Hola, publicación de madrugón ya que mañana tengo asesoría de tesis desde temprano así que espero disfruten el capitulo y porfa comenten.

La primer victima

Arrugué mi nariz mientras colocaba la cama favorita de Hellsing en la pequeña sala del apartamento dúplex. Los anteriores ocupantes debieron haber sido fumadores. Una ligera esencia de tabaco permeaba las paredes y la alfombra, pero era mejor que el aroma marihuana con ajo del que estábamos rodeados en la casa de Miroku. No que haya hecho nada bueno. Kramer era obviamente mucho más poderoso como para ser disuadido por ajo. Pero, desde que se supone que estoy viendo esto desde el lado positivo, lo de anoche significaba que no tendríamos que empezar a buscar por chefs italianos y vendedores de droga para cubrir este lugar con un montón de ajos y marihuana. ¿Qué tal eso para una perspectiva del vaso-medio-lleno?

La primera cosa que hice inclusive antes de dejar a mi pequeña gatita fue encender salvia y colocarla en algunos de los muchos encendedores de inciensos y vasitos de vidrio que habíamos comprado en nuestro viaje desde St Louis a Sioux City. Nosotros no habíamos tenido ninguna oportunidad de dormir entre manejar, empacando y arreglando lo que serían nuestras comodidades aquí, pero luego de la visita de Kramer no podíamos permitirnos ningún lujo ni menos demorarnos.

Miroku y Sango empacaron tan rápido como el resto de nosotros. La culpa me apuñalaba porque ellos no podrían regresar hasta que no hubiéramos capturado a Kramer. Sin embargo, quien sabía si… o cuando… Kramer podría animarse a otra extremadamente hostil visita sorpresa. Después de todo, ellos no podrían quemar salvia en cada habitación de su casa por el resto de sus vidas. O hasta que lo capturáramos primero, cual sea que ocurra primero. Sabía que Tyler vendría con nosotros, y esperaba que mi madre se nos uniera también, pero me sorprendí cuando Sango y Miroku insistieron en venir con nosotros a Sioux City.

Cuando pregunté por qué todos se me quedaron viendo fijamente. Supongo que ahora Kramer había hecho dos nuevos enemigos en su asalto, pero no sabía si la metamorfosis a dragón de Sango volvería a funcionar para aterrorizar al fantasma una segunda vez. Un dragón no podría lastimar a Kramer, y una vez él superara su temor inicial al ver uno, recordaría eso. Koga también vino con el simple comentario de que él no tenía nada mejor qué hacer, y quería volver a ver a Sango en otro de sus 'trucos cambia-formas' como él los llamó.

A pesar de mi personal disgusto hacia él, Koga era hábil, poderoso, y prácticamente audaz en una pelea. Lástima que todo eso viniese acompañado de la consciencia de una barracuda, pero él era leal a Inuyasha y Miroku a su manera. Koga podría decir que él estaba allí solo por aburrimiento o por la oportunidad de ver a Sango cambiando de forma en algo inusual, pero yo lo conocía mejor. El Inquisidor se había equivocado cuando trató de matar a Inuyasha. Eso, le importaba a Koga.

Ausentes en nuestro grupo estaban Fabián y Elisabeth. Los fantasmas habían tomado su propio transporte a través de las líneas de Ley. Aun cuando ambos juraron que serían cuidadosos, y que Kramer no los seguiría de regreso a la casa de Miroku, parecía ser una gran coincidencia. Esta era la segunda vez que Kramer nos encontraba, y mis poderes prestados ya habían desaparecido, por lo que tampoco yo era quién le atraía. En Ohio, había culpado al sitio porque el estado era un punto de encuentro para lo supernatural por lo que era normal tener fantasmas, pero St Louis no lo era, dudaba que Kramer hubiera tenido mucha suerte en las líneas Ley anoche.

Así que, nosotros estábamos en la sección lujosa de Sioux City, pero habíamos rentado un apartamento para Fabián y Elisabeth justo en las afueras de Kelly Park. Era necesario darles su propio espacio porque habíamos encontrado un nuevo modo de comunicarnos con ellos, y no podíamos arriesgarnos a que nos lo robasen. Los fantasmas no necesitaban muebles ni accesorios de cocina, por lo que el apartamento estaba vacío excepto por una sola cosa: un teléfono celular.

Elisabeth podía manifestarse en carne sólida lo suficiente para usarlo, y ¿quién dijo que no podrías enseñarle a un viejo fantasma algo de nueva tecnología? Después de un par de lecciones, Elisabeth aprendió como enviar un mensaje de texto ya que su voz solo sonaría como ruido blanco si ella me llamaba. Programé su teléfono para que los mensajes llegaran a cualquiera de nuestros nuevos brillantes celulares. De esta manera, Elisabeth y Fabián podían seguir a Kramer sin preocupaciones de estar llevándolo hacia nosotros cuando ellos tuviesen que entregarnos información. En una emergencia, ellos podrían aparecerse en donde nos estábamos quedando, pero a menos que las cosas fueran funestas, ellos nos contactarían en esta nueva-vieja forma.

- Tú mamá está con Koga - Inuyasha remarcó, entrando en el apartamento dúplex.

