Ah bárbaro, como esta vez hubo comentarios dobles decidí dar un pequeñito adelanto de capitulo del domingo, ese día traeré otro más extenso, quizá el penúltimo, por cierto, de una vez aviso que, acabando este libro, uno pequeño que va intermedio entre este y el siguiente será publicado y bajo la temática de Halloween lo publicare en tres entregas 31 de octubre, 1 de noviembre y 2 de noviembre, así que preparen sus palomitas.

Trampa para un tramposo

Yo no quería creerlo, pero incluso con piezas de la cabeza no regeneradas por completo, no tuve dudas de declaración de Sango. La mujer que pensábamos que estábamos protegiendo de las malas intenciones de Kramer en realidad debe haber sido su cómplice en cambio.

- Voy a matar a la perra - gruñó Miroku, con la escarlata ardiente de sus ojos y colmillos que destellaban a partir de los dientes superiores, mientras acunaba a Sango, la herida de su cabeza curándose poco a poco, lo cual, gracias a dios, indicaba que no estaba muerta, ya que solo balas hechas de hueso de demonio podrían matarla.

- Limpia a Sango, Miroku. Ella ha tenido suficiente ya sin despertar cubierta de su propia sangre y cerebro de nuevo. - dijo Inuyasha. Por la furia turbulenta de que salía de su aura, Miroku tendría que tomar un número y ponerse en fila.

Miroku recogió a Sango, llevándola de la habitación al tiempo que murmuraba en voz baja sobre las diferentes maneras en las que iba a torturar y matar a Sarah. Yo estaba demasiado conmocionada para empezar a planear su muerte, pero sabía que mi propia furia asesina vendría pronto.

- Kramer odia a las mujeres, ¿por qué se habría asociado con una? - Me pregunté, tratando de entender las cosas a partir de ese bombazo.

- Fácil. Él sabe lo que va a hacer con ella una vez que cumpla su utilidad - respondió Inuyasha de inmediato.

Ella había sido útil de verdad, consiguiendo que sus enemigos la condujeran directo a Lisa y Francine. Eso explicaba porque Kramer había sido tan presumido la última vez que lo había visto. La culpa quemó su camino sobre mis emociones. Nosotros habíamos prometido a Lisa y Francine que los protegeríamos. Sin embargo, habíamos ayudado al coconspirador en sus asesinatos para orquestar el peor tipo de traición directamente bajo nuestras narices.

- ¿De dónde sacó el arma? - preguntó Koga.

- Guardamos tres de ellas aquí en previsión de que lo acompañara su cómplice en su ataque. - dijo Miroku contestando desde otra habitación de la casa.

- Mostramos a cada una de las mujeres donde estaban, como usarlas... supongo que Sarah ya sabía disparar, escoria sangrienta. - Ella debía haber forzado a Lisa y Francine a ir con ella a punta de pistola. Después lo que ellas la habrían visto hacer a Sango, no tenía duda de que las mujeres han estado demasiado asustadas para negarse.

- Ella no salió con Lisa y Francine a pie. ¿Tenías otro auto aquí? - Inuyasha me dio otra de esas miradas ilegibles antes de hablar.

- Sí. Lo dejé para Sango en el caso de una emergencia. - la amargura fue clara en la voz de Miroku a pesar de los sonidos de una ducha abriéndose.

Sarah utilizó el auto para alejar a Francine y a Lisa a otro lugar, probablemente metiéndolas en el maletero después de atarlas y de amordazarlas. Si ella quisiera realmente asegurar un paseo tranquilo, las habría golpeado en la cabeza y así noquearlas para el viaje. Apenas el pensar en ello hizo que quisiera golpear mi propia cabeza de la frustración. Por el aspecto de Sango, ellos habían estado ausentes durante horas, tiempo suficiente para estar lejos ahora mismo. Sarah probablemente puso su plan en acción poco después de que Miroku se fue para reunirse con nosotros en la instalación. Quizá había dejado algo que nos daría una pista sobre a donde las había llevado. Lo dudaba, pero estar solo de pie me estaba volviendo loca. Salí de la habitación y bajé las escaleras en ruinas, en busca de botes de basura. Por favor, Sarah sé tan estúpida como para haber anotado información incriminatoria sobre algo, y luego haberla arrojado a la basura.

