Ok, perdonen la tardanza, tuve problemas de internet todo el fin de semana y apenas pude subir el capítulo, espero lo disfruten es el penúltimo.

This is Halloween

El conductor del taxi se detuvo a un lado de la calle, miré a lo lejos al blanco teatro al aire libre con forma de media concha enorme.

- Aquí estamos - dijo alegremente.

- Gracias y guarde el cambio. - Revisé el contador y saqué la cantidad adecuada de dinero de mi bolsillo.

- Está bien. Feliz Halloween. - Eso era lo que yo esperaba también. Salí, viendo sus luces traseras desvanecerse mientras se marchaba. Luego apreté mi chaqueta de cuero a mi alrededor y me incliné sobre el letrero de bienvenida, esperando.

Quince minutos después, cuando el cielo había cambiado de índigo a obsidiana y las estrellas reemplazaron los últimos rayos moribundos de sol, un elegante sedán mercedes clase E se detuvo. La marca y modelo del auto que Miroku había dejado para Sango. Efectivamente, la oscura ventana bajó para revelar a Sarah al volante, su cabello recogido hacia atrás con el mismo tipo de moño severo que Elisabeth usaba normalmente. En Elisabeth, se estilo resaltaba sus rasgos que eran encantadores sin el menor atisbo de maquillaje. En Sarah, solo servía para hacerla lucir más dura, dirigiendo su atención a sus gruesas cejas a la cuales les serviría una buena depilación, y a su boca que estaba comprimida en una línea delgada y tensa.

- Si me matas, nunca encontrarás a las otras mujeres - fueron sus primeras palabras cuando abrí la puerta del pasajero.

Sus pensamientos eran una mezcla de miedo y odio contra un telón de fondo de ruido blanco que había aprendido a reconocer como un signo de locura. Cuando nos conocimos, había pensado que Kramer la había enloquecido. Ahora me daba cuenta de que probablemente la inestabilidad de Sarah era lo que había llevado al Inquisidor hacia ella en primer lugar.

- Oh, no te voy a matar ahora. Vas a morir hoy sin duda, pero tu mejor esperanza es que sea bajo la mano de otra persona y no la de Kramer. - le dije, deslizándome en el asiento.

- Él me dijo que me mentirías, pero yo ya sabía que las brujas eran incapaces de decir la verdad. - Su mirada topacio revoleteó sobre la mía antes que rápidamente la desviara.

- No sé qué te pervirtió, Sarah. Tal vez fue una infancia de mierda, tal vez fue un hombre que amaste y te dejó por otra mujer, pero recuerda, 'Con la vara que mides, será medido', vas a averiguar lo que significa, y wow, vas a desear no haberlo hecho. - Mi bufido fue sombrío.

- No voy a escuchar más de tus mentiras, cosa inmunda - susurró ella, luego condujo unos cien metros antes de detenerse y estacionar en un área fuera del camino.

- ¿Este es el lugar u olvidaste a donde se supone que vayamos? - Mis cejas se levantaron. Kramer no sería tan tonto como para encontrarnos aquí, ¿cierto?

- Kramer dice que me llevarás volando a donde él está. - Sarah tomó las llaves y salió colocándolas en el techo del auto con un ritmo nervioso y entrecortado.

Uh-oh. No miré a mi alrededor buscando al fantasma que sabía que Inuyasha había enviado aquí, pero fue mi primer instinto. Si volaba, Elisabeth no sería capaz de seguirme, y eso estropearía el resto de nuestros planes. ¿Sarah me había visto volar? No, Inuyasha me había sacado de esa calle y llevado a ambas al parque War Eagle. Kramer tampoco debía haberme visto volar, porque Inuyasha también me había llevado cuando recogimos a Francine. Tal vez él solo había enviado a Sarah a recoger información a ciegas.

- No todos los yokais pueden volar. Soy muy nueva para tener ese poder - le dije, sin moverme de mi asiento.

- Estás mintiendo otra vez. Kramer me dijo que te vio volar cerca de una cueva en Ohio. Me llevarás volando hasta él, bruja, o él sabrá que lo traicionaste y las otras brujas pagarán tu pena. - Esas llaves golpearon fuerte el techo.

