Hola hermosas bienvenidas al nuevo capítulo, les recuerdo que los personajes de Candy Candy no me pertenecen, simplemente los utilizo para realizar una historia que es completa y absolutamente propia así como los personajes que la complementan que son de mi inspiración y si hay alguna similitud es mera coincidencia. La historia no es para menores de edad ni para personas que se sienten ofendidas con el contenido adulto, de lo contrario eres bienvenida a leerla. Comenzamos.
LEJOS DE TI
CAPÍTULO 17
ANTHONY DEFIENDE EL HONOR DE CANDY
Anthony, Stear y Archie habían decidido alejarse para dar privacidad a la familia, sin embargo unos ojos verdes que miraban a Anthony desde el otro extremo del salón le suplicaban que se quedara, como si de una fuerza invisible que se tratara, sus miradas estaban conectadas y podían entenderse sin palabras, simplemente con una mirada, con un brillo, sus corazones se entendían y mientras Anthony quería dar espacio por prudencia, Candy lo necesitaba cada vez más a su lado.
-Así que tú eres el prometido de mi nieta. – Dijo el buen Sr. Williams, aquel hombre no había tenido el placer de conocer al prometido de Candy y cuando Anthony lo vio salir pudo observar de donde su pecosa había heredado la sencillez y la humildad que siempre demostró y que pensaba era parte de la educación del orfanato, sin embargo eso solo lo había afianzado más a ella ya que lo traía en la sangre por naturaleza.
-Mucho gusto Sr. Williams. – Dijo Anthony con una sonrisa un tanto nerviosa por no saber qué esperar de esas palabras.
-Michael. – Respondió el Sr. Williams. Anthony lo observó con una mirada franca, encontrando en aquel hombre la misma mirada honesta y confiable que lo animaba a quedarse junto a su pecosa. – Si quieres llamarme Michael o abuelo. – Dijo guiñando un ojo en señal de camaradería, cosa que Anthony agradeció con una sonrisa, le había caído muy bien el abuelo de Candy y agradecía que aquello fuese mutuo.
-Muchas gracias Sr… - Se detuvo al ver su mirada – Abuelo… - Le dijo con una sonrisa, él no podía llamarlo Michael porque creía que sería una falta de respeto hacia él.
-Hubiera preferido que me llamaras Michael, pero bueno… creo que ya es un avance. – Dijo con un tono algo elevado, provocando que Candy se acercara un tanto tímida a aquel abuelo que acababa de conocer, porque temía que Anthony estuviera en problemas con él.
-¿Sucede algo? – Preguntó la rubia con una sonrisa tímida. Michael pudo ver el amor que había entre ellos y confirmaba que las palabras que había repetido su esposa el día que la habían conocido eran ciertas como que Candy era su verdadera nieta.
-Nada malo cariño. – Dijo Michael acariciando con ternura el rostro de Candy, intentando esconder una lágrima que luchaba por salir por la emoción de conocerla y saberla viva, tanto había deseado conocerla y agradecía haberlo logrado. – No te preocupes, estaba deteniendo a tu prometido antes de que emprendiera la huida. – Dijo en tono algo serio. Anthony interpretó aquel comentario como si quisiera huir de ella.
-¡No es por eso! – Dijo el rubio en su defensa y el mayor comenzó a reír ante la incredulidad de los rubios.
-No te preocupes muchacho, solo bromeo, se nota que quieres a mi nieta y eso me gusta de ti, eres muy parecido a tu tío Albert en lo trasparente con sus sentimientos. – Dijo evidenciando que conocía muy bien a su tío, y cómo no hacerlo si desde que se habían topado con Andrea su tío había buscado uno y más pretextos para ir a verla. – Vayan a platicar al jardín. – Dijo Michael para sorpresa de los jóvenes.
-Pero vamos llegando. – Dijo Candy sorprendida por aquella petición, no porque no deseaba estar a solas junto a Anthony, sino porque sabía que tal vez sería mal visto.
-No te preocupes cariño. – Le dijo acariciando su cabeza. – Tendremos más tiempo para pasar juntos, además aún recuerdo lo que es estar enamorado por primera vez. – Dijo sonriendo a ambos para que se animaran a ir al jardín de una buena vez.
Candy y Anthony comenzaron a caminar tomados de la mano y poco a poco dejaban atrás el bullicio que había dentro de la mansión por su llegada, llegaron al jardín un tanto tímidos el uno con el otro, nerviosos, sobre todo Candy quien tenía la necesidad de volver a sentir sus labios para impregnar su boca nuevamente de su sabor al creer que aquel beso forzado por José le había quitado esa calidez que él le había dejado en su despedida.
Tras varios minutos sin decir nada, tan solo caminar e irse adentrando cada vez más y más al bosque que rodeaba la mansión por fin se detuvieron bajo un árbol.
-Te extrañé. – Dijo Anthony para romper el silencio, deteniendo su paso para tomar ambas manos de su amada y buscar sus bellos ojos verdes que ansiaba tanto volver a ver. El rostro de Candy estaba completamente enrojecido, sus mejillas ardían y su boca estaba entre abierta mirando detenidamente los ojos de su amado príncipe de las rosas.
-Yo también te extrañé. – Dijo soltando el aire que había retenido los segundos que había permanecido observando su rostro.
-Estaba a punto de ir de nuevo a México porque no soportaba un día más lejos de ti. – Decía acercándose un poco más a ella. Candy lo miraba hipnotizada rogando en el fondo de su corazón que la distancia terminara de cerrarse de una vez.
-¿De verdad? – Preguntó con un susurro y una mirada coqueta. Anthony asintió maravillado por aquella expresión en su rostro, cautivado por su belleza.
-De verdad hermosa. – Le dijo aún más cerca y con un volumen de voz apenas audible, sin pensarlo Candy ya estaba recargada en el tronco de un árbol con el corazón realmente acelerado, la respiración cada vez más pesada y los ojos fijos en los varoniles labios de él. Mientras Anthony tenía sus manos recargadas en el tronco como si formara una especie de prisión entre su cuerpo y aquel árbol que le impedía retroceder un milímetro más, su respiración también se había tornado más densa, sus alientos comenzaron a mezclarse y Candy cerró los ojos para dejarse llevar por aquel deseo que viajaba por su mente día y noche y que por fin estaba a punto de materializarse.
Anthony besó sus párpados lentamente y Candy soltó un suspiro ahogado al sentir el calor de los suaves labios de su amado sobre su piel, sin embargo Anthony actuaba lento como si la estuviera preparando para lo que venía o como si estuviera pidiendo permiso para avanzar poco a poco y saber así hasta donde sería posible llegar, no es que buscara llegar lejos porque su inexperiencia aún no le mostraba lo que sus cuerpos eran capaz de sentir, aún estaban en la etapa de los besos dulces y tiernos, sin embargo les quedaba en su memoria aquel beso de despedida en la habitación de la rubia.
