LEJOS DE TI
CAPÍTULO 6
CANDY CONOCE A SU PROMETIDO
La diligencia paró de pronto entrando a los límites de la hacienda, caminando unos diez minutos más hasta llegar a la entrada de arcos que anunciaba que habían llegado por fin a su destino.
-Bienvenidos. – Dijo Joaquín De la Garza al ver que llegaba el coche con el posible prometido de su hija. George fue el primero en bajar, seguido de Albert y por último Anthony quien al igual que los otros dos caballeros saludó con respeto a De la Garza.
-Felipe, encárgate de acomodar a toda esta gente en los cuartos de las inmediaciones de la hacienda. – Dijo como todo buen anfitrión. - ¡Juan, José! – Levantó la voz para hablar a los gemelos que sabían bien lo que debían hacer al llegar los invitados, más sin embargo ninguno de los dos aparecía.
-Mande patrón. – Respondió Juan atento, mientras que José miraba con disgusto a Albert y a Anthony al no saber cuál de los dos era el prometido de la rubia.
-Lleven las maletas de los caballeros a las habitaciones del ala oeste. – Dijo ordenando a ambos chicos.
-Sí patrón. – Dijo Juan, sin embargo José miraba con celos a Anthony, deduciendo que aquel "gringo" como él le decía tal vez era el prometido. Anthony lo vio de manera desconfiada al sentir extraña su mirada.
-Adelante por favor. – Decía De la Garza. – Bienvenidos, están en su casa. – Dijo amablemente. – Tú debes ser el hijo de Rose. – Dijo a Anthony ya que era el más joven.
-¿Rose? – Preguntó Anthony un tanto confundido.
-Rosemary… - Dijo Albert. – Así le decía Roxanne a tu madre. – dijo Albert explicando y saludando a Joaquín.
-Es verdad, disculpa lo que sucede es que yo así conocí a tu madre. – Dijo abrazando de una manera confianzuda y un poco tosca al rubio menor. Anthony se sintió cómodo con aquel gesto y más cuando lo vio a los ojos y pudo ver el color verde esmeralda que sin saber por qué le recordó a los de su amada Candy.
-¡William! – Dijo Roxanne encontrándolos en la entrada principal de la hacienda, saludando alegre y a la vez con pesar al recordar a su amiga. -¡Anthony! – Dijo emocionada. – Eres el vivo retrato de tu madre, solo el color de los ojos es diferente. – Dijo Roxanne, abrazando también al joven quien sentía una extraña conexión con aquella mujer que tenía un aire familiar que no sabía expresar, su alegría era contagiosa y aquella libertad en sus movimientos lo hacía de nuevo pensar en la pecosa.
-Mucho gusto señora De la Garza. – Respondió el rubio menor besando la mano de aquella que lo saludaba tan efusivamente, reconociendo que tenía cierto parecido con el rostro de su amada, sintiendo que tal vez había perdido la razón por haberla extrañado tanto que ya la veía en aquella señora y aquel señor que pretendían ser sus suegros.
-Pero pasen, están en su casa. – Dijo Roxanne amable indicándoles el camino a la entrada.
-¿Dónde está la señorita De la Garza? – Preguntó Albert a Roxanne y Joaquín.
-Mi hija bajará en un momento. – Dijo Joaquín excusándola un poco porque bien conocía que aún no estaba lista. – Hemos organizado una cena que se servirá en una hora ¿Por qué no descansan un poco antes de que conozcan a mi pequeña princesa? – Dijo Don Joaquín. Anthony sonrió despreocupado, no tenía prisa por conocer a aquella chica, mucho menos curiosidad y no entendía por qué su tío de pronto estaba tan ansioso de conocerla.
-María. – Dijo Roxanne. – Acompaña a los caballeros a sus habitaciones. – Dijo a la muchacha quien al ver al par de rubios su rostro se enrojeció tanto que no sabía hacia dónde mirar, la ventaja era que por su color moreno no se advertía casi su sonrojo.
-Sí señora. – Respondió en un perfecto inglés, indicándoles que la siguieran.
Cuando Anthony quedó solo en su habitación suspiró cansado, observando todo a su alrededor, los colores tan llamativos de la habitación la hacían alegre y hasta acogedora, a pesar de ser elegante los muebles y los adornos eran muy diferentes a los de la mansión de las rosas o de cualquier otra mansión de los Ardlay. Los cuadros que colgaban parecían obras de arte pero la mayoría eran de paisajes y uno que otro de algún artista conocido. Se metió a bañar para cambiarse y bajar a la dichosa cena en donde sería presentada la dichosa señorita De la Garza.
María por su lado salía corriendo entusiasmada para avistar a Candy que ya había conocido a su prometido y que estaba completamente loca si lo rechazaba, sin embargo la señora Roxanne la mandó organizar lo que estaba pendiente y no tuvo tiempo de ver a su amiga para decirle lo afortunada que era, a pesar de no saber cuál de los dos era el prometido los dos eran verdaderamente guapos.
Anthony bajó hacia el lugar que le indicaban encontrándose en el patio principal de la hacienda, era un lugar con pisos de piedra, grandes arcos del mismo material alrededor el cual estaba rodeado de enredaderas y flores rojas por todos lados, las mesas vestían un hermoso mantel blanco y cada una tenía en el centro rosas rojas y blancas. Anthony no pudo evitar admirar aquella belleza tan colorida que tenía ante sus ojos, en su vida había visto tantos colores entre las decoraciones de papel picado que colgaba a lo alto al aire libre y las ropas de los invitados que a pesar de no ser muchos evidenciaba que celebraban algo importante, cosa que lo incomodó visiblemente, sin embargo pensó que no era el momento de actuar hasta que llegara la dichosa prometida.
