La tercera mujer

Las luces del Sioux City brillaban a lo lejos como diamantes proyectándose sobre el suelo. Debajo de nosotros se extendían kilómetros y kilómetros de tierra de cultivos, interrumpidos de vez en cuando por casas, carreteras, y fábricas. No estaba preocupada por ser vista. Por un lado, era de noche, y con nuestra ropa negra a esta altura, seríamos prácticamente invisibles. Por otra parte, nos encontrábamos fuera de los límites de la ciudad en condados rurales, donde la agricultura era mucho mayor que las personas.

- Esto fue una buena idea - murmuré.

Pensaba que íbamos a esperar en la demolida habitación familiar hasta que Koga anunciara el todo despejado, pero Inuyasha me tomó en sus brazos y nos alejamos volando antes de que Kramer pudiera lanzar algún objeto hacia nosotros. Ahora estábamos a kilómetros de distancia de la casa, lo suficientemente alto para que no tuviera pensamientos de nadie en mi cabeza, aparte de los míos, y éramos solo nosotros dos. Finalmente, por primera vez en semanas, estábamos solos, nadie fuera de nuestra puerta o flotando amenazadoramente alrededor de la casa.

Inuyasha apretó su mano con la mía. Nos dispersamos como dos pájaros con los brazos extendidos, las piernas estiradas, el viento soplando a nuestro alrededor como una cascada invisible. Esta fue la primera vez que había volado cuando no teníamos alguna agenda presionándonos que llevar a cabo, y aunque hacía frío aquí, no me importó. Me sentí maravillosamente libre. El frío en el aire era un pequeño precio que pagar por ello.

- Antes de conocernos, solía volar por horas para aclarar mi mente. Fue lo más cerca que llegué a encontrar la paz, pero a pesar de que varios de mis compañeros podían volar, siempre iba solo. Nunca quise compartir esto con nadie hasta que apareciste tú. - dijo Inuyasha, su voz me llegaba incluso a través de la fuerza del viento.

Miré hacia él, impresionada por más que la perfección de sus rasgos o como el viento hacía que su ropa se aferrara a él como una segunda piel. Su boca se curvó en un tipo de sonrisa que no había visto en él en un largo tiempo-sin preocupaciones-, y las emociones se frotaban al borde de mi subconsciente con una alegría que me dieron ganas de mover el cielo y tierra para que él lo pudiera sentir todo el tiempo.

- Estoy muy contenta de estar aquí contigo así - susurré. Había tenido años llenos con más pruebas y dolor, de las que pensé que podía soportar que me trajeron hasta el punto dónde pudiera volara su lado, pero lo haría todo de nuevo, una y mil veces, para compartir este momento con él.

- Habla un poco más alto, amor. No te puedo escuchar con este viento. - Él sonrió.

Me enrollé yo misma por debajo de su brazo extendido, sin parar hasta que me había maniobrado por debajo de su cuerpo. Cruzó sus brazos a mí alrededor, nuestros cuerpos todavía aerodinámicos a través del colorido cielo de medianoche. Inuyasha vestía de la misma manera que yo, de negro, camisa de manga larga, con pantalones a juego y botas, pero su cuello iba descubierto. Presione allí mi boca, saboreando su gemido mientras mi lengua se deslizaba probando su piel.

- ¿Recuerdas la primera vez que hice esto? - murmuré, deslizando mis brazos alrededor de él.

- Estábamos bailando. Y me tentabas con lo mucho que te deseaba. - Su voz fue más rica con el deseo que sentía aumentando en él. ""

- Yo no lo sabía en ese entonces. Creí que eras fácil. - Sonreí contra su piel, siguiendo otro punto sensible con mi lengua y disfrutando del resultado de su estremecimiento.

- Lo era, pero aun así quería más de lo que creía posible. No sabes lo enloquecido que me tenías las primeras semanas. Lo que me atormentaba viéndote cada día y no poder tocarte porque me odiabas. - Su risa retumbó, fuertes brazos apretándose a mí alrededor.