El cuerpo de Candy se tensó cuando sintió una mano de Anthony rodeándola por la cintura, acercándola más a él y alejándola un poco de aquel tronco, reclamándosela a aquel trozo de madera como si fuese realmente suya, la otra mano continuaba recargada en el árbol y su boca bajó hasta la blanca mejilla de la rubia, besándola una y otra vez con besos cortos y cálidos, humedeciendo cada vez más el lugar por donde pasaban, llegando por fin a la comisura de sus labios donde Candy por fin liberó aquel suspiro retenido en su boca mientras él llegaba a su cometido, sintiendo alivio de que por fin llegara a su boca para probarla una vez más.
Anthony se había acercado más del 90% a su boca y esperaba la confirmación de aquel beso que tanto deseaba, dejándole el resto a ella quien no dudó un segundo en mover ligeramente su rostro para buscar la boca de su amado, dando con aquel sutil movimiento el permiso para que él comenzara a besarla una vez más, aquel casi imperceptible movimiento de su amada fue suficiente para que el corazón de Anthony se volcara emocionado en su pecho y más cuando Candy en un movimiento se abrazó a su cuello para acercarlo más a ella, sosteniéndose así de él porque sus piernas habían comenzado a fallar, su cuerpo temblaba de la emoción.
Aquel movimiento provocó que Anthony dejara de recargase en el árbol y pusiera ambas manos en la cintura aferrándola más a él, sintiendo su estrecha cintura apegada a la de él, mientras comenzaba a saborear más firmemente sus labios, su boca comenzó a besarla de una manera intensa y a la vez tierna, pero en cada movimiento de sus labios buscaba más y más de ella, quería volver a recrear el beso de despedida ya que sin duda lo había mantenido pensando todos esos días en ella.
Candy se aferraba a él de la misma manera y comenzó a corresponder a ese beso, poco a poco se tornó más apasionado, cada vez se fundían más entre si y el calor que sus cuerpos desprendían era intenso, se separaron por la falta de aire, fijando sus miradas uno en el otro, ambos agitados, sonrojados, sus respiraciones eran lentas y podían sentir como sus cuerpos al estar tan unidos aquel calor que emanaban por su boca también lo emanaban por su cuerpo. Anthony había reaccionado a aquel beso de una manera que no había sentido jamás, era la primera vez que tenía a una mujer tan cerca de él y se alegraba de que fuese Candy la que despertara en él ese tipo de emociones, sin embargo el temor de ofenderla permanecía latente en su mente.
-Te amo. – Le dijo Candy para terminar de desarmarlo, el corazón del rubio se aceleró incluso más con aquellas palabras y le sonrió con su deslumbrante sonrisa.
-También te amo Candy. – Le dijo besando nuevamente su boca buscando desesperado sus labios para atraparlos una vez más, mientras con sus manos seguía aferrándola a su cuerpo por la cintura. Candy no soltaba su cuello en el afán de que la dejara marcada con el sabor de su boca, ella quería más, pedía más de él y él estaba dispuesto a llegar hasta donde era posible hacerlo para demostrarle cuanto la amaba.
Todos los besos que se habían dado aquella tarde habían sido apasionados, tiernos, húmedos, pero sobre todo con mucho amor, sus jóvenes corazones se sentían excitados por aquellas demostraciones tan atrevidas que se habían dado, acostumbrándose a ellas al poco tiempo, cada tarde era lo mismo, salían a caminar a la misma hora, al mismo lugar, haciendo de aquel paseo una rutina que ambos disfrutaban, sus bocas ya se habían acostumbrado a besarse de esa manera tan intensa y ambos reconocían ya la calidez de los labios del contrario.
La primera tarde que regresaron del paseo, José los observó de lejos, viendo como Anthony la traía de la mano y a pesar de sentir celos de él no podía no sentirse feliz por ella, ya que podía observar el rostro de Candy el cual reflejaba la alegría que ella merecía.
Anthony se dio cuenta que la mirada de José no era la misma hacia él, si bien veía celos en él ya no lo miraba con burla o con un aire de superioridad y era algo que notó desde el momento que lo vio por primera vez al llegar.
-¿Dónde estaban? – Preguntó Stear a Anthony quien ya estaba un poco inquieto por irse del lugar.
-Salimos a dar un paseo. – Respondió el rubio. - ¿Sucede algo? – Preguntó confundido.
-No, solo que ya tenemos que irnos. – Dijo Stear señalando el reloj del salón. Anthony hasta entonces comprendió que se habían tardado bastante en aquel paseo romántico que habían dado.
-Lo siento. – Dijo Anthony apenado con Candy ya que acababa de llegar y él la había acaparado por completo.
-No lo sientas. – Dijo Roxanne al ver la contrariedad del rubio. – Candy es feliz a tu lado. – Le dijo comprensiva. – Y eso es algo con lo que viviré eternamente agradecida. – Le dijo con una sonrisa. Anthony correspondió a aquella dama con el mismo cariño que ella le daba y después de despedirse de todos los presentes procedían a regresar a la mansión de las rosas.
-Anthony. – Dijo Andrea quien llevaba toda la tarde con las ganas de preguntar al rubio dónde estaba su tío. - ¿Dónde está Albert? – Preguntó un tanto tímida. Anthony sonrió y Candy vio extrañada a su tía, quien a pesar de no conocerla pudo ver un brillo muy especial en su mirada al preguntar por aquel que era su amigo y tío de su príncipe.
-Tuvo que ir a Chicago a arreglar unos pendientes. – Respondió Anthony ante la mirada de decepción de la joven. – Pero regresará pronto. - Le dijo con una sonrisa que alegró a la joven. Candy le sonrió y ella correspondió a su sonrisa adentrándose a la mansión para que Candy acompañara a su prometido y sus primos a la salida.
-¿Cómo se van a ir? – Preguntó Candy al recordar que habían llegado con ellas. – Le diré al cochero que los lleve. – Dijo al reflexionar aquella pregunta.
-De ninguna manera, Candy. – Dijo Anthony. – Los caballos deben estar muy cansados, además no es tan tarde. – Stear y Archie se miraron no muy de acuerdo con él, sin embargo comprendían que tenía razón.
-Tengo miedo de que se vayan caminando. – Dijo de nuevo la rubia y Anthony besó sus manos con ternura.
-No te preocupes princesa, aquí no es tan peligroso. – Respondió tranquilo, sabía bien que los hombres que vigilaban los terrenos de los Ardlay eran los únicos que circulaban por esos lugares.
