Hola hermosas, espero que estén muy bien y sobre todo deseo que este capítulo les traiga buenos pensamientos, buenas vibras y empatía por todo el mundo, gracias de antemano por tomarte tu tiempo de leer.

Los personajes de Candy Candy no me pertenecen solo los utilizo para activar mi imaginación e idealizar una historia propia, los demás personajes son de mi propiedad y los nombres son completamente ficticios. Queda prohibido publicar la historia en otras plataformas, además de que no es para personas menores de edad dicho esto a leer!

LEJOS DE TI

CAPÍTULO 8

CANDY Y ANTHONY SE DECLARAN SU AMOR

En Inglaterra, después de la indignación que habían tenido los Cornwell por el abandono de Anthony al Colegio sin ser avisados, comenzaban su vida normal sin él, acostumbrándose a duras penas a su ausencia ya que para ellos el tenerlo ahí los hacía sentir seguros y más cuando era el único que podía enfrentarse a la ira de la tía abuela y en aquella ocasión habían tenido que soportar la furia que había invadido a la matriarca por el atrevimiento de Anthony.

-¿Crees que estará bien? – Preguntaba Stear a Archie, refiriéndose a su primo a quien extrañaba bastante.

-¡Por supuesto que sí! – Decía animado Archie, para así contagiar a su hermano con su optimismo.

-Por lo menos él no tiene que enterarse de lo feo que está todo eso de la guerra. – Decía desanimado y a la vez aliviado por él. - ¿Será conveniente avisarle? – Preguntó dudando si hablar de aquel movimiento o no.

-¡Por supuesto que no! – Dijo Archie rápidamente. - ¿Te imaginas cómo se ha de haber puesto al enterarse que de nuevo está comprometido? – Dijo Archie sintiendo pena por su primo. - Creo que Anthony ya tiene suficientes problemas como para preocuparlo más por nosotros. - Decía sincero.

-Tienes razón hermano. – Dijo Stear suspirando. – Debió haberse sentido muy frustrado y molesto al liberarse del compromiso con Elisa y caer en otro que también es en contra de su voluntad. – Decía Stear reflexionando aquello.

-¿Quién será la chica afortunada? – Preguntaba Archie curioso.

-No lo sé Archie, lo único que supe fue que es una chica con bastante dinero. – Decía Stear al recordar que se había enterado por casualidad cuando la señora Leagan le decía a Elisa de los cambios, lo que no entendían ninguno de los dos era quien era aquel que le convenía más a Elisa, incluso más que el propio Anthony.

-¿Quién será ese partido que es mucho mejor para Elisa que Anthony? – Preguntaba igual de intrigado Archie.

-Mientras no sea yo… - Dijo Stear bromeando y a la vez en serio ya que aquel elegido para Elisa era mayor que Anthony, y él era el mayor de los tres.

-No lo creo hermano. – Dijo de nuevo. – Anthony es el heredero directo del tío abuelo, por lo tanto es más importante en rango que nosotros. – Decía pensativo.

-A menos que… - Decía Stear reflexionando asustado. - ¡A menos que la tía abuela pretenda casar a Elisa con el tío Albert! – Dijo sorprendido al pensar de repente en aquella posibilidad.

-¡No lo creo Stear! El tío Albert también es tío de Elisa. – Dijo como si fuera real aquello.

-Tal vez legalmente, pero no de sangre, recuerda que la tía Sara es hija del marido de la tía abuela, pero ella no es su hija, por lo tanto Elisa no es nada de nosotros, solo por obligación. – Decía Stear analizando las cosas.

-¿Crees que la tía abuela sea capaz? – Preguntó Archie sorprendido.

-De la tía abuela espero todo, pero creo más que la señora Leagan sea capaz de haberla convencido, además él sería el único que convendría más a Elisa como prometido, ya que la fortuna del tío es mucho mayor que la de Anthony. – Decía de nuevo Stear intranquilo. Archie lo escuchaba de la misma manera. - De todas maneras habrá que esperar ya que aquí también hay muchos caballeros mucho más poderosos, tal vez conoció a alguien más adecuado para la caprichosa de Elisa y nosotros solo estamos especulando. - Dijo Stear ya más despreocupado.

-¡Archie! - Se escuchó de pronto un grito emocionado que venía acercándose cada vez más rápido. – Archie volteó a verla y sus ojos se iluminaron al ver la delicada figura de la chica que últimamente lo ruborizaba. El hermoso cuerpo de Annie se paraba de pronto frente a él, sus mejillas sonrojadas por la carrera emprendida, sus ojos azules brillantes e ilusionados por volverlo a ver y su respiración que era evidente estaba agitada, mientras el viento mecía sus cabellos, era la imagen más perfecta que había tenido jamás de Annie, por un segundo lo había dejado sin habla y Stear se dio a la tarea de darle un empujón para que reaccionara, levantándose del pasto donde se habían sentado a charlar para saludar a Annie y después para posar sus ojos en Patty que estaba detrás de la pelinegra con las manos entrelazadas frente a ella, tímida por su presencia, sin embargo Stear se acercó a ella para besar como el caballero que era su mano delicadamente.

