Hola hermosas buenos días, espero que inicien la semana con el pie derecho, muchas gracias por comenzar la lectura del nuevo capítulo. Los personajes de Candy Candy no me pertenecen, simplemente son fuente de inspiración para mi propia historia, la cual no es apta para menores de edad o para personas susceptibles a temas de adultos, así que te pido que si no eres mayor de 21 te abstengas de leer y muchas gracias por tu comprensión. Dicho esto puedes comenzar...

LEJOS DE TI

CAPÍTULO 11

CANDY Y ANTHONY SE SEPARAN

Anthony y Candy caminaban de la mano por el jardín de la hacienda, eran pasadas de las cinco de la tarde, el sol estaba próximo a ocultarse y sus paseos vespertinos estaban a punto de terminar.

-¿Es necesario que se vayan tan pronto? – Preguntó Candy desilusionada porque los días que habían pasado en ese lugar habían pasado verdaderamente rápido.

-Mi tío tiene que regresar a sus negocios. – Respondió Anthony igual de triste que Candy, no quería irse sin ella, pero sabía que no sería correcto aún llevarla a su lado.

-¿Y no puedes quedarte conmigo? – Preguntó un tanto inocente. Anthony sonrió, detuvo sus pasos y con ambas manos sostuvo su rostro dispuesto a besarla. Candy abrió los ojos sorprendida por su acción, pero esperanzada a que llevara a cabo aquel beso que había esperado tantos días para que se repitiera de nuevo.

-Sabes que no sería correcto, Candy. – Dijo en un susurro mezclando su aliento con el de ella, buscando la manera de terminar aquella caricia que anhelaba su boca. – Quisiera llevarte conmigo y anunciar de una vez por todas que serás mi esposa. – Dijo cerrando por fin la distancia para volver a probar aquel pedacito de cielo que representaban sus labios, atrapando el labio inferior con sus labios para comenzar un lento movimiento, un movimiento suave y delicado, lento y tortuoso, cálido, tornándose húmedo poco a poco para ir reafirmando su contacto. Ambos con los ojos cerrados, las respiraciones entrecortadas, mientras que sus corazones buscaban la manera de salir de sus pechos.

Cuando Anthony se separó de su boca Candy dejó escapar un suspiro, suspiro que derritió a Anthony invitándolo a repetir de nuevo aquel dulce beso, repitiendo la misma acción pero con su labio superior, jalando dulcemente su labio mientras le daba un beso, repitiéndolo en varias ocasiones. Candy sonreía por la manera tan dulce que tenía el rubio de besarla.

-Llévame contigo. – Dijo Candy de pronto, sorprendiendo a Anthony con aquella petición que sabía bien sería negada por los padres de ella era una petición que lo tentaba bastante.

-No creo que tus padres lo acepten. – Dijo Anthony resignado.

-Lo sé. – Dijo Candy haciendo una mueca, comprendiendo que aquella petición no era adecuada. - ¿Volverás pronto? – Preguntó ansiosa.

-Volveré pronto mi amor. – Dijo volviendo a besar sus labios, sin soltar su rostro con ambas manos, era la primera vez después de la vez que se habían besado en su habitación que volvían a repetir aquella experiencia y llevaban varios besos en ese lapso de tiempo, cayendo en cuenta que cada vez sus labios reclamaban más y más el contacto de los contrarios, saboreando el dulce sabor que le ofrecía la boca de la rubia y el fresco aroma de la boca del rubio.

La feria de San Juan había iniciado y Joaquín había enviado a Anthony varios Jeans y camisas a cuadros, así como un par de botas vaqueras para que las usara esa noche, sabía bien que la ropa que usaba el rubio no sería apta para montar los caballos que componían el rodeo.

Candy observó cómo Anthony lucía aquellas prendas, quedando sin aliento al verlo caminar hacia ella, aquella camisa azul con pequeñas líneas blancas que formaban pequeños cuadros, los jeans que se amoldaban a su perfecta figura lo hacían lucir mucho más guapo, el mismo brillo que apareció en los ojos de Candy, apareció en los de Anthony al volver a verla vestida como una Adelita, un vestuario coqueto por su blusa tipo campesina, sencilla que la rubia sabía llevar con maestría y orgullo.

-Te ves hermosa. – Dijo Anthony encontrándose rápidamente con la dueña de su corazón. Candy sintió de nuevo que la temperatura de su cuerpo se incrementaba tan solo por tenerlo cerca.

-Tú también estás muy guapo. – Respondió al halago hecho por el rubio de la misma forma, con una sonrisa tímida, pero a la vez sexy en su rostro.

-Anthony, ven tienes que estar listo para el rodeo. – Dijo Joaquín de pronto, llevándose a Anthony con él rumbo hacia donde estaba la arena donde se llevaría a cabo el evento.

-¡Papá! – Dijo Candy preocupada por su novio.

-No te preocupes hija, estará bien. – Le dijo tranquilo. Anthony le guiñó un ojo coqueto para tranquilizarla y Candy a pesar de su rubor seguía sin convencerse.

-Albert, tengo miedo. – Le dijo a su amigo una vez que sintió que estaba junto a ella y del otro lado estaba George, quien se había negado a irse sin los dos herederos principales, además de que la plática con Rocío no había salido como ellos esperaban, ya que aquella mujer se había negado a hablar de lo que sabía al respecto.

-No te preocupes Candy, estará bien. – Dijo Albert intentando creérselo él mismo, sin embargo no estaba muy seguro.