-Estaremos bien gatita. – Dijo Archie con una sonrisa que Candy correspondió.
-Gracias. – Dijo Candy a ambos Cornwell quienes la miraron un tanto confundidos. – Gracias por cuidar de Anthony y por haberme buscado. – Dijo para acto seguido abrazarlos con mucho cariño, Stear y Archie la abrazaron de la misma forma.
-No tienes que agradecerlo Candy. – Dijo Stear. – Te queremos y queremos a nuestro primo, lo único que deseábamos aparte de volver a verte era volverlo a ver sonreír. – Dijo refiriéndose a Anthony quien sonrió agradecido por las palabras de su primo.
-Espero que pronto me presenten a sus prometidas. – Dijo Candy con una sonrisa, pensando especialmente en Annie ya que tenía muchas ganas de volver a verla así como de reunirla con María.
-Por supuesto que sí. – Dijo Stear más animado. – Pronto traeré a Patty para que la conozcas. – Decía recordando a su dulce Patricia O´Brian a quien tenía bastantes días sin ver y ya la extrañaba.
-¿Y tú Archie? – Preguntó a su otro amigo. Archie la observó con una gran sonrisa. – Tengo muchas ganas de volver a ver a Annie. – Dijo ilusionada al mencionar a su hermana del alma, aquella chica que había sido su compañera en sus primeros años de vida.
-Por supuesto Candy, pronto la traeré. – Decía Archie, ambos se vieron a los ojos comprendiendo que debían hablar de lo sucedido con Annie y ambos sabían que sería difícil hacerlo. Anthony los observó entendiendo sus miedos.
-Hasta mañana Candy. – Dijo Stear para despedirse por fin de ella.
-Hasta mañana gatita. – Dijo Archie feliz por haberla visto de nuevo.
Candy respondió a su despedida con una sonrisa y un fuerte abrazo, viendo como ambos comenzaban a caminar por el sendero para darles un poco de privacidad, privacidad que Anthony agradeció y aprovechó muy bien al tomar a Candy por la cintura con una mano y con la otro detuvo sus rizos del viento para poder así besar sus labios una vez más.
La boca de Candy pronto siguió el ritmo de los labios de Anthony quien buscaba dejar su huella en ella para que lo soñara esa noche.
-Sueñas conmigo princesa. – Le dijo guiñando un ojo coqueto. Candy abrió los ojos maravillada por ese gesto, correspondiendo de la misma forma y al mismo tiempo lanzando un beso al aire el cual simuló enviarle y él atraparlo.
-Todas las noches. – Le respondió enamorada, viendo como comenzaba a caminar apara alcanzar a sus primos.
Candy inició su camino de regreso, encontrándose con José en el camino quien la esperaba para que se despidiera y hablar con ella antes de que entrara a la mansión.
-Candy, necesito hablar contigo... – Dijo una vez más.
-No tenemos nada de qué hablar. – Dijo Candy molesta, pasando a su lado ignorándolo, molesta aún por su atrevimiento. José suspiró cansado de aquella situación, sin embargo no se atrevió a seguirla al ver que ella comenzaba a correr para adentrarse en la mansión.
Anthony a lo lejos había observado aquella situación y le seguía pareciendo extraño el comportamiento de José, pero ahora que veía el comportamiento de Candy para con él, sintió que había pasado algo que le incomodaba en su corazón.
Los días comenzaban a pasar y la tropa que había llegado a Lakewood desde México había regresado, solo habían quedado José, Juan y María, junto a Candy y Roxanne. Anthony había enviado a Dorothy para que ayudara a Candy y a Roxanne en todo lo necesario, el encuentro de las dos jóvenes había sido muy emotivo y Roxanne agradecía en el alma a Dorothy haberla ayudado alguna vez cuando vivía con los Leagan.
-Buenos días. – Saludó Dorothy al llegar a la cocina, lugar donde estaban los gemelos.
-Bueno días. – Saludó Juan con una sonrisa y Dorothy le respondió, sin embargo cuando veía a José el rostro de Dorothy cambiaba de color. Juan de inmediato se dio cuenta de cómo aquella joven de facciones delicadas se había fijado en el bruto de su hermano.
-José ¿Por qué no ayudas a Dorothy a traer la madera del cobertizo? – Dijo Juan quien era el que siempre le ayudaba ya que su hermano se la llevaba suspirando por la rubia.
-¿Por qué yo? - Preguntó con desagrado.
-Yo puedo hacerlo sola. – Dijo Dorothy tranquilamente al ver la reacción incómoda del joven. Juan le puso cara de pocos amigos a su hermano y este torció los ojos, más cuando vio el rostro de Dorothy quien lo miraba fijamente se sintió un poco mal y la acompañó intentando cambiar su actitud, ya que era algo que siempre le decía su hermano.
-Yo te acompaño. – Dijo serio, pero ya más tranquilo. Dorothy sonrió por su gesto a pesar de haber sido obligado por su gemelo ahora se levantaba más amable.
-Gracias. – Dijo Dorothy comenzando a caminar para de inmediato ser seguida por José. Dorothy inexplicablemente comenzó a sentirse nerviosa por la presencia de aquel joven cerca de ella ya que por primera vez estaba al lado de un hombre que llamaba su atención, estaba acostumbrada a tratar con los guapos Ardlay pero como empleada y pensar en ellos en una manera romántica era imposible, pero aquel chico que le ayudaba con los pedazos de madera era un joven de servicio igual que ella y a pesar de haber conocido antes a muchos jóvenes ninguno le había hecho latir su corazón de esa manera, mucho menos cuando veía en él que no tenía interés por ella y que se la pasaba siguiendo a Candy para hablar con ella, mientras que ella le sacaba la vuelta y era ignorado una y otra vez.
-Ella no te hará caso ¿Sabes? – Le dijo Dorothy a José y este volteó a verla sin comprender a qué se refería. – Candy, ella no te hará caso. – Dijo de nuevo para que comprendiera su punto. José frunció el ceño al considerar que Dorothy era demasiado entrometida.
-Ya lo sé. – Respondió molesto. Dorothy lo miró sin comprender entonces por qué si ya sabía que no le haría caso porqué la perseguía. – Es algo complicado. – Respondió José a Dorothy al ver la duda en su rostro. - ¿Desde cuándo la conoces? – Preguntó curioso a la pelirroja.
-Llegó aquí siendo una niña, yo trabaja con los Leagan y cuando Candy llegó fue la sustituta para las bromas de aquellos jóvenes. – Dijo Dorothy recordando que antes de que Candy llegara ella era la que padecía las maldades de Neal y Elisa.
