Hola hermosas muy buenos días, espero todas y cada una de ustedes estén muy bien en sus hogares y con sus seres queridos, aquí les traigo otro capítulo más de esta historia que originalmente sería el 12, espero lo disfruten.
Los personajes de Candy Candy no soy de mi propiedad, simplemente los utilizo para armar otra historia basada en el amor de Candy-Anthony, sin embargo es sin fines de lucro solo para entretenimiento. Queda prohibida la publicación en otras plataformas. No es apta para menores de edad ni para personas sensibles al tema adulto. Comenzamos!
LEJOS DE TI
CAPITULO 7
COINCIDENCIAS INNEGABLES
El grupo de jinetes que formaban Anthony, Candy, Albert, George, De la Garza y sus hombres iban cabalgando de regreso ya más tranquilos por el susto que habían pasado momentos antes, cuando fueron interceptados por otro grupo que venía del lado contrario del sendero.
-¡De la Garza! – Saludó aquel vaquero con falso gusto. Candy sintió miedo de aquella voz y Anthony lo sintió en su agarre, el cual se tensó de inmediato cuando escucho a aquel que saludaba de manera hipócrita. El rubio se acercó más a Candy y afianzó su mano hacia la de él incluso más indicándole que estaba segura con él. Candy en ese momento quiso abrazarse a Anthony e incluso estar en el mismo caballo, sobre todo cuando la mirada de aquel hombre se posó en ella descaradamente. – Señorita De la Garza. – Dijo quitándose el sombrero para saludarla, sin embargo Candy retrocedió unos pasos a su yegua para colocarse al resguardo de Anthony y Satán. La mirada de Anthony se posó de inmediato en aquel caballero, quien lo miró sorprendido al ver su rostro.
-Sr. Leagan. – Dijo Joaquín solo como respuesta. Anthony comprendió la reacción de Candy y hasta ese momento comenzó a encontrar similitudes en el rostro de aquel individuo con el tarado de Neal y a la vez con su madre.
-¿Liam? – Preguntó Albert quien venía junto con George al final de todos, dejándose ver por aquel vaquero que evidentemente no toleraba a los De la Garza.
-¿Caballero? – Preguntó Liam aún más sorprendido por aquella visita que tenía su rival.
-William, William Ardlay. - Respondió Albert con soltura ya que había reconocido al hermano de Sara en cuanto lo vio, sin embargo este al tener años que no iba de visita a Lakewood no tenía ni idea cómo era el hermano menor de Rosemary.
-¿William? ¿Qué haces aquí? - Preguntó sorprendido por aquella coincidencia.
-Visitando a los amigos. – Respondió solamente Albert, sin embargo la mirada de Liam viajó a las manos de los rubios de inmediato, comprendiendo el motivo de aquella visita. Anthony no dejaba de verlo, le molestaba la manera de ver a Candy, más cuando comprendió quien era al haber escuchado sobre aquel hombre más nunca lo había visto en persona. Liam inclinó la cabeza a modo de despedida para continuar y dejarlos continuar su camino.
-Qué estén bien. – Dijo a De la Garza y a Albert. – Señorita Dulce. – Dijo mirándola fijamente, pero Candy no respondió ni volteó a verlo, pero si encontró en Anthony una mirada de desprecio hacia él, un desprecio que se había ganado por la manera como había mirado a su pecosa. - ¿Dónde me dijiste que la habían adoptado? – Preguntó a uno de ellos quien era su mano derecha.
Liam había averiguado que Candy era la chica que García traía al rancho Leagan, pero cuando lo había hecho Candy ya era legalmente una De la Garza y ya no había nada que pudiera hacer, así que investigó más allá sin revelar a su hermana el real interés que tenía por aquella chiquilla o el odio que su hermana tenía por ella. Aquel hombre le entregaba los papeles a Liam, quien irónicamente sonreía al leer la investigación. Había enviado directamente la investigación al hogar de Ponny y había averiguado qué había sucedido en realidad, encontrando cómo Candy fue adoptada por los Leagan, sin embargo comenzaba a hilar que la identidad de Candy iba más allá de ser una simple huérfana y además creía que era demasiada coincidencia que fuera precisamente en ese orfanato donde fue adoptada.
-¿Estás bien pecosa? – Preguntó Anthony después de haberse separado un poco del grupo. Candy asintió, pero José escuchó la manera en la que él le decía pecosa y que ella no se molestaba con él, sin embargo esa era la manera en la que él la hacía enojar siempre desde que había llegado a vivir al rancho, decirle pecosa u ojos de gato eran las ofensas que él utilizaba para hacerla enojar.
-Ese hombre me da miedo. – Confesó Candy a Anthony. – Siento que lo conozco desde hace mucho tiempo. – Decía confesando la corazonada que tenía.
