Hola, siento publicar tan tarde, hoy fue el cumpleaños de mi papá y lo pasamos en familia, espero que lo disfruten
Imán de fantasmas
- Este es el lugar - le dije, protegiéndome los ojos de la luz matutina.
Yo podría haber perdido el acceso a la base de datos de la Seguridad Nacional gracias a la nueva posición de Madigan como jefe, pero gran parte de la información que nos trajo hasta aquí eran todos registros públicos si estabas dispuesto a pagar una cuota. Un poco de hacking en la base de datos del Departamento de Policía de Sioux City proveyó el resto. En los pasados dos meses, aproximadamente 106 familias de la zona metropolitana de la Ciudad de Sioux habían reportado robos. Eso era un gran número si estábamos haciendo una búsqueda de puerta en puerta, pero de ellos, sólo treinta y ocho fueron reportados por mujeres que vivían solas. Filtrando eso a las mujeres entre las edades de dieciocho y cuarenta y cinco años que vivían solas donde el robo dio lugar a la lesión o muerte de una mascota, y ese número se redujo a uno.
Si estábamos en lo cierto acerca de la relación entre las mascotas muertas y Kramer, habíamos encontrado una de las otras dos mujeres en menos de seis horas después que Francine nos contó su historia. Tal vez esta nueva mujer podría darnos información que pudiera conducirnos a la víctima final de Kramer. Entonces podríamos comenzar la parte dura: la construcción de otra trampa para Kramer donde pudiéramos atraer al fantasma. Teníamos todos los materiales. Sólo necesitábamos un nuevo lugar con una corriente de agua dulce donde ponerla. Pero había que hacer todo esto sin que Madigan nos encontrara y echara todo a perder de nuevo. Bajo el principio de que había prometido mantenerme optimista, no iba a hacer el cálculo de nuestras posibilidades.
Una cosa que ya estaba a nuestro favor: Alguien con un latido estaba en la casa de Lisa Velásquez. Miré el reloj en el auto —10:17 AM, miserablemente temprano para los yokais, pero pasado el tiempo para la gente que tenía que estar en el trabajo. Tal vez Lisa había tomado el día libre. Tal vez trabajaba segundo turno. O tal vez estaba tan atormentada por un fantasma que había conseguido ser despedida de su trabajo por comportamiento extraño y ausencias frecuentes, al igual que Francine.
- Deberíamos haber traído al gato - murmuró Inuyasha, mirando la casa de un piso donde vivía Lisa.
- Mi pobre Helsing casi ha muerto un par de veces. No lo voy a arriesgar, sobre todo cuando estamos seguros de que los intentos anteriores fueron deliberados, y sólo tenemos un aviso de dos segundos antes de advertencia antes de que Kramer caiga sobre nosotros de todos modos. - Si estábamos en lo cierto, Kramer podía estar al acecho allí, esperándonos cruzar el umbral.
- Él atacándote a ti primero en tres de sus últimos cuatro ataques me preocupa - dijo Inuyasha, un filo en su tono.
- ¿Qué puedo decir? Soy irresistible. - Sonrisa irónica.
Inuyasha me lanzó una mirada que decía que mi humor estaba desperdiciado en este tema, y me entregó dos vasos llenos de humeante salvia. Luego tomó dos más por sí mismo, dejando los otros dos contenedores en el auto. Los dos teníamos más salvia en nuestros abrigos, además de los encendedores como requisito previo, pero esta vez, nosotros no esperaríamos para encenderla. Por supuesto, nos veríamos un poco extraños para quien abriera la puerta, pero esa era la menor de nuestras preocupaciones.
- ¿Escuchas algo interesante? - Murmuré, mientras caminábamos hacia la puerta.
Yo tenía mis escudos mentales abajo lo más posible sin que las voces abrumaran, pero yo no era tan buena filtrando voces que no me eran familiares aun, y Lisa vivía en una subdivisión al borde de un distrito de negocios ocupado. Inuyasha cerró los ojos, su poder llameando por un instante.
- Quien esté aquí está dormido - afirmó.
Eso hacía esto más fácil. Miré a mí alrededor, no noté ningún vecino mirándonos, entonces marché hasta la ventana más cercana, mirando en su interior. No hubo suerte, las cortinas estaban cerradas. Probé la siguiente ventana. Lo mismo. Inuyasha vio mi intención y di vuelta alrededor de la parte trasera de la casa.
- Aquí - gritó después de un momento.
Por su tono, había encontrado algo. En los pocos segundos que tardé en llegar a donde él estaba, Inuyasha había abierto la puerta corrediza de cristal. Ya sea que había usado su mente para desbloquearla o se había inclinando y jalado en el ángulo correcto, habría tomado la misma cantidad de tiempo. Lo seguí en el interior, la boca presionada ante la destrucción en interior que Lisa había tratado de ocultar con sus cortinas bien cerradas. Inuyasha siguió los constantes sonidos de los latidos de corazón hacia la habitación de Lisa, que de nuevo se veía tan similar a lo que Kramer había hecho a Francine que nosotros no tuvimos que despertar a Lisa y pedirle una confirmación. Además, la velocidad era esencial.
