Enemigo en casa

Una vez que estuvimos lo suficiente lejos como para saber que Kramer no nos había seguido, Inuyasha le escribió a Miroku y le dijo que nos encontrara en War Eagle Park donde la I-29 estaba cerca del Río Missouri. Había pasado casi una hora desde que dejamos atrozmente furioso a Kramer, pero aún no podíamos tomar el riesgo de llevar a la mujer directamente a Miroku y darle al fantasma la mínima posibilidad de seguirla a ella a través de mí.

Su nombre era Sarah, y ella aún no se había calmado mucho desde que Inuyasha se la llevó de su casa, no que pudiese culparla. Si volar no hubiese sido suficiente para asustarla, solo se necesitaban cinco minutos de conversación con ella para darse cuenta de que Kramer había atormentado a Sarah hasta llegar al borde de la locura. Con Francine y Lisa fuera de su alcance, él claramente no había perdido ningún tiempo con ella, tal como había pensado que lo haría. Los pensamientos de Sarah eran una mezcla de ruido blanco, terror y repeticiones de las mismas estupideces que Kramer me había dicho acerca de que las brujas no sufren lo suficiente en vida y sobre él siendo imparable. Inuyasha y yo le dijimos que podría confiar en nosotros, asegurándonos que nuestros ojos se iluminaran mientras lo decíamos, pero ella pareció obviar nuestro punto de permanecer calmada bajo nuestra mirada.

Algunas personas, por razones de anomalías genéticas, o voluntad, necesitaban ser mordidos antes de que el control mental de un yokai funcionase, pero no me podía imaginar morderla después de todo lo que le había sucedido. Ella no intentó huir, por lo que quizás algo de lo que le dijimos estaba surtiendo efecto aun cuando la pobre mujer brincaba ante cada ruido, mirando alrededor como si esperara que Kramer apareciera y continuase con el abuso. Solo podía esperar que en unos pocos días estando alrededor de Francine y Lisa traerían a Sarah de lo que parecía cerca de un colapso mental.

Por supuesto, lo que realmente ayudaría a Sarah y las otras mujeres sería que nosotros encontráramos la manera de meter a su atormentador en la trampa de piedra-y-minerales. Luego ellas podrían tener todo el tiempo que necesiten para sanar el daño emocional que él les ha ocasionado. La rabia ardió dentro de mí. La mayoría de los asesinos con los que me he encontrado, mientras aún me parecía asqueroso en cada hebra de mi cuerpo, solo buscaron destruir el cuerpo de las personas, pero eso no era suficiente para Kramer. Él tenía que jugar con sus mentes, corazones, y su espíritu también.

Miroku descendió de la oscuridad, y Sarah se echó hacia atrás, la esencia del miedo saliendo a través de sus poros. Supuse que ver a otra persona aparecerse saliendo del cielo era mucho para ella en este momento. La sujeté amablemente, murmurándole que él era un amigo, y que ella estaría a salvo con él. Solo cuando le dije que él la llevaría hasta Francine y Lisa ella se calmó lo suficiente para dejar de intentar huir. Le había contado acerca de las otras dos mujeres que Kramer había torturado, y como ellas estaban a salvo. Las palabras eran bonitas, pero viendo ella misma era mejor prueba para su herida psique que Kramer no era el todopoderoso que él le había hecho creer que cualquier palabra que yo le pudiese decir.

Inuyasha caminó hacia su amigo dando una mirada de lastima hacia ella, llevando a Miroku hacia el otro lado para advertirle sobre su débil estado mental, asumí. Después de un minuto de murmullos, ellos regresaron. El otro yokai le entregó un paquete a ella que agradecidamente reconocí era un abrigo. Inuyasha y yo nos habíamos marchado a salvarla tan rápidamente que nosotros no tomamos nuestros propios abrigos, mucho menos tomar uno extra para ella.

- Sarah este es uno de mis mejores amigos, Miroku. Él cuidará excelentemente de ti. - dijo Inuyasha, llamándole por el nombre que él había escogido en vez del que él normalmente utiliza.