- Me odiaba a mí misma más. Tú me enseñaste a aceptarme a mí misma, y te amaba mucho antes de que pudiera admitírtelo. - Susurré otra vez, pero este él lo oyó.

Su cabeza descendió, fríos labios cubrían los míos. Abrí mi boca, en busca de su sabor, gimiendo en la suavidad aterciopelada de su lengua y los dos colmillos afilados que ahora salían de sus dientes. Los míos también se deslizaron fuera, rozando los suyos cuando nuestro beso se profundizo, y su boca se inclinó sobre la mía. Su poder me envolvió, frotando a lo largo de mis sentidos, con una profundidad que iba mucho más allá de la lujuria. Nuestras lenguas juntas, entrelazadas, esa danza íntima enviando olas de sensaciones a través de mis terminaciones nerviosas.

Deslicé mis piernas alrededor de sus caderas, frotándome en él silenciosamente, con una invitación hambrienta. Su mano se movió más abajo, estrechándome más cerca, y friccionándome cuando arqueó las caderas haciendo estallar mis entrañas. Su cuerpo era tan duro, tan elegante, tan vibrante de energía y la cuna de viento contra de nosotros sólo me despertó más. Esto no sería como en esos momentos robados en el sótano con Tyler en la despensa en la parte superior de las escaleras y un fantasma furioso lanzando amenazas y maldiciones desde el exterior. Este momento era nuestro, y lo tendríamos mientras pudiéramos volar en la amplia extensión abierta del cielo para saborearlo.

A menos, claro, que este tipo de cosas no se pudieran hacer mientras volábamos. Por la larga longitud presionándose contra mi combinada con la manera devastadora de Inuyasha sacudiendo sus caderas, él no estaba bromeando. Él tenía más que suficiente poder para mantenernos en el aire, pero volar también requería concentración. No estaba pensando que me mantendría por mí misma en el aire por más tiempo. Estaba demasiada centrada en la forma sensual de su lengua enredada con la mía y las explosiones de placer que desataba cada vez que su protuberancia se frotaba con mi clítoris. Probablemente me habría desplomado derecho desde el cielo si no fuera por sus brazos a mí alrededor.

Incluso si podíamos mantenernos en el aire todo el tiempo, eso habría tenido sus complicaciones. Golpeando algunas avionetas particulares porque la atención de Inuyasha estaba centrada en el radar por debajo de su cintura en vez de lo que nos rodeaba sería trágico para todos. Tal vez buscar un lugar en uno de los campos de abajo era la mejor idea. Sin embargo, había algo electrizante acerca de tocarnos el uno al otro mientras volábamos a través de los aires eso hacía que me quisiera quedar aquí.

- ¿Es posible... hacerlo aquí? - le pregunté, alejando mi boca de él.

- Si. - Un siseo ferviente disparó mi deseo.

Tiré su cabeza hacia abajo de nuevo, tensándome toda con la expectación cuando él llegó dentro de mis jeans, con su otro brazo me seguía sosteniendo. Entonces arrancó un gemido de mi garganta con sus dedos buscando todos los lugares me hacían quemar. Me arqueé contra él, jadeos se extendían entre nuestros besos, alcanzando a agarrar la carne voluptuosamente dura debajo de su cremallera. Desbordando mi mano, demasiado grueso para cerrar mis dedos alrededor, pulsando con su poder y la sangre de Inuyasha dirigía allí. Frotándome en él a tiempo, al mismo ritmo de los golpes que él usaba, su boca absorbía mis súplicas sin palabras. Ese dulce dolor interno se volvió más intenso con cada movimiento que penetraba con sus dedos. Lo quería dentro de mí, pero entre más abría mis piernas, más alto se movían mis jeans.

- Te necesito ahora, Gatita - gruñó, mordiéndome mi labio inferior y succionando gotas de sangre que sus colmillos sacaron.

