Hola, bienvenidas al nuevo capítulo, espero sea de su agrado. Los personajes de Candy Candy no me pertenecen, sin embargo la historia es completamente salida de mi imaginación así como los personajes que son complemento de la misma son meramente ficticios, algún parecido con la realidad es mera coincidencia. Los fines de esta historia son meramente de entretenimiento no con fines de lucro es para personas mayores de edad y para quien no se siente ofendida por temas adultos. Comenzamos!
LEJOS DE TI
CAPÍTULO 20
ANNIE Y MARÍA SE ENCUENTRAN
El ambiente en la mansión se había tornado algo tenso, los ojos de María no dejaban de observar a Annie quien tampoco podía quitarlos de ella, ambas con sus propios pensamientos y opiniones de su hermana, tímidas y a la vez inseguras, con temor de la opinión que ambas se habían formado una de la otra.
-Mi madre quedó viuda muy joven. – Inició María su relato. – Yo ni siquiera había nacido cuando mi padre fue asesinado en una disputa. – Su voz sonaba forzada y Juan la abrazaba igual que Archie a Annie al sentir que se sentía afectada por el dolor de María. Todos los demás que estaban presentes guardaban silencio conmovidos por su dolor. – Ella era una mujer hermosa y aún muy joven cuando conoció al Sr. Leagan, quien pronto puso sus ojos en ella y comenzó a visitarla a escondidas todas las noches, mi madre se enamoró y creyó que había encontrado con quien rehacer su vida, pero cuando quedó embarazada le sugirió que perdiera a su bebe. – Dijo mirando a Annie, quien se estremeció al saber que hablaba de ella. – Mi madre se negó a hacerlo y él dejó de visitarla, más cuando su cuerpo ganaba peso por el embarazo. Cuando la Sra. Roxanne anuncio su embarazo y él se enteró, regresó de nuevo a buscarla y de la misma forma que se había ido había regresado, pero mi madre nunca notó el interés en la Sra. Roxanne. – Candy sintió que su corazón se estrujaba al escuchar la historia y Anthony la abrazaba más a él, conmovido con su sentir. – Cuando Amelia nació. – Annie levantó su rostro al escuchar por primera vez el nombre con el que ella había sido bautizada. – Al poco tiempo nació Camille. – Dijo volteando a ver a Candy, Annie y ella se miraron ambas conmovidas por escuchar su origen y saber que estaban destinadas a conocerse y a recorrer juntas parte de sus caminos. – La Sra. Roxanne había quedado débil y mi amá alimentaba a Amelia y a Camille, pero el Sr. Liam alguna vez se topó con Camille y decidió en algún momento deshacerse de ella. Mi amá se negó, pero le dijo que si no quería perder a Amelia le entregara a Camille. – Decía ante el llanto de Candy y Annie y los corazones rotos de Anthony y Archie. Los demás escuchaban atónitos, indignados por aquella historia. – Terminó llevándose a las dos, ordenando hacer pasar por muerta a Camille ya que de todas formas esas eran sus intenciones, pero llevándose a Amelia con él para asegurar su silencio. – Candy no podía dejar de llorar. – Le entregó a ambas niñas a un tal García. – Dijo María aguantando el aire al recordar la manera en la que su madre le había relatado aquella historia.
-¿García? – Preguntó Candy sobresaltada levantándose de su lugar, comprendiendo el miedo que tenía por aquel par de hombres ya que habían sido los verdugos de su historia. María asintió a Candy.
-Tenía la orden de desaparecer a Camille y abandonar a Amelia en el orfanato más lejano posible, pero cuando llegó a ese lugar después de dejar a Amelia, Camille comenzó a llorar y al escuchar que habían salido por Amelia, García optó por deja a Camille al pie de un viejo roble. – Candy se sorprendía porque a pesar de que sabía cómo la habían encontrado, era la primera vez que escuchaba como había llegado al hogar de Ponny. María le había contado su historia de una manera más detallada y desde el punto de vista de Rocío, reconociendo que aquella pobre mujer había sufrido incluso más al tener clavada la culpa y la pérdida de su hija en su corazón.
-¿Cómo se enteró tu madre de la manera en qué llegaron? – Preguntó Anthony a María, quien lo miró con una sonrisa débil.
-Cuando mi madre se enteró de que García se había llevado a las niñas, en cuando tuvo la oportunidad lo emborrachó, lo malo que eso sucedió cuando el realizó el último viaje. – Respondió con pena, ya que ella sabía lo que seguramente había prometido o hecho para convencerlo de beber con ella. – Ahí le preguntó todo lo que quiso saber, pero no supo si Amelia o Camille vivían. – Decía llorando porque su madre había partido sin saber que su hija vivía. Lo que María nunca supo era que Rocío había sospechado quien era Candy desde un principio, pero el miedo también le impidió averiguar qué había pasado con Amelia o siquiera revelar su identidad, temiendo que la llevaran presa por haber sido cómplice de aquel mal hombre.
-¿Cómo murió? – Preguntó Annie sintiendo una punzada en su pecho por primera vez por su madre.
-Invadieron la hacienda. – Dijo María, pero miró a Candy como pidiendo permiso de contar la historia. Candy asintió animando a hacerlo. Anthony tomaba su mano también para decirle que ahora estaba segura a su lado. – Días antes el Sr. Leagan me había atacado a solas. – Dijo visiblemente apenada. – Era la tercera vez que intentaba propasarse conmigo, esa vez no estaba Juan o José para defenderme. – Candy sintió culpa porque se habían ido por ella para cuidarla. – Mi amá me fue a buscar y se enfrentó a él. – Decía llorosa al recordar los sucesos. – Ella me defendió, advirtiéndole que lo delataría ante el patrón y solo así me soltó, pero yo creo que mi madre tenía un mal presentimiento porque me contó toda la historia, una que a nadie le había contado, me dijo todo lo que había averiguado con aquel hombre... el tal García y todo lo que la había obligado a hacer el Sr. Leagan con tal de no ser descubierto. La amenaza ahora pesaba sobre mí. – Todos los presentes escuchaban sin parpadear, incluso Annie estaba bastante conmovida y a la vez horrorizada por el hombre que la había procreado. – Días después invadieron la hacienda, se hicieron pasar por la guerrilla, sin embargo a diferencia de las veces anteriores no pidieron comida, ni apoyo económico al patrón, llegaron disparando y uno de ellos nos encontró a Candy y a mi dispuesto a llevarnos con él. – Anthony abrió los ojos sorprendido buscando en los ojos de Candy esa verdad, ella le asintió con una sonrisa tímida ya que Roxanne no le había mencionado esa parte, solo que habían invadido la hacienda y matado a Rocío.