-Tal vez es porque se parece mucho a Neal. – Dijo Anthony a la rubia.
-Tal vez. – Respondió Candy con una sonrisa no muy convencida, sin embargo no estaba convencida de ello, pero no encontraba ni ella misma un motivo por el cual le tuviera ese miedo tan inexplicable siendo que lo había visto por primera vez en su vida cuando De la Garza la había llevado el día que llegó a México por primera vez.
-¿Hace mucho que conoces a Liam? – Preguntó Albert a Joaquín ya que él no recordaba esa parte de la historia.
-¿Al Sr. Leagan? – Preguntó Joaquín, quien nunca lo llamaba por su nombre de pila. – Es un hombre que siempre ha estado presente en mi vida de una u otra manera… desgraciadamente. – Dijo fastidiado de él.
-En realidad es Briand. – Dijo Albert. Joaquín lo miró asintiendo a su observación. Él lo sabía, sin embargo todas las personas que trabajaban para él y los alrededores lo conocían por Liam Leagan.
-Su nombre es Liam Briand, solo que al estar en la hacienda de su cuñado adoptó el apellido de él, me imagino para que creyeran que es el dueño. – Dijo Albert quien sabía que aquel era el otro hijastro de su tía abuela, el cual había salido de su protección hacía mucho tiempo.
-La verdad siempre lo conocí por Liam Briand. – Respondió Joaquín. – Él quería comprometerse con Roxanne. – Explicó De la Garza. – Pero sus padres la comprometieron conmigo ya que conocían muy bien a mi padre y juntos habían comenzado a hacer negocios, el padre de Roxanne había comenzado a caer en desgracia así que nos comprometieron y Liam se molestó más cuando descubrió que Roxanne realmente estaba enamorada de mí. – Decía tranquilo, pero algo incómodo había en su voz. – De pronto llegó aquí diciendo que era dueño del rancho vecino, pero ni Roxanne ni yo confiamos nunca en sus buenas intenciones, sobre todo cuando decían que era un maldito con sus trabajadores. Por eso cuando Felipe rescató a Candy, ella insistía que iría con los Leagan, así que la llevamos haciéndola pasar ya por nuestra hija y ahí vio de cerca la manera en la que ellos trataban a los empleados, la presentamos como Dulce De la Garza y para él así se llama Candy. – Dijo Joaquín, era por ello que la mayoría la llamaban Dulce y por eso con ese nombre había sido presentada como la prometida de Anthony.
-Dulce, significa Candy. – Dijo la rubia a su prometido.
-Me gusta más Candy. – Dijo con una sonrisa, posando sus ojos en los labios de la rubia, quien se mordía nerviosa y tímida al mismo tiempo, esa fue la primera vez que le pasó por la cabeza besar sus labios, provocando un sonrojo en Anthony que intentó camuflar de pronto.
-¿Nadie se queja de los malos tratos? – Preguntó Albert.
-Con las revueltas provocadas por los levantamientos armados del país nadie se preocupa por ello. – Respondió Joaquín. – Y la gente tolera por tener un techo y comida segura. – Respondió inconforme, pero eran los tiempos que se vivían en el país, a pesar de que ya todo estaba más calmado.
Cuando llegaron al rancho Roxanne los esperaba impaciente en la entrada de los arcos principales y en ese momento Anthony y Albert observaron a aquella rubia que extrañamente era muy parecida a Candy, su ánimo y su frescura era algo que no pasaba desapercibido pare ellos así como los rizos y su sonrisa tierna. Joaquín se dio cuenta de aquel descubrimiento por la reacción que ambos habían tenido, incluso George lo había notado.
-¡Candy! – Fue lo primero que dijo antes de saludar a su esposo y a los demás. - ¡Hija, te fuiste en vestido! – Decía reprendiéndola de una manera cariñosa por su atrevimiento. – A veces me recuerdas a tu tía Andrea. – Dijo Roxanne con una risita. Candy sonrió escuchando de nuevo aquella comparación que su madre hacía con una tía que jamás había visto en su vida y la verdad ella nunca había entendido porqué nunca había sabido nada de la familia de su madre siendo que ella le había dicho que aún vivían en Europa, sabía que su padre se había quedado solo hacía mucho tiempo y al ser hijo único eso lo dejaba sin familia, solo su madre y ahora ella eran los únicos parientes que poseía en el mundo.
-Lo siento. – Decía Candy haciendo su gesto apenado de siempre. Anthony sonrió al tierno gesto que hacia la rubia y de inmediato bajó de Satán para ayudarla a bajar de su yegua.
-Gracias. – Respondió Candy, tímida, sus mejillas se tornaban una vez más rojas y Anthony volvía a tener aquel deseo que había descubierto hace años, pero que hacía unos minutos había vuelto a renacer, besar sus labios por primera vez.
