Ultimo capitulo ¿quieren el epilogo la próxima semana o mañana?.
Fuegos Fatuos
Antes cuando tenía toda la fuerza de las capacidades que Midoriko me había prestado, podía derramar mi sangre e invocar Remants. Pero si quisiera convocar fantasmas, habría tenido que derramar mis lágrimas con un grito interno de guerra. Ya no tenía suficiente del poder de la reina vudú en mí, como para que mis lágrimas no obligarían a los fantasmas cercanos y lejanos venir a mi lado. ¿Pero los fantasmas que se estaban concentrando en mí con todas sus fuerzas para tratar de encontrarme, como Elisabeth y Fabián estarían haciendo? Sí, yo todavía tenía energía suficiente para eso. La lámpara que Kramer que tenía en el suelo, esa con la que buscaba aterrorizarnos con su llama parpadeante y su ominoso presagio, solamente lo haría más fácil que nos encontrara cualquiera volando en el cielo.
- ¡Yo las quemaré por ti, Hexe! - Kramer retrocedió, limpiándose la mano en la túnica, como si mis lágrimas fuesen venenosas.
- Me gustaría verte intentándolo. - Confié en que mi mensaje fuese enviado, y ahora era hora de dejar de jugar a la zarigüeya y comenzar a patear traseros malvados.
Agarró el farol, la mirada en sus ojos me decía que no iba a fanfarronear en esta ocasión. Lo que sintió en mis lágrimas le habían advertido que no valía la pena el riesgo de violarme y torturarme primero. Pero debido a que había estado fuera por un centímetro más o menos cuando apuñaló el cuchillo de plata en mi pecho, no dudé en llevar mis brazos hacia abajo, rompiendo las esposas de metal. Empujó el cuchillo, pero no lo suficiente como para destrozar mi corazón, y antes de que el Kramer pudiese corregir ese error, di un tirón jalando afuera la hoja. Dos tirones duros rasgaron las restricciones de mis pies dejándolos libres, dejando nada más que hojas de maíz secas de la en la parte inferior del poste listo para inflamarse cuando Kramer tiró la llama hacia mí.
Subieron con un silbido, la gasolina con la que Kramer me había rociado pareció haberlas empapado, también. Salté hacia atrás lo suficientemente lejos para evitar que algún gas me encendiera, pero había derramado gasolina sobre Lisa y Francine, también. Y los tallos de maíz que nos rodeaban, secos y crujientes por lo avanzado de la temporada, eran como altas y delgadas cerillas. Kramer aullaba de frustración por haber evitado las llamas. Sarah echó un vistazo a las llamas y comenzó a arrastrarse lejos del claro lo más rápido que pudo. Corrí a Francine, tirando de su poste sobre la polea donde estaba apoyado arrancando el metal de sus muñecas y tobillos. Ella jadeaba de dolor detrás de su mordaza, pero Kramer no había renunciado a sus intenciones, con tanta espeluznante facilidad. Cogió las hojas quemadas del suelo y lanzó una hacia nosotras. El lugar donde había estado su poste estalló con el contacto de las codiciosas lenguas naranja y amarillas, pero la saqué de un tirón a tiempo.
- ¡Corre! - Grité, dándole un empujón para dar énfasis.
Los gritos apagados de Lisa me dijeron lo que ya sabía… Kramer estaba ahora concentrado en ella. Sonrió cuando le arrojó una hoja incendiada, ni siquiera pareció darse cuenta de que la parte inferior de su túnica era arrastrada por las llamas. Pero no tenía tiempo para empujarla fuera del camino. Había tomado unos segundos preciosos para liberar a la empapada Francine y obtener su seguridad, fuera del círculo inflamable a sus pies. Ese bulto brillante se arqueó hacia Lisa y yo sabía con la claridad de un cristal, que solo había una cosa que podía hacer para salvarla. En lugar de apuntar a los gritos de una impotente mujer, encadenada al poste, me arrojé hacia el ardiente misil, arrebatándoselo y tomándolo como mío, aterrizando fuera del claro triangular.