-¿Iban por ustedes? – Preguntó Anthony a su novia convencido de ello.
-Mi padre me dice que tal vez era el propósito del Sr. Leagan, pero aún no sabemos si él sabe quién soy realmente o si es solo una coincidencia. – Dijo Candy a su prometido, ella tenía esa duda que ahora pesaba en todos.
-¡Esto no puede quedarse así! – Dijo de nuevo Anthony molesto, volteando a ver a Albert quien le asintió estando de acuerdo con la indignación que su sobrino presentaba en ese preciso momento, indignación que compartía con él.
-Tienes toda la razón, debemos buscar la manera de que confiese todos y cada uno de sus crímenes. – Dijo Albert apoyando a Anthony.
-¿Cómo supieron que el ataque a la hacienda fue hecho por él? – Preguntó Archie, quien también estaba atento a la historia que relataba su cuñada.
-Porque cuando huyeron de la hacienda después de no encontrar a Candy y a María, salieron rumbo a la hacienda Leagan. Emiliano los persiguió hasta ahí, y dice que no fueron atacados. – Respondió Juan quien cuidaba a su novia que de pronto se sintió cansada y comenzaba a bostezar.
-¿Estás bien? – Preguntó Annie al ver el repentino cansancio de su hermana. María sonrió ante su gesto.
-Estoy bien. – Respondió con una sonrisa. Annie correspondió a ello. – Annie, mi amá nunca dejó de pensar en ti. – Dijo María con sus ojos suplicantes, como si buscara que aquella elegante joven perdonara lo que ella misma había juzgado en su madre. – Ella siempre te amó mucho... Y sufrió tu pérdida, duró noches sin dormir y cada cumpleaños se la pasaba rezando todo el día en la capilla... – Candy volteó a ver a Annie, sabía que aquellas palabras reconfortaban el alma infantil de su amiga ya que aquellas preguntas siempre resonaban en la mente de todo huérfano que no conoció a sus padres, ¿Me habrá amado? ¿Estará viva? ¿Pensará en mí? Y por fin todas aquellas preguntas tenían respuesta para ambas.
-Annie. – Dijo Candy acercándose a su amiga. – Tu mamá te quiso mucho, yo fui testigo que cada 23 de abril se iba a la capilla de la hacienda y permanecía ahí todo el día. – Dijo Candy, relacionando ahora aquella fecha, la cual había memorizado el tiempo que había vivido en la hacienda, Annie se fijó en ella mirándola a los ojos.
-¿El 23 de abril? – Preguntó Annie emocionada, por fin había conocido el día que había llegado al mundo.
-Ese es el día en el que naciste. – Respondió María. – El 23 de abril de 1898. – Dijo de nuevo la morena. Annie volteó a ver a Candy y esta asintió.
-Yo nací el 7 de mayo de mismo año. – Dijo Candy. Annie la vio sorprendida.
-Sin querer el día que floreció la Dulce Candy. – Dijo Anthony con una sonrisa, él ya había sido informado de aquella coincidencia.
-Tal vez no fue coincidencia. – Dijo Stear hablando por primera vez.
-Tal vez no… - Dijo Anthony con una sonrisa dedicada a su novia quien lo miró maravillada a los ojos.
-Eso quiere decir que eres mayor que Candy damita. – Dijo Archie quien sabía que su novia celebraba en junio su cumpleaños.
-¿Cuándo celebraban en el orfanato? – Preguntó María.
-En el hogar de Ponny no celebrábamos los cumpleaños. – Respondió Candy. – Simplemente cuando los niños llegan sin información se celebra el día en el que llegamos y dependiendo del tiempo que tengan. Annie y yo éramos muy pequeñas. – Dijo Candy, recordando lo que las amables mujeres que las habían criado le habían dicho.
-Nosotras celebrábamos el 22 de mayo todo el tiempo que estuvimos juntas en el hogar de Ponny. – Respondió Annie, recordando aún esa fecha que para ellas había sido muy importante. – Pero el día que me adoptaron fue la fecha que eligió mi madre para celebrar mi cumpleaños. – Dijo de nuevo revelando porque festejaba el 23 de junio de cada año.
-Eso quiere decir que eres dos meses mayor, damita. – Dijo Archie sonriendo con ternura a su novia, acercándose a ella desde su espalda para abrazarla por detrás. Annie sonrió y puso su mirada en María.
-Perdona por no sentir mi dolor tan intenso como el tuyo. – Dijo Annie a María. – Yo no conocí a tú mamá, sin embargo me gustaría que me hablaras de ella. – Dijo Annie sincera. María sonrió asintiendo feliz a ese pedido.
-¿Tendremos tiempo para hablar de ella? – Preguntó María, sabía que a pesar de ser hermanas no pertenecían al mismo mundo, le doliera esa verdad sabía que ninguna de las dos tenía la culpa de la vida que les había tocado vivir.
-Quiero conocerte María, quiero darte la oportunidad de que me conozcas y de que decidas si quieres o no seguir de ahora en adelante en mi vida. – Dijo Annie sincera, viendo a los ojos a su hermana mayor quien asintió feliz por sus palabras. María no dijo nada tan solo abrazó a Annie tan fuerte que la pobre sintió un sofoco, sin embargo Annie correspondió a aquel abrazo con la misma fuerza, comprendiendo el dolor que sentía María en su alma.