-¿Es verdad que siempre fue él? – Preguntó refiriéndose a Anthony, quien llegaba de nuevo a visitar a la rubia. Dorothy sonrió al saber que estaba celoso del rubio.
-Candy lo conoció muy niña y al principio creía que era su príncipe de la colina. – José la escuchó sin comprender. – Pero después con el trato que él le daba lo convirtió en su príncipe, se enamoró de él siendo una jovencita y él de ella, su amor era percibido por todos los empleados de ambas mansiones. – Dijo de nuevo la mucama.
-¿No le importó que Candy era una sirviente? – Preguntó sorprendido.
-De ninguna manera, al contrario el joven Anthony se convirtió junto a los jóvenes Cornwell en una especie de justicieros para Candy, realmente era como un príncipe que había llegado en su caballo blanco a rescatar a su princesa en peligro, enamorándose perdidamente en el intento. – José escuchaba a Dorothy sin perder la atención en la pareja de rubios que como cada mañana salían a pasear en medio de la arboleda, reconociendo que había juzgado muy mal a Anthony y a la rubia, ellos se amaban a pesar de las condiciones sociales a las que habían estado atados y no solo por un absurdo compromiso.
-Candy tenemos que hablar. – Dijo José de nuevo, sin importar que Candy iba con Anthony a su paseo. Los había alcanzado sin pensarlo y solo Dorothy había sido testigo de aquel acercamiento, siguiendo al joven para intentar detenerlo, tenía días observando sus intenciones y a pesar de que no sabía para qué la buscaba había comprendido que había algo que lo molestaba con respecto a la rubia.
-Ya te dije que no tenemos nada de qué hablar. – Dijo Candy molesta con él y algo nerviosa por la presencia de Anthony.
-¿Qué sucede princesa? - Preguntó Anthony a la rubia al ver la insistencia de José.
-Nada… - Respondió inquieta, sin embargo Anthony no estaba satisfecho con esa respuesta.
-¿Qué sucede? – Preguntó Anthony a José quien lo miró de frente, no con reto, sino con la necesidad de enfrentar las consecuencias por su atrevimiento. – He notado que desde que llegaron tienes una expresión extraña en tu rostro y he sido testigo de cómo Candy te ignora cuándo intentas hablar con ella. – Dijo Anthony queriendo ocultar su ansiedad, comenzando a desconfiar de aquella insistencia que él mostraba. José desvió su mirada a Candy quien lo miraba con súplica, él la miró pidiendo perdón por lo que haría.
-Dulce. – Dijo sin llamarla como antes lo hacía, sin siquiera usar aquel tono de voz tierno que usaba cuando estaban en México y con el cual quería molestar a Anthony. - Quiero que sepas que siento mucho lo que pasó. – Dijo fijo en la rubia para después mirar a Anthony quien escuchaba confundido. – Te aseguro que mi intención no era ofenderte. – Dijo de nuevo accionando las alarmas del rubio en ese momento al preguntarse qué es lo que había hecho para haberla ofendido.
-¿Ofenderla? – Preguntó empuñando sus manos.
-Ahora sé que al que amas es a él y que yo nunca no tuve oportunidad contigo, no debí forzarte… - No terminó de decirlo cuando Anthony ya lo había golpeado con tal fuerza que lo había lanzado al piso. Candy puso sus manos en su boca asustada por la reacción del rubio, quien defendía en ese momento la honra de su amada.
Dorothy corrió al lado de José quien no se levantaba aturdido por el duro golpe recibido.
-¡Levántate! – Decía Anthony dispuesto a demostrarle a aquel que nadie saldría impune si se había atrevido a ofender a su amada Candy.
-Merezco ese golpe. – Dijo José, sin embargo con ello no detenía el coraje que sentía Anthony por haber ofendido a su novia. – Yo no quise besarla a la fuerza. – Decía sin querer pelear con el rubio a pesar de que al principio ese había sido su más grande deseo.
-Nunca pensé que fueras un cobarde que se atreviera a aprovecharse de la debilidad de una dama. – Decía Anthony furioso. José sabía que tenía razón, así que cuando estaba a punto de recibir un nuevo golpe no dijo nada, ni metió las manos.
-¡Anthony, basta! – Dijo Candy asustada por su reacción. Anthony escuchó la súplica de su novia y como ella lo abrazaba por la cintura para que reaccionara. - ¡José por favor vete! – Le dijo al moreno, pero este se negaba a hacerlo. - ¡Dorothy, llévatelo por favor! – Dijo a su amiga y esta asintió llevándose con mucha dificultad al moreno, quien se negaba a irse porque creía que merecía ser castigado por su atrevimiento.
-Lo siento Dulcecito… te juro que estoy muy arrepentido de ello. – Volvió a decir de nueva cuenta. Anthony lo veía furioso y a la vez con algo de pena al comprender en sus ojos el verdadero arrepentimiento que tenía en su mirada.
-Perdóname pecosa. – Dijo Anthony reaccionando al sentir de su novia a un lado de él, abrazándola con ternura al sentir su temblor. – No tengas miedo. – Le decía dulce creyendo que ella le temía por su reacción. – Yo sería incapaz de volver a hacerte daño. – Dijo refiriéndose a la vez que se había atrevido a golpearla, sin embargo el temblor de Candy no era por miedo a él, sino por la vergüenza que sintió por haber sido expuesta de esa manera ante él. Candy soltó a Anthony de pronto y emprendió su carrera hacia el bosque.
-¡Candy! – Gritó el rubio para salir detrás de ella, cuando por fin la alcanzó Candy estaba abrazada a sí misma sentada en el suelo debajo de aquel árbol donde habían hecho una costumbre estar cada mañana, mientras lloraba con su cabeza puesta entre sus rodillas. – Amor ¿Estás bien? – Preguntó angustiado, culpándose por haberla asustado. – Candy, siento mucho si te asusté. – Dijo para sorpresa de la rubia, quien levantó su rostro enrojecido por el llanto negando a su disculpa.
-Perdóname tú a mí. – Dijo Candy ante la sorpresa de Anthony. – Yo no quería. – Dijo llorando. – Él me besó sorpresivamente el día que te fuiste del rancho. – Decía nerviosa, contando lo que había sucedido aquella mañana cuando se habían despedido. – Yo no sabía los sentimientos de José, nunca me di cuenta de ello. – Decía sintiéndose culpable de ello. -¡Yo no lo busqué! ¡Te lo aseguro! – Decía buscando los hermosos ojos azules de su amado quien se encontraba arrodillado frente a ella, acariciando su rostro y limpiando con total ternura sus lágrimas, consciente de la inocencia que Candy continuaba teniendo por lo que provocaba en el sexo opuesto. Le sonrió para tranquilizarla y Candy lo veía confundida.
