Hola hermosas, aquí un pequeño adelanto con este capítulo para celebrar el cumpleaños 125 de nuestro adorado Anthony, quise celebrar de esta manera aunque sé que se merece más que esto.

Los personajes de Candy Candy no me pertenecen, solo los utilizo para hacer una historia sin fines de lucro solo por diversión, sin embargo no es apta para todo público ya que está clasificada como M o sea solo para personas mayores de 21 años y para personas que no se sienten agredidas u ofendidas con este tipo de contenido, si no es tu caso te doy la bienvenida, de lo contrario te pido por favor de la manera más amable posible que no continúes leyendo. DICHO ESTO COMENZAMOS!

LEJOS DE TI

CAPÍTULO 26

VINCENT LLEGA AL RESCATE

Anthony observaba a su tío con seriedad, como estudiando el semblante angustiado que se reflejaba en su rostro, la preocupación llegaba a su alma al ver como el mayor comenzaba a flaquear con lo que tenía miedo a confesar.

-¿Qué sucedió? – Preguntó Anthony con seriedad. Albert lo miró de la misma forma.

-Anoche Elisa entró a mi habitación. – Dijo ante la mirada de sorpresa de Anthony.

-¿Para qué? – Preguntó sin querer pensar mal de ella.

-Para decirme que su mamá la había amenazado con desheredarla por completo y desconocerla de la familia si no se casaba conmigo. – Dijo mirando al techo, frustrado por haber sido tan inocente.

-¿Y qué pasó? – Preguntó Anthony una vez más. - ¿Le creíste? – Preguntó cansado de las veces que le había advertido que se cuidara de ella.

-Le creí… - Dijo Albert molesto. Anthony negó también molesto.

-¿Y? – Preguntó algo ansioso por saber más.

-Yo no me di cuenta que había entrado vestida solo con la bata de noche. – Dijo con culpa en sus ojos. Anthony se asustó cuando le mencionó este hecho.

-¿Dormiste con ella? – Preguntó levantándose de su lugar para apoyar las manos en el escritorio y obtener su respuesta.

-¡No! – Respondió Albert asqueado. - ¡Pero me besó por sorpresa y por un momento le correspondí. – Dijo molesto. – Se desnudó frente a mí como si fuese una cualquiera. – Dijo sin creer que Elisa se hubiera atrevido a tanto. Anthony negó de un lado a otro, indignado por la manera en la que Elisa se había rebajado.

-Me disculpo por ello. – Dijo Anthony, sintiéndose culpable por no haber advertido a su tío de lo que Elisa era capaz de hacer, todo por no haber querido exponer su honra al ser un caballero.

-¿Tú por qué? Si el que falló fui yo. – Decía derrotado. Anthony lo vio confundido.

-¿A qué te refieres? ¿No pensarás en casarte con ella? – Preguntó de nuevo, impaciente por escuchar lo que pensaba su tío al respecto.

-¡Estuve a punto de aprovecharme de ella! – Dijo en respuesta delatándose que esos eran sus piensos, ya que no sabía qué hacer al respecto.

-¡Tío estás loco si estás pensando en casarte con una mujer como Elisa! – Dijo Anthony aún con más molestia en su voz.

-¿No entiendes que casi pierde su honra conmigo? – Preguntó de nuevo.

-¿Honra? ¿Honra? – Decía Anthony mientras rodeaba el escritorio y tomaba a su tío de los hombros para hacerlo entrar en razón. - ¿De qué honra estás hablando? ¡Si ella se encargó de destruirla hace mucho tiempo en el Colegio! – Dijo Anthony levantando la voz.

-¿Qué dices? – Preguntó Albert sorprendido por lo que decía su sobrino.