El tiempo de montado en los caballos no pasaba de 20 segundos en ninguno de los jinetes que se habían tomado la molestia de intentarlo, incluso José que era el siguiente al momento que llegaba Anthony había durado tan solo 22 segundos encima del bronco animal. Una sonrisa de triunfo apareció en el moreno al ver que De la Garza llevaba a su yerno consentido, pensando lo fácil que sería para él vencerlo esa ocasión.

-Veamos que tal lo haces… "güerito"- Dijo José irónico, todos los días que llevaba Anthony ahí se había dedicado a tratarlo de manera desafiante y en todas y cada uno de aquellos retos Anthony había salido triunfante a pesar de que la mayoría de ellos habían sido sin que el rubio se diese por enterado.

-Bien. – Dijo Anthony. - ¿Qué tengo que hacer? – Preguntó tranquilamente, en su vida había hecho algo así y pronto tenía a la mayoría de los peones riendo por la pregunta que hacía, sobre todo José quien le había entendido a la perfección junto con los hombres que lo apoyaban.

-Tienes que evitar caer del caballo. El que dure más tiempo encima de él es el que gana. – Dijo Joaquín al rubio.

-Muy bien ¿Algún consejo? – Preguntó decidido a hacerlo.

-¡Papá, por favor! – Decía Candy preocupada.

-Tranquila hija. – Decía Joaquín. Candy lo miraba suplicando que no lo hiciera y Anthony dudó hacerlo para no ver aquella mirada de angustia en su novia. – El que gane bailará con mi hija toda la noche. – Dio Joaquín a modo de broma, sin embargo Anthony lo tomó muy en serio al ver a José cuadrarse ante él como sintiéndose el ganador.

-¡Papá! – Reclamó Candy a su padre. Joaquín sonrió travieso por su ocurrencia, lanzando un beso a su hija que fue recibido con reclamo.

-¿Cuántas oportunidades tengo? – Preguntó Anthony ya decidido, no iba a permitir que alguien más bailara con la rubia, mucho menos aquel moreno que ya lo estaba colmando su paciencia.

-Se supone que es al primer intento. – Dijo Joaquín.

-No importa… - Dijo José parándose frente a Anthony a modo de reto, sabía que era el que le llevaba ventaja a todos. – Puedes hacerlo dos veces si lo necesitas. – Dijo con burla. Anthony asintió acomodándose su texana.

-No te preocupes hermosa. – Dijo besando la frente de Candy para después avanzar rumbo a la trampa. José lo veía desde lejos sonriendo con aire de superioridad, mientras Juan lo veía reprobando su actitud, lo mismo que la rubia quien quería estrangularlo con ambas manos, así como a su padre quien había sido el que inició todo.

Albert, Candy, Joaquín, George, los gemelos, Felipe y los peones escuchaban la señal que daba el juez que los acompañaba para dar el veredicto final.

La trampa se abrió y un furioso caballo salvaje salió de ella siendo montado por un Anthony inexperto en ese arte, su texana salió volando, sin embargo los pocos segundos que llevaba no fueron suficientes para que quedara más tiempo montando al caballo. El cuerpo de Anthony salió expulsado en contra de su voluntad, al mismo tiempo que Candy gritaba y los encargados del caballo salían a detenerlo para que no pisara al rubio.

-¡Anthony! – Gritó Candy angustiada. Albert y George se tensaron en su lugar, lo mismo que Joaquín quien se sintió culpable por lo sucedido.

-¡Prepáralo de nuevo! – Gritó Anthony aprovechándose de la segunda oportunidad que José le había brindado, echando un vistazo al gemelo quien asintió seguro que volvería a pasar lo mismo, ya que él sabía bien que la segunda vez las manos se sentían más cansadas que la primera.

Candy suplicaba con sus manos unidas para que nada malo le pasara al rubio, mientras veía como se paraba de nuevo para intentar lograr dominar a aquel caballo bronco.

-¿Listo? – Preguntó de nuevo Emiliano.

-¡Listo! – Respondió en español Anthony más seguro que la primera vez. Había estudiado los movimientos del caballo y a pesar de haber durado tan solo 15 segundos encima de él, supo darse cuenta que los movimientos que hacía el caballo eran los mismos, como si siguiera un patrón de movimiento, aprendiéndose cada uno de ellos para afianzarse y que no lo tomara de nuevo por sorpresa.

La trampa se abría y Candy se tapaba los ojos al ver que Anthony de nuevo montaba aquella bestia de cuatro patas, los movimientos del equino eran bruscos, rápidos, sin embargo Anthony seguía aferrado con sus manos y piernas al cuerpo del animal. Los segundos avanzaban lentos para el rubio y poco a poco la sonrisa de José se iba disipando al ver el reloj y observar que se acercaba a su tiempo y que aún seguía montado en el animal. Cuando de pronto empezó a escuchar como los demás peones comenzaron a gritar emocionados al pasar al segundo 23 y el rubio seguía haciendo el enorme esfuerzo de mantenerse encima del caballo. Todos se pararon de pronto cuando llegó al segundo 26 y de pronto el esfuerzo que había hecho lo abandonó y nuevamente salió disparado del caballo, sin embargo había aprendido a caer de un caballo a pesar de que la primera vez cayó de sentón esta vez logró meter primero su cuerpo de lado para girarse sobre él y levantarse sin mayor problema.

