Aquí estamos en otro capítulo más, muchas gracias por los comentarios de recibimiento. Los personajes de Candy Candy no me pertenecen, sin embargo los utilizo para escribir una nueva historia propia la cual está prohibido publicar en otra plataforma. Gracias por leer y bienvenidas.

P.D. Ya saben que el contenido no es apto para personas menores de edad o para personas que son sensibles a este tipo de temas.

LEJOS DE TI

CAPÍTULO 4

CANDY SE CONVIERTE EN UNA SEÑORITA

En la Ciudad de México, Candy también se iba adaptando al nuevo Colegio para señoritas al cual la habían inscrito "El Real Colegio de San Ignacio de Loyola"*, un nombre bastante difícil de mencionar para Candy, sin embargo estaba bastante admirada por la imponente arquitectura que este mostraba, su estilo barroco anunciaba que tenía por lo menos un siglo de existencia siendo incluso más ya que había sido fundado en el año de 1767.

Los problemas para Candy no tardaron en llegar cuando de pronto se vio envuelta de niñas con un alto grado de superioridad, sobre todo aquellas que eran hijas de extranjeros y que al estar en un país que en su mayoría era de personas de piel morena se sentían superiores, creyendo que Candy sería igual que ellas no dudaron en incluirla a su grupo ya que era rubia y de ojos verdes y a pesar de que su padre era moreno de ojos verdes, su madre era evidente que tenía clase y estilo, sin embargo el modo de ser de Candy, humilde y sencilla pronto desentonó con ese grupo de niñas mimadas y caprichosas, miles de Elisas decía Candy para sí misma, así que pronto encontró a un grupo de niñas que eran tan sencillas y humildes como ella, aquel grupo era el grupo de las niñas huérfanas y becadas, uno en el que ella se sentía cómoda al comprenderlas rápidamente, eso bastó para que muchas de sus compañeras se dedicaran a molestarla por aquella decisión que había tomado.

Candy no tardó en meterse en problemas gracias a las dotes de Robin Hood que poseía y no era precisamente por robar a las niñas ricas para darle a las pobres, sino que más de una ocasión se vio en la necesidad de defender a una de ellas del grupito que había formado la líder de aquel Colegio, una niña nacida en México pero de raíces españolas, quien a pesar de haber sido la encargada de recibir a Candy y mostrarle las instalaciones del gran Colegio de las Vizcaínas, elegida por su falsa amabilidad y ternura, no iba a desaprovechar la oportunidad de humillar a Candy por atreverse a cuestionar su autoridad.

Candy sin quererlo fue considerada la líder del otro bando, un grupo que comenzó a formarse sin querer por las chicas becadas y que al paso del tiempo incluyó a otras chicas adineradas que estaban cansadas de los abusos que Isabel cometía, siendo estas las que traicionaban a la otra rubia para sumarse al equipo de Candy, un equipo que la rubia veía innecesario cuando ella misma no sentía que lo comandaba, ya que solo intervenía cuando había algún tipo de abuso a su parecer.

-¡Candy! – Gritó una de las chicas emocionada. - ¡Mira Candy, me llegó una carta de mi novio! – Decía la jovencita suspirando ilusionada.

-¿Tienes novio Margarita? – Preguntó Candy igualmente emocionada, contagiada por la sonrisa alegre y llena de felicidad que reflejaba su compañera.

Margarita era otra chica hija de padres extranjeros también nacida en México, sus padres provenían de Francia y con sus caireles rojos y sus ojos azules suspiraba ilusionada con la carta que llevaba estrujada en su pecho.

-¡Por supuesto Candy! – Respondió como si fuese lo más natural del mundo. – Todas las chicas o por lo menos la mayoría de nosotras ya estamos comprometidas. – Dijo ante los sorpresivos ojos verdes de Candy por aquella revelación, la cual ella no tenía conocimiento.

-¿Todas? – Preguntó incrédula la rubia, ya que era algo que no se había comentado con las becadas, las cuales no estaban comprometidas al no tener alguna dote que ofrecer al futuro marido.

-¿Acaso tú no tienes novio Candy? – Preguntó Margarita un tanto confundida, Candy ya tenía edad para tener novio y por supuesto para haber sido prometida en matrimonio a algún joven adinerado del país.

-¿Novio? – Respondió Candy suspirando, de inmediato se le vino a la mente el joven rubio de ojos azules que hacía tiempo le había ganado su corazón, un chico tierno, noble y sumamente guapo que había sabido quedarse muy dentro de ella sin mayor esfuerzo. Margarita reconoció aquel gesto enamorado.

-Veo que si tienes novio Candy. – Dijo con una risita traviesa. - ¿Cómo se llama? – Preguntó curiosa. – El mío se llama Henry. – Dijo rápidamente para que Candy se animara a confesarle el nombre del afortunado.

-Anthony. – Dijo Candy suspirando enamorada. – Él se llama Anthony y es el chico más maravilloso que existe, es alto, rubio y tiene unos ojos tan hermosos que no puedo evitar perderme en ellos por horas cuando estamos juntos. – Decía Candy sin percatarse que había hablado de más aquella ocasión, sin proponérselo había revelado el amor que mantenía en secreto y que solo María sabía sobre su existencia.

-¿Lo conoces? – Preguntó Margarita sorprendida.

-¿No conoces a tu novio? – Preguntó Candy sorprendida de igual manera. Margarita sin dejar de apretar la carta de su prometido negó a la pregunta que le hacía la rubia. Candy abrió los ojos espantada. - ¿Y cómo puedes estar tan enamorada? – Preguntó Candy asombrada. Margarita sonrió.

-Él es tan tierno en sus cartas. – Dijo ilusionada, mostrando sin pena a Candy lo que decía aquella carta.

-Tienes razón. – Dijo Candy. – Es muy romántico, igual que Anthony, él creó una rosa especialmente para mí. – Dijo Recordando la mañana en la que después de haberla encontrado la había recompensado con un hermoso regalo, regalándose también una fecha de cumpleaños, una fecha que pronto se repetiría y con ello era un año más que festejaba lejos de él.

-¿De verdad? – Preguntó Margarita ilusionada por aquel comentario. – Mi novio me ha enviado este collar. – Dijo mostrando un relicario que colgaba de su cuello y que al ser muy largo lo llevaba bien escondido ya que no estaba permitido llevar alguna joya o incluso tener alguna en el cuarto, esto para evitar confusiones con las becadas, decían las religiosas como ya había sucedido un tiempo.

-Es hermoso. – Dijo Candy apreciando la joya. – Anthony bautizó a la rosa como Dulce Candy, y es una rosa blanca tan brillosa como una perla y de centro verde como mis ojos. – Decía enamorada, mientras Margarita abría la boca sorprendida por aquello que escuchaba.

-¡Qué romántico! – Decía la chica juntando sus manos, mientras suspiraba imaginándose aquel acto de amor que había recibido la pecosa.

-¡Por favor Margarita! – Se escuchó de pronto la voz de Isabel a su espalda. Margarita rápidamente guardó su relicario sabía que si Isabel lo veía la delataría con las superioras. – Te está tomando el pelo, nadie es capaz de recrear una rosa como esa. – Dijo despectiva, mientras miraba con repulsión y envidia a Candy por aquel gesto que ella había recibido.