-¡Eso! Lo que estás pensando. Elisa ya no es una doncella desde hace mucho tiempo. – Dijo Anthony con pena por hablar así de una mujer, a pesar del tipo de mujer que era. – No te lo dije antes para no difamarla ante la familia, pero así es. Terry y ella tuvieron una relación bastante intensa por años. – Dijo una vez más, viendo a los ojos a su tío para que le creyera que no estaba inventando nada.

-Entonces todo fue un engaño. – Dijo recordando la manera en la que ella se había comportado y la forma como había salido corriendo del lugar, ahora todo tenía sentido, su manera de besar, su manera de tocarlo, no era por instinto sino porque tenía experiencia en ese arte. -¡Maldita mujer! – Dijo bastante molesto, golpeando con el puño el escritorio que tenía frente a él, lo que provocó que Stear y Archie entraran al creer que estaban peleando.

-¿¡Qué sucede!? – Preguntó Stear preocupado, sin embargo al ver que ninguno de los dos estaba peleando entre sí, se tranquilizó. Archie seguía a su hermano y también observaba la escena sin comprender lo que sucedía a Albert.

-Nada. – Respondió Anthony. – Que por fin el tío se dio cuenta de que no puede confiar en Elisa. – Dijo un poco más tranquilo al estar seguro de que nada impediría a su tío terminar definitivamente con aquella locura de la tía abuela.

Anthony se dedicó a explicar lo sucedido a sus primos para que ambos comprendieran bien lo que había pasado y a pesar de estar molestos con la situación pensaban que era bueno que su tío por fin se hubiese dado cuenta de la calidad moral que tenía Elisa.

-Por lo menos ya podemos decir que te has librado de ella. – Dijo Archie seguro de que ahora si terminaría de una vez por todas, aquel tonto compromiso y del cual Albert había sido muy paciente.

-Esta noche hablaré directamente con Sara y la tía abuela. – Dijo decidido, era la primera vez que lo veían seguro de que iba a actuar definitivamente para poner un punto final a la situación. Anthony confió con una sonrisa, igual que los Cornwell quien con ello le demostraban que continuaba con su apoyo incondicionalmente.

-Adelante. – Dijo Albert más tranquilo al escuchar el sonido de la puerta que en ese momento se escuchaba en su oficina.

-Sr. Ardlay. – Dijo la secretaria que ya había llegado a su lugar. – Lo busca el Sr. Vincent Brower. – Dijo anunciando al padre de Anthony con cariño ya que llevaba años trabajando para la familia y sabía que la presencia de aquel hombre traería gusto a los jóvenes que se encontraban dentro.

-Gracias Josephine. – Respondió Albert suspirando aliviado por ese anuncio. Anthony se dirigió a la entrada en cuanto escuchó el nombre de su padre para recibirlo gustoso, pasando con cuidado al lado de la experimentada secretaria que era la misma que había trabajado con su abuelo.

-¡Papá! – Dijo emocionado al verlo. Vincent se levantó del lugar donde esperaba.

-¡Hijo! - Dijo Vincent feliz de volver a verlo, abrazándose ambos con cariño, tenían algunos meses de no verse ya que la última vez que se habían reunido había sido en Inglaterra, antes de que Anthony abandonara el Colegio. - ¿Cómo estás? – Preguntó observándolo a los ojos, sin dejar de sonreír.

-Muy bien papá, llegas justo a tiempo. – Dijo el rubio abrazando a su padre para guiarlo hasta el despacho de su tío.

-¿Sucede algo? – Preguntó Vincent, ya que él venía al anuncio del compromiso de su hijo.

-Conmigo todo bien papá, no te preocupes. – Dijo dirigiéndolo al interior de la oficina de Albert.

-Vincent. – Dijo Albert aliviado, extendiendo sus brazos para recibir a su cuñado, entre ellos había un cariño muy especial ya que ambos habían quedado a cargo de Anthony después de la muerte de Rosemary.