Miroku y Sango se estaban quedando juntos por razones evidentes, y no confiaba en que Koga protegería completamente a Tyler si Kramer nos encontraba y se las arreglaba para eliminar la salvia. Eso dejaba a Tyler con nosotros y, a Koga con mi mamá. Inuyasha arreglaría que otro yokai se quedara en nuestra cabaña en caso de que mi tío apareciera con importantes noticias, pero mi mamá podría hacer ese trabajo. La perspectiva de congelar sus tobillos a la cabaña la hizo callar… justo hasta que se hizo hora de rentar el apartamento dúplex con Koga, y luego hice lo más práctico que podía hacer: dejé a Inuyasha lidiar con ella.

- Lo juro, esa mujer tiene una boca peor que la tuya. Koga le dio una pequeñita palmada en el trasero cuando ella iba entrando, y ella le dijo… - comentó Tyler, siguiendo a Inuyasha.

- ¡¿Koga palmeó a mi madre en el trasero?! - le corté.

- Esperen aquí. Volveré en un momento. - Al asentir Tyler, paré de encender la salvia y tomé un cuchillo de plata, sintiendo como mis colmillos bajaban voluntariamente.

- Esperen aquí. Volveré en un momento. - Inuyasha se interpuso en mi camino a la puerta.

- ¿Confías en mí? - Me quedé parada allí por un momento, debatiéndome si empujar o no a Inuyasha para ir a rebanar y cortar en cubos a Koga antes de amarrar a cuerda los piercings que tenía entre sus partes, unirlos a una bala de cañon y dispararlo, cuando Inuyasha arqueó su ceja.

- En ti, no en él - refunfuñé.

- Entonces si confías en mí, créeme que está resuelto. Si comete un error similar, prometo que le sujetaré y te dejaré acuchillarle tantas veces como desees. - Él sujetó mis hombros. Esa imagen trajo una sonrisa a mi rostro. ¡Hablando de mirar las cosas positivamente!

- Entonces está solventado. Ahora, desempacaré. ¿Por qué no vas a encender más salvia para estar seguros de que ese cabrón fantasma recibirá una apropiada bienvenida si decide aparecer de nuevo? - Inuyasha se rió por lo bajo.

Quería creer que eso no pasaría, pero había dos formas en que Kramer podría en efecto dejarse caer y darnos una indeseada visita. Una era si él había retornado a la casa de Miroku antes de que nos hubiésemos marchado anoche y nos hubiese seguido todo el camino desde St. Louis hasta aquí. Nosotros tratamos de prevenir eso yéndonos muy rápidamente y teniendo a Elisabeth y Fabián mirando alrededor de las primeras cien millas o algo más, pero si el fantasma era astuto, podría haber encontrado el camino. La segunda posibilidad era más posible, y apestaba en muchos niveles.

- Te das cuenta de podríamos necesitar más salvia si Kramer nos escuchó hablando sobre nuestros planes de atraparle - establecí.

- Aw. Infiernos. No pensé en ello - dijo Tyler.

- Yo sí. Lo que significa que necesitamos centrar nuestra atención en sus víctimas intencionales en vez de su cómplice. Elisabeth dijo que él nunca vacilaba al escoger sus víctimas. Esa podría ser jugar a ser una de nuestras ventajas. - dijo Inuyasha con una mirada astuta hacia mí. Su voz tan baja que sería imposible para alguien que intentara escucharlo a escondidas.

- ¿Cómo, a menos que usemos esa mujer como carnada? - Mis ojos se abrieron, pero me aseguré de hablar tan calmadamente como él a pesar de mi sorpresa.

- Odio cuando ustedes dos susurran así. Me hace sentir inquieto. - refunfuñó Tyler.

- Eso es precisamente lo que haremos. Si Kramer espera que nos concentremos en encontrar y desmembrar su cómplice, él o será extremadamente cuidadoso ocultando la identidad de ese tipo, y nosotros no podremos nunca descubrir quién es él. O le mentirá a su cómplice sobre donde pretende encender la hoguera, enviándonos a una misión imposible mientras él está en cualquier otra parte teniendo su momento horripilante de diversión. De cualquier forma, él evade nuestra trampa. - replicó Inuyasha, sujetando un dedo a Tyler en el gesto universal de espera un momento.

- Pero si nosotros tenemos a la mujer… Entonces, el Sr. Nadie Más Lo Hará vendrá a nosotros a tratar de atraparlas. O enviará a su cómplice para el mismo propósito. - reflexioné.

- Y luego, de cualquier forma, tendremos una oportunidad de pescar a Kramer o al cómplice. En cualquier evento, las mujeres estarán más seguras con nosotros que por su cuenta. - Inuyasha asintió.

Más seguras, pero no a salvo. Exhale un suspiro mental. Nada que pudiese hacer al respecto. Una vez que ellas se convirtieron en el objetivo de Kramer, no estarían verdaderamente a salvo hasta que el Inquisidor estuviese atrapado. Quizás podríamos protegerlas durante este Halloween, pero el fantasma había probado ser más mortífero en su incorpórea forma. Aun si retornábamos estas mujeres sanas y salvas a sus hogares el 1ero de Noviembre, con estrictas instrucciones de prender salvia todo el tiempo, ellas lo olvidarían en algún momento. Y cuando lo hicieran, Kramer podría aparecerse y llevársela al reino poltergeist.

