Hola, aquí capitulo nuevo, espero que les guste y ya saben porfa déjenme su review.

Dragona

Había pasado una semana desde el fiasco en la cueva. Por el lado positivo, no habíamos sido visitados por Kramer durante ese tiempo, probablemente debido a la copiosa cantidad de hierba y ajo que Miroku puso dentro y alrededor de la casa. Era tan profuso que Elisabeth y Fabián eligieron rondar la casa de su vecino en lugar de quedarse en la de Miroku con nosotros. Los vecinos eran humanos; no les importaría. Ni siquiera lo sabrían. La mala noticia era que ya era ocho de octubre. Elisabeth viajaba por la línea de Ley todos los días buscando a Kramer, pero solo había captado rápidas visiones momentáneas de él una o dos veces antes de que desapareciera.

Hasta el momento, no había indicios de que se hubiera fijado en una mujer en particular, sin embargo, si no lo había hecho aún, lo haría pronto. El reloj estaba haciendo tic-tac, y estábamos atrás en el marcador. Construir otra trampa no funcionaría. Kramer había visto y escuchado lo suficiente para saber que estábamos tras él, aun si encontrábamos una cueva diferente igualmente ideal, él estaría esperando que tratáramos de atraparlo. Nos iríamos a casa mañana, para que Don pudiera alcanzarnos si era necesario. Él no sabía dónde vivían Miroku y Sango cuando estaban en los Estados Unidos, pero sabría llegar a mi casa si algo surgía.

Espere que Madigan mantuviera un bajo perfil mientras intentaba deshacer el daño que se había infringido a sí mismo con el incidente de la cueva, así que probablemente pudimos haber esperado más tiempo antes de ir a casa; pero Sango estaba empezando a estornudar. Ser marcada con una esencia de forma demoniaca, podría haberle hecho prácticamente inmortal, pero aparentemente ello no pudo curar su alergia a los gatos.

- Estoy tomando una rebanada de pastel. Tyler, ¿Quieres? - Preguntó Sango, siendo él la otra única persona que no se alimentaba primordialmente de una dieta líquida. Los seis habíamos estado relajándonos en la sala después de cenar, una de mis primeras tardes normales en semanas.

- Te ruego que me digas tu secreto. Si como la mitad de lo que tu comes, perdería estas caderas feroces en una semana. - Tyler le dio una mirada jocosa.

- Te lo diría, pero luego tendría que matarte. - La sonrisa de ella sostuvo un toque de severidad. Y si ella no lo hacía, Miroku lo haría, terminé mentalmente.

Cambio de forma, capacidad de curación ilimitada, y un metabolismo que quemaba calorías más rápido de lo que Sango las consumía no eran los únicos efectos de las marcas demoniacas. Su sangre ahora era literalmente una droga para yokais, y si se escapaba una palabra sobre ello, todos los cabrones no-muertos que buscaban hacer dinero vendiéndola, vendrían arrastrándose de sus ataúdes tras ella.

- Comeré un pedazo de pastel - interviné. Puede que sea un yokai, pero ello no significaba que iba a dejar que el húmedo pastel de chocolate se echara a perder.

- Pero, um, me lo comeré en mi recamara, si no les molesta. - Corregí, teniendo una idea con ese hielo acaramelado.

- Me voy a la cama. - Inuyasha se levantó con esas palabras, sus ojos centelleaban mientras encontraban mi mirada. Supongo que también se había imaginado otra forma de usar ese pastel.

- Los veré a todos mañana - dijo él. Luego entró en la cocina, tomó el plato en que Sango había acabado de poner una rebanada de pastel amontonada, y empezó a subir las escaleras.

- ¿Ya te retiras, Bestia? ¿No es demasiado temprano? Podría hacerles compañía. - pregunto Koga con una pequeña sonrisa traviesa.

- Vete al carajo, sarnoso - respondió Inuyasha, ahorrándome la molestia de decir algo similar. Estábamos a medio camino de las escaleras cuando Dexter soltó un ladrido. Me tensé, pero luego siguió la voz de Elisabeth, dejándome saber cuál de los fantasmas había aparecido repentinamente en la casa.

- ¡Sé dónde está Kramer! - Me di la vuelta hacia el sonido de su voz. Elizabeth se paró junto al vestíbulo con Fabián a su lado. Inuyasha dejó el plato de pastel sobre una de las escaleras con un suspiro. Koga rió.

- Que desdichada hora, muñeca - le dijo a Elisabeth, y estaría mintiendo si no admitiera que esa pequeña parte egoísta de mí también deseaba que ella hubiera aparecido pagada de sí misma con las buenas noticias unas horas más tarde.

- ¿Pasa algo? - Algo de la sonrisa de ella se desvaneció.

- Nada. ¿Dónde está él? - le dije dándole a Inuyasha una sonrisa triste mientras empezaba a bajar las escaleras.

- En Sioux city, Iowa. Lo he visto allí cuatro veces hasta ahora. Demasiado para ser mera coincidencia. Debe ser allí donde seleccionará sus víctimas. - respondió ella.