-¿Qué sucede damita? – Preguntó Archie cuándo por fin pudo articular palabra.

-La madre superiora me dio una carta para ti. – Dijo nerviosa de tenerlo de frente, la hacía sentir debilidad en sus piernas y en su voz.

-¡Es de Anthony! – Dijo emocionado, tan emocionado estaba que proporcionó un beso sobre la mejilla de Annie, un beso que rozó la comisura de sus labios y que provocó que todos los presentes incluso Archie se pusiera de todos colores al comprender lo que había hecho por impulso, su atrevimiento había sido demasiado para tan solo ser amigos. – Lo siento Annie… - Dijo apenado al mismo tiempo que Annie tocaba la zona de aquel dulce impacto. Annie sonrió ilusionada, demostrando que no estaba ofendida por aquel deseo en ella, uno que no conocía que existía y era el de besar los carnosos labios de aquel elegante chico.

-¡Abre la carta Archie! – Dijo Stear rompiendo el momento íntimo e incómodo que se había formado entre ambos haciendo que Archie despertara y dejara de pensar y observar la roja boca de la ojiazul.

-Sí… - Decía Archie nervioso, sin dejar de ver a su damita y de intentar abrir la carta al mismo tiempo, tanto así que Stear se desesperó por su torpeza y arrebató aquella misiva que estaba dirigida a ambos no solo a Archie.

-¡Dame eso! – Dijo Stear impaciente, abriendo la carta algo apresurado pero con el cuidado de no romperla.

-¿Qué dice? – Preguntaba Archie impaciente.

-¡Espera! – Decía Stear leyendo apresurado mientras Archie se colocaba detrás de él para leer por él mismo la carta.

Annie y Patty estaban paradas frente a ellos, observando las caras que hacían pero sin tener una idea de qué era lo que leían.

-¿Malas noticias? – Preguntó Patty intrigada por sus gestos. Annie estaba igual que ella, pero seguía petrificada por lo sucedido.

-No. – Respondió Stear ya más tranquilo. – Anthony llegó con bien a Lakewood y resulta que se encontró con Terry en el barco. – Dijo a Patty, corroborando que se habían escapado el mismo día pero que no había sido su plan hacerlo en un principio.

-¿Entonces si se fueron juntos? – Preguntó Annie, quería saber para decirle a Mack lo que había averiguado del rubio.

-No. – Respondió Archie. – Al parecer ambos se sorprendieron al encontrarse en el barco y emprendieron juntos el viaje una vez de ahí. – dijo no muy convencido de ello, ya que no tenía una buena opinión del inglés.

-Por lo menos no se fue solo. – Dijo Stear tranquilo al saber que no había viajado solo hasta América.

-Mack estaba preocupada por los dos. – Dijo Patty.

-¿Mack? – Preguntó Stear confundido. Patty asintió.

-Mack conoce a Terry desde hace tiempo y pues sabemos el interés que tiene en Anthony. – Dijo tímida. Stear asintió suspirando desilusionado.

-Lo sé. – Dijo Stear desanimado. – Solo que Anthony no puede corresponderle. – Dijo anunciando otra vez que Anthony no estaba interesado en ella.

-¿Por qué? – Preguntó Patty nuevamente, ya que no comprendía el motivo ya que Mack era una chica hermosa, además de noble y agradable, aunque a veces era impulsiva y rebelde.

-Anthony está enamorado perdidamente de Candy. – dijo ante la sorpresa de Annie quien no sabía nada al respecto.

-¿Candy? – Preguntó Annie sorprendida. - ¿Candy White? – Volvió a preguntar para saber si aquella Candy era la misma chiquilla con la que había crecido y que tenía años de no verla.

-¿La conoces? – Preguntó Archie un tanto tímido al recordar a Candy.

-Sí… - Respondió por inercia, pero rápidamente se daba cuenta de su error, porque tenía que explicar de dónde la conocía. – Ella me salvó un día. – Dijo refiriéndose a la vez del caballo con los Leagan.

-Es verdad. – Dijo Stear. – Algo escuchamos de ello. – Dijo de nuevo.

-Lo había olvidado. – Dijo Archie, ya que en aquella época le impresionó más saber del heroísmo de Candy que de la persona en peligro.

-¿Quién es Candy? – Preguntó Patty curiosa.

-Candy es la chica más alegre y maravillosa que hayamos conocido. – Dijo Stear refiriéndose a la rubia. Patty lo escuchaba atenta a lo que decía, sin importar que dijera ella lo observaba y lo escuchaba como si fuese lo más importante del mundo, eso era algo que halagaba al inventor, quien se esforzaba por hablar más para tener esa atención tan satisfactoria que le causaba aquella linda chica. – Es una chica que llegó a vivir con los Leagan hace tiempo y pronto se convirtió en nuestra amiga. – Dijo sin revelar que todos se habían enamorado de ella.

-Candy es una chica audaz, de hermosos ojos verdes, rizos dorados y unas graciosas pecas adornan su rostro. – Dijo ahora Archie quien fue escuchado por Annie, sintiendo una punzada en su enamorado corazón.

