Hola, bueno inicio de semana hermosas. Espero que estén muy bien y que hayan tenido un fin de semana tranquilo y seguro. Los personajes de Candy Candy no son de mi propiedad, solo los utilizo para echar a volar mi imaginación. La historia no es para menores de edad ni para personas que se sientan incómodas con estos temas. Muchas gracias por su comprensión.
LEJOS DE TI
CAPÍTULO 13
ALBERT SE ENAMORA
En el despacho de Albert, Elroy observaba emocionada todas las propiedades que la prometida de Anthony heredaría algún día, sintiéndose satisfecha con aquel trato que ella había rechazado al principio, pero si aquella señorita era dueña de tantos acres en México, ganado y hectáreas de huertos, además de la mansión principal de la familia Williams en Lakewood, la que colindaba con la mansión de las rosas, que mejor que se llevara a cabo aquel trato, aquel trato tan provechoso para ellos y con la boda de Elisa y Albert nada podría estar mejor, Stear y Archie también habían buscado un par de chicas de familia rica y prestigiosa y ambas jóvenes eran personas calladas y sumisas, fáciles de manejar pensaba la anciana.
-¿Todas estas propiedades son de la señorita De la Garza? – Preguntó con avaricia en su voz la anciana.
-Efectivamente, Roxanne le heredó la casa de Lakewood y el Sr. De la Garza puso todas sus propiedades a su nombre, la cual entraría en vigor una vez que él falte. – Dijo Albert a la tía abuela lo que provocó en ella una sonrisa que era imposible de ocultar, dándose cuenta Albert de lo que realmente le importaba a aquella mujer.
-Pensaba que la mansión de Lakewood sería para la señorita Andrea. – Dijo Elroy un poco confundida.
-¿Andrea? – Preguntó a la matriarca también confundido por que desconocía la identidad de aquella que mencionaba.
-Andrea Williams, la hermana menor de Roxanne. – Mencionó la anciana para sacar a William de esa duda que al parecer tenía.
-No tenía idea de que tenía una hermana menor. – Dijo Albert, recordando de pronto que algo habían mencionado a Candy cuando estaba en "Los Obeliscos".
-Es mucho menor que Roxanne. – Explicó Elroy. – Sin embargo al parecer que esté viviendo en Europa la hicieron acreedora a quedarse con la propiedad de Chicago, la cual también es inmensa, pero me alegra que la de Lakewood quedara en manos de la hija de Roxanne, así ambas propiedades Ardlay y Williams podrán ser una gracias al compromiso de Anthony. – Dijo orgullosa, sintiendo que por fin todo salía como ella lo había deseado, firmado de inmediato aquel documento, no necesitaba más para saber que aquel convenio era muy provechoso para los Ardlay ya que al ser hombre el heredero de ellos le daba ventaja sobre las propiedades de la heredera De la Garza.
-Hablando de eso… - Dijo Albert queriendo desviar aquella conversación.
-¿Ya todo está firmado? – Preguntó queriendo también ella desviar la conversación que William quería iniciar, porque ella sentía que era demasiado pronto revelar aquella información, primero quería que ambos convivieran para que surgiera por lo menos alguna atracción, no cometería el mismo error dos veces con su "nieta" ya que quiso imponerla en Anthony y no salió muy bien que digamos.
-Efectivamente. – Dijo Albert. – Ambas partes firmamos y acordamos que a mediados de Noviembre será anunciado el compromiso en Lakewood.
-Muy bien, entonces guarda todos estos papeles y por ningún motivo vayas a perderlos. – Le dijo a George quien asintió y tomó la carpeta, cómplice con Albert de no revelar el secreto que guardaban, ya que George estaba instruido por enviar todos esos papeles a las manos de Joaquín. – No quiero que tengan la oportunidad de negarse a ello. – Dijo Elroy con una sonrisa que demostraba su victoria. Albert sonrió al pensar en la sorpresa que se llevaría la matriarca.
Anthony, Stear y Archie bajaban las escaleras cuando escuchaban que la puerta del despacho se cerraba de golpe y un Albert salía molesto del lugar.
-¿Qué sucede tío? – Preguntó Anthony temiendo que algo hubiese salido mal con su compromiso. Albert volteó a ver a los tres con una mirada llena de indignación.
-¿Van a algún lado? – Preguntó Albert. Anthony asintió.
-Pensé que iríamos al hogar de Ponny. – Dijo a su tío por respuesta, evidenciando que ya había puesto al tanto a sus primos, sin embargo los Cornwell aún no sabían del todo para qué necesitaba Anthony ir a ese lugar.
-Tienes razón, hay que ir antes de que otra cosa pueda pasar. – Decía volteando al despacho aún molesto con la mujer que había dejado ahí, la cual salía repentinamente para alcanzar al rubio y explicarle el por qué aún no podía decirle todavía quien era la joven que había elegido para él.
-Un momento William, no hemos terminado. – Dijo Elroy caminando apurada conforme sus piernas le permitían moverse.