- ¿Él escoge a todas sus víctimas en una sola área? Creí que habías dicho que Kramer se aseguraba de nunca utilizar el mismo lugar dos veces. – me sorprendí.

- Escoge una nueva locación cada víspera de All Hallows, muy lejos de cualquiera de los lugares donde ocurrieron las quemas anteriores. El año pasado, estuvo en Hong Kong. A menudo esconde los cuerpos para prevenir que las autoridades se den cuenta de que el mismo tipo de muertes ocurre cada año. Pero el cómplice y las tres víctimas siempre son escogidas del mismo lugar. –

- ¿Esconde los cuerpos? ¿Por qué le importaría que la policía estuviera sobre él? No es como si le pudieran poner unas esposas. –

- Por sus cómplices. Si aprenden el patrón de las muertes anteriores por medio de los periódicos o las noticias modernas, se darían cuenta de que, una vez concluido su labor, Kramer los mataría, también. - respondió Elisabeth.

- ¿Elimina cada nexo en sus crímenes, incluso quienes le ayuda? Empiezo a admirar el ingenio de este tipo. - Koga silbó.

- Deberías - contrarreste. Elisabeth no dijo nada, pero un espasmo cruzó su rostro, incluso lo noté estando parcialmente trasparente. Fabián flotó a su lado, poniendo sus manos sobre sus hombros.

- Debes decirles. - Las cejas de Inuyasha se elevaron.

- ¿Decirnos qué? - pregunto Sango, venciéndonos a él o a mí en preguntar Elisabeth cerró los ojos, pareciendo como si se reuniera a sí misma. Si hubiera sido sólida, le hubiera pedido que se sentara, porque se veía francamente fantasmal.

- Kramer no mata sus cómplices solo para eliminar nexos a sus crímenes. Siempre escoge a aquellos que son fanáticos a sus creencias de que hacen el trabajo de Dios asistiéndolo en la eliminación de brujas. Pero muchos de ellos, cuando ven lo que él… hace, cuando es de carne y hueso, se dan cuenta de que todo era mentira. - dijo ella con voz apenas audible.

La expresión de Inuyasha se volvió siniestra. Incluso Koga parecía como si se hubiera tragado algo desagradable. Sango parecía tan desorientada como me sentí yo con la declaración indirecta de Elisabeth, pero luego su significado me golpeó, y mi estómago se estrechó de una manera que me hizo pensar que estaba a punto de vomitar la cena liquida alrededor de toda la mesa de café.

- Las viola - dije, un profundo desprecio se difundió a través de mí.

- Ellas no son las primeras. – La cabeza agachada de Elisabeth se acercó. Me miró justo a mí mientras decía las siguientes palabras.

Esta vez, supe de inmediato lo que quería decir, y más de la misma furia se levantó dentro de mí. No debería ser sorpresa que este no fuera un nuevo patrón de Kramer. Había leído suficiente del Malleus Maleficarum para saber que lo segundo que superaba su odio por las mujeres era la obsesión anormal de Kramer con la sexualidad femenina. Violar sería aún otra herramienta que usaría en su búsqueda de destruir emocional y psicológicamente a una mujer antes de haberla matado, y en el tiempo de Elisabeth, se les dio absoluto poder a los inquisidores sobre el acusado… y acceso sin supervisión. Elisabeth había tenido que soportar esta pesadilla infernal, luego ver a Kramer continuar con el mismo patrón despreciable como fantasma. Sin embargo, aquí estaba ella… intacta, incomparable, y renuente a rendirse en su búsqueda de justicia sin importar de qué lado de la eternidad había que pelear por ello.

- Eres asombrosa, ¿lo sabías? - dije, impresionada por su fuerza. Eso hizo que su cabeza se levantara de nuevo.

- No, sino que de todos a los que Kramer mató, solo yo existo todavía. Les debo a los perdidos no rendirme. - El silencio encontró su declaración.

Por el rabillo del ojo, vi a mi madre barrer su rostro como si ahuyentara las lágrimas. Ello trajo de vuelta un recuerdo terrible: ella, cubierta de suciedad y sangre, rogándome que la matara por que no podía vivir con lo que había hecho durante sus primeros locos días de sangre como nueva yokai. Todos mis argumentos de como el yokai que había lanzado esos humanos con ella (sabiendo lo que pasaría y haciéndolo solo por atormentarla) era que el verdadero asesino, había caído en oídos sordos. Solo Inuyasha diciéndole severamente a mi madre que no le estaba permitido morir ya que ello deshonraría el sacrificio que Rodney hizo cuando dio su vida durante su rescate la había alcanzado. A veces, continuar en honor de los perdidos era todo lo que una persona tenía.

- Sioux City, Iowa. Iremos allí mañana. - Inuyasha dibujó las palabras.

Me sacudí las penas del pasado. Para detener a Kramer, tenía que estar concentrada en el presente. Probablemente ello fue lo que mantuvo cuerda a Elisabeth y por buen camino todos estos años.