-Candy es una chica capaz de sacrificarse incluso si eso la lastima para que los demás sean felices. – Dijo Annie volteándose para evitar el dolor que le habían causado las palabras de Archie y para ocultar el cariño con el que hablaba de la pecosa. – Es capaz de guardar en lo más profundo de su corazón un secreto y mantenerlo ahí para no delatar a quien quiere, es capaz de defenderte de los abusivos y convertirse en tu salvadora si lo necesitas. – Dijo Annie sin voltear a ver a los demás, quienes la escuchaban atentos, sobre todo los Cornwell quienes no comprendían cómo Annie sabía tanto de Candy con tan solo haberla salvado una tarde. – Candy es la chica más noble y genuina que existe, ella es la mejor amiga que puedes encontrar. – Dijo con los ojos arrasados en lágrimas.

-Annie… ¿Estás bien? – Preguntó Archie animándose a tocar su hombro delicadamente, pero Annie no respondió por el contrario salió corriendo del lugar ante la mirada confusa de los demás. - ¡Annie! – Gritó Archie confundido, sin embargo por reacción natural a su preocupación comenzó a seguirla por todos lados mientras las gotas de lluvia comenzaban a caer, alcanzando a ver como se metía entre unas rocas para ocultase de él. – Annie, te he visto entrar damita… ¿Qué sucede? – Preguntó angustiado, mientras Annie veía como él se acercaba a ella sin importar ensuciar su uniforme.

Annie lo vio de frente y comenzó a llorar, no porque se había dado cuenta del amor de él por Candy, sino porque ella se sentía culpable de ocultar conocer a un ser tan maravilloso como ella, decidida comenzó a relatar cómo había conocido a Candy, sin ocultar su origen, siendo Archie el primero además de Candy en enterarse que ella también había sido adoptada.

Patty y Stear por su lado habían salido corriendo para resguardarse bajo los arcos del colegio, el cual por la lluvia permanecía solitario.

-Me gustaría conocer a Candy. – Dijo ilusionada al inventor.

-¿De verdad? – Preguntó Stear entusiasmado. Patty asintió.

-Una persona como ella no es fácil de encontrar, ahora entiendo porque Anthony está tan enamorado de ella. – Decía la castaña comprendiendo que Anthony al ser como era merecía a alguien más como Candy y no como Mack que a pesar de ser su amiga reconocía que era muy impulsiva y a veces muy mandona.

-Me gustaría poder presentártela alguna vez. – Dijo Stear suspirando triste. Patty lo veía sin comprender su expresión. – Pero hace muchos años que por culpa de los hermanitos Leagan Candy fue llevada lejos de Lakewood. – Dijo para que Patty comprendiera su expresión.

-Con razón Anthony y ustedes no soportan a los Leagan. – Dijo como si ella no hubiese visto cómo son realmente.

-Elisa estaba celosa de que Anthony se hubiese enamorado de Candy y Candy de él. – Explicaba Stear. – Pero Candy es una chica excepcional además de hermosa por fuera es hermosa por dentro. – Decía convencido de ello. – Es una chica que enamoró a varios al mismo tiempo. – Patty puso atención a sus palabras y de la misma manera en la que había descubierto a Archie lo observó a él intrigada.

-¿También tú Stear? – Preguntó un tanto tímida y desilusionada por el amor que comenzaba a latir en su corazón, mientras su mirada se posaba en el piso y sus manos se retorcían entre sí por no saber qué hacer con ellas. Stear sonrió tiernamente al ver la tímida imagen de la castaña de anteojos, una chica dulce y tierna que le había llamado la atención y que al tenerla ahí frente a él desilusionada por la posibilidad de que estuviera enamorado de otra chica, provocó en él una ternura que jamás había sentido, incluso por la misma Candy.

-Tal vez hace mucho tiempo yo también tuve ese sentimiento. – Dijo bajándose lentamente hasta la altura de Patty quien seguía incómoda por las palabras de Stear. – Pero conocí a una dulce chica de mirada profunda resguardada en un par de cristales como los míos, que me enseñó que es mucho más maravilloso que un sentimiento como ese sea correspondido. – Dijo tomando las manos de Patty por primera vez. El rostro de la castaña se sorprendió encontrándose de pronto con los hermosos ojos de Stear que la miraba igual de enamorado. – Me gustas Patricia O´Brian. – Dijo Stear antes de acercarse a ella y posar un delicado beso en la mejilla provocando un calor excesivo en el rostro de la chica quien estaba a punto de explotar por la emoción que sentía al escucharlo decir aquella verdad.

-Tú también me gustas Stear. – Dijo con dificultad, con un tono de voz apenas audible, sin embargo Stear escuchó muy bien y lo que aquellas palabras provocaron en su corazón le demostraba a Stear que realmente era mucho mejor amar y ser correspondido, al de solo amar y no ser correspondido.

Pronto comenzó a agravarse más la situación de la Guerra y alcanzó a los Colegios de toda Europa quienes se vieron obligados a cerrar sus puertas y regresar a cada uno de los estudiantes a sus casas, la mayoría fueron enviados a América ya que aún no llegaba hasta ese continente y hasta ese momento era el lugar más seguro para ellos.