Inuyasha puso abajo la salvia para colocar su mano sobre la boca de la mujer dormida, ahogando sus gritos instantáneos cuando fue sacudida a la conciencia. Me sentí culpable por la repentina carrera frenética de su pulso y el terror que se disparó a través de su mente, pero para el momento que Inuyasha terminaba de decirle que la estábamos llevando a un lugar seguro, y que nosotros no le haríamos daño, su ritmo cardíaco se había reducido a casi un ritmo normal, y sus pensamientos reflejaban las sugerencias que él había implantado con su mirada. Cuando la levantó y las sabanas cayeron hacia atrás, vi que llevaba un camisón que estaba tan rasgado, que había más carne revelada que cubierta. Hijo de puta, maldije en silencio a Kramer, empezando a quitarme en el abrigo.
- No. Ella puede usar el mío, pero tu mantén esa salvia cerca. - dijo Inuyasha, en voz baja, pero fuerte.
Discutir con él sólo tomaría más tiempo, y Kramer podría aparecer en cualquier momento. Inuyasha se quitó el abrigo, entregándoselo a Lisa. Se lo puso, todavía mecánicamente obediente gracias al poder de la mirada de Inuyasha. Odiaba la necesidad de quitarle su voluntad, pero en ese momento, su obediencia inmediata era para su mejor interés. Le entregué a Inuyasha un paquete extra de salvia y un par de encendedores que puso en los bolsillos de su pantalón antes de recoger los contenedores de nuevo.
- Directo al auto, Lisa - le ordenó, mirando con recelo alrededor mientras caminábamos desde su habitación hasta la puerta principal.
Yo estaba preparada todo el camino, esperaba uno de los pedazos de los muebles o los platos de repente levitando y chocando contra nosotros, pero no pasó nada. Abrimos la puerta del frente y todos mis músculos se tensaron de nuevo, esperando que nos arrojaran hacia atrás y nos golpearan, sin embargo, sólo la luz del sol esperaba en el otro lado. El auto parecía intacto, dos linternas de salvia seguían ardiendo en los portavasos delanteros y llenando el interior con un ligero velo de humo. Me metí en el asiento trasero con Lisa, bajando la ventana lo suficiente para que no se ahogara en la bruma, pero no demasiado como para que todo el humo repelente de fantasmas escapara. Entonces Inuyasha salió lo suficientemente rápido del vecindario como para que causar un par de dueños de casas miraran detrás de nosotros a medida que acelerábamos, y todavía ninguna señal de Kramer.
- ¿Crees que está en otro lugar en este momento? ¿O que él esta dejándonos salir ilesos porque quiere que lo llevemos directo a Francine? - Mi alivio se mezcló con la sospecha.
- No importa. No vamos a conducir directamente a la casa. - dijo Inuyasha, mirándome.
- ¿No? - Eso fue una novedad para mí.
- No, lo cual es por lo que tú vas a poner tu mirada brillante y vas a decirle a ella que siga estando muy tranquila, sino en los próximos diez minutos, ella estará sacando sangre de nuestros oídos. - Su boca se torció.
Dejamos el auto al final de un campo de maíz, y Inuyasha nos llevó volando el resto del camino con la explicación de que los fantasmas no podían seguirnos después de media milla de altura. Ahora que lo mencionaba, me di cuenta de Fabián y otros fantasmas que había visto se había mantenido siempre muy cerca de los edificios o del suelo cuando viajaban, a menos que tomaran un paseo en un avión o algo similar. Inuyasha nos había llevado tan alto como Lisa podría soportar sin ponerse muy fría o faltarle el oxígeno. A esa altura, sería difícil que nos vieran contra el cielo claro de la mañana, pero Inuyasha había preparado una sabana de color azul claro que envolvió a nuestro alrededor para camuflarnos mejor. Tal vez cuando me sintiera más acostumbrada a volar, lo haría con la misma diligencia que él lo hacía, pero por ahora, me iba bien si no me estrellaba al aterrizar.
Una vez que llegamos Lisa se estableció y explicó todo acerca de Kramer, su historia resultó ser extrañamente similar a la de Francine. Estaba divorciada, sin hermanos, y mientras su padre aún estaba vivo, estaba mal de salud en un hogar de ancianos. Ella también había tenido una serie reciente de mala suerte, como la pérdida de su trabajo bien pagado varios meses antes debido a los recortes de personal y su casa pronto entraría en las primeras etapas de la ejecución hipotecaria. Trabajando en dos empleos de tiempo parcial no habían sido suficientes para pagar su hipoteca, y con esos trabajos cortó el seguro de desempleo. Añadiendo un robo frustrado donde mataron a su gato, y los amigos de Lisa pensaban que sus reclamos de que algo invisible la atacaba en la casa eran un claro caso de estrés manifestándose en forma de delirios paranoicos.
Lisa parecía contenta de conocer a Francine a pesar de que estaba enferma de oír que la aparición que la atormentaba estaba haciendo lo mismo con otras mujeres. Sin embargo, entendí por qué fue un alivio para Lisa conocer a alguien que no sólo le creía, sino que sabía exactamente por lo que había pasado. Lo mismo sucedió con Francine. Toda la empatía que podía sentir con Inuyasha y yo no era la misma que cuando Francine habló con Lisa. Ellas eran sobrevivientes de una batalla que podríamos tratar de imaginar, pero que no habíamos vivido como ellas, por lo que nuestro entendimiento era limitado.
