Los personajes de Candy Candy no me pertenecen, simplemente los utilizo para mandar lejos a mi imaginación y llegar a un lugar mucho más divertido que a donde mandaron la historia original, es sin fines de lucro ya que está escrita para entretener a las personas que decidan leerla. Esta historia es clasificación M esto quiere decir que no es apta para menores de edad o para personas que son sensibles a leer temas adultos, así que te pido discreción si puedes leerlo y si no por favor de la manera más atenta te pido que te retires de ella, de lo contrario ya sabes que eres bienvenida. Comenzamos!
LEJOS DE TI
CAPÍTULO 25
ALBERT RECIBE UNA VISITA
Candy observaba con una sonrisa a su novio, le gustaba verlo feliz con alguien a quien podía advertir mientras hablaba estimaba de verdad, ya que sus palabras eran sinceras y su manera de dirigirse a él siempre había sido sin filtros.
-Pero ya fue mucho de mí. – Dijo Terry por fin, dejando de hablar para enfocarse en su amigo y en su novia, sin dejar de admirar que era una chica realmente hermosa. – Ahora cuéntame cómo es que tu prometida mexicana es la misma chica que tanto estabas buscando. - Pregunto curioso de verdad, quería saber esa parte de la historia y no se conformaría con solo un parte de ella.
Anthony volteó a ver a Candy con una sonrisa realmente enamorada, siendo correspondido en el acto por ella, ambos sonreían felices por aquella coincidencia tan maravillosa de la vida, mientras Terry podía observar a par de rubios dándose, cuenta de lo afortunado que era Anthony por la joven tan hermosa y distinguida que tenía como novia, sintiendo un poco de celos de la suerte que tenía su amigo.
-Candy realmente terminó en México, como era el deseo de los Leagan. – Dijo tomando la mano de la pecosa para llevarla a sus labios y así besarla. – Y para su buena suerte se encontró con una familia buena que decidió adoptarla. – Mencionó de nuevo al rebelde.
Anthony comentaba a Terry a grandes rasgos cada una de las aventuras que había pasado desde la última vez que se habían visto y Candy le ayudaba a contar todas sus peripecias, a veces eran cómicas y ambos reían y cuando se tornaban intensas también ambos cambiaban sus expresiones, siendo complemento uno y otro de lo que decían. Terry podía ver que la conexión que tenía aquella pareja era realmente envidiable y pudo observar que realmente eran el uno para el otro y que era comprensible porque Anthony había pasado tantos años pensando solamente en ella. Había descubierto que era una chica realmente especial además de hermosa y distinguida, la pareja perfecta para su amigo ya que quien mejor que él para conocerlo verdaderamente.
-Y ahora estamos aquí próximos a anunciar nuestro compromiso ante toda la sociedad de Chicago. ¿Verdad amor? – Preguntó a Candy quien asintió sonriente a la pregunta de su apuesto prometido.
-¿Y tú tía abuela no sabe quién es Candy? – Preguntó el rebelde sumamente divertido, a leguas se notaba que le agradaba aquella travesura que llevaría a cabo Anthony en complicidad con Candy y Albert.
-No. – Respondió cómplice de su sonrisa. Él sabía que Terry adoraría aquella situación.
-Yo tengo que ver eso hermano. – Dijo divertido y Anthony sonrió ante ese hecho.
-Por supuesto que estás invitado. – Respondió Anthony tranquilo.
-¿Es una invitación para dos? – Preguntó refiriéndose a sí podría llevar compañía. Anthony calló por un segundo.
-Por supuesto. – Respondió Candy con una sonrisa, haciendo respirar a Anthony por el aprieto en el que se había encontrado por un segundo.
Terry sonrió a Candy agradecido por su amabilidad a pesar de que creía que aún no conocía a su prometida.
-También quería pedirte algo Anthony. – Dijo Terry mirándolo fijamente a los ojos.
-¿Qué sucede? – Preguntó Anthony intrigado al verla expresión que había tomado el rostro de Terry.
-El productor es un tacaño, y en el pueblo anterior rentó un hotelucho de mala muerte… - Dijo fastidiado al recordar el lugar anterior en el que se habían tenido que hospedar.
-No tienes ni qué preguntar eso, puedes quedarte en la mansión. – Dijo Anthony casi de inmediato. Terry sabía que Anthony se lo ofrecería a él, pero su pena no era por eso sino por Mack ya que sabía lo que ella había sentido por el rubio, lo que no sabía era que esa mañana antes de ser su mujer Mack había besado a Anthony casi enfrente de Candy.
-Gracias. – Respondió agradecido por su ofrecimiento – Pero yo sabía que no me lo negarías, lo que te quiero pedir es si puede Mack hospedarse en la mansión Ardlay también. – Dijo Terry al rubio. Anthony sintió la incomodidad de Candy, sin embargo volteó a ver a Terry para aceptar aquel pedido, lo hacía por su amigo, más cuando Candy asintió a pesar de su inseguridad. Terry pudo ver que ambos estaban incómodos a pesar de haber aceptado su pedido.
-Anthony, Mack ahora me ama de verdad. – Dijo Terry a su amigo. – Señorita pecas. – Le dijo a Candy quien lo miró ofendida.
-¡Oye! – Le dijo la rubia como reclamo. Terry rió con muchas más ganas cuando vio el rostro ofendido de Candy y del rubio quien estaba igual que ella. -¡Me gustan mis pecas! – Dijo de nuevo rápidamente.
-No le hagas caso amor, tus pecas son adorables. – Dijo Anthony empujando a Terry algo fuerte, pero a este no le importó el reclamo del rubio, sino que en el empujón que le dio cayó recostado en el diván en el que estaba sentado y no podía parar de reír.
-Lo siento, no pude evitarlo. – Decía recomponiéndose. – Lo que pasa que varias veces escuché a Anthony llamarte "mi Dulce pecosa". – Dijo Terry ironizando la manera en la que Anthony la llamaba con amor.
- Pero él es mi prometido, y no lo hace para ofenderme. – Dijo Candy defendiendo las palabras de su novio.
-Además que soy el único que puede llamarle así. – Dijo Anthony dando un puñetazo en el brazo del rebelde, quien solo se frotó el brazo para minimizar el dolor.