- Me sorprende que no oyeras ninguno de sus planes en sus pensamientos, Bestia - oí a Koga decir.

- Eran dispersos, inestables, y con frecuencia incoherentes. Pensé que era debido al abuso de Kramer, no a intenciones malévolas. Créeme, lamento no haber prestado más atención. - fue la respuesta moderada de Inuyasha.

Yo también, pero el poco tiempo que había pasado con Sarah había sido en su mayoría, mientras volábamos. Esto la hizo gritar mental y verbalmente sin mucha coherencia. Entonces mientras esperábamos a Miroku, ella sólo mostró miedo a los yokais ―comprensible en un noventa y nueve por ciento de las veces en que las personas acababan de averiguar sobre su existencia ― y un deseo de encontrar a Lisa y Francine. Demonios, nosotros nos equivocamos sobre sus motivaciones detrás de esto.

La otra parte enfermiza de toda esta situación era la certeza de que, si Sarah era cómplice de Kramer, no su tercera víctima, esa mujer todavía estaba allí afuera. Como el recordatorio despiadado de como el tiempo se agotaba, pasé un reloj en mi camino a la cocina. Cinco minutos después de las tres de la mañana, haciéndolo oficialmente 31 de octubre. Halloween estaba sobre nosotros, y habíamos sido engañados por todas partes.

- Uno de nosotros debería sobrevolar la zona para ver si podemos encontrar el coche, mientras que los otros se quedan aquí buscando pistas. Alguien debería ir al apartamento de Elisabeth, también. Kramer podría haber dañado su teléfono después de que ella envió el último texto, y hay todavía una tercera víctima que debe ser encontrada. Tal vez Elisabeth haya notado otra mujer a quien Kramer haya estado dando vueltas… - declaré, dirigiéndome al cubo de la basura en la esquina.

- Sé quién es la tercera mujer - declaró Inuyasha.

- ¿En serio? ¿Cómo? ¿Quién es ella? - Esto me detuvo mientras estaba en proceso de sacar los desperdicios de alimento, papel, y paquetes del cubo de basura de cocina. Él bajó las escaleras, con una expresión congelada dentro de sus bellos y esculpidos planos inflexibles.

- Eres tú gatita. - Esa mirada dorada no vaciló a pesar de la algarabía de preguntas que lancé contra él.

- ¿Yo? No soy yo. ¿Por qué siquiera piensas…? - Espeté con incredulidad. Toda la actividad arriba hizo un alto en un silencio repentino.

- Eres la única que encaja. ¿En quién se ha obsesionado Kramer en estas últimas semanas? Tú. Él te siguió a todas partes, incluso antes de que supiera que tendíamos una trampa para él, siempre atacándote primero, excepto vez que yo te besé, y él trató de matarme por ello. El marco de tiempo de cuando toma a sus víctimas encaja porque te conoció justo cuando Francine y Lisa dijeron que comenzó a atormentarlas. Has sufrido tragedias recientes, como ellas. Has estado viviendo en el área de Sioux City. ¡Él incluso hizo que Sarah tratara de colgar a tu gato! ¿Por qué iba a hacer eso a menos que él considerara a Helsing tu familia como lo hizo con los gatos de Lisa y Francine? - me interrumpió.

- Él sabe que los animales pueden sentirlo," susurré, tambaleándome ante todos los puntos que Inuyasha había expuesto.

- Sarah no hizo nada para Dexter, ¿verdad? Se ajusta el perfil de Kramer a la perfección salvo por una cosa… no estás sola. Pero él tiene un plan para separarte de mí, y yo estoy diciendo ahora, que no voy a permitir que esto suceda. - señaló.

Me burlé para cubrir la comprensión que serpenteaba a través mí por todo el sentido que tenía lo que Inuyasha decía. ¿Qué fue lo primero que había hecho cuando me encontré con Kramer? Le dije que tenía la brujería en mis venas y azucé a un montón de Remants sobre él. Él me llamó bruja de ese día, entre otros nombres selectos, y había hablado sobre como yo me quemaría, pero yo había tomado esto como el discurso enfático sin sentido. Demasiado tarde, me di cuenta de que nada de lo que Kramer hizo era sin sentido. Estaba tan segura de que lo había golpeado porque él me subestimó. Parecía que había sido yo quien lo había subestimado.