Después de que habíamos contestado a todas sus preguntas, Inuyasha fue al lado a actualizar el resto de nuestro grupo, y yo acompañé a Lisa a la habitación de Francine arriba, donde había otra cama y ropa limpia esperándola. Más tarde, yo ordenaría un poco de ropa nueva para las dos, pero por ahora, las dejé solas. Francine sólo había dormido unas pocas horas, y Lisa parecía que necesitaba un largo y agradable descanso, también. No pude imaginarme ninguna de ellas teniendo un sueño decente desde que Kramer las marcó como objetivos, pero con la salvia quemándose en sus mesas de noche, dos mascotas capaces de dar una advertencia, y dos yokais aquí para protegerlas —y dos más cerca —ellas estaban tan seguras como podrían.
Tyler entró en la cocina, con un par de pantalones deportivos y una camiseta sin mangas. Por los pliegues tenues en su mejilla, acababa de levantarse de la cama. Desde su estancia con nosotros en las últimas semanas, el horario de Tyler cuando estaba despierto y dormido había cambiado drásticamente.
- M'n ¿Quieres un café? - murmuró, aunque era después de las dos de la tarde.
- No esta vez. No hemos ido a la cama desde ayer por la mañana, así que estamos a punto de dormir un par de horas. Ah, y tenemos un nuevo invitado. - Me lo bebía con él para ser sociable, pero nunca me había gustado incluso antes de que la sangre de Inuyasha se convirtiera en mi bebida preferida.
- ¿Ya encontraron otra de las mujeres? - Una amplia sonrisa se deslizó por su cara.
Tyler se había quedado dormido antes de llegar a la información de Lisa, y en vez de despertarlo cuando nos fuimos, hicimos que mi madre cuidara de él y de Francine.
- Su nombre es Lisa, y ella está arriba con Francine. - Le sonreí, sintiéndose más alegre de lo que había estado desde hace tiempo.
- Buen trabajo, gata. - Tyler me extendió su puño, y lo toqué con el mío.
- No lo hice sola - protesté, pero me alegré por el cumplido.
Finalmente, estábamos avanzando. Elisabeth y Fabián estaban tratando de localizar a Kramer para determinar quien era el objetivo final, pero mientras tanto, nosotros no teníamos que sentarnos sin hacer nada a ver el conteo de los días atrás en el calendario. Los informes policiales no eran la única manera en que podíamos buscar la última mujer. Podíamos chequear enterramientos recientes en los cementerios de mascotas, clínicas veterinarias y empresas de cremación de animales, demonios, incluso los registros del condado de vacunas de la rabia ayudaban a reducir la lista. En algún lugar de esa mezcla teníamos que encontrar un sendero que condujera a ella.
Arriba, Dexter dejó escapar un medio gemido, medio ladrido. En algún otro lugar en la casa, maulló Helsing. Tyler y yo nos tensamos. Tiré algo de salvia de mis bolsillos del pantalón y la encendí antes que Inuyasha irrumpiera en la casa.
- ¿Dónde está? - exigió, sosteniendo un puñado de salvia quemándose en lo alto.
- No lo sé - le susurré, dirigiéndome por las escaleras a la habitación de Francine y Lisa. Dios ¡Qué si Kramer estaba allí ahora, lastimando esas mujeres después de que acababa de decirles que por fin estaban a salvo!
- ¡Kagome! - una voz masculina dijo desde fuera de la casa. Me quedé helada al momento de abrir la puerta del dormitorio. Yo conocía esa voz, y si bien pertenecía a un fantasma, no era ninguno de los que yo esperaba.
- Kagome, tu tío está en el patio. - Una puerta abriéndose de golpe sólo puntualizó el efecto de las palabras de Miroku. Murmuré una disculpa a Francine y Lisa por irrumpir en su habitación y corría hacia las escaleras casi tan rápido como si estuviera escalándolas.
- Miroku, espera dentro con las mujeres - murmuró Inuyasha, siendo rozado por Miroku al salir. Hice lo mismo, dejando mi salvia en de la vela más cercana camino a la salida. Don flotaba sobre un conjunto de arbustos, frotando sus brazos como si tratara de borrar algo de ellos.
- ¿Puedes mantener esa cosa lejos de mí? Quema. Ni siquiera puedo entrar a la casa por esa cosa. - le dijo a Inuyasha, quien aun sostenía dos puñados de salvia.
- ¿Cómo llegaste aquí? - pregunté, incrédula. Habíamos dispuesto a un yokai que cuidara nuestra casa Blue Ridge en caso de que Don pasara buscándonos, pero eso solo para que pudiera llamarnos y transmitir cualquier mensaje que Don tuviera. Según mi conocimiento, el yokai no sabía que estuvimos en Iowa, y mucho menos que estábamos quedándonos en Sioux City.
- ¿Cómo crees que llegue aquí? ¿Auto enviándome por DHL? No es el momento para tus bromas de marca registrada, Kagome… - dijo Don de mal humor.
- Responde la maldita pregunta, vieja bola de humo - interrumpió Inuyasha, sin soltar la salvia pero no la acercó más a Don, tampoco.
- Concentrándome antes de saltar dentro de uno de esas locas autopistas de energía de la que Fabián habló. A propósito, no fue ni de cerca tan fácil como dijo que sería. No creerían los lugares en los que terminé antes de encontrarlos… - Don respiró fuertemente lo cual sonó como una señal de irritación.