-¡Ahora no tía! – Respondió molesto, ya no tenía ganas de escuchar, ni los motivos, ni la identidad de aquella joven. Su voz salió más fuerte de lo normal, sin gritar, pero demostraba que realmente estaba molesto con ella y que ya no estaba con la paciencia de tolerarla para aguantar sus peticiones.
-¡Es importante! – Insistió Elroy. Albert la miró molesto.
-¿Qué sucede? – Preguntó Anthony de nuevo, aún temeroso de que aquella discusión fuese con respecto a él, los Cornwell entendían su miedo y ellos temían por lo mismo.
-Nada Anthony, todo está bien. – Dijo Albert para tranquilizar a su sobrino, indicándole con un gesto que no era nada relacionado con él.
-Bien, si nos permiten nosotros nos retiramos. – Dijo el menor al ver que la matriarca no tendría disposición de dejar ir a su tío con ellos.
-Voy contigo. – Dijo Albert de inmediato.
-¿A dónde van? – Preguntó Elroy insistente. - Pero Anthony, apenas van llegando… - Dijo Elroy demostrando que no estaba de acuerdo con que él se ausentara de la mansión de Chicago.
-Anthony me está ayudando y los chicos comenzaran a hacerlo desde este momento. – Dijo Albert para no dejarla hablar más.
-Pero no hemos terminado de hablar William. – Dijo una vez más con insistencia esperando que se detuviera y hablara con ella para darle sus motivos y explicaciones.
-Ya le dije que no tengo tiempo para sus juegos y es mi última palabra. – Dijo una vez más, había estado insistiendo bastante rato para que le dijera quien era la joven que según ella sería su prometida y él le insistía que no quería casarse, que no estaba de acuerdo con un compromiso de aquella forma, arreglado y sin conocer a la dama en cuestión, eso provocó que Elroy se detuviera en revelar la identidad de Elisa pensando que sería arriesgarse de nuevo como lo había hecho con Anthony.
-¡Pero ya está todo dispuesto para el compromiso! – Dijo Elroy de nuevo.
-¡No! – Dijo levantando la voz nuevamente. – Yo decido lo que haré con mi vida. – Dijo ya indignado, causando molestia en la anciana que se quedó furiosa en el salón principal mientras veía como los cuatro apuestos caballeros salían de la mansión sin mirar atrás.
Elroy sentía que el coraje subía a su cabeza una vez más, reconociendo que nunca pensó que él se atrevería a desobedecer de esa manera sus órdenes.
-¿Qué pasó tía abuela? – Preguntó Sara quien venía saliendo del salón de té al escuchar las voces que salían del salón principal. Elisa también la acompañaba porque quería saber qué pasaba con su futuro.
-William no acepta casarse en un compromiso forzado. – Dijo furiosa, comenzando a temblar porque ni Anthony, ni William hacían su voluntad. – Tal vez si Allistear o Archivald... – Dijo como insinuando que con ellos podía hacer algo.
-¡Tía abuela! – Dijo Sara ofendida por siquiera haberlo pensado. – Mi hija no merece que le estén cambiando de prometido, sería humillante que la sociedad se entere que William la ha despreciado si de por si fue humillante desmentir que había un compromiso con Anthony cuando ya toda la sociedad lo daba por hecho, ahora sería uno más cuando usted misma ya ha declarado que es un hecho que se hará ese compromiso. – Decía la manipuladora mujer para acomodar todo a su conveniencia y seguir con sus plantes, porque si Elroy era ambiciosa, Sara lo era mucho más. – Dirán que los Ardlay no tienen palabra alguna y que mi hija pasó de un prometido a otro solo porque usted no supo hacer valer su autoridad. – Decía viendo como Elroy reaccionaba, reconociendo que su hijastra tenía razón.
-¿El tío William rechazó casarse conmigo? – Preguntó Elisa haciéndose la víctima. – Si el tío William no quiere… - Dijo sin terminar la frase cuando su madre la interrumpió.
-Cariño, no es tu tío. – Le dijo para que no sonara extraño aquel comentario.
-Si William no quiere comprometerse conmigo, lo entiendo... – Dijo aun aparentando pesar, uno que estaba lejos de sentir al estar completamente ofendida y furiosa por aquel nuevo rechazo. – Tal vez piensa que no soy digna de él… - Decía tragándose su orgullo y coraje.
-¡No hija, no pienses eso! William no sabe que tú eres su prometida. – Dijo confesando que a las Leagan que no se había atrevido a confesárselo aún. Ambas la miraron sin comprender ese hecho.
-¿Por qué no se lo ha revelado tía abuela? – Preguntó Sara primero antes de que Elisa dijera algo.
-Creo que es algo prematuro, lo mejor sería que Elisa se esfuerce porque William la conozca primero, la trate y se dé cuenta que es una joven inteligente y digna de ser su esposa, no solo una cara bonita. – Decía Elroy, creyendo que sería más fácil que Albert aceptara ese hecho.
-¿Tiene a alguien más? – Preguntó Elisa sin comprender tampoco por qué no le habían revelado su identidad al patriarca.