Luego se pasó la lengua por sus colmillos antes de cerrar su boca sobre la mía, sazonando nuestro beso con la ambrosía de su sangre. En un movimiento suave, Inuyasha me dio la vuelta. Su brazo lo cruzó entre mi pecho para sostener la parte superior de mi cuerpo, y enganchó los pies en mis tobillos para evitar que mis piernas colgara. Luego él cepilló mi pelo salvajemente volviendo a besar mi cuello, con su mano libre tiró mis jeans y bragas bajándolas a mis muslos. La ráfaga de aire frío en mis partes sensibles fue olvidada cuando sentí la exploración de una dura carne detrás de mí. Inuyasha se inclinó, guiando su gruesa longitud, alcanzando mi centro. Di un grito ahogado, arqueando la espalda contra él, maldiciendo mentalmente la tela agrupada alrededor de mis piernas que me impedían abrirme más a él. Su boca se cerró sobre el punto de mi cuello donde locamente saltaría mi pulso, si todavía tuviera uno. Me meció nuevamente, tratando de encerrarse dentro de mí, levantando la frustración y el éxtasis cuando sólo se burlaba de mí con la cabeza de su polla.

- Abre tus ojos - me instó, las palabras vibraban contra mi cuello.

No sabía cómo supo que los tenía cerrados, estaba mirando a otro lado, pero los abrí como me pidió. Entre los azotes de mi pelo rojo, vi los inmersos campos de maíz por debajo de nosotros, más oscuros y menos diferentes desde nuestra altura, pero balanceándose sensiblemente con la brisa. Eran más impresionante visto desde arriba porque la distancia esconde las hojas secas y tallos agrietados, haciéndolos kilómetros de mar ondulante y dorado. Al ver ese suave balanceo del campo me llenó de paz de una manera que no había sentido en mucho tiempo. Mis raíces venían del campo, no de la selva de concreto o asfalto, y aquí, no había fantasmas persiguiéndonos, literal o metafóricamente.

El puro esplendor de la vista hizo que mi pecho se apretará y lágrimas picaran mis ojos. Toda la oscuridad últimamente me hizo fácil olvidar que el mundo tenía más que personas que tratan de herir a otras personas. Había belleza también, si sabías dónde mirar y… recordabas abrir tus ojos. La boca de Inuyasha siguió acariciando mi cuello, haciéndome temblar con un anhelo apasionado y conmovedor. Podía sentir más su hambre, la dura longitud de carne apretándose íntimamente contra mí. Su aura me rodeaba, pasión y necesidad una combinación que quemaba mis sentidos, pero él esperó a tomarme hasta que vi algo que él sabía, de alguna manera, podía curar una parte de mí que no sabía que estaba rota.

No había palabras para describir lo que él significaba para mí, pero si estudiaba cada idioma que alguna vez se hablara en los próximos mil años, todavía no encontraría suficientes para describirlo. Me agaché, juntando las manos a su alrededor y apretándolo, deseando que él aún pudiera leer mi mente entonces sabría siquiera una parte de lo que no podía poner en frases. Sus labios se movieron contra mi garganta en lo que parecía una sonrisa.

- Te amo, Gatita - murmuró.

Estaba a punto de responder con lo mismo, pero sólo un jadeo salió, porque hundió sus colmillos en mi cuello mientras empujaba profundamente al mismo tiempo. El doble impacto encendió mis sentidos, tornando mis terminaciones nerviosas en llamas. El agarre que tenía con sus manos se apretó, más ruidos irregulares se me escapaban mientras él iba hacia atrás muy, muy lentamente… y luego impulsándose hacia adelante suficientemente fuerte para arrancarme un grito.

El calor corporal de un vampiro no aumenta, y el aire frío que nos rodeaba probablemente significaba que había calado una temperatura aún menor; sin embargo, me sentía cada vez más cálida. Otra retirada tentadoramente lenta construyó esa sensación de calor, y cuando fue seguido por un golpe rápido, empujado profundo, me sentí como mi piel empezaba a despertar. El material alrededor de mis muslos las mantenía juntas, pero eso significaba que podía sujetarme a él con firmeza, y así lo hice. El oleaje de placer extra por encima de mis emociones me dejó saber lo mucho que le gustó eso, así que lo seguí haciendo, apretándole con cada músculo que tenía cuando su cuerpo se deslizó dolorosamente pulgada por pulgada sin prisas.