- ¿Cuándo lo dijo Fabián? - demandó Inuyasha. Yo simplemente miré a mi tío, sintiendo como mi si mi cuerpo estuviera llenándose de hielo.
- ¿Podrías parar de interrumpirme? Y tú sabes cuándo lo dijo Fabián, tú estabas allí. - Don le disparó a Inuyasha una mirada de fastidio.
- ¿Me encontraste sin que nadie te dijera dónde estaba? - ¡Pero los poderes prestados de Midoriko se habían ido! Ello había sido probado cuando fallé en avivar Remants, y ningún otro fantasma habría encontrado su camino hacia mí al azar, sin mencionar mi inhabilidad para controlar las acciones de los fantasmas.
- Si, Kagome. Me dijiste que podría hacerlo después que morí, ¿lo recuerdas? ¿Ahora te sorprendes de que funcione? - respondió Don, con un afilado tono en su voz.
Si, lo estaba. Sorprendida y sin palabras, de hecho. Inuyasha se dio la vuelta y fue dentro sin más palabras. Una vez allí, lo escuché murmurar algo en voz baja a Miroku pero no pude entender las frases completas. Justo después Miroku se fue para volver a su casa. A mi tío ni siquiera le importó lo que el otro yokai estuviera haciendo.
- El falso período de arrepentimiento de Madigan se acabó, y está implementando un montón de nuevas medidas de seguridad ¿adivina contra quién? Los fantasmas. Está duplicando todo lo que hiciste en la cueva, y tu antigua casa, sofocando el compuesto en marihuana, ajo, y un poco de salvia, eso sin mencionar cámaras infrarrojas y grabadoras. Está impidiéndome seguirlo, además de evitar que hable con Tate… - Él me miró, elevando una ceja inexistente.
- ¿Puedes sentir algo especial en mí, ahora mismo? - lo corté, aun tambaleándome por las implicaciones de él encontrándome por sí mismo.
- ¿Es demasiado terminar una frase sin que alguien me interrumpa? - chasqueó Don. Marché hacia él, la sorpresa le daba paso al terror.
- ¡Es importante, así que responde la pregunta! - Mi tío dejó salir otro de esos exasperados sonidos pero luego pasó su mano brevemente por mi brazo.
- Tu…vibras. No sé cómo más llamarlo. Otras personas no lo hacen, ya sea humano, yokai o oni. Pero es más suave ahora. Era más fuerte la última vez que te vi. - Luego Don frunció el ceño, pasando su mano a través de mí una vez más.
- Chispas pero no fuego - susurré, entendiendo por fin.
- ¿Cómo? - Frunció el ceño.
- Como antes, cuando mis manos chispearon, pero había perdido suficiente del poder piroquinetico de la sangre de Sesshomaru para convertir esas chispas en grandes corrientes de llama. - Me giré y empecé a caminar hacia la puerta, deteniéndome cuando me di cuenta de que Don no podía seguirme, y regresé otra vez.
- ¿Entre los lugares en los que terminaste cuando trataste de encontrarme, estaba New Orleans? - Su ceño se profundizo.
- Si, fui directo a esa gran casa con aspecto de antes de la guerra, pero no pude entrar porque había una barrera alrededor al igual que este lugar. - La protección de Midoriko contra visitantes fantasmas indeseados, completé mentalmente.
Don no sabía que acababa de hacer un sobrevuelo sobre la reina de New Orleans, atraído por la fuente original del poder que había dejado huellas en mí ahora. Pero esas huellas, aunque no lo suficiente para convocar Remants o doblegar a los fantasmas a mi voluntad, era obviamente suficiente para que un fantasma determinado me encontrara, como se evidenciaba con la aparición de Don. Y si él había sido capaz de seguir aquel sobrante aunque débil hilo de energía, entonces también lo haría otro fantasma que estaría entusiasmado de saber dónde estaba yo, considerando que me hice a dos de sus víctimas.
- ¿Trataste de entrar a la casa, luego volaste hacia atrás porque la salvia te quemó? - pregunté, mirando alrededor del patio iluminado.
- Sí. - Don asintió con cautela.
Las dos mascotas habían reaccionado al intento fantasma de entrar a la casa, pero ahora que mi tío estaba a quince metros lejos en el patio, Helsing y Dexter se quedaron callados. Me acerqué a la puerta de entrada, dándome cuenta de que había una posibilidad de que Don no fuera el único fantasma dentro del perímetro. Elisabeth y Fabián habían estado diciendo la verdad, pensé sombríamente. Ellos no habían sido seguidos en ningún momento por Kramer. No, el inquisidor nos encontró en la casa de Miroku de la misma forma en que él debió habernos encontrado en aquel hotel en Ohio… siguiendo el rastro sobrenatural que conducía de Midoriko Laveau a mí. El pobre Fabián probablemente ni siquiera se dio cuenta que la conexión estaba activa aun porque él no había necesitado buscarme. Él y Elisabeth habían sabido donde estaba yo todo el tiempo.
El poder deslizándose alrededor de mi espada era Inuyasha apareciendo en la puerta tras de mí. Miré por encima, observando en silencio los dos largos manojos de salvia fumígena que él acercaba a mí. Tyler se acercó Dexter enganchado en su agarre y mi gato estaba en una jaula a sus pies. Inuyasha o había escuchado mi conversación con Don o lo había deducido por sí mismo.