Patty y Annie viajaron junto a los Cornwell, lo mismo que Mackenzie y los Leagan, que regresaban a Chicago para establecerse en ese lugar.

Anthony por su lado, había dicho a sus primos en su última carta que viajaría a México para anular su compromiso con la misteriosa prometida "Dulce De la Garza", sonriendo ahora él mismo por aquella carta e imaginándose la cara que pondrían al leer aquella misiva, la cual llegó cuando el Colegio estaba cerrado, y las madres no tenían la manera de entregar el correo así que remitieron la carta de vuelta a la mansión de Chicago.

-¿Quién diría que te encontraría aquí Candy? –Decía con una sonrisa mucho más animada, convencido de que si alguna vez había logrado conquistarla lo haría otra vez, pero esta vez no permitiría que nada truncara sus planes, puesto que ahora sí ya era un hombre y haría hasta lo imposible por casarse con ella.

Se colocó una camisa blanca y un pantalón azul claro, utilizando esos colores para soportar un poco más el calor, arremangando sus mangas porque no traía nada de manga corta. Había decidido invitar a Candy a pasear solo ellos dos con el pretexto de conocer más los alrededores, sobre todo el riachuelo que había visto pasaba por un lado del sendero que llevaba a la hacienda.

Candy por su lado una vez que había terminado de regar sus rosas, tenía la necesidad de volver a ver a Anthony, y como cualquier chica enamorada y que caminaba entre las nubes, volvía a verse en el espejo para ver si estaba presentable, nunca había sido presumida, mucho menos vanidosa pero había aprendido en el Colegio por sus compañeras el arte de la vanidad y el saber que Anthony era el chico con el cual su madre la había comprometido la hacía desear que él la viera más hermosa, sobre todo al saber que había estudiado en Londres y de seguro había conocido a muchas chicas hermosas, eso la desanimaba al pensar que tal vez él ya no la veía de la misma manera que antes.

Anthony solicitó permiso a los padres de Candy para salir a pasear con ella, obteniendo ese permiso con la condición de que fueran acompañados, cosa que no agradó mucho a Anthony ni a Candy quien también deseaba un momento a solas con él, añoraba los días en los que podía pasar con él libremente sin la supervisión de ningún guardaespaldas, pero entendía que el movimiento armado que seguía azotando al país era realmente peligroso a pesar de estar más cerca de la frontera.

Felipe ordenó a sus hijos que acompañaran a la pareja de enamorados, cosa que molestó a Juan quien quería estar con María y encantó a José porque así no los dejaría solos, pero cuando se les pidió que cuidaran a la distancia no le simpatizó mucho al intenso chico.

Anthony extendió las manos para ayudar a Candy a bajar de su yegua. La rubia llevaba unos jeans que le permitían moverse con facilidad, así como una blusa roja que resaltaba la blancura de su piel y hacía brillar más sus ojos verdes, así como una tejana negra que cubría su hermoso rostro del sol, aquellos ojos que él adoraba tanto que lo vieran de esa forma se posaron en él cuando se acercó a ella.

-¿Te ayudo? – Preguntó solo por cortesía, porque ya tenía sus manos alrededor de su cintura. Candy se puso de color de su blusa sin responder, simplemente movió su cabeza afirmativamente para que Anthony la ayudara a descender en un movimiento lento aprovechando aquella cercanía para rozar sus respiraciones por unos segundos, pudiendo ambos avivar el deseo de besar sus labios por primera vez. Candy sonrió tímida y Anthony la observó preciosa, maravillado con lo bella que estaba, no era que antes no lo estuviera porque si lo era, sino que ahora la veía de una forma diferente, su necesidad de estar con ella iba en aumento, pero no terminaba ahí ya que antes se conformaba con una mirada, con un roce de sus manos o lo más atrevido con un abrazo, pero ahora sentía que había algo más allá de todas esas necesidades, lo sentía en su pecho, lo sentía en su cuerpo y en su corazón, era un sentimiento diferente, más necesitado, uno que los libros de educación sexual no explicaban en absoluto pero que realmente existía, era el punto medio entre la poesía y el deseo y que ardía vivamente en su corazón.

Sus manos se entrelazaban para comenzar el camino por entre los árboles, caminando por la huerta de naranjas que poseía De la Garza, su caminar era lento para disfrutar la compañía mientras José los veía fijamente, molesto por aquel paseo que ambos tenían y que al parecer provocaba que se olvidaran del mundo.

-Tranquilo hermano, ya escuchaste a papá. – Dijo Juan a José, recordándole la advertencia que les había dado.

-Lo sé, pero no puedo evitarlo. – Decía molesto sin dejar de ver a la tierna pareja de enamorados.

-Entonces díselo, pero ya deja de ser un amargado y deja de mortificarme. – Le dijo con reproche ansioso por la actitud de su hermano.

-Eso es lo que haré. – Dijo mirando a lo lejos al par de rubios que caminaban de la mano como si no hubiera nadie observándolos.