-¡Por supuesto que no! Me lo hubiera dicho. – Dijo de nuevo. – No te preocupes hija, yo me encargaré de hablar con él hasta hacerlo ver que tú eres la mejor opción para ser su esposa. – Dijo Elroy determinante, mientras Elisa y Sara se veían una a la otra felices por haber convencido a la vieja Elroy una vez más de hacer lo que creían conveniente para ellas mismas.
Los cuatro Ardlay iban rumbo a Lakewood para así poder estar más cerca del hogar de Ponny, y así comenzar con la investigación sobre el origen de Candy. Albert continuaba serio y ninguno de sus sobrinos se había atrevido a hablar de lo sucedido en la mansión.
-¿Y bien tío? ¿No vas a decir el motivo de su discusión? – Preguntó Anthony ya rendido por la curiosidad. Albert suspiró cansado al recordar el motivo de su disgusto.
-Nada que no pueda manejar. – Dijo ya más tranquilo.
-¿Seguro? – Preguntó el rubio menor de nuevo. – Sabes que nosotros estamos para ayudarte. – Dijo apoyándolo como él lo apoyaba. Los Cornwell asintieron a aquella afirmación hecha por Anthony.
-Es verdad tío, puedes confiar en nosotros. – Dijo Archie sincero y Stear asintió de la misma forma.
-Lo que sucede es que la tía abuela quiere que acepte un compromiso con una joven de la cual no quiere por lo pronto revelar su identidad. – Dijo suspirando algo cansado. Anthony comenzó a reír no por burlarse de su tío, sino porque comprendía muy bien ese sentimiento. – Por lo menos yo te di la oportunidad de conocerla. – Dijo comprendiendo el motivo de su risa.
-¿Entonces no sabes quién es la afortunada? – Preguntó Anthony, presintiendo que había algo turbio en aquel compromiso tan misterioso.
-No quiso decírmelo. – Dijo sonriendo de lado. – Y cuando supongo que quería hacerlo, yo ya no quise que lo hiciera. – Dijo provocando la risa de los demás, recordando como la pobre mujer levantaba sus enaguas para caminar más rápido y poder alcanzarlo.
-¿Qué no habías dicho que ibas a tratar a la dama en cuestión y después decidir? – Preguntó Anthony cruzando los brazos al ver que su tío no hacía lo que le había sugerido a él.
-Eso fue únicamente para convencerte de ir a México y comprobar si realmente si aquella joven que me había descrito Roxanne por carta era realmente Candy. – Dijo evidenciando que no tenía ni la menor intención de seguir su ejemplo.
-¿Y si no hubiera sido ella? – Preguntó de nuevo Anthony.
-Te hubiera permitido romper el compromiso y hubiera tenido que aceptar conocer a la "dama" que me quiere imponer la tía abuela, para así romper después con el compromiso. – Dijo simplemente, causando una mirada traviesa en Anthony quien sonrió divertido por la manera en la que lo había embaucado, lo bueno de todo eso es que había resultado ser Candy la chica con la que lo habían comprometido.
-¿Y no has pensado que tal vez la tía abuela haga esta vez una buena elección? – Preguntó Anthony a su tío, intentando tranquilizarlo pero él sabía bien en el fondo cómo se las gastaba la tía abuela.
-No lo creo, viniendo de la tía abuela y de sus amistades tan extrañas. – Dijo Albert imaginándose a las damas que ella consideraba de buena cuna y las cuales algunas permanecían solteras no por la falta de fortuna, sino por ser poco agraciadas físicamente y un tanto aburridas para Albert.
-En eso tienes razón. – Dijo Stear recordando ese detalle también.
-Con que no sea Elisa la dama en cuestión sería una ganancia. – Dijo Archie, quien provocó que hasta el mismo Stear que iba conduciendo frenara de golpe repentinamente por el susto sufrido, sin embargo aquella reacción era porque había recordado el repentino rompimiento del compromiso de Elisa con Anthony, compromiso que solo estaba en la mente de Elroy, Elisa y muy a pesar de Sara.
-Ahora que lo dices hermano. – Dijo Stear logrando que los demás pusieran atención. - ¿Recuerdas que la tía abuela dijo que Elisa estaba comprometida con una persona mucho más poderosa que Anthony? – Dijo Stear a su hermano, quien de pronto abrió los ojos cayendo en cuenta lo que decía su hermano era verdad.
-¡Es verdad Stear! – Dijo Archie mostrando en su rostro preocupación. – La tía abuela no quiso dar muchas explicaciones de por qué decidió cancelar el supuesto compromiso que tenía con Anthony solo dijo que era porque mi tía Rosemary había hecho primero el compromiso con la Sra. Williams y que para Elisa tenía a un joven mucho más poderoso que Anthony. – Dijo Archie provocando la duda de los rubios.
-No lo creo. – Dijo Albert. – Además Elisa es mi sobrina. – Dijo mencionando como pretexto aquel parentesco impuesto a fuerza por la misma Elroy.