-Adelante, vayan a cambiarse para el desayuno. – Decía Roxanne con una sonrisa de alivio al ver a todos bien. - ¿Qué pasó? – Preguntó a su esposo mientras este la abrazaba por la cintura y avanzaba contando lo sucedido. Anthony acompañaba a Candy hasta la puerta de su habitación para después ir a la que le habían asignado y cambiarse de ropa ya que estaba todo sudado. Albert y George hacían lo mismo y Felipe agarraba del hombro a sus dos hijos para llevárselos a ambos a su casa y así arreglar cuentas con ellos.
-¿Qué estabas pensando José? – Reprendió al primero. José lo miró apretando la mandíbula de coraje. – Hijo, sé que te gusta la señorita De la Garza, pero entiende ¡Es una De la Garza! – Dijo para que comprendiera la situación en la que estaba. – Y tú eres un simple peón de la hacienda. – Decía inquieto y hasta molesto por la mala suerte de su hijo.
-¡No es una De la Garza! – Decía necio. - ¡Lo sabes! – Dijo de nuevo. – Además puedo trabajar y darle todo lo que tiene aquí. – Decía mientras Juan lo escuchaba y Felipe negaba con su cabeza una y otra vez.
Juan sabía de los sentimientos de su hermano y muchas veces le había dicho que tiraba muy alto, pero él no quería entender.
-Hijo. – Dijo Felipe suspirando, intentando contener sus ansias. – Tal vez creas que no es una De la Garza. – Dijo palmeando los hombros de su hijo para mirarlo de frente y que entendiera lo que iba a decirle. – Lo que te voy a decir, es algo que solo el patrón y yo sabemos porque no hay nada seguro. – Decía Felipe mirando fijamente a su hijo. – Pero tenemos la sospecha que Candy es hija de la señora Roxanne y del Sr. Joaquín. – Dijo sorprendiendo a sus dos hijos, ambos jóvenes lo miraron sorprendidos. – Es una sospecha, pero no pueden decir nada aún. – Decía insistente en que todo eso era un secreto.
-¿Cómo lo sabes? Ella llegó aquí a los trece años siendo huérfana y la hija de los patrones murió, la señora Rocío estaba presente y ella lo dijo. – Decía José negándose a que esa posibilidad fuese verdadera. – Además aunque realmente fuera una De la Garza, yo la quiero y no puedes evitarlo. – Decía necio defendiendo sus sentimientos.
-No, no puedo evitarlo. – Dijo Felipe triste, sabiendo que tenía razón. – Pero tampoco puedo evitar que ella ame a ese muchacho. – Dijo de la misma forma.
-¡Ella no lo ama! ¡No lo conoce! – Dijo insistente. – Está encandilada por su blanca cara, pero a mí me conoce de más tiempo. – Decía pensado que podía conseguir el amor de Candy. Felipe negó una vez más frustrado por no poder hacer entender a su hijo, volteando a ver a Juan quien le sonrió de la misma manera, ya que él sabía bien lo necio que era su gemelo.
-Ahora tú Juan. – Dijo volteándose a ver al otro joven, quien abrió los ojos asustado al creerse descubierto. – Te vas a encargar de que el tarugo de tu hermano no vaya a cometer otra tontería en contra del gringuito. – Dijo saliendo de su casa.
-Está bien apá. – Respondió aliviado, mientras veía a José más molesto de lo que lo había visto alguna vez.
El desayuno iniciaba en la hacienda un poco más tarde de lo normal debido a los acontecimientos ocurridos esa mañana.
-Anthony. – Dijo De la Garza, quien veía cómo aquel joven trataba con ternura y delicadeza a su hija, más sin embargo había sabido ser el primero en montar a Satán. - ¿Dónde aprendiste a montar así? – Preguntó sumamente complacido con el desempeño del rubio. Anthony sonrió halagado por el comentario.
-Desde pequeño aprendí a montar gracias a mi tío. – Dijo Anthony por respuesta, observando mientras hablaba hacia el lugar que ocupaba la rubia y a su futuro suegro. – Y creo que es una habilidad que tengo con los caballos. – Decía orgulloso porque aquel que consideraba ya como suegro hubiese notado aquel detalle, no porque fuera vanidoso o porque esperaba que notaran sus fortalezas o él presumirlas sino porque aquel hombre era una figura de respeto ya para él.
-Pues déjame decirte que lo hiciste muy bien, nadie había podido montar a Satán, ni siquiera yo. – Dijo De la Garza quien era el mejor jinete que había en el rancho. Anthony sonrió ante sus palabras.
-Anthony desde pequeño demostró habilidad para montar a caballo. – Dijo Albert orgulloso de su sobrino. – Incluso de los tres fue el que montaba mejor y con mayor confianza un caballo, nunca quiso utilizar espuelas para dirigir un caballo o siquiera un fuete. – Repetía Albert lo que Anthony le había dicho a Candy.