- Kramer sabe que no puede separarnos - comencé, entonces la comprensión final me golpeó, haciéndome apretar mi mandíbula. No, a menos que piense que al estar con él a solas, podría salvar a Francine y Lisa.

- Así es querida, por lo que espero que no pasará mucho tiempo hasta que seas visitada por un fantasma. - La sonrisa de Inuyasha era más una mueca en sus labios.

Koga dejó la casa para hacer un sobrevuelo de las zonas circundantes por la remota posibilidad de que Sara fuera tan tonta como para estacionar el auto de Miroku donde pudiera ser visto. Miroku permaneció arriba con Sango, limpiándola y acelerando su curación dándole algo de su sangre. Por lo que pude oír, ella estaba durmiendo casi con normalidad ahora, su pulso ya no era débil o filiforme. Inuyasha estaba en la computadora portátil de Miroku, pirateando todas las cuentas de Sara que pudo encontrar para ver si poseía o alquilaba cualquier otra propiedad a la que podría haber llevado a Francine y Lisa.

Podíamos esperar que ella hubiera sido tan tonta, pero si estaba dirigida por Kramer, lo dudaba. El fantasma había resultado ser más que inteligente, y había tantos sitios vacíos, abandonados que ellos podrían usar sin dejar un rastro que condujera a Sarah, que sería un milagro si encontramos algo de esa manera. Encontré a Helsing escondido debajo del sofá de la sala, agazapado para caber en el estrecho espacio. Tuve que levantarlo para que se arrastrara fuera, y luego pasé varios minutos persuadiéndolo en mi regazo. Siseaba cuando mi mano rozaba su cuello para acariciarlo, ya fuera por los malos recuerdos o por los moretones. O ambas cosas. Dexter se quedó a mis pies, en busca de la tranquilidad de la cercanía, pero sin atreverse a saltar en el sofá en el que estaría cerca de las aplastadas las patas de Helsing.

Tyler y mi madre estaban en camino. Ya no había necesidad de esperar hasta más tarde. Inuyasha ajustó la puerta de entrada rota en su lugar, usando clavos para sostenerla ya que las bisagras sufrieron daños irreparables. Si alguien venía o se iba tendría que usar la puerta trasera. Quemó salvia suavemente en todas las habitaciones, evitando cualquier tipo de desplazamientos espectrales. Aun así, la presencia de Kramer parecía surgir en la casa, burlándosenos del olor a sangre que penetraba por la puerta cerrada del dormitorio donde Sango había sido disparada a los frascos de salvia que teníamos que seguir rellenando, volviendo a encenderlos. Cuando oí que el crujido de afuera no fue causado por el viento o los sonidos naturales de fauna, no me sorprendí. Bajé mi gatito de mi regazo, con cuidado de que no empujarlo, ya que debía sentir el dolor del trato brutal de Sarah, y me levanté. Inuyasha se mantuvo en el sofá, con el ordenador portátil delante de él, la energía fuertemente enrollada llameó por delante de sus escudos durante un momento.

- Mira si puedes recoger cualquier información útil, pero no te marches con él. - dijo él, clavando en mí una mirada dura.

Esta última parte lo dijo con un trasfondo de acero. Asentí con la cabeza, no discutiendo porque yo no tenía intención de ir a ninguna parte con el Inquisidor. Al menos, no todavía. Salí por la puerta trasera de la casa, dirigiéndome hacia el granero vacío donde había escuchado esos sonidos susurrantes. No había traído nada de salvia ardiente conmigo, pero yo no esperaba que Kramer hubiera venido aquí para atacarme. No, apostaba que él estaba aquí por dos razones: para regodearse, y hacerme una oferta que no creía que pudiera rechazar. Efectivamente, una figura vestida de túnica flotaba a un pie del suelo cerca de las puertas abiertas de la granja. Le tendí la mano para mostrar que estaban vacíos de salvia y me detuve a unos veinte metros de él.