- Todos ellos necesitan salir de aquí. - dije. La boca de Inuyasha rosó mi oreja mientras se inclinaba para susurrar su respuesta.
- Se irán muy pronto, Gatita. - Bien. Necesitaban estar muy lejos de mí, o dirigiría su torturador tormento justo hacia ellas, si ya no lo había hecho.
- Ya vuelvo - murmuré, luego caminé hacia Don, alerta ante cualquier ruido o vacilación de movimiento a mi alrededor. Estaba a solo veinte metros de la puerta principal, pero esa distancia parecía extenderse con cada paso que daba.
- Necesito que te vayas ahora - dije una vez estuve lo suficientemente cerca para tocarlo.
- Búscame de nuevo mañana. - Luego susurré donde, tratando de mantener baja mi voz lo suficiente para que solo él pudiera escucharme.
- ¿Qué sucede? - preguntó Don, tan pronto como había terminado.
- Escucha a tu sobrina y márchate - declaró Inuyasha bruscamente.
Don abrió su boca como si fuera a discutir, pero él: "¡Aquí estamos, Bestia!" de Koga lo distrajo. El yokai de pelo castaño rojizo paseaba por la acera como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo. Mi madre lo seguía, su pijama sugería que acababa de despertarse. Miroku y Sango cerraban la marcha, los dos dándole la misma mirada de cautela al patio que yo le di. Estuve tentada a correr de vuelta a la casa, pero esperé, deseando no levantar sospechas si otra persona que no fuera ellos estuviera mirando. Inuyasha se hizo a un lado de la puerta, dejándolos entrar a todos. Menos de diez segundos después, Francine, mi madre e Koga salieron. Mi madre tenía sus brazos alrededor de Francine como si la abrazara por detrás. Koga nos dedicó una sonrisa, luego apretó a mi madre con ambos brazos, saltando directo al cielo con un estallido de velocidad nosferatu.
El "¿A dónde van?" de Don apenas salió de sus labios antes de que los arbustos del patio estallaran en movimiento, como si una gran e invisible fuerza hubiera estrellado a través de ellos. ¡No hay necesidad de seguir pretendiendo tranquilidad! Corrí hacia la casa, una nube de humo flotando fuera de la puerta principal me envolvió antes de lograr llegar allí. Era tan espeso que flotaba en el patio. Mi tío salto hacia atrás como si hubiera sido escaldado cuando algo de ello lo tocó.
- Te dije que te fueras, viejo - murmuró Inuyasha. Luego me empujó dentro, lo que sea que Don haya dicho se perdió dentro del aullido de alemán que se desató desde el patio.
Tyler estaba en la sala familiar, una pila de salvia quemada en el adoquín y un ventilador apuntando al humo como una pistola Gatling hacia la entrada. Con Inuyasha cerrando de golpe la puerta principal, Tyler apagó el ventilador, tosiendo un poco por la neblina grisácea que comenzó a elevarse dentro del cuarto. Algo como el estallido de una persecución sonó justo antes de que las ventanas explotaran. Tuve a Tyler de espaldas en el suelo, mi cuerpo protegiendo el suyo, antes de que el vidrio acabara de caerse. En el segundo piso, Lisa grito, rápidamente seguido por lo que sonó como si algo pesado golpeara contra las paredes de la casa.
- Miroku - dijo Inuyasha a modo de advertencia, rellenando con cojines la estallada ventana abierta. Estaba debatiéndome, entre las ganas de ayudarle a contener el humo dentro del cuarto y asustada de que si me movía de Tyler, Kramer se precipitaría dentro y lo mataría.
- Agárrense - Escuche murmurar a Miroku, luego otro sonido de explosión retumbo a través de la casa. Lisa grito de nuevo, pero esta vez, el final de este se desvaneció, creciendo más débilmente, como si proviniera de una distancia mucho mayor.
¡Vuela, Miroku, Vuela! Pensé, sabiendo que él estaba llevando a Sango a un lugar seguro, también. Aún más furioso alemán vino desde fuera de la casa, el estruendo fue cada vez mejor hasta que las paredes temblaron. Escucharlo me hizo salvajemente feliz, porque ello probaba que Kramer no podía seguirlos por el aire. Si pudiera, no estaría afuera tratando de soplar para tumbar la casa.
- Inuyasha, tienes que sacar a Tyler y a Dexter de aquí, también - susurré. Él podía volar más rápido que yo, sin mencionar que yo tenía todo la cosa trasmisora del 'Aquí estoy' aun funcionando.
- No me voy. Pero libera… mi maldito riñón. - rechinó Tyler. Moví mi rodilla de su espalda baja. No tenía la intensión de atascarla dentro de su costado, pero había estado algo apurada antes por cubrirlo.
- Tienes que irte. ¿Quieres terminar muerto? El me encontrará donde sea que vaya durante al menos el mes siguiente o así. - Siseé de vuelta, recordando lo mucho que tardaron mis manos en dejar de hacer chispas.
- No. Es por eso que no me voy - Tyler respondió más enfáticamente, sin embargo tan suave, que si yo no hubiera estado encima de él, podría no haberlo captado con el alboroto de fuera.