-Bien, bien, lo siento. – Dijo ya más tranquilo al controlar su risa. – Señorita De la Garza. – Dijo irónico, Candy y Anthony rodaron los ojos, pero Terry ya no los tomó en cuenta. – Mack es una buena chica y su único error fue poner los ojos en este atarantado. – Dijo refiriéndose al rubio.
-¡Oye! – Dijo ahora quejándose Anthony. Terry prosiguió ignorando su queja, ya que muchas veces lo había llamado así por considerarlo un tonto por no haber correspondido al amor que Mack le brindaba.
-Sin embargo, ahora puedo decir que mis sentimientos y los de ella están en el mismo canal y estamos comprometidos y próximos a casarnos, así que no hay que temer por ese lado. – Decía explicando a Candy para que no pensara que las intenciones de Mack eran aprovechar la situación para arrojarse a los brazos del rubio.
-Yo confío en el amor de Anthony. – Dijo Candy al rebelde. – Así como sé que él corresponde al mío. – Dijo sonriéndole a su prometido quien correspondió a su sonrisa agradecido por la confianza que ella depositaba en él.
-¿De verdad? – preguntó Terry bromeando como si hiciera mal en confiar en él. Anthony lo observó con queja y Terry le sonrió de lado.
-¿Tú no confías en tu prometida? – Preguntó Candy a Terry. Terry abrió los ojos sorprendido por su pregunta, ya que no se lo había preguntado siquiera. Se levantó de su lugar y comenzó a caminar por el pequeño espacio que le habían asignado. Candy y Anthony lo veían caminar pensativo por unos momentos.
-La verdad que no lo había ni pensado. – Respondió a la pregunta hecha por la rubia. – Supongo que al pedirte que la alojes también a ella es porque confío en ambos. – Dijo a Anthony quien le sonrió sincero y agradecido por aquella confianza que le mostraba su amigo.
-Sabes que puedes confiar en mí hermano. – Le dijo extendiendo su mano para jalarlo a él y abrazarlo con gusto. – De hecho podemos irnos de una vez, ya que debo llevar a Candy a su casa. – Dijo una vez que observó la hora en su elegante reloj de bolsillo.
-Bien, yo ya terminé, solo deja ir por Mack y mi maleta. – Dijo el rebelde, tomando la maleta que llevaba. Anthony sonrió por lo pequeña que era, sabía que él tendría que proporcionarle lo necesario.
Cuando llegó por Mack ella lo recibió con un sorpresivo beso en los labios, beso que el rebelde correspondió rápidamente, soltando la maleta que llevaba en la mano para abrazarla por la cintura.
-¿A dónde vas? – Preguntó Mack cuando notó ese hecho.
-Vengo por ti para irnos a la mansión Ardlay con Anthony. – Dijo tranquilo. Mack se tensó al mencionar al rubio. - ¿Sucede algo? – Preguntó desconfiado por su actitud.
-No, pero yo no me voy a quedar en la mansión de él. – Dijo nerviosa al recordar lo sucedido aquella mañana.
-¿Por qué no? Ya se lo pedí a él y su prometida está de acuerdo con ello. – Dijo el rebelde causando sorpresa en el rostro de la joven.
-¿Ellos están aquí? – Preguntó sobresaltada. Terry asintió con una expresión seria.
-Hace rato que llegaron, solo que sabía que estabas descansando, por eso no te molesté, pero ahora quiero que me acompañes y así conozcas a su prometida y que ella conozca a la mía. – Dijo tomándola de la mano para llevarla junto a ellos.
Mack no supo que hacer, ni como negarse a la petición de su novio y se dejó guiar al camerino de su prometido, quien cambió su expresión de desconfianza al ver que ella no ponía objeción por volver a ver al rubio.
En el camerino Candy y Anthony habían quedado a solas cuando Terry salió del lugar.
-¿Estás segura que no te molesta mi amor? – preguntó Anthony a Candy, quien sonrió indecisa ya que no estaba realmente segura de poder controlar los celos que podría sufrir si aquella joven que estaba enamorada de su novio se quedaba bajo el mismo techo que él, ella misma había comprobado lo que era tenerlo durmiendo en el mismo lugar y había sido bastante difícil controlarse para no amanecer abrazada a su cuerpo.
-No es que me encante la idea. – Dijo Candy sincera. – Pero confío en ti y sé que si ella está con él… - Dijo dudando lo que había pasado por la mañana. - ¿Crees que ella se atreva a algo más? – Preguntó por fin vencida por las dudas.
-No lo creo preciosa, Mack es una buena chica, eso lo sé, lo que no sé es porque hizo lo que hizo esta mañana si ya estaba en una relación con Terry. – Dijo Anthony realmente preocupado por su amigo. – No me gustaría que se esté burlando de él. – dijo con seriedad. La puerta se abrió en ese momento y apareció un Terry bastante feliz y lleno de alegría de la mano de Mack quien al contrario de la felicidad que mostraba el castaño parecía realmente avergonzada.
-Hola. – Dijo Mack tímida a ambos rubios, una timidez que ni Terry, ni Anthony le conocían en absoluto. – Buenas tardes. – Volvió a decir para completar su saludo.
-Buenas tardes, Mack. – Respondió Anthony extendiendo su mano para saludarla de nuevo. Mack extendió su mano apenada y lo saludó apenas posando sus ojos en los de él.
-Mack, ella es Candice White De la Garza. – Dijo Terry pronunciando por primera vez el nombre de Candy. – La prometida de Anthony.
-Candy. – Dijo la rubia extendiendo su mano para saludar a Mack quien sentía su rostro arder por la pena de tener al frente a la joven que había ofendido sin querer hacerlo. – Mucho gusto. – Dijo con una sonrisa sincera. Candy había advertido que aquella joven estaba realmente avergonzada.
-Igualmente. – Respondió con una sonrisa tímida a la rubia.
-Parece que al que no conoces es a Anthony. – Dijo Terry como queja, sin embargo no se molestó en hacer que se dieran un abrazo, ya que a él no le convenía que su ahora mujer se arrojara de nuevo a los brazos de su amigo. – Estamos listos, solo tenemos que ir al hotel por las pertenencias de Mack. – Dijo abrazando a su novia por la cintura, quien se acercó a él con una sonrisa. Terry le sonrió de vuelta y Candy pudo apreciar amor en ambos, respirando un poco más tranquila, sin embargo la duda aún estaba latente en ambos rubios.