- No te detengas - gruñó.

Traté de mantener los ojos abiertos, para ver el lienzo impresionante que se alzaba por encima, pero el éxtasis de la montura seguía tratando de cerrarlos. Creció, basándose en el más mínimo movimiento de su cuerpo, así como los empujes feroces y entusiastas, hasta que mi cuerpo se estremeció por la intensidad. Sus brazos eran como bandas de acero a mi alrededor, moldeándome a él lo suficientemente fuerte para magullarme, pero quería que él me sostuviera más cerca aún. Cada desliz de sus colmillos en mi cuello parecía enviar más calor a través de mí, cada envestida enrollaba placer duro en mis entrañas. No quería que se detuviera, tampoco.

Necesitaba sentir su carne se fundiéndose con la mía, traté de retenerlo allí con todos los agarres de mis muslos y músculos internos. Sus gemidos me inflaban, pero eso no era nada en comparación con su aura rastrillando a través de mí, fusionando sus sentimientos con míos. A través de eso, sabía exactamente cuándo se movería más rápido. Cuando dejar ir sus manos y el agarré sus caderas para mantenerlo cerca de mí, entonces no sabía excepto el éxtasis demoledor cuando perdió el control y me llevó al límite con él.

Por unos instantes después, no me pude mover. Sólo podía aferrarme a él, saboreando cada último temblor de su clímax y las ondas continuas, hormigueando con la mía. Finalmente, mis parpados se abrieron. En algún momento, debí de haber cerrado los ojos de nuevo. Ya no estábamos oscilando en los campos de maíz dorados, sino en un mosaico de caminos, afortunadamente muy alto para que el alumbrado público presentara cualquier peligro de colisión —o una embarazosa iluminación.

- ¿Sabes dónde estamos? - Murmuré, pasando mi mano por su cabello.

- No tengo idea. - Volvió su cabeza, acariciándome a través del material de mi manga.

- Podrías se un pobre navegador, pero eres mucho peor como piloto. - Mi risa era entrecortada desde un resplandor.

Su sonrisa se mezclaba con la mía. El estruendo furioso de un cuervo a la deriva de nosotros nos recordó del mundo real a la espera de invadir, pero cerré mis ojos y apoyé la cabeza contra él. El mundo real podría esperar unos minutos más.

El 26 de octubre, menos de cuatro horas después de que Inuyasha y yo le diéramos los toques finales a la nueva trampa de piedra caliza/cuarzo/moissanite, mi celular sonó por la llegada de un mensaje de texto. Estaba en la ducha, enjuagando la espuma de mi pelo, tratando de ignorar cómo el agua parecía ser cada día más gélida. El no tener electricidad significaba no tener agua caliente. Si el tubo de escape de monóxido de carbono no matara a Tyler, habría puesto un generador en la casa sólo para ser capaz de tomar una ducha caliente de nuevo.

Continué enjuagándome el cabello, sin apresurarme a leer el texto porque coincidía con la hora en que Denise enviaba actualizaciones diarias, haciéndome saber que todo estaba bien de su lado. Si fuera urgente, no habría mandado un mensaje de texto. Para conservar la batería de mi teléfono, no conversábamos verbalmente, y para ser sincera, era más fácil responder con un mensaje "nada nuevo" que admitir en voz alta que todavía no habíamos encontrado a la última mujer. Todos estábamos pendientes a la cuenta atrás en el calendario con un temor cada vez mayor.

Kramer no se había presentado mucho en la última semana. Saber que probablemente estaba dividiendo su tiempo entre preparar a su cómplice para secuestrar a la mujer e intensificar el tormento para ella era suficiente para hacerme sentir que tenía un caso permanente de náuseas. A menos que la encontráramos, a esa mujer le quedaban poco más de cien horas de vida.