- ¿Él? ¿No vienen ustedes también? - Ella tomó el abrigo, pero luego se acercó a mí.

Su oscura mirada topacio estaba suplicando, fragmentados pensamientos revelando que ella no quería irse sin mí. Podría ser porque yo era otra mujer, y eso le hacía sentir más segura, o porque Miroku parecía imponente con su gran altura y su abrigo negro cubriéndole. Nuestra proximidad al río hacía que su cabello a la altura del hombro se moviese dramáticamente alrededor de su rostro, añadiendo aún más el efecto imponente, pero además le hacía lucir de confianza. Miroku además inspiraba un profundo sentido de caballerosidad.

- No puedo ir ahora, pero te veré pronto," le prometí a ella, intercambiando miradas con Inuyasha. Muy pronto, considerando que le daríamos la trampa a Miroku en los próximos días, luego esperaríamos que mi propia señal llevara a Kramer hasta nosotros.

Esperaba que Sarah no descubriese eso. Si no ella estaría súper, súper nerviosa. O quizás tuviésemos suerte, y ella sabía quién era el cómplice. Dos de las tres mujeres habían encajado en el patrón de Kramer antes de que empezara a atacarlas a ellas, y estaba apostando a que Sarah no sería la excepción.

- ¿Sarah, has tenido algún gato recientemente, ¿no? ¿Uno que haya muerto? ¿Que haya pasado sin saber cómo ocurrió, o quién lo hizo? - le pregunté.

Sus pensamientos mostraban que estaba considerando la pregunta, haciéndose difícil escoger los pensamientos coherentes de su inestable estado. Atrapé palabras como "colgado" y "entrada forzada" lo que confirmaba mi creencia. Los gatos de Francine y Lisa habían sido colgados también, sus pequeños cuerpos dejados expuestos. Paso uno en el comienzo del reino atormentador de Kramer.

- ¿Sabes quién lo hizo? - presioné. Ella negó con la cabeza, haciéndose evidente que le incomodaba el tema tanto que Inuyasha me codeó.

- Déjala que se calme primero, Gatita. Ella estará dispuesta a responder preguntas cuando esté con Sango y las otras. - murmuró él.

Él estaba en lo correcto. Era muy pronto, y era una apuesta muy alta que supiese quien había matado a su gato. Le di a Sarah un rápido abrazo de despedida, recordándole a ella que todo esto acabaría pronto, y que estaría a salvo. Dios, permite que sea verdad, recé. Miroku estiró su brazo hacia Sarah como si le pidiera que bailara con él.

- Por favor, ven conmigo - le dijo.

- Él te llevará junto a las otras, y yo iré a verte pronto. - Ella me miró. Asentí, y forcé una sonrisa.

Con obvia renuencia, ella tomó el brazo de Miroku. Miroku hizo un último asentimiento hacia Inuyasha y yo, luego ascendió con Sarah y voló con ella con todo el estilo de Drácula que tanto odiaba el mismo Sesshomaru Tepesh. Un grito les siguió, haciéndose cada vez más débil, hasta que la voz de Sarah se perdió en la oscuridad.

- Llévame arriba, Scott. - Me volteé hacia Inuyasha con una ligera sonrisa.

- No me necesitas para eso. Tú puedes ir sola ahora. - Su bufido estuvo suavizado con una sonrisa.

- Lo sé. Pero preferiría volar así. - le dije, colocando mis brazos alrededor de él.

- También yo lo prefiero, Gatita. - Sus brazos me rodearon, fuerte, duro, e infinitamente maravilloso.