-Muchas gracias. – Dijo Mack. – Pero yo me quedaré en el hotel. – Volvió a decir segura de lo que decía. – Agradezco tu hospitalidad Anthony, pero prefiero quedarme en el hotel junto a los demás compañeros. – Agregó segura de sus palabras, siendo de nuevo la Mack que ya conocían.
-Pero Mack… - Dio Terry a su novia.
-No insistas, por favor Terry. – Dijo con una mirada firme a su novio. Él asintió y no dijo nada más. Candy y Anthony habían preferido mantenerse al margen de la situación, observándose ambos incómodos por aquel pequeño desacuerdo que tenían los castaños.
El hotel al que iban estaba a unos cuantos pasos del teatro, así que las dos parejas decidieron caminar hasta el lugar para dejar a Mack en su habitación sana y salva. Terry la había acompañado hasta la puerta del cuarto mientras Candy y Anthony permanecían abajo esperando al rebelde.
-¿Estás segura de quedarte aquí? – Preguntó Terry aún con la intención de convencerla de ir con él.
-Es lo mejor Terry. – Dijo Mack a su novio. – Aún me siento incómoda con Anthony, y no quiero que su novia se sienta incómoda si sabe del enamoramiento que tuve por su prometido. – Decía suspirando, segura de que ya había hecho bastante aquel día contra los rubios y no era su intención seguir arruinándolo.
-¿Estás segura que ese sentimiento es pasado? – Preguntó Terry desconfiando. Ella lo tomó del rostro y lejos de sentirse ofendida comprendió su inseguridad y le sonrió enamorada.
-¿No fue suficiente con lo que sucedió esta mañana para convencerte? – Preguntó mirándolo a los ojos, los ojos de él brillaron con deseo en ese momento.
-Ahora me arrepiento de haber pedido asilo a Brower. – Le dijo besándola apasionadamente. Mack lo recibió gustosa. Ambos se despidieron a duras penas uno del otro, no quería poner en entredicho la honra de su novia, a pesar de que medio elenco sabía lo que había sucedido entre ellos.
Anthony y Candy conversaban aún dudado el rubio de los sentimientos de Mack por el castaño.
-Ella realmente lo ama. – Le dijo Candy a Anthony al ver su preocupación por su amigo.
-¿Cómo lo sabes amor? No la conoces. – Decía realmente preocupado, él mejor que nadie sabía que a pesar de la careta que Terry mostraba a los demás por dentro era un joven solitario y sensible que fácilmente podía caer en depresión.
-Pero vi como lo miraba, ella lo mira con amor. – Dijo abrazándolo por la cintura, aprovechando que se habían quedado solos en el lobby. Anthony la miró maravillado por su nobleza.
-Tal vez tienes razón y yo estoy sobreactuando. – Le dijo colocando sus rizos detrás de su oreja. – Pero me gustaría hablarlo con ella. – Decía mirándola a los ojos para que confiara en él y comprendiera que era importante para él aclarar ese punto.
-Entiendo. – Respondió Candy resignada. – Pero por favor no cometas una indiscreción como tu amigo. – Dijo recordando que Terry era bastante poco sutil para hablar de ciertos temas.
-No te preocupes hermosa, lo que menos quiero es que se preste a malas interpretaciones. – Dijo besando su frente. – Intentaré hablar con ella en el teatro. – Dijo de nuevo. Candy sonrió no muy convencida de ello, sin embargo entendía la preocupación de su novio por su amigo.
Terry después de la dura despedida de su ahora mujer, bajaba las escaleras cuando fue interceptado por Susana.
-Terry ¿Podemos hablar? – Preguntó tímida tomándolo del brazo. Terry la observó con una sonrisa de fastidio, no toleraba a esa chica rogona y escurridiza ya que siempre se le aparecía por todos lados.
-¿Qué sucede Susana? – Preguntó intentando ser amable. Desde su lugar Anthony y Candy pudieron observar que la misma rubia que los había recibido en el teatro estaba al lado de Terry y de lejos se veía que le estaba rogando.
-Terry… sabes que yo te amo… - Dijo la diminuta chica con los nervios reflejándose en sus movimientos.
-Susana, ya hablamos de ello, ya te he dicho que yo no siento lo mismo por ti. – Le dijo ansioso, seguro de que iniciaría una vez más con aquella charla que él prefería evitar.
-¡Pero tú me besaste! – Dijo insistente aferrada a aquel recuerdo de ese único beso.
-Susana, no niego que me gustas, eres una chica hermosa, pero a la que yo amo y que pronto será mi esposa es Mack. – Dijo sin querer seguir manteniendo una esperanza viva en aquella chica que a pesar de no amar no la quería lastimar, se le figuraba como un animalito desprotegido y le tenía lástima.
-¿Tu esposa? – Preguntó apuñando su mano con fuerza. - ¡Pero tú me besaste! ¡Y acabas de confesar que te gusto! – Decía necia, tergiversando las palabras que el rebelde le decía, como si ella supiera mejor los sentimientos de Terry que él mismo.
-¡Pero no te amo Susana! ¡Entiéndelo! – Le dijo mirándola fijamente a los ojos, perdiendo ya la poca paciencia que le quedaba con ella. Susana no quiso escuchar nada más y salió corriendo despavorida subiendo las escaleras para poder perderse por el corredor que llevaba a las habitaciones.
-¿Estás bien? – Preguntó Anthony a su amigo ya que si bien lo conocía sabía que le dolía lastimar a las personas, en especial a una dama.
-Estoy bien. – Respondió Terry fríamente. Candy lo observó confundida ya que por un momento pudo observar pesar en su mirada, sin embargo le respondía a Anthony de una manera fría, pero Anthony sabía bien lo que había en el corazón de su amigo.
-No es tu culpa. – Le dijo palmeando su hombro. - ¿Quién te manda ser tan encantador? – Preguntó a modo de broma. Terry le dio un leve empujón para no desequilibrarlo y provocar empujar a Candy.
-Nunca quise enamorarla, menos al saber que es una chica noble y sensible. - Decía mirando al frente, a pesar de todo se sentía culpable, ahora comprendía realmente lo que había sentido Anthony antes.
-Son situaciones que no podemos evitar a veces. – Dijo Anthony. Terry lo vio a los ojos y asintió con una sonrisa. Sabía por qué lo decía.
