, Chris no podía ver a Don para pasar el mensaje, y mi tío era un fantasma demasiado nuevo como para soportar todos los ingredientes combinados de la trampa. Le había dicho dónde estaba en caso de emergencia, pero lo que estaba haciendo le impidió llegar a mí.

- ¡Qué agradable sorpresa! - le dije al grupo en general, poniendo una falsa sonrisa en mi cara.

- No me digan… olvidé el cumpleaños de alguien, y este es la policía de fiestas que viene a corregir mi error, ¿verdad? - Madigan se adelantó, pero no lo suficiente para estar en la línea de fuego de sus soldados, me di cuenta.

Desprecio y furia se enroscaron en las emociones de Inuyasha, pero yo luché contra un resoplido. A pesar de su charla sobre la lectura de extensos informes sobre los muertos vivientes, ¿sabía que muchos yokais Maestros podían volar? Inuyasha y yo teníamos interminables kilómetros de espacio libre por encima de nuestras cabezas, ahora que estábamos fuera de la cueva. Aparte de ser vistosas, las armas apuntándonos eran un tanto de amenaza como de lenguaje duro.

- Higurashi - comenzó Madigan.

- Russell1 - le interrumpí, sonriendo dulcemente.

- Sé que eres un rigorista de los hechos, así que quería recordarte eso antes de que te equivoques en tu futuro informe. - Sus rasgos se oscurecieron con la ira, pero no me importó.

Él era quién había ordenado a un aluvión de armas apuntarnos sin razón alguna, por lo que la cortesía ya se había ido por la ventana. Si no fuera por mi madre y las dos casas rodantes llenas de gente con demasiada información sobre lo que habíamos estado haciendo aquí, yo ni siquiera esperaría a saber por qué el imbécil había venido. Inuyasha podría llevar a Chris y Tyler. Yo podría agarrar a mi madre y entonces saldríamos volando de aquí. Madigan nunca sabría lo que habíamos estado haciendo porque la cueva era como un laberinto. Incluso después de dos semanas, Chris y los otros aún nos necesitaban a Inuyasha o a mí para guiarlos a la trampa, o habrían conseguido perderse.

Pero teníamos dos casas rodantes llenas de gente, y me di cuenta de que los pensamientos de los guardias que nos miraban fijamente desde la línea de armas automáticas en este momento eran iguales a los nuestros. ¿Volar lejos con Chris, Dexter, Tyler, jaula de mascotas y dos de esas? Inuyasha probablemente podría manejarlo, pero eso estaba un poco más allá de mi nivel de habilidad.

- ¿Qué hay en la cueva, "Russell"? – Preguntó con sarcasmo Madigan.

- Rocas, y arañas. Montones de ellas. – Me encogí de hombros.

- No me subestimes. ¿Qué más hay en la cueva? - Su voz se redujo a un susurro.

- Barro - Lo miré fijamente a los ojos y dije una sola palabra.

Los pensamientos de Madigan estallaron en una serie de maldiciones antes de que él recuperara el control y los obstruyera detrás del anuncio de seguros de autos que debía ser lo que infierno ponía de música en su ascensor.

- No quieres hacer eso, amigo. Ella se preocupa por la protección de todos tus soldaditos de juguete que están lo suficiente controlados como para ignorar tus insultos. Yo no lo hago. Piensa algo como eso de ella otra vez, y te mato aquí y ahora. - dijo Inuyasha. Su tono era suave, pero cada palabra estaba bordeada en hielo.

- Cualquier ataque contra mí… - Madigan se mofó incómodo.

- Es lo mismo que un ataque a los Estados Unidos - terminó Inuyasha, aún de esa manera mortalmente calmada.

- Lo escuché la primera vez… y entonces tampoco me importó una mierda entonces. - Madigan observó los ojos de Inuyasha durante otro momento tenso y prolongado, antes de volver su atención hacia mí.

- Sabemos que estás haciendo algo en la cueva, y sabemos que tiene que ver con fantasmas. Será más fácil para todos si me dices lo que es, pero incluso si no lo haces, voy a averiguarlo. - No si puedo evitarlo.