-Princesa, tú no eres culpable de tu belleza y de la luz que irradias a tu alrededor. – Dijo para sorpresa de Candy, revelándole que él había sabido todo ese tiempo que José gustaba de ella. – Eres hermosa por fuera y por dentro, y esa belleza ha cautivado corazones por cada lugar que has estado y José no fue inmune a tus encantos, como tampoco lo fui yo. – Dijo con una sonrisa tierna. – La diferencia es que yo no sé cómo resulté el afortunado. – Dijo de nuevo, con esas palabras Candy comprendía que Anthony estaba seguro de su amor, que sabía que solo era él el que había permanecido en su corazón todos estos años y que solo él era el que había hecho sentirse amada y ahora después de su última noche en México deseada. – Sé que tú no eres capaz de lastimar a alguien consciente mi amor y sé que sin ser presuntuoso me amas a mí y yo te amo a ti. – Decía con sus labios muy cerca de los suyos, con su frente pegada a la de ella y con sus narices rosando una a la otra.
-Tenía tanto miedo de que no entendieras que… - Dijo Candy aceleradamente. Anthony la calló con su índice y cerró los ojos para dar un corto beso en sus labios y así tranquilizar su miedo.
-Te amo, y sé que tus besos son míos... y los míos son tuyos... y si tu boca hubiese besado a alguien más antes que a mí, incluso por decisión propia no me importaría. – Dijo besando de nuevo sus labios, con besos cortos y tiernos. – Lo único que me importa es que yo sea él último que bese tus labios cada noche antes de dormir y cada mañana al despertar. – Dijo acercándose más a ella.
-Me molesté tanto por su atrevimiento, temía que se borrara el sabor de tus labios sobre los míos. – Dijo la rubia totalmente sonrojada por confesar su sentir.
-¿Y lo logró? – Preguntó aferrándola a su cuerpo por la cintura acercándola más a él guiado por el calor que le provocaba su cuerpo, provocando que el ambiente se sintiera denso por el calor que desprendían sus cuerpos al estar tan cerca uno del otro, sus respiraciones se hicieron pesadas, sus labios se abrieron para dejar escapar más fácil el aire que se quedaba atorado en sus pulmones y que no era posible salir por su nariz, sus alientos se mezclaron, sus miradas se oscurecieron y el movimiento agitado y a la vez lento del pecho de Candy chocaba insistentemente con el de Anthony, quien dio una vista rápida a aquel escote que le proporcionaba una vista discretea de sus blancos atributos.
-No. – Dijo Candy en un susurro. – No lo logró… pero aumentó mis ganas de ti, aumentó mi necesidad de tenerte cerca para reafirmar tu sabor. – Dijo ante la sonrisa de lado de Anthony, una sonrisa que demostraba la alegría de saber su triunfo.
-Eso tiene remedio. – Dijo mirando sus labios, apretándola más a él como si quisiera asegurarse que no saldría corriendo, mientras con la mano libre se detenía sobre el pasto, estaba inclinado sobre ella, Candy estaba inclinada hacia atrás esperando cerrara la distancia con sus besos, deseos que no tardó en cumplirse cuando comenzó a besarla de nuevo, pero esta vez ya no fue un beso corto, ni tierno, esta vez el deseo encendido en el joven cuerpo de Anthony había sido avivado y no era como la última noche en México, ni siquiera era algo parecido ya que su boca se unió a la de Candy entre abierta, siendo recibido de la misma manera, haciendo el contacto más profundo mientras sus bocas se reconocían de una manera diferente, la lengua de Anthony viajó dentro de la boca de Candy quien al principio abrió los ojos sorprendida, pero al ver que Anthony continuaba con los ojos cerrados y aferrándola a él, cerró os ojos y lo abrazó por el cuello venciéndose al peso de él y recostándose en el pasto sobre las hojas secas de los árboles.
Anthony fue siguiendo aquel movimiento y cuando menos lo pensó ya estaba sobre ella quien lo tenía por el cuello para evitar que se levantara o se alejara de ella, su mano en la cintura detuvo su peso con el antebrazo para evitar aplastarla, mientras con su mano libre comenzó a acariciarla por el cuello, bajando poco a poco hasta su hombro para después volver a su cuello, aquel movimiento lo animaba a continuar con su lengua en su boca, para este momento Candy ya había imitado aquel movimiento y ambas lenguas se reconocían dentro de sus bocas, explorando la cavidad ajena mientras sus cuerpos reaccionaban de diferente manera, sintiendo que la humedad natural de aquel estímulo comenzaba a formarse dentro de ellos.
La boca de Anthony viajó al mentón de la rubia, deslizándose sobre ella ayudado por su lengua, dejando un camino húmedo y caliente. Candy hizo aún más su cabeza hacia atrás para dejarlo continuar, en ese momento ninguno de los dos pensaba, tan solo sentía y sus miradas se encontraban fijamente, una suplicando permiso y la otra suplicando continuase, fueron unos segundos que todo paso y el rubio regresó a su boca, atrapando los gemidos que cada vez eran más audibles de su boca, besando de la misma manera aquellos labios carnosos que lo volvían loco.
-Te amo Candy, te amo. – Le decía entre besos, mientras su cuerpo luchaba por no soltarse en ella, sosteniendo con ahínco su peso sobre ella.
-Te amo Anthony. – Respondía Candy feliz de poder probar nuevamente sus labios, se habían vuelto adictos a sus besos, pero en esos minutos, en esos momentos creían que les hacía falta más que eso, necesitaban más el uno del otro, pero en su cabeza las cosas poco a poco se iban aclarando y la cordura volvía primero a Anthony quien estaba firme y listo como una roca. Besó una vez más su frente y lanzó un suspiro en su rostro, haciendo que Candy suspirara y pasara saliva buscando que la calma llegara a su alborotado corazón, el cual buscaba la manera de salirse de su pecho por la manera tan acelerada que latía en su interior.
Anthony se recostó a un lado de ella, observando el cielo desde aquella posición, mientras respiraba aun agitadamente, buscando el control de su cuerpo, uno que poco a poco había perdido al ir avanzando más y más en la intensidad de sus besos. Candy lo miró de lado y se maravilló con la perfección de su perfil, sorprendida por todos los sentimientos que era capaz de transmitirle en su pecho y en su cuerpo, no solo era ternura lo que despertaba en ella aquellas vistas, en aquel rostro de niño se escondía algo más que eso, era un sentimiento tan intenso que acababa de descubrir, estaba inundando su cuerpo de manera tan sorpresiva que la iba llenando de emociones desconocidas, emociones que lejos de ser incómodas o desagradables la llamaban a zambullirse dentro de ellas y dejarse arrastrar con su fuerza, quería quedarse ahí a su lado, disfrutar de su presencia siempre. Anthony entrelazó sus manos y volteó a verla al sentir su mirada sobre él.
