Aquí epilogo y agárrense porque el 31 viene el libro medio que será publicado en 3 capítulos 3 días seguidos, así que reserven bien su tiempo.
Epílogo
Un coche se detuvo en la previa instalación de cloacas y drenaje, sin puerta en el asiento del conductor. Sango estaba sentada detrás del volante, envuelta en un grueso abrigo con su cinturón de seguridad alrededor del mismo. Ni un indicio del daño que le había causado Sarah se mostraba, como su brillante sonrisa evidenciaba. Mi madre estaba dormida en el asiento del pasajero, sus párpados revolotearon cuando Sango estacionó. El sol había salido unas horas atrás, y ella seguía sintiendo notablemente sus efectos.
- ¿Llegamos? - la escuché murmurar.
- ¿Sabes cuantas veces tuve que despertarla para que pudiera cautivara a los policías que nos detuvieron a que olvidaran que estábamos conduciendo un auto que claramente no es legal que ande en las calles? - Sango puso sus ojos en blanco.
Verla tan alegre después de eso tan terrible que le había sucedido iluminó mi estado de ánimo aún más. Ella no dijo nada sobre mi cabello, lo que significaba que Miroku la había llamado y advertido de antemano. Oh, bueno. Siempre había pelucas si Inuyasha había estirado la verdad sobre habilidades especiales de los yokais para hacer crecer el cabello, para disminuir el estrés con el que yo estaba lidiando en ese momento. Miroku se levantó sonriendo a Sango en una forma que me alegró que mi mejor amiga fuera tan apreciada. Por otra parte, yo sabía lo que se sentía, mientras los brazos de Inuyasha a mi alrededor y su boca rozando mi sien lo atestiguaban.
Elisabeth flotó fuera de la instalación, Fabián cerca detrás de ella. Yo siempre había pensado que ella era hermosa, pero hoy, ella lucía especialmente radiante incluso sin el efecto más vívido de ser sólida.
- ¿Segura que quieres quedarte aquí? Él ha estado gritando allí durante horas y es bien pasada la hora en que él sería aire otra vez. Si pudiera haber salido, ya lo habría hecho. - le pregunté.
- Voy a esperar hasta que sellen el área permanentemente. No sé qué haré después de eso. - Las palabras parecían hundirse, y casi podía ver a Elisabeth darse cuenta de que su larga búsqueda de justicia había terminado finalmente. Ella soltó una sonrisa que era mitad nervios, mitad llena de una maravillosa alegría.
- No tengo idea de que voy a hacer después de eso. - Fabián aclaró su garganta, lo cual, considerando que él era un fantasma, era tan obvio como un mensaje escrito en el cielo.
- Tal vez yo podría, ah, quizás sea capaz de ayudarte con tus opciones - tartamudeó él, y a pesar de que era imposible, habría jurado que se sonrojó. La boca de Elisabeth se abrió captando el significado. Luego inclinó la cabeza en una manera contemplativa muy femenina, una lenta sonrisa estirando sus labios.
- Bueno. Tal vez puedas. - dijo ella finalmente. Inuyasha se giró para que no pudieran ver su sonrisa.
- Todos, dejémoslo a su protección - dijo el más ligero énfasis en la última palabra.
- No, quiero quedarme y ver esto - protestó Koga.
- Métete en el auto, compañero. - La mano de Miroku aterrizó pesadamente en su espalda. Koga se levantó, lanzando una última mirada de pesar a Elisabeth y Fabián, que flotaron mucho más entre ellos.
- Solo trataba de mejorar mi repertorio con educación continua - murmuró.
- Estoy segura de que ya ha mejorado mucho. Ahora sácalo de aquí. - dije secamente aceptando la mano de Inuyasha.
El auto fue diseñado solo para cinco personas, y éramos seis, pero lo haríamos funcionar. Miroku insistió en conducir, y Sango se acurrucó entre él y mi mamá. El comentario de Inuyasha de que mi madre podría dormir cómodamente en el maletero se encontró con mi pesaba mirada diabólica que solo lo hizo reírse.
- Que día tan monótono, y sin chiste - comentó Koga mientras nos alejábamos.
El cielo de hecho tenía un color grisáceo que apuntaba a un invierno más temprano. Nubes más oscuras mantenían la luz del sol acorraladas. Pero mientras las miraba, no pude evitar pensar que cada una parecía tener un resquicio de esperanza.
Continuara…