- Si vas a atraparlo, me necesitarás, y te necesito para atraparlo - terminó. Idiota, cruzó por su mente, pero no terminó su frase con esa última parte en voz alta.
A pesar del fantasma golpeado las paredes y Dexter ladrando lo suficiente como para hacer que mis tímpanos dolieran mientras se encogía bajo una mesa cercana, no pude evitar la carcajada. ¿Idiota? Tyler era el que se rehusaba a ir a un lugar seguro. Hablando de proverbio de la olla y la caldera. Inuyasha se acercó, los vidrios crujían bajo sus pies a cada paso.
- Los vecinos están llamando a la policía. Quédate con él. Reuniré lo que necesitamos, luego debemos irnos. - Habíamos rentado el trió entero de casas juntas para asegurarnos de que no hubiera unidades adjuntas a la nuestra, pero no había sido suficiente el bajo perfil con los estallidos que Kramer estaba lanzando.
- Parece que te vas después de todo - le señalé a Tyler.
- Odio volar con ustedes chicos, ¿Ya se los he dicho? - Él gruño.
- Lo siento. Toma tiempo en habituarse a un montón de trucos de yokais. - Lance una rápida mirada afuera, donde sonaba como si Kramer ahora estuviera destrozando el césped con su ira.
Inuyasha y yo esperamos junto a la Catedral de la Epifanía, una de sus torres altas producía una sombra de cruz sobre el lugar donde nos encontrábamos. Me dije que era un buen presagio, aunque no podía librarme de la tensión. A las ocho de la noche, la zona no estaba tan ocupada, pero había suficiente gente alrededor que me preocupaba más que la seguridad de Tyler si Kramer se presentaba. Hoy en la mañana, habíamos registrado a Dexter y Helsing en una perrera. No era una solución a largo plazo, pero era la mejor opción hasta que Miroku pudiera hacer los arreglos para que los recogiera. Las mascotas, al igual que Francine y Lisa estarían más seguros lejos de mí.
Con ese fin, habíamos pasado la noche anterior en una instalación de envasado de carne abandonada de los Mataderos, manteniendo la quema de salvia en el frío suelo de cemento toda la noche. A pesar de que fue miserable, y ninguno de nosotros durmió, no podíamos justificar conseguir una habitación de hotel y poner en peligro a cualquiera que tuviera la mala suerte de estar junto a nuestra habitación. Inuyasha hizo algunas llamadas, y esta noche estaríamos en una casa alquilada sin vecinos cercanos, pero no hasta que habláramos con mi tío. Había algunas preguntas importantes que sólo podía responder Don. Es mejor que aparezca, pensé, mirando la hora en mi teléfono celular. No me extrañaba que mi tío me dejara plantada si se presentara una oportunidad para que él siguiera a Madigan sin ser detectado.
Mis preocupaciones fueron enterradas cuando vi una figura fantasmal flotando sobre las colinas del parque, con un traje de negocios en vez de una túnica vieja. No sabía lo que hacía aparecer ciertas ropas en fantasmas —Don no había muerto en un traje de negocios, después de todo— pero eso no era lo que yo ardía por saber.
- ¿Cuánto tiempo te llevó desde el momento en que comenzaste a buscarme hasta que apareciste en nuestro césped ayer? - Él apenas se había acercado lo suficiente para poder oír cuando comencé con él.
- Hola a ti también, Kagome - mi tío me respondió con una leve sacudida de cabeza. Tyler se acercó más, entrecerrando los ojos en la dirección que miraba. Debía de haber descubierto a partir de mi pregunta que estaba un fantasma aquí, aunque él no lo podía verlo todavía.
- Vidas dependen de tu respuesta - dijo Inuyasha a mi tío secamente.
- Fue alrededor de las cinco de las mañana, hora de Tennessee, cuando comencé a concentrarme en ti como tú me dijiste. ¿Qué hora era cuando tú me viste? - Don le dio a su ceja unos pocos tirones reflexivos.
- Un poco después de las dos de la tarde. - Con el cambio de hora eran unas diez de diferencia.
Mucho, mucho más que cuando tenía por primera vez la sangre de Midoriko y Fabián trató de encontrarme. Que le llevaba desde unos minutos a menos de una hora para acercase a mi lado, dependiendo de lo lejos que yo estaba. Inuyasha le dio a Don una mirada especulativa antes de volver su atención hacia mí.
- Él no está acostumbrado a viajar por las líneas de Ley y él no es tan poderoso como Kramer. Lo mejor es asumir que le tomaría la mitad de tiempo que al Inquisidor. - Cinco horas. Dios, no había tiempo suficiente para hacer algo significante antes de que el fantasma nos encontrará.
- Estábamos más lejos que eso anoche en la planta de envasado de carne - señalé, con la esperanza de que Inuyasha estuviera equivocado.
- Y él podría haber estado allí, esperando ver si Miroku y los otros se unían a nosotros - respondió.
Buen punto. ¿Por qué Kramer se mostraría si no conseguiría nada de lo que quería? Inuyasha y yo no éramos sus principales objetivos, esas mujeres lo eran. Kramer ciertamente no nos había dejado saber que había encontrado la casa hasta que Koga salió volando con Francine. No había sucedido nada cuando Inuyasha y yo llevamos a Lisa de su casa. Kramer ya sabía hacía donde no dirigíamos. El hijo de puta probablemente estaba riendo todo el tiempo que nos observaba, pensando que estábamos haciéndolo más fácil para él por mantener a ambas mujeres bajo el mismo techo.