-¡Te equivocas! Anthony es capaz de eso y más, él es un ser muy inteligente y magnífico. – Dijo Candy molesta por lo que aquella intrigosa chica decía.

-Entonces debe de ser un simple jardinero o un completo viejo. – Dijo de nuevo destilando su veneno.

-¡Anthony no es ningún viejo! Y si fuera jardinero aun así fuera el que mi corazón ha elegido. – Dijo Candy molesta apuñando las manos para encarar a aquella que se atrevía a hablar mal de su príncipe de las rosas.

-Vaya, por lo que dices el prometido que eligieron tus padres es un dechado de virtudes. – Dijo de la misma forma. Candy se sorprendió al escuchar aquella palabra, porque si bien ella lo consideraba como un novio por los sentimientos que había incluidos en ellos, sabía bien que ninguno de sus padres sabía de la existencia de su amado chico tierno de ojos azules. Aquel asombro hizo percatarse a Isabel que algo estaba mal. - ¿O es que no es tu prometido? – Preguntó acorralando a Candy quien no se atrevió a responder que así era, ya que ella no era una mentirosa. - ¿Lo ves Margarita? – Dijo con una sonrisa mostrando que le divertía aquella situación. Candy la veía recordando a Elisa en aquella chica, su misma manera de atacar y hacer sentir mal a las personas, la diferencia que Isabel no conocía a Anthony. – El novio imaginario de Candy no existe. – Dijo burlona.

-¡Si existe! Anthony es real. – Decía molesta por las palabras que había dicho aquella chica nefasta.

-¿Y por qué nunca te escribe? – Preguntó de nuevo. - ¿Crees que no me he dado cuenta de que solo recibes cartas de tus padres y de un tal hogar de Ponny? – Preguntó desdeñosa. - ¿O es que acaso es el nombre que él utiliza porque su romance es secreto? – Preguntaba enredando cada vez más las cosas.

-¡Eso no es asunto tuyo! – Respondió Candy furiosa.

- Eres una mentirosa, lo más probable que tu novio imaginario solo exista en tu mente, por eso es tan perfecto y lo más seguro es que tus padres eligieron a algún tipo gordo y rico que podría ser tu abuelo para que sea tu prometido. – Dijo de pronto Isabel retirándose del lugar mientras reía satisfecha con haber molestado e incomodado a Candy. Candy permaneció en silencio por lo dicho por aquella chica, bastante molesta por sus palabras y a la vez preocupada por lo del prometido que mencionaba.

-No te preocupes Candy, yo sí te creo. – Dijo Margarita levantándose de su sitio para tomar la mano de Candy y tratar de calmarla. Candy sonrió por su gesto.

-Gracias Margarita. – Dijo Candy triste, sonriendo de lado.

-Candy… - dijo apenada después. Candy atendió a su llamado.

-¿Sí? – Preguntó la rubia al ver la duda en sus ojos.

-Candy… Anthony… ¿Es tu prometido? – Preguntó tímida, no quería que creyera que Isabel la había convencido de lo contrario.

-No. – Respondió Candy honesta. – Él… él está muy lejos de aquí y mis padres… ellos no saben de él… - Dijo triste. Margarita se llevó las manos a la boca sorprendida por sus palabras.

-¿¡Es un amor prohibido!? – Preguntó sin saber por qué emocionada. Candy la miró curiosa. - ¿Es pobre? – Decía sorprendida. Candy comenzó a reír al recordar que ni era un amor prohibido y mucho menos era pobre y más cuando recordaba que esos no eran los impedimentos que tenía para estar con él.

-¡No! Anthony es un chico bastante rico, pero hace tiempo que no lo veo. – Decía comenzando a sentirse triste.

-No te preocupes Candy, la mayoría de nosotros no hemos visto aún a nuestros prometidos, solo por cartas. - Candy puso cara de extrañeza al preguntarse una vez más cómo era eso posible.

-¿Por qué no se conocen? – Preguntó intrigada.

-Lo que sucede es que la mayoría de nosotras fuimos comprometidas al nacer y nuestros padres nos internaron en este Colegio para poder prepararnos para nuestro futuro matrimonio. – Aquellas palabras sorprendieron a Candy terriblemente.

-¿Prepararse para el matrimonio? – Preguntó aterrada. Margarita asintió.

-La mayoría estamos aquí para ello Candy, para ser unas señoritas. –Dijo una vez más, aquellas palabras mortificaron una vez más a Candy ya que recordó que había escuchado a sus padres más de una vez que ahí la convertirían en una completa señorita. - ¿Qué sucede Candy? – Preguntó angustiada al ver el rostro asustado de Candy.

-Mi madre dice eso, que aquí me convertirán en una señorita. – Dijo Candy.

-Candy… ¿Tú no estás comprometida? – Preguntó curiosa. Candy negó.

-No… - Respondió asustada. – Mis padres no harían eso. – Dijo no muy segura de ello. Margarita bajó su rostro.

-Yo pensaba lo mismo, hasta que hace un año me comunicaron que estoy comprometida desde que nací con el Barón Henry Black. – Dijo Margarita ilusionada con aquel hecho.

-¿Un barón? – Preguntó Candy sorprendida. - ¿Es muy mayor? – Preguntó de nuevo y Margarita sonrió.

-No mucho Candy, él tiene 25 años. – Dijo tranquila como si fuese normal la edad de su prometido quien le llevaba ocho años.

-¡Es un viejo! – Dijo Candy. Margarita comenzó a reír con gracia.

-Al principio pensé lo mismo, pero cuando las demás comenzaron a decir que sus prometidos eran muy mayores, incluso algunos son viudos, comprendí que Henry es mucho muy joven y guapo comparado con algunos. – Dijo Margarita sonriendo. – De hecho la misma Isabel está comprometida con un señor que dicen podría ser su abuelo, ella ya lo conoce ya que pronto se casará con él. – Decía bajando el tono de voz para evitar que alguien la escuchara. Candy la escuchaba sorprendida y hasta ese momento comprendió el comentario que Isabel había hecho antes de retirarse.

Candy se había retirado a su habitación con el temor de las palabras que Margarita e Isabel habían dicho, ella temía estar comprometida, sobre todo al imaginar la suerte que podría correr ya que sus compañeras a pesar de que algunas serían baronesas, condesas e incluso había una que estaba prometida a un rey, eso no la convencía de que decidieran su suerte, mucho menos cuando ella seguía suspirando por Anthony y guardaba la esperanza de regresar a Lakewood una vez que terminara el Colegio.

-Mi padre y mi madre no serían capaz de hacer algo así. - Decía Candy pensativa, sumiéndose en ese miedo que surgía en su mente al pensar que algo como eso era probable que sucediera.

Los siguientes días se convirtieron en angustia para Candy ya que esperaba impaciente los días que tendría para volver a ver a sus padres, los cuales sentía avanzaban lentamente, puesto que no había vacaciones hasta el verano y no sabía cómo hacer aquella pregunta de que la habían convencido que también ella sería comprometida y correría la misma suerte que las demás chicas de Colegio, bueno casi todas ya que las niñas becadas sus padres no contaban con los medios económicos para proporcionar una buena dote a sus hijas y no aspiraban a casarse con un buen partido, incluso algunas no estaban destinadas siquiera a ser una esposa, aunque otras gracias a aquella beca aspiraban a un futuro mejor que el que sus padres habían tenido.