Mis dientes se apretaron. Eso era correcto; había volado con Inuyasha cuando evacuamos a mi madre, Tyler, y nuestras mascotas de la cueva en Ohio. Pensábamos que Kramer se había ido porque la masacre a los soldados de Madigan había cesado, pero la pequeña mierda sigilosa debía haber estado rondando, mirándonos. Y obviamente sospechaba que yo tenía aliados fantasmas siguiéndome esta noche como para insistir que volara a él en vez de dejar que Sarah me llevara. Quizás yo estaba equivocada, y él no creía que yo estuviera cegada ante el deseo de derrotarlo por mí misma. Eso, o él estaba siendo demasiado cuidadoso como para arriesgarse.

Una vez que yo llegara, le tomaría varias horas a Elisabeth y Fabián localizarme concentrándose en mi poder desvaneciéndose. Kramer tenía que saber cuánto tiempo le tomó localizarme así, así que sabría que tenía una buena cantidad de tiempo con la que trabajar. El maldito fantasma estaba cubriendo todas sus bases. Pensé en lo mucho que mis habilidades prestadas se habían desvanecido. Luego pensé en todos los peligros válidos que había enlistado si no lograba derrotar a Kramer más temprano que tarde. Debía haber una forma de agarrar a Kramer sin darle la espalda a Inuyasha y los demás.

- No voy a esperar más. Si no haces lo que él dice me voy. - Sarah golpeó de nuevo del techo.

Oh, yo quería llevarla alto en el cielo, sí. Y luego dejarla caer para poder disfrutar escuchándola gritar antes de que se estrellara contra el suelo. Pero si dejaba esperar mucho tiempo más a Kramer, estaba segura de que pondría su repulsiva carne nueva en uso. La frustración me hizo apretar los puños. Si solo tuviera más de ese poder prestado en mí, pero no, estaba estancada en la etapa final 'chispas, pero no fuego' de mis habilidades. Aunque… tal vez mis poderes desvanecidos de Marie todavía funcionarían si les daba el acelerador apropiado.

- Te estás quedando sin tiempo - dijo Sarah fríamente, inclinándose para mirarme a través de la ventanilla del conductor.

- Está bien, puedo volar. - Salí del auto y me encogí de hombros.

- Pero no puedo aterrizar tan bien, y esa es la pura verdad de Dios. Así que mejor te prepares en el camino hacia abajo porque probablemente duela. - Entonces le dediqué una amplia sonrisa.

Volé sobre vastos campos, intercalados con casas y calles mayormente vacías, buscando la granja PumpinTown de la que Sarah me habló. Claro, quizás la había pasado ya varias veces. Toda la zona era una meca de agricultura, con soja, heno, campos de maíz rodeando las casas, establos y varios silos. A esta altura los campos de maíz dorado me recordaron la noche que Inuyasha me llevó volando, y un nudo de arrepentimiento se alojó en mi garganta. Inuyasha estaría tan preocupado cuando Elisabeth le diera la noticia de que había volado para encontrarme con Kramer, pero si él usaba esa lógica infalible suya. Se daría cuenta que todavía tenía la habilidad de lanzar un rastro de migas de pan que lo llevara hasta mí. Si bien este no era el plan que él y yo habíamos discutido anteriormente, debería dar el mismo resultado. Solo estaría mucho más cerca del límite de lo que cualquiera de nosotros preferiría.

Puse toda mi culpa y emociones más suaves a un lado. No las necesitaba ahora. Las necesitaba más tarde cuando estuviera con Kramer. Más luces de lo normal se agrupaban a una milla de distancia. Volé hacia ellas, notando con sorna que Sarah tenía sus ojos fuertemente cerrados. Sin ayuda allí. Entonces bajé más para ver mejor si esos campos de más tenían un gran laberinto tallados en ellos. Eso sería más fácil de encontrar que una señal que diera hacia la calle, no al cielo. Efectivamente, fuera del círculo árboles que rodeaban una pintoresca casa, granero, calabazas, y establo estaba un campo de maíz con patrón abstracto diferente esculpido en los tallos. A diferencia de la mayoría de las otras casas sobre las que había volado, este lugar estaba saltando de actividad, también.