Candy seguía sin respirar hasta que vio que los demás sujetaban al caballo y que el rubio se levantaba sin problemas entre los gritos de algarabía que le daban para felicitarlo por su triunfo, los sombreros caían de todos lados de la arena, emocionados, la mayoría por las agallas y el gran espectáculo que había dado el rubio.

Anthony miró a Candy con una sonrisa, mientras la rubia salía corriendo sin importar meter sus botas en el fango de la arena, viendo Anthony como las trenzas que llevaba se movían a todos lados al igual que su falda negra y aquel par de atributos tan blancos que eran imposible de ocultar por completo con aquel atuendo, su mirada se centró en ese lugar por un segundo, recibiendo a la rubia en brazos una vez que ella se arrojó a él sin importar la presencia de su padre.

-¿Estás bien? – Preguntó Candy sin querer soltarlo.

-Estoy bien mi vida, no te preocupes. – Le dijo al oído. – No podía permitir que alguien más bailara con mi prometida. – Dijo de nuevo para justificar su arranque de machismo. Candy sonrió tímida y a la vez molesta con su padre por aquella idea que había tenido.

-¡Un momento! – Gritó José. Anthony bajó a Candy para poner atención a lo que diría aquel joven que a leguas se veía inconforme con el resultado, revelando a Anthony que no se quedaría con aquella derrota. – El "güerito" tuvo dos oportunidades. – Dijo ante el asombro de los demás. – Pido la que me hace falta. – Dijo seguro de resistir el mismo tiempo que Anthony, negándose a dejarse ganar por aquel gringo inexperto, motivado también por el premio que obviamente reclamaría.

-Tú fuiste quien le permitió una segunda oportunidad. – Dijo Joaquín intentando negar el permiso.

-No importa. – Dijo Anthony seguro que él ganaría. – Puedes intentarlo de nuevo. – Dijo rogando que no le ganara pero intentando ser justo a pesar de que el principiante era él.

Le prepararon otro caballo a José ya que el que había montado Anthony ya estaba bastante cansado y se preparó la trampa para comenzar la faena.

El tiempo comenzó su cuenta y poco a poco José se aferraba con ahínco al caballo que hacía uno y otro intento por aligerar la carga de su lomo, sin embargo no lograba conseguirlo, así que cuando rebasó el minuto 22 todos comenzaron a aplaudir para animar a José quien no se sentía cansado y seguía bien colocado en el animal, la mirada de Anthony estaba fija en el vaquero, estudiando sus movimientos y la posición que este tenía, dos segundos después de su récord salió expulsado del caballo, cayendo de lado con maestría y tirando de su sombrero con coraje por no haber pasado el récord del rubio el cual era dos segundos más que el de él.

A pesar del berrinche que hacía se acercó a Anthony para estrechar su mano y felicitarlo por haber ganado, los demás empleados festejaban de igual manera al rubio, ofreciendo en su honor una cerveza para festejarlo. Anthony agarró la botella que le ofrecían y por cortesía le dio un trago, mientras hacía un gesto por su amargo sabor, sin terminarla extendió aquella botella a Emiliano quien con una sonrisa divertida la agarraba para dejarla a un lado y cargarlo entre los hombros junto a los demás hombres que iban con él, mientras Joaquín, Candy y Albert iban saliendo de la arena para reunirse con Roxanne quien los esperaba en la explanada del baile donde comenzaba a tocar un grupo de músicos.

Cuando por fin bajaron a Anthony se fue de inmediato al lado de la rubia quien lo abrazó tierna como si quisiera apapacharlo y protegerlo de todo aquel alboroto al cual el rubio no estaba acostumbrado, pero lejos de sentirse abrumado por tanta algarabía, Anthony se sentía feliz por compartir aquella noche al lado de la rubia.

-¿Qué sucede? – Preguntó Roxanne al ver el rostro de Candy, sabía que algo había pasado, después posó sus ojos en su guapo yerno y lo observó todo revolcado.

-Pregúntale a papá. – Dijo Candy notablemente molesta con su padre. Joaquín como un niño pequeño que había hecho una travesura volteó a ver a su esposa, que se cruzaba de brazos y levantaba una ceja esperando una explicación por parte de aquel atractivo hombre de ojos tan verdes y bellos como los de Candy.

-¿Y bien? – Preguntó la rubia con la misma expresión que Candy hacía cuando estaba molesta. Anthony reconoció a su prometida en aquel gesto cuando el día del baile en Lakewood la habían asustado con aquel falso fantasma.

-No pasó nada. – Respondió Joaquín rascando su nuca.

-Obligó a Anthony a montar un caballo bronco, motivando a los demás que el que ganara bailaría conmigo toda la noche. – Dijo Candy delatando a su padre.

-¿¡Qué hiciste qué!? - Preguntó Roxanne sorprendida por la acusación hecha por Candy, quien le sonrió traviesa a su padre, mientras ella continuó caminando abrazada del rubio.

-Pobre de tu papá, no lo hizo con mala intención. – Dijo Anthony sintiendo pena por la mirada que Roxanne le había dedicado.

-No debió exponerte. – Dijo Candy aún nerviosa por ver montando al rubio de aquella manera. – Me dio mucho miedo verte montar así. – Dijo sincera, apartándose cada vez más del barullo de la gente quedando al poco tiempo lejos de las miradas de todos, incluso de Albert y de George, quienes los habían dejado solos para que disfrutaran aquella última noche que estarían juntos, ya que otro día muy temprano saldrían rumbo a Chicago.