-¿Qué te parecen las rosas? – Preguntó Roxanne a Anthony, ya que ella sabía del gusto de Rosemary y quiso de esa forma honrar la memoria de su amiga. – A tu madre le gustaban mucho. – Dijo suspirando. Anthony sonrió amable al ver que efectivamente aquella dama recordaba a su madre con bastante cariño.
-Son muy hermosas. – Respondió como todo un caballero. Albert junto a él también observaba todo admirado por tanta algarabía que se había armado en tan poco tiempo.
-Y eso no es nada. – Dijo Joaquín abrazando orgulloso a Roxanne. – La rosa favorita de nuestra hija es aún más hermosa, solo que nadie puede tocarla sino quiere enfrentarse a un gran problema. – Dijo divertido ante la mirada curiosa de Anthony quien no comprendía cómo interpretar aquel comentario, si entender que era una chica caprichosa o si era bastante cuidadosa con sus cosas.
-Las rosas son las flores que amaba mi madre y creo que yo también heredé el gusto por ellas. – Dijo orgulloso sin mostrar pena por aquel gusto que compartía con su madre.
-Anthony es un especialista en rosas. – Dijo Albert. – Y puedo asegurarles que es capaz de crear un nuevo híbrido si se lo propone. – Dijo de nuevo orgulloso de los talentos de su sobrino, sin embargo Anthony estaba inquieto porque no se sentía cómodo, no por las presencia de los De la Garza, sino por que la espera de la señorita se le hacía interminable.
-Entonces se entenderá perfecto con mi hija. – Dijo Joaquín con una sonrisa. – Ella adora las rosas sobre todo las de color blanco. – Dijo de nuevo. Anthony solo escuchaba a su "suegro" sin dejar de pensar en Candy y la Dulce Candy, una coincidencia que no le llamó la atención a primera instancia.
-Iré por ella. – Dijo Roxanne al creer que ya había pasado mucho tiempo y Candy no bajaba.
Cuando Candy venía saliendo, María la encontró frente a la escalera.
-¡Hasta que te veo Candy! – Dijo María apresurada, con el aire escaso en sus pulmones por la carrera emprendida, tenía prisa por encontrarla para advertirle acerca de su prometido y no cometiera la locura de vestirse como lo había pensado hacer.
-¿Qué sucede? – Preguntó Candy sin comprender su apuro.
-¡Tienes que cambiarte de ropa! – Le dijo intentando llevarla adentro de la habitación de nuevo para que cambiara sus ropas por las que su madre le había elegido. María sabía bien que se iba a arrepentir si no lo hacía.
-¡No! – Decía Candy necia. – Necesito desilusionar a ese chico. – Decía una vez más, segura de que con ese atuendo podría hacerle creer que ella no era suficiente para él al pensar que era un joven engreído e incapaz de encontrar una novia por sus propios medios, tenía la idea que aquel sería un inútil igual que Neal Leagan.
-No creo que eso sea posible. – Dijo José quien se había colado hacia dentro de la hacienda para ver a Candy antes de que conociera al joven que habían elegido sus padres. – Te ves hermosísima. – Dijo de nuevo el joven mientras miraba a Candy maravillado por la belleza de la rubia quien a pesar de haber intentado parecer una muchacha de servicio no lo había conseguido, a pesar de su crianza humilde la rubia poseía una elegancia natural que la hacia deslumbrar a pesar de sus sencillas ropas.
Candy llevaba una falda roja con vuelto ajustada a su cintura, evidenciando lo breve que era, su blusa tipo campesina que se ajustaba a sus hombros con unos holanes dejándolos completamente al descubierto, se había peinado con dos trenzas alrededor de su cabeza y se había puesto unas flores de lado del mismo color de la falda, se maquilló un poco y sus labios lucían tan rojos como los que María utilizaba.
-¡Candy tienes que cambiarte! – Decía María desesperada, por favor, decía insistente la morena para llevarse a Candy dentro de su habitación.
-¡Candy! – Dijo la voz de su madre al verla vestida de esa forma, ya que su atuendo era el de una sexy Adelita con todo y botas de tacón y solo le faltaba una bandolera para completar su atuendo y no era que se avergonzara de que lo usara, ya que ella lo había llevado alguna vez con orgullo, sino que aquel momento no era el adecuado, mucho menos para conocer a su posible prometido. - ¿Por qué te has puesto esa ropa? – Preguntó visiblemente desilusionada por la acción de su hija. Candy se sintió mal en ese momento y se arrepintió de intentar sabotear su presentación ante aquel elegante joven.
-Me cambiaré de inmediato. – Dijo intentando remediar su rebeldía, dándose cuenta que no había sido una buena idea lo que había planeado y que tal vez tendría que buscar otra manera de sabotear el compromiso.
-Ya no hay tiempo. – Dijo Roxanne visiblemente desilusionada de Candy. Candy se sintió la peor hija por aquello, sin embargo ya no intentó irse a cambiar y caminó junto a su madre en silencio, escuchándose únicamente el sonar de las botas de tacón que usaba hasta arriba del tobillo.
-Creo que iré a ver porque tardan tanto. – Dijo Joaquín ansioso por presentar a su hija, orgulloso de ella, sin embargo le extrañó el atuendo que ella vestía. – Ya vienen. – Dijo sonriendo restando importancia a ese hecho. Albert que estaba volteado al mismo lado de De la Garza Sonrió satisfecho con lo que veía reconociendo casi de inmediato a Candy, convertida ya en una hermosa y coqueta jovencita.