Si no encontrábamos una forma de atrapar a Kramer —lo cual sería malditamente difícil aun si él apareciera en nuestra puerta—podríamos estar salvando a estar mujeres en Halloween solo para que terminaran muertas en una forma diferente, y el mismo patrón se repetiría el año siguiente, y el siguiente, y el siguiente…

- Quizás necesitaremos ver a Midoriko. - Exhale un suspiro real esta vez, fijando en Inuyasha una hastiada y cansada mirada.

- No. - El rostro de Inuyasha se convirtió en algo tan duro como el granito.

- ¿Quién es Midoriko? - preguntó Tyler. Había dicho la última parte lo suficientemente alto como para que él escuchara.

- Probablemente nadie en este mundo conoce más de fantasmas y la vida después de la muerte que la reina oni de New Orleans. ¿Qué si ella tiene un hechizo que pudiese poner a Kramer fuera de este planeta? - Mimeticé un "espera"a él y bajé mi voz de nuevo tratando de convencer a Inuyasha que una audiencia con una mujer que había sido ambas un aliado y un adversario en el pasado valía la pena intentar.

- Entonces Midoriko querrá mucho en retorno por eso, sin mencionar que practicar magia negra está en contra de las leyes de yokais - fue su inmediata respuesta.

- ¿Desde cuándo te preocupas por romper la ley? - me burlé.

- Desde que me enamoré de ti y asumí ser el Maestro de una línea. Si llegase a probarse que practicamos magia negra—y no confío en Midoriko como para no mencionarlo—los Guardianes de Ley podrían sentenciarnos a muerte en el acto. Ese es un riesgo que no estoy dispuesto a tomar, Gatita. - Su mirada dorada era seria.

Disentí con que Midoriko no fuese a respaldarnos, pero recordé como de eficiente eran los Guardianes de Ley cuando se refería a sentencias de muerte. Brevemente tuve una de esas, y solo algo de pensamiento rápido acompañado de confusión había prevenido que mi cabeza fuese cortada de mis hombros cinco minutos antes de que un Guardián de la Ley pronunciara esa sentencia.

La otra forma en que Midoriko podría ayudarme era dándome otra copa de su sangre, pero para mí admitir que mis poderes para atraer Remnants habían seguido su propio, tenían su propio set de inaceptables consecuencias. Demonios. De vuelta al cuadro uno: tratando de atrapar a alguien que estaba hecho de aire y a todos los propósitos, inmortal. No tienes una oportunidad en el infierno, una insidiosa voz de mi interior susurraba. Jódete; el pesimismo nunca ayudó a nadie, le dije.

- Ok - dije forzando una sonrisa.

- Nos concentraremos en encontrar a las mujeres y dejaremos que Kramer o su cómplice venga a nosotros. - Y si ellos lo hacen, esa implacable voz continuó provocándome, vas a necesitar mucho más que quemar salvia para salvar el día. Seah, eso lo sabía. Pero había decidido creer que las cosas funcionarían, y eso era lo que iba a hacer.

Era 14 de octubre, mientras estábamos en la habitación familiar viendo una película para romper con la monotonía de infructuosa espera, cuando mi nuevo celular finalmente vibró con un mensaje de texto. Casi salté por encima del sofá para leerlo, rezando que no fuese un número equivocado, cuando dejé salir un grito de sorpresa.

- ¡Elisabeth ha enviado una dirección! Vamos. - Inuyasha ya estaba sobre sus pies, Miroku y Sango siguiéndole mientras se ponían sus abrigos, pero Koga me dio una resentida mirada.

- ¿No quieres decir todos nosotros, ¿no? La película aún no termina. – se quejó como un niñito.

- Has visto ésta antes - le repliqué incrédula.

- Ver a Snape burlarse de Harry es mi parte favorita. - Él se encogió de hombros.

- Déjale quedarse. Él podrá vigilar a Tyler mientras estamos fuera. Podrías levantarte a hacer eso si es necesario, ¿cierto, lobo? - indicó Inuyasha.

- Probablemente, bestia. - La boca de Koga se retorció ante la ironía de hierro en la voz de Inuyasha.

- ¿No iré? - Tyler sonaba decepcionado, pero sus pensamientos indicaban lo contrario. Koga, ¿vigilándome? ¡Finalmente, esta situación mejora! Puse mis ojos en blanco.

- Si, Tyler, te quedarás con Koga. Trata de que no te moleste mucho. - No lo hará, pensó travieso.

- Lo manejaré - dijo tan suavemente que Inuyasha dejo salir un resoplido.

Fui hacia el refrigerador y tomé múltiples paquetes de salvia, distribuyéndolos entre Miroku, Sango y Inuyasha. Se sentía raro estar armándose con plantas en lugar de metal antes de una potencial situación de peligro.

- No esperas que yo me quede atrás, ¿no? - Mi madre me siguió, deteniéndome con su mano y una mirada de reto en sus ojos.