Las llamas recorrieron mis brazos, ardiendo en una avalancha de fuego una vez que llegó a mi ropa empapada de gasolina. El dolor era tan intenso que me quitó el pensamiento escalando sobre mí, se extendió cubriendo mi cuerpo en un instante. En los breves momentos que le llevó alcanzar mi cara, me di cuenta de que salté hacia arriba, al cielo, haciendo la peor cosa posible volar y avivar las llamas. Ni siquiera había sido una decisión consciente, toda mi mente primitiva sabía que quería estar lejos de esta tortura. Con la fuerza de voluntad que me quedaba, gritando de dolor cubriendo cada terminación nerviosa, me forcé a bajar a los campos y comencé a rodar tan rápido como pude lejos de Kramer y las otras.
Sanarás, sanarás, sanarás. Me aferré a esa letanía mientras mi mente explotaba con la agonía de mi carne, siendo devorada por las llamas sin piedad. No podía ver, no podía oír, pero podía sentirlo todo, incluyendo el insoportable ardor interno cuando volví a gritar, atrayendo las llamas a mi boca. Todos los instintos me insistían que dejara de rodar, ya que se sentía como maquinillas de afeitar arrancando lo que quedaba de mi carne. A correr del sufrimiento abrumador que no escatimó ni centímetro de mí, pero con los últimos vestigios de mi cordura, no hice caso a esos instintos y seguí rodando.
Después de lo que se sentía como mil años, me di cuenta que podía ver de nuevo. Metida en una posición fetal, seguía rodando a ciegas por el campo. Utilicé mi borrosa visión para ver las manchas de fuego que quedaban en mis pies, donde las botas se habían derretido a su alrededor, les di una palmada. El movimiento envío fuertes corrientes de dolor en lo que ya era un dolor más fuerte del que alguna vez pudo haber sentido, pero yo seguía golpeando las llamas con fuerza hasta que se perdieron y todo era restos del calzado en mis pies.
Durante un momento de aturdimiento, mientras me miraba hacia abajo, pensé que de alguna manera todavía usaba mis vaqueros y blusa negra. Pero entonces me di cuenta de los harapos oscuros que se cernían sobre mí, no había ropa, era mi propia piel carbonizada. En medio del agudo dolor, quise vomitar y gritar de horror, pero Francine y Lisa seguían luchando por sus vidas contra un maníaco decidido a asesinarlas. No importaba lo que parecía o lo mucho que dolía, no tenía la opción de entrar en pánico por estragos del fuego o esperar a moverme hasta que se terminara la curación. Tenía que actuar de inmediato, o quemarme a mí misma corriendo hacia un proyectil de fuego habría sido en vano.
Me levanté, incapaz de contener el jadeo ante lo que cada movimiento le hacía a mi piel ennegrecida y agrietada. Sanarás, me repetí rudamente, luego traté de forzarme a volar. En el primer intento, me dejé caer de inmediato, hojas de maíz crujieron dentro de mi piel parcialmente carbonizada todavía cuando me caí. Con otro doloroso suspiro, volví a intentarlo de nuevo, lanzándome hacia adelante. Esta vez, lo logré unos treinta metros antes de caerme, pero fue suficiente para determinar dónde estaba el color ámbar mortal. Corrí en esa dirección, renunciando a volar, el dolor poco a poco empezó a cesar. Normalmente, las lesiones de yokais se curan casi al instante, pero con la extensión de los daños que las llamas habían causados tanto a la piel y al músculo, la curación tomaría varios minutos. O dolía tanto que quizá se sentía de esa manera.
Irrumpí por el lado derecho del claro triangular, mientras las llamas lamían la vegetación seca en la base del poste de Lisa. Sin disminuir la velocidad, me lancé hacia ella y la levanté, al mismo tiempo. El poste se quedó en el suelo, pero el impacto dejó a Lisa libre de las ataduras de metal. Cuando la gasolina se encendió y se disparó en el poste, ella ya estaba a varios metros por encima, seguramente, libre de las llamas. Eso no la hizo disminuir sus gritos. Justo antes de que descendiéramos, vi que ella me miraba con terror. Entonces tuve que pasar por la mayor parte del aterrizaje, rellenando con nuevo un grito el impacto que repercutió en mi, y sentí como las hojas arrancaban toda la piel nueva de mi espalda.