Mucho más tarde, escuché el distintivo crujido de tablas en el porche lo que decía que alguien estaba afuera. Tenía que ser Kramer. Permanecí sentada en el suelo de la sala familiar con mi espalda pegada contra la pared y debatiendo si ignorarlo o no. Si me movía, Inuyasha podría despertarse, y él acababa de quedarse dormido. Era mi turno de asegurar que la salvia siguiese ardiendo mientras todos dormían. Kramer era conocido por aventar ramas o tablas a las jarras de salvia para hacerlas caer, tratando ya fuera de quemarnos o de extinguir el humo repelente. Ninguna de esas era una opción que quisiese explorar, de allí el porqué de los cambios.

Si era por Inuyasha, él hubiese dividido los turnos de vigilancia entre Koga y él mismo, pero eso no hubiese sido justo. Mi madre no podía evitar su debilidad tan pronto como el amanecer aparecía, pero yo podía quedarme despierta tanto como los hombres podían. Todos nosotros durmiendo en la habitación familiar, compartiendo los cuatro colchones que habíamos traído de las habitaciones. Podría no ser confortable —y tan seguro como el infierno que no era romántico—pero era seguro. Y si por alguna razón la persona que vigilaba se quedaba dormida y Kramer se las ingeniaba para pasar evadiendo la salvia, él no podría atacar al más vulnerable de nosotros sin despertarnos al resto. No por la forma en la dormíamos, agrupados unos cerca de otros.

Otro crujido de las tablas sonó en el exterior, pero esta vez, estuvo seguida de un susurro que no pudo discernir. Eso era inusual para Kramer. Él normalmente le gustaba llevarse todo a su paso maldiciendo tan fuertemente como pudiese gritar. El fantasma sabía cuándo nosotros dormíamos, también, por lo que él frecuentemente se presentaba al amanecer para garantizar ser un dolor en el trasero al máximo. ¿Pero susurros? Me hizo sentir lo suficiente curiosa para pararme. Podrían ser Fabián o Elisabeth, sin poder llegar adentro por la salvia y tratando de ser considerados para no despertar a nadie con un ruidoso saludo.

Me arrastré hasta la puerta, manteniéndome tan silenciosa como podía. No había necesidad de despertar a nadie para investigar solo un murmullo. Inuyasha se revolvió en la cama, pero sus ojos se mantuvieron cerrados. Mi madre estaba muerta para el mundo, los ronquidos de Tyler continuaron ininterrumpidamente, e Koga ni siquiera se movió. No pude evitar sacudir mi cabeza mientras lo miraba. Koga dormía como un bebe cada mañana –bueno, un bebé quien continuamente mantenía una mano en la parte baja de su pantalón. Supongo que sus delitos no molestaban a su consciencia lo suficiente para costarle un rato de buen sueño.

Cuidadosamente, aun tratando de no despertar a los otros, abrí la puerta. Para mi sorpresa, era Kramer flotando en el lado alejado del arruinado porche en lugar de Fabián o Elisabeth. El dejó caer una de las tablas cuando él me vio, saludándome con un casi un amistoso gesto. Sí, claro, yo iré sin tomar ninguna salvia antes, pensé. ¿Creía que por tirarme un carro había perdido mi cerebro? Le mostré el dedo, luego tomé dos de las más cercanas jarras de salvia, decidiendo ir unos pasos más allá de la puerta porque quería darles a los otros unos minutos más de sueño. Si Kramer mantenía su forma usual, él estaría maldiciendo y lanzando tablas a la casa dentro de poco tiempo.

El Inquisidor no respondió a la señal de mi dedo. Él simplemente esperó sin moverse ni conversando mientras caminaba sin hacer ningún ruido en los restos del desvencijado porche. Mantuve la puerta abierta, y, pensé que, si me aventuraba a salir de allí, me aseguraría de tener dos buenas estacadas.

- Qué sorpresa verte de nuevo - dije manteniendo mi voz baja. Esa mirada verde musgo me observó desde la cabeza a los pies, pero no en la sórdida forma en la que lo había hecho antes. Esta vez, era la mirada de un enemigo estudiando a su oponente en busca de una debilidad.

- ¿De verdad crees que, una simple mujer, puede vencerme? - Dejando de lado el insulto de género, esta era la primera vez que veía a Kramer tan racional.