-Veo que podía adaptarse muy bien a la vida de un hacendado. – Dijo Joaquín, le gustaba aquel muchacho para su hija y no podía estar más de acuerdo con aquella selección que había hecho su esposa y no tenía que ver con que él hubiese conocido a sus padres antes de que él naciera, sino que el joven rubio se iba ganando a pasos agigantados el aprecio de Joaquín.
-Rosemary amaba montar. – Recordó Roxanne a su amiga. Anthony trajo a su mente la imagen de su madre en la pintura que había en la mansión ya que después de que él había nacido la salud de su madre había mermado y solo por las historias que ella le contaba de sus paseos a caballo o de las anécdotas que alguna vez le contó la tía abuela, sabía que su madre amaba montar.
-Era una hermosa amazona. – Dijo Albert recordando los años en los que su hermana cabalgaba libre y veloz por los rincones de Lakewood. – Su cabello se mecía por el aire y parecía una cascada rubia que se ondeaba por el viento. – Anthony veía con melancolía a su tío, quien era la primera vez que se refería a su hermana de esa manera. Roxanne miró a Anthony con ternura, y aquel gesto le recordó a su Candy una vez más, mirándolas a ambas sorprendido. Candy lo miraba de la misma manera que Roxanne.
-Rose, estaría muy orgullosa de su hijo. – Dijo Roxanne a Anthony quien asintió agradecido por aquellas palabras, siendo incapaz de responder por la emoción que habían provocado en él, una vez más escuchaba a una persona referir que su madre era una gran persona.
-Albert. – Dijo Joaquín refiriéndose al mayor, quien de inmediato puso su atención en él. – Me gustaría que me acompañaras un momento al despacho. – Dijo tranquilo. Albert lo observó de la misma forma.
-Sr. De la Garza. – Dijo Anthony con respeto. – Si me permite yo también quisiera estar presente en su plática. – Dijo Anthony seguro que hablarían de su compromiso y quería ser él, el que hablara de su futuro con Candy. De la Garza sonrió imaginándose el motivo que creía Anthony sería aquella plática, sin embargo no se negó a recibirlo y que formara parte de ella. Candy se ruborizó aún más y Roxanne sonrió complacida por ello.
-Por supuesto Anthony. – Dijo Joaquín aceptando que los acompañara. – Por favor. – Dijo indicándoles a ambos el camino hacia su despacho.
-Vamos hija. – Dijo Roxanne llevándose a Candy, quien no podía dejar de sentir que su corazón se saldría de su pecho al latir tan aceleradamente, no podía dejar de mirar a Anthony, sintiendo como si fuera un sueño su presencia en ese lugar. Anthony sintió la verde mirada de su amada y volteó a verla para guiñarle un ojo coqueto, mientras le dedicaba una sonrisa tan maravillosa que dejó a Candy en un estado de sorpresa y timidez, sus mejillas ardían, su pecho seguía latiendo desbocado, incluso más que esa mañana y su respiración la había abandonado por unos segundos, segundos que parecían eternos mientras sus ojos acompañaban a aquel guapo muchacho que avanzaba detrás de su padre y al cual pudo observar detenidamente que ya no era el chiquillo del cual se había enamorado, sino que ahora era todo un joven buen mozo y de figura atlética y fuerte, de pronto tenía un sentimiento extraño en su cuerpo específicamente entre sus piernas las cuales se negaban a responderle a pesar de que su madre la jalaba para ir con ella.
-¿Es guapo no? – Preguntó Roxanne a Candy.
-Es guapísimo. – Respondió Candy sin ser consciente que era su madre quien le hablaba. - ¡Perdón! – Dijo saliendo de aquella especie de embrujo en el que había caído. Roxanne rió por aquella reacción de su hija y Candy se puso aún más roja que cuando miraba a Anthony, si eso fuese posible.
-Vamos, tenemos que hablar también nosotras de mujer a mujer. – Dijo Roxanne tomando suavemente de la mano a Candy, quien no comprendía mucho aquella plática a la que se refería su madre.
-Tomen asiento por favor. – Dijo Joaquín indicándoles a los dos rubios el lugar que tenían frente a él. Tanto Anthony como Albert aceptaron la invitación hecha, mientras veían como Joaquín servía unas pequeñas copas tequileras, haciendo el ademán de invitación a que lo acompañaran, ambos aceptaron a pesar de que creían que era muy temprano y Anthony de que él no era muy afecto a la bebida, sin embargo era amable con aquella invitación que venía del hombre con el que tenía que hablar de su futuro próximo.