Anthony observó las miradas que se daban George y su tío y decidió voltearse para enfrentar de una vez a aquella joven que debía rechazar, pero cuál fue su sorpresa que se encontró con una coqueta jovencita de cabellos rubios, ojos verdes y graciosas pecas que tanto había buscado, sintiendo cómo su corazón comenzaba a desbocarse y sus manos sudaban mientras su cuerpo quería salir corriendo a abrazarla y dejarla unida a un abrazo para siempre.
Una vez que la identificó su mirada viajó por su cuerpo observando la delicadeza de sus formas y el escote prominente que esta llevaba, vestida de una manera que nunca se esperó verla, más no le restaba nada a su belleza, sino todo lo contrario esa manera de vestir colorida y coqueta y la manera de trenzar su cabello alrededor de su cabeza la hacía igual o más hermosa de lo que él la recordaba.
Candy se acercaba sin levantar su rostro, apenada por haber fallado a su madre, sin atreverse a ver a su padre ni a las personas con las que estos convivían, no por la pena a su "prometido" porque si no hubiese sido así, hubiera salido con la frente en alto orgullosa de su vestimenta.
-Hija quiero presentarte al Sr. William. – Dijo De la Garza. Candy extendió su mano sin verlo siquiera, mientras Anthony y Albert la miraban felices y agradecidos de haberla encontrado después de tanto tiempo, ambos en silencio esperando que ella levantara su rostro y los viera, sobre todo Anthony quien estaba a punto de perder la paciencia frente a todos y abrazarla a su pecho fuertemente.
-Mucho gusto. – Dijo Candy viendo únicamente los zapatos de aquel que le presentaban, pero cuando otro par de zapatos y pulcro pantalón se puso frente a ella sintió que el corazón se le saldría del pecho, nerviosa al adivinar que ese sería su "prometido" William y no el anterior que la había saludado.
-Y él es el joven Anthony Brower Ardlay. – Dijo de nuevo su padre. – Tú prometido... – Anunció como si ya fuese un hecho, en ese momento el corazón de Candy se aceleró furiosamente, sus piernas se quedaron fijas en el piso y sus ojos inundados de lágrimas volteaban por fin hacia arriba para encontrarse de lleno con la maravillosa sonrisa de su príncipe de las rosas, reconociendo de inmediato aquellos ojos que a pesar de tener tantos años sin ver y de que estaba mucho más alto seguían igual de hermosos o incluso más bellos de lo que ella recordaba. - Ella es nuestra hija Candice De la Garza. – Dijo De la Garza terminando aquella presentación, al mismo tiempo que la música típica de la región comenzó a sonar al fondo para amenizar aquella fiesta.
-¡Candy! – Dijo Anthony hablando por fin, dejando que su cuerpo lo llevara hacia ella sin dejar de ver sus ojos y explorar su rostro.
-¡Anthony! – Dijo también Candy para sorpresa de todos arrojándose a sus brazos ansiosa por sentir que no era uno más de sus sueños, sino que aquel hermoso joven era el que ella había dejado en contra de su voluntad a pesar de amar tanto. - ¿Qué haces aquí? – Preguntó algo desconcertada, confundida. - ¡Albert! – Dijo cuándo pudo reconocer al otro caballero que la acompañaba.
-Hola Candy. – Respondió Albert. George también le sonrió y ella lo miró con una gran sonrisa que evidenciaba la felicidad que la golpeaba de pronto.
-Al parecer he venido a comprometerme contigo. – Respondió Anthony sintiéndose en ese momento un tonto por haber tenido la intención de romper aquel compromiso pactado por su madre sin siquiera conocerla. - ¿Tú lo sabías? – Preguntó ahora a su tío.
-Tenía una sospecha. – Respondió Albert riendo.
-¿Por qué no me lo dijiste? – Preguntó una vez más, confundido por el misterio que este había guardado.
-Porque no quería darte falsas esperanzas. – Respondió mientras los De la Garza veían sin entender la escena.
-¿Qué sucede? – Preguntó Roxanne, quien al igual que Joaquín estaba confundida.
-¿Se conocen? – Preguntó ahora Joaquín a ambos rubios.
-Madre, padre, Anthony es el chico del cual les hablé. – Dijo Candy evidenciando ante todos que ya había tenido una plática con ellos acerca de su príncipe de las rosas.
A lo lejos María veía la escena emocionada, mientras Juan y José no comprendían lo que estaba pasando en ese momento.
-¿Qué sucede? ¿Por qué se abrazan? ¿Por qué lo abraza? – Decía José molesto, celoso por la reacción de la rubia con aquel "güerito".
-¿Cómo llegaste hasta aquí? – Preguntó Anthony sin soltar las manos de Candy, no le importaba mucho que estuvieran sus ahora padres presentes.
-Es una larga historia. – Respondió Candy con pesar al recordar la manera en la que había llegado a ese lugar.
-Ya hablaremos de ello. – Dijo Albert interrumpiendo el momento. – Lo importante ahora es saber si vas a romper tu compromiso o se mantendrá en pie. – Dijo Albert un tanto divertido y burlándose de su sobrino.
-¿Romper el compromiso? – Preguntó Roxanne confundida, igual que Candy quien tampoco comprendió de momento que él también había estado deseando romper cuanto antes aquel compromiso.
-Lo que sucede Roxanne es que Anthony estaba obsesionado con encontrar a una chica que conoció hace tiempo en el portal de las rosas. – Dijo evidenciando los planes de su sobrino. – Y que fue enviada por los Leagan a México. – Dijo de nuevo observando a la rubia para calmar un poco su desconcierto, el cual se reflejaba en su rostro.