-¡Albert! – Dijo haciendo lo mismo que con Anthony, lo abrazó con un fuerte abrazo sincero, el cariño por el joven patriarca era como el de un hijo, ya que lo había conocido cuando este apenas era un niño pequeño de tan solo tres años. -¡Ya eres todo un hombre! – Le dijo gustoso. Albert sonrió correspondiendo a ese cariño que Vincent le demostraba.

Vincent saludó a los Cornwell con el mismo cariño de siempre, quería a ambos no solo por ser el sobrino de su esposa y los eternos compañeros de juego de su hijo, sino porque el Sr. Cornwell era primo hermano de él, hijos de dos hermanas ambos compartían el apellido Jouls y Vincent había sido el cupido de aquella pareja, sin embargo su primo y Janice habían tenido primero a Stear.

Anthony fue el encargado de explicar una vez más la situación de Albert, explicando con lujo de detalles todo lo que la tía Elroy había hecho todo ese tiempo para forzarlo con el compromiso con Elisa.

-Elroy nunca va a cambiar. – Dijo Vincent, todos lo observaban con seriedad, sabían que Vincent no tenía una buena relación con ella, pero también sabían que Vincent había respetado la mayoría de las decisiones de la matriarca sin interferir en nada para contradecirla. Vincent fijó su mirada en Albert, hacía tiempo que había dejado de llamarla "Sra. Ardlay". – Siempre intentando beneficiar a los Briand antes que a su propia sangre. – Dijo molesto con ella. – No te preocupes. – Dijo sonriendo decidido. – Hoy mismo te acompaño con los Sres. Williams y haremos válido el contrato matrimonial. ¿Está listo verdad? – Preguntó a su cuñado.

-Ya está listo, solo falta ir con el Sr. Williams y firmarlo ante él y por supuesto convencerlo de que firme. – Dijo Albert.

-¿Convencerlo? – Preguntó Vincent con curiosidad.

-Lo que sucede es que el Sr. Williams sabe del compromiso que la tía abuela pretende con mi tío.- Dijo Anthony, explicando a su padre la razón de las palabras de Albert.

-Ya hablé con él, pero aún me queda la duda de que si realmente confía en mí. – Explicó ahora Albert.

-No te preocupes después de esta tarde confiará plenamente en tus intenciones con su hija. – Dijo Vincent con una sonrisa. El conocía un poco al viejo Williams, pero había tenido una buena amistad con Joaquín y sabía que lo estimaban. Albert sonrió agradecido hablando a George para que le llevara los papeles del contrato matrimonial con Andrea.

-La mansión de vuelta estará llena. – Dijo Anthony realmente feliz, una sonrisa llena de felicidad adornaba su rostro, le alegraba mucho tener a su padre a su lado. La familia comenzaría a llegar para celebrar el compromiso de los dos más jóvenes de la familia Ardlay, al igual que el padre de Anthony los padres de Stear y Archie llegarían para celebrar.

-Lo dirás por los demás miembros de la familia Anthony. – Dijo Vincent sintiendo cierta pena por su hijo. – Yo continuaré en el hotel. – Dijo de nuevo y su hijo lo miró confundido.

-¿No te quedarás en la mansión? – Preguntó con duda viendo a los ojos a su padre, sabía que él no se consideraba de la familia como tal ya que al haberse negado a unir su fortuna a la de los Ardlay y la muerte de su madre la tía abuela lo había prácticamente desterrado de ella.

-No. – Respondió. – Elroy y yo no podemos convivir bajo el mismo techo hijo, de hecho llegué ayer por la tarde, pero decidí hospedarme en un hotel antes que a la mansión. – Dijo explicando a Anthony quien tenía la duda de cómo había llegado tan temprano a la ciudad.

-Entiendo. – Dijo Anthony un tanto frustrado, pero comprendía que su padre merecía también estar a gusto los días que estaría en Chicago, ya que sabía que prefería Escocia ya que la Cd. De Chicago le traía malos recuerdos.