- Volvamos al patrón de Kramer. Si ha estado preocupado por cubrir sus pistas, ¿sabes por qué escoge sus víctimas de la misma ciudad? - Tal vez el motivo sería algo que podríamos usar contra él.

Adherirse a la misma área era lo suficientemente común si estuviéramos hablando de un asesino en serie humano, yokai u oni, pero como fantasma, Kramer podría darle la vuelta a la tierra entera en horas si se mantenía brincando en suficientes líneas de Ley.

- ¿Por qué se limitaría a sí mismo de esa manera? Sabe que has estado tras él, Elisabeth, pero está haciendo que sea fácil encontrarlo adhiriéndose a un área cuando caza sus víctimas. - continúe preguntándome.

- Tal vez es porque he probado no ser una amenaza real en los últimos años. - La desolación apretó sus facciones.

- No es por eso. Kramer puede revolotear dentro y fuera de ciudades en un parpadeo, pero su acompañante es de carne y sangre. Mucho más limitado, así que, si las posibles víctimas están ubicadas dentro de un área geográfica pequeña, son más fáciles de cobrar para el cómplice cuando el momento llegue. - declaró Inuyasha.

Correcto, Kramer no podía secuestrar a esas mujeres por sí solo a menos que esperara a ser sólido, y eso solo ocurre por una noche. No debería ser tiempo suficiente para que el bastardo hiciera toda clase de cosas horribles en su lista de deseos antes de quemarlas vivas. Pero mientras el cómplice fuera el activo más valioso de Kramer, también él era el talón de Aquiles del inquisidor. Si encontrábamos al cómplice a tiempo, Kramer pasaría la tarde de Halloween toda pulpa, pero con nadie que torturar o quemar. El pensamiento me llenó con salvaje satisfacción.

- Necesitamos matar al cómplice tan pronto como descubramos quien es - declaré.

- No. - Todas las cabezas se giraron hacia Inuyasha, incluso la mía. Se tocaba la barbilla, su oscura mirada era mesurada y fría.

- Si descubrimos quien es el cómplice, lo agarraremos. Hay que hipnotizarlo para que nos diga exactamente donde tiene la intención Kramer de mantener su desagradable hoguera. Luego en la víspera de All Hallows, iremos allí, salvando a las mujeres mientras capturamos a dos desgraciados en vez de uno. Kramer estará sólido para entonces, y no puede escapar tan fácilmente cuando es sólido, ¿verdad? - Miré el perfil de mi esposo, notando los esculpidos huesos de sus mejillas, las cejas curvadas y una exquisita piel de cristal destacando la inclemencia de su expresión.

- Entonces vamos a Sioux city a encontrar al cómplice - dije suavemente. Su boca se curvó en una sonrisa que era medio depredadora, medio amante de ensueño.

- Así es. - Cogí el pastel de chocolate de camino a la habitación, pero fue más porque no quería dejarlo en las escaleras que por continuar deseándolo.

Mis pensamientos estaban más concentrados en homicidio justificado que en comer pastel, per vertidamente o de otra manera. No era la única en un estado de ánimo más sombrío. Mi madre murmuró que iba a dar una vuelta y salió de la casa sin más comentarios. Podría no ser por nada más que ir a buscar a alguien de quien beber, pero no pensé que el hambre fuera su única motivación. Probablemente nunca quisiera saber cuánto del tratamiento de Elisabeth ella misma había sufrido durante el tiempo que había sido secuestrada, asesinada, y convertida por la fuerza en un yokai, y todo porque otro yokai estaba tratando de vengarse de mí.

Fabián y Elisabeth también se fueron después que ella, sin necesitar un coche para escaparse, por supuesto. Contemplando todas las cosas repugnantes que Kramer y otros como él habían hecho me hizo sentir como si estuviera cubierta de una capa invisible de suciedad, lo que me hizo ir directamente en la ducha después de entrar a la habitación. No podía quitar el mal de Kramer del mundo (todavía) pero podía lavarme antes de acostarme, por lo menos. Cuando salí del cuarto de baño veinte minutos más tarde, Inuyasha estaba sentado en el borde de la cama, acariciando distraídamente a mi gato. Se había quitado los zapatos, su camisa estaba en una pila en el suelo al lado de ellos, pero no se había desnudado más que eso. Me detuve en medio de enrollar mi cabello en una toalla. Normalmente, Inuyasha no dejaba nada a medias, pero quedó sentado allí, como si se hubiera quedado sin energía para quitarse los pantalones.

- ¿Todo bien? - Pregunté, acercándome.

- Estaba recordando cuando te dije que, si pudiera estar más relajado acerca de nuestras circunstancias, necesitaría un cigarrillo. Hablé demasiado pronto, como se vio después. - Sonrió un poco, abandonando su atención a mi gato a favor de llegar a descansar sus manos en mi cintura.

- Sí, bueno. El destino tiene un oscuro sentido del humor a veces, ¿verdad? – Di un paso más hasta que la gruesa tela de mi bata casi le rozó la cara.

- Tenemos que discutir algo, Gatita. - Sonó tan serio que el nerviosismo encontró su camino hasta mi estómago.