- Te lo dije la última vez que te vi, le estoy haciendo un favor a una cliente paranoica de un amigo. Ella piensa que esta cueva está embrujada por los antiguos espíritus indios o algo así. Le dije que tenía profesionales que lo comprobarían, por lo que aquí estamos. - Madigan miró a Chris, que tenía sudor goteando en su cara a pesar del frío que hacía con la brisa del atardecer.

- ¿Es eso lo que estaban haciendo allí? - Chris no nos miró ni a mí ni a Inuyasha, pero él sabía que le estábamos observando. Sus pensamientos corrieron, preguntándose quién le daba más miedo: al hombre al mando del soldado que tenía una pistola apretada contra su cabeza o los dos yokais a quince metros de distancia.

- Estábamos buscando fantasmas, como ellos dijeron - jadeó, su voz imprecisa.

- ¿Y encontraron alguno? – Madigan se acercó a él.

- Tuvimos algunas lecturas interesantes con el EMF y encontramos algunas zonas frías, pero nada como lo que el cliente describe. - Esta vez, la mirada de Chris se deslizó en nuestra dirección antes de hablar.

- Ah. Así que estamos de vuelta a la afirmación de 'no hay tal cosa como un fantasma inteligente', ¿eh? ¿Qué hay de toda la marihuana y el ajo que estaban por todas partes en tu antigua casa, Kagome? - Madigan se quitó las gafas y las limpió en su chaqueta casi a un ritmo tranquilo.

- Me encanta consumir malas hierbas y el ajo es muy bueno para la sangre. - Le di una sonrisa alegre.

- ¿Sabes siquiera cómo decir la verdad? - Preguntó bruscamente Madigan.

- El burro hablando de orejas - murmuró Don. No dije nada.

Madigan siguió mirándome, sus guardias manteniendo su posición, aunque algunos de ellos empezaban a pensar que, si no nos iban a disparar pronto, les gustaría bajar sus pesadas armas. No creía que fuera un accidente el que todos estos hombres fueran desconocidos para mí. En esta ocasión, Madigan había dejado a todos mis amigos atrás.

- Donovan - llamó Madigan con una pequeña sonrisa de victoria.

- Toma a Proctor y Hamilton y busquen la trampa de espectros de la que la gente del RV estaba hablando. Ya veremos si no hay tal cosa como fantasmas inteligentes. - ¡Mierda! Si la trampa era un éxito, teníamos la intención de borrar los recuerdos del equipo para evitar que revelaran algún tipo de información incriminatoria como esta, pero ahora era demasiado tarde.

Sin embargo, podríamos ser capaces de deshacernos de la dificultad. Los chicos necesitarían semanas para encontrar la trampa si tenían éxito en todo. Mi alivio sólo duró el tiempo suficiente para que tres soldados con cascos vinieran hacia Inuyasha y yo, oliendo profundamente. Eran humanos, ¿por qué hacían tal cosa? La razón me golpeó, incluso antes de las petulantes palabras de Madigan.

- Estos hombres tienen sus sentidos intensificados por la sangre de yokai. Ahora que tienen tu olor, pueden seguir tu pista en el camino correcto hacia la enorme piedra que nos han dicho que está ahí. - ¡Doble mierda! Beber la suficiente sangre de yokai en efecto les daría la capacidad de oler nuestra trayectoria hacia la trampa, además de hacerlos inmunes al control mental.

Al descubrir la cueva en los informes antiguos y al aparecer con soldados sobrenaturalmente mejorados, Madigan había demostrado tener más inteligencia de la que le había dado crédito. Inuyasha se cruzó de brazos, su mirada como un rayo láser mientras contemplaba a Madigan.

- ¿De quién es la sangre que está en ellos? Todos los yokais en tu equipo me deben su lealtad a mí, y yo no les di permiso de entregar su sangre para tales propósitos. - La sonrisa de Madigan era fría.

- No te preocupes. No la conseguí de ellos. - Mis ojos se abrieron antes de que pudiera controlarlo, pero esta noticia me aturdió.