-No te preocupes pecosa, no pasó nada. – Dijo acercándose a ella para sentir la cercanía de su cuerpo, su escote estaba a unos cuantos centímetros de su pecho, mientras la respiración de Candy se fue alentando cuando el rostro de su amado se fue acercando al de ella para besar una vez más sus labios, esta vez sus bocas se sellaron de lleno, sintiendo plenamente la calidez que desprendían los labios del contrario, uniéndose con un movimiento lento y más firme, con menos timidez y temor, más seguros de lo que hacían, sin embargo el beso era lento, húmedo, el ruido que sus labios hacían provocaba un sinfín de emociones en sus corazones, mientras sus manos continuaban unidas, entrelazadas entre sí, lo mismo que sus bocas que se buscaban impacientes por volver a sentir su calor, aumentando poco a poco el calor del mismo ambiente.

Ambos se separaron sonrojados, con el pecho agitado y sus emociones a flor de piel, el movimiento de los senos de Candy embrujaron por un segundo a Anthony, quien se quedó perdido por un momento en ellos para levantar rápidamente su mirada y posarla de nuevo en sus ojos y en sus labios, aquellos labios que le era imposible dejar de besar, cada vez se hacía más adicto a ellos y sus besos se hacían cada vez más prolongados.

La música comenzó a sonar y al escuchar que los buscaban decidieron salir de su escondite.

-¡Candy! Tu mamá los está buscando. – Dijo María a Candy, viendo tímida al guapo muchacho que estaba con ella. María comprendió que ambos compartían un momento íntimo entre ellos y sonrió apenada por haber interrumpido.

-Gracias María. – Respondió Candy inocente, ya que ella no sabía que la experiencia de María rebasaba los límites que imponía la sociedad.

-¿Vamos? – Preguntó a Anthony quien asintió enamorado siguiendo a la rubia hasta el lugar en el que estaban sus padres, quienes los esperaban para que abrieran el comienzo del baile de San Juan.

El inicio del baile por tradición lo iniciaban los patrones desde que Candy había llegado, ya que aquel primer año fue el que Roxanne bajó por primera vez para unirse con los empleados en el festejo y a partir de ahí cada año ellos comenzaban el baile que daría inicio este año con los más jóvenes, Candy y Anthony quienes serían los encargados de dar la inauguración a dicha fiesta.

Anthony hizo una reverencia ante su hermosa prometida, quien recordaba una vez más al chico de catorce años convertido ahora en un extremadamente guapo y atractivo joven de 19 años, aún un adolescente, sin embargo para ella ya era un hombre. Extendió su mano para que este la tomara y juntos llegaron al centro de la pista la cual era rodeada por los empleados de la hacienda "Los Obeliscos".

Un nuevo ritmo de música sonaba, un ritmo muy popular entre las guerrillas que comenzaba a inundar los campos mexicanos, era un ritmo bailable conocido como polka, el cual había sido elegido por los empleados del lugar. Candy y Anthony comenzaron siguiendo las notas musicales, Anthony bailaba al ritmo de la música como si tuviera experiencia en aquella canción, motivado por los aplausos de la gente, por la compañía y sus dotes de buen bailarín, minutos después Juan y María se animaron a unirse a ese baile demostrando que los pasos de Anthony no eran del todo desentonados, poco a poco la pista de baile fue llenándose de parejas y alguno que otro niño contagiado por las risas y la felicidad que emitían las personas.

-¿Dónde aprendiste a bailar? – Preguntó Candy sorprendida, ya que ella tardó mucho en seguir los pasos de los gemelos cuando la habían invitado a bailar, pero por una extraña razón a Anthony no le costaba en absoluto seguir sus pasos.

-Cuenta la leyenda que mis padres eran siempre los que abrían la pista de baile. – Mencionó con gracia, entre brinco y paso dado para girar tomando las manos de Candy, mientras recorrían todo alrededor de la pista. – Así que es como una especie de maldición para mí. – Dijo a modo de broma, provocando una risita en Candy que fue seguida por el rubio.

-Entonces viene de familia. – Dio Candy cuando observó que Albert comenzaba a bailar con una de las muchachas que trabajaba en la hacienda, motivado por la algarabía que se presentaba en el ambiente, demostrando que el ser buen bailarín no solo era para Anthony, sino que los años de estudio le habían dejado un buen aprendizaje en el arte del baile, siendo la primera vez que tanto Candy como Anthony veían a Albert bailar.

-Creo que tienes razón princesa. – Dijo Anthony observando a su tío para pronto unirse a los gritos de ánimo que recibía Albert y la chica con la que bailaba, quien a pesar de bailar con el patriarca tenía la cara de un intenso rubor que se le camuflaba por su tez morena.

-Parece que Xóchitl no dormirá esta noche. – Dijo Candy refiriéndose a lo sorprendida que se veía la joven, rato después Albert bailó con Roxanne y con alguna que otra muchacha que le salió a su paso, bailando alegremente con varias de ellas, quienes querían aprovechar la alegría de la fiesta para estar en brazos de tan guapo caballero.

La fiesta terminaba y con ello la última noche que Anthony pasaría en la hacienda "Los Obeliscos" al lado de Candy, con la promesa que el anuncio del compromiso ya firmado y pactado se haría en Lakewood, donde ambos rubios habían accedido que así se hiciera al considerar aquel lugar mágico como un sitio de buena suerte, ya que ahí fue donde se habían conocido por primera vez y donde además pudieron bailar su primer vals.