-Pues estamos igual. – Dijo Roxanne con gracia. – Al parecer Candy iba a hacer todo lo posible para decepcionar a su futuro prometido, es por ello que se vistió de esta forma, porque quería ir a Lakewood a buscar al chico del que se enamoró profundamente hace muchos años. – Dijo sin mostrar pena en sus palabras, un rasgo característico de la pecosa.
-¡Mamá! – Dijo Candy apenada, cubriendo su rostro con una mano, mientras los demás reían por su reacción y por los colores que se le subían súbitamente a su rostro.
-¿Qué? Es la verdad. – Dijo Roxanne, aun molesta con Candy por no haber usado el vestido que tenía planeado para esa noche. – Por eso te has puesto esa ropa. – Dijo de nuevo, pero un poco más tranquila y burlona a su hija.
-Yo pienso que se ve muy hermosa. – Dijo Anthony sin apartar la mirada del rostro de Candy, mirando discretamente su figura que era imposible de pasar desapercibido con aquellas prendas. Candy sonrió tímida, sin embargo sus ojos volvieron a perderse en la mirada de Anthony quien mantenía sosteniéndola de la mano.
Roxanne la miraba feliz ya que había logrado que su hija estuviera con el hijo de su mejor amiga a pesar de que Candy realmente no era su hija. Joaquín estaba un tanto celoso de ver a su única hija tan entusiasmada con quien se suponía apenas conocería.
-Hacen una hermosa pareja. – Dijo Albert acercándose a Joaquín, mientras George lo acompañaba muy de cerca. Roxanne disponía de lo demás, Candy y Anthony no podían dejar de verse, los jóvenes amigos de la rubia estaban observando a la pareja, sobre todo José quien era el más celoso y los tres caballeros, Albert, Joaquín y George platicaban muy tranquilos.
-Tengo que reconocer que tienes razón William. – Dijo Joaquín muy a su pesar, reconociendo que Candy tenía un brillo muy particular en sus ojos, uno que no había visto nunca desde que llegó a ese lugar.
-Albert por favor. – Dijo Albert para indicar que prefería que lo llamaran de esa manera. – Prefiero que me llamen Albert. – Repitió con una sonrisa amable.
-Lo siento, lo que sucede es que mi esposa así lo llamaba. – Comentó Joaquín con un poco de pena al pensar que se había incomodado con esa manera tan familiar de llamarlo. Albert sonrió.
-Es la costumbre que exigía la tía abuela, y a Roxanne y Rosemary les tocó muy de cerca. – Dijo explicando el porqué de llamarlo así. – Sin embargo han utilizado ese nombre para confundir a las personas al creer que se referían a mi padre.- Explicó brevemente las intenciones de la tía abuela.
-Muy bien Albert, entonces confirmo que Candy y Anthony hacen una hermosa pareja. – Dijo suspirando Joaquín, cosa que causo gracia a Albert y a George al notar que aquel padre se negaba a entregar a su hija como cualquier padre.
-Si me permite preguntar ¿Cómo llegó Candy a sus vidas? – Preguntó Albert a Joaquín quien no tuvo inconveniente en relatar el día que conoció a Candy.
-Fue el día más maravilloso cuando ella aceptó ser nuestra hija. – Dijo Joaquín recordando ese día. Albert escuchaba atento todo lo que Candy había pasado aquellos años y que de no haber sido por Felipe, su hombre de confianza, García se hubiera aprovechado de la inocencia de Candy y lo más seguro era que estuviera trabajando con los Leagan y a pesar de que ellos la hubiesen rescatado y encontrado hacía tiempo no podrían haber evitado el abuso que García estaba dispuesto a cometer, agradeciendo la intervención de Felipe en aquella acción.
Candy y Anthony habían llegado tomados de la mano en medio de la conversación y para Anthony fue desagradable escuchar las penurias que había pasado su pecosa, mientras la abrazaba para protegerla su coraje en contra de los Leagan iba en aumento.
-No cabe duda que los Leagan siempre causan problemas. – Dijo Joaquín cuando escuchó por boca de ellos de la trampa que los Leagan habían puesto para que Candy fuera desterrada de Lakewood.
-Nosotros nunca creímos que fuese cierto. – Dijo Anthony demostrando con sus palabras que siempre confió en ella. – La busqué por mucho tiempo. – Dijo de nuevo, sin soltar su mano, sin dejar de abrazarla, quería explicarle a ella y a sus padres que él siempre había mantenido viva la esperanza de que la encontraría algún día.
La fiesta continuó cuando Roxanne llegó por ellos para iniciar el baile, había muchas cosas que platicar, sin embargo ese no era el momento, había una fiesta, había que festejar no un compromiso, sino un encuentro que por fin había sucedido después de tantos años de haberlo deseado.
Los rubios bailaban nuevamente como aquella noche en Lakewood, aquella noche en la que sus almas se encontraron y se enamoraron para toda la eternidad. La música era diferente, los ritmos eran desconocidos para Anthony quien seguía por instinto el ritmo de la música y llevaba con gracia y buen son a Candy quien estaba maravillada por la manera tan rápida de él de adaptarse, cosa que a ella le había llevado más tiempo. La noche transcurrió su curso y aquel par de enamorados no se despegó el uno del otro por ningún segundo, hasta que llegó la hora de irse a dormir, cansados por los sucesos tan sorpresivos de aquel día.
A la mañana siguiente Anthony como siempre se levantaba muy temprano, a pesar de la desvelada le había ganado al canto del gallo, era la primera vez en años que se levantaba con ese brillo de muchacho enamorado, feliz por haber encontrado sin pensar a su amada princesa en ese lugar.