-Bueno, vamos a dejar a un lado la tristeza. – Dijo Anthony limpiándose las lágrimas que comenzaban a asomarse por sus hermosos ojos.
-¿Por qué esas caras tan largas? – Preguntó Roxanne, quien llegaba en compañía de Andrea y sus padres, ninguno de los presentes se había percatado del sonido del timbre que James había atendido para después indicarles hacia donde se había ido todo el mundo, mientras el resto de la mansión terminaba de arreglar todo para la pequeña reunión.
-¡Mamá! – Dijo Candy emocionada, llevando a Annie con ella para presentarle por fin a su querida hermana, una joven de la cual ella sabía por boca de Candy, pero que se acababa de enterar hacía poco tiempo que había resultado ser Amelia, la hija de Rocío. – Quiero presentarte a Annie. – Dijo entusiasta como siempre, recuperando su ánimo y aplomo tan repentinamente como siempre lo había hecho.
Roxanne miró enternecida a la tímida muchacha que Candy ponía frente a ella, quien la miraba con los ojos enrojecidos por el llanto.
-Hola Annie. – Dijo Roxanne con una sonrisa dulce a la pelinegra.
-Hola Sra. De la Garza. – Respondió Annie con timidez.
-Eres hermosa. – Fue lo primero que pudo decir después de verla detenidamente. – Tienes la mirada de tu madre y su sonrisa tímida. – Dijo de nuevo. – No cabe duda que eres Amelia. – Dijo sonriendo de nuevo, mientras hacía una caricia maternal en su rostro. - ¿Puedo abrazarte? – Preguntó con un nudo en su garganta. Annie asintió de la misma forma. Roxanne rodeó con ambas manos en un fuerte abrazo que encerraba todo el amor y la ternura de una madre. – Este abrazo representa el abrazo que Rocío hubiese querido darte. – Le dijo con dificultad, con aquellas palabras Annie comenzó a llorar nuevamente, sintiendo el dolor por lo que había sucedido en su vida, pero sintiendo culpa por no sentir ese amor por la persona que la había llevado en vientre por tantos meses.
-Tranquila Annie. – Dijo Roxanne. – Ella está feliz de que estés con vida, y sobre todo de que se hayan reunido por fin. – Dijo volteando a ver a María quien seguía conmovida, sin embargo el cansancio la seguía haciendo presa de su cuerpo.
-Bien, a lo que venimos. – Dijo el Sr. Williams, quien iba dispuesto a festejar el encuentro de su nieta, a pesar de que sabía que faltaba su yerno.
-Sr. Ardlay. – Dijo James quien solo hizo una seña para que fuera con él. Albert lo siguió y regresó a los pocos minutos.
-¿Así que piensan festejar si mí suegro? – Preguntó Joaquín de pronto, quien entraba con paso firme y seguro al salón en donde estaban reunidos. Candy quien estaba abrazada a Anthony fue la primera que reaccionó y salió corriendo hasta donde estaba su padre.
-¡Papá! – Gritó emocionada lanzándose a sus brazos para ser recibida con el mismo entusiasmo. Anthony sonreía con la felicidad de la pecosa y los demás comprendían de donde Candy había heredado aquel par de hermosos ojos verdes.
-Ahora entiendo. – Dijo Stear a Archie. – Candy tiene la apariencia de su tía Andy, pero la mirada y los ojos definitivamente son del lado de su padre. - Dijo el inventor observando la escena que protagonizaba la rubia con su padre.
-Hasta en los gestos. – Dijo Archie quien también veía por primera vez al padre de la rubia.
-¡Candy! – Dijo la Sra. Williams que no aprobaba aquellas reacciones ni en su hija mayor, ni en la menor, ni tampoco en su nieta, ese siempre había sido su pleito con ellos.
-Tranquila cariño. – Le dijo su esposo. – No limites su alegría. – Dijo el Sr. Williams quien sabía que aquella actitud tan alocada y espontánea lo habían heredado de él.
-¡Amor! – Dijo Roxanne también dirigiéndose a los brazos de su amado Joaquín, quien de inmediato la recibió para abrazarla con uno de su brazos y cuando Candy se desprendió de él para darles ese espacio a ambos, Joaquín la abrazó con ternura cerrando los ojos para volver a sentir completo su corazón.
-Te extrañé. – Decía el ojiverde aspirando el aroma que desprendía el cabello de su esposa.
-También yo. – Dijo Roxanne. – Tengo tanto que decirte. – Decía conmovida, dejándose llenar por el cálido abrazo que le proporcionaban los aún fuertes brazos de su atractivo esposo.
-También yo, pero no es el momento. – Dijo de nuevo, besando su frente para calmarla un poco y que tuviera paciencia.
Después de saludar a sus suegros, cuñada y conocer a los demás jóvenes, Joaquín observaba a su hija que seguía abrazada de Anthony, quien se acercó a él junto a con Candy para darle la bienvenida a Lakewood.
-Bienvenido Sr. De la Garza. – Dijo extendiendo su mano. – Esta puede considerarla su casa. – Dijo amable al fuerte hombre que tenía ante él.
-Muchas gracias hijo, me da gusto volver a estar aquí. – Dijo mirando todo a su alrededor ya que alguna vez había asistido a un baile en aquella mansión, específicamente al baile de compromiso de los padres de Anthony. - ¿Y tú padre? – Preguntó al traer a su mente ese recuerdo.
-Él está viviendo en Escocia. – Respondió Anthony.
-Me imagino que le es difícil estar aquí. – Dijo comprendiendo el dolor que sentiría Vincent al haber perdido al amor de su vida.
-Me lo imagino. – Dijo Anthony volteando a ver a Candy con todos los sentimientos que le llegaban a su mente, imaginando el dolor que su padre tenía.