Decenas de vehículos estaban estacionados a lo largo del limpio borde del campo. Música, efectos de sonido espeluznantes, y voces flotaron hacia mí. Una mirada más cercana reveló que el laberinto tenía personas disfrazadas en él. Era una fiesta de Halloween con familias y niños por el amor de Dios. Esperaba que este no fuera el lugar que Kramer había escogido para su horrible evento.

- Abre los ojos. ¿Es aquí? - dije, dándole a Sarah una ruda sacudida.

- Sí. Llévanos hacia el oeste del segundo laberinto. - Solo necesitó abrir un poco los ojos antes de asentir.

- ¿Oeste? Dime derecha, izquierda, adelante o atrás - espeté.

Había sido lo suficientemente difícil encontrar el lugar considerando que era demasiado alto para ver las señales. Lo que probablemente era un viaje de solo cuarenta minutos en auto desde el parque Grandview me había tomado más de una hora porque no estaba acostumbrada a navegar por el equivalente a imágenes de satélite. Había mirado suficientes mapas de las áreas circundantes a Siouz City para saber que Orange City estaba arriba y a la derecha de ella, pero mis sobrevuelos repetidos no habían sido evasivas. Era que me había perdido.

- ¿No sabes donde es el oeste? - Preguntó Sarah con incredulidad.

- ¿Luzco como si trajera una brújula conmigo? - No iba a dejarla caer al suelo. La iba a lanzar.

- ¿No puede usar las estrellas para orientarte? - Sarah levantó una mano hacia el cielo.

- Tengo veintinueve años, no doscientos veintinueve. Puedo usar GPS, MapQuest o TomTom. No más malditas estrellas, ¿okey? -

- Prueba con el segundo campo a la derecha del laberinto. Si no es ese, caminaremos hasta que él nos encuentre. - Ella suspiró con exasperación.

Sus pensamientos eran demasiado dispersos como para que yo detectara si estaba mintiendo. Si Kramer realmente estaba aquí, ya no la necesitaba; pero en el caso que fuera alguna clase de prueba, la mantendría con vida. La estúpida mujer no se daba cuenta que si yo la mataba le haría un favor. Apunté al segundo campo de maíz no estropeado a la derecha del laberinto y descendí. Inclusive con las personas a menos de media milla de distancia, la falta de luces en esta sección combinada con nuestras ropas oscuras contra el oscuro suelo nos debería hacer invisibles. Desaceleré lo mejor que pude y rodé tan pronto como toqué el suelo, soltando a Sarah. Eso significó que saqué diez metros de vegetación seca en mi aterrizaje, pero también que eso disminuyó el impacto. Sarah no rodó, un agudo grito de dolor se le escapó cuando dio un vuelco en medio de las cañas de maíz.

- Oh… ¿La bebé se lastimó? - Pregunté, luchando el impulso de patearla mientras se retorcía en el suelo agarrándose el tobillo.

- ¡Perra, rompiste mi tobillo! - espetó hacia mí.

Con la música cercana, los efectos de sonido, risas y gritos de alegría de los sustos afables alrededor de esa sección de la granja, ninguno de los juerguistas de Halloween la escucharía. Así que no dudé en caminar hacia ella tranquilamente tomando su pie herido en mi mano y luego torciéndolo hacia un lado lo suficientemente fuerte hasta que sentí un hueso crujir.

- Listo. Ahora si rompí tu tobillo - le dije.

- Deja de llorar antes de que realmente te de algo por lo que llorar. - Sarah gritó en serio, pero, aunque no estaba preocupada de que alguien nos descubriera, estaba lastimando mis oídos. Golpeé una mano contra su boca.

Esa vieja amenaza paternal funcionó. Sostuvo sus fuertes sollozos y trató de escalar su camino hacia arriba a través de mi brazo para ponerse de pie. Debatí empujarla, pero decidí que tomaría más llegar hasta Kramer si ella estaba saltando y tropezando en un pie, así que la dejé apoyarse en mí. No habló, pero sus pensamientos era una mezcla de odio con estática de locos, deleitarse contemplando como yo iba a ser quemada, primero en la tierra, después en el infierno.

Encantador.

- O sigues o te dejo atrás, me da igual - dije y comencé a caminar.