El sonaba genuinamente pensativo y su voz era tan tranquila como la mía —una gran diferencia con su actitud normal, con sus cánticos de las-brujas-arderán. Podía responder su pregunta enumerándole todos los otros bastardos arrogantes que había eliminado a través de los años. O señalándole que ya había arruinado sus planes con Francine, Sarah y Lisa colocándolas fuera de su alcance, pero preferí que me subestimara. No te preocupes por pensar que sólo soy una mujer, gran malvado monstruo. Soy inofensiva.

- Hablar no tiene sentido. Nosotros sabemos quién derrotó a quien cuando todo acabé, y allí solo uno de nosotros estará de pie - repliqué.

Por el apenas audible chirrido, alguien más en la casa se había despertado y estaba yendo hacia la puerta. Antes de que él hubiese llegado, sabía que era Inuyasha por su aura. Inclusive susurros molestaban su ligero sueño. Kramer pareció no notarlo. Su atención no dejó de focalizarse en mí.

- Para ser mujer, eres fuerte. Moviste el auto a un lado sin mostrar ningún daño. - dijo el fantasma, aún en la misma tranquila forma. Realmente, me había dolido un infierno. Bajo otras circunstancias, podría haberme quedado debajo diciendo cosas como "¡Wow, wow, ooo!" mientras esperaba a sanar, pero no me podía dar el lujo en ese momento.

- No eres la primera persona que trata de matarme con un auto - fue lo que le dije, encogiéndome los hombros como si ninguna de las veces había sido de gran importancia. Podía sentir que Inuyasha estaba en la entrada, pero él no saldría, permaneciendo escondido para el fantasma en las sombras del marco de la puerta.

- Sabía que no te mataría. - Kramer sonrió, frío y calculador.

Interesante. Ahora que él lo mencionaba, él no había corrido alrededor tratando de encender el tanque de gasolina mientras estuve atrapada. ¿No se le ocurrió que podría hacer explotar el auto? ¿O estaba mintiendo sobre saber que el auto no me mataría? Lejos estaba yo de entender cómo funcionaba la mente de un maniaco.

- ¿Qué con tu tranquilo tono en lugar de tu usual furia? ¿Te has sentido solo porque Francine, Lisa y Sarah están fuera de tu alcance, ¿así que no tienes nadie con quien hablar? - pregunté, cambiando el tema. Por favor ya moléstate y dime quién es tu cómplice, le urgí silenciosamente. ¡Vamos, impresióname con cuánto tiempo pasas con quien sea que ese idiota es! Pero él no lo hizo.

- ¿Por qué arriesgar tanto por ellas? Ellas no son nada para ti. - Él me dio otra de esas contempladoras miradas.

- No, ellas no son nada para ti, pero ellas significan algo para mí porque están en problemas y yo puedo ayudarlas. Si solo arriesgo mi trasero por aquellos a los que amo, entonces no seré mejor que la mitad de los monstruos que he cazado. Aun los malvados se arriesgan a sí mismo por aquellos que aman. Solo porque escogieses mujeres que no conozco no significa que me voy a sentar a un lado y dejarlas morir. - le corregí.

- Aún crees que puedes pararme, Maldita, pero no puedes. No me temes, pero pronto lo harás. - Su sonrisa creció, mostrando esas parduzcas muelas en medio de gritos ahogados. No pude evitar pensar que era justicia poética que pudiese mantener esa asquerosa boca durante toda la eternidad, esperanzadoramente mientras estuviese encerrado en su trampa hecha en casa.

- No, no lo haré. No me drenarás ninguna de mis fortalezas porque conozco tu espectáculo, Inquisidor. Podrás ser más difícil de matar con tu falta cuerpo físico, pero no eres más aterrador que todos los otros imbéciles que ahora están muertos mientras yo aún estoy de pie. - repliqué bruscamente.

- Hasta Samhain - fue todo lo que dijo, luego se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos. Me quedé mirando al espacio hueco donde él había estado, una sonrisa creciendo en mi boca. Eso es lo que estoy esperando, cabrón.