- Um… pues… - divagué.

Realmente, lo quería, pensando que Tyler estaría mejor con mamá protegiéndolo aquí en caso de que Kramer apareciese. Demonios, si el fantasma atacaba durante una climática escena de Snape, Harry y Dumbledore, Koga no podría tal vez pararse a curar alguna herida mortal que el médium recibiese.

- Tyler se sentirá más seguro con ustedes dos - comencé.

- Infierno si lo estaré - Tyler me cortó, deslumbrándome. ¡Agua fiestas! Pasó a través de mi mente. Si aun hubiese sido humana, mis mejillas hubiesen flameado. Me habían llamado de muchas formas en mis días, pero nunca así.

- Bien. Mami, vendrás. Aquí tienes algo de salvia. - rechiné, esperando que la excitación de Tyler no fuese a terminar con su muerte.

Ella la tomó casi sorprendida, como si hubiese esperado tener que argumentar conmigo. Yo quería, pero entre el regaño mental de Tyler y el hecho de que no quería dejar a mi madre solo con Koga para protegerla si Kramer aparecía, permanecí tranquila. Luego continué pasando encendedores hasta que todos tuviesen varios. Después fui a buscar la última protección contra posibles ataques espectrales: Hellsing, quien me dio una ceñuda mirada cuando le guardé precipitadamente en su cajita de transporte. Salvia, encendedores, y un molesto gatito no lucía como el más convencional arsenal para derrotar a un fantasma, pero hasta ahora, había probado ser el más efectivo.

Elisabeth y Fabián volaron dentro nuestro auto de que Inuyasha lo sacara del estacionamiento.

- ¡Deben apurarse, él acaba de irse! - dijo ella, su acento aún más pronunciado con su agitación.

- ¿Cuál apartamento? - pregunté.

- Uno del piso superior. - Ella señaló a la esquina del lado derecho del edificio.

- ¿No sabes qué número es? - Inuyasha alzó sus cejas.

- Es difícil tener ese tipo de detalles cuando estas tratando de pasar desapercibido - replicó Fabián, saliendo a la defensa de Elisabeth.

- ¿Cuántos pueden haber allí? - le pregunté a Inuyasha con un filosófico encogimiento de hombros. Él salió del carro.

- Parece que lo averiguaremos. Miroku, quédense aquí y mantengan salvia ardiendo. Con suerte, volveremos en un momento. Fabián, Elisabeth, estén atentos en caso de que el cabrón de Kramer regrese mientras estamos aquí. - dijo él, mientras Miroku se colocaba a nuestro lado.

- ¿Qué hay de mí? - preguntó mi madre desde el asiento trasero.

- Tú te quedarás con el carro. - le dije mientras salía, sacando el transportador de mascotas conmigo.

- Sin ofender, Mamá, pero tus habilidades con las personas apestan. - Ella se enfurruñó con indignación. Inuyasha me miró rápidamente dándome una a sonrisa apreciativa que ella no pudo ver.

- Mantenlo en marcha, Sonomi. Nosotros podríamos necesitar que nos buscases en caso de un apuro - dijo él, con un tono muy insulso. Esa explicación la calmó solo hasta que lo pensó un poco más, lo cual no ocurrió hasta que estuvimos en el segundo piso del edificio de apartamentos.

- ¡Puedes correr más rápido que esto! - pude escucharle gritar desde el estacionamiento. La respuesta de Miroku fue ahogada por los ocupantes del edificio, pero capté un poco de su risa, lo que significaba que él se había quitado el cinturón sin tener limitaciones.

- Ella va a estar echando humo - dije entretenidamente

- Que lamentable. - La sonrisa de Inuyasha fue sin vergüenza.

Escalamos las últimas escaleras hasta el tercer piso. Varios apartamentos estaban agrupados en el área que Elisabeth había indicado. Por ser alrededor de la hora de cenar, sonaba como si cada uno de ellos estuviese ocupado, también.

- Bueno, ¿cómo quieres hacer esto? - pregunté.

- ¿Pretendemos ser miembros de los Vigilantes del Vecindario reportando una serie de vandalismos en autos, o que somos representantes de una compañía de limpieza con un gran cheque? - Eso nos ganaría al menos un par de portazos en nuestras caras. Quizás.

- Dame un momento - murmuró Inuyasha. Cerró sus ojos y dejó que su aura se desplazase, llenando el aire con corrientes invisibles.

- Ella está en uno de esos apartamentos. - Después de unos segundos, señaló las dos puertas en la esquina más lejana sin abrir los ojos.

- ¿Y sabes eso porque de alguna forma utilizaste la Fuerza? - pregunté, tratando de limitar el tono dubitativo en mi tono.

- Escuchando. Probablemente tú estás desconectando los pensamientos de todo el mundo, pero yo estaba enfocándome en ellos. Una mujer muy traumatizada está detrás de una de estas puertas, y lo apostaré que es porque Kramer acaba de irse. - Él abrió sus ojos, tocando con su dedo una de sus orejas.

Eso era lo que obtenía por dudar de él. Inuyasha tenía razón en que yo levantaba unas fuertes barreras para evitar que penetraran los pensamientos de los demás, pero haciéndolo, me había limitado a utilizar una importante herramienta para encontrar a nuestro objetivo.