-Hija, creo que llegó la hora de despedirse. – Dijo Joaquín a su hija, quien sabía bien que al salir tan temprano lo más seguro era que Candy aún no despertara.

-Sí. – Dijo Candy tímida, sintiéndose avergonzada porque tanto Roxanne como Joaquín estaban en el largo pasillo que llevaba a las habitaciones, esperando que ambos novios se dijeran adiós.

-Buenas noches, hermosa. – Dijo Anthony tomando sus manos para besarlas con delicadeza, mientras Candy lo miraba ansiosa por volver a besar sus labios, pero con la vigilancia de sus padres les era imposible hacerlo.

-Buenas noches mí príncipe. – Le dijo en un susurro arrojándose a su cuello para abrazarlo con fuerza. Anthony la recibía tomándola por la espalda con tiento y respeto, abrazándola con ganas para consolar las lágrimas que amenazaban con abandonar sus ojos verdes.

-No llores por favor pecosa. – Le dijo con un nudo en la garganta que comenzaba a formarse en él por la tristeza que sentía no solo por aquella nueva despedida, sino por el dolor que Candy sentía en ese momento y que a él le mataba. – Eres mucho más linda cuando ríes que cuando lloras. – Le dijo besando tiernamente su frente, sin importar mucho para él la presencia de sus suegros, lo que le importaba era consolar a la tierna rubia de mirada acuosa que tenía frente a él. Candy sonrió por sus palabras, recordando que esas fueran las primeras que escuchó salir de su boca.

Anthony tomó su barbilla con la mano derecha para levantar el rostro triste de la pecosa y enfocar así su mirada.

– Pronto volveremos a estar juntos amor. – Decía con ternura.

-Falta mucho para el compromiso. – Decía Candy consciente de que así era, ya que habían quedado para noviembre de ese año y los meses que restaban eran bastantes para el par de enamorados.

-Yo vendré a verte antes. – Le dijo seguro, pediría permiso a su tío para que le permitiera ir con sus primos de ser necesario para no llegar solo y ser inoportuno.

-¿Lo prometes? – Preguntó Candy no muy convencida.

-Lo prometo. – Dijo Anthony besando de nuevo la frente de la rubia.

Joaquín permitió que Anthony acompañara a Candy hasta la puerta de la habitación, sin dejar de estar al pendiente de aquella despedida, cada noche que lo hacían había sido la misma rutina, creyendo Joaquín que la tarde que pasaban a solas era más que suficiente para ellos. Por fin Anthony se despidió de su amada rubia y se adentró a su alcoba al otro lado del pasillo, quitándose las botas que ya martirizaban sus pies, sin embargo no podía dormir por la despedida que había tenido con Candy y que sabía bien que al partir tan temprano le sería imposible volver a verla, así que decidido esperó el tiempo prudente en el que creía todos estarían dormidos para ir a la habitación de la rubia como noches atrás lo había hecho para poder darle un beso en los labios que esperaba le aguantara el tiempo que estrían separados.

Candy por su lado tampoco podía dormir por el llanto al saber que su amado se iría, triste por su partida y a la vez por su incapacidad de levantarse temprano, así que intentaría no dormir para llegar a tiempo a despedir a su amado.

Un pequeño ruido la hizo girar su rostro hacia la ventana, sin embargo permaneció aún recostada al creer que sería algún bicho que chocaba contra el vidrio de su balcón, pero al escuchar de nuevo otro toque que pretendía ser más un llamado que un bicho, se levantó de su cama para ir a ver qué pasaba, encontrándose a un rubio hermoso parado en aquel lugar esperando le permitiera la entrada. El corazón de Candy comenzó a latir acelerado víctima de la adrenalina que sintió recorrer su cuerpo al momento que lo vio parado entre las Dulce Candy.

-¿Qué sucede? - Preguntó Candy en un susurro cuando abría las puertas del balcón.

-Necesitaba despedirme de ti. – Dijo aún fuera de la habitación hasta que Candy lo invitó a pasar con una sonrisa. El observó con pena sus hermosos ojos que reflejaban lo que había llorado.

Anthony la abrazó a su pecho con anhelo y con ansia, respirando agitado por la emoción que le provocaba la cercanía de su sutil figura. Candy sintió el tacto de sus manos tibias sobre su espalda y colocó de ellas en el mismo lugar, sintiendo su ahora espalda ancha, fuerte y firme, un movimiento que le aceleró los sentidos y más cuando su aroma invadió su respiración, ese aroma tan especial a él mismo que había permanecido en su memoria por tantos años y del cual quería volver a llenarse para mantenerlo ahí para siempre.

-Te voy a extrañar pecosa, no sabes cuánto. – Decía con la voz cargada de sentimiento.

-Yo también te voy a extrañar Anthony, por favor regresa pronto… - Le decía ansiosa sin querer soltar su cuerpo, aferrada aún a su abrazo, tantas veces lo había abrazado con emoción, tantas veces había sentido su pecho en su rostro protegido por su altura, pero ahora aquellas muestras de cariño se sentían diferentes, no incómodas, sino que antes le traían paz a su alma, seguridad, un refugio y ahora aunado a esos sentimientos se sumaban un extraño deseo de ir más allá de un abrazo, ahora anhelaba un beso, un roce de sus manos a su rostro, una caricia de su manos por su cuerpo, su respiración se agitaba y se entrecortaba por la cercanía de su rostro. Ambos sentían lo mismo, el nacimiento de aquellas emociones venían en conjunto con las miradas, las cuales coquetas se posaban sobre los tributos del contrario, reconociendo que ambos disfrutaban de la vista que obtenían.