-En fin, ya le dije que me casaré pronto con Mack. – Dijo feliz con su comentario.
-¿Qué tan pronto? – Preguntó Anthony queriendo saber más de aquella decisión que había tomado según él repentinamente.
-Antes de lo que te imaginas. – Dijo sonriente.
-¿Cuánto estarán en Chicago? Pregunto de nuevo el rubio.
-Eso depende del éxito de la obra, el productor tiene confianza de que también gustará aquí. En Nueva York estuvimos cerca de dos meses, en el pueblo anterior una semana porque nos quejamos de las instalaciones, pero aquí es otra cosa, tanto el hotel como el teatro son bastante buenos. – Dijo reconociendo que si había diferencia en los lugares donde habían estrenado la obra.
-Bueno, por lo pronto te aviso que este viernes se anuncia nuestro compromiso. – Dijo sonriendo feliz igual que Candy.
-Estaremos en primera fila. – Dijo Terry divertido, ya que por nada del mundo se perdería la reacción de los Leagan al conocer la identidad de la prometida de su mejor amigo.
Llegaron al automóvil para iniciar el trayecto a la mansión Williams, mientras Terry se quedaba en el auto esperando a Anthony, el par de rubios se despedía de manera muy apasionada, aprovechando que nadie los veía.
-No quiero que te vayas. – Dijo Candy a su novio, quien le sonrió enamorado, él tampoco quería irse.
-Yo tampoco me quiero ir, sin embargo tengo a Terry en el auto. – Dijo sonriendo travieso, preocupándose muy poco porque su amigo lo esperara.
-Lo sé. - Dijo Candy jugando con su corbata. Anthony volvió a besarla en los labios, acariciando su espalda con una mano mientras con la otra la sujetaba de la cintura, aferrándola a su cuerpo con firmeza, le gustaba sentirla cerca de él. Los besos cada vez eran más necesitados y su boca lo demostraba al comenzar a viajar por su delicado cuello. Candy comenzó a reír por las cosquillas que le provocaba el rubio con su boca.
-¡Me haces cosquillas Anthony! – Dijo riendo, sin embargo Anthony seguía besando con delicadeza aquella parte tan suave y cremosa de su cuerpo. - ¡Te está esperando Terry! – Decía ansiosa, pero sin intentar huir de sus besos, disfrutando de sus caricias que le provocaban sensaciones nuevas en su cuerpo, las cuales le agradaban en demasía.
-Que espere, nosotros le dimos tiempo para estar con su novia. – Decía entre risas, continuando con los besos por su cuello.
-Buenas noches. – Se escuchó de pronto una voz detrás de la rubia.
-Buenas noches. – Respondió Anthony separándose de pronto de Candy quien estaba bastante abochornada que no pudo ni responder.
-¿Cómo estás Anthony? – Preguntó Andy con la voz más relajada, cosa que alivió un poco a Candy al creer por un segundo que era su mamá.
-Bien Andy ¿Y tú? - Preguntó apenado a la tía de su prometida.
-Bien, esperando a Candy. – Dijo viendo a la rubia menor. Candy se sonrojó hasta las orejas. – Será mejor que entres antes de que salga tu papá a buscarte. – Dijo Andy guiñando un ojo a la menor. – Quería salir a recibirte, pero me he adelantado, vio las luces de tu auto y pensó que ya era mucho para que Candy no entrara. – Le dijo a ambos, quienes comprendieron agradecidos que Andy había salido en su rescate.
-Gracias. – Dijo Candy aliviada porque hubiese sido su tía la que los había sorprendido en aquella situación y no alguno de sus padres.
-Anda, vamos. – Le dijo una vez más a Candy.
-Me retiro. – Dijo Anthony con una reverencia a ambas, guiñando un ojo a su amada Candy quien le sonrió ilusionada correspondiendo a ese gesto de la misma forma. Anthony suspiró enamorado para después dirigirse al auto una vez que vio que ambas jóvenes se adentraban a la mansión.
-Hasta que llegas. – Dijo Terry quien tenía su gorrita encima de sus ojos y los pies sobre el tablero.
-Tú también nos hiciste esperar largo rato. – Le dijo Anthony despreocupado, colocándose en el volante para encender el auto.
-Pero tú estabas muy bien acompañado. – Respondió el rebelde explicando que él no se había aburrido en la espera.
-Anda, ya no te quejes y baja los pies de ahí. – Le dijo mientras metía los cambios del vehículo. Terry rió por su comentario y se acomodó de diferente manera cuando el automóvil tomó velocidad.
Llegaron a la mansión Ardlay y Stear y Archie los recibieron, el menor no de muy buena gana, sin embargo le daba gusto volver a verlo.
-Bienvenido. – Había dicho Stear para saludarlo gustoso de verdad de volver a verlo.
-Stear. – Dijo Terry con una sonrisa. – Elegante. – Dijo sonriendo de lado, lo mismo que Archie quien le sonrió de la misma forma.
-Duquecito. – Le dijo con sarcasmo. Terry sonrió.
-Ya extrañaba tu humor. – Le dijo Terry extendiendo su mano para saludarlo.
-¿Ya cenaron? – Preguntó Anthony, quien sabía había llegado tarde para la cena.
-Ya, pero no te preocupes le dijimos a la tía abuela que tenías un pendiente con un amigo. – Dijo Stear quien se había encargado de cubrirlo con la tía abuela. Anthony asintió agradecido.
-Lo bueno que no fue una mentira. – Dijo Archie viendo de lado a Terry, este rodeó sus ojos.
-Terry se quedará con nosotros. – Dijo Anthony para avisar a sus primos que lo había invitado a pasar unos días ahí en la mansión. Archie rodó los ojos al igual que lo había hecho Terry anteriormente.
-No te preocupes elegante, sólo serán unos días – Dijo Terry al ver el gesto del menor de los Ardlay.
-Me da igual si veo o no tu feo rostro. – Dijo Archie bromeando. Terry siguió bromeando con él.
-Ya basta, ven Terry vamos a cenar. – Le dijo para dirigirse al comedor.
Aquella noche Terry no pudo conocer a la tía abuela, ni tampoco saludar a Albert ni mucho menos a alguno de los Leagan.