-Beban con tranquilidad. – Dijo Joaquín advirtiendo el riesgo de aquella bebida que servía. – El tequila es muy fuerte para quien lo prueba por primera vez. – Dijo aclarando el punto. – Anthony sé que piensas que quiero hablar de tu compromiso con Candy. – Dijo ante la mirada de duda de Anthony, la cual revelaba que estaba intrigado por el real motivo de aquella charla que se daba cuenta era más informal que otra cosa, sin embargo ponía atención al motivo real por el cual quería hablar con Albert y que él se había entrometido.
-Usted dirá Don Joaquín. – Habló Anthony con respeto, acercando a sus labios aquel fuerte líquido que golpeó sus fosas nasales de pronto, dándole un leve trago para probarlo.
-No te preocupes Anthony, cuando tú quieras hablaremos del compromiso de Candy, si así lo quieres. – Dijo a modo de burla ya que era evidente el amor que tenía por su hija. – Pero en este momento hay un motivo por el cual necesito hablar con ustedes. – Tanto Anthony como Albert lo miraban atentos, dejando Anthony de lado la bebida que les había ofrecido. – Hace unos años Roxanne y yo tuvimos una hija. – Dijo a sabiendas que Albert sabía y que Anthony también pero ninguno había visto a otra hija de ellos y eso era lo que los intrigaba sobre todo a Anthony, quien a pesar de estar feliz de que Candy fuese la prometida que él deseaba, tenía duda de cómo había sido eso posible. – Desafortunadamente cuando ella nació a los pocos días de nacida murió. – Dijo sorprendiendo más a Anthony que a Albert. – O eso fue lo que nos dijeron a nosotros. – Dijo De la Garza, cosa que sorprendió a ambos rubios. – Verás Anthony, Roxanne le habló a Albert de esto y que por ese motivo nunca más había vuelto a escribir a Rose, por ello no sabíamos de su muerte, sin embargo ella explicó que habíamos adoptado a una adorable rubia pecosa de ojos verdes. – Dijo Joaquín de nuevo, sonriendo al describir a su hija.
-Ahí fue cuando quise conocer a la señorita Dulce de la Garza. – Dijo Albert a Anthony.
-¿Fue cuando sospechaste que era Candy? – Preguntó Anthony. Albert asintió a ello.
-Sin embargo no quería, ni quería ilusionarme por eso mi insistencia de traerte a como diera lugar. – Decía Albert, explicando el motivo por el cual había insistido tanto en llevarlo con él.
-Yo al igual que ustedes he notado el parecido que Candy tiene con Roxanne. – Dijo observando a los rubios quienes asentían a Joaquín y este se daba la vuelta para ir al escritorio que estaba en su despacho, abriendo un cajón que tenía llave. Tomó una fotografía de ese lugar y la llevó a ambos Ardlay quienes lo miraban confundidos. La sorpresa que se llevaron fue de inmediata, en aquella fotografía estaba una hermosa joven de ojos claros, cabellos rubios ondulados y unas pecas incluso más marcadas que las de Candy.
-¿Candy? – Preguntó Anthony confundido, sin embargo sabía que aquella joven no podía ser su pecosa, ya que la fotografía era muy antigua, un formato que ya no se utilizaban en la época.
-Ella es Alexandrina, - Dijo Joaquín. – La abuela de Roxanne. – Respondió ante la duda de los dos rubios caballeros que no podían dejar de admirar la fotografía.
-Pero se parece mucho a Candy. – Dijo de nuevo Anthony. Joaquín asintió con una sonrisa.
-Roxanne ha pensado lo mismo más de una vez, sin embargo no se atreve a decírmelo de frente, pero lo veo en sus reacciones. – Dijo Joaquín recordando las expresiones de su esposa las veces que veía a Candy. – Por eso al ver a Candy se enamoró de inmediato de ella y conforme fue creciendo aquel parecido se iba acentuando en ella más y más, solo que nadie de la familia de Roxanne tiene los ojos verdes. – Dijo tranquilamente haciendo una pausa.
-Pero usted sí. – Dijo Anthony que fue lo primero que notó cuando lo vio por primera vez.
-Pero yo sí… - Dijo De la Garza. – La mayoría de mi familia somos morenos de ojos verdes, un gen característico de los De la Garza. – Albert se frotaba el mentón, recordando lo que sabía de Candy al haber anulado la adopción de los Leagan y haberla hecho para él.
-Candy creció en un orfanato cerca del lago Michigan. – Dijo Albert externando sus pensamientos. – Tengo entendido que llegó el mismo día que una bebé que adoptaron la familia Britter años después. – Albert ya sabía de aquella adopción y Anthony confirmaba la veracidad de las palabras de Candy.
-¿Pero cómo cree que pudo pasar esto? – Preguntó Anthony quien estaba intrigado por aquella historia.