-Buenos días. – Saludó a un peón que se acercaba a él.
-Buenos días. – Respondió aquel hombre bajito y barrigón, era lo único que sabía decir en inglés el pobre hombre.
-¿Podría proporcionarme un caballo por favor? – Peguntó amable como era siempre en sus maneras, sin importar a quien se dirigiera.
-¿Caballo? – Preguntaba aquel hombre ignorante a la pregunta, sin comprender lo que se le decía.
-Sí… un caballo. – Decía Anthony intentando a toda costa darse a entender con aquel hombre que tenía frente a él.
-No entiendo patrón. – Decía el pobre hombre después de varios intentos fallidos del rubio por explicarse, ni las más explícitas mímicas habían hecho que aquel entendiera.
-¿Qué sucede? – Preguntó José, Anthony sonrió saludándolo ya que la tarde anterior lo había escuchado hablar su idioma.
-Buenos días José. – Respondió el hombre. – Aquí el patrón que quiere algo, pero no le entiendo. – Decía a un José que lo miraba molesto.
-Él no es tu patrón. – Le dijo José a Emiliano, quien levantó los hombros despreocupado ya que esa era la manera en la que él se dirigía a todas las personas que estaban económicamente más arriba que él. - ¿Qué se le ofrece güerito? – Le preguntó directamente, pero el tono con el que se refirió a él no le agradó mucho al rubio, sobre todo eso de "güerito" que no tenía ni idea de qué significaba, pero por la manera en como lo decía tal vez no era nada bueno.
-Preguntaba si pueden proporcionarme un caballo. – Dijo Anthony igual de serio a aquel joven quien recibía el reto en aquella mirada azulada que se encontraba con sus cafés.
-El güerito quiere un caballo, Emiliano. – Dijo de nuevo al hombre que esperaba la traducción de José para obedecer aquella petición que Anthony le hacía.
-Muy bien patrón. – Le dijo a Anthony con una sonrisa, sonrisa que Anthony correspondió de la misma manera amable a aquel humilde hombre que se inclinaba ante él con su sombrero.
-Emiliano. – Dijo José deteniendo de pronto al peón. – Tráele a Satán. – Dijo sorprendiendo al pobre hombre.
-¿A Satán? – Peguntó sorprendido el pobre Emiliano. José asintió. – Dice que le gustan los caballos broncos. – Dijo sonriendo con malicia, sin embargo Anthony pudo apreciar algo en sus intenciones.
Emiliano se acercó con un caballo negro azabache bastante alto hacía Anthony, era un ejemplar hermoso, regio, parecía que había sido arrancado de la misma noche por el color negro tan intenso que tenía en su crin y su pelaje, solo lo blanco de sus ojos era el único color diferente que este poseía.
-¡Es hermoso! – Dijo Anthony admirando al ejemplar que venía aún sin ensillar ya que el mismo Emiliano temía hacerlo.
-Es uno de los mejores. – respondió José al comentario de Anthony.
Anthony observó rápidamente que aquel caballo era uno de los difíciles y sonrió de lado al comprender las intenciones de José, sabía bien que si fuera por él no estuviera en el rancho De la Garza, había entendido sus miradas casi de inmediato que había pisado ese lugar.
-¡Ohh! – Dijo Anthony para tranquilizar al equino quien se comenzaba a revelar al ver las intenciones del rubio. - ¿Cómo se llama? – preguntó a José.
-Satán. – Respondió con una sonrisa maliciosa.
-¿Satán? – Preguntó Anthony por ignorar su significado.
-Significa diablo. – Respondió José con una sonrisa de lado. Anthony correspondió a esa sonrisa de la misma manera y José se desconcertó. - ¿Quiere que lo ensille… güerito? – Preguntó con ironía.
-No es necesario lo haré yo mismo. – Dijo Anthony quien sabía bien que era indispensable hacerlo para ganar la confianza del equino. José observaba con diversión, hasta se había acomodado para divertirse a costa de Anthony, sin embargo al acercarse el rubio frente a Satán y extender su mano al rostro del animal en lugar de que este comenzara a zafarse se quedó quieto como si ya conociera a aquel que quería ser su jinete. Después de unos minutos Anthony le habló a Satán, colocó la silla de montar asegurándola bien para estar seguro, con un animal como ese era mejor estar seguro.
José miraba impaciente esperando que Satán comenzara a hacer lo suyo al ser montado, ya que nunca se había dejado montar por nadie, ni por el mismo De la Garza, era un caballo que ya habían dejado como semental al haberse dado por vencidos de domarlo. José extendió un par de espuelas para que Anthony las usara.
-No las necesito. – Respondió Anthony seguro de ello.
-Como usted quiera… güerito… - Volvió a decirle, aquella forma de llamarlo lo estaba molestando.
Cuando Anthony se subió a la silla y aseguró bien sus manos a la rienda del caballo y sus piernas al cuerpo, espero a que Satán comenzara su lucha la cual rápidamente comenzó cual caballo bronco que sentía al ser montado. Anthony se aferró con ahínco sorteando los movimientos de Satán, todos y cada uno de ellos, pero en ningún momento cayó para la mala suerte de José quien quería que este cayera como ya había caído él más de una vez al intentar domarlo. Lo que José no sabía era que Anthony había logrado montar más de un caballo salvaje, comenzando con su propio caballo Pegaso y con Isadora la yegua de Terry, quien al principio no se dejaba montar por nadie más que por Terry, pero se había dado por vencida con la necedad del rubio de hacerlo en una apuesta que había hecho con Terry y la había ganado.