- Es bueno que tú estés aquí. Eso era demasiado práctico como para que se me hubiese ocurrido - agregué irónicamente.

- No te castigues a ti misma. Yo cometí el mismo error cuando por vez primera adquirí este poder, pero lo obtuve hace mucho tiempo, por lo que mi respuesta ahora ha cambiado. Aún no estás acostumbrada, pero lo estarás, entonces acceder a esos pensamientos será parte de tu naturaleza. - Él sujetó mi mano antes de tocar la puerta que tenía la letra "B".

Quizás, pero no era mi poder para empezar por allí. Si dejaba de beber de él, esa habilidad de leer mentes, como cualquier otro poder prestado, pronto no existiría. Una sensación de desesperanza me inundó brevemente. De muchas formas, yo era una impostora, mis fuerzas y significativas habilidades eran solo el resultado de una particular dieta. Sin la capacidad para absorber poderes mientras me alimentaba, probablemente yo no sería más patea-traseros de lo que es mi madre. ¿La Parca Negra real se pondría de pie?

Luego guardé esos pensamientos a un lado y toqué la puerta. Podría tener mi propia crisis de identidad más tarde, cuando la vida de alguien más no estuviese en peligro. Si alguien merecía una fiesta de lástima, era la mujer a la que había venido a buscar, y por el apagado sollozo del otro lado de la puerta, parecía que estaba a punto de conocerla.

- ¿Quién es? - una tensa voz preguntó. No puedo manejar hablar con alguien ahora mismo seguido por el sonido de las cadenas abriéndose, discernibles a pesar de mis barreras mentales.

- Nosotros acabamos de mudarnos. Encontré este gato paseando, y me preguntaba si podría reconocer quién es su dueño. - dije tratando de sonar amistosa.

Parecía más convincente que mis otras ideas considerando que estaba en su puerta con un transportador de gatos. La puerta se abrió un poco, con la cuerda de seguridad aun colocada. Precaución, bien por ella, pero ni un cerrojo ni cadenas podría mantener afuera lo que iba detrás de ella. Capté brevemente un enmarañado cabello rubio enmarcado con un rostro lloroso antes de que levantara el transporte, mostrándole a ella mi gatito.

- Espera un segundo - susurró ella. El cerrar la puerta coincidió con la cadena siendo removida. Ella abrió aún más la puerta esta vez, observando a Hellsing.

- No le había visto aquí antes - comenzó ella.

La mirada de Inuyasha se tornó rojo escarlata, brillando como una luz de tránsito. Tan pronto como pudo tragar, ella fue atrapada en la profundidad de sus ojos, dando un paso atrás cuando Inuyasha le dijo que nos dejara entrar. Cerré la puerta detrás de nosotros, estremeciéndome cuando vi el apartamento destruido. Su sofá estaba destrozado, las lámparas y mesas arruinados, los gabinetes de la cocina casi sin sostenerse en sus bisagras, y miles de piezas de platos quebrados en el piso. Esto era o el trabajo de Kramer, o ella tenía realmente problemas con su temperamento.

- ¿Quién hizo esto? - Inuyasha preguntó, aun manteniendo su mirada en ella.

- No sé su nombre. No puedo verlo a menos que él lo permita. - La angustia pasó a través de su expresión.

- ¿Cuánto tiempo ha estado viniendo? - Esa era suficiente confirmación para mí, pero Inuyasha le hizo otra pregunta.

- Unas tres semanas - susurró ella.

Intercambie una sombría mirada con Inuyasha. Eso era más temprano de lo que habíamos esperado. Si Kramer había empezado a aterrorizas sus víctimas al final de septiembre, tenía sentido que él ya hubiese hallado su cómplice. Solo le convendría a Kramer si su pequeño ayudante sabía dónde él secuestraba a las mujeres, después de todo. Y si Kramer estaba cubriendo sus huellas lo suficientemente bien como para tomar a Elisabeth unas cinco semanas para encontrar a la primera de las tres mujeres, ¿podría ella encontrar a las otras dos en solo diecisiete días?

- No tengas miedo, pero necesitas venir con nosotros - le dije a ella.

Una lágrima bajó por su mejilla, pero ella no protestó cuando empecé a llevarla hacia la puerta. Inuyasha me detuvo, haciendo gestos para que lo siguiera a lo que parecía ser la habitación de ella.

- Déjala tomar algunas cosas, y asegúrate que tome lo que es más preciado para ella. Eso la ayudará a sentirse mejor más tarde. Mantendré un poco de salvia ardiendo por si acaso. - Déjenle a Inuyasha saber cómo hacer que una chica se sienta mejor, aun bajo las más estresantes circunstancias.

- Vamos, empacaremos muy rápido. No olvides tomar cualquier cosa que tenga un valor sentimental para ti. - le dije, asegurándome de decirlo mientras mis ojos brillaban.

- No puedo - dijo, otra lágrima corriendo por su mejilla.

- Seguro que puedes - murmuré animándola.