No estaba segura si iba en la dirección correcta, pero si Kramer estaba aquí, él quizás había visto nuestro aterrizaje forzoso. El fantasma debía haber estado estudiando el cielo, a diferencia de las familias en el laberinto y las áreas circundantes a la casa. No había visto otras luces en el campo a parte de donde estaban los juerguistas, así que, si él estaba aquí, estaba manteniendo un bajo perfil. Sarah cojeando a mi lado, sus dedos hundiéndose en mi brazo, pequeños gritos escapándose de ella con cada paso cojeando. Entre eso, y el ruido parecido al papel crepitando que los miles de tallos de maíz secos hacían mientras se balanceaban unos contra otros, y los festejos de la otra sección de la finca, no podía oír si alguien más estaba aquí con nosotros.

Maldito Kramer. Me preguntaba porque había escogido un lugar así para encontrarnos. Ahora lo sabía. No podía concentrarme en ningún revelador movimiento para encontrarlo, porque todo a mi alrededor se movía. El maíz era más alto que yo, y todo se veía igual, haciéndome incapaz hasta de saber si andábamos en círculos o no. Los ruidos eran tragados por los sonidos naturales y artificiales, y la gente al otro lado del campo me impedía volar sobre el área para ver si podía localizarlo, o a Francine o a Lisa. Mi aterrizaje podría no haber sido visto pero una mujer volando como un murciélago lento y lo suficientemente bajo para ser detectado en este lienzo móvil eventualmente lo sería.

Por eso no tuve ninguna advertencia antes de que dolor al rojo vivo explotara a través de mi espalda. Una vez, dos veces, tres veces, en una rápida sucesión, convirtiendo mi pecho en lo que parecía un lago fundido de agonía. Me tambaleé golpeando a Sarah, que gritó mientras yo pisaba su tobillo tratando de mantenerme de pie. Su agitación me hizo perder el equilibrio, inclusive mis innatos reflejos yokais no pudieron evitar que me cayera. Me di vuelta en el último momento, aun golpeando el suelo, pero haciéndolo sin el rostro hacia abajo. Quería brincar sobre mis pies, pero no pude. La inusual lentitud de mis miembros y el continuo ardor de mi pecho me dijo que no había sido disparada con balas normales. Eran de plata.

Tuve una fracción de segundo para ver a un hombre de cabello blanco aparecer sobre mí, túnicas monacales negras revoloteando en la brisa y una mano muy corporal apuntándome con un arma. Luego escuché otra explosión, sentí mi mente explotar de dolor, pero no pude ver nada más. La cabeza me latía como si alguien me hubiera metido fuegos artificiales en el cerebro y luego los hubiera encendido. Eso fue lo primero que noté. Lo segundo fue el ardor en mi pecho, tan intenso que enviaba palpitaciones de dolor al resto de mi cuerpo. Lo tercero fue que mis manos y pies estaban atados a algo alto y duro detrás de mí. La cuarta fue la comprensión más inquietante de todas: yo estaba mojada, y no era de agua. El áspero olor a gasolina llenó mis narices sin la necesidad de que yo tomara una bocanada de aire.

- Quémala. ¡Quémala ahora antes que despierte! - urgió una voz familiar.

Sarah. Debí haberla matado cuando tuve la oportunidad. La retrospectiva siempre tiene vista 20-20. Abrí mis ojos. Kramer de pie a unos metros en medio de un claro triangular de altos caños de manos. Sarah estaba a un lado y Lisa y Francine estaban en los otros dos vértices del triángulo. Estaban encadenadas como yo a altos postes metálicos enterrados en la tierra, sus bocas amordazadas, ojos muy abiertos con horror mientras me observaban. A diferencia de mí, sin embargo, ninguna de ella tenía largos cuchillos de plata clavados en su pecho, la hoja parecía emitir un flujo constante de ácido, quemando mis terminaciones nerviosas y minando mis fuerzas.

Pero, aunque estaba cerca al centro de mi pecho, no estaba en mi corazón. Kramer lo había evitado deliberadamente porque no se quería arriesgar a darme una muerte fácil, o su puntería no era tan buena como él quería. Kramer sacó un gran libro de cuero de los pliegues de su nueva túnica negra. Supongo que estaba hastiado de esa vieja túnica de barro con la que estaba atascado mientras estuviera de forma vaporosa. Su mirada parecía brillar con triunfo malicioso mientras abría el libro y empezaba a leer en voz alta.