Lisa expresó su gratitud hacia mí protegiéndola de lo peor de la caída, golpeándome y pateándome tan pronto como se incorporó al detenerse. La dura caída había soltado su mordaza, por lo que ella gritaba entre jadeos enormes. Normalmente, unos golpes y patadas de un humano me habrían hecho ridículamente poco efecto, pero luché contra el impulso de ponerme de nuevo en la posición fetal y en cambio me concentre en tomar sus manos.
- ¡No me pegues, esto realmente duele ahora mismo! - Mi voz era ronca, hasta el punto de ser irreconocible. Respirar una bocanada de fuego le haría a una persona, incluso si esa persona es un yokai. Lisa dejó de pelear conmigo, pero aún tenía miedo saliendo de sus poros, incluso sobre el olor a gasolina.
- ¿Kagome? - Logró decir, sonó como si ella no podría creérselo.
- ¿Quién diablos podría ser? - Para arreglar mis duras palabras, traté de sonreír, pero me detuve cuando la hice retroceder.
Una mirada a mi brazo reveló que tenía una capa de hollín sobre la mayoría de piel curada, pero todavía había algunas manchas espeluznantes de carne chamuscada. Bueno, parecía un demonio crocante recién salido del hoyo, pero seguía siendo yo.
- Pe-pero vi como te quemabas. - Un río fresco de lágrimas se derramaba por sus mejillas.
- Como Inuyasha diría, sí que lo hiciste. Me curé. En su mayoría… - le dije con un estremecimiento al recordarlo
- Pero… pero... - Aún parecía demasiado sorprendida como para creerme.
- No hay tiempo para charlar, tenemos que salir de aquí, y tengo que encontrar a Francine - dije, cogiéndola de nuevo.
Esta vez, no trató de luchar, pero gritó cuando la levanté y corrí hacia dónde la última vista área me había mostrado el tramo más cercano a la carretera. Estaría más segura en la calle, lejos del fuego que podría comenzar a expandirse aún más si no se apagaba pronto. Tan pronto como vi el pavimento, la dejé ir, corriendo de nuevo al campo de maíz. El dolor casi había desaparecido ahora, para mi gran alivio. Eso me permitió correr más rápido, tratando de escuchar cualquier sonido que me llevara a Francine. Pero al igual que cuando entré aquí con Sarah, los sonidos naturales de las hojas secas al rozarlas combinado con los crujidos del fuego cercano y la confusión en la otra sección del campo mientras la gente comenzaba a notar las luces de color naranja, mis sentidos estaban efectivamente cubiertos.
Estaba a punto de impulsarme sobre el campo y tratar de volver a volar cuando un chasquido sonó, y explotó el tallo a mi lado. Me giré a tiempo para evitar a la siguiente bala esta vez dirigida a mí, corriendo hacia Kramer con una mirada feroz. Él había atinado esos disparos antes porque estaba caminando muy despacio con Sara, en mi hombro, pero no tendría tanta suerte otra vez. Le arrebaté el arma, teniendo un desreglamentado placer al enviarla lo más lejos que podía lanzar. Las balas de plata no le harían daño, por lo que el arma de fuego era inútil para mí. Gruñó mientras trataba de tirarme al suelo, pero utilicé su postura amplia en su contra embistiendo mi rodilla entre su entrepierna con la fuerza suficiente para pulverizar sus partes.
- ¿Quién está llorando ahora, hijo de puta? - Escupí, usando esa misma rodilla para arruinarle su rostro cuando se dobló.
Los golpes me hacían daño, pero no tanto como a él, y saberlo hacía que mi dolor fuese dulce. Le envié otro rodillazo brutal en su costado, y luego otro, y otro. Kramer cayó hacia atrás, incapaz de protegerse contra los golpes que le llegaban más rápido de lo que podía reaccionar. El fantasma se había pasado siglos repartiendo castigos, pero por sus contra ataques insignificantes, no había pasado suficiente tiempo aprendiendo de defenderse de ellos. El deseo de batalla inundó mis venas, impulsada por la rabia que había retenido, mientras que pateaba a Kramer y el conocimiento de todas las personas que habían sido incapaces de luchar por la superstición y la injusticia de la época que vivieron llegó a mí. Mis golpes llovieron más duro y más rápido, cualquier truco desagradable, pero efectivo que Inuyasha me enseñó me trajo el fruto glorioso de los gruñidos roncos de dolor provenientes de Kramer cuando trataba de protegerse.