-Cuando Camille nació. – Dijo dando el nombre real de su hija. – Tuve que ausentarme por un tiempo del rancho, así que yo no estuve presente ese día, estaba en la Capital, duré varias semanas allá y me llegó un telegrama anunciándome que Camille había muerto de una extraña fiebre. – Decía evidenciando lo mucho que le dolía recordar aquello. Anthony sintió empatía por su dolor, más al pensar que aquella bebé podría ser realmente Candy. – Cuando llegué Roxanne estaba destrozada, parecía muerta en vida y no reaccionaba, pero yo no podía dejarla así, duró años ausente, triste, hasta que poco a poco fue saliendo adelante… Cuando Candy nació… - Dijo confundiendo el nombre de su hija con el de Candy. - …Camille… - Dijo corrigiendo su error. – Advirtió el médico que Roxanne no podía tener más hijos, en ese momento no me importó, lo que importaba es que ella estuviera bien, yo por el dolor no quise averiguar mucho sobre la muerte de nuestra hija, nuestro dolor era intenso, Roxanne se encerró y yo me dediqué a trabajar más duro sin imaginarme que con ello lograría incrementar lo que mi padre me había dejado. – Decía suspirando. – Pero cuando Candy llegó todo fue diferente, la alegría volvió e incluso nuestro matrimonio se fortaleció aún más, conforme pasaban los meses y los años su rostro me era cada vez más familiar, algo me dijo que debía investigar sobre la muerte de mi hija, Candy era tan parecida incluso a mí que no podía negarlo, y menos cuando mi corazón se estremecía cuando veía en ella el rostro de Roxanne. – Albert y Anthony lo veían y escuchaban sin interrumpir su relato. – Así que llamé a Rocío quien fue la señora que la había acompañado cuando yo no estaba. Ella también había perdido a una hija aquella época, recuerdo que me dijo lo sucedido aquellos años como si hubiera sido ayer y la historia que me contó después no coincidía con la primera, era inconsistente. – Decía muy pensativo.
-¿Inconsistente? ¿De qué manera? – Preguntaba Anthony quien estaba bastante atrapado con la historia, incluso más que Albert.
-Rocío dijo que ella había sepultado a Camille. – Dijo Joaquín. – Y cuando le pregunté de nuevo, dijo que el Sr. Leagan se la había hecho cargo de ello. – Dijo de nuevo Joaquín.
-¿Liam? ¿Qué tiene que ver Liam en esto? – Preguntó Albert confundido.
-Tampoco tenía idea. – Dijo Joaquín. – Sin embargo investigando me dijo que él había ayudado a Rocío porque nadie estaba en el rancho aquella noche, ni Felipe, ni yo, y que había venido a ayudar, pero Roxanne nunca lo vio o lo había mencionado, ella decía que Rocío se había llevado a Camille y que no pudo verla por última vez, se culpaba porque había quedado muy débil después del parto y no había podido cuidarle como una buena madre. Rocío dijo que lo había hecho porque no quería verla sufrir más. Todo hubiera quedado así de no haber sido por la llegada a nuestras vidas de Candy y por el cambio de historia de los hechos. – Decía Joaquín revelando el motivo de sus dudas, eso y las fotos de la abuela de Roxanne que hacía que todo pareciese más una realidad que una coincidencia, su parecido era innegable y era mucho más evidente ahora que Candy se vestía como toda una señorita de la alta sociedad.
-Creo que concuerdo con usted señor Joaquín. – Dijo Anthony, quien también creía que había algo muy raro en todo aquello.
-Me gustaría ir a ese lugar donde criaron a Candy, para intentar averiguar quién la dejó, que fecha. – Decía Joaquín a Albert.
-Por supuesto, puedo incluso llevarlo yo mismo, sin embargo creo que no podrán ayudarle con toda la información. – Joaquín miró a Albert inquieto.
-¿A qué se refiere? – Preguntó intrigado.
-A que Candy llegó como le digo junto a otra niña, pero ninguna de las señoras que las cuidaron en ese lugar vieron o escucharon algo en el momento que las dejaron. – Dijo Albert desalentando a Joaquín en su intento por averiguar más.
-De todas formas podemos intentarlo. – Dijo Anthony animando de nuevo a De la Garza, si había una posibilidad de que Candy encontrara a su verdadera familia, él quería ayudar, por verla completamente feliz él era capaz de hacer hasta lo imposible por lograrlo. Joaquín sonrió ante el ánimo de Anthony.
-Veo que la quieres mucho, muchacho. – Dijo orgulloso de ello.
-Con el respeto que se merece señor, puedo decirle que Candy es una chica de la cual me he enamorado perdidamente y ese sentimiento se ha mantenido dentro de mí por años. – Joaquín sonrió a pesar de los celos como cualquier padre sentía por la posibilidad de perder a su única hija, porque resultara o no verdad que Candy fuese su hija biológica para él ya lo era.