- ¿Qué? –

- Límites. Quiero detener a Kramer. Su clase es la razón por la que tomé asesinatos por encargo, en primer lugar, como te dije hace mucho tiempo. Pero, por mucho que admiro su valor, no quiero ver que te conviertas en Elisabeth. - dijo.

- ¿Qué quieres decir con eso? - Me eché hacia atrás para mirarlo, poniendo un rizo oscuro detrás de su oreja.

- Ella nunca va a dejar de cazarlo. Lo aceptó como su propósito en la vida, pero hay una posibilidad muy real de que no seamos capaces de atraparlo. Vamos a tratar, pero… él es aire, menos una noche al año, por lo que estamos, literalmente, tratando de atrapar el viento. No estoy diciendo que vamos a renunciar si no lo podemos coger este Halloween, pero digo que un día, aunque Elisabeth no se detenga, es posible que nosotros tengamos que hacerlo. - Inuyasha sacudió los dedos, soltando una respiración a la vez.

- Pero él no puede seguir saliéndose con la suya. ¿Cómo podemos pensar en darnos por vencidos? ¡Ya has oído lo que hace! Y va a seguir haciéndolo a menos que sea detenido. - discutí de inmediato. Inuyasha me tomó las manos, su mirada oscura intensa.

- Esto es exactamente lo que quería decir sobre tú convirtiéndote en Elisabeth. Ella ha dado cada momento de los últimos 500 años a Kramer, de una manera u otra, y ha tenido que pagar un precio por eso, ¿No? Ella comparte su vida con sólo sus planes de venganza, y se ha ganado esa venganza, pero no quiero que vayas por el mismo camino. A veces, las personas que merecen venganza, no la obtienen, y las personas que merecen un castigo escapan de su merecido. - Él suspiró y dejó caer mis manos, un músculo temblando en su mandíbula antes de hablar otra vez.

- No estoy diciendo que trataremos este Halloween y luego nos detendremos si fallamos. Estoy dispuesto a pasar muchos años en esto porque quiero que a este maldito encerrado en una caja para que pueda saber para siempre la impotencia y terror que ha infligido a otros, pero puedo aceptar que puede no ocurrir. Tienes que aceptar eso también, porque quiero que sepas… no voy a dejar que te sacrifiques en una búsqueda sin fin para derrotar a alguien que podría no ser posible capturar. - Mis puños se cerraron.

- ¿Podrías hacer eso? ¿Darle la espalda a Elisabeth y todas las futuras víctimas de Kramer, sabiendo que va a seguir ocurriendo? Dejarías ese idiota asesino ganar… -

- Esto no es un juego, Gatita. Es la vida, y siempre habrá injusticia, no importa lo frustrante que sea de aceptar. Vamos a dar nuestro mejor esfuerzo contra Kramer, pero si fracasamos, fracasamos. Y luego seguiremos adelante. - me interrumpió.

Tomé aliento para decirle lo que pensaba de esa mentalidad cobarde, pero bajo la dura y sabia mirada de Inuyasha, no expulsé esa diatriba, sino un largo suspiro. Kramer era un caso claro de mal merodeando suelto por lo que se sentía como una traición a todo lo que esas mujeres habían sufrido el admitir que Kramer podría utilizar su estado fantasmal para evadir el castigo para siempre. Mi respuesta refleja hubiese sido gritar, ¡A la mierda con eso, lo voy a coger, aunque sea lo último que haga! Y así fue como Elisabeth había dejado que la búsqueda de él llenara su vida hasta que no hubo espacio para nada más.

Una parte de mí todavía quería llamar a Inuyasha un hijo de puta insensible, incluso por considerar renunciar a la caza de Kramer un día, pero eso sería mi negación hablando. No querría decir esas palabras feas, y no sería cierto, aunque habían estado tan cerca de la superficie. El conocimiento de que había estado a punto de atacar al hombre que amaba, porque señaló el hecho obvio de que vivimos en un mundo donde a veces, el bien no vence al mal, y los chicos buenos no cabalgan hacia el atardecer, me di cuenta de cuán cerca estaba ya del camino que Elisabeth había tomado. Todavía la admiraba por su fuerza de voluntad, bajo repetidas y devastadoras circunstancias, pero ahora, también sentía compasión por ella. Elisabeth vivía para derrotar a Kramer, y nada más. ¿Cuánto más ricos habrían sido esos largos años de su vida si todavía buscara una manera de detener a Kramer, pero elegido vivir por otra cosa, como la amistad o el amor?

- No vas a perderme por esto - dije finalmente.

- Derrotar a Kramer es mi objetivo, y voy a tratar como el infierno llevarlo a cabo, pero, Inuyasha… tú eres mi vida, y siempre lo serás. - Se puso de pie, cogiendo mi mano entre las suyas.