¡No, no te escaparás! Pensé, mientras aumentaba mi ataque cuando trató de arrastrarse fuera del alcance de mis puños y pies. Sobre todo, no esta noche. cuando estaba a la altura de la gran euforia de la entrega de una bien merecido golpiza, la calamidad me golpeó.
. . . Hay luz allí. . . ¡es fuego! . . . Tengo que salir de aquí. . . ¿donde están los niños? . . . ¡Oh, Dios mío, las cosechas! . . .¡ayuda, que alguien me ayude!
Un centenar de voces diferentes asaltaron mi mente en el mismo instante, tan débil como una patada de karate en la cara. Sujeté mi cabeza antes de poder detenerme a mí misma, alejándome de Kramer en un esfuerzo ciego de correr antes de que él notase que yo había dejado de golpear la mierda que era él. Pero esa cascada despiadada de voces me siguió mientras iba creciendo en volumen como si fuese alimentada por mi agitación.
Kramer se lanzó hacia mí con la misma inquebrantable determinación que yo le había mostrado. Esta vez era yo la que no podía detener los golpes lo suficientemente rápido mientras las voces martilleaban mi mente, llevándose mi enfoque durante la crítica fracción de segundo en la que una patada o golpe me tirarían al suelo con un efecto devastador. Su frente me hizo caer de rodillas, y luego un golpe seco en mi espalda me hizo doblarme por el dolor disparándose por mi columna vertebral. Kramer echó hacia atrás su pie para patearme otra vez— y su pierna fue levantada hacia arriba. Se cayó hacia atrás y se le abalanzó una bella morena quien, en el momento, era tan sólida como él.
- ¡Corre, Kagome! - me urgió Elisabeth, golpeando lejos su asesino.
No corrí. Esperé con desbordante gratitud, mientras que Elisabeth me daba los preciosos momentos necesarios para forzar a las voces hasta niveles en los que no me paralizaran con la distracción. En el momento que Kramer recuperó la ventaja, arrojándola al suelo y aterrizando golpes de castigo en su vientre, yo ya estaba de pie, un renovado impulso de determinación en cascada a través de mí. Si Elisabeth estaba aquí, entonces Inuyasha no podía estar muy lejos.
Me lancé al Inquisidor, rasgando mis colmillos a través de la parte trasera de su cuello lo suficientemente fuerte para romperle todos los tendones. El más sucio sabor llenó mi boca, no era sangre sino algo húmedo y mohoso, como si hubiera venido de la tierra. Escupí pero seguí rasgando su cuello, ya que lo hacía gritar de dolor y detener los puñetazos a Elisabeth. Ella desapareció al siguiente instante, apareciendo junto a mí en su habitual estado, nebuloso vaporoso.
- ¡Ya no te puedo ayudar más! No tengo la fuerza para permanecer sólida. - Dijo angustiada.
- Ya me diste la ayuda que necesitaba. - Kramer intentó levantarse, pero choqué mi rodilla contra su espalda lo suficiente fuerte para incapacitar a una persona normal y le arranqué un trozo más grande de su cuello, lo escupí antes de contestarle.
Kramer le dijo algo en alemán, increíble que fuera capaz de hablar a pesar de lo que había hecho a su cuello. Cogí la palabra "Hure" en medio de las otras y serpenteé un codo alrededor de su cuello, tirando con todas mis fuerzas. Sentí una disminución brusca de tensión, cayendo hacia atrás por mi impulso y no teniendo nada ya que agarrar, pero cuando me puse de pie, Kramer también lo hizo Y no sólo eso, todavía tenía una cabeza, sino que el daño que había hecho a su cuello parecía completamente curado.
- No me puedes matar, Hexe. Estoy más allá de tus poderes. - dijo Kramer, el veneno goteaba de cada palabra.
- Yo voy a mostrarte que no es así - gruñí.
- ¿Por qué luchas? - demandó.
- Aunque tú y las demás vivan ahora, no pueden huir de mí para siempre, y nunca me engañaran con una de sus astutas trampas. - Miré hacia el cielo detrás de él y le sonreí, sintiendo una oleada familiar de poder puro bañarse sobre mí.