Los días en Inglaterra corrían igual de lentos y Anthony se desesperaba aún más al darse cuenta del tiempo que había transcurrido sin saber nada de Candy, llegando a perder las esperanzas en varias ocasiones de si realmente ella continuaba con vida.

-¿Anthony, vienes? – Preguntó Stear al ver una vez más a su primo en silencio.

-Adelántense Stear. – Respondió una vez más, ese era otro domingo que no tenía ganas de ver a la tía abuela, tenía meses que prefería quedarse en el Colegio en compañía de Terry o simplemente se la pasaba escribiendo en su pequeña libreta, escribía todo lo que hacía como si fuese a Candy a quien le escribiera.

-Esa cara solo puede significar que le escribes a tu novia. – Dijo Mack sorprendiendo a Anthony en la colina.

-Hola Mack – Dijo Anthony amable. – Lo siento no te sentí llegar. – Se disculpó cerrando celosamente su libreta, para impedir que pudiera leer algo de lo que ahí escribía.

-¿A quién le escribes? – Preguntó curiosa no queriendo quedarse con las ganas de conocer quien hacía que aquel guapo joven suspirara por horas en esa colina. - ¿Tú novia? – Preguntó insistente.

-Podría decirse que sí. – Dijo Anthony suspirando y volteando a ver el frente de la colina, sintiendo el aire que golpeaba su rostro, imaginando que el aroma de la Dulce Candy llegaba a él en ese preciso momento. – Le escribo a ella. – Confesó de nuevo, sin embargo no pudo observar la mirada de decepción que Mack ponía al escucharlo hablar, sintiendo ella misma algo extraño en su corazón ya que había deseado que le dijera que era alguna tarea o proyecto escolar.

-¿Estás comprometido? – preguntó intrigada. Anthony volteo a verla un poco confundido por su pregunta, ya que si bien había cruzado un par de palabras con ella no creía que tuvieran tanta confianza para ello.

-Esas preguntas no son apropiadas para una dama. – Respondió Terry por él, ya que llegaba en ese momento. Mack se sorprendió con la voz de Terry y pronto puso cara de disgusto igual que él. Anthony los observó rodeando los ojos, ya que no era la primera vez que podía observar a aquel par discutiendo.

-Tranquilo Terry. – Dijo Anthony como siempre de mediador.

-Me voy. – Dijo Mack dándose la vuelta rápidamente. – Tu prometida tiene mucha suerte. – Dijo antes de irse. – Lástima que tú no… - Le dijo sin más explicaciones. Anthony la observó confundido sin comprender a qué se refería aquella chica hasta cierto punto entrometida, después volteó a ver a Terry quien levantó los hombros como indicando que no tenía la menor idea de qué hablaba.

-No me mires a mí, yo no entiendo a las mujeres. – Dijo Terry. – Unas dicen amar a uno y se ven con otros. – Dijo refiriéndose a Elisa y a él. – Y otras solamente te insultan cuando te ven, es mejor no entenderlas y simplemente gozarlas. – Anthony negó con una sonrisa que denotaba desacuerdo con su comentario.

-Lo que deberías de hacer es dejar de visitar a Elisa. – Dijo Anthony a Terry, delatándose sin pena que estaba enterado de aquella relación clandestina que mantenía con la morena.

-¿Cómo sabes…? – Preguntó apenado.

-Te he visto alguna vez cruzar la arboleda hasta llegar a su habitación. – Dijo Anthony con una sonrisa traviesa para que Terry se diera cuenta que era imposible que lo siguiera negando. – Ella no te conviene Terry… - Dijo sincero de nuevo a su amigo.

-YA te he dicho que no es nada serio. – Dijo sonriente, irónico ya que sabía bien que aquella relación que mantenía en secreto de los demás no llegaría a ningún lado.

-Elisa es una chica manipuladora y mentirosa. – Dijo Anthony no porque le gustara hablar mal de las mujeres, sino porque Terry era su amigo y lo estimaba sinceramente.

-No te preocupes, eso ya se acabó. – Dijo seguro ya que pelirroja no dejaba de decir que estaba completamente enamorada de su prometido y a pesar de que eso a él no le importaba cada vez la soportaba menos. – Ella insiste en que tú eres su único amor. – Dijo sarcástico. Anthony comenzó a reír un tanto divertido.

-Elisa no sabe lo que quiere y lo ha demostrado al permitir que tú la continúes visitando. – Dijo viendo a los ojos a Terry, él asintió.

-¿Vas a ir? – Preguntó Terry cambiando de tema. Anthony lo miró confundido. – Al lago ¿No sabías? – Preguntó como si fuera imposible eso. Anthony negó.

-No sabía nada. – Dijo tranquilo sin mucha preocupación, la verdad era que no era de mucha diversión, sin embargo sabía bien que necesitaba distraerse un poco de sus pensamientos.

-Vamos, hasta tus primos deben estar allá. – Dijo dándole la mano para que se levantara. Anthony tomó su mano para apoyarse y recordó vagamente los comentarios de sus primos.

-Creo que algo comentaron. – Dijo no muy convencido. Terry negó burlón al saber el motivo de su distracción.

-Creo que no tienes remedio, eres el único que conozco que sigue enamorado de una chica que ni siquiera ha vuelto a ver en años y que lo más seguro es que no la vuelvas a ver. – Dijo Terry. – De seguro ya no recuerdas ni como es. – Volvió a decir utilizando el mismo tono burlón que empleaba cuando quería molestarlo.

-Tengo su rostro grabado en mi mente, así como su hermosa mirada color esmeralda que brillaba intensamente cuando sus ojos se cruzaban con los míos y esas pecas que adornaban su rostro y que la hacían lucir adorable, así como sus rizos rubios peinados en dos coletas y adornadas con dos grandes moños formados con listones de colores. – Decía ilusionado como un autómata enseguida de Terry quien lo escuchaba con atención.

-¿Pecosa? Debe haberse puesto muy fea – Dijo Terry con gracia. Anthony le dio un leve empujón por su comentario.

-Te aseguro que debe ser la chica más hermosa que existe. – Dijo enamorado, imaginando como sería el rostro un poco más maduro de la pecosa.

-¿Más que Mack? – Preguntó Terry observando que aquella hermosa chica estaba frente a ellos, riendo y bromeando con algunas de las chicas que volteaban tímidas hacia donde ellos estaban, sonrojándose aún más cuando ambos saludaron con galantería al saberse descubiertas.

-Mack es hermosa, pero mi Dulce Candy no tiene comparación. – Respondió Anthony quien sonreía a Mack que se acercaba a él decidida.

-Hola Anthony, tus primos me dijeron que no vendrías. – Le dijo ignorando a Terry.

-Hola. – Dijo Terry sarcástico, viendo como Mack volteaba a verlo y lo ignoraba. Terry le hizo una mueca sin que ella viera y Anthony no pudo evitar reír por la travesura de su amigo. – Vamos Anthony, allá están los simpáticos de tus primos. – Dijo irónico mientras con su rostro señalaba hacia donde estaban los Cornwell.