-¿Qué sucede hermosa? – Preguntó con una sonrisa.
-Eres muy guapo. – Respondió Candy viendo su hermosa sonrisa. Anthony se volteó sobre su costado para poder verla de frente.
-Y tú eres la más hermosa del mundo. – Le dijo con la mirada completamente lleno de ella. Candy sonrió y besó al rubio repentinamente para de pronto sentir como su rostro se coloreaba de nuevo, esto provocó que él la mirara con ternura. – No sientas pena amor, quiero que hagas lo que sientes conmigo, no necesitas contenerte. – Dijo tranquilo dándole la confianza para besarlo cuando ella lo deseara. Candy asintió y volvió a besarlo.
Anthony se levantó y extendió su mano para ayudarla a levantarse, Candy aceptó ese gesto tímida con la cabeza aún en los besos recibidos, los mejores hasta ese momento. Sacudió sus ropas mientras Anthony quitaba de su cabello las hojas secas que se habían adherido a ella por haberse recostado en el suelo.
Después de haber pasado gran parte de la mañana demostrándose el amor que se tenían Anthony y Candy ya estaban más tranquilos por aquella sesión nueva de besos y ambos se disponían a regresar a la mansión Williams.
-Vamos, ya es tarde y necesito hablar con José. – Dio Anthony, provocando que Candy se tensara de nuevo. – No te preocupes hermosa, no haré nada malo. – Le dijo con una sonrisa y ella le correspondió.
Ambos llegaron de la mano hacia donde José seguía con Dorothy ellos junto a María desgranaban las mazorcas que habían dejado secar para poder hacer el nixtamal para las tortillas.
-Buenas tardes. – Habló Anthony, todos los presentes se tensaron y la mirada de Anthony se posó en el moreno. - ¿Podemos hablar? - Preguntó más tranquilo.
-Joven Ardlay, siento mucho lo que hizo mi hermano pero… - Dijo Juan quien a pesar de saber que su hermano no había actuado correctamente lo quería y no quería que saliera herido.
-No te preocupes Juan, ya decidí que voy a regresar a México. – Dijo José interrumpiendo a su hermano.
-Pero… - Dijo Juan en desacuerdo, pero José lo interrumpió nuevamente con un gesto logrando que guardara silencio, solo Dorothy y Juan sentían dolor por la partida del gemelo.
-No es necesario que te vayas. – Dijo Anthony para sorpresa de todos, incluso del mismo José. – Hiciste mal en forzar a mi prometida de esa manera, y sé que no te defendiste porque tú mismo sabes que no actuaste correctamente, pude ver en tus ojos verdadero arrepentimiento y eso yo lo valoro. – Dijo de nuevo ante la mirada sorprendida de José.
-Siento mucho lo sucedido. – Dijo José, refiriéndose a ambos. – Les puedo asegurar que desde ese día no he dejado de reprochar mi comportamiento. – Dijo una vez más sincero. Candy sonrió agradecida por sus disculpas.
-Yo también te debo una disculpa. – Dijo Candy a José. – No debí haber dejado que las cosas llegaran tan lejos, si hubiera hablado contigo de inmediato no hubiera pasado en esto. – Dijo refiriéndose al golpe recibido. José tocó su labio con cuidado.
-No te preocupes, me lo merecía. – Dijo mirando con una sonrisa a Anthony quien también sonrió de lado de acuerdo con ello.
-Ahora, quiero agradecerte el haber ayudado a Candy el día de la invasión al rancho. – Dijo Anthony agradecido porque gracias a los gemelos María y Candy, así como su suegra habían estado a salvo.
-No se preocupe güerito, ese es mi deber. – Dijo mencionando por primera vez aquel apodo de una manera más normal, sin ese tono sarcástico que antes usaba. Anthony sonrió sincero al notar ese hecho y extendió su mano para estrechar la de José, quien por un segundo lo dudó, pero al ver que realmente había sinceridad en el gesto del rubio la tomó sin pensarlo más.
-¿De dónde sacaron eso? – Preguntó Candy a María al ver el metate que la chica tenía en la mesa.
-Tu mamá dijo que hace muchos años la mamá del patrón le regaló uno a tu abuela más nunca se usó, así que lo busqué y lo encontré junto a un molcajete. – Decía señalando el otro artefacto de piedra volcánica que tenía Dorothy frente a ella y que no tenía idea de cómo usarlo.
-¡Yo hago la salsa! – Dijo Candy animada. – Ven amor, ayúdame. – Le dijo a Anthony quien la miró divertido por su reacción dispuesto a ayudarla en lo que le solicitara.
-No Candy… ¿Cómo crees? – Preguntó Dorothy apenada por las intenciones de la rubia. – No se crea joven Anthony, yo haré lo que me digan. – Decía de nuevo la pelirroja dispuesta a aprender a usar aquel raro aparato.
-Vamos Dorothy, si no sabes hacerlo. - Dijo Candy divertida con la actitud de la joven. – Mejor ayuda a José a desgranar las mazorcas, María y Juan molerán el maíz para hacer las tortillas y Anthony y yo asaremos los chiles para preparar la salsa. Anthony levantó los hombros divertido por las órdenes que todos recibían de la pecosa, quien estaba muy en su papel.
-Tus deseos son órdenes princesa. – dijo haciendo una reverencia, mientras Candy le guiñaba un ojo y lo jalaba de la corbata para que la siguiera a la estufa.
El grupo de seis chicos se pasaron el resto de la mañana preparando un almuerzo estilo mexicano, uno que por primera vez veía Anthony como se preparaba, pero que ya había saboreado en México. Candy veía que María y Juan de vez en cuando se miraban de una manera cómplice, haciendo sutiles caricias entre sí cuando creían que nadie los veía, y una que le había llamado la atención y la había abochornado, fue cuando Juan disimuladamente rozó el pecho de María y fue subiendo su dedo por su escote hasta llegar a su boca en donde María o atrapó con sus labios para mantenerlo dentro unos segundos, pudo observar la mirada de deseo que había entre ellos, una mirada que había visto en Anthony esa mañana.
Su mirada se dirigió al rubio quien estaba concentrado en su tarea y al sentir la mirada de la rubia puesta en él, le sonrió y le guiñó un ojo coqueto, esa sutil acción provocó que Candy quedara sin aliento, que un espasmo se reflejara en sus piernas y más cuando después del guiño le dedicara aquella hermosa sonrisa que ella tanto adoraba y que le derretía hasta las piernas.