-Me alegra saber eso Anthony. – Dijo Joaquín sincero. – Y espero que los sentimientos de Candy por ti sigan igual de intensos que los tuyos. – Aquellas palabras causaron la duda en Anthony, ya que no había pensado en esa posibilidad y ello le daba miedo, a pesar de haber visto en Candy aquella mirada que le dedicaba cuando vivían en Lakewood.
-Gracias por la confianza que nos muestra. – Dijo Albert agradeciendo aquellas palabras que había expresado en confianza.
-Sí me atreví a hacerlo fue porque pude darme cuenta que ambos notaron el parecido que les mencioné.- Dijo Joaquín observando a ambos caballeros.
-Es verdad Sr. De la Garza además podemos ayudarlo en lo relacionado al hogar de Ponny. – Dijo de nuevo Anthony, decidido a ayudar a la pecosa así ella no lo amara, aquella duda había sido sembrada en él. Joaquín sonrió agradecido.
Cuando salieron del despacho Anthony caminaba muy serio hacia su cuarto, mientras Albert lo observaba detenidamente.
-¿Sucede algo? – Preguntó perspicaz, sabía bien que las palabras de Don Joaquín habían hecho eco en su mente.
-Tío… - Dijo pensando un poco. Albert esperaba que hablara. - ¿Alguna vez llegó carta de Candy a la mansión de las rosas? – Preguntó sorprendiendo a Albert, quien esperaba fuera otra pegunta la que le realizara.
-No, nunca tuve ninguna noticia de ella por ese medio, de lo contrario hace mucho que hubiese mandado por ella. – Dijo Albert seguro que decía la verdad. Anthony se quedó nuevamente en silencio, pensativo. - ¿Por qué? ¿Sucede algo? – Preguntó de nuevo intrigado por aquella pregunta.
-Candy me dijo que me escribió por dos años seguidos a la mansión de las rosas y al no tener respuesta alguna desistió de seguir haciéndolo. – Dijo a su tío para que él supiera o le dijera qué había pasado.
-Yo llegué casi de inmediato a la desaparición de Candy. – Dijo Albert ahora igual de intrigado que Anthony. – Las cartas llegaban a la mansión y me eran entregadas después de que la tía las revisaba. – Decía hilando sus recuerdos. Anthony lo escuchaba atento y sin sorprenderse.
-¿Y cuándo la tía se fue a Inglaterra? - Preguntó pensando que al principio ella se había encargado de quedarse con las cartas o deshacerse de ellas.
-James me daba las cartas cada vez que había entrega. – Decía negando que él fuese capaz de ocultarle las cartas que llegaban a la mansión. – Pero él es incapaz de ocultarme algo. – Dijo confiando en él completamente.
-¿Estás seguro? – Preguntó Anthony no tanto porque dudaba de James, sino porque no tenía sentido que él se quedara con las cartas que ahora sabía eran dirigidas a él.
-A menos que… - Dijo Albert recordando algo.
-¿Qué? – Preguntó Anthony inquieto, ansioso de saber quién o quienes además de la tía abuela habían evitado que encontraran a Candy antes.
-James recibía las cartas del jardinero. – Dijo frotándose el mentón.
-¿El Sr. Whitman? – Preguntó Anthony intrigado.
-No. – Respondió Albert. – El Sr. Whitman se encargaba del jardín de rosas, específicamente de la Dulce Candy, pero Jonathan iba a ayudarle algunos días al decir que ya estaba mayor, todo por órdenes de la tía abuela. – Dijo Albert recordando que aquel hombre iba precisamente los días que llegaba el correo a la mansión de las rosas.
-Sí, sé a quién te refieres. – Dijo Anthony quien de momento no le había parecido sospechoso, pero ahora que lo mencionaba Albert parecía más sospechoso que nunca y más porque era el jardinero que servía en la mansión de los Leagan. Ambos tenían razón de desconfiar de él ya que la tía abuela le había pagado para que se hiciera cargo de todas las cartas que llegaban a nombre de Anthony en su ausencia, sobre todo aquellas que no tenían remitente, ya que se había dado cuenta que Candy no había revelado dónde estaba, ya que no era necesario el lugar de procedencia, sino el lugar de destino.
-¿Crees que la tía abuela haya sido capaz…? – Preguntó Albert.
-Estoy seguro… - Dijo Anthony molesto por aquel descubrimiento. – Por ello el apuro de que me fuera a Inglaterra junto a los muchachos. – Dijo recordando la fuerza y la insistencia con la que había insistido para lograr su cometido.
Albert quedó muy pensativo en su habitación y Anthony también entró para darse un baño nuevamente ya que el calor del ambiente lo estaba matando.