- Me tocas, aunque sea una sola vez, y esta conversación se termina - fueron mis primeras palabras.

- ¿Por fin me temes, Hexe? - De la forma en que sus ojos brillaban, aquella declaración complació al Inquisidor.

- Estoy baja de paciencia. Así que nuestros juegos siempre son lo último en mi lista de cosas que quiero hacer. - contesté.

Él se acercó tanto que, si extendía su brazo, me tocaría, pero no retrocedí. Yo no bromeaba sobre mi advertencia. Si él ponía un dedo lleno de energía sobre mí, nuestra conversación se terminaba, y él podría rabiar mientras yo entraba en la casa llena de salvia.

- Mi sierva trajo a las demás a mí - dijo, claramente saboreando cada palabra. Aunque ni un músculo en mi tembló, la confirmación me golpeó como un puñetazo en el estómago. Francine, Lisa, lo siento.

- ¿Hiciste todo el camino hasta aquí para decirme algo que nos dimos cuenta después de ver el cerebro de mi amiga decorando la pared? Vamos Kramer, ni siquiera tú eres tan arrogante. - Mi risa solo estaba llena de desprecio.

- ¿Ya no te preocupas por sus vidas? - preguntó, entrecerrando los ojos rojos hacia mí.

- No hay nada más que pueda hacer por ellas ahora, ¿verdad? - Me encogí de hombros como si no hubiera adivinado lo que se avecinaba.

La misma brisa que levantó mi cabello por los hombros no hizo nada por el fantasma frente a mí. Ni una pulgada de barro salpicó la túnica de Kramer, y su pelo blanco siguió enmarcando aquella cara arrugada, angular como la paja blanqueada alrededor del viejo cuero.

- Tú todavía podrías salvarlas... sí me derrotas esta noche en batalla. - Y ahí estaba. Kramer sabía que tenía que ir a él voluntariamente.

No podía enviar a su cómplice humano a secuestrarme, no sin conseguir que su garganta fuera arrancada. Había prometido a Inuyasha que no iba a sacrificar mi vida, pero tampoco podría darle la espalda porque el riesgo estaba planteado. Yo no estaba dispuesta a hacer más fácil las cosas al cerdo que era responsable de todo esto, pese a todo. Mi barbilla levantada.

- ¿Qué te hace pensar que yo sería lo bastante loca para dejar la seguridad de toda la salvia con la que puedo rodearme para encontrarte en cualquier lugar esta noche? -

- Porque, Hexe, todavía crees que puede vencerme. - Kramer sonrió, lento y seguro.

¡Maldita razón, claro que puedo! Quise espetarle. Luego quise quitarle esa risa arrogante de su cara y aplastar los dientes parduscos restantes dentro de su garganta de mierda. Pero yo no podría hacer ninguna de aquellas cosas porque en su estado sin forma, él tenía todas las ventajas, y yo no tenía ninguna. Pero una vez que se pusiera el sol esta noche, sería de carne, y las reglas cambiarían.

- Incluso si realmente pensara eso, mi marido no quiere que yo lo intente. Él es del tipo protector, como seguramente te habrás notado. - dije con serenidad.

- No reconoces la autoridad de ningún hombre sobre ti. Incluso si él realmente se opusiera, lo desafiarías. - Sonaba como si Kramer resoplara.

Las palabras 'La autoridad de un hombre', molestaron mi feminismo, como él indudablemente quiso. Pero yo había aprendido de la manera difícil ―dos veces― que era un error darle la espalda a Inuyasha con la idea errónea de que algunos problemas sólo podrían ser superados si los enfrentaba sola. Kramer no podía entender eso debido a que esta lógica se basaba en el amor y el respeto mutuo, cosas completamente ajenas al hombre lleno de odio flotando delante de mí. Así que lo dejé creer que estaba en lo cierto.

- Haré lo que sea necesario, y si a alguien no le gusta eso, sin importar quienes sea, mal por ellos. - Bajé mi voz a un susurro.