La reunión comenzó después de tantas emociones que se habían presentado aquella tarde, disfrutando de la presencia de todos. Candy veía feliz a todas las personas que había en aquella mansión pareciéndole imposible que en aquel espacio estuvieran casi todas las personas que tanto amaba, después de haber creído que no pertenecía a ningún lado más que al hogar de Ponny, el lugar donde había crecido, resultaba que si tenía después de todo un lugar al cual pertenecía, su familia, gente que la amaba de verdad y sobre todo un amor sincero al lado de ella, un amor tan tierno, dulce y a la vez apasionado que iba fortaleciéndose con el paso de los días.
Anthony la llevó a la terraza tomados de la mano para estar un momento a solas con ella, después de todo lo sucedido ese día no habían tenido un momento para sí mismos. Candy recordó muy bien aquel lugar, aspirando desde el balcón el aroma del jardín que se intensificaba en la noche.
-¿Estás feliz? – Preguntó Anthony al ver la sonrisa de Candy mientras admiraba aquel lugar.
-Soy la más feliz de todas, Anthony. – Respondió volteando a verlo, dándole la espalda a la terraza para tenerlo de frente, recibiendo los brazos de su amado rodearle la cintura para atraerla hacia él. Ella lo rodeo por el cuello para acercarlo más a ella.
-Me alegra que seas tan feliz, mi princesa. – Le dijo muy cerca de la boca. – Te prometo que siempre haré hasta lo imposible por ver esa sonrisa en tus labios. – Dijo mirándola a los ojos. Los verdes ojos de Candy se abrieron sorpresivos por aquellas dulces palabras, a sabiendas que había situaciones que ninguno podía controlar, sin embargo sabía que aquellas palabras eran sinceras y que brotaban desde lo más profundo de su corazón.
-Mientras estés a mi lado, podré soportar lo que sea que nos depare el destino Anthony, tú eres esa fuerza que nace en mi corazón, tú has sido todos estos años mi inspiración, mi fuerza, mi valentía y la esperanza que me ha mantenido firme en la vida. – Decía la rubia, conmoviendo ahora al rubio con aquellas palabras, palabras que también al igual que ella sabía que eran sinceras ya que él mismo había salido adelante a pesar de su distanciamiento gracias a su recuerdo.
-Te amo Candy. – Le dijo en un susurro antes de besar su boca, su beso era tierno y lento, poco a poco comenzó a ser más apasionado, buscando la manera de profundizar más su beso jugó con su lengua un poco antes de atreverse a explorar la de ella, decidiendo a hacerlo al ir profundizando más su beso y el agarre de sus manos que viajaban acariciando la espalda de su prometida, sintiendo sobre las ropas el calor que comenzaba a emanar de sus cuerpos.
-Yo también te amo mi príncipe. – Dijo Candy con la respiración entrecortada por la falta de aire, recomponiéndose por aquel beso que ya le hacía falta sentir en sus labios. – Me hacían falta tus besos. - Dijo la rubia una vez más animándose ella a tomar la iniciativa, siendo recibida con felicidad por el rubio quien la abrazó más fuerte a su cuerpo, introduciendo de lleno su lengua dentro de la boca de Candy, quien la recibió succionándola con un movimiento de sus labios. Impactado por aquel recibimiento, Anthony continuó con su cometido sin dejar de acariciar su espalda, frotando sus manos sobre ella, motivándola a acercarlo más a su cuello.
La falta de aire los obligó a pararse perdidos en sus miradas, sin ninguno arrepentirse de aquella demostración de amor, una demostración que los dos comenzaban a extrañar cuando no se hacía presente. Aquella mirada prendida por parte de Anthony lo llevó a explorar su cuello, deleitándose una vez más con su sabor, dejándose Candy llevar por lo que provocaba en su cuerpo, abriendo camino a él para que continuara con aquella fabulosa caricia que le proporcionaba, deteniéndose de pronto al sentir que comenzaba a perder el control de su cuerpo.
-Más… - Dijo Candy al sentir que su boca había detenido sus caricias. Anthony observó su bello rostro que le suplicaba que continuara con sus besos sobre su cuello. – Necesito más Anthony... – Le dijo sin abrir sus ojos. Él también necesitaba más de ella, sin embargo no podía seguir adelante.
Se decidió a besarla en los labios una vez más, sin embargo Candy ofreció de nuevo su mentón comprendiendo Anthony su pedido, sonriendo de lado satisfecho por lograr que ella pidiera más de él. Con su lengua recorrió sus labios, su mentón y llegó una vez más a su cuello, dejando un rastro húmedo de mañera descendente y otro de regreso por el lado contrario, llegando nuevamente a su boca para volver a besarla una vez más, tierno, apasionado, un beso húmedo que le daba en su boca para calmar el deseo que afloraba en su piel.
-Me vas a volver loco, princesa. – Le dijo al oído, una sonrisa traviesa apareció en ella al escucharlo decir aquellas palabras.
-Eso quiero… - Le respondió coqueta sin soltarlo del cuello, enfocando sus lindos ojos verdes en él, con una sonrisa verdaderamente radiante. – Quiero que te vuelvas loco por mí… - Dijo besando su nariz. – Por mis besos… - Le dijo de nuevo besando sus labios. Anthony se dejaba llevar por esas palabras y sus besos fugaces que solamente lo atormentaban más.
-Creo que ya no hace falta seguirte esforzando… - Le respondió el rubio con una sonrisa traviesa. – Has conseguido tu propósito. Estoy verdaderamente loco por ti, por tus besos, por tus caricias… por tu cuello… - Le dijo besándola una vez más. – Por tu cuerpo… - Le dijo aferrándola con un movimiento un tanto repentino agarrándola por la cintura, aguantando las ganas de tocar más allá de ese estrecho lugar.
-Tú también me tienes loquita… - Dijo Candy con una mirada entre inocente y diablesca. – Me tienes loquita con tus besos, con tus caricias, con tus manos recorriendo mi espalda. – Decía sin dejarlo de ver a los ojos, aferrándose a él para no separarse.
Un repentino beso entre el escote de la rubia llegó de parte de él, estremeciendo a la rubia por completo.