-¡Ohh! ¡Quieto Satán! – Decía Anthony mientras jalaba la rienda. Durante varios minutos estuvieron así hasta que por fin Satán entendió que de esa forma no ganaría nada, había relinchado, brincado, levantado en dos patas y para sorpresa de José, Anthony seguía montándolo en una sola pieza.
De pronto Anthony se acomodó de nuevo y dio la orden de correr al equino quien al sentir el golpe de los talones de Anthony sin ser lastimado comenzó a correr como el viento ágil y veloz por el sendero. Anthony comenzó a sentir el aroma del campo mexicano por primera vez, los árboles frutales, mezclado con el aroma a estiércol de las vacas le daba un aroma bastante peculiar al clima, si bien no era agradable, tampoco le era desagradable ya que era también la naturaleza y era algo que al rubio le gustaba hacer.
-¿Ese es Satán? – Preguntó Felipe a su hijo. José saltó de pronto al ver que había sido descubierto en su maldad.
-¿Dónde? – Preguntó tontamente, pero su padre lo conocía muy bien y sabía que su hijo actuaba torpe cuando hacía algo malo.
-¿Quién está montando a Satán? – Preguntó De la Garza visiblemente molesto, había visto desde su ventana correr al caballo, sin embargo se negaba a creer que alguno de los invitados fuera el "suertudo" que lo hacía. - ¡Contesta Felipe! – Habló fuerte a su capataz.
-¿José? – Preguntó molesto a su hijo.
-¡Ese gringo lo pidió! – Dijo apresurado para justificarse. - ¿Verdad Emiliano? – Dijo al peón quien se había quedado sorprendido por la destreza de Anthony, sin embargo no quiso ser cómplice de aquel joven y no respondió.
-Si algo le pasa… - Dijo Felipe a su hijo molesto, pidiendo de inmediato su caballo, lo mismo que De la Garza. - ¡Tú vendrás con nosotros! – Le dijo a su hijo como una orden. -¡Juan! – Gritó molesto. Juan de inmediato salió del cuarto de una de las criadas todo asustado, creyendo que lo habían atrapado, sin embargo al ver el alboroto se centró en su hermano.
-¿Qué hiciste idiota? – Sabía bien que algo había hecho porque si nadie lo había descubierto a él, era problema del otro.
-¡Nada! – Respondió José molesto por la manera en la que su hermano le hablaba.
-¿Qué sucede? – Preguntó Candy, quien llegaba sonriente junto con Albert y George, venía feliz en busca de Anthony, pero se encontró con el relajo que había abajo en las caballerizas. – Ninguno respondió. -¿Qué sucede María? – Preguntó a su amiga que venía saliendo del mismo cuarto que había salido Juan fajándose los pantalones, cosa que solo José había notado.
-¡No lo sé Candy! – Respondió sincera. - ¿Qué pasó Juan? – Preguntó asustada.
-¡Este idiota hizo algo! – Dijo Juan dando un zape a su hermano.
-Ese güero quería montar. – Respondió sarcástico al ver que todos ponían sus ojos en él.
-¿Y por eso le diste a Satán? – Preguntó Felipe bastante molesto y al mismo tiempo montando su caballo en cuanto llegó, seguido de De la Garza.
-¿Satán? – Preguntó Candy, viendo con coraje a José, aquella mirada sí que lo lastimó, fue hasta ese momento que José se sintió mal por sus actos, no por lo que había hecho, sino porque sintió el frío mirar de coraje que le dirigía la rubia. Candy pegó un silbido y ante el desconcierto de Albert y George llegaba la hermosa yegua color vino, bastante veloz que se detuvo de golpe frente a Candy, quien de inmediato y sin importar que usaba falda se subió de manera ágil y ligera a la yegua y con un lazo que tenía cerca arrancó a todo galope.
-¡Vamos Yaqui! – Gritó Candy ordenando a la yegua que emprendiera la carrera, rápidamente Candy tomó la delantera por el sendero, tomando un atajo para ir hacia donde sabía ella Satán tomaría camino, ella nunca lo había montado, pero sabía bien hacia donde huía siempre, igual que Juan y José, pero dudaba que José les dijera a los demás.
Candy corría angustiada rogando que nada pasara a su príncipe ahora que por fin estaba a su lado. Tenía varios minutos corriendo cuando a lo lejos vio venir al jinete rubio que venía lentamente por el sendero.
-¡Anthony! – Gritó Candy aliviada cuando por fin lo veía venir sano y salvo, tranquilo y bastante sonriente admirando el paisaje mexicano que se revelaba a su alrededor.
-¡Candy! – Dijo Anthony feliz de ver la belleza de la rubia sobre aquel caballo igual de majestuoso que Satán. - ¿Qué haces aquí princesa? – Preguntó sorprendido, pero feliz de verla una vez más frente a él, admirando la hermosura de la rubia que lucía maravillosa encima de aquella yegua que al igual que Satán se veía muy fina.
-Vine a buscarte. – Dijo tímida, bajando la velocidad de su yegua para acercarse a Anthony, quien la tomó por la mano y después se la besó con ternura, sin embargo pudo evidenciar angustia en su rostro al momento que lo encontró.
-¿Sucede algo pecosa? – Preguntó con su dulce voz, una voz suave y aterciopelada que le salía de manera natural cuando estaba junto a ella.
-Estás montando a Satán. – dijo Candy evidenciando el motivo de su angustia. Anthony asintió acariciando la crin del caballo el cual lucía cansado por la carrera emprendida.