Bueno, al menos no se reía ahora. Si Kramer había estándonos observando toda la noche, sabría que los otros no se habían unido a nosotros, y no tardaría mucho en darse cuenta de que no iban a venir. Cuando eso sucediera, yo esperaba que él expresara su descontento con su habitual manera— tratando de asesinar a todos nosotros.
- Oh, ahí está. Tú eres el viejo de la cueva de Ohio. ¿Cómo te está yendo? - comentó Tyler.
- Estoy muerto, ¿cómo crees que me está yendo? ¿Qué paso ayer, Kagome? - Respondió mi tío con amargura antes de flotar cerca de mí.
- El mismo fantasma de ese día en la cueva, y cómo pudiste notar, su humor era el mismo, también. - Solté una carcajada.
- ¿Qué hiciste para tenerlo tan enojado? - La mirada sospechosa que me dio Don era una que recordaba muy bien de los primeros días cuando trabajaba para él, y yo no sabía sobre nuestros vínculos familiares.
- ¡¿Qué, que hice yo?! - Farfullé, indignada por la pregunta que no podía ni siquiera comenzar a formular una respuesta.
- No tengo paciencia para esto hoy - gruñó Inuyasha, pasándose una mana por el pelo.
- Todo lo que necesitas saber, Williams, es que vamos mantener la quema de salvia alrededor de nosotros hasta atrapar a ese cabrón de nuevo o que no puedas localizarla concentrándote en ella, lo primero que ocurra. - Incluso si mi reacción no había sido suficiente, el filo del tono de Inuyasha debió haberle dicho a Don que se andará con cuidado, porque los dos estábamos al límite de los nervios, pero mi tío parecía ajeno a la advertencia.
- Eso no funcionará. Kagome sabe que necesito una manera de llegar a ella si surge algo en el complejo. ¿Cómo se supone que haga eso si cada lugar donde te encuentres se ahúma como si fuera un jamón de navidad? - afirmó. ¿No se dio cuenta de lo que sucedió en la casa ayer? Me pregunté con incredulidad.
- No tenemos otra opción. Si Madigan arrastra toda su nueva mierda, Tate y los chicos tendrán que arreglárselas por su cuenta. Si hay una emergencia de vida o muerte, ve a nuestra cabaña. Hay un yokai ahí que puede hacernos llegar tu mensaje. - Eso era lo mejor que podía hacer. No esperaba que Madigan hiciera un movimiento letal contra los chicos, pero sí lo hacía, iba a actuar. Mientras tanto, Don sólo tendría que aceptar que no podía acercarse a mí hasta que el último poder de Midoriko estuviera fuera de mi sistema, y ya no necesitara quemar salvia durante las veinticuatro horas.
- ¿Es así de fácil para ti desestimarme? Puedo no ser sólido, pero pensé que todavía me considerabas de tu familia. - Mi tío me miró como si me hubieran crecido dos cabezas. Me tragué un jadeo, sentí que él acababa de darme un puñetazo en el estómago.
- No te atrevas a atacarla. Si hubieras sido comunicativo con lo que sabías de Madigan, es muy probable que no tuviéramos la necesidad de mantener la salvia encendida a nuestro alrededor ya que el fantasma estaría encerrado en una trampa. - Antes de que pudiera lanzar ese aliento en mi defensa, la voz de Inuyasha arremetió.
- Espera un minuto… - Don se erizó.
- No, no lo haré. Es obvio que sabías que Madigan tenía conexiones con otros yokais, y sin embargo no nos informaste. Si hubieras sido honesto, podríamos haber anticipado sus acciones en lugar de ser atrapados con la guardia baja. Pero no, optaste por guardar silencio acerca de eso. - dijo Inuyasha, su ira estalló.
- Tú no entiendes. Yo... no puedo decirles todo acerca de él. No todavía - dijo Don bruscamente.
- Mantén todos los secretos que se te apetecen acerca de cosas que no pongan en peligro su vida, pero está claro que Madigan tiene un interés en ella y una agenda más allá de una escalera corporativa. O nos dices todo lo sabes sobre él ahora o aléjate de tu sobrina. - Inuyasha pinchó con su dedo en el pecho de mi tío.
Don se echó para atrás ante la vehemencia en el tono de Inuyasha. Lo mismo hizo Tyler. Admito titubeé porque su aura crepitaba con el poder suficiente para hacer que sintiera como si estuviera en una tormenta de arena. Sólo había visto a Inuyasha así de molesto una vez, y ese incidente todavía quemaba en mi memoria. Inuyasha se volvió hacia mí entonces, con su mirada oscura y constante.
- Lo siento por como eso te hará daño, pero no puedo tenerlo cerca cuando él está ocultando información que podría hacer que nos mataran. ¿Qué si Madigan se hubiera presentado en la cueva con sus socios yokais en lugar de humanos superdotados? ¿Que si hubiera informado a nuestros enemigos sobre dónde estábamos? No teníamos ni idea de que el imbécil tenía conexiones con nuestro mundo más allá de los miembros del equipo que engendré, sin embargo, Don lo sabía, y se lo guardó para sí mismo. -
De vuelta en la cueva, también me di cuenta de que Don no pareció sorprendido cuando Madigan demostró tener soldados recargados con sangre de yokai que no provenía de Tate o Juan. En medio de todo lo que había sucedido, no había tenido la oportunidad de preguntarle si estaba en lo cierto, pero ahora no era necesario. La expresión desafiante de mi tío, pero culpable lo confirmó todo.