Elroy había decidido salir a pasear junto a Liam, este la había convencido de disfrutar un paseo por la ciudad pretextando que hacía años no la recorría, Elroy como siempre lo complacía y se había aventurado a pasear por el parque.

Al mismo tiempo Andrea gozaba de su día de descanso paseando también del brazo de su madre, quien había adoptado la costumbre de pasear con ella cuando podía hacerlo.

Ambas mayores se encontraron de frente, reconociéndose en el acto, ambas haciendo un gesto de incomodidad la una con la otra, sin embargo las viejas costumbres sociales les impedían a ambas sacarse la vuelta, así como el próximo parentesco que convenía a ambas familias, sobre todo a Elroy quien era la que tenía al hombre como familiar.

-Juliette. – Saludó fría como siempre la matriarca de los Ardlay.

-Elroy. – Respondió de la misma manera la matriarca de los Williams, nadie diría que aquel par de distinguidas damas en su juventud habían sido amigas.

-¿Cómo has estado? – Preguntó primero la vieja Elroy.

-Muy bien, aquí dando un corto paseo con mi hija. – Dijo posando su mirada en la tierna Andrea, quien sonreía amable a la que comprendió era la tía del amor de su vida.

-¿Ella es Andrea? – Preguntó Elroy sonriendo amable a la chica, pensando que tenía un parecido extraordinario con la madre de Michael y también le recordaba alguien más, a un rostro que no había visto en mucho tiempo, sin embargo no podía relacionarlo.

-Mucho gusto Sra. Ardlay. – Mencionó Andrea con respeto y amabilidad. Elroy sonrió y volteó a ver a Liam.

-Él es Liam, mi hijo. – Dijo con orgullo. Ambas rubias pusieron cara de asombro, sin disimular ante él que sabían quién era. Juliette no lo había reconocido a primera vista.

-Mucho gusto. – Dijo Juliette con dificultad, sin embargo tenía la cabeza llena de coraje, lo mismo que Andrea quien lo miró con un profundo rencor en su mirada y Liam pudo advertirlo. – Tú sobrino William ¿Cómo está? – Preguntó a Elroy para cambiar de tema, ya que apreciaba al joven y tenía días de no verlo. Elroy de pronto puso las alertas en su cabeza al escuchar el interés con el que preguntaban por Albert. – Hace días que no lo vemos. – Dijo refiriéndose a los días que no había ido a visitar a Andrea. Elroy pudo advertir en los ojos de Andrea un brillo muy particular.

-Está muy ocupado con los arreglos de su compromiso. – Dijo para enterar a la joven que su sobrino ya estaba aparado.

-¿Compromiso? – Preguntó Andrea confundida, ella no sabía nada de un compromiso.

-Sí. – Respondió Elroy rápidamente, con una sonrisa de triunfo, una sonrisa que le daba por pensar que aquella joven que ya estaba en edad de casarse no tendría oportunidad alguna con su sobrino. – William está comprometido con mi nieta, Elisa. – Dijo tranquilamente sin dejar de observar a ambas mujeres. Andrea abrió los ojos sorprendida, comenzando a temblar y a mostrarse inquieta por retirarse del lugar.

-Bien, nos retiramos. – Dijo Juliette molesta con la vieja Elroy, sabía bien de aquel compromiso que forzaba tener a Albert y había entendido que se había dado cuenta del interés de su hija por él. - Te veo en el compromiso de nuestros nietos. – Dijo para caminar con elegancia y tranquilidad, aparentando que todo estaba bien, sin embargo sentía el temblor de Andrea y su paso comenzaba a acelerarse para llegar a su mansión lo antes posible.

-Por cierto, hablando de compromiso. – Dijo antes de que terminaran de alejarse.

-Mi hija ya está comprometida. – Dijo Juliette adivinando las intenciones de Elroy, sabía que aquel hombre nunca se había casado y Elroy tampoco había podido conseguirle esposa.