El 30 de octubre, tan pronto como el velo de la noche descendió, Koga, Inuyasha y yo volamos lejos de la destrozada granja. Cada uno de nosotros llevando un objeto cubierto por una lona larga. Mi madre y Tyler se quedaron atrás, e irían a la casa de Miroku mañana en la tarde utilizando una vía más convencional de transporte: un taxi. De esa manera, en caso de que mis prestadas habilidades no funcionaran para guiar a Kramer, él podría seguirlos a ellos a la casa de Miroku. Ellos llevaban una gran cantidad de salvia consigo en caso de que el fantasma hiciese más que seguirlos, pero apostaba a que Kramer trataría de ser astuto y se quedaría sin ser visto. Después de todo, ellos no eran el objetico que él cuidadosamente había escogido. Francine, Lisa y Sarah eran esos objetivos que Kramer realmente quería, y nosotros queríamos estar seguros de que él encontraría una forma de llegar a ellas.

Una vez que tuviésemos todo en su lugar, por supuesto.

Por esa razón no volaríamos directamente a donde Miroku. Nosotros íbamos a un desvencijado edificio que había sido anteriormente una instalación para cloacas y drenaje en Ottumwa. Debajo del edificio, una serie de tuberías, túneles y alcantarillas llevaban al Río Des Moines. No era tan perfecto como nuestro primer lugar en las cuevas debajo del río –y olía muchísimo peor a pesar de que no había estado operativo por años—pero sería suficiente. Inuyasha había pedido a su cogobernante, Inuno, que comprara el edificio y las propiedades de los alrededores en las pasadas semanas usando una compañía falsa. No podíamos arriesgarnos a que alguien más quisiera derrumbar este sitio para colocar un nuevo negocio e interrumpiera lo que esperábamos era el sitio final donde los restos de Heinrich Kramer descansarían.

Ahora, nosotros tendríamos que cavar un hueco lo suficientemente profundo dentro de la alcantarilla para alcanzar una corriente de agua y asegurarnos que hubiese siempre agua fresca alrededor de donde queríamos colocar la trampa. Una semana completa nos había tomado al equipo de Chris, Inuyasha y yo colocar la trampa anterior. Nosotros teníamos exactamente cinco horas para instalar esta, y tendríamos que lidiar con los problemas que nos daría la excavación también. No quería calcular qué tan vagas eran nuestras posibilidades, tratando de enfocarme en cambio en cuán poderosos eran Inuyasha, Miroku e Koga. Yo daría todo de mí también, y nosotros terminaríamos si porque sí. De la única cosa de la que estaba segura es que no había tiempo para perder.

Aterrizamos en las afueras de las vacías instalaciones, y coloqué abajo mi pesada sección de la trampa tan pronto como mis pies tocaron el piso. Volando por una hora mientras llevaba ese bulto me hizo apreciar cómo sin esfuerzo Inuyasha me llevaba consigo cuando volábamos. Garantizado, yo pesaba menos que este pedazo de roca, pero él también había volado mientras me llevaba a mí y al menos otra persona, y él lo hacía parecer tan fácil mientras íbamos más y más lejos.

- Brillante aterrizaje. Estamos tratando de tener un bajo perfil, y aquí vienes tu y lo haces parecer como un si un meteorito golpeó esta tierra. - comentó Koga, mirando al gran hueco que había hecho en la tierra cuando aterricé.

- Tengo menos de dos años como no-muerta, y ya estoy volando. ¿Cuánto tiempo te tomó volar a ti, chico lindo? - Me había sentido orgullosa de mí misma por no hacer una demolición hasta el otro lado del edificio – ¡permanecer en el aire era por mucho más fácil que aterrizar! —por lo que altaneramente le miré a él.

- Te merecías eso, lobo pulgoso. - Inuyasha soltó una risotada ante la cara de indignación de Koga. Él no era nada si no competía.