-Los Leagan se van a quedar a dormir. – Dijo Stear a Anthony quien se mostró confundido, no comprendía porque si ellos tenían su casa se quedaban en la mansión. Stear vio en los ojos de Anthony aquella duda. – Ya sabes cómo es la tía abuela y el Sr. Liam que no pierde la oportunidad de lamer sus pies. – Dijo fastidiado por la actitud de todos ellos.
-En fin. – Dijo Anthony ya resignado a aquella realidad. – Ven Terry te llevaré a tu habitación ya mañana saludarás a la tía abuela y a Elisa. – Le dijo bromeando con ello.
-Paso, no tengo ganas de ver a tú ex prometida. – Dijo Terry intentando molestar a Anthony.
-Dirás prometida de mi tío. – Dijo Anthony. Terry lo miró estupefacto sin creer aquella noticia y pronto volteó a ver a Stear y a Archie quienes asintieron para confirmarle que las palabras de su primo eran verdad.
-Vaya, está peor que la papa caliente. – Dijo provocando la risa de los Ardlay.
-¿Qué te digo? Ideas de la tía abuela. – Dijo Anthony un tanto fastidiado por el asunto.
-¿Se casará con ella? – Preguntó Terry con duda.
-¿Celoso? – Preguntó Anthony con travesura.
-Para nada, ya tengo a Mack. – Dijo de nuevo sonriendo feliz por aquella realidad que vivía ahora.
-¿¡Mack!? – Preguntó Archie sorprendido, ya que él era el que apostaba más por el amor de Mack por Anthony.
-¡Pero ella está enamorada de Anthony! – Dijo Stear sutil como siempre. Terry cambió su expresión por una más seria.
-Eso era antes, ahora es mi prometida. – Dijo demostrando que no le había gustado aquel comentario. Stear guardó silencio al igual que Archie.
-¿Desde cuándo están juntos? – Preguntó Anthony mientras llegaban a la habitación en la que se hospedaría el rebelde.
-Desde hoy en la mañana. – Respondió más feliz a su amigo. – Hoy en la mañana llegó algo extraña a mi camerino. – Dijo recordando cómo había entrado de improvisto. – Teníamos meses tratándonos de nuevo y poco a poco vi como su manera de ser cambió para conmigo, su actitud ya no era indiferente a mí y en los ensayos y en escena sus besos habían cambiado, yo me di cuenta que me amaba primero que ella. – Confesó el rebelde verdaderamente ilusionado con aquella relación, la primera que tenía de verdad. - Pero hoy confirmó que su amor por mí era sincero. – Dijo con una sonrisa. Anthony sonrió con él.
-De verdad me alegro por ti. – Dijo Anthony sincero al imaginarse que tal vez Mack se había arrojado a sus brazos para ver si tenía algún tipo de sentimiento por él y le alegraba que por fin sus dudas hubiesen sido despejadas, pensando que ya no había necesidad de aclarar algo con ella y que así no se prestara a malas interpretaciones.
-Yo más, por fin se dio cuenta que nadie la podrá amar más que yo. – Dijo de nuevo. Los Cornwell lo escuchaban un tanto atónitos ya que ninguno de ellos sabían que Terry estaba enamorado de Mack y mucho menos sabían que había un compromiso previo entre ellos.
-Si necesitas algo, mi habitación es la de enfrente. – Le dijo ubicando la puerta que le correspondía a él.
-Gracias Brower. – Le dijo Terry a su amigo, abrazándolo feliz para entrar a su habitación y dormir profundamente soñando con su novia.
Albert por su parte había ido a visitar muy temprano a Andy y había aprovechado para hablar con su padre de hombre a hombre, confesando las intenciones de la tía abuela para con Elisa, sabía que si no lo había podría mal interpretarse y a pesar de que no había hablado de ello con Andy se sentía más tranquilo de haberlo hecho con el padre de ella, quien entendió el asunto y brindó su apoyo diciéndole que se reunirían en cuanto Vincent llegara a la ciudad.
Vincent llegaría a Chicago con el pretexto de la fiesta de compromiso de Anthony, lo mismo que los padres de Stear y Archie, así aprovecharía Albert para hacer ese movimiento y romper definitivamente aquel absurdo compromiso con Elisa.
El patriarca se encontraba en su habitación se sentía acalorado y se había quedado despierto observando por la ventana, su pecho desnudo resaltaba en la oscuridad de la noche, solo los rayos plateados de la luna se reflejaban en su blanca piel.
-¡Tío! – Dijo de pronto la voz de Elisa quien entró a la habitación sin tocar siquiera. Albert no tuvo la oportunidad de cubrir su cuerpo cuando ya tenía el de Elisa sobre el suyo abrazándolo de frente.
-¿Qué sucede Elisa? – Preguntó más sorprendido que preocupado por su apariencia. - ¿Por qué lloras? – Preguntaba insistente al ver el llanto excesivo de la pelirroja.
-Mi madre dice que si no me caso contigo me va a desheredar por completo. – Decía Elisa sin dejar de llorar. – No entiende que yo no quiero casarme así, sin amor. – Decía viéndolo a los ojos logrando que de nuevo Albert tuviera compasión por ella.
-No te preocupes, yo hablaré con ella. – Dijo decidido a hacerlo en ese preciso momento.
-No tiene caso, se regresó con Neal a casa. – Dijo sin dejar de sollozar. Albert apretó la mandíbula molesta con la actitud de Sara, que ya estaba logrando ponerlo al límite por su insistencia.
-No te preocupes Elisa, mañana hablaré con ella de una vez por todas. – Dijo Albert seguro que era lo primero que haría en el día.
-¿Qué le vas a decir? – Preguntó con más confianza, los días que habían convivido le había dado la confianza de hablarle de esa forma.
-La verdad, que no me amas, ni yo a ti que este compromiso es absurdo y si no obedece me veré en la necesidad de retirar todas las acciones de los Leagan de las empresas Ardlay. – Dijo firme en la decisión que había pensado.
-¿De verdad? – Preguntó Elisa con temor. Albert vio el miedo en sus ojos.
-Lo haré si tu madre o tu padre no aceptan entregarme ese documento. No pueden obligarme a firmarlo, no te preocupes. – Dijo para tranquilizarla. Elisa se abrazó a él de nuevo con fuerza y poco a poco fue calmando su llanto.