- Sarah te esperará en la entrada de Grandview Park en Sioux City. Ella tendrá instrucciones para ir hasta mí, pero no se sabe dónde están las otras mujeres, por lo que tu manipulación mental será inútil en ella. - La satisfacción se dibujó en la cara del fantasma, y cuando habló, su voz era igualmente baja.

- ¿No olvidas decirme que venga sola y sin armas? - Sonreí levemente.

- Lleva el arma que elijas, pero ya sabes, si no vienes sola, nunca tendrás la oportunidad de descubrir si puedes vencerme. - Su mirada se inclinó sobre mí con desprecio.

- No toques a esas mujeres hasta que me veas otra vez. No quiero que estés demasiado cansado como para soportar la mayor parte de la lucha antes de pisar fuerte en el otro lado de la eternidad. - le dije con un rastro de desprecio en mi propia mirada.

- Si no vienes en el crepúsculo, sabes que esas mujeres sufrirán más que todas las anteriores. - Su boca se curvó en una anticipación cruel.

Entonces desapareció sin esperar a ver si yo tenía una respuesta para eso. No la tenía. Rogarle que fuera misericordioso con Francine y Lisa sólo aseguraría que la tortura impuesta fuera aún más dura. Todo lo que tenía era mi esperanza de que Kramer tratara de guardar su energía para mí, y que él no confiaba en mí lo suficiente como para realmente irse. No pude verlo, pero eso no significaba que el fantasma no estuviera todavía muy cerca. Él podría estar dando vueltas para asegurarse que no corriera dentro y le contara a Inuyasha cuando, donde, y como se suponía, que encontrara a Sarah. Él quizás se preguntaba si Inuyasha físicamente trataría de impedirme que me marchara.

La curiosidad mató el gato; esperaba que hiciera al fantasma quedarse. Si él estaba aquí, entonces él no sería brutal con Francine y Lisa. Me di la vuelta y empecé a caminar hacia la casa. Ahora todo lo que tenía que hacer era hablar a mi marido para que dejara lado cada uno de sus instintos de protección además de su innato sentido de la territorialidad de yokais. No era una tarea fácil, pero si no podía conseguir suficientes razones lógicas por las cuales esta era la decisión correcta, entonces tal vez no debería ir a Kramer esta noche, después de todo.

- No - dijo Inuyasha, tan pronto como pasé por la puerta. Ya no se encontraba en el sofá, sino caminando en la entrada, con sus ojos rojos resplandeciendo.

- ¿No qué? - La más pequeña sonrisa asomó en mis labios. Supongo que Inuyasha se decidió por un ataque preventivo.

- No, no vas a intercambiarte a ti por ellas. Te conozco demasiado bien, y aunque aborrezco el pensar en abandonar y dejar morir a Francine y a Lisa, si se trata de escoger entre tu o ellas, eres tú - respondió, caminando hacia mí.

No respondí nada, solo deambulé por la casa y empecé a cerrar las cortinas. Inuyasha tenía sus emociones encerradas detrás de una pared de hierro, pero debido al crepitar de poder en el aire, estaba listo para pelear contra mí con uñas y dientes. Eso estaba bien. No esperaba nada menos del hombre del que me había enamorado. Una vez que todas las cortinas estuvieron cerradas contra cualquier par de entrometidos ojos fantasmales, tomé un lápiz de la cocina y empecé a escribir en el primer papel que encontré, que era una receta de un recibo de supermercado.

Probablemente Kramer está escuchando, continúa discutiendo.

- No hay problema en eso cariño, porque no va a suceder. - Su risa fue corta y sin humor.

- Esto se parece tanto a tu tratando de decirme que hacer - dije mientras escribía…

Kramer no quiere un intercambio, me está retando a que vaya y pelee con él sola esta noche.

- ¿Piensas que te dejaré en cualquier lugar cerca de ese fantasma cuando él tenga la carne que necesita para su declarada intención de violarte y luego quemarte viva? Incluso si no te amara, no permitiría que eso sucediera - El resopló.

No tenía más espacio en el recibo de supermercado, así que encontré un libro de tapas blandas que alguien había dejado en la encimera de la cocina y arranqué algunas de las páginas en blanco del principio y el final.

Conmigo, su carne será su debilidad, no su fortaleza.