-¿Siempre te acompañan ellos? – Preguntó Anthony un tanto incómodo por la presencia de los hermanos, no tanto por Juan sino por José ya que no se necesitaba ser un genio o demasiado observador para darse cuenta que estaba enamorado de Candy y eso lo ponía muy celoso, sobre todo al saber que se convirtió en una señorita conviviendo con ese chico y no con él como un día lo había soñado.

-Los movimientos revolucionarios del país han provocado muchos grupos armados por todos lados. – Respondió Candy. – Por eso mi padre siempre envía una escolta para cuidarnos. – dijo Candy en referencia al cuidado que tenía Joaquín con ella.

-Sí, cuando cruzamos la frontera un grupo mucho más grande y armado que el que traíamos nos escoltó hasta la hacienda. – Dijo Anthony recordando el desasosiego que había sentido.

-Mi padre temía que tuvieran algún problema. – Dijo de nuevo la rubia. Anthony la observaba enamorado cómo hablaba de su padre, realmente el parecido entre ellos era impresionante y más cuando recordó aquella fotografía que les había mostrado Joaquín.

-Candy… ¿Has sido feliz aquí? – Preguntó Anthony mientras observaba aquel paisaje tan maravilloso que los rodeaba, teniendo que reconocer la fortuna que había tenido Candy al encontrar a alguien como la familia De la Garza y más si aquella sospecha que había en ellos resultaban ser verdad.

-Cuando sucedió lo del envío a México, creí que no sería feliz aquí. Tenía miedo de venir y no volver a verte. – Dijo tímida. Anthony le sonrió con ternura. – Pero una vez que llegué y que mis padres abrieron sus brazos para recibirme como una verdadera hija, lograron esa felicidad a la cual siempre creí no tenía derecho. – Anthony la escuchaba sintiendo una tristeza profunda al saber que una chica tan angelical como ella tuviera esos pensamientos, que no creía merecer la felicidad a la que él creía todos tenían derecho sobre todo la rubia hermosa que tenía frente a él.

-Tú más que nadie merece ser feliz Candy. – Dijo Anthony sincero en sus palabras. Candy sonrió con ternura, con la misma sonrisa que él le dedicaba quedándose fijos en sus miradas una vez más.

-Aquí encontré verdaderos amigos, unos padres amorosos y he aprendido muchas cosas. – Decía suspirando. – Pero no pude encontrar a nadie que hiciera sentir que mi corazón bailara emocionado con tan solo verlo, no pude encontrar quien me hiciera desear salir corriendo cada mañana sin ningún pretexto para llegar y ver aunque sea de lejos su sonrisa. – Anthony la escuchaba sorprendido por sus palabras. – Tenía tantas cosas que decirte, sentimientos que se quedaron en mi corazón y en el fondo de un tintero esperando que los dijera o por lo menos los plasmara en una hoja de papel en blanco. – Las emociones estaban a flor de piel y su cercanía era cada vez más estrecha.

-¿Cuáles eran tus sentimientos? – Preguntó Anthony una vez más, sin esperar que terminara de decir todo lo feliz que había sido en ese lugar, sus palabras lo habían puesto feliz e ilusionado y quería saber por fin si él era o no el chico afortunado que creyó ser en el pasado.

Candy lo vio a los ojos de una manera tan intensa y tierna que no se necesitaban palabras para describir ese sentimiento que se había quedado arraigado profundamente en su corazón y que con el paso del tiempo había echado raíces tan fuertes y poderosas que nadie había podido desechar.

-Yo… yo… descubrí quien era mi príncipe. – Dijo volteándose con el corazón acelerado, la mirada que tenía Anthony de pronto se opacó al creer que había reconocido a su tío en aquel que él había descubierto era el joven que ella vio siendo muy pequeña.

-Yo también descubrí quien es tú príncipe... – Dijo también dando la espalda a Candy, sin embargo su voz había cambiado, ya no era la voz tierna y sensual que le salía al hablar con ella, sino era la voz de aquel chico celoso que afloraba naturalmente en él cuando escuchaba a Candy hablar tan ilusionada de su príncipe de la colina. Candy se sorprendió por aquel cambio tan repentino en su timbre de voz y regresó sus pasos hacia donde estaba para darse cuenta que aquel que ella había renombrado como su príncipe de las rosas estaba espaldas a ella.

-Anthony… - Dijo nerviosa, con temor de haberlo lastimado. Anthony comenzó a caminar hacia el riachuelo que estaba frente a él y Candy comenzó a sentir que sus piernas le fallaban y le impedían seguirlo.

-Candy… yo lo único que quiero es que seas feliz... – Decía el rubio apenas alcanzando a ser escuchado por Candy, quien seguía inmóvil en su lugar. - Todo este tiempo sufría al pensar que pudieras estar sufriendo y me alegra mucho saber que eres feliz y que por fin hayas encontrado a aquel que ha sido tu príncipe y que sé que morías por encontrar. – Hasta ese momento Candy comprendió que estaba celoso por lo que había dicho.