Estábamos sólo Inuyasha y yo en la casa ahora mismo. Koga, Tyler, y mi mamá estaban en el centro comercial Southern Hills. Koga rondaba en busca de su propia versión de comida, y mi madre vigilaba a Tyler en caso de que Kramer se tropezara con ellos. Esperaba que pronto, mi madre siguiera el ejemplo de Koga y variara su dieta. Casi me preguntaba si eso era por qué insistía en salir con tanta frecuencia y llevarlos, aunque tal vez era sólo un caso de aburrimiento combinado con claustrofobia.

Cuando salí de la ducha y me sequé con unas cuantas pasadas rápidas y eficientes, tomé mi celular de la encimera y leí el texto. Mi primer pensamiento fue que era un galimatías. Letras, símbolos y números estaban juntos, sin espacios, algunos se repetían, otros no. Quizás Denise llevaba su teléfono en su bolso o el bolsillo de su pantalón y marcó mi número por error, me había pasado por accidente antes. Pero esto no era del teléfono de Denise. Era del número de Elisabeth. Miré más de cerca el mensaje.

6THST5360# (SC5360WEST^THSC5360WEST6THSTSC

Me tomó otros dos intentos antes de entender el patrón. "Cincuenta y tres, sesenta West Sixth Street, Sioux City," parecía. Luego más fuerte, la emoción corrió por mis venas como un rayo. "Cincuenta y tres, sesenta West Sixth Street, Sioux City. ¡Mierda, lo hizo! ¡Elisabeth la encontró!" ¿Pero por qué su mensaje era semejante desastre? Cuando Elisabeth me envió un mensaje con la dirección de Francine semanas atrás, había sido ordenado y claro. Esto parecía como si hubiera estado tratando de escribirlo mientras hacía malabares al mismo tiempo. ¿Qué le haría enviar un mensaje tan confuso, con el que se arriesgaba a la posibilidad de que no lo entendiera? En el momento que Inuyasha entró en la habitación, lo había descubierto, y encontré su mirada con una mezcla de esperanza y severidad.

- Elisabeth la encontró. Y parece que envió un mensaje con la dirección de la mujer mientras trataba de luchar contra Kramer, así que Kramer sabe que la encontró, lo que significa que también sabe que vamos a estar en camino. - repetí.

Incluso con la ruta aérea directa que tomaríamos, eran unos buenos veinte minutos hasta que llegamos a Prospect Hill, el barrio en Sioux City, de donde era la dirección. Inuyasha podía volar más rápido, pero yo no podía, y si él quemaba su poder llevándonos a los dos más rápido, eso significaría que estaría funcionando con menos reservas cuando fuera hora de hacer nuestra salida rápida. Ya habíamos tenido que gastar energía en asegurarnos de que estábamos lo suficientemente alto para evitar ser descubiertos por los viajeros después del trabajo, en la hora pico del tráfico. No estaría completamente oscuro hasta dentro de otra hora, pero a pesar de la cercana noche aún había luz suficiente para elevar nuestro perfil, esperar no era una opción.

Pareció pasar una eternidad antes de que viéramos el monumento blanco que marcaba el área de Prospect Hill. Al ver el panorama general antes en MapQuest nos dio una idea de en qué área debíamos aterrizar, pero, obviamente, la gente no tenía los números de sus casas convenientemente puestos en sus techos. Inuyasha nos llevó por encima de donde pensábamos que estaba su calle y bajamos en línea recta, aterrizando en medio de unos setos altos. La tierra se estremeció, y nuestros pies se enterraron hasta los tobillos en la tierra por el impacto mucho más fuerte de lo habitual. De inmediato me agaché a una posición de rodillas, ayudando a distribuir parte de la fuerza.

Todavía dolía como el infierno, pero con la zona siendo fronteriza con el centro de la ciudad y un montón de gente yendo de compras, buscando la cena, o sólo paseando, no podíamos darnos el lujo de deslizarnos hacia un aterrizaje fácil y ser vistos. Con casi todos los teléfonos celulares con capacidad de grabación, estaríamos en las noticias e Internet antes de que pudieras decir seguridad sobrenatural comprometida. Entonces no sólo estaríamos en mierda hasta el cuello con los Guardianes de Ley de los vampiros, sino que Madigan, con su software de reconocimiento facial programado para encontrar mi imagen, también sabría exactamente donde estábamos.