-Creo que nos hemos hecho amigos. – Dijo tranquilamente, la verdad era que el caballo había dejado de pelear una vez que Anthony comenzó a correr sobre él sin lastimarlo ya que el equino odiaba que utilizaran las espuelas para hacerlo correr y el rubio odiaba utilizarlas. – Pero me alegra que hayas venido a buscarme. – Dijo de nuevo tomando su mano una vez más. Yaqui se emparejó a Satán permitiendo que ambos caminaran tomados de la mano, mientras con la otra mano dirigían la rienda. - ¿Y ese lazo? – Preguntó Anthony a Candy quien se sorprendió por la pregunta.
-Creí que iba a necesitarlo. – Dijo sonrojada con una tímida sonrisa.
-¿Sabes usarlo? – Preguntó orgulloso de la rubia.
-Siempre he sabido hacerlo. – Recordó la rubia, quien siempre intentó ocultarlo de él para que no descubriera que era una revoltosa como siempre le había dicho Tom.
-Recuerdo que decían que así habías rescatado a Annie Britter después de que Neal asusto a Cleopatra, sin embargo, creí que eran exageraciones de la gente. – Dijo Anthony sin dejar de observar su rostro.
-Era la única forma de lograrlo. – Dijo Candy suspirando al recordar aquellos días que parecían tan lejanos, más cuando recordó a Annie. – Yo no quería que Annie saliese lastimada, ella siempre tuvo miedo a los caballos. – Dijo sin pensar que descubría su pequeño secreto.
-¿Siempre tuvo miedo? – Preguntó Anthony intrigado. Candy se sorprendió, sin embargo creía que ya no tenía caso ocultar la verdad, si de todas formas ya no pensaba que volvería a ver a Annie.
-Annie y yo crecimos juntas en el hogar de Ponny. – Reveló a Anthony, quien la escuchaba tranquilo quien a pesar de sorprenderse no dudaba de las palabras de quien sabía era una chica leal y sincera además de hermosa. – Siempre juramos estar juntas, pero ella al igual que yo deseaba un papá y una mamá, ella más que yo… - Confesó sincera. – Cuando llegaron los Britter, el señor Britter quería adoptarme a mí, pero yo evité que lo hiciera porque no quería estar lejos de Annie, sin embargo la Sra. Britter se enamoró del carisma y la timidez de Annie y ella sí aceptó ser su hija. – Dijo un tanto melancólica al recordar ese día. – Cuando la volví a ver fue en la mansión Leagan. – Dijo emocionada, su ánimo aumentó al recordar la emoción que había sentido cuando volvió a verla tan refinada y hermosa. - Sin embargo, su mamá habló conmigo para evitar que yo dijera la verdad porque le causaría un gran daño si se enteraban que era una niña adoptada... y cuando Neal asustó a Cleopatra, yo no pensé en nada más, solo salí corriendo para salvarla temiendo que cayera del caballo y se lastimara. – Decía evidenciando que aún le afectaba aquel recuerdo. Anthony volvió a besar su mano y a encontrarse con esa mirada verde acuosa que tanto había extrañado, embelesado porque su belleza no había disminuido en absoluto sino por el contrario había madurado. – Desde entonces no sé nada de ella. – Volvió a decir triste.
-Annie se encuentra muy bien. – Dijo Anthony para alegrarla un poco. Candy volteó a verlo nuevamente, buscando en su mirada aquella verdad en sus palabras. – De hecho logro ir al Colegio San Pablo en busca de Archie. – Dijo riendo un poco al recordar la manera en la que su primo había sido acosado por ella tantas veces. – Y ahora que regresé de Londres ellos se estaban conociendo. – Dijo de nuevo sonriendo buscando con esas palabras tranquilizar un poco la añoranza que sentía en las palabras de Candy por su amiga de la infancia.
-¿Estuviste en Londres? – Preguntó Candy sorprendida. Anthony asintió sin dejar de admirar el rostro de su amada.
-Estuve casi cuatro años en el Colegio San Pablo. – Respondió suspirando al recordar que había ido más en contra de su voluntad que por su gusto.
-Con razón nunca respondiste mis cartas. – Dijo Candy triste, recordando las veces que creyó que era inútil continuar con la correspondencia.
-¿Cartas? –preguntó Anthony sorprendido por aquel hecho. Candy asintió.
-Te escribí seguido por dos años. – Respondió la rubia. – Pero nunca obtuve respuesta. - Anthony estaba confundido por aquella revelación que no se dieron cuenta que de pronto todos los que habían salido a buscarlo ya estaban frente a ellos.
-¡Anthony! ¡Candy! – Dijo Albert quien estaba preocupado por ellos. - ¿Se encuentran bien? – Preguntó agitado y sumamente aliviado de verlos a ambos bien.
-Estamos bien tío, no te preocupes. – Respondió Anthony tranquilamente y con una sonrisa para también tranquilizarlo a él.
-¿Cómo llegaste tan rápido? – Preguntó Albert a Candy.
-Satán siempre toma el mismo camino hasta el risco antes de llegar a la cañada, así que tomé un atajo. – Confesó la rubia.
-¿Te encuentras bien Anthony? – Preguntó De la Garza. Anthony asintió con una sonrisa agradecido por la preocupación de aquel hombre, se veía que realmente se había preocupado por su seguridad.
-No se preocupe Don Joaquín, estoy bien. – Dijo con respeto.
-Satán no deja que lo monten. – Dijo mirando molesto a Felipe a quien hacía responsable del rancho cuando él no estaba presente y este a su vez a su hijo quien había sido el que había estado siempre al tanto de todo.
-Yo me haré cargo Don Joaquín. – Dijo Felipe molesto con José quien bajó la mirada, no apenado, sino molesto por haber sido reprendido por culpa según él de aquel rubio que había llegado a arruinarle la vida.