- Puedo cuidar de mí misma. Y tú no puedes darme órdenes. - dije en voz alta, justo como Kramer esperaría que lo hiciera.

- ¿Eres tan tonta qué prefieres morir en lugar de atender a razones? - Enojo y frustración provenientes de su aura fluían a mi alrededor, pero, aunque sus palabras eran frías, leyó la página que le entregué. Si de verdad quería decir lo que dijo, no se molestaría.

Ve al apartamento de Elisabeth. Dile que Sarah se reunirá conmigo en la entrada del parque Grandview en Sioux City al atardecer. Ella podrá seguirnos desde allí, para luego decirte dónde estaremos Kramer y yo. Yo lo entretendré lo suficiente como para que llegues allí. Luego lo llevaremos a la trampa. El mismo plan que antes, solo que yo te guiaré a él en lugar de que las mujeres nos guíen a ambos.

Kramer pensaría que era víctima de mi orgullo, por lo que lo enfrentaría sola, pero con otras dos vidas inocentes en riesgo, quería apoyo. El no jugaría limpio, y no tenía ninguna intención de ser la única en jugar de acuerdo con las reglas.

- Es demasiado riesgoso, lo que tú podrías ver si no estuvieras cegada por tu propia arrogancia - dijo Inuyasha duramente, mira quien habla, no pude evitar pensar para mí misma.

No sabía si ese era él actuando o yo fallando en hacer mella en mis argumentos, así que escribí mi respuesta a su acusación.

Kramer no siguió a Elisabeth hasta la casa de Miroku. Él siguió mi señal y nos encontró. Ella es una experta en evadirlo. Esto funcionará.

- ¿Arrogante? ¡No debería criticar ya que parecer pensar que puedes tomar todas las decisiones por mí! No soy una niña Inuyasha. No puedes decirme qué hacer y esperar que te obedezca. – dije en voz alta.

Tuve que dejarte ir solo cuando te retaron a un duelo, escribí, mirándolo fijamente cuando terminé. Fue un infierno, pero lo hice.

- ¡Eso no es lo mismo! - Murmuró una maldición mientras se pasaba la mano por el pelo.

Mi lapicera relampagueó sobre el papel.

Si lo es, y de la misma forma en que Onigumo no se habría detenido si hubieras negado su reto, Kramer tampoco se detendrá. ¡Nunca vacila una vez que elige un objetivo, y nadie puede ocultarse de la muerte para siempre! ¿Qué pasa si me ataca mientras estoy en una pelea con otro yokai? Corro más peligro si NO voy.

- Esta no es la primera vez que me enfrento a la muerte y no pretendo que sea la última. Elegí vivir una vida peligrosa, pero es quien yo soy, y eso no habría sido distinto incluso si nunca nos hubiéramos conocido. - dije, repitiendo las mismas palabras que él me había dicho antes de pelear en aquel fatídico duelo.

- Golpe bajo… gatita... - La más pequeña de las sonrisas asomó en su boca, aunque su aura relampagueaba con peligrosos pulsos de energía impulsada por la emoción.

- Alguien una vez me enseñó a aprovechar cada truco barato y cada golpe bajo en una pelea. - Sostuve su mirada con una débil sonrisa.

Su mirada era tan intensa que medio me pregunté si podía de alguna manera leer mi mente. Eso sería útil. De esa manera él sabría que no era mi orgullo el que hablaba. Era mi experiencia. Yo no era como todas las otras mujeres a las que Kramer había elegido durante siglos. Ningún arcaico sistema legal estaba en mi contra, no estaba abandonada por mis amigos y familiares, y puede que fuera de carne y hueso, pero no era humana. De la misma manera en la que el Inquisidor no había sido humano por un largo, largo tiempo. Conmigo, Kramer estaría al fin metiéndose con alguien de su tamaño. Kramer solo me había visto correr antes. Nunca me había visto defenderme y luchar. Esa noche, le mostraría porqué el mundo de los no-muertos se refería a mí como la Parca Negra.