En el jardín del frente, Albert se encontraba junto a Andrea quien hacia como que regaba las flores mientras él la observaba.
-¿Sucede algo? - Preguntó Andrea al verlo tan serio.
-Nada. – Respondió sin dejar de admirarla, pensando en que pronto regresaría la tía abuela y tendría que lidiar con aquel compromiso que quería imponerle. – Solo pensaba que pronto regresarás al hospital. – Dijo de pronto y Andrea se sintió triste.
-Es verdad… - Dijo como si estuviera evitando el tema. – El tiempo pasó volando. – Dijo de nuevo evidenciando que se había pasado unos días maravillosos viéndose casi a diario.
-Más cuando uno está con una compañía tan agradable. – Dijo Albert. Andrea sonrió complacida y por un segundo dejó de respirar cuando el rubio tomó su mano y la llevó a sus labios para besarla delicadamente, movimiento que le aceleró el corazón de una manera inexplicable, ya que no era la primera vez que un caballero lo hacía, sin embargo no entendía que era lo que detenía a Albert a hacer un movimiento más osado con ella, temiendo de pronto que solo fuera amabilidad lo que Albert demostraba hacia ella y no los sentimientos que ella sentía estaban despertando con fuerza en su corazón.
-Creo que ya no tendrás pretexto para descansar. – Dijo Andrea con gracia. Albert la miró confundido.
-No eres un pretexto… - Le dijo muy cerca de ella. – Eres un motivo… - Dijo muy cerca de su rostro, sin embargo no se animaba a cruzar esa línea que había entre ellos, lo cual la desanimó aún más cuando él se alejó de ella.
-¿Eso es bueno? – Preguntó nerviosa, quería aclarar ese punto.
-Para mí sí. – Dijo con sus pupilas fijas en ella. Andrea sonrió feliz.
-¿Entonces puedo asumir que me seguirás visitando en Chicago? – Preguntó esperando una respuesta afirmativa.
-Me iré el mismo día que tú para estar más cerca. – Dijo de nuevo, anhelando besar su boca por primera vez, un beso que ambos deseaban más sin embargo Albert se detenía por aquel asunto pendiente con su tía, no porque fuera a aceptarlo sino porque quería dejarle bien en claro que él ya había elegido a una pareja y esa no era la que Elroy tenía en mente.
-¿Nos vamos tío? – Preguntó Anthony a Albert quien salía de la mano de Candy para despedirse nuevamente.
-Vamos. – Dijo Albert con una sonrisa a Andrea, quien desilusionada por aquella falta de contacto sonrió tímida. Albert entendió su frustración porque él estaba igual.
-Hasta mañana amor. – Le dijo a Candy besando su frente y después su mano, besó la mano de Andrea y Albert hizo lo propio, tanto Candy como Anthony pudieron ver en el rostro de Andrea las ganas que tenía de otro tipo de contacto con Albert.
-¿Qué sucede? – Pregunto Anthony a su tío una vez en el carruaje.
-¿A qué te refieres? – Preguntó el mayor distraído.
-A que la Srita. Williams está más que enamorada de ti. – Dijo Anthony y una sonrisa de felicidad apareció en el rostro de Albert.
-¿Tú crees? – Preguntó ingenuo, como si él mismo no se hubiese dado cuenta.
-¿No me digas que no te has dado cuenta? – Preguntó Anthony sarcástico a sabiendas que era más que obvio.
-Sí… lo he notado. – Dijo Albert con una sonrisa enamorada, no le había quedado de otra más que aceptar que lo había notado y era más que obvio a la vista de todos.
-¿Entonces? – Preguntó el menor de nuevo. Albert lo miró confundido. - ¿Qué te detiene? – Preguntó de nuevo para sacarlo de su duda.
-El compromiso que me tiene reservado la tía abuela. – Dijo con molestia y frustración.
-Dijiste que no lo aceptarías. – Dijo Anthony confundido al no entender lo que decía su tío.
-Y no lo haré, sin embargo tengo que librarme primero de ese capricho de la tía abuela para poder hablarle a Andy libremente de mis sentimientos. – Dijo cansado por tener que soportar las tontas decisiones de la matriarca las cuales se sumaban a la lista interminable de obligaciones que tenía él como patriarca del Clan Ardlay.
-Te entiendo. – Dijo Anthony, comprendiendo el gran peso que llevaba su tío a cuestas. – Entonces por ese lado espero que regrese pronto. – Dijo sincero, sabía que Albert había alejado a Elroy para que aún no se diera cuenta de la identidad de su prometida, pero era algo que también a él lo estaba afectando. – De todas formas si la tía abuela intenta algo en contra de mi compromiso con Candy no lo permitiré, de hecho hablaré de inmediato con mi padre. – Dijo convencido.
-Y yo hablaré con los padres de Andy para solicitar su permiso para cortejarla. – Dijo con una sonrisa, animado por fin por las palabras de sus sobrino.
-¿No crees que ya es tarde para eso? – Preguntó Anthony travieso y Albert lo miró confundido una vez más.
-¿A qué te refieres? – Preguntó observando al menor sin comprender.
-A que llevas días visitándola a diario, paseando con ella por el jardín y que yo sepa el raspón de la caída hace tiempo que sanó, así que ya no es un pretexto válido. – Dijo comenzando a reír.
-¿Tan obvio soy? – Preguntó riendo con Anthony.
-Un poco más que yo. – Respondió el menor con simpatía.
Los dos rubios llegaron a la mansión de las rosas, ambos hablando de los planes a vencer con la tía abuela, ya que a pesar de todo tenían ambos el temor de que la necedad de la anciana los llevara a una disputa mayor, una disputa que ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder si con ello perdían a la dama que cada uno había elegido como compañera de vida y que representaba el amor de su vida.
-Tío, ¿Ya hablaron con Annie y la familia Britter? – Preguntó una vez más Anthony, curioso por saber qué había sucedido con esa historia ya que él veía a María algo impaciente por conocer de una vez por todos a su pequeña Amelia.
-Aún no. – Respondió Albert un tanto frustrado. – Archie no se ha atrevido a hablar con ella y tampoco con los Britter, teme la reacción de los padres de Annie y francamente yo también. – Dijo Albert siendo sincero en su sentir, ya que había tratado poco a los Britter pero podía decir que la Sra. Britter era una persona noble pero que también se dejaba llevar por las apariencias. Lo había demostrado al prohibirle a Candy mencionar que conocía a Annie de antes y que de esta manera se enteraran que era adoptada.
-Yo no conozco tampoco muy bien a los Britter, pero reconozco que al decirle a Candy que no delatara el origen de Annie es porque se avergüenza de ello. – Dijo Anthony un tanto molesto.