-Tú mismo le has dicho a la tía abuela que los Leagan no son tú familia. – Le recordó Anthony con temor, al imaginarse que aquella joven fuese la designada para su tío, más cuando sabía bien que no solo era una joven mala y de pocos escrúpulos, sino que le había abierto la puerta de su balcón no una sino varias veces al mismísimo Terry y no precisamente para platicar, una situación que a pesar de ser un caballero no dudaría en revelar a su tío si fuese necesario.
-De todas formas ya le puse mis prioridades en la mesa y por lo pronto no es enamorarme. – Dijo decidido. – Mucho menos casarme con alguien impuesto por alguien más. – Dijo seriamente.
El coche de Stear comenzó a moverse de nuevo y cuando estaban próximos a llegar a Lakewood el automóvil de Stear para variar se descompuso una vez más.
-¿Otra vez Stear? – Reclamó Archie. – Dijiste que ya no nos dejaría tirados y NO nos haría pasar una vergüenza con las chicas. – Dijo a su hermano.
-Velo por el lado amable Archie, no nos quedamos varados con las chicas. – Dijo rascando su cabeza apenado con los demás por lo sucedido.
Stear se bajó a revisar el coche mientras los otros tres se quedaban arriba de él.
-Archie ven ayúdame. – Pidió el inventor quien no podía sostener todas las piezas al mismo tiempo. -–Detenme aquí. – Decía a su hermano extendiendo lo que él tenía en las manos. – Ahora esto. – Dijo de nuevo. – Y esto… - Volvió a decir.
-¡Para Stear, no puedo sostener todo al mismo tiempo! – Dijo a modo de queja ya que con todo lo que le daba su hermano comenzaba a amenazar la pulcritud de su traje. – Anthony ven, necesito que me ayudes. – Llamó Archie al rubio quien ya se bajaba para ayudarle en cuanto escuchó su queja, siguiendo así unos minutos más.
-No... – Dijo Stear después de unos momentos. – No sé qué le pasa. – Dijo de nuevo el guapo chico de anteojos. Albert al ver que no podían reparar el coche decidió bajar del vehículo.
-Vamos, no queda tan lejos la mansión. – Dijo pensando en empujar el coche o mandar después por él, distraído y pensando en por qué no había llevado uno de los tantos automóviles que tenían.
-¡Cuidado! – Se escuchó de pronto un grito agudo detrás de Albert al mismo tiempo que Anthony gritaba la misma advertencia que le habían hecho para prevenir a su tío del peligro que se acercaba de pronto hacia él.
-¡Cuidado tío! – Dijo el rubio, sin embargo ambas advertencias llegaron tarde ya que Albert había abierto repentinamente la puerta del coche de Stear y se había bajado, para cuando Albert se giró al escuchar la campanilla de una bicicleta sonar ya tenía casi encima aquel vehículo que se estampó con todo y conductor encima de él, cayendo de espaldas de pronto haciendo volar al que conducía dicho artefacto a un lado del camino.
-¡AAahhh! – Escuchó un grito agudo de la persona que cayó entre los matorrales que había al lado contrario del camino.
Los tres Ardlay fueron primero a ver a su tío para saber si estaba bien y después pusieron la vista en el conductor de la bicicleta quien tenía el rostro cubierto por los holanes de su falda, provocando que los tres jóvenes voltearan apenados hacia un lado al sin querer haber visto el fondo que llevaba aquella joven bajo sus ropas, la cual yacía en el suelo adolorida.
Albert se levantó rápidamente al ver que los muchachos no habían acudido a levantar a la señorita, ayudándola él a hacerlo, sin embargo algo lo detuvo de su intención.
-¡Animal! – Dijo aquella dama que batallaba con bajar todos los holanes que componían su atuendo. - ¿No sabe lo peligroso que es abrir la portezuela de un vehículo sin fijarse antes? – Reclamaba la joven, levantándose para sacudir sus ropas, buscar su sombrero y sobar sus posaderas por el golpe dado.
-Lo siento señorita, lo que sucede es que estos caminos son tan solitarios que no me imaginé que una chica paseara en bicicleta. – Dijo Albert observando como aquella joven seguía renegando sin voltear a verlo, se puso su sombrero cubriendo de nuevo sus rizos rubios los cuales esa mañana había atado en una coleta de lado, colocó su sombrero y miró de pronto molesta con sus intensos ojos azules los azules de Albert, pero bastó aquel contacto visual para que su rostro enfurecido se disipara de su expresión y se convirtiera en uno de asombro, comenzando poco a poco a subir la intensidad del color de sus mejillas, notándose aún más las pecas que tenía en su blanco rostro.
Por unos segundos ninguno de los dos dijo nada, ambos quedaron prendados de la imagen del contrario, observando cada uno las facciones delicadas que tenía cada uno de ellos, la chica tímida viendo que aquel caballero con el que había chocado era bastante atractivo.
-¿Se encuentra bien? – Preguntó Anthony a la joven al ver que la chica sangraba del brazo.
-¡Qué barbaridad! – Dijo Albert al darse cuenta de ese hecho.
-¿Eh? – Dijo la chica como saliendo de un trance. – Si… sí… estoy bien. – Dijo más tranquila pero al ver su herida pegó un pequeño alarido.