- Yo, Henricus Kramer Institoris, juez llamado en nombre de la fe, declaro y pronuncio sentencia que ustedes aquí de pie, son herejes impenitentes, y como tal son entregadas a la justicia - entonó, y aunque la versión original de Hammer of Witches había sido en latín, él se aseguró de hablar en español así lo entenderíamos. Yo no tenía mordaza, probablemente porque Kramer sabía que no me molestaría en gritar por ayuda, pero eso no significaba que me iba a quedar callada.

- He leído eso, lo sabes. Tu prosa es aburrida y repetitiva, y tu uso excesivo de mayúsculas para dar un énfasis dramático fue demasiado infantil. Oh demonios, solo lo diré—que aspire en voz alta. No hay duda de porque tuviste que forjar tu respaldo. - Ahora su mirada brillaba con indignación. Cerró el libro de golpe, yendo hacia mí. Los escritores eran tan sensibles a la hora de la crítica.

- ¿Quieres morir ahora, Hexe? - me susurró.

Luego se agachó, recogiendo algo fuera de mi línea de visión. Cuando se incorporó, tenía un farol en su mano, la llama naranja acariciaba los cristales que la rodeaban como pidiendo ser liberada. Miré sobre su hombro a Sarah que estaba prácticamente vibrando de la emoción antes la perspectiva de que me prendiera fuego.

- Ella quizás no conoce tu rutina, pero yo sí. - dije suavemente. "Así que baja el farol. No me quemarás todavía y ambos lo sabemos."

- ¿Qué está diciendo? - demandó Sarah, cojeando hacia adelante.

- Terriblemente mandona contigo, ¿no? Por otra parte, tiene sentido. Ella tiene los pantalones puestos y tú eres el que lleva vestido. - Sus cejas blancas se juntaron, y permitieron que una sonrisa jugara en mis labios.

Su puño relampagueó hacia afuera, pero el golpe no aterrizó en mí. Golpeó a Sarah justo mientras se inclinaba hacia Kramer para mantener el equilibrio. Cayó hacia atrás, carmesí brotando de su nariz. Ahora que ella había cumplido su utilidad, él ya no estaba escondiendo sus intenciones hacia ella.

- ¿Por qué? - jadeó ella.

Su dolor y confusión fueron claros en su rostro, pero demasiado tarde me di cuenta de que no podía escucharlo en sus pensamientos. Lo mismo con Lisa y Francine. Tenían que estar gritando de pánico en sus mentes, pero todo lo que oía de ellas eran sus fuertes latidos y sus jadeos rápidos y cortos a través de sus mordazas. La bala de plata que Kramer disparó en mi cabeza no solo me había noqueado el tiempo suficiente para que el me apuntalara y me mojara con gasolina. También había hecho cortocircuito en mis habilidades para leer la mente. En una o dos rondas más yo estaría muerta, pero por supuesto, Kramer no me quería muerta aún. Mirando el lado positivo, podría concentrarme mejor sin oír los pensamientos frenéticos de todos.

- No digas otra palabra, Hure - gruñó Kramer a Sarah.

- Eso significa puta. Es así como él ve a todas las mujeres. Acostúmbrate a oírlo por el resto de tu corta vida. - suministré. Eso me valió un golpe a través de la mandíbula, pero en comparación con ser estacada y disparada, era un golpe de amor.

- Tranquilo con los empujones, no quieres que esa plata triture mi corazón y le ponga fin a tu diversión antes de tiempo - me burlé.

Él miró el cuchillo en mi pecho y bajó su puño. No moví un músculo, pero por dentro mis cejas se levantaron. Mi engaño había funcionado. Así que no sabes que está justo fuera de mi corazón en vez de perforar a través de él. Bien. Lágrimas rodaron por la mejilla de Sarah, ya sea por el dolor de su nariz fracturada o por la constatación de que Kramer era todo lo que yo le había advertido. No me atreví a sentir lástima por ella. Ella le había disparado a mi mejor amiga tantas veces que había creído que Sango estaba muerta. Excepto por ese estado sobrenatural uno-en-un-millón de Sango, ella hubiera estado muerta. Luego Sarah había secuestrado a Francine y Lisa y llevado como regalo a este monstruo, esperando verlas ser quemadas vivas.