- Tienes razón. No estoy en condición de volar 250 millas a donde nuestra nueva trampa esta, pero apuesto a que mi amado esposo está para el trabajo. - La sonrisa victoriosa de Kramer decayó cuando añadí. Kramer se dio la vuelta justo a tiempo para tener una oscura explosión delante de él, con la fuerza suficiente para cavar un profundo surco en la tierra.
- Y dicen que yo no puedo aterrizar sin hacer un desastre - le comenté a nadie en particular.
Inuyasha echó un vistazo a mi estado y comenzó a golpear a la oscura con mal sabor sustancia de Kramer. Había hecho un buen trabajo en contra de él yo misma, pero Inuyasha era mucho más fuerte y no había utilizado la mayor parte de su energía sanándose a sí mismo al ser quemado viniendo desde el otro mundo, por no hablar de ser visto abrumado por las voces inesperadas. Me hubiera encantado seguir mirando, pero todavía tenía cosas que atender.
- Necesito asegurarme de que Francine salga de los campos. - le dije, hablando hasta hacerme oír por encima de los gemidos de dolor de Kramer.
- Está cubierta de gasolina; sí se topa con el sector equivocado del campo, podría matarla. - Eso no era una preocupación para mí. Estaba casi segura de que ya ninguna parte de mi piel tenía gasolina con la que pudiera ser quemada.
- Ve. Lo tengo. - dijo Inuyasha, su brazo apretaba con tanta fuerza alrededor del cuello del Inquisidor que lo mataría si no estuviera ya muerto.
No perdí mi tiempo corriendo por los campos, uní mi energía escondida y volé, asegurándome de mantenerme lo suficientemente bajo como para ver. Con la luz del fuego y algo de mi piel asomándose por debajo del hollín, era posible que cualquiera mirando en mi dirección y me descubriera, pero esperaba que pensaran que era un truco de las llamas. Con mi nuevo punto de vista, no pasó mucho antes de hallar la zanja en el tallado en el campo de maíz fuera causado por alguien que corría. Me precipite más, no con el objetivo hacia Francine cuando descendí porque sabía mejor. Efectivamente, reboté en el aterrizaje haciéndola gritar de miedo y corrió en dirección contraria, pero me levanté y la agarré antes que ella se me perdiera de vista otra vez.
- ¡Francine, es Kagome! - Dije, escuchando sus pensamientos de que no me reconocía. Después de unas pocas sacudidas a sus hombros, perdió esa inexpresividad de miedo en su mirada.
- ¿Kagome? - Su rostro se arrugó, y tomé las palabras como "repugnante" y "zombie" mientras ella trataba de asimilar mi apariencia ahora con lo que parecía antes.
- ¿Qué te hizo él? -
- Me quemó como a una hamburguesa en un Cuatro de Julio - le facilité, contenta de que no hubiera espejos de cuerpo entero cerca.
- Se ve peor de lo que es, pero tenemos que salir de aquí. - Me impulsé en el aire lo suficientemente alto para ver en qué dirección estaba el camino, descendí de nuevo hacia abajo, haciendo una mueca porque no había reducido mi descenso lo suficiente como para hacerlo sin dolor.
- Muy bien. Vámonos. - rechiné, maldiciendo todo lo que le había hecho a mis tobillos.
La cargué mientras corría por el campo hacia la carretera. Ella podía caminar, pero así era mucho más rápido. Una vez que ella estaba a salvo en el camino, llorando de alivio cuando vio a Lisa de esa manera, me dirigí de vuelta hacia Inuyasha. Esta vez, no era necesario flotar por el campo para determinar a dónde quería ir. Podía sentir su poder llegar a mí, atrayéndome más cerca como un faro. Cuando lo alcancé, vi con alivio que aun tenían a Kramer bajo su agarre. Aunque no pensará que el fantasma era lo suficientemente fuerte como para liberarse a sí mismo, estaba preocupada por que se desvaneciera lejos de aquí, si él podía transformarse de nuevo en vapor a voluntad.
- ¿Qué te parece el Taser? Esa fue idea de Tyler después de verte hacer zas cuando estabas jodiendo con nuestra electricidad. - Pero entonces vi lo que estaba en la mano de Inuyasha y me reí a carcajadas al ver la expresión aturdida en el rostro del Inquisidor.
- No creo que a él se le antoje mucho en absoluto, ¿verdad? - Preguntó Inuyasha, presionando sus dientes en el lado de Kramer.