Luego, después de darle una mirada a la alfombra, la levanté. De otra forma, con su inestable caminar podría cortarse con todo el vidrio desperdigado por el piso. Por la esencia que ella tenía, debió tener algunos cortes en sus pies de cuando nos dejó entrar. ¿Por qué no se puso unos zapatos antes de responder en la puerta? Una vez estuvimos en la habitación, la cual había sido destruida como el resto del apartamento, tuve mi respuesta.

- Bastardo - susurré con el mayor desprecio posible.

Mirando a su closet, Kramer había destruido todas sus ropas. Trajes, vestidos, blusas, pantalones… no podías vislumbrar ni una pieza de las telas amontonadas unas sobre otras. Los cajones de ropa estaban fuera de lugar, más piezas de ropa de seda arruinadas. Inclusive él había destruido sus zapatos.

- No tengo nada aquí que me importe. Él lo rompió todo… - dijo ella, las palabras aún más descorazonadas con el reconocimiento de lo que estaba sucediendo.

La rabia hizo que mis manos temblaran. Desde que murió, Kramer no tenía la habilidad de abusar y/o secuestrar mujeres de sus casas, ni de llevarlas lejos a una despiadada prisión. Para compensarlo, el convertía sus hogares en su prisión. Esta mujer—y aún no conocía su nombre—no podría haber dejado su casa a menos que utilizara la bata que tenía como su vestimenta.

- No te preocupes, te estamos llevando a un lugar seguro - le prometí, cargándola de nuevo. Justo al cerrar la puerta de la habitación fue cuando Hellsing dejó salir un extenso gruñido.

Inuyasha estuvo delante de mí en un pestañeo, sosteniendo dos puñados de salvia quemada. Yo sostenía la mujer con un brazo y trataba de alcanzar mi propia salvia con la otra, pero entonces algo pesado se estrelló contra la parte posterior de mi cabeza lo suficiente fuerte para hacerme perder el equilibrio. Inuyasha se volvió, cogiendo a las dos y apoyándonos en la pared, su cuerpo y esa barrera como un escudo protector de cualquier ataque adicional.

- Puerta… ¡El maldito me golpeó con la puerta del dormitorio! - dije, al ver sobre su hombro con lo que había sido golpeada en la cabeza esta vez.

- Sal - susurró una voz furiosa.

Sangre mojó mi cabello antes de que la herida se cerrara por sí misma, pero ese destello inicial de mareo se fue, dejándome bien y enojada. Eso sólo aumentó cuando todos los platos rotos empezaron a volar y golpearon con un ruido sordo el cuerpo de Inuyasha como cuchillas de vidrio. La mujer no gritó, pero ella hizo un ruido terrible de lamento, apretando los ojos cerrados.

- No, no, no - comenzó a cantar.

Me las arreglé para liberarme de los apretados brazos de Inuyasha lo suficiente como para sacar alguna savia y prenderla. En el tiempo que me llevó hacer eso, Kramer había hecho volar el sofá hacia Inuyasha. Sentí su dolor quemando a lo largo de mi subconsciente mientras el impacto llevó a los fragmentos de vidrio más profundo en su espalda, pero Inuyasha sólo se preparó, absorbiendo el golpe sin cambiar su peso ni un centímetro. Entonces, le dio al fantasma invisible una sonrisa salvaje.

- ¿Eso es todo lo que tienes? - Kramer aulló con furia, revelando su posición a pesar de que no se había manifestado en apariencia todavía.

Le apunté y tiré, con la fuerza suficiente como para que la salvia cruzara al otro lado de la habitación. Otro aullido sonó, esta vez de dolor, haciéndome sonreír con satisfacción viciosa. Arrojé otro puñado en esa dirección, pero Kramer debió haberse movido, porque los únicos sonidos que siguieron fueron traqueteo de las puertas del armario que él había arrancado y comenzó a lanzárnoslas a nosotros. Una de ellas golpeó el cargador de Hellsing, haciendo que mi gato gritara, pero estaba hecho de material resistente y lo protegió del impacto.

- ¡Mi gatito! - insté a Inuyasha, todavía muy clavada a la pared como para llegar por mí misma.

Inuyasha no se movió, pero se quedó mirando al cargador, su aura brillando como si acabara de explotar fuegos artificiales invisibles. El cargador se deslizó a través de la pared, empujando la madera y el vidrio en su camino, hasta que estuvo lo suficientemente cerca de Inuyasha para enganchar su alrededor y meterlo bajo el amparo de las piernas.

- ¡Esto es demasiado, Francine! ¡Voy a llamar a la policía esta vez! - No tuve tiempo de admirar el uso de su poder antes de que los golpes comenzaran en la puerta del apartamento, seguido por una voz de mujer gritando. Entonces Elisabeth irrumpió a través de una de las paredes, Fabián siguiéndola de cerca.

- ¡Kramer! ¡¿Dónde estás, schmutz1?! - gritó. El aire se arremolinó en pequeños círculos cerca de la cocina, cada vez más oscuro, hasta que la forma alta y delgada del Inquisidor apareció.

- ¡Aquí, hure2! - le susurró a ella.