-Anthony... – Volvió a decir una vez que había hecho que sus piernas se movieran y se desplazaran hasta él sin sentirla. Tocó su hombro con ternura y Anthony brincó sorprendido volteando de pronto para encontrarse muy de cerca con aquellos ojos tan hermosos que tanto había añorado. No pudo ni siquiera hablar al tenerla tan cerca, se había quedado sin argumento. – Mi príncipe… mi príncipe eres tú… Anthony… - Dijo Candy segura de sus palabras sintiendo en ese momento que su corazón estallaría por tanta emoción que sentía mientras que un millón de mariposas volaban no solo por su vientre sino por todo su cuerpo, provocando la necesidad de sellar aquella confesión con un beso, un beso que ella no se atrevería a dar porque no era bien visto, más sin embargo sus labios temblaban por realizar ese movimiento, uno que la sorprendía porque cada vez iba en aumento. – Tú eres aquel que me salvó en su caballo blanco, aquel que me obsequió el regalo más maravilloso y eterno que alguien pudiera darme, aquel que me hizo soñar y me obsequió mi primer baile, el primero que creyó en mi cuando fui acusada de ladrona y el primero que hizo que mi corazón se acelerara con solo verlo. Anthony, tú eres mi príncipe, el chico de mis sueños que llegaba siempre dispuesto a salvarme, aquel que me hizo la promesa que vendría por mí y que aquí está frente a mí mirándome con ternura con ese par de ojos tan bellos que me enamoran con tan solo verlos. – Las lágrimas de Candy comenzaban a salir de sus ojos mientras Anthony continuaba escuchándola atento a cada una de las palabras que abandonaban sus labios, palabras que lo llenaban de completa felicidad y la tristeza y desilusión que había sentido momentos antes habían sido sustituidas por alegría e ilusión.

-Candy… - Dijo acercándose más a ella para posar ambos manos sobre sus mejillas, limpiando con sus pulgares dulcemente las lágrimas que ella dejaba caer de sus esmeraldas, conmovida y nerviosa por la declaración que acababa de hacerle. – Pecosa… - Decía con sus labios rozando su rostro. – No llores… por favor no llores pecosa… - Dijo provocando una tímida sonrisa en Candy quien recordaba perfectamente aquellas palabras que él mismo le había dicho la mañana en la que lo había conocido. – Eres mucho más hermosa cuando ríes… que cuando lloras. – Cambió un poco la frase porque ahora se la decía a una hermosa joven que tenía frente a él, no a la dulce chiquilla de coletas que era antes, no había cambiado mucho más sin embargo los sentimientos que tenía ahora por ella eran mucho más intensos, incluso más intensos que los que había creído sentir en el Colegio. Se atrevió a besar la punta de su nariz, mientras Candy abría los ojos maravillada por aquella ternura que tanto había añorado en él, solo en él. El brillo de sus ojos atrapó de nuevo la mirada de Anthony, quien la miraba como si estuviera perdido y en ese momento hubiese sido rescatado por ella.

-Anthony… yo… - Dijo Candy nerviosa, comenzando a temblar con mayor razón cuando comenzó a sentir que los labios de Anthony besaban sus párpados, la punta de su nariz y sus mejillas, mientras limpiaba con dulces besos sus lágrimas saladas.

-Tú que… Candy… - Decía sin dejar de besar su rostro, evitando sus labios, no porque no lo deseara, sino porque temía ofenderla.

-Yo…. – Decía descontrolada por aquellos besos que la estaban haciendo perder lo que quería decir al concentrase en la calidez de sus labios y de su aliento que sentía ardía en su blanca piel, sonrojándose de una manera intensa mientras sentía que aquella boca le robaba poco a poco el aliento al sentirse incapaz de respirar. - … te amo… Anthony… - Dijo de pronto y Anthony suspendió su sesión de besos para verla a los ojos con una sonrisa tan radiante como el mismo sol, aquella confesión que tanto había esperado por fin salía a la luz y llegaba hasta el rincón más profundo de su corazón.

- Y yo te amo a ti pecosa... – Le dijo de nuevo con su sexy y sensual voz haciendo que Candy abriera los ojos igualmente sorprendida como él lo estuvo, no tanto porque no lo supiera, porque en su joven corazón intuía desde siempre que aquellas emociones que se habían desplegado dentro de su ser eran amor, un amor tan puro y tierno que nacía en su tierno corazón infantil y que hasta ese momento tomaba forma y se situaba de una manera imponente en sus corazones. – Siempre te amé, no hubo momento que no te pensara, o momento en el cual no te añorara… te amo pecosa… te amo mi Dulce Candy. – Dijo cerrando sus ojos para poder beber por fin de sus labios que habían estados secos todo ese tiempo por la falta de sus besos, besos que pedían sus labios a gritos y que ambos demandaban del otro, sin embargo cuando sus labios estaban a punto de tocar el cielo, fueron interrumpidos por un celoso José que se había aguantado todo ese tiempo ya que su hermano le había impedido hacerlo, sin embargo encontró el pretexto perfecto para hacerlo ya que la tarde estaba cayendo y el sol se comenzaba a ocultar.

-Dulcecito. – Le llamó a Candy muy tierno a pesar de que estaba celoso. Anthony lo observó molesto, sin embargo no dijo nada al ver que Candy se ponía de todos los colores al verlo ahí, recordando de pronto que no estaban solos y que lo más seguro era que habían estado observándolos.