-Será mejor que la lleve con un médico. – Dijo Albert bastante acomedido con la chica intentando ayudarla a caminar. Los tres chicos que habían sido olvidados de su presencia veían como había cambiado su tío la manera de dirigirse a la dama, eso sin contar las miradas que ambos tenían uno por el otro.
-No es necesario. – Dijo la joven. – Yo puedo curarme sola, soy médico. – Dijo nerviosa. – Bueno, estudio para llegar a serlo. – Dijo de nuevo. Albert le sonrió de una manera que jamás lo habían visto hacerlo.
-De todas formas permítanos llevarla a su casa. – Dijo de nuevo insistente para poder sacar así la culpa que lo había golpeado por haber ocasionado aquel tonto accidente.
-No es necesario, además ustedes tienen problemas con su auto. – Dijo de nuevo la joven comprensiva, intentando levantar su bicicleta del medio del camino.
-¡Listo! – Gritó Stear quien mientras veía cómo aquel par que intercambiaba miradas cómplices hablaban, él había echado a andar su vehículo.
-¿Lo ve? – Dijo Albert a la joven con una sonrisa deslumbrante. - ¿Ahora si nos permite llevarla a su casa? – Preguntó Albert de nueva cuenta. La joven asintió atraída por la caballerosidad y amabilidad de Albert y subió al coche mientras Anthony y Archie colocaban la bicicleta en la parte trasera del vehículo. Anthony se pasó a la parte de enfrente junto a sus primos para no hacer mal tercio en la parte de atrás. - ¿Vive muy lejos? – Preguntó Albert de nuevo.
-Algo. – Respondió la joven ya que las casas de aquellos lugares eran bastante grandes, sobre todo tenían que pasar por todos los límites de la propiedad de los Ardlay primero. – Pueden seguir por este sendero y antes de llegar a un hermoso portal de rosas que verán más adelante, hay un camino a la derecha, ese nos llevará hasta mi hogar. – Dijo con una tímida sonrisa, los chicos sonreían cuando se refirió al portal de las rosas sobre todo Anthony y Albert asentía sin dejar de observar la belleza de aquella joven, mientras los chicos sonreían con burla por la expresión de su tío, este daba la orden con su mano como si le hablara al chofer. Stear frunció el ceño y Anthony y Archie se burlaron de él.
-Anda Jaime, avanza. – Dijo Archie provocando la risa de los tres, sin embargo al escuchar el carraspeo de su tío se callaron de nuevo, conteniendo aquellas risas que luchaban por salir de sus labios.
Después de unos minutos de camino en los cuales Albert acaparó la atención de la dama, llegaron a una gran mansión que la joven les había indicado era su destino, sorprendiendo tanto al mayor como a los más jóvenes.
-¿Aquí vive? – Preguntó Albert un tanto confundido, poniendo más atención a los rasgos de la joven.
-Sí, acabamos de llegar de Europa. – Respondió la chica, quien era una más de las desplazadas por la guerra. – Vine con mi madre a pasar unos días en Lakewood antes de ingresar al hospital de Chicago. - ¿Gustan pasar? – Preguntó amable a Albert y a los demás jóvenes que amablemente la habían llevado.
-Gracias. – Dijo Albert avanzando detrás de ella, mirando a Anthony quien lo veía también intrigado.
-Buenas tardes. – Dijo la dama que venía bajando las escaleras al ver al grupo de caballeros que entraban con su hija.
-Buenas tardes, madame. – Dijeron los cuatro casi al mismo tiempo haciendo una fina reverencia elegante y con gracia.
-¡Por Dios! ¿Qué te sucedió Andrea? – Preguntó la hermosa y elegante dama a su hija, la mujer era una señora delgada, de rizos rubios entre canos, ojos azules que demostraban una profunda melancolía, en general muy parecida a su hija.
-¡Nada mamá! Estoy bien. – Respondió con aire despreocupado.
-¿Cómo qué nada? ¡Vienes toda revolcada! – Decía la mayor reclamando al parecer una vez más a su hija su comportamiento, uno que creía ella dejaba mucho que desear para una dama de su clase y posición social. Por un momento parecía que se había olvidado de la presencia de los Ardlay. - ¿No me digas que estabas de nuevo trepando árboles? – Preguntó de pronto y el rostro de Andrea se puso más rojo que cuando conoció a Albert, recordando de pronto a los gestos que hacía Candy cuando lucía avergonzada.
-¡Mamá! – Dijo apenada para calmar el reclamo de su madre. - ¿Qué van a decir los caballeros? – Dijo señalando a los presentes quienes miraban la escena muy divertidos. Hasta ese momento la joven señora puso atención de que no estaban solas y que no conocía a los jóvenes que habían acompañado a su hija.
-Discúlpenme ustedes caballeros. – Dijo apenada volviendo su rostro hacia ellos. Andrea sonrió con travesura al lograr que su madre desviara su atención hacia las visitas.
-No se preocupe señora… - Dijo Albert extendiendo su mano para presentarse ante ella.