- ¿Está bien, cariño? - Preguntó Inuyasha, sacudiéndose cualquier lesión equivalente a dejarse caer como una bola de boliche desde mil quinientos metros más rápido de lo que yo podría.

- Bien - logré decir con los dientes apretados, haciendo una mueca por el dolor que corrió por mi espalda cuando me puse de pie.

Podría haber salvado mis piernas al ponerme de rodillas, pero mi ángulo debe de haber estado mal, porque oí varias cosas hacer pop en mi columna al ponerme de pie. Un hormigueo agudo más tarde, y el dolor había desaparecido. Nada vencía ser un vampiro cuando se trata de habilidades de curación. Inuyasha sacó algo de salvia de los bolsillos y la encendió. Yo hice lo mismo, cuidando de no dejar que ninguno de los bordes quemados cayera al suelo. Había hojas secas y arrugadas en todas partes, y un incendio sería una buena forma de llamar mucha atención no deseada sobre nosotros.

Salimos de los setos y empezamos a caminar hacia la intersección más cercana, como si fuéramos una pareja normal, dando un paseo. Por los murmullos que alcancé a escuchar, la gente más cercana al lugar donde habíamos aterrizado se preguntaba por el ruido y la vibración momentánea que habían sentido, pero afortunadamente no habían conectado esas cosas con dos personas cayendo del cielo. Con la rapidez que habíamos descendido, no habríamos sido nada más que un breve manchón incluso para alguien que hubiese estado mirando directamente al lugar.

- Esa es Cook Street - Inuyasha dijo en voz baja, asintiendo con la cabeza al letrero de la calle frente a nosotros.

- Sixth debería ser… - Su voz se apagó, tensión sonando en su aura, como alarmas de incendio invisibles.

Seguí la dirección de su mirada, el temor arrastrándose por mi columna vertebral. Un hombre vestido de túnica flotaba en medio de la calle, su pelo blanco inmóvil en la brisa. Los coches pasaban a través de él, los conductores sin saber que acababan de entrar en contacto con uno de los asesinos en serie más prolíficos de la historia. Y a pesar de que estaba demasiado lejos para ver sus ojos, sabía que el Inquisidor estaba mirando hacia nosotros. Nuestra llegada al vecindario no había pasado desapercibida por todos.

- Inuyasha, le atraeré lejos. Tú ve por ella, y luego reúnete conmigo. - dije en voz baja.

- No voy a dejarte. - Sus labios apenas se movieron, pero aún pude oír su respuesta baja. Sólo pasaron unos segundos antes de que Kramer atacara. El fantasma ya se estaba acercándose a nosotros, y sabía que no era para darnos la mano, y decir, '¡Hola, vecinos!'

- Eres un hombre, no lo suficientemente tentador para él. Pero eres más fuerte y rápido que yo, así que eres la mejor opción para esa mujer si todavía está viva. Ahora, deja de discutir y ve. - le susurré rápidamente.

Y diciendo eso, entregué mi salvia a Inuyasha y corrí directamente hacia Kramer, asegurándome de mover mis brazos para que él viera que ya no llevaba nada de ese lanzallamas fantasmal. Detrás de mí, Inuyasha murmuró una maldición, pero no me di la vuelta. Estaba en lo cierto, y él lo sabía. Puede que no le gustara, pero eso no cambiaba la realidad. Ahora, tenía que conseguir que Kramer viniera tras de mí en vez de proteger a su último objetivo. A menos que la hubiese matado ya, lo qué pasó con Francine le debería haber demostrado que no podía detenernos de ir por ella. Esperaba que hubiera decidido dar rienda suelta a algunas de sus frustraciones en mí, en vez de pasar esos últimos momentos con ella.

- ¡Hey, Gasparín el Fantasma Feo! ¡Apuesto a que puedo golpear esa mandíbula sin afeitar antes de que me puedas coger! - Grité cuando Kramer parecía más centrado en lo que estaba haciendo Inuyasha que en mí cerniéndome sobre él.