-Aún no cumplo con mi cometido. – Le dijo travieso, cerrándole un ojo al momento de decirle aquello. Candy lo vio sorprendida, sintiendo de pronto un estremecimiento por todo su cuerpo erizándole la piel. – Vamos… - Le dijo abrazándola sobre los hombros. – Todos se deben estar preguntando dónde estamos. – Dijo quitando su saco para cubrir el cuerpo de su amada quien comenzaba a sentir el fresco de la noche. Candy sonrió por su gesto, sin embargo seguía descolocada por aquel beso, no estaba ofendida al contrario, era una nueva caricia que le había gustado pero que por la sorpresiva llegada no había podido disfrutar.
Llegaron al lado de los demás quienes platicaban en parejas en distintos lugares, Archie y Annie quienes seguían muy melosos entre sí, Juan y María quienes estaban igual que Annie y Archie, lo que hizo sospechar a Candy un poco con aquel comportamiento, desechándolo por completo al creer que Annie era más tímida que ella. Stear y su novia Patty que era más tímida que Annie, más sin embargo se veía adorable con su novio, Roxanne y Joaquín platicaban con los Sres. Williams y Dorothy estaba de pie platicando con José quien la había acompañado mientras le ayudaba a servir, por todos lados había parejas, pero a quien les extrañó no ver fue a Andrea y a Albert quienes eran los únicos ausentes al igual que ellos, quienes recién volvían y al parecer nadie los había extrañado.
Se unieron a la plática de los suegros y al poco rato llegó Albert del brazo de Andy.
-Hacen una hermosa pareja. – Dijo Roxanne al verlos entrar, parecía que venían del jardín porque Andrea sostenía una rosa entres sus manos y venía con el saco de Albert sobre los hombros, igual que Candy quien se había quedado con el saco de su príncipe disfrutando del aroma que este desprendía.
-¿Aún no se declara? – Preguntó Joaquín con un gesto de picardía.
-No. – Respondió Roxanne con un suspiro largo y melancólico. – Y Andrea está que suspira por él, ya pronto se irá a Chicago y cree que él no se atreverá a decirle nada. – Decía a pesar de saber que Anthony estaba escuchando, el pobre rubio sentía pena por su tío ya que él sabía los verdaderos motivos que tenía para no declararle su amor.
-Creo que pronto podría darnos una sorpresa. – Dijo Anthony para defender a su tío y no creyeran que estaba jugando con los sentimientos de Andrea.
-¿Tú crees? – Preguntó Candy quien también sabía de la impaciencia y el miedo de su tía.
-Estoy seguro, amor. – Respondió con una sonrisa tranquila.
-Tiene que ser así. – Dijo Joaquín también seguro de ello. – Nadie puede resistirse a la belleza de las Williams. – Dijo mirando a su esposa quien le sonrió con una mirada que ellos conocían muy bien entre sí.
-Estoy de acuerdo. – Dijo Anthony observando a su prometida quien advirtió en sus ojos el mismo deseo de minutos atrás provocando en su rostro que el color rojo se estacionara de pronto en ella.
-¿Dónde andaban? – Preguntó Candy con travesura a los recién llegados para calmar un poco su sonrojo y desviar la atención que había caído en ella de pronto. Anthony sonrió complacido por aquella reacción, le gustaba cuando su piel se sonrojaba de esa manera, sobre todo cuando él era el culpable de lograrlo.
-Salimos a tomar un poco de aire. – Dijo Albert con una sonrisa que no evitaba declararse que estaba enamorado.
-Sí, pero el frío comenzó a hacerse presente. – Dijo Andy sin quitarse el saco del mayor.
-Sí, ya vi que ambas tienen el saco de su prometido. – Dijo Roxanne provocando en su hermana pena que no era imposible de percibir, lo mismo que Albert, pero este sonrió complacido por cómo se escuchaba aquella mención "su prometida" una que esperaba pronto fuese ella y no la que su tía abuela le había elegido.
-Sr. De la Garza. – Dijo Albert para desviar un poco la pena de Andrea. – No es que quiero que piense que no es bienvenido, pero Roxanne había dicho que no tenía pensado venir a Lakewood hasta después de desenmascarar a Liam. – Dijo de nuevo a Joaquín.
-Efectivamente Albert, pero me enteré hace tres días que Liam salió hace una semana rumbo a Chicago, así que me decidí a venir para cuidar a mi esposa y a mi hija de ese rufián. – Dijo De la Garza demostrando que aquel hombre estaba decidido a no dejarse atrapar tan fácilmente.
-¿Liam está en Chicago? – Preguntó Anthony sorprendido y Joaquín asintió.
-Tal vez está en la mansión de Chicago junto a la Sra. Elroy o en la mansión de Sara. – Dijo de nuevo De la Garza, suponiendo dónde podría estar.
-No lo creo. – Dijo Albert pensativo. – Ni la tía abuela, ni los Leagan están en Chicago. – Dijo frotando su mentón desconfiado de dónde pudiera estar.
-¿Has averiguado algo más? – Preguntó Joaquín a Albert.
-Solo lo que te dije por teléfono. – Respondió Albert quien ya le había contado todo lo que había averiguado en el hogar de Ponny.
-Me gustaría conocer el lugar dónde creció mi hija. – Dijo Joaquín quien sabía tenía una deuda pendiente con ese lugar. Los ojos de Candy se iluminaron alegres al saber que su padre quería ir a visitar a sus otras madres ya que ella también moría de ganas de ir a verlas.
-Cuando guste podemos llevarlo. – Dijo Anthony al sentir la emoción en el cuerpo de su novia, esta volteó a verlo ilusionada. – Será un placer acompañarlos. – Dijo una vez más sincero. Candy le sonrió agradecida. Joaquín sonrió también de la misma forma por el ofrecimiento hecho por su futuro yerno.
-Muy bien muchacho, yo creo que cuanto antes mejor. – Dijo Joaquín decidido a hacerlo.