El fantasma se sacudió, presionando sus ojos de una manera que confirmaba que le dolía. Bien, entonces era un instrumento eficaz y divertido. Inuyasha rasgo la túnica negra del Inquisidor, dejando al descubierto la arrugada, y pastosa carne que lo confirmaba. Kramer desató un torrente de maldiciones, pero ambos lo ignoramos.
- ¿Quiere ponerte esto? - preguntó él, sosteniendo la túnica frente mío.
- Ew… Prefiero quedarme desnuda. - La miré con aversión.
- Por supuesto. Sostenlo por un momento. - La más ligera sonrisa tocó la boca de Inuyasha.
Mantuve el agarre sólido al fantasma mientras que Inuyasha se quitaba su camisa. Kramer mantenía sus amenazas contra, mi familia, mis amigos, mis antepasados, y cualquier otra persona que el Inquisidor podía imaginar. Con su camisa afuera, vi que Inuyasha tenía más Tasers atados en la parte superior de sus brazos. Debíamos tener suficiente voltaje para mantener a Kramer para que no intentara desmaterializarse, si es que tenía esa capacidad antes de que saliera el sol.
Estaba pasándole a Kramer a Inuyasha y deslizaba su camisa sobre mi cabeza cuando dos objetos grandes radiantes venían hacia nosotros desde el cielo. Koga y Miroku, me di cuenta, este último llevando a Tyler. No es de extrañar que el medium pareciera aún menos satisfecho sobre volar que lo usual. Aterrizaron con una suave gracia que me puso celosa. A diferencia de Inuyasha, que ahora sólo tenía un par de pantalones y botas, los tres hombres llevaban abrigos largos. Miroku me echó un vistazo, el suyo estuvo fuera antes que hubiera dado otro paso.
- Gracias - dije, sobre poniéndomela porque estaba helado antes de cualquier inquietud de que mi trasero se mostrara, si la camisa de Inuyasha se levantaba.
- Cristo, Parca Negra, con tu cabeza calva y todo ese hollín, te ves como un maniquí que alguien atacó con un soplete. - Koga, siempre tan discreto, tenía otra forma de saludar.
- Koga, si no estuviera agarrando a este cabrón, estarías sobre tu trasero en este momento - rechinó Inuyasha.
- Yo no estoy agarrando a nadie - dijo Miroku, y golpeó a Koga lo suficientemente fuerte para hacerlo tambalear.
- ¿Por favor dime que hay un truco sencillo de yokais que me pueda ayudar a volver a crecerlo más rápido? - Me pasé la mano sobre mi cabeza e hice una mueca de dolor cuando lo único que sentía era la piel lisa. Bueno, ¿qué esperaba? ¿Qué mi pelo hubiese sido a prueba de fuego?
- Lo hay, y tú eres hermosa con o sin pelo - dijo Inuyasha, en realidad lo hacía sonar sincero.
- ¡Mira lo que traje para ti, amigo fantasma! - Tyler mantenía abierto su abrigo con estilo exhibicionista, sonriendo cuando Kramer dejó escapar un fresco brote de maldiciones contra él.
Ya no tenía ningún tipo de preocupación acerca de tuviéramos suficientes Tasers para el largo viaje. El abrigo de Tyler estaba repleto de ellos, al igual que en los bolsillos de sus pantalones y en las correas de la pistolera alrededor de su camisa.
- Por eso me trajeron - prosiguió.
- No queriendo cargarlos ellos mismos en caso de que tuvieran que luchar, pero estoy abrumado con ellos. Ahora que parece que tienen todo bajo control, vamos por esos cachorros - Tomé unos pocos Tasers, llenando los dobleces y bolsillos del abrigo de Miroku. Koga y Miroku repartieron al resto, probando algunos con Kramer, sólo por diversión, parecía.
- Tenemos que chequear a Lisa y Francine - dije.
Las encontramos justo donde las había dejado, lo suficientemente lejos de la calle para estar lejos de la masa de la actividad que se estaba llevando a cabo en la entrada de Pumpking Town. Estaba diciéndoles que caminaran hacia allí que pudieran ser trasladadas por las ambulancias que estaban llegando cuando me di cuenta de que algo chocó a través de los campos a unos cien metro de distancia. Capté fragmentos de breves aullidos de las sirenas que se acercaban, las llamas crepitantes, el caos de los invitados de Halloween, y los ruidos constantes del roce de la caña de maíz. Pero fueron los gritos mentales y los distintos patrones del claro ruido que identificaban que estaba allí.