Me asusté cuando Elisabeth voló hacia Kramer y comenzó a golpearlo. A diferencia de lo que sucedió cuando Inuyasha o yo lo intentamos, sus golpes no iban sin causar daño a través de él. La cabeza del Inquisidor se volteó hacia un lado con el golpe que ella lo alcanzó. Luego fue puesto casi de rodillas por la patada sin piedad que ella le estrelló en la ingle. Kramer no podía ser dañado por cualquier persona de carne, pero era evidente que la misma regla no se aplicaba cuando se trataba de ser incorpóreo pescándolo. A lo largo de todo esto, la mujer ¿Francine? parecía estar perdida en su propio infierno, murmurando: "No, no, no," en una letanía interminable y confusa.

Por encima del hombro de Inuyasha, vi que Kramer había comenzado a devolver la pelota a Elisabeth. Ella consiguió una patada a su vientre que la hizo doblarse. Fabián saltó sobre la espalda del Inquisidor dándole de patadas y puñetazos, pero Kramer lo agarró y lo lanzó lejos con muy poco esfuerzo, Fabián desapareció a través de la pared del apartamento. Supuse que los fantasmas eran similares a los yokais, a más edad más fuerza. Elisabeth y Kramer tenían casi los mismos años de espectro, pero Fabián era mucho más joven, y por lo que se veía, ni de cerca un oponente para el inquisidor.

- Tenemos que salir. Ahora, mientras está distraído. - dijo Inuyasha en voz baja.

- ¡Miroku, a la casa! - Luego Inuyasha volvió la cabeza, gritando lo suficientemente fuerte como para hacer vibrar mis tímpanos.

Pero al ver a Elisabeth ser pateada como la mierda me hizo titubear cuando Inuyasha apretó sus brazos alrededor de nosotras con una intención obvia. La mirada de Elisabeth se cruzó con la mía por un instante. Entonces ella echó los brazos alrededor de Kramer, un abrazo muy fuerte a pesar de los golpes brutales que recibió en su sección media. Fabián revoloteaba alrededor, tratando desesperadamente de intervenir, sólo para ser enviado con un manotazo a un lado como una mosca. Entendí el mensaje de ella, tomando el cargador de Helsing y susurrando, "¡Ahora!" a Inuyasha.

La puerta principal se abrió el instante en que llegamos, lo que nos permitió salir sin rasgar un agujero en la pared. Yo no la había abierto. Tenía un brazo alrededor de su cuello y con la otra sujetando el cargador del gato. Las manos de Inuyasha estaban igualmente llenas, soportándome a mí y la mujer mientras él nos enviaba afuera más rápido de lo que pude haber volado. Debimos de haber sido sólo una mancha oscura para la vecina en el pasillo de afuera, en su teléfono celular describiendo los ruidos en el apartamento de la mujer a la policía, o eso sonaba.

Luego fuimos mucho más allá del edificio, dándome sólo un momento para notar que el auto de Miroku y el que habíamos conducido ya no estaban en el estacionamiento antes de estar demasiado alto como para que yo distinguiera a los diferentes vehículos. Ahora había cada vez menos posibilidad de que Kramer nos siguiera. Por cómo Inuyasha parecía haber sido propulsado, sólo necesitábamos un minuto o dos más antes de que el fantasma no pudiera ser capaz de discernir en qué dirección habíamos volado. El inconveniente fue que esto había sacudido a la mujer de su estado de trance. Ella gritaba tan rápido como respiraba, pero con sus ojos apretados con fuerza, yo no podía poner una mirada verde en ella para un estado más tranquilo de su mente.

- ¡Estás bien, estás bien! - grité sin ningún efecto.

O no me oyó por encima del susurro del viento por la velocidad de Inuyasha, o no estaba de acuerdo. Con todo lo que le había sucedido, no podía culparla. Cuando llegáramos al apartamento, me prometí a mí misma, darle un vaso alto de cualquier licor que ella quisiera. Pensándolo bien, la botella entera. Sin embargo, incluso no eso sería suficiente para la devastadora noticia de que tendría que darle: que la pesadilla que había experimentado no iba a terminar a menos que agarráramos a Kramer, y ella sería parte de la atracción que se utilizaría para hacerlo.

Francine estaba sentada en el sofá, una vela de vidrio llena de salvia ardiente en una mano y una botella casi vacía de vino tinto en la otra. La botella había estado llena cuando empecé a explicarle sobre de Kramer, las otras mujeres que estaban incluso ahora pasando por lo que había experimentado, y la parte de Inuyasha y yo siendo yokais. Sacar a Francine volando de su apartamento le hizo saber de qué no éramos humanos, por lo que no tenía sentido tratar de mantener ese secreto mientras le contábamos a ella todo lo demás. Miroku, Sango, y mi madre llegaron aquí alrededor de una hora después que nosotros, así Francine no se sentiría como si la estuviéramos atacando, sólo Inuyasha, yo y Tyler estábamos con ella al principio. Todos los demás estaban en sus respectivas casas.