-Williams…- Dijo amablemente, extendiendo su mano. Albert y Anthony comprendieron el parecido de aquellas damas con la mamá de Candy, encontrando los dos más similitudes con la pequeña pecosa, sobre todo la actitud de la joven que ahora sabían era Andrea Williams.
-Señores… - Dijo a Albert y a sus sobrinos.
-Ardlay. – Dijo Albert. – Mi nombre es William Albert Ardlay. – Dijo ante el rostro sorprendido de la señora Williams. – Y ellos son mis sobrinos, Anthony Brower Ardlay y Allistear y Archivald Cornwell Ardlay. – Dijo presentándolos para que todos saludaran como los caballeros que eran.
-¡William! – Dijo sorprendida al escuchar los nombres de los cuatro. – Eres el hermano de Rosemary. – Dijo conmovida. – Y tú eres su pequeño hijo. – Dijo de nuevo, Anthony asintió emocionado por conocer a la madre de Roxanne algo le decía que aquella dama realmente era la abuela de Candy.
-Así es. – Respondió Anthony. - ¿Usted es familiar de la Sra. Roxanne Williams? – Preguntó sabiendo que era obvio, vivía en la casa de los Williams… se apellidaba Williams, pero había que buscar la manera de entablar conversación.
-Es mi hija mayor. – Respondió invitándolos amablemente al salón principal.
-Adelante por favor. – Dijo para que la siguieran, llamado a una muchacha para que ayudara a Andrea a limpiarse y lavarse el raspón que tenía en su brazo.
-Con permiso. – Dijo Andrea, levantándose todos al mismo tiempo cuando ella se retiraba.
-Hace tiempo que no te veía William. – Dijo la madre de Andrea emocionada al ver al rubio mayor.
-Eso es verdad, de hecho no sabía que tenía otra hija.- Dijo Albert sincero.
-¿De verdad no recuerdas a Andrea? – Albert negó reconociendo que no tenía idea de que la inseparable amiga de su hermana tenía otra hermana menor. – Es normal. – Dijo disculpando la pena que le causaba a Albert. – Eras un niño cuando nos fuimos a Europa. – Dijo de nuevo. – Después de la boda de Roxanne, mi esposo y yo decidimos irnos a vivir allá, pero con lo de la Guerra nos obligaron a regresar de nuevo. – Dijo seriamente. – Eres el vivo retrato de tu madre. – Dijo observando a Anthony, sus ojos se arrasaron de lágrimas y esto preocupó al rubio menor quien se acercó a ella al ver que tenía intención de acariciar su rostro. – Hubieras hecho una pareja perfecta con mi nieta Camille. – Dijo con los ojos aún más llorosos.
-El compromiso sigue en pie. – Mencionó Anthony. La mujer se levantó de pronto de su lugar para darles la espalda.
-Lo sé… - Dijo evidenciando que no estaba de acuerdo. – Pero no es mi nieta la que portará el apellido Ardlay. – Anthony se levantó un tanto molesto por aquella observación.
-Candy es la criatura más dulce y tierna que pueda existir en la tierra. – Dijo para sorpresa de la Sra. Williams, quien no estaba segura si los Ardlay se atreverían a llevar a cabo aquel compromiso hecho por dos mejores amigas en su juventud, ya que la verdadera heredera había muerto y la había suplantado una joven que era adoptada, ella misma no estaba de acuerdo con aquel compromiso mucho menos cuando pensaba en la reacción que podría tener la Sra. Ardlay.
La señora Williams se volteó sorprendida a ver a Anthony por la manera tan apasionada con la que había defendido a la joven que le habían impuesto como su nieta adoptiva, una joven a la cual no conocía pero que aquel jovencito defendía con tanto entusiasmo.
-Es una chica hermosa, desinteresada, con los sentimientos más nobles que he encontrado en cualquier ser humano. – Decía de manera orgullosa, expresando en su voz y sus gestos el amor que sentía por ella.
-Por lo que veo está de acuerdo con ese compromiso. – Comentó la rubia mayor a lo que Anthony asintió.
-Puedo asegurarle que ambos estamos de acuerdo con este compromiso. – Dijo con una sonrisa que revelaba la de un hombre enamorado.
-¿La quieres? - Preguntó curiosa y a la vez intrigada por cómo había sucedido eso, pero cuando Anthony negó con su cabeza y sonrió de lado, por un segundo creyó que todo era un negocio.
-Yo la amo. – Dijo para sorpresa de la Sra. Williams quien lo observó sorprendida por aquella afirmación. – Candy y yo nos amamos, Sra. Williams y ese amor no nació de la noche a la mañana, ese amor nació una mañana de primavera hace muchos años y se ha cultivado a través del tiempo. – Decía sin dejar de verla a los ojos, confirmando que todo lo que decía era verdadero y genuino.
-¡Te lo dije! – Dijo la voz de Andrea quien pensaba que había llegado justo a tiempo antes de que su madre les hiciera ver que no estaba de acuerdo con que su hermana hubiese adoptado a una joven y le diera los privilegios que le correspondían a su difunta nieta. – Si el prometido era hijo de Rosemary no le importaría la condición de ser adoptada de mi sobrina. – Decía alegre. La Sra. Williams sonrió de lado no muy convencida aún. - ¿Cómo es Candy? – Preguntó a Anthony directamente, el cual sonrió con esa pregunta.