-¿Qué sucede José? – Preguntó Candy en su idioma, sin embargo José le contestaba en español porque sabía bien que Anthony no lo entendía.

-Disculpa que te moleste, pero tenemos que irnos. – Dijo a su patrona, eso era pero él la veía como a una amiga y como la joven que amaba. Candy lo observó confundida. – Ya es tarde y al Sr. de la Garza no le gusta que andemos tarde por los alrededores. – Dijo de nuevo en español viendo a Anthony de reojo.

-Tienes razón. – Dijo Candy sin separarse de Anthony, quien la tenía de la mano mirando a aquel que los había interrumpido con una mirada fría, siendo respondida con un reto por aquel gemelo que lo veía seguro que Candy no sería para él.

-Es hora de irnos "güerito". – Le dijo a Anthony en un tono que de nuevo no le gustó al rubio.

José se adelantó sonriendo con malicia mientras su hermano negaba con la cabeza por su atrevimiento, si bien era tarde podía haberse esperado un poco más para que la pareja de enamorados terminara su charla y completara aquel beso que él mismo había visto ambos deseaban.

-¡Eres un tonto José! – Le dijo Juan molesto. – Ellos se quieren y tú no puedes evitarlo. – Decía Juan más sabio que José.

-¡Ella no lo quiere! ¡No lo conoce! Esta deslumbrada por su linda cara nada más. – Decía necio en su parecer.

Candy y Anthony caminaban detrás. Anthony no muy convencido de ello, sin embargo entendió que tal vez habría algún problema con el Sr. De la Garza y él no quería provocarle alguno a la rubia.

-Lo siento. – Dijo Candy apenada por la interrupción de aquel beso que ambos ansiaban. Anthony le sonrió con ternura.

-No te preocupes, debemos volver. – Dijo comprensivo.

-Juan y José son muy protectores, y más cuando hay grupos de rebeldes que aparecen de pronto al atardecer. – Decía disculpando al par de gemelos.

-Es bueno que te cuiden princesa. – Dijo sonriente, por ese lado no tenía inconveniente, lo que le molestaba era la manera en la que José se sentía con algún derecho sobre Candy. – Hermosa. – Le dijo naturalmente y Candy se volvía a sonrojar por aquella manera tan tierna de llamarla. - ¿Qué significa "güerito"? – Peguntó demostrando que más que no gustarle esa palabra lo que no le gustaba era la manera en como la mencionaba el moreno.

-Significa rubio. – Dio Candy en respuesta a su pregunta. – Es la manera en la que la gente morena se dirige a las personas rubias y José tiene esa pesada costumbre, así me decía a mí al principio. – Dijo recordando las veces que se sintió ofendida por su manera de decirlo, como si fuera tonta o algo peor y de esa manera se sentía Anthony cuando le decía así.

-¿Y Dulcecito? – Preguntó también porque no le gusto aquella forma tan cariñosa de llamarle.

-"Dulcecito" es la manera diminutiva de decir Dulce, o sea Candy. – Explicó la rubia. – Mi nombre en español significa Dulce Blanca. – Dijo de nuevo. - Y aquí en México estoy registrada como Candice White De la Garza Williams. – Dijo sonriendo por tan largo nombre.

-Es un nombre muy largo. – Dijo sonriendo también Anthony. - ¿Sabías que mi tío te adoptó a petición nuestra? – Candy se sorprendió con aquel comentario formulado a manera de pregunta. – Stear, Archie y yo habíamos solicitado tu adopción para que pertenecieras a la familia Ardlay. – Dijo recordando que su tío les había dicho que ya estaba todo listo.

-¿Y qué pasará con esa adopción? – preguntó Candy.

-No lo sé, no creo que haya problema con anularla. – Dijo Anthony mientras la ayudaba a subir a la yegua. Anthony le sonreía y acariciaba su mano para besarla antes de subirse a Satán.

-No puedo imaginarme la cara de susto que habrá puesto la tía abuela cuando se enteró de ello. – Dijo Candy alegre ese comentario, sin embargo Anthony no estaba muy feliz todavía con la tía abuela. - ¿Cómo están todos Anthony? – Preguntó sin importar que José y Juan fueran escuchando provocando dudas en de cómo conocía Candy a los familiares de aquel "gringuito".

-Stear y Archie siguen en Londres. – Dijo Anthony recordando a sus primos, sintiéndose culpable por haberlos abandonado.

-¿Y tú porque volviste Anthony? ¿Por tu misterioso compromiso? – Preguntó con un poco de burla y Anthony la veía de la misma forma, pero negando con su cabeza divertido.

-Si hubiese sabido que eras tú la misteriosa "Dulce De la Garza" no hubiera perdido más tiempo intentando localizarte. – Dijo ante la sorpresa de Candy. – Yo regresé a Lakewood con la intención de buscarte Candy… por eso me escapé del Colegio. – dijo confesando su travesura, aquella con la que había desafiado una vez más a la tía abuela, quien esperaba que al comprometerlo con la hija de Roxanne Williams no le quedaría de otra más que acatar sus órdenes ya que era un deseo que había tenido su difunta madre.