No, no sentía lástima de que ella llorara por descubrir que ella también estaría en el lado que recibiría la brutalidad de Kramer. Cuando aterrizó una patada en la sección media de Sarah, haciendo que se doblara y se le escapara un grito de angustiante dolor, todavía no sentí lástima por ella. Eso dolía mil veces menos que ser quemada, lo sabía por experiencia, y, considerando sus crímenes, ella se lo merecía. Él enterró su bota luego en su tobillo roto. Con sus nuevos gritos jadeantes, y el constante crepitar de los tallos de maíz a nuestro alrededor, no escuché los huesos quebrarse, pero probablemente lo hicieron. Ella se acurrucó en posición fetal, llorando y pidiendo misericordia que nunca iba a encontrar en el Inquisidor.

Después de una patada final a la caja torácica, Kramer dirigió su atención hacia mí, dejándola, retorciéndose de dolor en el juego. No dije nada mientras se acercaba. Además del libro, había una bolsa cerca del centro del claro, y podía imaginar los diversos implementos de tortura que debía contener. Como Kramer la dejó allí, tenía otros planes para mí ahora, y no hacía falta leer la mente para adivinar cuales eran.

- ¿Confiesas tu pacto con el diablo, Hexe? Si lo haces, quizás perdone tu vida. - las palabras fueron dichas suavemente, en tono casi zalamero.

- Incluso si no lo supiera por Elisabeth, ¿te perdiste la parte de que leí tu libro? Eso incluye la parte en que le haces creer a los prisioneros que los dejarás vivir como parte de ser bien Inquisidor. - Eso me hizo resoplar.

- ¿Confiesa y renuncia a tu lealtad al Gran Mentiroso? - Su puño se estrelló con mi mandíbula, haciendo mi labio sangrar antes de curarse.

- Juzgando por la sorpresa de Sarah cuando de volviste contra ella, diría que esa etiqueta te queda como anillo al dedo, también - señalé.

- Me incitas como si desearas que continuara. - Sus cejas se juntaron mientras avanzaba hasta que su aliento hediendo me hizo estar feliz de que ya no tuviera que respirar.

Me encogí de hombros tanto como mis manos atadas me lo permitieron. Tenía un plan, pero no iba a dejárselo saber. Además, mientras su atención estuviera en mí en vez de Francine o Lisa, tomaría todo el abuso que él pudiera impartir. Bueno, dentro de los límites, me emendé a mí misma mientras el agarraba el centro de mi camisa y cuidadosamente alejaba el material de la empuñadura del cuchillo. Él ya me había quitado mi chaqueta y hecho algo con ella, dejándome con mi simple blusa negra de botones y vaqueros. Una vez que mi blusa estuvo libre de la hoja, él la abrió en direcciones opuestas con su agarre anormalmente fuerte. La linterna arrojaba una luz parpadeante sobre su rostro mientras él miraba mis pechos. Impacientemente, tiró de la parte frontal de mi sujetador donde estaba el cierre.

Yo apostaría mi anillo de matrimonio de diamantes a que un cerdo como él solo había sido capaz de levantarse cuando fue humano si la mujer había estado indefensa y atemorizada. Ahora que era un fantasma vestido de carne, probablemente no tenía ese problema, pero con la mirada que me dio cuando abrió mi sujetador, quería que yo temblara de vergüenza. No lo hice; solo mi piel estaba desnuda, pero era su alma la que se exponía con estas acciones. No estuve avergonzada cuando Kramer salvajemente sostuvo mis pechos, evitando el cuchillo sobresaliendo entre ellos. Estaba furiosa. Quería rasgarlo en pedazos, después quemar cada uno de ellos hasta las cenizas, pero ira no era lo que necesitaba ahora. En orden de enviar mi señal LoJack sobrenatural, necesitaba algo más.

No era difícil pulsar suficiente culpa y remordimiento para hacer un nudo en mi garganta y saltar humedad de mis ojos. Todo lo que necesitaba era recordar un día hace varios años cuando besé a Inuyasha y le dije que lo amaba… y luego lo traicioné yéndome sin dejar rastro. En ese momento, creía que irme era la única forma de protegerlo, y Don hizo un buen trabajo manteniéndome oculta por más de cuatro largos años. Pero todo lo que hice fue hacernos miserables a ambos hasta que Inuyasha finalmente me encontró.