No tenía necesidad de verla para saber que Sarah iba penetrando dentro del campo, no hacia la seguridad de la carretera. El departamento de bomberos quizás llegaría a tiempo para salvarla, pero de nuevo, quizás no. Con la fractura de tobillo de Sarah y lesiones internas que Kramer inició, había una buena probabilidad de que ella no escapara de las llamas o habría sido superada por el humo. Sarah había esperado vernos quemadas a Lisa, Francin y a mí, pero a pesar de su justicia poética, no podía condenarla al mismo destino.
- Es Sarah. Voy a ir por ella. - dije, cuadrando mis hombros.
Miroku fue disparado antes de que la última palabra saliera de mi boca. Unos momentos más tarde, oí un grito. Vi un filón de movimiento yendo hacia arriba hasta que el grito se desvaneció, y ya no pude seguirlo con mi mirada. Y luego, un minuto más tarde, escuché un torrente de pensamientos de pánico justo antes de que algo cayera desde el cielo a gran velocidad, aterrizando en el campo con un golpe que sentí más de lo que oí. Miroku cayó mucho más lento. Aterrizó sin problemas solo con calma, con una pequeña y oscura sonrisa jugando al borde de sus labios mientras su mano estaba repleta de los cabellos de Sarah y buena parte de su cuero cabelludo.
- Resulta que ella no necesita tu ayuda - dijo, en tono tan casual como si acabara de ayudar a Sarah a cruzar la calle, no dejarla caer desde una milla de altura.
Miroku usualmente era caballeroso por defecto, pero trata de matar a su esposa, y no tendrás a un antiguo noble del siglo XVIII en tus manos. Tendrás a un letal, y vengador yokai. Si es posible, Francine y Lisa se pusieron aún más pálidas. Ellas podrías haber odiado a Sarah por lo que le hizo, pero esto era un poco demasiado para ellas manejarlo en este momento.
- Tyler, ¿puedes llevarlas en una de las ambulancia para que puedan recibir tratamiento? - Yo quería quedarme y mantener un ojo en Kramer, aunque Inuyasha lo tenía bajo control. Además, la forma en cómo me veía llamaría mucho la atención si tenía gente a mi alrededor.
- Vamos cariño, vamos a conseguir que te arreglen. Te veo más tarde en la granja. Miroku dijo que enviaría un coche. Dexter se va a chavetear cuando me vea. - urgió él, poniendo un brazo alrededor de cada una de ellas. Entonces me guiñó un ojo.
- ¿Se acabó? - preguntó Francine, y repitió la misma pregunta la mente de Lisa.
- Se acabo para ustedes dos. No volverán a verlo de nuevo. Nosotros nos encargaremos del resto. - Miré a Kramer, todavía murmuraba amenazas y lanzaba golpes bajo el agarre de Inuyasha a pesar de que ninguna lo llevaría a nada.
Con una última y larga mirada a nosotros, Francine y Lisa, acompañadas por Tyler dejaron la calle para esperar a una de las ambulancias. Estaba eternamente agradecida que al parecer Kramer había estado demasiado ocupado en seguirme y creando una emboscada para pasar tiempo torturándolas, pero aún así estaban maltrechas. Ellas tenían laceraciones profundas en las muñecas y tobillos por luchar contra las restricciones del metal, y eso era solo lo que podía ver.
- ¿Quieres venir con nosotros, Gatita? - Preguntó Inuyasha. Su aura me envolvía en bandas fuertemente relajantes a pesar de que sus manos seguían llenas con un furioso fantasma.
- Voy a necesitar que alguien me lleve, pero no me perdería esto por nada del mundo. - No dudé en mi respuesta.
Todavía estaba demasiado débil por la curación de las muchas lesiones que había recibido para volar, pero quería estar allí cuando Kramer fuera sellado en su prisión. Diablos, yo quería bailar y cantar alrededor de él. Más ruido me llamó la atención desde el cielo. Esperaba ver a bomberos, policías y ambulancias descendiendo en la granja, pero me sorprendió ver a un helicóptero militar en la tierra en un área deforestada de la calle. Estaba lo suficientemente lejos de las llamas restantes para el remolino de aire de los rotores no las avivara, pero lo suficientemente cerca para reconocer a uno de los hombres que salía.