-Con permiso. – Dijo Anthony a Mack, dejándola de lado mientras la chica se acercaba a dos de sus amigas Annie Britter y Patricia O´Brian.

A lo lejos unos ojos que se ponían rojos de furia no dejaban de observarla, estaban atentos a cada uno de sus movimientos y cada vez estaba más convencida de que aquella joven estaba detrás de los huesitos de Anthony.

-¡Oye tú! – Le dijo acercándose a ella.

-¿Qué quieres ahora Elisa? – Preguntó Mack fastidiada, mientras Annie y Patty se escondían detrás de ella, ambas chicas le tenían miedo a la pelirroja, Patty por la manera en la que la trató cuando fue su guía en el Colegio y Annie desde la vez que ella y su hermano habían asustado al caballo que montaba con tal de hacer parecer culpable a Candy, sin importarles que ella podría haber salido lastimada o incluso muerta.

-Te he dicho que no quiero verte cerca de mi prometido. – Dijo Elisa recalcando que Anthony era de su propiedad como si él fuera un objeto.

-Solo lo he saludado. – Dijo Mack con ironía. - ¿Ni eso puedo hacer? – Preguntó retadora. Elisa la miró incrédula por su desfachatez.

-¡Ni siquiera eso! ¡Anthony es mío! ¡Es mi prometido! – Decía molesta dando patadas al suelo cual berrinche de infante malcriado.

-Pues mientras no esté casado sigue siendo libre y es capaz de hablar con quién él quiera así como tú eres libre de hablar con Terry. – Dijo un tanto venenosa al insinuarle que algo sabía de la relación extraña que ellos tenían.

-¡Quedas advertida! – Dijo Elisa haciéndose la que no comprendía aquel comentario, sin embargo sabía bien que podría haberse dado cuenta ya que sus habitaciones eran contiguas una a la otra. - ¡Anthony! – Chilló la odiosa joven seguida por el par de compinches que siempre la seguían.

-¿Qué quieres Elisa? – Preguntó Anthony con molestia, interrumpiendo el buen rato que pasaban los cuatro jóvenes, al no estar peleando extrañamente Archie y Terry, quienes siempre que se veían tenían algún desacuerdo.

-Quiero ir a pasear en bote. – Dijo señalando con la mirada al lago, indicando que varias parejas hacían juntas ese paseo tan romántico.

-Dile a Neal que te lleve. – Dijo sin mostrarle importancia.

-Neal tiene miedo, ya lo conoces. – Replicó un poco más melosa al darse cuenta que Mack los observaba desde su lugar.

-Son tan guapos. – Decían Annie y Patty, viendo hacia donde estaban los Cornwell. Mack las observó con travesura al darse cuenta que aquel enamoramiento que ellas tenían por los primos de Anthony podría ser utilizado por ella como pretexto para acercarse nuevamente al rubio.

-¿No los conocen? – Preguntó como si ella los conociera, sin embargo solo había cruzado un par de palabras con ellos y solo para preguntar por el rubio, sin embargo podría utilizar eso a su favor con tal de estar de nuevo cerca de Anthony y aprovechar para molestar a la odiosa de Elisa, era algo que no podía desaprovechar hacer.

-¡No! – Dijeron ambas tímidas, ya que vieron las intenciones de Mack, como siempre era muy intrépida y atrevida para su gusto.

-Bueno, yo si conozco a Archivald. – dijo Annie quien era el chico que había estado persiguiendo desde que o había conocido años atrás en Lakewood, motivo por el cual ella estudiaba ahora en el San Pablo.

-¡Perfecto! – Dijo Mack jalándolas con ella hacia donde estaban los chicos, no es que fueran grandes amigas, pero de todas las alumnas ellas eran las que menos le desagradaban, y si con ello podía tener el pretexto de estar cerca de Anthony lo tomaría sin dudarlo.

-¡Mack! – Dijeron Patty y Annie cuando se vieron dirigidas hacia el lugar donde estaban los Ardlay y Terry.

-Hola de nuevo. – Dijo Mack saludando con confianza, un hecho que hizo que Elisa se molestara aún más.

-No tienes nada que hacer cerca de mi prometido. – Dijo abrazándose al brazo de Anthony. Anthony abrió los ojos sorprendido, dispuesto a aclarar delante de todos, aquel rumor que Elisa se había encargado de distribuir por todo Londres.

-Buenas tardes. – Respondió Anthony saludando tanto a Annie como a Patty ante todo era un caballero. – Elisa tú y yo no estamos comprometidos. – Dijo antes de que alguien agregara algo.

-¡Anthony! –Dijo Elisa sorprendida de que él se atreviera a negar lo que ella daba por hecho. - La tía abuela dijo que… - Comenzó con su palabrería.

-La tía abuela y tú podrán decir lo que quieran, pero yo soy libre y puedo tomar mis propias decisiones. – Le dijo mirándola con desprecio, molesto por su actitud. Elisa abrió los ojos sorprendida y molesta más cuando vio en Mack aquella sonrisa triunfante que le dedicaba, una sonrisa que evidenciaba que ella era la que ganaba en aquella disputa que llevaban ambas por el amor y la atención del rubio.

Elisa se retiró del lugar junto con sus amigas directo adonde se encontraba el inútil de su hermano quien se dedicaba a ver a quién podía molestar mientras se embrutecía con el alcohol que comenzaba a circular por el lugar.

-Creo que se enojó. – Dijo Terry con una sonrisa burlona, observando cómo Elisa se retiraba del lugar para unirse a su hermano.

-Puedes ir a consolarla. – Le dijo Archie, comenzando la eterna pelea que ambos tenían siempre.

-¿Por qué mejor no vas tú? – Dijo Terry rápidamente respondiendo al comentario que le hacía Archie para molestarlo.

-Ya basta chicos. – Dijo Anthony. – No peleen frente a las damas. – Dijo de nuevo dirigiéndose amable a Patty y a Annie. – Gusto volver a verte Annie, mucho gusto señorita. – Dijo a Patty y aquella sencilla muestra de caballerosidad bastó para sonrojar a las chicas quienes no podían creer que estaban frente a tan guapos caballeros, incluido Terry, el cual les causaba miedo a las dos menos a Mack, sin embargo no podían negar que era extremadamente guapo a pesar de su aire intimidante al igual que los tres Ardlay.

-Ella es Patricia O´Brian. – Dijo Mack al darse cuenta que realmente Annie ya los conocía.

-Mucho gusto. – Dijo Patricia posando su rostro rojo como un tomate y su mirada tierna en el guapo Stear, quien tomó su mano con delicadeza y la besó sin dejar de ver sus ojos, cosa que todos notaron de inmediato, al guapo inventor le había gustado la admiración que mostraba aquella chica de cabello castaño y ojos color miel que tenía frente a él. Annie por su lado observaba a Archie, todos sabían los motivos por los que Annie había asistido al Colegio San Pablo ya que Elisa se había atrevido a hablar de ella, para burlarse del atrevimiento que había tenido con tal de conseguir enamorar al elegante de sus primos.