Elroy sonrió satisfecha, se había dado cuenta del interés de aquella chica para su William, le había quedado la duda de dónde se habían conocido y también a quién le había recordado.

-Vamos mamita. – Dijo Liam como siempre de lamebotas con Elroy. –No es necesario que me consigas una esposa. – Dijo adivinando los pensamientos de Elroy.

-¿Yo? – Preguntó haciéndose la inocente.

-Te conozco, y sé que piensas que debes hacerlo, pero ya no soy un jovenzuelo, mejor busca algo para Neal. – Decía intentando sonar tranquilo, sin embargo le seguía molestando que nunca se había casado y que gracias al rechazo de Rosemary y Roxanne su popularidad con las damas de Chicago había caído estrepitosamente, sobre todo con los padres quienes comenzaron a preguntarse porqué aquel par de damas tan distinguidas y de buena familia no habían querido formalizar un compromiso con el hijo de Elroy, por eso quería asegurar toda la fortuna de los Ardlay, la de los Leagan, los Britter y por supuesto la de Joaquín De la Garza, para demostrar a todos el poder que tenía.

-Eres muy buen mozo. – Dijo Elroy con el cariño de una madre. – Y no comprendo por qué nunca te casaste, eres guapo, tienes dinero, eres muy bueno. – Decía palmeando su mano creyendo fielmente esas palabras. – Además yo quiero nietos. – Decía insistente en su charla.

-¿Nietos? – Preguntó Liam confundido. - ¿No te basta con Neal y Elisa? – Preguntó interesado en la respuesta.

-¡Claro que sí! Los quiero mucho y debo confesar que son mi debilidad, más que los nietos de mis hermanos, sin embargo no dejo de pensar en lo feliz que sería con un hijo tuyo, tendría una buena parte de la herencia que dejó tu padre. – Dijo hablando con rapidez.

-¿Herencia? – Preguntó Liam de inmediato, él sabía que su padre había muerto en la ruina y que la fortuna que tenía era de Elroy.

-Cuando nos casamos tu padre y yo convenimos en destinar una parte de nuestra fortuna para los hijos que tuvieran ustedes. – Elroy se refería al dinero de ella como si hubiera sido de su marido, sin embargo el dinero que se había puesto en esa cuenta había sido más por su fortuna que por las migajas que había aportado su marido al estar en la completa ruina.

-¿Por qué no me lo habías dicho? – Preguntó intrigado, no sabía que debía tener hijos para recibir esa herencia de la cual no tenía conocimiento, siendo dinero debía ser de él.

-Porque no te has casado, no tienes hijos. – Decía Elroy explicando el motivo de ocultar aquel detalle.

-¿Sara lo sabe? – Preguntó sospechando de su hermana.

-¡Claro! – Respondió Elroy naturalmente. – Sara ya recibió ese dinero para Neal y Elsia, hace poco pudo hacer disposición de él. – Dijo de nuevo la matriarca ante la mirada de incredulidad de Liam, quien comenzó a sospechar que su hermana por eso se había molestado cuando le mencionó que tenía una hija ilegítima.

-¿Y qué pasa si no tengo hijos? – Preguntó intrigado, quería saber qué sucedería con ese dinero que le habían designado indirectamente a él.

-Ese dinero pasará a los hijos de Sara, pero solo hasta que tú no estés. – Explicó de nuevo Elroy, ya que la cláusula decía que solo se entregaría a los nietos vivos de Elroy y su difunto esposo Conrad Briand.

Liam se enfureció con las palabras de la anciana, pero lo disimuló con verdadera maestría, actuaba tan bien ante Elroy que bien merecía un papel en la obra de Terry.