Por su parte Candy estaba en su habitación específicamente en su balcón hablando como de costumbre con las Dulce Candy que había ahí, las cuales habían florecido favorablemente todos esos años y habían formado un jardín personal para la rubia el cual solo podía apreciarse desde dentro ya que el balcón daba a la parte trasera de la hacienda, un lugar que daba al jardín trasero y que Anthony aún no veía.
-Creo que tengo que mostrarlas a mi príncipe. – Decía Candy mientras regaba y acariciaba los pétalos nacarados de la hermosa flor, sumida en sus pensamientos sobre todo en la reciente plática que había sostenido con su madre.
Continuará…
Hola hermosas, bienvenidas de nueva cuenta a otro capítulo más, espero haya sido de su agrado o para su entretenimiento. Les agradezco su lectura y espero sus comentarios!
Julie-Andley-00. Hola hermosa, muchas gracias por tu comentario, así es acertaste en el prometido de Candy y en éste capítulo creo yo que habrás acertado a otra de tus teorías, vamos a ver si aciertas a todas. Me da mucho gusto que te gusten mis historias, de hecho acabo de recibir un comentario de una Albertfan que me dejó muy feliz, muchas gracias por leer hermosa y sobre todo por dejarme saber tu opinión al respecto. Te mando un fuerte abrazo amiga, saludos y bendiciones.
TeamColombia. Hola hermosas! muchas gracias por todos sus comentarios y sobre todo por estar siempre alertas en la actualización. La verdad no entiendo como le hacen para darse cuenta en cuanto publico si no les llegan las notificaciones ya que es una ventaja de cuando están inscritas así que tienen más mérito de esa forma. Gracias por sus buenos deseos y sus lindos comentarios, les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes hermosas.
Mayely León, Hola hermosa, no pude evitar leer con doble sentido tu comentario ya que como toda buena mexicana "cogiendo" aquí hace referencia a tener relaciones sexuales, así que pensé que todavía no llegan a ese nivel de confianza todavía jajajaja. Aquí decimos igual "Con dinero baila el perro" cuando nos referimos a alguien que es interesado y se vende por dinero, pero todavía tenemos que ver cómo reacciona la vieja Elroy. Muchas gracias por tu comentario hermosa te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Leidy. Hola hermosa, gracias nuevamente por comentar, ¿De dónde eres? si puedes decirme porque creo que eres del TeamColombia ¿Me equivoco? Muchas gracias por dejarme tu comentario, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Carolina Benitez, Hola hermosa, no te preocupes todo cae por su propio peso y más adelante se darán cuenta de el maravilloso prometido que tiene Candy y vamos a ver cómo sigue comportándose este José ya que a veces es un "tarugro" como dijo su hermano José. Muchas gracias por leer hermosa y sobre todo por dejarme tu comentario. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones amiga.
Lemh2001. Hola hermosa! Si mi rubio es maravilloso montando a caballo y supo dominar bien a Satán creo que ya tenía experiencia con caballos broncos y pues Candy siempre correrá a él cuando lo necesite y viceversa. Con mucho gusto te enviaré por PM las historias que a mi punto de vista son las mejores, también te diré cuales son las que están incompletas para que así decidas si quieres leerlas o no. Muchas gracias por tu comentario, aprecio mucho que leas mi historia y sobre todo que te tomes el tiempo de comentar. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones hermosa!
Guest. Gracias hermosa, que bueno que te guste la historia, te mando un fuerte abrazo.
Clint Andrew. Hola hermosa, tienes razón la amistad entre Anthony y Terry es una de mis favoritas y todavía tiene mucho que dar creo yo. Candy no estudió en Londres así que aún no conoce al mejor amigo de su prometido, vamos a ver que piensa el rebelde cuando la conozca. Muchas gracias por seguir leyendo hermosa, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
María José. Hola hermosa, me alegro que el capítulo anterior también te haya gustado y como siempre te agradezco que llegues a hacer un comentario de cada uno de ellos, sé que tu tiempo no es muy holgado y aún así estás ahí para seguir dando ánimos a mi escritura. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Muchas gracias a las lectoras anónimas que leen esta historia, a todas y a cada una de ustedes gracias por hacer posible cada uno de los capítulos porque aún sin dejar un comentario puedo ver que ha sido bien recibida en varios países, hasta a ese lugar que leen quiero mandarles mis agradecimientos sinceros, reciban mis bendiciones y mis mejores deseos para cada una de ustedes. Estados Unidos, México, Chile, Colombia, El Salvador, Perú, Venezuela, Ecuador, Guatemala, España, Brasil, Italia, Costa Rica, Nicaragua, Francia, Argentina, Hong Kong, Reino Unido, Federación Rusa y Panamá. Todos y cada uno de los países que mencioné están en orden por el número de lectores que entran diario. Saludos hermosas Dios las bendiga.
GeoMtzR.