- Suerte de sanguijuela - él replicó malhumoradamente.

- Darías todo por tener esa habilidad, sin mencionar que ella voló sola antes de ser yokai, y eso es un logro ganado por ella misma. - Él me atrapó en esa, pero Inuyasha se rió.

- Si han terminado la riña, quizás podríamos instalar esa trampa - una suave voz apareció fuera del edificio.

Miroku ya estaba aquí, bien. Miré a mi gran pedazo de roca y la entrada del edificio. Luego hice sonar mis dedos. Primero lo primero, y eso sería hacer una nueva puerta por donde pudiesen pasar las piezas. Solo esperaba que los túneles que llevaran a la alcantarilla fuesen lo suficiente amplios como para no necesitar tener que remodelarlos. Las cinco horas habían empezado su conteo regresivo.

Cuatro horas y veintidós minutos después, Koga miraba fijamente el armado de la trampa al final de la alcantarilla, agua chapoteando sobre la trampa que venía del hueco que habíamos hecho para alcanzar el Río Des Moines. Un respiro de risa escapó de él.

- Lo has hecho lucir como una gran caldera. Esto es increíblemente retorcido de ti, Parca Negra. - Limpié algo de la salobre agua fría que tenía en mi cara antes de responder.

Todos los demás esperando en el otro túnel, pero yo quería chequear el final de la trampa una vez más para asegurarme que estuviese fija. Si, llámenme paranoica. Si todo salía bien mañana, una vez Kramer estuviese en la trampa, podríamos hacer aún más por reforzar la entrada y cavaríamos dentro de la pared de la alcantarilla y la base de la trampa para estar extra-seguros de que el tiempo y la erosión no causarían problemas a la cárcel de Kramer; pero por ahora, parecía que aguantaría.

- Kramer está obsesionado con la brujería, por lo que quiero que se encuentre rodeado de algo familiar. Nunca se diga que no soy una sentimental. –

A pesar de las burlonas palabras y sintiéndome más exhausta de lo que alguna vez recordaba, yo también quería gritar de la alegría. ¡Lo habíamos logrado! La trampa estaba asegurada, el agua de río pasando por la mitad, con tiempo de más. No mucho tiempo, es verdad, pero no me iba a quejar. Pude haberle dado a Koga un rápido beso por lo duro y rápido que él había trabajado. Arrogante y detestable pervertido él era, pero demonios, él podía cumplir con una meta cuando se lo proponía. Jamás hubiese dudado de la fuerza y dedicación de Inuyasha o Miroku, pero Koga me sorprendió.

- Vayámonos antes de que tu espectro encuentre este lugar. Sango estará tan aliviada cuando escuche que hemos terminado. - dijo Miroku, desapareciendo a través del túnel. Su voz flotando detrás de él. Subí por la pared de la alcantarilla, aceptando la mano que Inuyasha me había ofrecido para recorrer los últimos metros.

- Trajiste un carro, ¿no? - le pregunté a Miroku, esperando que la respuesta fuese que sí.

- Por supuesto. Sabía que ninguno de nosotros tendría más energía para volar de regreso, y mañana necesitaremos todo lo que tenemos para enfrentarnos a Kramer. - contestó él.

- Vamos a manchar las cosas de Miroku, de nuevo. - Más cierto imposible. Luego miré que tan llenos de lodo y mojados estábamos y le di una compungida mirada a Inuyasha.

- Sin preocupaciones. Seguro es rentado. - Él sonrió ampliamente.

Miroku manejó, Koga iba de copiloto, y Inuyasha y yo tomamos el asiento trasero. Estaba tan contenta de acurrucarme contra él y solo cerrar mis ojos que no me importaba estar enlodada, mojada y con frío. Miroku encendió la calefacción, por lo que no pasó mucho antes de sentirme cálida. Después de pasar un par de semanas en una casa sin electricidad y con el aire de la noche golpeando las incontables destrozadas ventanas, la calefacción se sentía como el cielo para mí. De hecho, me relajé tanto que me dormí, porque lo siguiente que supe fue que el carro se había parado, y el paisaje de alrededor había cambiado completamente.