-Hola Archie. – Dijo Tímida, sin embargo a pesar de que Archie siempre había huido de sus persecuciones, aquella tarde le había parecido realmente hermosa, no sabía si eran sus ojos azules, sus rojas mejillas o el ambiente tan romántico del lago que comenzaba a formarse alrededor de ellos, ya que para donde voltearan había un pareja platicando en algún rincón o paseando en bote.

-¡Auxilio! – Se escuchó de pronto un grito en el lago, uno que hizo que Anthony y Terry, así como los Cornwell y las chicas voltearan de inmediato al reconocer la voz de la que solicitaba ayuda. - ¡Anthony! - Gritó Elisa braceando como si estuviera en grave peligro.

-¡Elisa! ¡Hermanita! – Gritaba Neal desde el bote incapaz de aventarse al lago para salvarla. Terry no espero más y se levantó para ir a su auxilio.

-¡Espera! – Gritó Anthony a Terry, sin embargo este no lo escuchó.

Anthony corrió detrás de él ante la risa de Stear y Archie quienes sabían que Elisa estaba actuando y más cuando ellos conocían a la perfección aquel lago y sabían bien que no era profundo.

Terry se arrojó al lago y nadó hasta Elisa quien se acercó a él como si realmente estuviera en peligro, según ella para hacer sentir mal a Anthony por haberla expuesto al ridículo.

-¿Estás bien hermanita? – Preguntaba Neal haciéndose el preocupado mientras Elisa tosía y hacía ademanes de que no podía respirar.

-¿Qué sucedió? – Preguntó Anthony molesto a Neal, intrigado por el "accidente" que dudaba hubiese sucedido.

-Elisa intentó cambiar de lugar conmigo y perdió el equilibrio. – Dijo Neal exagerando su historia, mientras Stear y Archie seguían riendo cuando llegaron junto a Anthony, cada uno acompañado del brazo de su respectiva dama.

-Gracias Terry, eres realmente un caballero. – Dijo Elisa ignorando a los Ardlay. – Le diré a la tía abuela. – Dijo molesta al ver la indiferencia del rubio y la burla de los otros dos.

-Neal, llévala a la mansión. – Ordenó Anthony y Neal obedeció a pesar de que Elisa no quería hacerlo, pero negarse en ese momento no era conveniente, menos si no quería pescar un resfrío, más cuando la tarde comenzaba a caer.

-Son unos imbéciles. – Dijo Terry a los Ardlay ya que no dejaban de reír, incluso Anthony había comenzado a hacerlo.

-El imbécil eres tú por arrojarte a salvar a alguien que nada mejor que un pez, al tener casi casi el campeonato de natación en la Cd. De Chicago. – Dijo Archie sin parar de reír provocando también la risa de las chicas.

-Es verdad Terry. – Dijo Anthony. – Era lo que te quería decir cuando saliste corriendo por ella. – Dijo riéndose de él.

-¡Váyanse al diablo! – Dijo Terry molesto no solo por las burlas de las que era objeto sino porque Mack seguía cerca de Anthony, eso era lo que más le molestaba.

-Vamos, te acompaño para que te cambies de ropa. – Dijo Anthony pensando que ya era suficiente por ese día.

-No. – Dijo Terry al ver que Mack ponía cara de decepción. – Nos vemos después, tú quédate con tus primitos. – Dijo incómodo, sabía que le molestaba que Mack estuviera tan interesada en Anthony, pero era algo que no pensaba aceptar ante nadie, sin embargo Anthony era el encargado de conocer bien a su amigo y comenzaba a sospechar de los sentimientos que tenía entorno a la chica.

Terry se marchó y Anthony se sintió mal por dejarlo ir solo más cuando él había sido el que lo había invitado a ese lugar.

-Déjalo. – Dijo Mack. – Estará bien, ya no es un niño pequeño. – Dijo sin poner mucha importancia a la ausencia del rebelde.

Stear se atrevió a invitar a Patty a pasear por el lago, incluso a pesar del "accidente" de Elisa y de que ella tampoco sabía nadar, se animó a subirse a un bote y Archie hizo lo mismo con Annie, quien estaba bastante emocionada de que por fin aquel chico que ella tanto idolatraba estaba tomándole la atención que siempre había esperado.

-¿Quieres ir? – Preguntó Anthony a Mack por cortesía, no porque tuviera ganas de pasear en una escapada romántica, ya que eso era en lo que comenzaba a convertirse el ambiente al notar que los alrededores de pronto estaban llenos de parejas y que los que estaban solteros se habían relegado en un solo lugar.

-No, prefiero caminar. – Le dijo abrazándose con fuerza a su brazo derecho.

Anthony comenzó a caminar junto a ella un tanto incómodo hasta que lo guió a un lugar entre los árboles, deteniéndose para sentarse en el pasto e invitarlo a que se uniera a ella con un movimiento de su mano.

-Siento mucho que tu relación con Elisa no funcionara. – Dijo Mack de pronto para iniciar la conversación de lo que le interesaba saber. – Apenas hace unas horas te vi escribiéndole muy enamorado. – Dijo de nuevo. Anthony sonrió de lado y volteó a ver el atardecer a lo lejos.

-Elisa no es la chica a la que le escribía. – Dijo Anthony cambiando su mirada en el acto, así como su voz que se volvió más dulce y tierna, con solo recordar a su princesa.

-¿Entonces? – Preguntó Mack con un estrujamiento en su corazón al escuchar aquella confesión que le hacía el rubio.

-Mi princesa se llama Candy… - Dijo ante el asombro de Mack.

-¿Candy? – Preguntó ella. – Que nombre tan empalagoso. – Dijo con un poco de desdén, celosa por la manera en la que hablaba de ella. Anthony la observó apenado, no era ningún tonto y podía darse cuenta perfectamente de los motivos que tenía ella para hablar así de Candy, sin embargo a él le molestaba mucho aquella manera de expresarse de la chica que amaba.

-Mi Dulce Candy, que como su nombre lo dice es la chica más dulce que he conocido. – Dijo enamorado recordando los verdes ojos de ella.

-¿Es tu novia? – Preguntó de la misma manera, molesta por aquellas palabras.

-Es la chica que amo. – Respondió tranquilo, seguro de que así era que aquella chica que no había vuelto a ver era el amor de su vida a pesar del corto tiempo que había convivido a su lado.

-¿Y por qué no está aquí contigo? ¿Qué ella no te ama? – preguntaba cada vez más alterada. Anthony la observaba un poco desconcertado, sabía de su temperamento impulsivo, sobre todo cuando la veía discutir con Terry, más nunca la había visto así con él.

-Ella no está conmigo porque se quedó en América. – Respondió sin querer ser muy explícito, los motivos que los habían separado consideraba que eran personales y no del dominio público, además la manera en la que se expresaba de ella no le agradaba en lo absoluto.

-¡Y yo estoy aquí a tu lado! – Dijo insistente, sin importarle ser ella la que revelara lo que estaba sintiendo por él. – No es ella, a ella no le importas porque si le importaras estaría aquí a tu lado. – Decía necia intentando que Anthony se diera cuenta de su presencia y de la manera en la que había comenzado a tener otros sentimientos diferentes a la amistad.