Anthony se acercó al rostro de Candy para así atrapar en un beso su boca, comenzando a acariciar sus labios con sutileza, con un simple roce tímido, timidez que les daba el saberse solos en aquella oscura habitación, sus manos comenzaron a acercarla más a su rostro mientras la otra comenzaba a bajar por su espalda deteniéndose en su cintura para aferrarse fuertemente a ella e impedir que aquel movimiento fuera más hacia el sur de su cuerpo, se aferró a su cintura atrayéndola a su cuerpo con ímpetu en sus movimientos, mientras seguía acariciando por detrás de su cuello como si con aquello evitaría que ella se alejara de su boca, como si la intención de Candy fuese romper aquel beso, no sabía que la misma necesidad que tenía él comenzaba a nacer en el cuerpo de ella, reclamándola él como suya y proclamándolo ella como suyo.

El beso se hizo cada vez más intenso, buscando la necesidad de aire separaron sus rostros, ambos enrojecidos por las emociones que provocaban aquellas demostraciones de amor, era el primer beso apasionado que se daban y ambos se miraron tímidos, hasta ese momento Anthony cayó en cuenta que Candy se encontraba en un ligero camisón y que podía percibir sus formas por la transparencia de la tela, se sintió mal por haber actuado por impulso, mientras los ojos brillosos de Candy lo miraban con una mirada jamás vista antes, sus pupilas se habían dilatado, al igual que las de él que comenzaba a advertir las formas de la pecosa, formas que había notado habían cambiado, más que como todo el caballero que era intentaba reprimir la reacción natural de su cuerpo el cual comenzaba a reaccionar de manera desconocida para él.

El calor que comenzó a desprender su cuerpo se mezcló con el de ella, con su lenta y agitada respiración que hacía más y más tortuoso el movimiento de su escote que subía y bajaba con lentitud, mientras el sentía que su rostro iba a incendiarse por el calor que sentía. Ambos estaban respirando agitados mirándose con las pupilas dilatadas y las mejillas sonrojadas, perdidas en la imagen de uno y de otro.

Un beso más llegó, este fue lento como si ambos estuvieran en una especie de trance, comenzando a sentir como sus alientos se mezclaban cálidos entre sí. Anthony atrapó esta vez por completo la boca de la rubia, era la primera vez que hacia este movimiento provocando un gemido en la boca de Candy, un gemido que para él fue celestial al ser el primero que provocaba en ella. La apretó más a su cuerpo, aferrándose a su cintura para no bajar más y ofender su honra, la otra acariciaba sus cabellos con suavidad, mientras su rostro se movía de un lado a otro para besar por completo sus labios, impidiendo respirar a sus pulmones continuó con aquel intenso beso perdiéndose en su boca una y otra vez para volver a reiniciar un nuevo beso sin despegarse de ella, ambos estaban extasiados por sus besos, por sus manos que viajaban libres por su espalda y su cabello acariciándose mutuamente.

Habían vencido poco a poco la timidez de sus bocas y de los besos tímidos y tiernos pasaban esa noche, su última noche en el rancho De la Garza a un beso largo y necesitado, un beso apasionado que deseaban continuar hasta que la mañana los sorprendiera, sin embargo no era posible ya que había profanado su habitación y debía retirarse a pesar de la negación que le daba su cuerpo.

-Me tengo que ir mi amor. – Le dijo con dificultad, sintiendo que su cuerpo estaba listo para continuar.

-Lo sé. – Decía Candy aún con los ojos cerrados y una extraña sensación en su cuerpo, no era por la despedida, sino por los besos que le habían despertado un calor abrasador en cierta parte de su cuerpo. – Pero no quiero... – Decía agonizante en sus palabras, agitada y temblorosa por la represión que se obligaba a hacer a aquello que sentía.

-Yo tampoco quiero hacerlo, pero es necesario. – Dijo besando la punta de su nariz para calmar aquello que despertaba por primera vez en él una reacción que todo adolescente sufría en alguna etapa en su vida pero que para Anthony era la primera vez que le pasaba, supo reconocerlo bien, más no quería continuar con aquellos movimientos e incomodar u ofender a su pecosa.

La besó de nuevo por última vez, ahora de una manera tierna una vez más para alejarse por el balcón y después por el techo hasta llegar a su habitación con el corazón acelerado, no por la altura a la que había corrido, sino por la felicidad que le había provocado saborear de aquella manera tan intensa la boca de su amada.

El canto de los gallos provocó el despertar del rubio quien tenía todo listo para emprender su viaje. El sonido de la puerta lo hizo apresurarse.

-¿Estás listo? – Preguntó Albert.

-Estoy listo tío. – Dijo tranquilo, suspirando por tener que regresar hacia su país sin la compañía de su amada Candy.

-Bien, George llevará tu equipaje. – Dijo permitiendo que el buen George llevara su maleta rumbo a la diligencia que ya estaba lista al frente de la puerta principal de la hacienda.

Una vez listo todo, Anthony procedió a despedirse de sus suegros, los cuales estaban presentes para despedirse de ellos.