En unos minutos el calor del cuerpo de Elisa comenzó a subir con cada respiración que daba y cada sollozo aumentaba esa temperatura.
-Deja de llorar. – Le dijo Albert volteando su rostro para que lo viera a los ojos. En ese momento Albert pudo observar que Elisa no llevaba nada puesto más que su ligero camisón de noche. Debajo de él no llevaba absolutamente nada, este era transparente y solo se abrochaba de un fino listón en la parte superior. El llanto de Elisa cesó por completo y Albert pudo ver en sus ojos el cambio de expresión que habían tenido, por un momento se sintió perdido en ellos, más cuando sin pensarlo tenía la boca de Elisa sobre sus labios.
Elisa había comenzado a besarlo con destreza, demostrándole que era una experta en ello. Albert correspondió a sus besos, un tanto atónito de lo que pasaba en ese momento, no se dio cuenta en qué momento la pelirroja jaló aquel listón que aseguraba su camisón y lo sacó de su cuerpo, quedando desnuda por completo ante él.
El cuerpo de Albert reaccionó al sentir el cuerpo desnudo de Elisa sobre su torso también desnudo, seguía sin moverse pero también sentía que toda la sangre que poseía en su cabeza se acumulaba en una sola parte de su cuerpo. Elisa sintió con orgullo aquella reacción de su cuerpo entre su vientre y sus piernas, sonriendo complacida, acelerando sus besos para abrazarlo con mayor fuerza y unirlo más si era posible a su cuerpo, un gemido salió de la boca de Albert y Elisa continuó con su cometido, triunfante por haber logrado su deseo. Ese había sido su plan desde un principio, hacerse la víctima para comprometer al patriarca y obligarlo a casarse con ella, sino por amor si por obligación.
Las manos de Albert se movieron por inercia colocándose en los glúteos de la pelirroja intentando contenerse él mismo de comenzar a acariciar la suavidad de aquella parte que la chica le ofrecía. Elisa intentaba obligarlo a responderle con mayor entusiasmo y para lograrlo comenzó a besarlo por el cuello para ir bajando poco a poco y así poder terminar de atraparlo y que hiciera lo que ella quería.
-Andy. – Albert recordó en ese momento a la rubia que amaba y en su mente apareció su rostro dulce e inocente, su sonrisa que lo tenía cautivado y los besos que habían compartido y lo mantenían ilusionado.
Elisa sintió que las manos de Albert la soltaron de repente y ella en un intento desesperado porque la poseyera se hincó frente a él tomando el pantalón del rubio para buscar la manera de liberarlo ya que aquella parte baja solicitaba atención con urgencia.
-¡Detente! – Dijo con voz firme, pero Elisa no obedeció y lo tomó con su boca. Albert tembló con aquel contacto desconocido para él. - ¡He dicho que te detengas! – Dijo con mayor fuerza y dificultad. Elisa intentaba con desesperación lograr complacerlo como un día había complacido a Terry. - ¡Sal de mi habitación! – Dijo casi de inmediato, al ver que la morena no acataba sus órdenes la tomó con ambas manos la cabeza de la chica para lograr detener sus movimientos. -¡He dicho que te salgas! – Dijo más enfurecido que otra cosa. Elisa se detuvo de pronto y volteo a verlo. Albert la miraba con los ojos furiosos, el deseo había desaparecido de su rostro colorado por todas las emociones que se obligaba a reprimir en esos momentos.
-¡Perdón Albert! – Dijo Elisa mostrando falso arrepentimiento. - ¡No sé qué me pasó! – Dijo tomando la bata con rapidez, dándole la espalda para mostrarle ese ángulo que él había tocado con sus manos. Albert acomodó su pantalón y le dio la espalda sin decir nada más.
-Sal de aquí y no vuelvas a entrar a mi habitación. – Dijo sin voltear a verla. Elisa salió de la habitación furiosa, sin embargo se aguantó la humillación y el desprecio que le habían hecho y salió llorando rumbo a su cuarto.
Albert se sintió mal por haber permitido que algo así sucediera, preguntándose en qué momento había sucedido y cómo había comenzado, dudando por un segundo si había sido él el que había mal interpretado todo o si era ella la que había dado las señales equivocadas.
Elisa era una mujer hermosa, él lo sabía y lo había comprobado de un muy buen ángulo, había sentido su cuerpo y había reaccionado por un segundo a sus encantos, sin embargo sabía que no era amor sino lujuria lo que había sido despertado en él por un momento, porque su corazón le pertenecía por completo a Andrea, se acercó a la ventana y la abrió aún más de par en par para permitir que entrara el aire fresco de la noche y así enfriara su cuerpo y se llevara los malos pensamientos que comenzaban a inundar su cabeza.
Albert siempre había sido un hombre que había mantenido el control de su cuerpo con alguna "dama" que se le había insinuado, pero también era cierto que Elisa era la primera que se le ofrecía desnuda por completo y estaba muy molesto porque su piel había respondido a sus caricias, lo bueno que el amor que sentía por Andy era mucho mayor que el que sentía por ese placer que buscaba explorar única y exclusivamente con la rubia y no con aquella joven que se había metido a su alcoba para ofrecerse a él.
Aquella noche Albert no durmió nada y salió muy temprano de su habitación para tomarse un café e iniciar su jornada, no tenía hambre después de lo sucedido esa noche.
-Buenos días tío. – Saludó Anthony quien luego notó que el semblante de su tío no era el mismo de siempre.
-Buenos días. – Respondió un poco distraído a su sobrino.
-¿Qué te parece? – Preguntó de pronto Anthony, quien le decía que Terry se había quedado en la mansión.
-¿Qué? – Preguntó el mayor enfocando su mirada distraída en el menor.
-¿Qué te sucede tío? – Preguntó preocupado por él. – Te he dicho que Terry se quedará en la mansión por un tiempo con nosotros y no me has puesto ni la más mínima atención. – Dijo Anthony. Los demás Ardlay se acomodaban en el comedor junto con Terry para desayunar, así como Elisa y Liam quien venía junto a la pelirroja.
-Con permiso. – Dijo Albert sin saludar a nadie más. La tía abuela lo miró molesta una vez más, tenía días que no le dirigía bien el habla.