Estábamos en un angosto camino de tierra yendo hacia lo que parecía una linda, casa blanca y azul al final del camino. Campos de heno se extendían por acres a través de la propiedad, y una caballeriza vacía se veía en el lado derecho de la casa. Era sorprendentemente tranquilo, sin visibles vecinos y sin las ruidosas intrusiones de sus pensamientos llenando mi mente.

- Cristo, no - Miroku murmuró al mismo tiempo que me daba cuenta de que la completa ausencia de los pensamientos de otras personas era un mal, mal signo. Debería estar teniendo los de cuatro mentes que estaban en la casa. En cambio, solo había un ominoso silencio.

Miroku ni siquiera abrió la puerta del carro—él solo salió tan violentamente que fue arrancada del vehículo en movimiento. Luego él no fue más que un borroso movimiento hacia la casa. El resto de nosotros salió, pero no tan rápidamente, Koga empujó el carro hacia un estacionamiento. El terror me hizo sentir que la sangre de mis venas había sido reemplazada por agua helada. Corrí hacia la casa, negándome a lo que aparecía en mi cabeza. No Sango. Por favor, no. Ella era mi mejor amiga. Sería lo suficientemente malo que algo le ocurriese a Lisa, Sarah o Francine, pero no podría soportar si Sango estuviese… estuviese…

Miroku rajó la puerta frontal, desapareciendo dentro de la casa. Nosotros tres cerca de él. Afilados ladridos viniendo de arriba hicieron imposible detectar cualquier latido de corazón, y el sonido hizo a Inuyasha pausarse antes de entrar, deteniéndome bruscamente con él. Quizás Dexter estaba ladrando por el ruido de la puerta cuando Miroku entró.

O quizás era porque Kramer estaba aún dentro de la casa. ¿Se las había arreglado para aparecerse durante el día? Huellas de sangre mostraban que alguien había bajado las escaleras he ido hasta la puerta, y no olía como si hubiese salvia ardiendo. Sango era inmune a la mayoría de los tipos de muerte, pero Miroku siempre mantenía algún hueso de demonio en caso de alguno de los monstruos que la habían marcado aparecieran por venganza. ¿Tenía el cuchillo de hueso que era la única sustancia que podía haber matado a Sango y lo había usado contra ella? Oh, Dios. ¿Qué les había hecho Kramer a ellas?

- Ten algo de salvia ardiendo antes de seguirle. - Koga no esperó, pero entró a la casa bruscamente.

Arriba, Miroku gritó, un terrible sonido de profunda pena que hizo que casi mis rodillas cediesen. Las lágrimas me hicieron ver borroso, tomé un puñado de salvia empapado que mantenía en mis pantalones y la encendí, apurándome a entrar y subir las escaleras llevando mi paquete humeante. Por los sonidos y los olores, Inuyasha estaba reencendiendo las jarras en la casa, tratando de crear una barrera protectora a pesar de podría ser muy tarde.

No necesité seguir las pisadas de sangre para llegar a la primera habitación a la derecha. La voz ahogada de Miroku era un descorazonado faro. Entre a la habitación, la angustia recorriéndome cuando el primer signo de una concentración de sangre, huesos, y cosas que ni siquiera quería nombrar estaba en la pared del closet abierto. Koga estaba parado allí, Miroku al final de ese espeluznante montaje, acunando un empapado saco de sangre que no se movía. Dexter estaba en la esquina, gruñendo y ladrando mientras llenaba la alfombra con huellas de sus patas en color carmesí.

"Estoy bien," escuché a una voz femenina decir a pesar de los ladridos y las continuas repeticiones de Miroku del nombre de Sango.

- Déjala ir, Miroku. Probablemente le estás sujetando muy fuerte como para que respire. - Yo tragué el sollozo de alivio que amenazaba en mi garganta. Koga era más práctico, tirando de los hombros de Miroku.