-Hermosa. – Respondió enamorado. – Tiene unos ojos verdes tan grandes y expresivos que no ocupan más que mirarme para quedarme prendado de ella y perderme en el tiempo, su nariz respingada es fina y delicada, sus rizos rubios caen libre cual cascada por su espalda, sus labios son finos y cálidos. - Dijo evidenciando que ya lo había comprobado. – Suaves… su piel es tan blanca que hace que sus adorables pecas sobresalgan por su mejillas y el puente de su nariz, pero lo que la hace más hermosa e inolvidable para quien la conoce, es su bondad, su ternura, su valentía, la fuerza que demuestra ante las adversidades, es una chica verdaderamente valiosa y que agradezco a Dios haberme dado la fortuna de conocerla. – Dijo Anthony notando como todos los presentes lo escuchaban atentos, sin interrumpir aquella pasión e intensidad que ponía en la descripción de su amada Candy.
-¡Vaya! Me muero por conocerla. – Dijo Andrea. La señora Williams quedó absorta por la descripción que Anthony había dado de aquella joven, sobre todo por los rasgos físicos que mencionaba, su hija menor también había heredado las pecas de su suegra y le causó intriga que Candy también tuviera pecas, fuera rubia y de cabellos rizados, sobre todo por el lugar donde se había adoptado.
-Bien. – Dijo Albert. – Creo que ha llegado la hora de irnos. – Dijo levantándose de su lugar al mismo tiempo que sus sobrinos quienes se levantaron al igual que él. Habían pasado una tarde amena, sin embargo ninguno de los dos se había atrevido a mencionar la duda que tenían tanto ellos como los De la Garza.
-Espero que me disculpen si les causé una mala impresión con lo del compromiso. – Dijo la Sra. William disculpándose por su actitud una que su propia hija le había reprochado porque no quería saber nada de aquella joven que había adoptado su hija mayor. – Supongo que temía que la Sra. Ardlay no estuviera de acuerdo con el compromiso, por eso creí que no se llevaría a cabo. – Explicó sus motivos, sin embargo algo le decía a Anthony que ella no estaba muy de acuerdo con la adopción de Candy.
-No se preocupe Sra. Williams, puedo asegurarle que pronto su nieta será mi esposa. – Dijo Anthony notando un poco de incomodidad en la dama.
-Con su permiso. – Dijo Albert besando la mano de ambas damas, lo mismo hicieron los jóvenes. – Mucho gusto señorita Andrea. – Dijo besando su mano, sin apartar la mirada de sus ojos, ambos perdidos aún en su presencia, acto que todos los presentes notaron incluida la Sra. Williams, quien sonrió cómplice con los jóvenes Ardlay ya que ellos esperaban a que su tío saliera del trance.
-Andy. – Dijo Andrea a Albert para que la llamara de esa manera.
-Andy. – Repitió Albert con una sonrisa boba.
-Hasta pronto Sr. Ardlay. – Le dijo muy formal.
-Albert, por favor. – Dijo el rubio para que lo llamara con mayor confianza. Andy sonrió coqueta a Albert y este dejó de respirar unos segundos.
-Vaya ahora entiendo por qué siempre me interrumpían cuando estaba con Candy. – Dijo Anthony un poco inquieto por irse, ya que se les había hecho tarde para ir al hogar de Ponny.
-¿Bromeas? El tío no ha tardado tanto como tú. – Dijo Stear a Anthony.
-¿De verdad? – Preguntó un tanto incrédulo a Archie quien lo miraba divertido.
-De verdad Anthony, tanto así que podríamos jugar un partido de ajedrez, regresar y tú seguías sonriendo como bobo admirando a Candy. – Decía el elegante chico. – Aunque creo que mi tío se está esforzando por alcanzarte. – Dijo comenzando a reír los tres. – Menos mal que dijo que entre sus planes no estaba enamorarse. – Segundos después Albert subió al automóvil para emprender su camino ante las miradas traviesas de sus sobrinos.
-¿Qué? – Preguntó ansioso por las miradas de los tres.
-¡Nada! – Dijeron los tres al mismo tiempo.
-Vamos… ya… díganlo… - Dijo Albert cruzándose de brazos.
-Es hermosa. – Dijo Anthony para ver la reacción de su tío.
-Es la joven más hermosa y encantadora que he visto. – Dijo Albert suspirando por primera vez de esa manera.
-Creo que Elisa de nuevo se ha quedado sin prometido. – Dijo Stear.
-Entonces recurrirán al siguiente en la línea. – Dijo Archie refiriéndose por supuesto a su hermano.
-¡Zafo! – Gritó Stear rápidamente. – Yo tengo a mi dulce Patty a mi lado y su abuela está de acuerdo con mi cortejo, así que no es de caballeros que me retracte. – Dijo tranquilamente. – Así que sigues tú… - Le dijo a su hermano.