Poco a poco, se la llevó a los labios, besando el anillo que había puesto en mi dedo por primera vez hace dos años. Luego, su boca se movió por mi mano, arrastrándose sobre mi muñeca antes de continuar su camino hasta mi brazo, su mirada sin dejar la mía. En el momento en que llegó a mi hombro, ya estaba temblando de deseo y otras emociones, más profundas. Tenía ganas de llorar por todos los años que dejé a las circunstancias mantenernos separados, y quería arrancarle los pantalones para que pudiera estar dentro de mí, dejándonos tan cerca como dos personas podrían estar. Un gemido se me escapó cuando su boca me acarició el cuello, sus labios y colmillos provocando la sensible piel.

Me cogió las muñecas cuando traté de deslizar mis manos sobre su espalda, sosteniéndolas suavemente a mi lado. Ahora mi gemido fue uno de leve frustración. A pesar de que estaba tan cerca que su aura me acariciaba como una nube caliente, invisible, nuestros cuerpos no se tocaban. El único contacto que teníamos era su boca en mi cuello y las manos entrelazadas alrededor de mis muñecas, y no era suficiente. Sin embargo, cuando me adelanté, dio un paso atrás, su risa suave amortiguada por mi garganta.

- Todavía no. - Sí, ya. Me acerqué de nuevo, pero Inuyasha me eludió una vez más. Ni siquiera podía deslizarme fuera de la bata para tentarlo con la carne desnuda, porque aún tenía las muñecas en un agarre suave pero inflexible.

- Inuyasha… Quiero tocarte. - susurré.

- Y yo quiero tocarte, Gatita. Así que quédate quieta y déjame tratar. – Su gruñido bajo retumbó contra mi garganta.

¿A qué se refería con tratar? Yo estaba justo aquí, tratando de juntar nuestros cuerpos, y él era el que me frustraba. Todo lo que tenía que hacer era soltar mis muñecas, y estaríamos en contacto con cada centímetro del cuerpo del otro en unos dos segundos— Di un grito ahogado, sorpresa y éxtasis quemándose en mí por el tirón súbito en las puntas de mis sensibles pezones. Se endurecieron a la espera de otro toque, y cuando llegó, los dejó con dolor por la necesidad de más. Pero las manos de Inuyasha, no había dejado mis muñecas, y su boca estaba todavía presionada contra mi cuello, la lengua y colmillos rozando las áreas que me dejaban débil de deseo.

- ¿Cómo? - Logré decir, la pregunta terminó en un gemido, mientras las dos puntas se sentían como si estuvieran siendo lenta y sensualmente apretadas. Sus manos se tensaron sobre mis muñecas.

- Porque quiero tanto tocarte, pero no me lo estoy permitiendo. Así que mi mente está haciéndolo por mí. Siente donde quiero estarte tocando en este momento… - No tuve tiempo para estar sorprendida por este ejercicio de su nuevo poder antes que una larga e íntima caricia me hiciera estremecer en éxtasis.

Mis entrañas se tensaron, con avidez por más. La idea de que debía haber estado practicando sus habilidades telequinéticas a escondidas con el fin de servirse de ellas con tanta habilidad ahora revoloteaba en mi cabeza antes de que otra tentadora caricia eliminara todas mis reflexiones bajo una marea de necesidad. Inuyasha continuó besando mi cuello, chasqueando la lengua para quitar las gotas de sangre que sus colmillos derramaron cuando rompió mi piel. Un más nítido, más áspero gemido salió de mi boca, mis párpados pesados con las sensaciones eróticas, hasta que mi visión se redujo a dos rendijas. Por eso me tomó un segundo notar el pequeño objeto detrás de él, pero mi instinto se hizo cargo antes de que mi mente despertara de su estado de felicidad sensual.

Le di una patada a las piernas de Inuyasha por debajo en el instante antes de que Helsing soltó un fuerte siseo, tirándome hacia adelante para proteger a Inuyasha de la trayectoria en un arco del cuchillo. Fuego cortó su camino desde mi mejilla hasta la parte posterior de mi cuello. Inuyasha giró en el aire, golpeando la hoja que seguía cortando por mi cuerpo. A través del velo de pelo rojo que estaba frente a mi cara, vi una forma oscura, diáfana empezar a tomar forma en la habitación.

- ¡Kramer! - Grité.

Inuyasha se abalanzó sobre la salvia y encendedores en nuestra mesita de noche, pero el fantasma la destrozó sobre antes de que pudiera llegar a ella. El encendedor salió volando al otro lado de la habitación, y la salvia quedó sepultada bajo los restos de la mesa. Un cuchillo se dirigía hacia mí, pero antes de que aterrizara, Inuyasha me tenía en un abrazo de oso, sacándonos del camino. El dolor rompiendo en mi subconsciente me dijo que no se había movido lo bastante rápido, pero no pude ver dónde había sido apuñalado.

Me empujé contra su pecho, pero él no me dejó ir, forzadamente manteniendo su cuerpo entre el mío y el cuchillo de plata que seguía tratando de apuñalarnos, sin importar lo rápido que nos moviéramos. Nuestra puerta se abrió. El cabello castaño de Sango voló alrededor mientras entraba sosteniendo un taco de salvia y un encendedor. Antes de que pudiera conectar los dos, sin embargo, la cama fue lanzada a través de la habitación y se estrelló contra ella. Se aferró a la salvia, pero el encendedor fue sacudido fuera de su mano por el impacto del marco aplastándose contra sus dedos. Se deslizó por la habitación no lejos de donde se acurrucó Helsing, su pelo de punta y sonidos aullantes provenían de él.