Cuatro años. Habíamos estado separados más de lo que habíamos estado juntos, y eso fue porque le di la espalda cuando debí mantenerme firme. Inuyasha quizás me había perdonado por eso, pero yo nunca me perdonaría a mí misma. El recuerdo del error que yo deseaba deshacer más que cualquier otro hizo que la humedad dejara mis ojos y se derramara por mis mejillas. Las lágrimas corrieron rápido, goteando para aterrizar en las manos de él.

- Llora más de tus lágrimas de sangre, Hexe. Solo son prueba de tu vínculo con Satanás. - Kramer dejó de apretar mi carne para mirar a la humedad rosada con cruel satisfacción.

- Lo que prueban es que los yokais no tienen mucha agua en sus cuerpos, idiota. - Dije, disfrutando la bofetada que me dio porque atrajo más de esa necesitada humedad de mi mirada.

Luego corrió su boca rancia sobre mi piel, teniendo, cuidando del cuchillo, sus pocos dientes marrones dejando surcos en mi carne. Disgusto ondulaba sobre mí, pero luché por ignorarlo, convirtiendo mis pensamientos de repulsión y pesar a la tranquila y blanca nada que sentí la última vez que aproveché el poder de la tumba. No estaba justo bajo la superficie como había estado antes. Tuve que buscar. Dolor por la hoja y el manoseo de Kramer yendo más abajo en mi cuerpo se llevó algo de mi concentración, pero me esforcé por poner esas cosas a un lado. Necesitaba encontrar esa chispa débil dentro. La mayor parte de mi poder se había ido, pero no todo. Tenía que estar dentro de mí en alguna parte…

Silencio relajante y fresco parecía aplicarse sobre el latido de la plata y la angustia de mis pesares, disminuyendo ambos con una única caricia. A pesar de las lágrimas todavía saliendo de mis ojos, sonreí. Eso es correcto. Acceder a este poder significaba dejarse ir, no aferrase a la angustia física y emocional. Me concentré en el dichoso vacío que esa caricia fugaz insinuaba, y finalmente encontré la brasa restante que había estado buscando. Era solo un pequeño punto en comparación con lo que había sido meses atrás, pero incluso así, resonaba. ¡Dios, había olvidado lo maravilloso que era ese tranquilo abismo! Se sentía como volver a casa. Ahora las lágrimas que caían de mis mejillas estaban llenas de la más indescriptible paz. Si el poder venía de rozar los bordes de la eternidad, la muerte realmente no era nada a lo que temer. Kramer se echó hacia atrás, mirándome con una mezcla de degeneración y confusión.

- ¿Por qué no ruegas que me detenga? ¿Por qué estás tan callada? - Me aparté lo suficiente del seductor abrazo de la tumba para sostener el poder, pero todavía poder enfocarme en él.

- Solo te gustaría si te rogara, y me has juzgado mal si crees que haré algo que te guste. ¿Sabes sobre qué otra cosa estás equivocado? La razón detrás de estas lágrimas. - Ese punto interior se sentía como si estuviera tarareando ahora. La blancura comiéndose el dolor del cuchillo en mi pecho.

- Crees que son signo de debilidad. De que me he rendido, así como crees que tu carne te hace más fuerte. Error. Tu carne te hace débil, y esas lágrimas son más fuertes que cualquier arma que te puedas imaginar. - Él se inclinó más cerca, él aliento pestilente de sus palabras cayendo sobre mi rostro.

- ¿Te gusta llorar? Me encargaré de que no pares. - Luego Kramer frunció el ceño, moviendo la cabeza a un lado. Corrió sus manos sobre mi otra vez. Pero esta vez con cautela.

- Te sientes… extraña - murmuró.

- ¿Vibro? - pregunté, mi voz saliendo como un ronco susurro.

- ¿Te siente atraído hacia mí como lo sentiste cuando seguiste esa línea de energía que te llevó a mí en Ohio, en St Louis, en Sioux City, en la granja? ¿Sabes por qué las sientes tan fuerte otra vez ahora? - Él estiró la mano para deslizarla por mi rostro ahora, mirando fijamente a la humedad color rosa aferrándose a ella con creciente preocupación en lugar de triunfo.

- Hay algo más en éstas - señaló él.

- Eso es correcto… Poder. - dije, acariciando cada palabra.

Continuara…