Anthony se levantó de su lugar molesto por la manera en la que hablaba de Candy, pareciéndole injusto que la juzgara sin conocer los motivos de su ausencia.

-¡No te vayas! – Le dijo al ver que intentaba irse del lugar y abandonarla ahí.

-No tengo por qué quedarme. – Dijo poniendo sus manos en los bolsillos de su pantalón, y sin importar la súplica de Mack comenzó a caminar ubicando a sus primos para avisarles que se retiraría del lugar, no quería interrumpirlos cuando los vio tan románticos con las chicas que estaban.

-Lo siento Anthony. – Dijo apenada al ver que a él no le importaban mucho sus súplicas ya que continuó su camino. Mack se quedó frustrada viendo cómo se acercaba a los otros dos chicos con los que había estado.

-¡Stear! – Le habló haciendo señas al mismo tiempo que le gritaba. Stear atendió a su llamado y se disculpó un momento con Patty quien seguía embobada con la presencia del joven inventor.

-¿Qué sucede Anthony? – Preguntó Stear, al verlo ya sabía que algo andaba mal, lo conocía muy bien para no conocer sus expresiones. Anthony negó con un movimiento de cabeza sumamente molesto.

-Me voy. – Le dijo simplemente.

-¡No! ¿¡Por qué!? – Decía Stear observando a Mack a lo lejos y a Patty del otro lado. - ¡Espérame! – Le dijo rápidamente corriendo de vuelta al lado de Patty.

-¡No! – Dijo Anthony, sin embargo Stear ya había ido por Archie y a disculparse con Patty que no podría acompañarla. – No era necesario que me acompañaran. – Dijo Anthony entre apenado y aún molesto por lo sucedido en el bosque.

-Vamos Anthony, somos primos, no nos importa acompañarte de regreso. – Decía Stear comprensivo.

-¿Qué sucedió con Mack? – Preguntó Archie curioso, sabía que ese había sido el motivo ya que la chica no dejaba de observar a Anthony con un gesto de arrepentimiento.

Anthony relató todo lo que había pasado cuando estuvo con Mack y ambos Cornwell escucharon atentos sin interrumpir, ninguno de los dos se atrevía a decir nada, mucho menos cuando ambos lo veían realmente molesto, lo conocían bastante bien para saber que no era muy apropiado contradecirlo.

-Anthony, tienes que entender que Mack ha mostrado que tiene un interés diferente al de una amistad en ti. – Dijo Stear sin querer ser inoportuno, pero creía que Anthony tenía que avanzar al igual que ellos lo habían hecho.

-Stear tiene razón Anthony, Mack no tiene la culpa de sus sentimientos. – Dijo Archie con un poco de tiento, siguiendo lo que decía su hermano para apoyarlo en lo que ambos ya habían platicado a solas en la intimidad de su cuarto.

-Eso lo sé muy bien chicos, pero eso no le da derecho a expresarse de Candy como lo hizo, mucho menos pretender que mis sentimientos cambien abruptamente de la noche a la mañana. – Decía molesto, desesperado por la ausencia de Candy y sobre todo por la falta de noticias todos esos años. Ambos chicos se miraban entre sí, como presionándose uno al otro de quien sería el que se atrevería a tocar el tema tratado en su cuarto con Anthony.

-¿Has tenido alguna noticia de Candy? –Preguntó Stear, quien fue el que se animó a intentar hacerlo.

-Ninguna, el tío hace meses que no me escribe sobre alguna pista, en esta última carta me dice que sigue todo igual. – Decía frustrado recostándose en su cama, mirando al techo como si este le estuviera hablando, buscando en él el rostro de su amada niña de pecas y bellos ojos verdes.

-Anthony… - Dijo Archie tímido al ver que todo seguía igual. Anthony siguió en su misma posición sin voltear a ver al menor de sus primos. – ¿No crees que sería una buena idea que pensaras avanzar con tu vida? – Preguntó intentando que Anthony también dejara ir el recuerdo de Candy, así como ellos habían decidido a hacerlo.

-Es verdad Anthony. – Dijo Stear ahora apoyando él a su hermano, era algo que ambos habían decidido hacer hace tiempo, cuando ambos se dieron cuenta de que Candy había elegido a Anthony sobre ellos. – Mack es una buena chica, algo impulsiva, pero buena. – Dijo Stear mirándolo fijamente para ver sus reacciones.

-Créanme que lo he pensado. – Dijo Anthony para asombro de los dos hermanos, al mismo tiempo que soltaba un fuerte y largo suspiro. – Pero no sería justo para Mack que yo la ilusionara, yo no siento nada por ella. – Dijo sin voltear a verlos. – Para mí solo existe Candy y no hay nada que me convenza de lo contrario. – Decía seguro, algo en su interior le decía, le gritaba que la volvería a ver y que solo debía ser paciente, él estaba seguro que Candy vivía en algún lugar de América.

-¿No crees que eso ya es una obsesión? – Preguntó Archie. – Tienes años sin verla, no sabemos dónde está, si está viva o si ya se olvidó de ti Anthony. – Decía Archie insistente como si quisiera convencerse más a él mismo que a Anthony.

-Lo he pensado muchas veces, pero hasta que no tenga una respuesta precisa de qué sucedió con ella podré avanzar de nuevo. – Dijo decidido, no quería explicar a sus primos lo que él sentía en su corazón, no solo era amor, sino la certeza y la confianza que ella estaba bien en algún lugar y que lo único que él deseaba era que lo esperara.

-¿Y qué piensas hacer? – Preguntó Stear. - ¿Buscarla tú mismo? – Preguntó de nuevo como retándolo por aquella absurda idea.

-Precisamente eso es lo que haré. – Dijo Anthony levantándose de su cama de un solo brinco, como si hubiera sido impulsado por un resorte, sorprendiendo a sus primos con ello.

-¿¡Estás loco!? – Preguntó Stear. – Ni siquiera el tío ha logrado encontrarla y eso que tiene a George y a un grupo de personas buscándola. – Decía intentando convencerlo. - ¿Dónde la buscarías? – Decía necio con su regaño, sintiéndose inútil porque sabía que cuando algo se le metía en la cabeza a Anthony no había poder humano que lo hiciera cambiar de opinión.

-¡No lo sé Stear! ¡Pero estoy desesperado! – Decía impaciente, caminando de un lado para otro. – ¡Ya son muchos años, no puede habérsela tragado la tierra! – Dijo ansioso, desesperado por no saber de ella.

Los Cornwell se acercaron a él para abrazarlo y poder así confortarlo y confortarse ellos mismos ya que también sufrían por la falta de noticias de la rubia.

Después de los problemas que Elisa había causado por su falta de preocupación en su caída al lago y haber organizado una fiesta para agradecer a Terry, en la cual ni ellos ni el festejado habían asistido, sino que se fueron a pasear al lago todos juntos, así como las chicas, Annie, Patty y Mack quien no perdió la oportunidad de volver a disculparse e incluso a intentar obtener un beso del rubio. Anthony la observó incrédulo cuando la vio cerrar los ojos y parar la trompa.

-Lo siento Mack. – Dijo Anthony sin querer ofenderla. – No puedo corresponder a tus sentimientos. – Dijo lo más amable posible que pudo, dejando a aquella chica con el corazón roto.