Otro ruido de pasos que se acercaban por el pasillo se encontró con la cama y todos los otros muebles de la habitación golpeando sobre la puerta, bloqueándola. Sobre el retumbar de la puerta bloqueada, oí un sonido aún más escalofriante… el sonido metálico del bolso de nuestras armas siendo desgarrado. Antes de que pudiera gritar una advertencia, un montón de plata fue torpedeada hacia nosotros. Inuyasha debió de haberlo escuchado, también, porque nos hizo saltar a la izquierda con tal violencia que nos estrellamos y atravesamos el muro que separaba la habitación del cuarto de baño. Una desagradable risa llegó hasta nosotros sobre la gran cantidad de maldiciones que Miroku emitía en contra del fantasma.

- No vengas aquí, hay demasiada plata - gritó Sango.

- Ella tiene razón, ¡quédate atrás! - dijo Inuyasha cuando sonó un tremendo estallido como si Miroku utilizara su cuerpo como un ariete contra la puerta y todos los muebles impidiendo la entrada. Si estuviera pensando con claridad, se daría cuenta de que podría pasar a través de la pared seca en la habitación de al lado mucho más fácilmente, pero no lo quería aquí, así que no estaba dispuesta a señalarlo.

- ¡Empieza a quemar salvia fuera de la habitación, Miroku! - continuó Inuyasha con urgencia.

- El cabrón no será capaz de soportarlo mucho tiempo. - Entonces agarró el borde de la adornada encimera, rompiéndola con el salvajismo suficiente para enviar trozos a toda velocidad alrededor de la habitación.

- Mantén esto delante de ti, Gatita - me ordenó, y me entregó el escudo de mármol improvisado. Luego, arrancó un trozo más pequeño para él, los bordes afilados lo cortaron, dejando sus manos rojas.

- Vas a morir, mujer - siseó Kramer. Pensé que me estaba hablando a mí, pero no vi su nebulosa y desagradable forma, ni en la pared que había atravesado, ni la entrada normal al cuarto de baño. Entonces un fuerte sonido coincidió con el grito de Sango.

- ¡Sango! - rugió Miroku.

- ¡Quédate ahí, Miroku! ¡sabes que no puede matarme con plata! - Gritó ella, con su voz más aguda por el dolor.

Inuyasha y yo volvimos de nuevo a la habitación, sosteniendo nuestros trozos de la encimera para evitar la descarga de cuchillos que voló inmediatamente hacia nosotros. Múltiples explosiones de dolor estallaron a través de mí mientras la plata atravesaba mis piernas y brazos, pero mantuve mi corazón protegido, y todo lo demás se curaría. Sango estaba en el extremo opuesto de la habitación, carmesí empapando su pelo de una herida en la cabeza y varios cortes pequeños oscureciendo su ropa con sangre. Dudé, luchando contra la urgencia de correr frente a ella. Si lo hacía, sólo estaría enviando más cuchillos en su dirección, porque Kramer estaba tras de mí y Inuyasha. Sango solo se había atrevido a interferir en sus planes por nosotros.

- Sango, trata de salir de aquí - le susurré.

- Soy la persona que está más segura en esta habitación - replicó ella. Kramer giró hacia nosotros, dándonos a mí y a Inuyasha sólo un segundo para levantar las barreras de mármol antes de que varios cuchillos se precipitaran hacia nosotros.

- ¡Basta! - Gritó Sango. El fantasma la ignoró.

- ¿Tratan de desafiarme? - Siseó Kramer en nuestra dirección.

- Los destruiré. - Inuyasha respondió algo en alemán. Yo no sabía lo suficiente del idioma para traducir, pero lo que sea que dijo hizo al fantasma aullar con indignación. Varios cuchillos salieron volando, pero sólo se dirigieron a él esta vez.

- ¡Apresúrate con esa salvia! - grité desesperadamente.

Miroku había tenido la amabilidad de proporcionarnos una gran cantidad de armas para nuestro viaje a casa, pero ahora eso significaba que Kramer tenía más municiones contra nosotros. Además, volvía a utilizar los cuchillos, lanzándolos tan rápido como caían o rebotaban contra nuestros escudos. Los poderes del fantasma parecían aún mayores que antes. ¿Era debido a la mayor proximidad de Halloween, o porque todavía estaba muy, muy enojado por nuestro intento de atraparlo en la cueva? Esquivamos otra andanada de plata, tratando de llegar a algo de la salvia que yacía sobre el otro lado de la demolida habitación. No podíamos permitir que nuestra atención se desviara de los cuchillos que parecían venir hacia nosotros desde todas partes.

O del fantasma que podía aparecer en cualquier lugar alrededor de nosotros en un abrir y cerrar de ojos y golpear nuestros cuerpos con lo que parecían dolorosas ráfagas de la energía. A pesar de lo rápido que nos movíamos, no sabíamos desde qué dirección vendría el siguiente ataque. Todos lo que necesitaba Kramer era un golpe de suerte con una hoja de plata, y Inuyasha o yo nos marchitaríamos.