- Tate está aquí. - Inuyasha estuvo a toda prisa en esa dirección, con los labios apretados cuando vio al yokai de pelo castaño gritando órdenes a los otros soldados con cascos que salían detrás de él. Estaban demasiado lejos para vernos, pero como si Tate pudiera sentir nuestras miradas, se volvió, mirando hacia nosotros.
- Tú vete, yo iré a tratar con él - murmuró Miroku. Necesitábamos salir. El viaje a Ottumwa tomaría casi cuatro horas, y si Tate estaba aquí, Madigan probablemente no se quedó atrás, pero le puse una mano a Inuyasha en el hombro.
- Vamos a esperar un minuto. Si él llama a cualquier persona de más, nos iremos. - le dije, señalando a Tate.
Tate trotó después de gritar una última orden a su comando, redujo la velocidad para mirar a Francine, Tyler y Lisa cuando llegó y se puso al día con ellos. Luego retomó su paso rápido, con su mirada índigo revoloteando entre yo, Inuyasha y el fantasma maldiciendo entre nosotros.
- Kagome, tu cabello... - comenzó.
- Si crees que me veo como la mierda ahora, deberías haberme visto cuando estaba en llamas. Pero basta de eso. ¿Por qué estás aquí? - Sus facciones se tensaron ante la visión de yo siendo quemada.
- Madigan confiscó algunos materiales de aficionados hace una semana de ti lanzando un auto fuera de ti misma, por lo que él sabe es que estás en Iowa. Él está ardiendo por poner sus manos sobre el fantasma que mató a sus hombres, y él sabe lo que estás buscando, también. Así que se supone que debemos mantenerte en observación a ti. - Pero luego se volvieron de piedra con mi pregunta.
- ¿Era la grabación de un video de un celular? - Pregunté de forma irreverente.
- Esas cosas de mierda me fastidian. - Tate asintió.
- Alguien reportó haber visto a una persona volando en llamas por el aire en unas de las llamadas del 911 sobre el incendio - Él no conseguiría argumentos de mi parte ante eso.
- Nos enviaron a investigar si se trataba de un testigo histérico exagerando, o si algo sobrenatural estaba involucrado. - continuó Tate.
- ¡Todos ustedes serán arrojados al lago del fuego eterno! - Gritó Kramer. Estrellé mi codo en su cara, sin molestarme en mirarlo. Por los sonidos de zzzt que siguieron Inuyasha lo zamarreó de nuevo.
- Así que Madigan está detrás de mí porque quiere vengarse por sus soldados asesinados - reflexioné.
- No. Él quiere que tú atraparas al fantasma, y luego nos iba a tender una trampa para robárnoslo para después utilizarlo como un arma. Estúpido bastardo cree que puede controlarlo. - Tate gruñó.
- ¿Y qué piensas reportarle a él? - Preguntó Inuyasha, su aura cambiando a un helado flujo de advertencia.
- No he visto a ningún yokai aquí aparte de mí. - Tate se encogió de hombros. Kramer continuó su despotricar sobre la forma en la que todos íbamos a sufrir, quemar, suplicar, etc. Ninguno de nosotros le prestó atención, por lo que se enfureció más.
- Este es el fantasma. Necesitamos asegurarnos de que tu equipo se quedé aquí por un tiempo para que nadie nos siga. - le dije, señalándolo, conmoción cruzó la expresión de Tate mientras él miraba al muy sólido Kramer.
- Entonces, tal vez si vi algo sospechoso en el otro extremo del campo. Podría tomar horas para investigar. - La más leve sonrisa cruzó por si rostro.
- Gracias. - Le devolví la sonrisa. Lanzó una última mirada a Kramer, antes de dirigirse hacia el helicóptero. El peligroso flujo de Inuyasha disminuyó, cambiando a ondas de determinación.
- Vamos a terminar esto, Gatita. - Miré a Kramer y por primera vez, vi miedo en la mirada rojo del Inquisidor.
- Si, vámonos - señalé con suprema satisfacción.
Continuara…