Anthony lo observó y observó a Elisa quien tampoco tenía buena cara, pareciéndole a Anthony que algo no estaba bien con aquel par, ya que últimamente podría decirse que se habían hecho amigos a pesar de la desconfianza que él mantenía con respecto a Elisa.
Terry fue presentado a la matriarca quien a pesar de no estar de acuerdo al enterarse de la profesión de Terry, le agradó más al saber que era un futuro Duque, cosa que no le pareció a Terry que Anthony revelara, sin embargo supo por qué lo había hecho.
Liam como siempre se dedicó a lamer los zapatos de Elroy, había bajado junto a su sobrina, se había dado cuenta de cómo se había metido a la alcoba del patriarca y cuando este salió despavorido había sonreído satisfecho, todos sus planes se iban materializando y pronto sería el dueño de todo, sabía que tenía a la tía abuela comiendo de su mano, ya le había dicho que él sería el total heredero de su fortuna y al tener a Elisa de su lado ya que había sido él el que le había dado la idea a su sobrina de cómo actuar con Albert le aseguraba también el control de la fortuna de Albert, la de los Leagan hacía tiempo que la tenía asegurada gracias a su hermana. Ahora lo único que faltaba era que Anthony se casara con Candy para tener acceso a la fortuna de los De la Garza, ya que la de Anthony estaba ligada a la de los Ardlay. La fortuna de Annie la estaba trabajando y estaba seguro que el Sr. Britter pronto firmaría los papeles que le había dejado días atrás a pesar de que se había negado sabía que pronto lo convencería. Lo que Liam no sabía era que el Sr. Britter ya estaba advertido por Archie, pero este no había querido decírselo de frente para no alertarlo.
-¿Estás cómoda mamá? – Preguntó ayudando a Elroy a sentarse en el salón de música.
-Sí hijo, gracias. – Decía amorosa con él. - ¿Puedes tocarme algo? – Preguntó cuál niña chiquita que pedía cualquier capricho para que se le concediera y Liam estaba ahí para ello.
El alto hombre sonrió como si de verdad estuviera de acuerdo y se levantó para comenzar a tocar el piano, un instrumento que dominaba de niño, pero a pesar de haberlo hecho por el tiempo que llevaba sin tocarlo había perdido práctica, sin embargo no le importó a Elroy quien escuchaba como si fuese al mismo Beethoven al que oía tocar.
-Vaya. – Dijo Terry. – Si yo tocara tan mal a mi madre juro que me mataría yo mismo. – Dijo a los Ardlay mientras escuchaba a lo lejos la música que tocaba Liam. Los Ardlay rieron por el comentario de Terry, pero ninguno comentó nada ya que Elisa aún no se retiraba del comedor, no entendían el motivo de su presencia si ya todos se habían retirado.
-Bien, vamos. – Dijo Anthony al ver que la joven no se iría. Los Cornwell se levantaron al mismo tiempo y Terry sonrió al ver que Elisa seguía sin mirarlo.
-Un placer volver a verte Elisa. – Le dijo sarcástico. La pelirroja volteó a verlo sorprendida ya que no se había dignado a verlo en todo el desayuno y volteó su cara ofendida. – Lástima que ya no me importa tu gesto de desprecio. – Dijo sonriendo de lado. – Así que tendrás que buscar a otro que te lo componga. – Le dijo recordando las veces que ella se había enojado con él y las veces que la había convencido a besos de cambiar su actitud, solo por llevarla a la cama y no por aguantar sus tonterías.
-¡Eres un bruto! – Dijo Elisa ofendida por sus palabras.
-Y tú eres una bruja. – Le dijo Terry guiñándole un ojo para alcanzar a los Ardlay que ya casi salían de la mansión.
-¿La extrañas? – Preguntó Anthony burlón al actor.
-Para nada. – Dijo Terry sonriendo de lado, recordando a Mack en sus brazos, sin poder evitar una comparación de sentimientos. – Solo extraño molestarla. – Le dijo travieso, cosa que causó gracia a Anthony.
-¿De verdad tuviste una relación con ella? – Preguntó Stear confundido al escuchar el comentario que le había hecho a la odiosa de Elisa.
-Fue poco tiempo. – Dijo Terry como si nada.
-Sí, tres años. – Dijo Anthony recordándole el tiempo que la había soportado. Terry lo miró molesto.
-¿¡Tres años!? – Preguntó Archie sorprendido. - ¿Y cómo se soportaron? – Preguntó de nuevo sin poder creer el tiempo que habían pasado juntos.
-Si sumamos los días que pasamos juntos. – Dijo Terry haciendo cuentas, callando un segundo para recordar el tiempo.
-Serán las noches. – Dijo Anthony solo para Terry quien lo miró de lado.
-Las noches, los días. – Dijo Terry más alto sin importar que los Cornwell lo escucharan, los cuales se quedaron parpadeando al escuchar lo que Terry había dicho. – Es igual, creo que puedo juntar solo tres meses a su lado. – Dijo riendo de lado.
-¿Entonces si era cierto? – Preguntó Stear. Terry lo miró preguntándose qué era cierto. – Si era cierto que visitabas por las noches el dormitorio de Elisa. – Dijo recordando las veces que escuchó por los pasillos esos rumores pero que al conocer como era Terry tan poco tolerante y Elisa tan desesperante lo creía poco probable.
-Hay ocasiones en las que un hombre tiene que claudicar. – Respondió Terry y Stear lo miró confundido, refiriéndose el rebelde a los encantos de la morena.
-¿Y eso qué significa? – Preguntó para aclarar el punto.
-Qué no pudo contenerse a los "encantos" de Elisa. – Dijo Anthony discreto para aclarar las dudas de sus hijos.
-¿Encantos? ¡Pero si es una pesada! – Dijo Stear inocente. Terry rodó los ojos.
-¡Vamos Stear! – Dijo Archie impaciente y el de anteojos siguió perdido. – Las reuniones de estos dos no eran para estudiar, sino para tener una "charla". – Dijo ante la risa de Terry quien pensó que el gatito tampoco había comprendido el asunto, pensando en lo inocente que era aquel par de hermanos.
-¡Ahh! – Dijo Stear ante la mirada burlona de Terry. - ¡Qué asco! – Gritó ya en el auto. - ¿Fuiste capaz de "platicar" con Elisa! – Preguntaba con cara de asco el inventor a Terry.