- Tienes que irte a la mierda lejos de mi casa - espetó Sango.

No había desviado mi atención del avispero de cuchillos de plata que nos rodeaba o del fantasma que de alguna manera podría acumular suficiente energía como para hacerme sentir que llevaba diez rounds con un Mike Tyson no-muerto, pero entonces algo grande y oscuro lleno mi visión periférica. Miré hacia donde Sango había estado… y quedé sin habla. Inuyasha me tiró hacia abajo, justo a tiempo para evitar un cuchillo de plata que se dirigía directo a mi mejilla. En su lugar aterrizó en la pared detrás de nosotros, pero todavía no podía dejar de mirar hacia atrás, al otro lado de la habitación. Helsing dejó escapar un asustado silbido y trató de ocultarse más detrás de la cama y pila de muebles.

- Inuyasha, ella está… ella está… - No dije más, sino que señalé.

Su mirada se dirigió hacia allí, y luego se amplió, ya que incluso su instinto de defensa finamente pulido no podía hacerle apartar la vista de lo que ahora era una masa en un increíblemente rápido crecimiento. Casi distraídamente, levantó su escudo a la nueva afluencia de cuchillos lanzados en su dirección. Crujidos que venían desde el techo cediendo alertaron a Kramer a darse la vuelta. Cuando lo hizo, los cuchillos que había hecho levitar a un ataque inminente cayeron al suelo, y el fantasma se quedó inmóvil como si por arte de magia hubiese sido soldado en el lugar.

- Drache1 - alcanzó a graznar.

La mitad inferior de una enorme criatura ahora ocupaba la mayoría de la una vez espaciosa habitación, parte de su cuello y toda su cabeza desaparecía en el agujero que había hecho en el techo. Curvas escamas que parecían más duras que la piel de cocodrilo formaban un diseño verde y negro sobre el cuerpo de la criatura, oscureciendo el color, mientras se acercaba a sus piernas del tamaño de cuatrimotos. Una cola más ancha que mi torso, azotaba tirando al suelo los pedazos rotos de muebles esparcidos por la habitación antes de colocarla frente a mí y a Inuyasha, como una barrera viva flexible. Dos jorobas gruesas, con cuernos se desplegaron desde la espalda de la criatura, dejando al descubierto oscuras alas de color verde que ocupaban lo que quedaba de la habitación a pesar de estar extendidas sólo a la mitad. Las finas puntas de sus alas hicieron agujeros en la alfombra que la criatura pareció utilizar para equilibrar su gran cuerpo.

A continuación, llovió más madera y yeso, y un nuevo agujero, más grande apareció, ampliamente cubierto por un enorme cabeza, alargada perforando a través del techo. Sus mandíbulas eran tan grandes como la cama, ojos carmesís del tamaño de un plato miraban directamente al fantasma paralizado, mientras que escamas como una cabeza salían disparadas hacia él.

- Sango, realmente te has superado - murmuró Inuyasha en asombro.

Yo todavía no podía formar palabras. Sí, había visto cambiar de forma a Sango antes, una vez en un gato y una vez en una réplica exacta de mí cuando sirvió de señuelo. Pero no tenía idea de que podía manifestar algo de esta magnitud. A menos de tres metros delante de mí estaba lo que sólo podía ser descrito como un gran dragón. Uno que parecía sacado de la película Reing of Fire sólo que un poco más pequeño, ya que este dragón parecía medir sólo dos pisos de altura y creo que el de la película era el doble de ese tamaño. Si se las arregla para respirar fuego, pensé en entumecido asombro, puede que en realidad me desmaye.

Kramer se mantuvo congelado donde se encontraba, casi como si pensara que quedarse quieto le hacía invisible. Parecía haber olvidado que tenía la capacidad de desaparecer, porque por su expresión, no quería estar cerca del enorme dragón mirando hacia él, con hileras de relucientes dientes en una boca gruñendo. Sin embargo, con la circunferencia de la enorme criatura, Kramer estaba prácticamente en el regazo del dragón. Vidrio explotó hacia afuera, mientras un pedazo de muebles del porche se precipitaba a través de la ventana de la habitación. No llegó muy lejos, rebotando en las patas traseras del dragón y casi aplastando a mi gato, que se acurrucó con terror detrás de los restos de la cama.

- ¡Servicio de habitación! - gritó Koga, apareciendo en la ventana rota. Tenía salvia encendida desbordando sus dos manos, pero cuando vio al dragón, se congeló igual que Kramer había hecho, su boca con colmillos cayendo abierta.

- ¡Sodomízame hasta que quede ciego y patituerto! – estallo sorprendido.

- No te quedes ahí parado idiota, ¡tira la salvia! - dijo Inuyasha.