Si Madigan no había aprovechado la vena de Tate o de Juan para que fueran el zumo de sus guardias, entonces, ¿con qué otro yokai "o yokais" estaba confabulado? En ese momento me encontré con la mirada de mi tío, y otra revelación pasó a través de mí. Don no parecía sorprendido en lo más mínimo. Con todos sus insultos sobre Madigan, no había mencionado ni una vez una conexión con yokais. ¿Cómo podía haber dejado fuera algo tan importante? Los ojos de Inuyasha se volvieron rojos, y su poder crujió en el aire helado, letal, y expandiéndose tan rápidamente que pronto rodeaba toda la vecindad. Me tensé para lo que parecía una explosión inminente. Tyler también debe de haber percibido la sensación de que un cambio se había llevado a cabo. Se alejó, pensando, ese tipo es la mierda ahora. Madigan debe de haber sentido algo, también. Él dio un paso atrás, su sonrisa vacilante.

- ¿Ves los visores que mis hombres están usando? No sólo bloquean el efecto de tus ojos, también contienen grabadores transmitiendo imágenes directo a un lugar seguro. Incluso si te las arreglas para matarnos a todos, otros en el gobierno sabrán quién lo hizo. Serás cazado por el resto de tu vida. - Por un segundo, me pregunté si a Inuyasha le importaba.

Madigan no tenía idea de que uno no se burla de un yokai Maestro con la noción de que estabas utilizando otros yokais contra él. Pero si bien la idea de Inuyasha matando a Madigan no me molestó, matar a sus guardias por ninguna otra razón que la que ellos se sentirían obligados a devolver el golpe era repelente. Además, nuestros reclamos sobre que el prejuicio contra los yokais no tenía fundamentos quedarían bastantes vacíos si nosotros masacráramos a una agente élite del gobierno como Madigan y a algunos de sus guardias en un vídeo. Mis dedos se curvaron alrededor de la mano Inuyasha, su poder chisporroteaba por mi brazo como si me acabaran de electrocutar.

- No - dije en voz baja. Durante unos segundos, no supe si él me había escuchado. Ese peligroso poder no disminuyó, y su mirada se había fijado en el que Madigan decía que el consultor de operaciones se encontraba a pocos segundos de la muerte. Entonces, algo nebuloso salió de la cueva, demasiado rápido para que yo determinara que era.

- Esto no es bueno. - Agujas de hielo rasparon mi piel, y el grito de Dexter fue absorbido cuando Tyler murmuró.

- ¿Tratas de atraparme, Hexe? - Susurró una voz familiar. Kramer.

Por su acusación, el hijo de puta debió haber descubierto lo que las grandes cuevas minerales hacían. Tyler había sellado la ouija, pero no antes de que el fantasma lograra deslizarse fuera de ella. Traté de alcanzar la salvia en mis pantalones sólo para tener unas docenas de armas apuntando en mi dirección.

- ¡No te muevas ni una pulgada más! - gritó alguien. Mis manos se congelaron. No quería que me llenaran de balas de plata, ya que tendría que estar en buena forma para proteger a estos idiotas.

- Madigan. Saca a tus hombres de aquí. Ahora. - le dije.

- Voy a recordarte que tú no estás en posición de darme órdenes. - Él se erizó.

- No voy a tener que matarlos, Gatita. Los tontos se han condenado a sí mismos. - Inuyasha dejó escapar un duro resoplido.

- ¿Qué quieres decir con eso? - Replicó Madigan, ajeno a los remolinos oscuros materializándose a la izquierda de uno de sus soldados.

- Ya verás - respondió Inuyasha. Al siguiente instante, con terribles gritos en el aire de cuando Kramer atacó, se hizo ver.

El último de los heridos fue acarreado fuera de la evacuación médica, dejando atrás a los pocos ilesos y los cuerpos en el bosque. Incluso los soldados y los ocupantes de los RV fueron agrupados a nuestro alrededor, Madigan quería a mucha más gente alrededor de él como fuera posible hasta que llegará su transporte. Salvia quemada por el perímetro que nos rodeaba, pero ese no era el único olor en el aire. El olor de sangre y muerte también era pesado, adherida en la ropa de los sobrevivientes, así como procedente de los perdidos.

- ¿Cómo pudo suceder esto? - Murmuró Madigan, mirando la carnicería.

Había estado de pie junto a mi madre, pero el comentario de Madigan me había hecho dejarla en su sitio para marchar a donde él estaba. A pesar de que los hombres caídos eran extraños, que habían amenazado con dispararme, no merecían morir de la manera en que lo habían hecho. El hecho que sus muertes habían sido evitables sólo me enfureció más.