- Es necesario que digas lo que sabes antes que alguien salga lastimado, o algo peor - dije, perforándolo con la mirada.
- Si te digo todo, él simplemente matará a Madigan porque eso es todo lo él sabe hacer. Pero matándolo antes de que averigüe lo que necesito saber podría terminar costando vidas inocentes. ¿Quieres tener este tipo de sangre en tus manos? - Don espetó con un gesto acusador a Inuyasha.
- ¿Sabes cuál es la sangre que me importa? La de ella. Y esas mujeres detrás de las que está el fantasma, me preocupo por su sangre, también. Así que tienes razón en que voy a matar a Madigan si es una amenaza para ellas. En verdad, si no estuviera tan ocupado, estaría tentado en matar a ese imbécil para que no nos interrumpiera la próxima vez que intentáramos atrapar a ese fantasma. - La risa de Inuyasha cortó el aire como un látigo.
- No puedes hacer eso. Kagome, prométeme que no permitirás que haga eso - La expresión de Don fue cautelosa ahora, ya que esas palabras le dieron un indicio de cuan en serio hablaba Inuyasha.
Pensé en los años que había conocido a Don. Él tenía algunas cualidades verdaderamente nobles, y sabía que me amaba, pero él siempre había sido reservado y un tanto Maquiavélico en sus acciones. Había estado de acuerdo con eso, cuando trabajaba para él, pero no lo estaba ahora, considerando como me había puesto en peligro y a Inuyasha en este último incidente.
Inuyasha tenía razón—los lazos desconocidos de Madigan con los yokais, significaban que podría haber traído un séquito mucho más peligroso con él a la cueva. Además, si hubiéramos sabido que Madigan era más que un engreído, hubiésemos elegido un lugar que no tuviera lazos con mi ex equipo. Pensé en todo lo que había leído en el Malleus Maleficarum acerca de lo que Kramer hizo a esas que estaban a su merced. En el rostro de Elisabeth mientras ella describía su violación, tortura, y muerte, y Francine y Lisa siendo las últimas de una larga línea de mujeres que Kramer había marcado con el mismo horrible destino.
- O bien te sinceras con nosotros acerca de Madigan, o Inuyasha está en lo correcto. Te tienes que ir. - Mi boca se endureció.
- ¿Cómo puedes decir eso? - Odiaba la traición en la voz de Don. Yo lo amaba como el padre que nunca había tenido, por lo que me golpeó en el corazón, al igual que la expresión de rechazo que me dio.
- Cada Halloween, tres mujeres son secuestradas, violadas, torturadas y quemadas vivas por el fantasma que Madigan me impidió atrapar. - Respondí, encontrándome con la mirada gris que era idéntica a la mía.
- Inuyasha y yo quizás no tengamos otra oportunidad para atrapar a ese fantasma, y si no lo hacemos, muchas mujeres más morirán. Te quiero Don, pero no puedes tratar de mantenerme como un empleado en una necesidad de conocimiento. Incluso si no confías en que Inuyasha reaccione racionalmente ante lo que sabes acerca de Madigan —y estoy de acuerdo con eso— después de todo lo que hemos pasado, por lo menos debes confiar en mí. Me lo he ganado. - Inspiré sacando valor.
Inuyasha deslizó su brazo alrededor de mí, su aura cambió de peligrosa ira a fuerte orgullo, y compasión. Esas emociones fluían sobre mí y dentro mí, se filtraba en cada fibra de mí ser, hasta que sentí como si nos hubiéramos fundido como en una misma persona. La expresión de Don se endureció en una máscara de terquedad que reconocía, y supe con profunda tristeza que mis palabras habían caído en oídos sordos.
- Puedo decirles esto… Madigan no tiene lazos con el mundo no-muerto si es lo que están pensando. Los yokais de los que está recibiendo sangre son sus cautivos, no son sus aliados, y no, no sé quiénes son ni dónde están. - No dijo nada más. Él sólo se disipó con esa mezcla de testarudez y cómo-pudiste todavía estampado en su rostro. Solté un suspiro largo y lento, inclinándome más cerca para abrazar a Inuyasha.
- Parece que este es otro problema que tenemos que lidiar - dije.
Si estos yokais cautivos no tenían Maestros y eran unos asesinos cualesquiera, entonces Madigan podía mantenerlos y utilizar sus venas como troncos de árboles por todo lo que me importaba. Pero si eran yokais inocentes secuestrados mientras cuidaban sus propios negocios, o que pertenecían a un poderoso Maestro que podría vengarse de su captura con la aniquilación de mi ex equipo entero, teníamos que actuar. Justo después de que encontrará una manera de encerrar al fantasma homicida sería.
- De hecho. Madigan está jugando en un terreno peligroso, y tu tío también - dijo Inuyasha, con un tono todavía al filo de la ira.
- La familia. ¿No es hija de puta algunas veces? - Tyler le dio unas palmaditas en el hombro de una forma confortable. Eso lo resumía tan bien, que realmente no había nada más que decir.
Continuara…