De repente Inuyasha me sujetó, su boca golpeando la mía en un beso tan salvaje que saboreé sangre cuando levantó la cabeza. Pero eso no me molestó. Chupé la sangre de mis labios con un hambre que concordaba con el fuego de su mirada, queriendo tirarlo al piso con la suficiente fuerza como para dejar grietas en la madera. Te amo, murmuré tirando de su cabeza hacia abajo para otro abrazadoramente violento beso. Él empujó mi boca hacia su cuello, casi forzando mis colmillos dentro de su piel por la forma en que se enterró contra mí. Atendí su silenciosa demanda y mordí, tomando profundamente cuando la sangre llegó, sin gemir en éxtasis porque no sabía qué tan cerca podría estar Kramer escuchando. Sus manos se apresuraron sobre mí en una fuerte y posesiva caricia mientras bebía, absorbiendo tanto fuerza como nutrientes del embriagante líquido.

Cuando el flujo carmesí se enlenteció en un goteo a pesar de mi succión e Inuyasha me lo pidió, me detuve, lamiendo su cuello para librarlo de cualquier persistente resto. Me sentí pesada y llena, con mis sentidos zumbando por el exceso de mi festín. Normalmente bebía más o menos la mitad de eso cuando me alimentaba de él, pero sabía por qué quería que lo drenara. Él podría recargarse, pero una vez que se hubiera ido, yo no podría.

Acunó mi rostro cuando me alejé, mirándome a los ojos mientras retiraba sus escudos y dejaba que su aura me inundara, entrelazándose con mis emociones hasta que no pude sentir dónde terminaban las mías y empezaban las suyas. De la frustración, amor, lujuria y preocupación que él derramaba, supuse que quería hacerme el amor hasta que ninguno de los dos pudiera pensar… y luego atarme y apilar pesadas rocas hasta que saliera el sol. La intensidad de todos esos sentimientos me dijo que la última cosa en absoluto que quería hacer era la que hizo a continuación.

- No me pararé aquí a escuchar ninguna más de tus ridículas ideas. ¿Quieres tirar tu vida a la basura? De acuerdo, pero lo harás sin mí. Estoy terminando contigo. - dijo con nada más que frialdad en su tono.

Si no hubiera estado tan profundamente atada a sus emociones, escucharlo me hubiera destrozado. Pero sonreí, apretando sus manos y sintiendo a mi corazón desbordarse. Él apretó en respuesta antes de llevárselas a los labios y dar un silencioso y ferviente beso en ellas. Luego el me dejó ir, dio media vuelta y se fue caminando, golpeando la puerta trasera a su paso. Koga entró en la casa justo después de que Inuyasha saliera furioso. Kramer no debía de ser el único escuchando afuera. Él me miró, levantó una ceja y luego tomó una de las hojas con mis palabras garabateadas a toda prisa y las leyó.

- Ya que tú y ese pedazo de bestia terminaron y tengo algunas horas que matar, ¿qué te parece follar? Puedo doblarte de maneras que él ni conoce - preguntó con intensa ironía.

- Muérdeme - suspiré, juntando las hojas.

- Claro. Mi segunda cosa favorita para hacer en la cama. - El pestañeó.

No contesté porque sabía que Koga no hablaba enserio. Él leyó lo suficiente como para darse cuenta de que nuestra ruptura era una actuación, pero Koga no desperdiciaba una oportunidad para ser un reverendo asno. A continuación, Miroku bajó las escaleras. Su cautelosa expresión cuando me miró me dijo que no se había dado cuenta de que lo que había escuchado era actuado. Él había presenciado una ruptura real entre Inuyasha y yo anteriormente y tuvo que hacernos entrar en razón a ambos más tarde, así que lo más probable es que estuviera pensando, maldita sea, ¡no de nuevo con este par de dos!

Le entregué las páginas y levanté los pulgares. Luego de unos breves instantes, su ceño se relajó, remplazado por una letal fijeza mientras me miraba. Luego tomó la lapicera y escribió tres palabras en el espacio que quedaba libre en la hoja.

Yo también voy.

No dije nada. Luego de lo que Sarah le había hecho a Sango, ningún argumento que hiciera, verbalmente o de cualquier otro modo, le haría cambiar de opinión y sinceramente no quería intentarlo tampoco, Sango era mi mejor amiga después de todo.

Continuara…