Continuará…

Hola hermosas, ¿Cómo están? Espero que muy bien, aquí les dejo otro capítulo más que he escrito con mucho cariño para todas ustedes, espero lo disfruten mucho.

TeamColombia. Hermosas espero que después del mal entendido y el mal sabor de boca ya estén más tranquilas. Quiero agradecerles por sus comentarios que como siempre les digo me animan a seguir escribiendo, espero que no haya sido en serio lo de dejar de comentar porque siempre son las primeras en hacerlo. Yuliana no sabía que tenías un problema en tus manos razón de más para apreciar lo que escribes. Muchas gracias por comentar en cada uno de mis capítulos la verdad que lo aprecio mucho, Les mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones para cada una de ustedes.

Julie-Andley-00. Hola hermosa como siempre los Leagan haciendo la vida imposible a las demás, envidiosos de lo que otros tienen creyéndose merecedores de todo. Muchas gracias por leer y comentar siempre linda, te mando un fuerte abrazo amiga, saludos y bendiciones.

Mayely León. Hola hermosa, tienes razón Anthony ya comienza a buscar a Candy en el plan romántico, sabemos que no puede dejar pasar mucho tiempo en intentar hacer un movimiento para conquistarla, lo malo que aquí fue interrumpido, ojalá que pronto pueda labrar su oportunidad para que comience el romance. Te mando un fuerte abrazo amiga, saludos y bendiciones.

Leidy. Hola hermosa, tienes razón mis otras historias son un poco más intensas, sobre todo LA MATRIARCA DEL LOS ANDLEY, pero como cada una de mis historias manejan una trama diferente en el acercamiento de los rubios, esta se desarrolla más lentamente, recuerda que dejaron de verse cuatro años atrás y esa edad es crucial para la confianza, apenas están empezando a convivir, eso aunado a que Anthony tiene que respetar la confianza que le han dado los padres de la rubia, no es como que va a llegar y la a hacer chamacos para vender jajaja. Muchas gracias por tu ansiedad hermosa, te mando un fuerte abrazo.

arleniferreyrapacaya. Hola hermosa, me alegra que te quedes con ganas de más, eso me hace creer que te está gustando la historia y eso me encanta. Muchas gracias por leer y sobre todo por dejarme tu comentario, te mando un fuerte abrazo amiga, saludos y bendiciones.

Carolina Benitez. Hola hermosa, yo también pienso que Albert podría ser Anthony, de hecho cuando está viviendo con ella en el departamento hay varias escenas donde parece que es Anthony el que la mira, pero luego vuelvo a la realidad y sé que desgraciadamente no es así. Candy por fin tiene la familia que tanto deseo en el fondo de su corazón y poco a poco vamos viendo cómo se desarrolló aquel robo y que de nueva cuenta tiene a los Leagan implicados o en este caso los Briand. Muchas gracias por escribir un comentario hermosa y sobre todo por tomarte el tiempo de leer mi historia. Te mando un fuerte abrazo amiga, saludos y bendiciones.

María José M. Hola hermosa, me da mucho gusto que te haya gustado el capítulo, pero como dijo Derbez no seas "Golosa", tal vez sería mas conveniente para ustedes como lectoras que publique un capítulo de mas de 9000 palabras, pero la verdad para mi tiempo que es limitado se me complica en la revisión y en la personalización de cada uno ya que como sabes me gusta agradecerles a cada una por separado sus comentarios, me alegra que te hayas quedado con ganas de más. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

Clint Andrew. Hola hermosa, tienes razón José será una piedra en el zapato para Anthony y para Candy también, sin embargo confía en que mi rubio hermoso lo podrá sortear muy bien. Muy pronto se van a trasladar a Lakewood para iniciar de nuevo ese escenario en la historia. La familia de Roxanne se fue a vivir a Europa y cuando murió su hija cortó toda relación con ellos y justo como pasó con Rosemary apenas le van dando ganas de ponerse en contacto con ellos. Muchas gracias linda por comentar la historia, me alegra que te hayas puesto al corriente, espero sigas al pendiente de la historia y dejándome tu comentario. Te mando un fuerte abrazo amiga, saludos y bendiciones.

Guest. Hola hermosa, me dio mucho gusto leer tu comentario, sobre todo el saber que has leído y comentado alguna vez mis historias, agradezco mucho que te tomes la molestia de leer y sobre todo de comentar. Agradezco tus intenciones por defender mis historias de las comparaciones que a veces es indudable que se hagan es algo que si bien no me gusta como a la mayoría de las autoras es algo con lo que puedo lidiar sobre todo un comentario como "No hagas esto sería igual a las demás" porque sé que no es así, he leído casi todos los Anthonyfic que hay y creo yo que cada quien tenemos nuestro estilo, lo que si no me gustó fue que otras personas resultaran ofendidas con esa manera de defender mi trabajo. Muchas gracias por leer y sobre todo espero que sigas dejando tu comentario. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.

Gracias a todas las demás lectoras que están al pendiente de mi historia, les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes, gracias por leer un abrazo virtual a la distancia.