-Bien, creo que es hora de irnos. – Dijo el Sr. Williams levantándose junto a su mujer para emprender la retirada.
-¿No quieren quedarse aquí en la mansión? – Preguntó Albert a modo de ofrecimiento, no quería separarse de Andy ya que sabía que tenía que regresar a Chicago para continuar con sus estudios de medicina.
-Te lo agradezco Albert. – Dijo de nuevo el Sr. Williams, viendo la mirada de tristeza de su hija y su nieta. – Pero estoy cansado y me imagino que Joaquín igual. – Dijo poniendo la mano en el hombro de Joaquín de manera afectuosa.
-Efectivamente, además tengo que ordenar que bajen todo de las carretas. – Dijo riendo ya que había llegado a la mansión Williams y al decirle los sirvientes dónde estaban viajó de inmediato para ver a su esposa y a su hija y había dejado todo encima de las carretas. – También traigo algo para ti Anthony. – Dijo al rubio quien lo miró un poco extrañado ya que no se imaginaba qué era lo que pudiera llevar su suegro que fuese para él si tenía a Candy a su lado. – Me traje a Satán. – Le dijo con una sonrisa que obligó a Anthony a responder de la misma manera.
-¿Satán? – Preguntó entusiasmado, mientras sus primos veían un tanto confundidos a lo que se refería el suegro del rubio ya que Anthony no les había contado las aventuras que vivió con aquel hermoso corcel.
-Pensé que te gustaría conservarlo. – Le dijo Joaquín con una sonrisa. Anthony correspondió a ella y aceptó feliz aquel regalo que le daba su suegro.
-Por supuesto. – Dijo feliz. – Agradezco su ofrecimiento. – Dijo sincero al gesto que había tenido con él. Joaquín sonrió de la misma forma.
-Si me prometen que Candy y Andy estarán bien, yo mismo les autorizo que se queden. – Dijo el Sr. Williams de pronto para responder al ofrecimiento de Albert. – Digo, si no tienen inconveniente mi hija y Joaquín. – Dijo cayendo en cuenta que había hablado de más con Candy ya que a él no le correspondía su permiso.
-Siempre y cuando María, José y Juan puedan quedarse. – Dijo Joaquín. Roxanne asintió con una sonrisa, demostrando que estaba de acuerdo con su marido.
-Eso no es ningún problema. – Dijo Albert ilusionado por aquella confianza que le demostraban.
-Gracias por su confianza. – Dijo Anthony a Joaquín quien le sonrió agradecido, teniendo Anthony más que nunca el compromiso de corresponder a la confianza que sus suegros habían depositado en él y que sabía sería difícil de mantener, más cuando tenía a solas a aquella rubia con mirada de inocencia y sonrisa angelical que podía transformarse en una llama al rojo vivo con unas cuantas caricias que él le proporcionaba, lo que hacía que él correspondiera animoso a su contacto.
Los mayores se retiraron y solo quedaron parejas en el gran salón frente a la chimenea, la cual se dedicaron a prender los chicos Ardlay. Candy no perdía ningún movimiento de Anthony, lo veía ir y venir observando como alimentaba y avivaba el fuego, estremeciéndose su cuerpo al recordar el último beso que él le había dado, un recuerdo que le llegó al mismo tiempo que Anthony buscó con su mirada a la diosa rubia que lo seguía fijamente, sus miradas se encontraron y Candy claramente pudo advertir en sus pupilas el reflejo de las llamas de la chimenea que comenzaba a arder justo como ella sentía que ardía su cuerpo cuando él la besaba.
Se acercó a ella lentamente, como si estuviera estudiando sus movimientos, buscando el lugar más cómodo para ellos. Candy lo recibió tímida, sentada en sus rodillas, él llegó por detrás y la acomodó en su regazo, observando que Archie tenía a Annie, Stear a Patty, Juan a María y que tanto Albert como José estaban a un lado de Andy y Dorothy quien había obtenido permiso para que se quedara junto a José y este no se sintiera tan incómodo en un ambiente solo de parejas, eso aunado a que el patriarca había notado que la pelirroja se sentía atraída por José, algo que consideraba benéfico para su sobrino si ella lograba enamorar al chico que se había dedicado a molestar a Anthony desde su llegada a México.
La plática comenzó y pronto los mexicanos comenzaron a relatar sobre las leyendas que circulaban por su país, leyendas que Candy conocía muy bien ya que alguna vez había sido presa de ellas, sin embargo seguían causándole mucho miedo, sobre todo la leyenda de "La Llorona" y "La Nahuala", eran dos historias que odiaba escuchar pero que vio que tanto Anthony, como Albert y a Archie les causaron gracia, menos a Stear quien también sintió miedo y se abrazó a Patty para bajar la adrenalina que se producía en su cuerpo.
-No temas Stear, Patty te protegerá. – Dijo Archie con burla a su hermano, provocando la risa de los demás.
-Muy gracioso. – Decía el inventor quejándose de lo dicho por Archie, sin embargo no podía negar que le causaba miedo aquel relato fantasmagórico que le contaban los gemelos.
María pronto se quedó dormida, todos se habían dado cuenta que se veía muy cansada y Candy confirmaba que llevaba días con mucho sueño.
-¿Estará enferma? – Preguntó Juan preocupado por ella.
-No lo creo Juan. – Dijo Andrea. – Pero mañana te prometo que la voy a revisar. – Dijo para tranquilizar la inquietud del chico.
Después de María cayó Dorothy y Annie, así que los acompañantes fueron cayendo uno a uno, Patty se durmió casi al mismo tiempo que Candy y solo Anthony, Albert y Andy quedaban despiertos, pero Anthony discretamente se fue acurrucando en el saco de dormir en el que estaba Candy para así dar privacidad a su tío.
-¡Hay mis hijos! – Gritó de pronto Archie, provocando la risa de los que aún no eran vencidos en su totalidad por el sueño.