-Pues yo tengo a Annie y sus padres también están de acuerdo con nuestro noviazgo. – Dijo con una sonrisa.
-Entonces, lo siento por ella pero perderá a estos guapos galanes. – Dijo de nuevo Stear, provocando la risa de todos, sin embargo Albert se preocupaba por esa posibilidad la que Elisa fuese la que su tía hubiese elegido para ser su esposa, mucho menos cuando aquella joven con la que literalmente se había estrellado le había causado una curiosidad tan grande y unas reacciones tan diferentes a las que jamás hubiese sentido por alguien del sexo opuesto.
-Tengo una pregunta. – Dijo Archie atrayendo la atención de todos. - ¿A alguien más les recordó a Candy la Srita. Williams? – Preguntó de nuevo el menor de todos.
-Es verdad. – Dijo Stear quien incluso él que era el más despistado de todos lo había notado. Anthony y Albert se miraron fijamente como preguntándose si decirles o no.
-Hay algo que tienen que saber. – Dijo Anthony en cuanto entraron a la mansión de las rosas, donde permanecerían porque se les había hecho tarde para ir al hogar de Ponny.
Albert y sus sobrinos habían decidido quedarse en Lakewood unos días, para así evitar hablar con Elroy de su compromiso y para así tener bien pensado qué es lo que harían para averiguar sobre la llegada de Candy al hogar de Ponny.
Continuará…
Espero que les haya gustado este capítulo y sobre todo que lo hayan disfrutado. Agradezco mucho su lectura. Dios las bendiga.
TeamColombia. Hola hermosas como siempre agradezco su lealtad y su comentario, créanme que no miento cuando les digo que me levantan mucho el ánimo. Les mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones para cada una de ustedes.
Mayely León. Hola hermosa, te agradezco en el alma que te des un tiempo para seguir leyendo. Muchas gracias por estar al pendiente de la actualización. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.
Julie-Andley-00. Hola hermosa, tienes mucha razón este personaje es despreciable y está creado en mi mente para que verdaderamente les caiga mal y tarde o temprano pagará todo lo que ha hecho. Los Cornwell siempre son parte de mis historias porque son personajes que robaron mi corazón al igual que el rubio, pero para Candy solo me gusta Anthony jeje, así que no es raro que exista en mis historias esa conexión tan hermosa entre ellos.
Tu historia está muy buena y la verdad a pesar de que nunca la había leído como la otra, me atrapó desde un principio, te juro que cuando publiques el siguiente en la primera oportunidad que tenga lo leeré y te dejaré un comentario para que sepas mi opinión. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones amiga.
Aminaabud. Hola hermosa, no te preocupes sé que las ocupaciones de cada una son prioridad, esto solo es relax, así que si las cabras se salen de su huacal de nuevo solo agárralas para que no se te pierdan jajajaja, no es cierto amiga, agradezco tu comentario y sobre todo tu constancia. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones hermosa.
Lemh2001. Hola hermosa! que bueno que te gustó el capítulo. Candy supo defenderse al momento y pues Anthony está enamorado ahora sí ya de manera más tangible y no solo de un recuerdo o una ilusión de niño. Espero que hayas tenido tiempo para leer La Doncella, la verdad muy buena historia. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones amiga.
arlenyferreyrapacaya. Hola hermosa! que buena noticia me das, eso es bueno, me gusta que ya te hayas enganchado con la historia así tengo otra lectora segura? Espero que sí. Tengo en mi mente cuatro historias más y como siempre Anthonyfic todas y cada una de ellas, ¿Qué te puedo decir? soy fiel a mi rubio pequeño. Un saludo grande y afectuoso hasta tu hermoso Perú amiga. Bendiciones.
Carolina Benitez. Hola hermosa tienes toda la razón Stear y Archie tendrán que sentarse un buen rato antes de que Anthony salga de la ensoñación jajaja. Mack aún no regresa en estos capítulos, pero también va a aparecer igual que el rebelde con causa de Terry, ya lo tenía muy olvidado a este jovenzuelo. Todavía no se van a enterar de la identidad de la rubia y por lo pronto van a continuar en su burbuja hasta que se reúnan nuevamente. Muchas gracias por escribir hermosa, te mando un fuerte abrazo saludos y bendiciones.
Clint Andrew. Hola hermosa, ya vi que no era tu comentario aquel que creí que si era, jajaja perdón por la confusión de todas formas mi agradecimiento está en pie, muchas gracias por leer y seguir adelante con esta historia. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendicones.
Muchas gracias a todas por haber leído y sobre todo por haber comentado en el capítulo anterior, agradezco el tiempo que se toman por leer y dejar ese comentario, también agradezco a las personas que leen y no se animan a dejar un comentario así como los que leen de manera anónima. Gracias a cada una por leer, saludos y bendiciones para todas.
Quiero pedir una disculpa por si encontraste algún error o falta de ortografía en el capítulo no tuve tiempo de leerlo y corregirlo, espero que no hayan sido muchas las metidas de pata. Gracias por su comprensión.
GeoMtzR.