- ¿Cómo pudo suceder esto? Porque no escuchaste cuando alguien te dijo que sacaras a tus hombres de aquí. - La velocidad del corazón de Madigan no había disminuido mucho desde que comenzó el sacrificio de Kramer con todo lo que podía agarrar en sus manos incorpóreas.

Lamentablemente, esta lista no incluía a Madigan, que se debió en parte por su cobardía. Cuando Kramer rasgó a través de los guardias, que dispararon tan salvajemente a su atacante invisible me habían tocado unas cuantas balas perdidas protegiendo a Tyler, Madigan se arrastró detrás de la barricada de nuestros cuerpos en cuclillas. Inuyasha había cubierto a Chris y mi madre se unió al montón para ofrecer protección adicional amortiguando contra el fantasma y las balas. Debido a eso, Madigan sólo tenía un surco de sangre a un lado de su pierna, una lástima.

- Todo esto es por tu culpa. Tú dijiste que los fantasmas eran solo impresiones débiles, residuos de energías, no más que interacciones en el piso de una casa. Tú comprometiste mi seguridad y la de… - dijo él, señalando con un dedo tembloroso hacia mí.

- Oh, vamos. ¡Supuse que eras demasiado estúpido como para confiarte esa información, y no me equivoqué! No tienes que ser un meteorólogo para saber en qué dirección sopla el viento hacia ti, Madigan. Mentirte fue por la seguridad de todos, y desearía que no hubiera una pila de cuerpos muertos a mi alrededor, para comprobarlo. - interrumpí.

- ¿Cómo te atreves? ¡Tendrás suerte si ustedes dos no son hallados cómplices en las muertes de esos hombres! - Su rostro se puso moteado, y casi pude escuchar su disparada presión arterial.

- Tú, en el otro lado de este video. Autorizaste reemplazar a un tipo decente e inteligente por el posiblemente mayor cabrón… y en mi tiempo, he conocido a más de unos pocos cabrones, por lo que estoy hablando desde el punto de la autoridad. - Inuyasha lo ignoró, agarrando a uno de los soldados caídos por el hombro y miró directamente a su casco, mientras hablaba con su habitual falta de tacto.

- ¡Aléjate de él! - Madigan casi gritó.

- Él está muerto, ya no le importa quién le toca - respondió secamente Inuyasha.

- Lástima que estuvieras más interesado en cosechar municiones contra ella que valorar la vida de él mientras aun la tenía. Te metiste en una situación que estaba fuera de tu alcance, luego ignoraste las advertencias de marcharte. Hoy, dos yokais hicieron más para proteger a tus hombres que el líder humano responsable de ellos. Me pregunto, ¿qué pensarán tus superiores al otro lado de este video? - Madigan abrió su boca, el enrojecimiento de su cara era aún mayor, cuando de repente, se detuvo. Entonces oí sus pensamientos serpenteando a través de una pared de furia y lemas. Él tiene razón. Debo solucionar esto.

- Esta ha sido una terrible tragedia. Cada vez que una vida se pierde, la responsabilidad en última instancia recae sobre la persona a cargo, y esa persona soy yo. Voy a solicitar que todos los aspectos del acontecimiento de hoy sean evaluados para que nunca suceda algo como esto otra vez, incluso si me reprehenden por ello. - dijo Madigan, sonando lúgubre en vez de a punto de estallar como lo había hecho antes.

- Tú solo estas tratando de cubrir tu corrupto culo de siete maneras posibles a partir del Domingo - dijo Don disgustado.

- ¿Ves porque no confío en él? - Luego se volvió hacia mí.

Oh sí. No había oído hablar tanta mierda desde la última vez que pasé por un lote de autos usados y capturé fragmentos de conversaciones de los vendedores. Madigan aún deambulaba cerca del hombre muerto mientras él hablaba, arrastrando su pierna mucho más de lo que la pequeña herida se merecía. Se inclinó como si fuera a cepillar un poco de la suciedad del soldado caído. Lo que hizo fue permitir a la cámara mejorar todos los matices de su expresión sombría y las recientes lágrimas que de alguna manera se hallaron camino a su mejilla. Que insensible, manipulador, PUYAZO, pensé con incredulidad.

- Una representación correcta de trabajo, eso eres. - Inuyasha soltó un resoplido.