Eso volvió las cabezas de las otras personas en la acera, pero mi atención estaba enteramente en la figura borrosa en la túnica monacal. Ahora estaba lo suficientemente cerca para ver las ventanas de la nariz de Kramer llamear al recordarle los dos golpes que le había dado durante los breves momentos que había sido sólido. Sin embargo, echó un vistazo detrás de mí otra vez, como si aún estuviera decidiendo a quién atacar. ¡Toma la carnada! Le insté, y luego me lancé para cubrir los últimos metros entre nosotros.

- ¡Aquí viene la perra cachetada número tres! - Anuncié, balanceando mi mano a través de su mandíbula.

No era sólido, así que mi puño lo atravesó sin causar daños, pero ya sea el gesto o las palabras le hicieron tomar una decisión. Kramer escupió una maldición y se volvió hacia mí, su propio brazo disparado. Me agaché, pero no lo suficientemente rápido. El dolor atravesó el costado de mi cabeza, la energía que se las arregló para utilizar sintiéndose mucho más fuerte de lo que lo haría un golpe de carne sólida. Me estabilicé antes de salir disparada hacia la ventana frontal de una tienda, chocando con el muro en su lugar. Al menos sólo desprendí un poco de yeso en lugar de cristales rotos. Entonces me di la vuelta para hacer frente al fantasma.

- Eso fue patético. Ni siquiera necesito la salvia para luchar contigo. Eres lo suficientemente debilucho. - le espeté.

Su rostro se desencajó de rabia, y un torrente de alemán surgió de su boca. Lo tomé como mi señal para salir corriendo, lanzándome a través de la multitud de personas metidas en sus asuntos en esta hermosa tarde de otoño. Había llegado hasta un bar de deportes al aire libre cuando sentí como si una bola de demolición se estrellara contra mi espalda. Me envió volando hacia adelante, totalmente fuera de balance. Me las arreglé para girar lo suficiente y evitar a la familia con niños pequeños y en su lugar me estrellé en una mesa con varios jóvenes sobre jarras de cerveza y alitas de pollo. La mesa se rompió bajo mi impacto, líquido espumoso, copas, y piezas de pollo naranjas salpicaron sobre mí. Los cuatro hombres que habían estado sentados alrededor me miraron con incredulidad, dos de ellos todavía sosteniendo alitas de pollo en sus manos.

- ¿Cuál es tu problema? - Uno de ellos abrió la boca.

No podían ver que un fantasma me había lanzado hacia ellos, ¿Pero realmente pensaban que acababa zambullirme como un cisne en su mesa por aburrimiento? Desde mi privilegiado punto de vista en el suelo, podía ver a Kramer acercarse, su forma desapareciendo cada vez que tenía que lanzar algo a través de alguien en su camino. Eché un vistazo atrás al cuarteto de jóvenes, tratando desesperadamente de pensar en algo que les haría a ellos y a los otros clientes huir antes de que el fantasma llegara aquí.

- Estoy con mi período y desesperada por atención. Así que, si quieren vivir, ¡Váyanse lo más lejos posible de mí! - improvisé, recordando los pensamientos burlones de Graham ese día en mi vieja casa.

Con eso, empujé los restos de la mesa hacia ellos, haciéndolo lo suficientemente lento para que pudieran evitarlos. Saltaron lejos de su camino y comenzaron a retroceder. Afortunadamente, no fueron los únicos. El área de asientos al aire libre rápidamente comenzó a despejarse de personas.

- Perra loca - oí, pero mi atención estaba completamente en el fantasma. Estaba sólo a unos cuatro metros de distancia ahora, su boca abierta en un gruñido. Necesitaba llevarlo lejos de estas personas antes de que decidiera empezar a matar a algunos sólo por diversión.

- ¡Ven por mí, pene flácido! Sé que todo ese rollo de que las brujas privaban a los hombres de sus miembros viriles era tu excusa para no ser capaz de levantarlo a menos de que pudieras… - Grité, saltando sobre el muro.