-No se preocupe Don Joaquín. – Volvió a decir Anthony sin soltar de la mano a Candy. – Yo tuve la culpa, pedí un caballo ligero y rápido y me empeñé en montar este. – Dijo echando toda responsabilidad sobre él.
Cuando comenzaron el regreso, José se quedó hasta el final y se acercó discretamente al lado de Anthony quien agudizó el odio al estar seguro que algo le diría aquel joven.
-No creas que te debo un favor. – Dijo refiriéndose a que se había culpado él mismo por su acción.
-No te hice un favor. – Le respondió Anthony de la misma manera. – Te estoy dando una revancha. – Dijo Anthony, refiriéndose a que tendría otra oportunidad de hacerlo quedar mal ante Candy ya que esta vez había fallado lastimosamente para el vaquero, pero beneficiosamente para él. José lo miró con coraje y muchos celos cuando vio que las manos de ambos seguían entrelazadas y que a pesar de ir ambos montando no tenían la intención de soltarse. Felipe observó a su hijo con suspicacia, pero no era el único que lo hacía, sino que también George lo hacía y estudiaba muy bien la reacción de aquel chico.
Continuará…
TeamColombia. Hola hermosas, ¿cómo están? Aquí reportándome con ustedes para que ya estén tranquilas porque ya leí en los comentarios que me están suplicando que no sea tan cruel con ustedes, tranquilas, tranquilas, veo que en su ansiedad no se han dado cuenta después de varias actualizaciones que las realizo los Lunes y los Viernes, así que respiren lento y seguro, tomen aire y dalay. Muchas gracias por dejarme sus comentarios, amo leerlos aunque a veces parecen trabalenguas jajaja. Les mando un fuerte abrazo hermosas a cada una de ustedes, saludos y bendiciones.
Julie-Andley-00. Hola hermosa ¿Cómo estás? Espero que muy bien, me alegra que hayas advertido hacia dónde va la historia y sobre todo leer en tus palabras la emoción que demuestras al escribir, ¿Con eso puedo suponer que te gusta la historia? Espero que si, muchas gracias por leer hermosa y dejarme tu comentario. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones. P.D. Espero tu comentario en este capítulo!
Mayely León. Hola hermosa, quien más sería sino mi Anthony bello, él es el único que me provoca escribir todas estas historias, ah pero con Candy porque si fuera él con otra protagonista siento que no me saldría la inspiración. Gracias por leer hermosa y dejarme tu comentario como siempre, espero no te desesperes y comprendas que Lunes y Viernes trataré de actualizar. Saludos y bendiciones hermosa!
arleniferreyrapacaya. Hola hermosa que gusto leer tu comentario! Gracias la verdad por leer la historia, espero me acompañes hasta el final con tus comentarios. Los Lunes y los Viernes son los días que estoy actualizando a menos que otra cosa suceda o se me atraviese, de no ser así seguiré con este patrón que he establecido para esta historia. Muchas gracias por leer y sobre todo por dejarme tu comentario. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendicones.
lemh2001. Hola hermosa! me da gusto leer de nuevo un comentario tuyo, me alegra que te haya gustado esta historia y también las demás, gracias por agregarla a tu lista de historias favoritas, solo te falto la de "Nuestro cielo" ojalá la leas y le des la oportunidad igual que a las otras. Me siento muy halagada porque eres la primera que veo que solo tiene historias mías, aunque si gustas te puedo recomendar otros Anthonyfic que son de mi agrado y que tal vez pueden gustarte por igual, aunque algunas no están terminadas. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones hermosa y por supuesto que espero tu comentario de este capítulo.
Carolina Benitez. Jajajajajaja hermosa! hasta acá sentí tu grito jajaja perdón por dejarte tan ansiosa la verdad no es esa mi intención... no, mentira la verdad es que me gusta que sientas la necesidad de leer el siguiente capítulo eso me hace creer que de verdad lo estoy haciendo bien jajaja. Ya sabes si te salen alas vente y nos tomamos el café jajaja. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones hermosa.
Leidy. Hola hermosa ¿Cómo estás? No había visto tu nombre en otra historia, así que te doy la bienvenida. Tu nombre me recordó a el nombre que le daban a Candy en una historia que se llamaba "Entre los retasos y los recuerdos perdidos" o algo así pero que desafortunadamente la autora borró los capítulos y no la continuó, desconozco los motivos. Muchas gracias por leer y sobre todo por ser Antohnyfan. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Guest. Hola hermosa, muchas gracias por tus felicitaciones y muchas gracias más por leer y dejarme tu comentario, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Clint Andrew. Hola hermosa, me encanta tu sentido detectivesco que tienes, acertaste en tus teorías. El prometido de Candy ya se reveló en el capítulo anterior y de nuevo acertaste, muchas gracias por leer esta historia hermosa y por dejarme tu comentario aprecio mucho que lo hagas. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
María José M. Hola hermosa! por un momento te pongo falta, ya creía yo que no ibas a comentar nada, me alegro que lo hayas hecho y haber tenido la oportunidad de agradecerte en este espacio porque por poquito lo publico sin hacerlo. Te mando un fuerte abrazo, me alegro que te haya gustado también este capítulo, espero tu comentario en este. Bendiciones hermosa.
Muchas gracias a las demás señoras y señoritas que leen esta historia, gracias por leer cada capítulo, gracias por tomarse el tiempo buscar su rincón favorito y comenzar la lectura de cada una de mis locuras, les agradezco infinitamente su atención a ella. Les mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones a cada una de ustedes.
GeoMtzR.