- Entiendo que ambos estén todavía molestos. Hice que mi enojo nublara mi juicio cuando no escuche sus advertencias. Eso fue mi error. – Madigan apretó los labios, pero se recuperó rápidamente, se enderezó tanto como podía mientras balanceaba la mayor parte de su peso en una pierna.

- ¿Esa es tu idea de una disculpa? - Pregunté incrédula.

- Yo no te debo una. Si tú vienes a mi primero sobre este fantasma, si ningún subterfugio, esta tragedia podría haberse evitado. - espetó Madigan antes de asumir ese más tranquilo y controlando tono de nuevo.

- Una yo no trabajo para ti. Y dos nosotros no necesitamos ir a ti porque lo teníamos bajo control - rechiné.

- Por lo menos, lo así era hasta que me rastreaste y nos interrumpiste a punta de pistola atrapando a este hijo de puta por toda la eternidad, y ahora ¿Me quieres culpar de esto a mí? - Dios, si me quedará aquí por más tiempo escuchando su versión distorsionada de los acontecimientos, iba a golpearlo hasta que sangrará internamente.

- Ven gatita, vámonos. Estamos perdiendo el tiempo con este cabrón. - Inuyasha deber haber tenido bastante también, porque él me tomó del brazo cariñosamente.

- No pueden irse todavía - dijo Madigan, con ese borde de vuelta en su voz. Una lenta sonrisa cruzó en el rostro de Inuyasha.

- ¿Ah? - Estábamos al aire antes de que Madigan pudiera balbucear exigiéndonos quedarnos.

Yo podía volar bastante bien por mí misma impulsándome en la dirección general que quisiera, pero me faltaba la fineza que tenía Inuyasha durante el vuelo. Así que mientras apagaba mi propio poder, lo dejé dirigirnos a donde estaban Tyler, mi madre, y los porta mascotas. Un rápido arranque y agarre después, y estábamos muy por encima de la tierra. Fabián y Elisabeth no necesitaban que le dijéramos que nos siguieran, ellos salieron disparados después de nosotros, sus formas volviéndose apenas eran visibles. Don se quedó con Chris y su equipo, que estaban sanos y salvos, gracias a la quema de salvia en las casas rodantes. Inclusos si Madigan los interrogaba de nuevo, ellos no podrían decir más información perjudicial para nosotros de lo que ya sabía. Además, Madigan se aseguraría de que no se repitiera nada de lo que había visto a fuentes externas. Los yokais no eran los únicos que eran expertos en ocultar información incriminatoria. El gobierno tenía una amplia práctica cuando se trataba de eso, también.

Fuimos directamente de Ohio a la casa de nuestros mejores amigos Miroku y Sango en St. Louis. No, no volamos todo el camino. Desde la fusión de las líneas con el yokai de varios milenios de edad, Inuyasha ahora tenía personas incontables personas a su servicio esparcidas por el mundo. Sólo hacía falta una llamada a su cogobernante, Inuno, diciendo que necesitábamos una camioneta para que fuéramos trasladados lejos en menos de una hora. Algo bueno, ya que no podríamos haber alquilado un vehículo. Habíamos dejado nuestras tarjetas de crédito e identificaciones atrás en una de las casas rodantes.

Tontería de nosotros no haber descifrado que Madigan tomaría el mando de las casas rodantes y nos saludaría a mano armada fuera de la cueva. Si Madigan creía que nos rastrearía a través de los alias o las direcciones de las facturas de las tarjetas, estaba equivocado. Inuyasha tenía todo un intrincado a través de muchos canales falsos, Madigan sólo terminaría persiguiendo su cola. Esperaba que lo intentará, porque la idea de frustrarlo me complacía de una manera mezquina y vengativa. Cuando llegamos a su casa, ni siquiera tuvimos que salir del vehículo para ver que no éramos los únicos visitantes. Si el llamativo Maserati no era suficiente para darme idea de quién más estaba allí, el estilo de la placa GR8BITR fue la confirmación.

- Ah, el pulgoso de Koga está aquí - dijo Inuyasha con ningún asombro ante la perspectiva.

- Ya veo - le contesté, no transmití ninguna de mis opiniones, porque Koga podía oírme, y solo le divertiría. Algunas personas se ofenderían por ser considerado un dolor en el culo. Koga no sólo se lo toma por un cumplido, él se deleitaba con ello. Si no fuera el Sire de Inuyasha, ya hubiera estacado "accidentalmente" a Koga.