-Quiero agradecer por todas sus atenciones. – Dijo Anthony a ambos. – Sobre todo el haber cuidado de Candy todo este tiempo y permitir que se comprometiera conmigo. – Dijo con una sonrisa que evidenciaba la felicidad que esto le causaba.

-Es un honor para mí el cumplir con la promesa que tu madre y yo nos hicimos un día. – Dijo Roxanne. – Y qué mejor que tú hubieras sido el elegido por el corazón de nuestra hija. – Dijo de nuevo sonriendo con ternura al joven rubio, quien la abrazó de la misma manera agradecido por el cariño que se notaba tenía aún por su madre.

-Espero me permitan regresar antes de la celebración del compromiso. – Dijo Anthony deseando que ninguno de ellos se negase a ello.

-¡Por supuesto que sí! – Dio Roxanne feliz de volver a tenerlo en la hacienda.

-Siempre serán bienvenidos. – Dijo Joaquín a Anthony y a Albert refirmando que las puertas de ese lugar permanecerían abierta para los Ardlay.

-Gracias por todo. – Dijo Albert agradecido por sus atenciones. – Haré las investigaciones necesarias y estaremos en contacto. – Dijo a Joaquín, Roxanne lo miró sumamente agradecida al confiar en que Albert investigaría lo que habían hablado, tal vez hubiese sido más fácil contar a Candy sus sospechas y preguntarle directamente de aquella marca, pero ninguno quería ilusionar sin pruebas a la rubia, mucho menos que pensara que no la amaban por quien realmente era.

George también se despidió y agradeció sus atenciones y pronto los hombres que los habían acompañado junto a Felipe y su gran escolta comenzaban a seguir la diligencia de los Ardlay.

Hubo un momento en el que la mirada de Anthony y José se cruzó, observando el rubio el gusto que le daba su partida sintiendo duda de si era lo correcto irse, no por temor a que Candy lo olvidara, sino porque tenía celos de aquel que la vería todos los días. Con un saludo inclinando la cabeza se despidió Anthony de él y a duras penas José respondió a su gesto.

Candy por su lado había intentado toda la noche no dormirse para poder levantarse temprano, sin embargo cerca de lograr su objetivo terminó durmiendo, despertándose sobresaltada por el relinchar de los caballos y el ruido de los cascos sobre las piedras. Se levantó de golpe colocándose una blusa manga corta, unos jeans ajustados y sus botas vaqueras, para salir corriendo a despedir a su prometido.

-¡Candy! ¿¡Qué haces!? – Preguntó Roxanne sorprendida por la apariencia de la rubia quien no se había molestado en atar su cabello con un lazo.

-¡Anthony! ¿¡Dónde está!? – Preguntó sin responder la pregunta que le había hecho su madre.

-Ya se fueron hija. – Dijo Joaquín a su hija. – Hace unos minutos salieron del casco de la hacienda. – Dijo intentando que se tranquilizara.

-¡Anthony! – Gritó Candy impaciente, ella quería verlo una vez más antes de que se fuera y despedirse nuevamente de él, su boca le reclamaba el calor de sus besos.

Candy corrió por su yegua para montarla de un solo brinco y agarrar la rienda con fuerza para iniciar la carrera y alcanzar la diligencia que llevaba a su amado lejos de ella. La yegua de Candy comenzó a correr a todo galope, siguiendo las órdenes que le daba su amazona, dejándose guiar por el sendero que llevaba a la hacienda.

-¡Candy! – Dijo Roxanne preocupada por su hija.

-Tranquila amor. – Dijo Joaquín volteando a ver a Juan para que fuera con su hija, pero José hizo lo mismo que su hermano y ambos fueron a preparar su caballo para alcanzar a la rubia.

Anthony iba sumido en sus pensamientos escuchando los planes de su tío para investigar si Candy realmente podría ser o no la hija de Roxanne, pero se sentía tan nostálgico que no tenía mucho ánimo de hablar.

-¡Anthony! – Escuchó de pronto el grito de su amada que se escuchaba un tanto desesperada por la carrera, el galope del caballo se hacía cada vez más fuerte. Anthony asomó su rostro por la ventanilla del carruaje en dirección de dónde provenía el grito que volvía a escuchar. - ¡Anthony! – Gritaba de nuevo la rubia, de pronto ahí estaba la imagen más perfecta ante sus ojos, una hermosa amazona rubia montaba apresurada para alcanzar la caravana, sus movimientos por un momento parecían lentos, yaqui corría en cámara lenta y los rizos de Candy volaban libres por el viento, su cuerpo montaba con destreza moviéndose al ritmo del galope, era todo un espectáculo verla montar de esa manera, con su cabello alborotado y sus mejillas encendidas de un rojo intenso.

Cuando Anthony reaccionó pidió detener al cochero para que Candy por fin los alcanzara, bajándose del carruaje para esperarla de pie fuera de la diligencia. Candy bajó apresurada de su yegua y se arrojó a los brazos del rubio, quien la recibió feliz de que pudiera verla una vez más antes de partir a su destino.

-¡Candy!- Dijo cargándola desde su cintura, con ella aferrada a su cuerpo, mientras sentía que el calor de la carrera emprendida comenzaba a emanar de su piel.

-¡Te amo Anthony! ¡No lo olvides por favor mí amor! – Le dijo por primera vez aquel mote tierno que él había utilizado con ella "mí amor". Anthony sintió que aquel llamado le alegraba más el alma, sintiéndose feliz por sus palabras.