-No te preocupes, yo lo entiendo. – Dijo triste, pero consciente que no podía forzarlo a amarla. – Espero que pronto puedas estar al lado de Candy. – Dijo sincera. Anthony volteó a verla y agradeció sus palabras.

-Gracias Mack, eres una gran chica, espero pronto encuentres a alguien que sepa valorarte. – Le dijo regalándole un beso en la frente.

A lo lejos unos ojos profundos de un color azul intenso veían la escena con un nudo en la garganta, sintiendo como aquel panorama que deseaba para él se abría para su mejor amigo.

Aquella noche ambos jóvenes sin ponerse de acuerdo, abandonaron el colegio a distinta hora, uno para comenzar su vida lejos de ese lugar y el otro para personalmente ir a buscar al amor de su vida, ambos en busca de alcanzar sus sueños. Anthony sabía que si les decía a sus primos no estarían de acuerdo con él ya le habían dicho que era una locura, además no quería deshacer los romances que iniciaban los dos con sus respectivas enamoradas, era justo que ellos obtuvieran también un poco de amor, uno que él no se sentía preparado a recibir si no era de parte de la rubia que le robaba los sueños.

-¿Qué haces aquí? – Preguntó Terry cuando vio que Anthony subía al mismo barco que él acababa de abordar.

-¿Yo? ¿Tú que haces aquí? –Preguntó Anthony igual de sorprendido por la presencia de su amigo en el barco.

-Necesitaba cambiar de aires. – Respondió Terry suspirando.

-¿Sin despedirte de mí? – Preguntó Anthony irónico levantando su ceja izquierda. Terry lo vio de la misma manera.

-Mira quien lo dice. – Dijo por respuesta, ocasionando la risa de ambos.

-Pensé que iniciarías algo con Mack. – Dijo Terry volteando a ver el océano, buscando la manera de ocultar su expresión. Anthony sonrió de lado.

-Mack es una chica hermosa e inteligente. – Terry no dijo nada tan solo escuchó. – Sin embargo tengo que ir yo mismo en busca de Candy. – Dijo revelando el motivo de su huida del colegio.

-¿Hace cuánto tiempo que no la ves? – Preguntó Terry sin voltear a verlo seguía con su vista puesta en el mar.

-Hace cuatro años. – Dijo suspirando con pesar.

-¿Cuatro años? – Preguntó Terry sorprendido. – Eso es mucho tiempo. - Dijo lo que muchos ya le habían dicho, no era algo nuevo para él, sin embargo no podía cambiar lo que su corazón sentía.

-No para mí. – Respondió Anthony. – Si ella es el premio podría esperar una eternidad. – Dijo sincero, sin embargo el no saber de ella lo estaba atormentando.

-¿Tan hermosa es? – Preguntó Terry. Anthony sonrió ante la pregunta, buscando entre sus ropas un papel que guardaba y que llevaba siempre con él. Terry extendió aquel pedazo de papel que resultó ser un hermoso dibujo que Anthony había hecho con el rostro de Candy.

-¡Vaya! – Dijo Terry impresionado por aquel dibujo con lápices de colores que el rubio había hecho en la intimidad de su cuarto.

-Ella es mi Dulce Candy. – Dijo Anthony mostrando por primera vez orgulloso el rostro de su pecosa, al no tener una fotografía de ella se vio en la necesidad de hacer un retrato de ella. La imagen plasmada de la rubia era como él la recordaba cuando le regaló la Dulce Candy, una imagen que lo había dejado totalmente enamorado.

-En verdad es hermosa. – Dijo Terry sorprendido por la belleza de la chica que estaba en el dibujo. – Creo que si no la cuidas, corres el riesgo de que me enamore de ella. – Dijo bromeando, sin embargo Anthony le quitó aquella hoja para volver a guardarla en el bolsillo interior de su saco. - Con razón Mack no tuvo oportunidad contigo. – Dijo sonriendo con nostalgia.

-¿Te gusta verdad? – Preguntó Anthony animándose a revelar lo que había intuido todo ese tiempo de conocerlos a ambos. Terry lo observó muy seriamente.

-¿Mack? ¡De ninguna manera! – Dijo ofendido. Anthony sonrió al ver que a pesar de su negativa Terry estaba verdaderamente enamorado de ella.

-Deberías de hablar con ella. – Dijo Anthony como consejo.

-No tiene caso. – Dijo Terry suspirando, derrotado por fin al haber sido descubierto. – Ella ya eligió. – Dijo de nuevo sonriendo con tristeza a su amigo quien correspondió a su gesto.

Albert continuaba con la búsqueda cada vez con menos ánimos, ninguna de sus búsquedas había dado resultado y la más cercana le habían dicho que Candy había cruzado a México, sin embargo el único lugar en el que podría investigar con certeza de que obtendría la verdad era en el rancho de los Leagan, quienes habían dicho que no había llegado la niña que esperaban y los hombres que habían enviado le confirmaban que era verdad.

-¿Nada? – Preguntó a George quien venía entrando al despacho de la mansión de las rosas, lugar donde Albert pasaba la mayor parte del tiempo.

-Lo mismo. – Dijo cansado. – Que una niña con las características de Candy cruzó en compañía de un hombre rumbo a México. – Explicó George. - Y eso fue hace tiempo... – Volvió a decir. – Albert, sé que te lo he dicho antes, pero van varias pistas falsas que seguimos. – Decía evidenciando que estaba cansado de aquella búsqueda.

-Lo sé George, pero tengo la esperanza de que ella esté con vida. – Decía insistente en mantener aquella búsqueda que George ya consideraba inútil. – Hace meses que no le escribo a Anthony y debe de estar desesperado por ello. – Decía Albert frustrado por los resultados de aquella búsqueda.

-No hay nada nuevo que decirle. – Dijo George tallando sus ojos un tanto desanimado. – Te llegó esto a la mansión de Chicago. – Dijo extendiendo la carta que le habían entregado en Chicago el personal de la mansión. Albert tomó la carta entre sus manos y la observó extrañado.

-No es para mí. – Dijo dudando en abrirla.

-Lo sé, pero al ser el patriarca creo que tienes derecho a abrirla para saber qué es lo que dice. – Dijo tranquilo a la duda del patriarca. Albert asintió aun dudoso y George se retiró para darle la privacidad que requería y pudiera abrir aquel sobre para leer el contenido que tenía, sus manos temblaban un poco al romper el elegante sello que este portaba.

Una vez que terminó de leerla, sus ojos estaban sorprendidos lo mismo que llorosos, su mirada y expresión parecían perdidos. George entró después de un tiempo prudente el cual estimaba era suficiente para leer una carta.

-¿Qué sucede Albert? – Pregunto el fiel empleado preocupado al ver el estado en el que había caído Albert.

-Comunícame al San Pablo. – Dijo Albert algo alterado. George hizo lo propio con aquella orden, sin importar la hora que era, ya que indicaba que en Londres iban a ser las nueve de la noche.

El teléfono fue respondido casi de inmediato, cosa que extrañó a George, quien rápidamente pasó el auricular a su patrón.