-¿Qué dices? – Preguntó incrédulo al verlo tan serio, no comprendía qué era lo que le preguntaba.
-¿Qué si sacaste al pequeño Terry a platicar con Elisa? – Preguntó. Hasta ese momento Terry reaccionó estallando a carcajadas.
-Déjame decirte que no es pequeño. – Dijo con arrogancia presumiendo de sus virtudes.
-Pero al parecer si es más pequeño que tú cerebro. – Dijo Stear revirándole la arrogancia con la que hablaba de sus dones al actor. Anthony y Archie comenzaron a reír ante la mirada de fastidio de Terry.
-Bueno ya, los caballeros no tienen memoria. – Dijo Terry para que ya lo dejaran en paz con ese tema. – Además yo no conocía a su queridísima prima en un principio, sino…
-Sino también lo hubieras hecho, admítelo. – Dijo Anthony interrumpiendo al actor, quien sonrió de lado. Anthony lo conocía demasiado bien.
-Tienes razón, y más porque estaba celoso de ti y de Mack. – Dio sonriendo. – Pero ahora ya no lo estoy. – Dijo feliz. Anthony sonrió al ver la expresión de felicidad de su amigo.
-Me alegro. – Dijo Anthony estacionando el auto frente al teatro para despedirse de su amigo. – Te veo más tarde. – Terry se despidió con un gesto de los tres y entró al teatro mientras los Ardlay se dirigían a las oficinas de la compañía.
-¿Qué te pasa Anthony? – Preguntó Archie. – Has estado muy serio desde que salimos de la mansión. - Dijo de nuevo refiriéndose al gesto serio que había aparecido en el rubio desde que lo vieron en el comedor.
-Desde el desayuno. – Dijo Stear quien lo había observado también.
-No lo sé, mi tío salió muy temprano y algo me dice que algo sucedió con Elisa, a ella también la noté algo extraña. – Dijo el rubio sin perder la vista del camino.
-Pero ellos son amigos ¿No? – Preguntó Stear. Archie lo miró un poco cansado de su ingenuidad.
-Nadie puede ser amigo de Elisa, Stear. – Dijo su hermano.
-Tienes razón hermano. – Dijo Anthony apresurándose para llegar al consorcio.
Una vez que llegaron, Anthony se dirigió a pasos agigantados hasta la oficina principal, buscando a Albert y seguido por los Cornwell.
-¿Puedo pasar? – Preguntó al no estar aún la secretaria en su puesto.
-Adelante. – Dijo Albert quien estaba sentado en la silla presidencial dando vueltas en ella.
-¿Cuántas faltan para devolver? – Preguntó a su tío con una sonrisa. Albert sonrió a su comentario, recordando que de niño cuando Anthony tenía un problema siempre se ponía a dar vueltas en la silla del despacho y Albert para calmarlo y hablar con él era lo primero que le preguntaba "¿Cuántas faltan para devolver?"
-Creo que no muchas. – Respondió de la misma manera que lo hacía Anthony, quien sonrió también por su respuesta.
-¿Qué sucede? – Preguntó de nuevo el menor. Albert suspiró sin estar convencido de decirle lo que había sucedido la noche anterior.
-Tenías razón. – Dijo molestó con él mismo por haber confiado en Elisa. Anthony se sentó frente a él para escucharlo con atención. – Elisa no es una mujer de confianza. – Volvió a decir serio y Anthony suspiró pesado en el fondo tenía ganas de haberse equivocado.
Continuará…
Hola hermosas espero que hayan pasado un lindo fin de semana y sobre todo espero que hayan disfrutado el capítulo anterior. Gracias por tomarse el tiempo de leer.
Julie-Andley-00. Hola hermosa, espero que te haya gustado el capítulo, creo que tenías razón con respecto a Elisa, ya no es raro que haga sus jugadas para salirse con la suya, tanto así que perdió su orgullo con tal de lograrlo. Muchas gracias por comentar hermosa, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
TeamColombia. Hola hermosas, muchas gracias por sus comentarios, me animan a seguir con la historia, me da mucho gusto que sigan disfrutando de la historia y sobre todo que estén pendientes de las actualizaciones. Les mando un fuerte abrazo para cada una de ustedes, saludos y bendiciones.
Mayely León. Hola hermosa, que bueno que estás bien, muchas gracias por tus buenos deseos. Me alegra que sigas pendiente a mi historia a pesar del tiempo que tienes libre, te mando un abrazo hermosa.
lemh2001. Hermosa! amé tu comentario, sobre todo lo de la música de tiburón, creo que no podré dejar de pensar en ello cuando lea algo referente a Susana jajaja. Eres la segunda que leo en los comentarios que siente pena por Terry, no la sientas el rebelde tiene pronosticado buen clima y pocas lluvias jajaja. Gracias por comentar amiga, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Clint Andrew. Amiga hermosa! gusto en leerte como siempre, yo también creo que Albert es un tanto confiado con Elisa, pero creo que es porque él no se fogueó tanto con Elisa como los tres primos, de todas formas creo que con lo que ha hecho esta vez aprenderá a no ser tan confiado? Gracias por comentar hermosa, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Rose1404. Hola hermosa, buenas noches para ti, espero que hayas pasado un buen fin de semana. Muchas gracias por leer la historia y sobre todo por comentar, en verdad me alegra que continúes al pendiente de la historia ya que entre más comenten más me animan a continuar. Te mando un fuerte abrazo y mis más sinceros agradecimientos.
María José M. Hola hermosa, no creí que escucharía esas palabras de ti jajaja pero sí tienes razón, solo que Terry aquí no sufre mucho así que relax. Susana sabemos que no hay que confiarse de ella, así que tenemos que esperar a ver que va a hacer esta condenada actriz que bien dicen que no hay chapo que no sea "picudo" jajajaja. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.
Denisse Treviño. Hola hermosa, hasta este capítulo leí tu comentario y ya estamos encarrerados falta poco para llegar al final creo yo, espero nos alcances antes de que se termine la historia para agradecerte casi al mismo tiempo de tu lectura. Gracias por regresar a mis lecturas, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Muchas gracias a todas y cada una de las lectoras que están al pendiente de cada actualización sin embargo no se animan a dejar su comentario. Muchas gracias por formar parte de esta red y sobre todo por leer mis locuras. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes. Dios las bendiga a todas.
GeoMtzR.