-¡Cállate Archie! – Dijo Stear lanzándole un cojín a su rostro. Archie comenzó a reír junto a Anthony y Patty se aguantaba la risa, a pesar de haber sentido miedo al igual que su prometido no podía evitar reírse de las ocurrencias que tenía su cuñado.
Albert y Andy también reían para pronto caer en una burbuja romántica, los demás se hicieron de la vista gorda y se volvieron a recostar para dejarlos solos.
Anthony atrajo a Candy hacia él y se llenó del aroma a rosas que desprendía su cabello para arrullarse poco a poco con él, lo último que vio fue a su tío despejar el rostro de Andy.
Albert observó que todo aquel espacio había quedado en silencio, los únicos ruidos que se escuchaban era el crujir de la madera que correspondía al fuego de la chimenea que aún no se consumía, mientras Andrea continuaba despierta soportando heroicamente el sueño. Despejó su rostro y la vio a los ojos directamente, encontrándose con aquella mirada tan bella que él amaba tanto, no tuvo tiempo de mucho ya que Andy se acercó a sus labios parando la trompa y cerrando sus ojos, venciendo la voluntad de Albert quien la vio enternecido por ese gesto, ella también deseaba ser besada por él. Se acercó más a su cuerpo y por fin cerró la distancia que había entre ellos, besando su boca con destreza y maestría, con un movimiento aprendido en sus años de vagabundo. Había conocido a muchas muchachas atrevidas, pero esa era la primera vez que besaba enamorado, así que su corazón se desbocó en el acto cuando sintió que Andrea se acercó más a él para profundizar el beso, no fue un beso tierno, fue un beso apasionado, lleno de sentimiento. Ella se separó tímida y Albert la volvió a besar para evitar que se alejara de él, arrepintiéndose por no haberla besado anteriormente.
-Lo siento. – Dijo Andrea en un susurro, tímida pero satisfecha con las emociones que le había hecho sentir aquel primer beso que recibía en su vida.
-No, yo siento no haberlo hecho antes. – Dijo Albert besándola de nuevo, pero esta vez la acercó por su cintura, poco a poco se recostaron uno frente al otro y se quedaron mirando sin decir palabras, sus sentimientos se veían reflejados en sus ojos que poco a poco se fueron cerrando vencidos por el sueño.
La mañana llegó rápidamente y para sorpresa de todos sobre todo los caballeros habían despertado muy bien acompañados, incluso José había terminado abrazado de Dorothy y esta se levantaba tímida para salir corriendo a la cocina y preparar todo para el desayuno. José fue detrás de ella con el pretexto de ayudarle.
-Buenos días, hermosa. – Dijo Anthony a Candy quien como siempre era la más difícil de despertar, observando como su rostro reflejaba una tierna sonrisa mientras dormía.
-Buenos días. – Dijo Stear estirando sus brazos con flojera. Después Archie y Annie, Patty y los demás despertaron saludándose uno al otro un tanto apenados y confundidos por amanecer así, todos en el salón como decía el dicho "cada oveja con su pareja" la chimenea aún humeaba y Albert y Andy se veían tímidos, sobre todo ella quien aún estaba incrédula a los besos que había compartido con Albert.
-Buenos días, Sr. Ardlay. – Dijo James después de obtener el permiso dado. – El desayuno ya está listo. – Anuncio con eficiencia.
-Gracias James, en un momento vamos. – Dijo Albert con una sonrisa, levantándose de su lugar para ayudar a Andy a levantarse, ella tomó su mano y fueron los siguientes en desaparecer por la puerta.
En el salón solo quedaban los tres Ardlay menores y sus prometidas, así como Juan y María la cual seguía dormida.
-Veo que las mexicanas son muy dormilonas. – Dijo Stear a modo de broma, observando a Candy y a María quienes eran las únicas que se mantenían dormidas.
-Eso no es normal. – Dijo Juan preocupado por María ya que sabía bien que su novia era de las primeras que se levantaba en cuanto comenzaba a salir el sol, temía por su salud y más porque Candy le había dicho que había permanecido así por días y al principio había asumido que era por la tristeza por la pérdida de su madre.
Candy comenzó a desperezarse y enfocó sus ojos en Anthony quien la veía enamorado, encandilado por su belleza y el brillo que desprendían sus ojos por la mañana.
-Buenos días amor. – Le dijo con dulzura. Anthony sintió que solo esas palabras lo transportaban a un lugar maravilloso lleno de flores donde todo era perfecto. Él besó su mejilla en respuesta a su saludo.
Una vez ya despierta Candy tomó un cojín y se lo lanzó a la cara a Stear.
-¡Oye! – Dijo el inventor como reclamo.
-También somos muy peleoneras. – Dijo Candy en respuesta al comentario hecho por él minutos antes.
-¡Me escuchaste! – Dijo Stear sonriendo como bobo, sin poder evitar que todos rieran por la acción llevada a cabo por la rubia.
-Lo ves amor, eso te pasa por hablar de más. – Dijo Patty a su novio. Todos continuaron riendo. Candy después enfocó su atención en Juan y en María.
-No te preocupes Juan, le diré a mi tía que venga a revisarla. - Dijo Candy y Juan le agradeció con la mirada, ella también estaba muy preocupada por la salud de su amiga.
-No es necesario. – Dijo María aún con los ojos cerrados. – Estoy despierta, solo que no puedo levantarme. – Dijo la morena realmente aflojerada. Annie se levantó para acercarse a ella y sentir si tenía fiebre, negando para que los demás supieran que no era así. María le sonrió por su gesto y Annie le respondió de la misma manera, una sonrisa cálida y con cariño, demostrando que realmente se preocupaba por su hermana.
Después del desayuno, Andrea había revisado a María y a pesar de tener un diagnóstico quería llevarla al hospital de Chicago para hacer pruebas sanguíneas.
-¿Y bien señorita Andrea? – Preguntó Juan preocupado. - ¿Qué tiene María? – Preguntó de nuevo. José estaba enseguida de su hermano, así como todos los demás incluido Albert. Andy lo observó primero y después a los demás.