Miroku le soltó un poco, revelando la parte superior de la mitad de mi amiga que no había visto, y me pasmé donde estaba de pie. Sango tenía tres huecos que destrozaban su sweater y parecían orificios de salidas de balas. Ella había sido disparada suficientes veces como para matar a cualquier persona normal por su acercamiento a su pecho, pero no lo suficiente como para matarla a ella. Ella debía haberse volteado he ido hacia su atacante. Siendo esa la razón por la que su asaltante luego fue por su cara. Por la pared, por sus facciones aun sin deformarse, y el pie de cerezas en la parte baja de su cabeza, él había vaciado su arma en ella.

El cómplice de alguna forma había encontrado este lugar y atacado cuando el resto de nosotros estábamos armando la trampa que confinaría a Kramer. ¿Cómo había logrado entrar? Me pregunté, aun en shock por la vista de Sango. Ella sabía que no debía dejar entrar a ningún hombre desconocido, y ella no era fácil de ser derrumbada, como la carnicería de la habitación lo demostraba. Inuyasha apareció, tomando nota de la rociada sangre del closet y la condición de Sango.

- No hay nadie más en la casa. No veo ningún signo de que Kramer esté aquí ahora… o estuviese antes. Ninguna de las jarras de salvia estaba rota o destrozada. Ellas apenas se han consumido, pero no ha sido hasta hace poco. - dijo él, confirmando lo que mis sentidos ya habían sospechado.

- ¿Puedes decirnos lo que paso, cariño? - Miroku peinó el enmarañado cabello de Sango, y miré estremeciéndome a lo que él sostenía en su mano.

Por la forma en que su mirada paseaba alrededor de la habitación, ella estaba teniendo problemas en enfocarse. Eso no impactaba, estaba sorprendida de que aun estuviese consciente. Ella debió haber sido disparada unas horas antes como para haber sanado hasta ahora, pero aun con su habilidad de sangre de demonio regenerativa, ella aún se las estaba viendo difícil. No estaba segura de que un demonio o un yokai hubiese sobrevivido a sus heridas, a pesar del hecho de que parecía como si estuviese a punto de irse a un lugar alegre, ella se las ingenió para murmurar una respuesta.

- Lisa y Francine… dormidas. Escuché… horrible sonido. Vine aquí… vi a Helsing… - Mi gato no estaba en la habitación en el momento, pero dos sólidos latidos se podían escuchar ahora que Dexter había parado de ladrar.

Helsing probablemente se estaba escondiendo debajo las escaleras. Las recientes apariciones de Kramer le habían enseñado al gato a protegerse a la primera aparición de ruidos fueres, por lo que disparos, le enviarían a correr. Sango se impulsó para señalar una carmesí marca con su mano y luego vagamente señaló la pared detrás de ella.

- Le puse afuera… del lazo… luego sentí los disparos. - ¿Lazo? Eso llamó mi atención hacia el cinturón colgando del closet, al final enganchado dentro de un círculo.

El resto de la ropa presionada a los lados, dejando ese único ítem en el medio, pero con los restos de sangre saliendo de la cabeza de Sango en la pared, no me había enfocado en eso en el primer momento. Inuyasha se puso en los alrededores de Miroku y Sango para tomar el cinturón, el musculo de su mandíbula flexibilizándose mientras él olfateaba.

- ¿Cómo entró él, Sango? - le pregunté, arrodillándome para poder mirarla a los ojos más de cerca.

- ¿Puedes decirnos cualquier cosa que nos ayude a encontrar quién es él? - Su mirada se perdió de nuevo, y ella parpadeó un par de veces, como si estuviese peleando por estar consciente. Fue Inuyasha quien habló, y su voz era más seca que las cenizas.

- No él Gatita. Ella. - Sango se las ingenió para asentir, mientras sus ojos daban vueltas.

- Sarah… Sarah me disparó. - ella murmuró justo antes de morir.

Continuara…