-Buenas noches. – Saludó Albert a la directora de aquel internado, identificándose como el patriarca de la familia Ardlay. – Me gustaría hablar con mi sobrino Anthony Brower. – Dijo tranquilamente, sin embargo el silencio que se suscitó de pronto al otro lado de la línea fue un motivo de alarma para Albert. - ¿Qué sucede? - Preguntó ante aquel silencio.

-Sr. Ardlay. – Dijo la voz gruesa de la madre superiora, quien se mostraba sumamente apenada con él, informando con pesar la noticia que la aquejaba.

-¿Cómo que escapó? ¿¡Cuándo!? – Preguntó más sorprendido que molesto.

-Hace dos noches. – Respondió apenada la superiora, quien no reveló que la misma noche habían escapado dos alumnos de aquel prestigioso colegio. – La señora Elroy fue informada de inmediato. – Dijo la reverenda, cosa que extrañó a Albert, quien no sabía nada de aquello. George lo miraba confundido esperando que colgara aquella llamada para poder indagar qué era lo que había sucedido.


Mientras tanto Candy era retirada de las instalaciones del Colegio de Las Vizcaínas, donde había terminado con "éxito" sus estudios que la nombraban toda una dama en la extensión de la palabra, sus modales ahora finos y su aspecto elegante así anunciaban a cualquiera que la viera.

-Madre. – Dijo Candy a Roxanne. – Necesito hablar con ustedes. – Dijo ahora a ambos, quienes la miraban intrigados por la expresión de nervios que veían en su rostro.

-¿Qué sucede Candy? – Respondió Joaquín, quien era el que más tenía curiosidad al ver su rostro.

-Padre… - Dijo ansiosa. - ¿Estoy comprometida? – Peguntó con miedo, sin embargo Roxanne mal interpretó esa ansiedad como algo bueno y sonriendo respondió.

-¿Quién te lo ha dicho? – Preguntó emocionada afirmando con eso el hecho. Candy abrió los ojos asustada.

-¿Lo estoy? – Preguntó con susto, dándose cuenta ambos que su expresión no era precisamente de alegría. Joaquín la conocía muy bien, había aprendido que extrañamente era muy parecida a él en su forma de ser. Roxanne la miró sin saber qué decir y con la mirada volteó a ver a su esposo para que la ayudara.

-Hija, toda señorita de tu edad tiene desde que nació pactado un matrimonio. – Dijo comenzando su plática. Candy abría los ojos sorprendida, recordando que un día María le había dicho que ellos habían tenido una hija, por consiguiente tal vez aquella pequeña ya tenía un compromiso pactado desde antes de nacer. Su corazón se aceleraba cada vez más al esperar que su padre continuara hablando.

– Sin embargo tu caso es diferente. – Dijo Roxanne de pronto. – Aún no tenemos ningún pacto con algún muchacho o alguna familia. – Joaquín la miró extrañado, sin embargo no dijo nada más. – Pero debes entender que pronto tendrás que conocer a alguien para que puedas casarte. – Dijo de nuevo Roxanne. – Y ya hay algunos chicos que podrían interesarte. – Decía con tiento.

-¡No! – Gritó Candy de pronto.

-¿Qué sucede hija? – Preguntó Joaquín al escucharla gritar así.

-Es que yo… - Dijo apenada por su impulsivo grito. – Yo quisiera casarme por amor. – Dijo ya más tranquila.

-En eso estoy de acuerdo contigo Candy. – Dijo Roxanne. – Es por ello que me gustaría que conocieras a un muchacho que… - Dijo de nuevo intentando explicar a Candy sus planes.

-¿Un muchacho? - Preguntó Candy volviendo a sentir que su corazón se aceleraba bruscamente.

-No es nada formal... – Dijo Roxanne tratando de convencerá de que conociera y tratara al chico que ella le decía. – Pero si me gustaría que le dieras la oportunidad de tratarlo, de conocerlo. – Decía apenada al ver la expresión de Candy, comprendiendo el miedo que pasaba por su cabeza, recordando el día que sus padres hablaban con ella para decirle que estaba comprometida con un joven que jamás había visto en su vida, la diferencia era que a ella no le habían hablado con tiento, sino que le habían impuesto a aquel moreno ojos verdes que tuvo la fortuna de conocer antes de casarse, todo lo contrario a sus amigas que se habían casado la mayoría a fuerza y sin siquiera conocer a sus prometidos.

Continuará…

Hola hermosas ¿Cómo están? Espero que muy bien, yo aquí aún convaleciente de mi brazo, pero muy bien dentro de lo que cabe gracias a Dios, así que si notan alguna falta de ortografía les pido una disculpa ya que no lo revisé muy bien el capítulo.

TeamColomiba. Hola hermosas! ¿Cómo están? Espero que muy bien, muchas gracias por sus comentarios, me da mucho gusto que les esté gustando esta historia y más que no dejan de leer, por las vistas parece que ha sido bien recibida. Les mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones. Hasta el próximo capítulo!

Julie-Andley-00. Hola hermosa, ¿Cómo estás? Espero que muy bien, ¿Cómo ves!? Anthony se hizo amigo de Terry después de los golpes que se propinaron algo yo no estría muy lejos de la realidad si se hubieran conocido en el San Pablo, la diferencia que Candy no está de por medio. Gracias por estar siempre al pendiente de mis historias, no sabes cuanto valoro eso, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones, me dices si se cumplió otra de tus teorías XP.

Mayely León. Hola hermosa, muchas gracias por tus buenos deseos, aquí estoy GAD bien. Espero que este capítulo haya resuelto tus dudas acerca de la relación que habrá entre Anthony y Mack y ojalá que te haya gustado o por lo menos te hayas entretenido un poco. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

María José M. Hola hermosa! cómo estás? Espero que muy bien, ¿Cómo ves? Anthony y Territo amigos, solo falta ver como sigue más adelante la historia porque aún le falta para que llegue a su final. Muchas gracias por tu comentario y sobre todo por estar siempre al pendiente de mis historias, me alegra que me dejes un comentario por cada capítulo. Muchas gracias por tus buenos deseos y tus bendiciones las cuales van de regreso como siempre. Hasta pronto.

Carolina Benitez, Hola hermosa bienvenida como siempre a esta historia. Muchas gracias por ponerte al corriente con ella y sobre todo por dejarme tu comentario. ¿Cómo ves con esta trama? ¿Te gusta? Me gusta mucho leer lo que les gusta de mis historias y sobre todo el saber que les están gustando, cada uno de los comentarios que me dejan son los que me animan a publicar y a seguir adelante con mis locuras. Espero sigas como siempre al tanto de ella. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones como siempre.

Muchas gracias a cada una de las personas que leen y están al pendiente de este nuevo fic, gracias por leer y seguir cada uno de los capítulos, ojalá se animaran un poco a dejar sus teorías o comentarios acerca de ella. Gracias por leer y Dios las bendiga!

*"El Real Colegio de San Ignacio de Loyola" Es un colegio real que existe en la Ciudad de México y que es más conocido como "Colegio de las Vizcaínas" y que hasta la fecha sigue operando como una institución educativa que abrió sus puertas el 9 de Septiembre de 1767, fue fundada cuando México era "La Nueva España". Era un Colegio exclusivo para señoritas y a partir de 1970 pasó a ser de género mixto.

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