- ¡Kagome! - exclamó Sango, abriendo la puerta. Ella casi corrió a darme un abrazo, susurrando.

- Gracias a Dios que estás aquí. ¡Él me está volviendo loca! - Durante su apretón de bienvenida. Ahogué una sonrisa, sabiendo que no estaba hablando de Miroku. Es bueno ver que no era la única a quién le irritaba Koga. ¿Cómo Inuyasha y Miroku habían soportado estar con él estos últimos siglos? nunca lo sabría.

- Kagome, Sonomi, Inuyasha ¿Cómo les va? - dijo Miroku detrás de Sango, llamando a Inuyasha por su nombre humano.

- No tan bien como esperábamos, Miroku - dijo Inuyasha, también.

Tyler cargó a Dexter fuera del vehículo y lo bajó. El perro echó un vistazo a la puerta abierta de la casa y corrió hacia dentro. Mi madre hizo lo mismo después de intercambiar un saludo con Sango y Miroku y recibir indicación a la habitación más cercana de invitados. Era casi el amanecer, y como es normal de un yokai nuevo, mi madre apenas podía estar de pie. No estaba preocupada acerca si Miroku tenía suficientes habitaciones para todos nosotros. Era un antiguo noble del siglo XVIII, y la opulencia espaciosa de varias casas de su propiedad lo reflejaba.

- ¿Quién es el Señor Alto, Moreno y Delicioso? - Tyler se acercó a mi lado, mirando a Miroku con una abierta apreciación.

- Su marido - le contesté, mis labios torciéndose.

- Tyler, esta es Sango, y ese es Miroku. - Tyler dejó escapar un suspiro dramático mientras estrechaba la mano de Sango.

- Todos los buenos son heteros o casados, pero no te reprocharé que él sea las dos cosas. Es un placer conocerte. Kagome me dijo todo acerca de ti. - Sango se echó a reír.

- Y parte de ello probablemente sean cierto - bromeó él.

Luego, su atención se fijó en alguien detrás de Sango, su boca abriéndose antes de que su expresión se convirtiera en una abierta mirada lasciva. Pensamientos comenzaron a correr por su cuenta que eran tan explícitas, que me habría gustado tener que batearme en la cabeza para bloquear mis habilidades telequinéticas.

- Tyler, conoce a Koga - le dije, sin molestarme en dar la vuelta.

- A papi le gusta - jadeó Tyler.

Enderezó sus hombros, fijando una sonrisa decisiva en su rostro mientras me empujaba fuera de su camino. El empujón me resultó suficiente para obtener una vista del otro yokai. Koga se apoyaba en el marco de la puerta, su pelo castaño rojizo moviéndose por la brisa y sus ojos color turquesa observando todo con su habitual perversidad.

- Pensé que Inuyasha parecía un pequeño trozo de cielo, pero tú eres todo el pastel, ¿no es así, cariño? - dijo Tyler, tendiéndole la mano.

Koga tomó los elogios como le es debido, mostrando a Tyler una sonrisa que tuvo al médium casi estallando ante su vista. Cuando le estrechó la mano a Tyler, Tyler dejó escapar un suspiro como lo hace un anhelante adolescente orgulloso. ¡Ese rostro, ese cuerpo... y saber que está dotado, mirar en que ángulo penden! Oí antes de gritar la-la-la una y otra vez en mi mente.

- El fantasma asesino sigue suelto - anuncié tratando de distraerme de las divagaciones embelesadas de Tyler sobre Koga.

- ¿La trampa no funcionó? - Preguntó Miroku, entrecerrando los ojos.

- ¿Fantasma asesino? Sí, sí, estoy realmente impresionado, pero esto me interesa. - Koga se reanimó, ladeándose suavemente del pestañeo de Tyler.

- Vamos a entrar, y te lo contamos todo. - comentó.

- También ustedes, chicos. Estamos todos juntos en esto. - Asentí con la cabeza a Fabián y Elisabeth, que se quedaron atrás casi con timidez en nuestro vehículo.

Continuara…

1 EN el capitulo anterior me equivoque, el apellido humano de Inuyasha es Russell y esto será importante más adelante para otra trama, perdón la confusión.