No sabía si había sido el alcohol o la sugerencia que Inuyasha había plantado en su mente antes de que pudiera confiar en nosotros, pero Francine estaba mucho más tranquila de lo que yo esperaba ante estas revelaciones. Era posible que ella estuviera en shock, y la mayor parte de lo que había dicho no lo hubiera registrado, pero sus pensamientos no estaban en línea con eso. Ella tuvo unos momentos de "los yokais no existen" y "esto no puede estar sucediendo", pero en general parecía aceptar lo que se le estaba diciendo como verdad. Tres semanas de haber sido atormentada por una entidad invisible, evidentemente, tenía en desuso la idea de que lo paranormal no existe.

- Yo sabía que no estaba loca… - fue lo que dijo cuando terminé de hablar.

- Nadie me creyó cuando les dije lo que estaba sucediendo. Por un tiempo, traté de pretender que tenían razón. Que me estaba haciendo todas estas cosas a mí misma a través de un trastorno de personalidad múltiple o cualquier otra psicosis que aplique, pero sabía que no. - Francine miró la botella de vino y soltó una carcajada rasposa.

- Este es mi primer trago desde que todo esto empezó. Mis amigos ya se pensaban que yo estaba mal… por otros eventos. No quería que ellos añadieran el alcoholismo en su racionalización de que lo que yo describía no podía estarme sucediendo realmente. -

- ¿Qué otros eventos? - preguntó Inuyasha enseguida.

- No es mi intención entrometerme, pero podría ayudarnos a encontrar las otras dos mujeres antes de que sea demasiado tarde. - Ella se resistió, y yo me apresuré a añadir.

- Mi mamá murió hace unos seis meses. Papá murió cuando yo era muy pequeña, así que ella era todo con lo que había crecido. Eso en verdad me afectó, y como era demasiado drama para mi novio, se fue en busca de algo mejor. Entonces justo antes de que él empezara a aparecer, alguien entró en mi apartamento y mató a mi gato. Quiero decir, ¿qué clase de psicópata hace eso? Ni siquiera se robaron nada, ¡solo lo mataron y se fueron! - Francine dejó escapar un largo suspiro, mientras se frotaba la mano por entre su pelo antes de hablar.

- Eso es terrible - soltó Tyler. Abrazó a Dexter, mientras hablaba, el perro en su lugar habitual en el regazo de Tyler.

- Lo siento por todo - murmuré.

Lo dije en serio, pero la parte clínica de mí analizaba esto en oposición a lo que sabía sobre asesinos en serie en general y en Kramer en particular. Francine y Elisabeth en realidad no se parecían, aparte de ser de raza blanca y estar en sus veintes, por lo que no era un camino que seguir, y aparte de la muerte del gato, todo lo demás relacionado con Francine era, por desgracia, lo que me esperaba. Francine no había dejado muchos lazos cercanos, haciéndola más interesante para un acosador, como Kramer. Era más difícil de aislar y aterrorizar a alguien que no tenía una fuerte red de apoyo a su alrededor.

- Mirando hacia atrás, ¿crees que Kramer podría haber sido el verdadero culpable detrás de la muerte de tu gato? - Preguntó Inuyasha, enfocándose en la misma singularidad que me llamó la atención.

- No lo creo. La persona que lo hizo rompió la cerradura de mi puerta para entrar. Lo hizo mientras estaba en el trabajo, y la mayoría de la gente en mi edificio no está durante el día, tampoco, por lo que nadie vio lo que pasó. Kramer nunca rompió nada para entrar. Él sólo... se presentaba. - Francine se frotó la frente cansadamente.

- Y entonces rompía todo en el interior, pero nunca las cerraduras. - Sonrisa acuosa.

- La destrucción de lo familiar a las brujas. Los animales como los familiares fueron uno de los preceptos contenidos en muchos juicios de brujas, y los gatos se asocian comúnmente como un familiar. Esto podría ser nada más que una coincidencia… o quizás es la primera prueba de la lealtad de su cómplice. - murmuró Inuyasha. La boca torcida.

¿Allanamiento de morada, además de asesinar a algo inocente por ninguna otra razón que la superstición retorcida? Sí, sonaba como sólo el calentamiento que Kramer podría utilizar para su aprendiz humano. Además, Kramer tendría que saber que los animales podían sentir su presencia. Había intentado matar a Dexter la primera vez que Tyler lo convocó. Pobre perrito todavía tenía enyesada su pierna trasera, y Hellsing habría estado en una situación peor si no fuera por algunos golpes de suerte. Deshacerse de cualquier animal doméstico que sus objetivos tuvieran significaba que esos animales no podrían advertir a sus dueños de la presencia de Kramer antes de que él quisiera que se supiera.

Bingo.

- ¿Así que es por mi culpa que mi gatito murió? - Francine parpadeó para contener las lágrimas.

- Tú no eres responsable de nada de esto. Es Kramer. Él y quien coño sea que le está ayudando. - le dije con firmeza.

- Pero ustedes van a detenerlo, ¿verdad? -Tuve que apartar la mirada de la esperanza en el rostro patético de Francine antes de que prometiera todo tipo de cosas que no estaba segura de poder cumplir.

- Seguros de que lo vamos a intentar, y tú nos diste una nueva pista para comenzar. - le dije, encontrando la mirada fija y oscura de Inuyasha.

Continuara…

1 Mugre o suciedad en alemán.

2 Puta, en alemán.