Koga sacudió su cabeza como para despejarse, entonces tiró la salvia al fantasma, que aulló hasta que finalmente trató de desparecer fuera del camino. Más lluvia de yeso y madera cayeron en la habitación en el instante siguiente. Luego Miroku apareció en el enorme agujero que había hecho en la pared junto a la puerta bloqueada de la habitación. Me apresuré a proteger a mi gato justo a tiempo, agarrando a Helsing justo antes de que la barricada de la cama y los muebles se derrumbara encima de él. Miroku, también, estaba quemando salvia, y entre el enorme dragón por el que Kramer no parecía querer pasar a través, y los dos yokais lanzando salvia encendida en su dirección, Kramer no pudo esquivar los misiles de planta lo suficientemente rápido. Con una serie de duros sonidos en alemán, desapareció.

- ¡¿Qué en el santo infierno es eso?! - Tyler se asomó alrededor de la mole de Miroku, más ardiente salvia en sus manos, la boca abierta en incredulidad por el dragón. Sus pensamientos a toda velocidad, desde la incredulidad, al miedo, a la fascinación mientras la forma de dragón vacilante comenzaba a disminuir, y finalmente culminó con Sango usando nada más que unas pocas salpicaduras de sangre.

- ¿Estás follando a una mujer que puede convertirse en un dragón? ¡Diablos, Miroku, estoy enfermo de envidia! – Koga parecía haberse recuperado de su sorpresa. Le dio a Miroku una mirada casi acusatoria.

- Ahora no - murmuró Miroku, quitándose la camisa y colocándola sobre Sango. Traté de darle un tirón a la manta que cubría los restos de la cama, pero ya estaba demasiado bien encajada con los otros muebles, y sólo acabé arrancando un largo pedazo.

- Gatita, primero esto - dijo Inuyasha. Entonces comenzó a quitarme los cuchillos, donde las hojas de Kramer habían dejado su marca. Me estremecí con cada eficiente tirón, la sensación como si la plata tratara de llevarse pedazos de mi carne junto a ella.

- ¿Tyler, puedes traer una manta de la habitación de al lado? - Sugerí, volviendo la atención a la plata todavía incrustada en el cuerpo de Inuyasha.

Apretó los labios mientras empezaba a tirar de las múltiples hojas en él, pero no hizo ningún sonido, aunque sabía que le dolía tanto como me había dolido a mí. Tyler fue a buscar la manta, murmurando en voz baja que esto era la mierda más loca que había visto. Miroku acunaba a Sango, que se veía un poco más grogui de lo normal después de un cambio. Tal vez era por la pérdida de sangre de sus heridas, a pesar de que ya habían sanado. O tal vez era su cuerpo tomándose un minuto para recuperarse después de convertirse en una criatura mítica de mil kilos que se veía tan intimidante, que incluso había hecho mojar los pantalones a un fantasma homicida. Tyler tosió cuando llegó de nuevo y pasó una manta para Sango. El humo llenaba la habitación de las muchas plantas encendidas, combinándose con la alfombra comenzando a arder por las pilas de salvia ardiendo arrojadas sobre ella.

- Fuego - señalé, sacudiéndome los intentos de Inuyasha de quitarme los últimos cuchillos.

Yo ya había terminado de quitárselos a él, al parecer fue capaz de esquivar los cuchillos de manera más eficiente que yo. Corrí al cuarto de baño, empapando rápidamente varias toallas debajo de la ducha, y luego las arrojé sobre el peor de los lugares ardiendo. Inuyasha, Miroku, Sango, e Koga estaban acabando con los lugares más pequeños. Pronto todo el fuego estaba apagado, dejando sólo un poco de salvia ardiendo en superficies no inflamables, como segmentos de metal retorcidos de la armazón de la cama y trozos de la encimera del baño que había sido un escudo temporal para mí e Inuyasha. Miré a mí alrededor a los muebles destruidos, vidrios rotos, agujeros en el techo, paredes y cuarto de baño, cuchillos de plata esparcidos o incrustado en donde habían caído, y la alfombra quemada antes de sacudir la cabeza.

- Miroku, nunca, jamás nos dejes quedarnos con ustedes de nuevo. Esta es la segunda vez que hemos terminado destrozando una de tus habitaciones. - Se encogió de hombros, al parecer más interesado en asegurarse de que teníamos suficiente salvia quemándose en lugares seguros que en el mal estado de su casa.

Oí un auto en el camino de entrada. Parecía que mi madre estaba de vuelta. Efectivamente, a los pocos segundos estaba de pie en el gran agujero en la pared del dormitorio, su expresión una mezcla de sorpresa y preocupación, mientras contemplaba el daño.

- Kagome, ¿Qué pasó? –

- ¿Están todos bien? - Llamó Fabián de afuera, de lo que sonaba como el patio. Me acerqué a la ventana en ruinas, él y Elisabeth estaban flotando fuera en la nube del humo de salvia que iba a la deriva.

- ¿Qué pasó? - Repitió Inuyasha, su voz fuerte mientras se unía a mí en la ventana.

- Lo que pasó es que ustedes dos fueron seguidos. - Miró a los fantasmas, sus ojos escarlatas brillante.

Continuara…

1 Dragon en alemán.