-Quiero hablar contigo en privado. – Dijo Andrea seriamente, mirando a los ojos a Juan para advertirle que era necesario.
-¿Tan grave es? – Preguntó José también preocupado por ella.
-No, pero no sé si ustedes quieran que habla delante de todos. – Dijo Andrea de nuevo.
-Nosotros podemos salir. – Dijo Anthony, indicando a los demás que los dejaran solos.
-No. – Dijo Juan. – No hace falta, sé que puedo confiar en ellos. – Dijo tranquilo.
-¿Estás seguro? – preguntó Andrea. Juan asintió.
-Juan, María me comentó que tiene esos malestares hace más de dos meses, el sueño, la falta de apetito, mareos, el cansancio, es provocado por la falta de energía. – Decía Andy enumerando todos los síntomas que María le había revelado mientras la auscultaba.
-¿Ocupa vitaminas? – Preguntó Juan, interrumpiendo a la joven pasante de medicina, algo que siempre le decía su madre cuando él se veía muy cansado desde niño "ocupas unas vitaminas" era el dicho que siempre había tenido su madre.
-Sí las necesita, pero esa no es la razón de los síntomas. – Todos observaban a Andrea esperando el diagnóstico. – Necesito hacer una prueba de sangre, pero todo parece indicar que María está encinta. – Dijo Andrea de nuevo, provocando que Juan quedara en shock por un momento y no fue hasta que un zape que le dio su hermano que reaccionó.
-¡Baboso! ¡Te dije que si no tenías cuidado te podía salir algo con patas! – Estas palabras las había dicho en español y nadie salvo Candy las había comprendido, mirando a José con reproche por haberlas dicho.
-¿Voy a tener un hijo? – Preguntó Juan entre feliz y con miedo.
-Es lo más probable que en siete meses así sea. – Dijo Andrea de nuevo.
-¡Voy a ser papá! – Dijo emocionado, todos sonreían felices por la noticia.
-¿Qué vas a ser qué? – Preguntó Felipe, quien en ese momento iba entrando a la mansión acompañado de Joaquín, quien ya estaba listo para partir al hogar de Ponny.
Continuará…
Hola hermosas espero que les haya gustado el capítulo de hoy, espero no haber tenido muchos errores porque la verdad he estado muy ocupada pero hice mi esfuerzo y aquí quedó. Gracias a cada una de ustedes por comentar.
Julie-Andley-00. Hola hermosa. ¿Cómo estás? Espero que bien. Que bueno que te gustó el capítulo, la verdad que yo me reí mucho cuando me imaginé a la pobre Dorothy en esa situación tan embarazosa. La historia de Candy hubiera sido muy diferente si Anthony no hubiera muerto, sin embargo el "hubiera" no existe y la autora ya no quiso continuarla, lo bueno que hay personas que tenemos un poco más de imaginación y escribimos para hacerlos felices y con ello hacernos felices, jejejeje. Hermosa tengo pendiente 3 capítulos por leer, espero darme tiempo el fin de semana. Te mando un fuerte abrazo.
Rose1404. Hola hermosa, ¿Cómo estás? Espero que muy bien, yo estoy bien gracias a Dios, aquí apurada agradeciendo los comentarios. Espero que te guste este capítulo, muchas gracias por leer y que tengas buena noche. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.
TeamColombia. Hola hermosas, espero que estén bien y que les haya gustado el capítulo, muchas gracias por sus lindos comentarios y sobre todo por leer. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
Mayely León. Hola hermosa ¿Cómo estas? Me imagino que tienes el tiempo encima, igual que yo, sin embargo quiero agradecerte el que te des un tiempo para leer. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.
StephanySchreave. Hola hermosa! ¿Cómo estás? Si, la parte de la bodega da mucha risa, sobre todo de nervios la verdad yo me reí mucho al imaginarme la incómoda escena. Tienes razón, si lo analizas nadie fue feliz todos quedaron volando, pero como dices aquí estamos para escribir con su galán de preferencia, lástima que hay muy pocas del rubio menor snif!. Gracias por leer hermosa, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones amiga.
lemh2001. Hola hermosa, tienes razón la vida de las personas de servicio era mucho más dura antes ya que no se atrevían a confesar los abusos de los patrones. Archie es un amor con Annie, y Albert por lo pronto la dio el primer paso, vamos a ver como reacciona al haber probado los labios de la tía de la pecosa. Muchas gracias por tu comentario hermosa, te mando un fuerte abrazo.
María José M. Hola hermosa, no te preocupes a veces se batalla con la plataforma, pero lo bueno es que puedes leer y comentar. La parte de la bodega fue la que causó gracia en varias lectoras y en esta se revela el motivo de su poco aguante, ya tenía las hormonas bastante aceleradas por culpa del embarazo. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Ster Star. Hola hermosa, aquí ya se ve un poco más de la reacción que tuvieron las hermanas "Rodríguez", creo que es una reacción válida ya que ambas son muy tímidas y todo tiene que ser paso a paso. Me alegra que te guste la historia la verdad, muchas gracias por mantenerte pendiente de ella. Espero el próximo comentario. Te mando un fuerte abrazo hermosa.
Leidy. Hola hermosa, que bueno que te gustó el capítulo. Espero continúes leyendo a pesar de que todavía queda lejos de cumplirse tu deseo. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Clint Andrew. Hola, aquí se desarrolló más el encuentro entre las hermanitas, espero haya sido de tu agrado. Parece que llamaste la aparición del hogar de Ponny, ya en el próximo capítulo se hará ese encuentro. Recibo con gusto tu abrazo y tus bendiciones y van con el mismo cariño hacia ti. Cuídate también mucho hermosa, saludos y bendiciones.
Muchas gracias para todas las personas que leen y no se atreven a comentar, así como las lectoras que siguen la historia fielmente cada actualización, gracias por leer y sobre todo por tomarse ese tiempo para hacerlo. Les mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones hasta ese rincón de lectura que eligen para hacerlo.
GeoMtzR.