-Yo también te amo hermosa. – Le dijo al oído, procurando que nadie escuchara su confesión ya que todos los hombres que llevaban como escolta estaban a su lado observando curiosos la reacción que había tenido la pecosa. - ¿Cómo olvidarme de ti si eres lo mejor que me ha pasado en la vida? – preguntó a su amada. – Te amo Candy, te amo tanto que te prometo pronto estaremos juntos de nuevo. – Dijo bajándola con cuidado para ver sus ojos y reafirmar una vez más su promesa.

-¿Me lo prometes? – Preguntó Candy con los ojos inundados de lágrimas. Anthony sonrió triste ante su gesto acongojado.

-¿Confías en mí? – Preguntó viéndola a los ojos. Candy asintió. – Te lo prometo. – Volvió a decir confirmado una vez más aquella promesa que había hecho la noche anterior.

Los caballos comenzaban a inquietarse y Juan y José ya habían llegado por ella. Anthony observó a los gemelos, a uno con desconfianza por la sonrisa burlona que aún tenía en sus labios.

– Hasta pronto mi amor. – Le dijo dando un rápido beso en sus labios por el público que tenía, Candy lanzó un suspiro y dejó que el rubio subiera de nuevo al carruaje. Anthony la observó cómo se tocaba los labios, tímida y enamorada y él le guiñaba un ojo y le sonreía intentando hacerlo. - ¡Cuídala! – Le dijo a Juan quien asintió a su pedido y el carruaje comenzó su camino nuevamente.

-¡Vamos! – Gritó el cochero a la orden dada por Anthony.

Anthony se quedó viendo por la ventana como Candy le decía adiós con su mano hasta que la esbelta figura de su amada se desvaneció por completo, una lágrima abandonó sus ojos seguida por otra más, una vez más Anthony Brower lloraba por su amada pecosa. Albert y George guardaron silencio respetando el dolor que el menor sentía por aquella separación que era necesaria para avanzar los planes desde Chicago.

Continuará…

Hola hermosas, espero que no tomen a la trágica este capítulo y sobre todo espero que les haya gustado, a mi la verdad me gustó mucho, pero bueno yo lo escribí así que... ¿No cuenta? jajaja

TeamColombia. Hola hermosas, gracias como siempre por comentar y por leer, quiero aclarar un punto que estoy recordando alguna de ustedes comentó en capítulos pasados y era que si Candy y Anthony habían tenido intimidad, la respuesta es no, ellos aún son señoritos, nada más se han dado sus besitos y abracitos, hay que tener paciencia con eso. Muchas gracias por leer hermosas, le mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

Julie-Andley-00. Hola hermosa, me alegra que te haya gustado el capítulo, la propuesta de matrimonio fue sencilla pero linda, me gustó porque a pesar de que ellos estaban comprometidos tenía que hacerse la tradicional pedida de mano entre ellos y no solo el decir "Tú y tú están comprometidos...". Liam fue el causante de la desgracia de Candy y aún tiene mucho que dar este personaje malvado, así que hay que esperar más noticias de él porque tiene muchos secretos junto con su hermana. Muchas gracias por leer hermosa como siempre te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

Mayely León. Hola hermosa, ¿Cómo vas? ya comenzaste a trabajar? o lo dices por la carga de 3 hijos, un marido y un perro? jajaja te dije que era más trabajo, por eso te agradezco que busques un momento para leer la historia y dejar tu comentario. Muchas gracias por ello, espero siempre puedas hacerlo. Te mando un fuerte abrazo amiga, saludos y bendiciones.

Clint Andrew. Hola hermosa, creo que el comentario que apareció sin nombre fue el tuyo, por lo menos me parece por la manera de escribir, si fue así que bueno que te gustó el capítulo, ya pronto se verá algo del compromiso de Albert y de cómo lo tomará él. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones como siempre.

María José M. Hola hermosa, no te preocupes lo bueno que pudiste leer, gracias por hacer el esfuerzo de dejarme tu comentario, yo también he tenido problema con la plataforma espero no sea impedimento para seguir actualizando. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

Carolina Benitez. Hola hermosa! ¿Cómo estás? me alegra que también hayas leído los dos capítulos, muchas gracias por leer. A través de la vida fue la segunda historia que leí en esta plataforma y la verdad cuando llegué al capítulo 48 creí que era el último y oh sorpresa no era así, así que me esperé bastante tiempo para esperar la culminación de esta historia, sin embargo tengo que admitir que la primera parte fue mi favorita ya que la parte con Terry la sufrí mucho, y al final de nuevo la disfruté sobre todo cuando después de varias negaciones de Candy por fin acepta a mi príncipe de las rosas. Una excelente obra la verdad una historia que recuerdo con mucho cariño y que algún día cuando tenga tiempo volveré a leer. Feliz de que estés siguiendo mis historias y sobre todo que te gusten! sé que eres una experta en historias de Candy y me alegra que hayas elegido leer las mías. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones hermosa.

Guest. Hermosa quiero agradecerte tu lectura, muchas gracias por dejarme tu comentario, valoro mucho que te tomes el tiempo de leer. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

Muchas gracias a todas las lectoras que se toman el tiempo de leer, a las que aún más se dedican a dejarme un comentario y a las que no se atreven aún a hacerlo, las animo a dejar su opinión para saber qué es lo que opinan de esta historia. Les mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones a cada una de ustedes. Dios las bendiga siempre.

GeoMtzR.