Una sección de tiendas con menos gente estaba en el otro lado, coches aparcados llenaban las calles, pero sus propietarios estaban en su mayoría en otra parte. No miré hacia atrás para ver si Kramer había mordido el anzuelo, pero continué con mi torrente de insultos mientras corría a toda máquina. Algo se estrelló contra mi espalda, enviando una explosión de dolor a través de mí. También me echó fuera de balance de nuevo. Terminé derrapada en la acera, mi cara primero, mi velocidad llevándome varios metros antes de lo que sea había hecho a mi espalda sanara lo suficiente para que pudiera ponerme de pie de nuevo. Tan pronto como lo hice, un mazo invisible golpeó mi estómago, poniéndome de nuevo de rodillas.

Alguien gritó. No pude ver quien porque mi visión era borrosa y roja. Escupí sangre, repugnantes crujidos sonando con ese ligero movimiento de mandíbula. Mi cara ardía como si le hubiesen prendido fuego, pero me levanté de nuevo, preparándome para el golpe que sabía que vendría. Aléjate de la gente, lejos de la gente, me repetía a mí misma. No importaba lo que me hiciera a mí, me curaría. Ellos no lo harían.

Avancé unos metros, apenas veía dónde iba, porque, aunque podía sentir mi cara curándose, todavía tenía sangre en los ojos. Entonces oí un siniestro boom metálico y dolor al rojo vivo explotó en todo mi cuerpo. Luces brillaban en mi visión y mis oídos resonaron con el sonido del crujir de metal y cristales rotos. Ahora sí que no podía ver, pero el olor a la gasolina y el enorme peso presionando sobre mí me dejó diagnosticar lo que había sucedido.

¡El maldito fantasma había volcado un coche sobre mí!

No tuve tiempo para sorprenderme por lo fuerte que la proximidad de Halloween hacía a Kramer, porque el olor acre me advirtió que tenía que irme ahora. El fantasma estaba probablemente ocupado tratando de conseguir un encendedor o hacer un montón de chispas para encender todo ese líquido inflamable contenido en el tanque de combustible encima de mí. Un coche había explotado junto a mí una vez antes, y casi me mata. ¿Quedar atrapada debajo de uno cuando explotara? Estaría más que muerta, sin duda. Tensé cada músculo de mi cuerpo, haciendo caso omiso de las llamaradas de dolor que eran múltiples fracturas de huesos tratando de volver a unirse, y lo arrojé con todas mis fuerzas. Agonía pasó por mí, dejándome momentáneamente mareada, pero el peso se alejó todo los que mis brazos y piernas podían estirarse. Otro abrasador y doloroso tirón, y me deslicé debajo de él, dejándolo caer hacia un lado con un estruendo una vez que me alejé.

Varios parpadeos después, y pude ver lo suficiente como para estar consternada por el grupo de personas reunidas cerca, cada una de ellas mostrando diferentes grados de shock. Sin embargo, no vi ningún teléfono capturando imágenes, por lo que tuve que estar agradecida. Entonces vi a alguien mirándome. Kramer flotaba en el espacio vacío a lo largo del camino, donde había estado aparcado el coche, su mirada roja fija en mí con implacable intensidad.

No sabía por qué no estaba acercándose para otro disparo de energía quiebra-huesos, pero maldita si sólo me quedaba aquí y posaba para él hasta que lo hiciera. Me volví, dirigiéndome a la dirección menos poblada de la calle, y me eché a correr. Más huesos crujían, y mi piel se sentía como si me hubiera metido en un hormiguero antes de que terminara de curarme, pero no dejé de correr, esperando la siguiente explosión de dolor que señalaría que Kramer me estaba alcanzando.

Escuché un zum, y entonces algo duro presionó mi estómago. Mi reacción defensiva instantánea se detuvo cuando reconocí la inundación de energía a mí alrededor, crepitando el aire con corrientes ocultas. La tierra dejó mis pies mientras era llevada hacia arriba, con un brazo fuerte alrededor de mi cintura, y el otro cerrado en torno a alguien gritando en una aguda voz femenina. Ese grito era la música más dulce que había oído, porque significaba que Inuyasha había llegado a la última víctima de Kramer a tiempo para salvarla.

Continuara…