-Exactamente. – Dijo Albert estando de acuerdo con su sobrino.
-Pero tampoco me parece justo que María no conozca a su hermana, ella tampoco es culpable de lo que hizo Liam. – Dijo Anthony molesto por todo lo que había ocasionado aquel hombre y lo que más le molestaba era que no tenían las pruebas suficientes para poder encerrarlo ya que tanto García como Rocío habían muerto.
-Te entiendo, y pienso igual que tú, así que yo creo que lo primero sería hablar con Annie y después que ella decida si lo habla o no con sus padres, de todas maneras pronto pasará a ser una Cornwell, sea una Britter, una Rodríguez o una Briand. – Dijo Albert muy seriamente.
-Creo que será lo mejor. – Dijo Anthony apoyando a su tío. Albert sonrió agradecido por el apoyo incondicional que representaba Anthony en su vida, sabía que él era fuerte y al ser tan parecidos sería de gran apoyo para continuar adelante.
Continuará…
Hola, espero les haya gustado el capítulo anterior, espero sus comentarios y críticas al respecto. Muchas gracias por tomarte tu tiempo y sobre todo por comentar, un abrazo.
TeamColombia. Hola hermosas, muchas gracias por leer hermosas y sobre todo estoy agradecida por dejar su comentario, me da gusto que les haya gustado espero que este igual. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes, saludos y bendiciones.
MayelyLeón. Hola hermosa, que bueno que te gustó el capítulo, Elroy estará un poco entretenida en la búsqueda de la mujer perfecta para Neal (si es que la hay) vamos a ver qué pasa en ese tiempo que el lobo ande fuera y los ratones se queden haciendo fiesta. Los rubios ya están juntos hermosa y van a disfrutar mucho estarlo. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
lemh2001. Hola, la verdad que si fue muy emotivo el encuentro de Candy y su familia, así como con los Ardlay ya que se dieron cuenta que la extrañaban más de lo que pensaban. En ese aspecto si se le cumplió a la matriarca unir las propiedades de los Ardlay con los Williams, por lo menos algo que le salga bien? Gracias por comentar hermosa, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Julie-Andley-00. Hermosa! me halagas con tu comentario, gracias por hacerlo. También pienso que la pecosa se merece una familia como la que le apareció a pesar de que la abuela es algo estricta creo yo, pero pues nadie le gana a Elroy así que vamos a dejarla un poco por la pza. Ya veremos que es lo que hará Albert con Andy en el tiempo que la vieja Elroy no está. Muchas gracias por leer y comentar amiga, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones
Rose1404. Hola hermosa buenas noches, me alegra que no tengas queja del capítulo y que te haya gustado el encuentro entre los rubios y su familia. Muchas gracias por seguir al pendiente de la historia y sobre todo por comentar hermosa, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Aminaabud. Hola hermosa, creo que Albert no se puede casar con Roxanne porque se enoja Joaquín... jajaja lo siento hermosa, sé que fue un error en la escritura pero no pudo evitar hacerte el comentario. La tía abuela no había organizado un compromiso con Neal gracias a que Sara la había convencido de que Candy sería ideal para él, y al creer que la encontrarían se olvidó de ese hecho, por eso se quedó con un palmo de narices y a buscarle un compromiso al odioso moreno, pero él no me preocupa mucho ya que no tiene relevancia en esta historia. Muchas gracias por leer hermosa y sobre todo por expresar tus ideas. Te mando un fuerte abrazo amiga, saludos y bendiciones.
arleniferreyrapacaya. ¿Verdad que sí!? bueno cada quien suspira por el galán que quiere y desplaya sus emociones por el preferido y así lo convierten en el Anohito de Candy. Gracias por leer hermosa, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Ster Star. Hola hermosa, si te creo que te cueste imaginar a otra Candy corriendo por ahí, solo que un poco más adulta pero creo que Albert se merece una chica que no sea tan frívola como Elisa, así que imaginamos una Candy pero más madura justo como debería ser la pareja de alguien como él que es muy recto y serio. El abuelo es un hombre de cabellos cobrizos, muy alto y fornido, de ojos azules, piel blanca y sonrisa franca, divertido y conciliador con sus hijas y ahora su nieta, pero sobre todo cómplice con ellas. En lo que me refiero al Clik es que Candy se sintió muy identificada con él, mucho más que con la abuela ya que esta señora es la parte recta y estricta de la familia y el abuelo es la pachanga y travesura. Que bueno que te fue bien en tus vacaciones aunque siento que estés cansada, pero como dices "lo bailado quien te lo quita" ¿Verdad? Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones hermosa.
María José M. Hola hermosa me alegro que te haya gustado y sobre todo que te haya despertado ese tipo de sentimientos el capítulo, es lo que busco que la gente se sienta motivada a seguir leyendo la historia y agradezco me lo hagas saber, si llega a una sola lectora me doy por bien servida. Te entiendo perfectamente lo que quieres transmitir, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Carolina Benitez. Hola hermosa, que bueno que te haya gustado el capítulo, gracias por leerlo y comentarlo, Sin Renunciar es uno de mis fic favoritos y también recuerdo la manera en la que Candy encontró a su familia. El anime que me comentas no lo conozco la verdad, he visto que existen fic de ellos pero nunca los he leído. Muchas gracias por comentar y sobre todo por leer hermosa, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Clint Andrew. Hola hermosa que bueno que te gusto el encuentro de Candy y su familia la verdad que si fue emotivo imaginar ese hecho. Albert se me hace que le saca a que le digan que está comprometido con Elisa, creo que aún no se la cree a sus sobrinos, y prefiere sacarle la vuelta, pero tarde o temprano tendrá que enfrentar ese hecho. Te quería comentar que me encanta la foto que tienes en tu perfil, amo a Stear y a pesar de que no lo veo junto a Candy si me gusta parra mí jajajaja. Gracias por leer y comentar hermosa, te mando un fuerte abrazo amiga, saludos y bendiciones.
Leidy. Hola hermosa, gracias por tu comentario, te mando un fuerte abrazo y sobre todo mi más profundo agradecimiento por dejarme tu comentario. Saludos y bendiciones hermosa.
Muchas gracias hermosas, gracias por leer y dejarme sus comentarios y a las personas que aún no se atreven a comentar de todas formas les agradezco por leer cada uno de los capítulos y mantenerse al pendiente de la historia.
Quiero comentarles que las actualizaciones van a cambiar debido al inicio de clases ya que se me dificulta mucho actualizar los mismos días a pesar de ello intentaré seguir como hasta ahora solo que lunes y sábados, si no espero que me entiendan que no puedo más que una vez a la semana. Saludos y bendiciones hermosas!
GeoMtzR.