-No lo sabía madre. – Dijo ahogando un suspiro de frustración y coraje. – Tal vez te lleves pronto una gran sorpresa. – Dijo con una sonrisa de lado, sin embargo Elroy lo interpretó como que ya tenía a alguien en mente para casarse con ella y formar así una familia, la pobre Elroy no sabía que la ambición de Liam era mucho mayor que la de su padre y que quería obtener el dinero de todos para callar así las bocas de todos los que lo habían rechazado cuando vivía en Chicago. Siguieron su camino en silencio, mientras que Liam comenzaba a mover su mente para continuar con sus planes.

Anthony salía acompañado de Vincent y Albert para dirigirse a la mansión de los Williams, George iba con ellos como asesor de contrato, los cuatro caballeros llegaron puntuales a la cita repentina que habían hecho con el padre de Andrea. Anthony estaba muy emocionado porque por fin podría presentar a su padre a la mujer de su vida.

-Bienvenidos. – Dijo Michael con una gran sonrisa, recibiendo a los invitados. – Una disculpa si mi hija y mi esposa no están presentes. – Dijo saludando a todos. – Pero salieron a dar un paseo. – Dijo de nuevo con una sonrisa. – Vincent, un placer volver a verte. – Dijo sincero.

-Lo mismo digo Sr. Williams. – Dijo con respeto.

-¡Vamos! ¡No soy tan viejo! Dime Michael, ya que tu hijo prefirió llamarme abuelo. – Dijo mirando a Anthony quien sonrió apenado, Michael rio un poco fuerte por la cara que puso el menor de todos. - ¡Vamos muchacho! Ya pasamos por ahí. – Le dijo franco palmeando su hombre un tanto brusco.

-Bien Michael. – Dijo Vincent hablando por Albert. – Me imagino que sabes a lo que hemos venido. – Dijo mirándolo a los ojos.

-Así es, ya hablé con Albert, pero sigo intrigado por el compromiso con esa niña… Leagan. – Dijo incómodo al mencionar a Elisa.

-Ese compromiso no existe como tal. – Dijo Vincent ya que solo era un compromiso en la mente de los Leagan y Elroy. – No está anunciado, no ha sido firmado, tú sabes que al ser Albert mayor de edad tiene que estar de acuerdo y poner su firma en el contrato para que este tenga validez. – Dijo de nuevo el Sr. Brower, se notaba que sabía de lo que hablaba no en vano había sido capitán de barco tantos años y ahí debía conocer este tipo de leyes ya que había casado a muchos jóvenes que se aventuraban a casarse en su barco y a los cuales muchas veces los amparaba el ser mayor de edad. – Albert es un hombre y la Sra. Ardlay ya no puede decidir sobre él. – Dijo mirando a su cuñado. – Además no hace falta la firma de Elroy para hacer válido este contrato. – Dijo pidiendo a George el contrato matrimonial que era entre Albert y Andrea, extendiéndolo a Michael para que lo leyera con atención.

Michael lo tomó con ambas manos y lo leyó detalladamente, sentándose en el sillón de su estudio, los demás se sentaron ante su invitación y esperaron pacientemente a que terminara de leerlo.

-Mi hija no tiene una dote tan magnífica como la que Joaquín pudo darle a mi nieta. – Dijo mirando fijamente a los ojos de Albert, esperando una respuesta genuina en él.

-No me importa el dinero. – Dijo Albert sin desviar su vista. – Lo único que me importa son los sentimientos que tengo por ella y que sé ella tiene por mí. – Dio observando de frente a su suegro quien sonrió complacido.

-Tienes razón, mi hija te quiere y confía en ti. – Dijo Michael sin dejar de verlo a los ojos. - ¿Ya hablaste con ella? – Preguntó de nuevo.

-Es lo que hablaré con ella hoy mismo. – Dijo Albert decidido, se sentía más empoderado con Vincent a su lado.

-Bien, entonces firmaremos cuando ella haya aceptado. – Dijo Michael. Era un hombre bueno, pero sus hijas eran primero que la camaradería que pudiera mostrar con los demás. Albert se sorprendió con su respuesta, pero sabía que Andrea lo amaba, así que asintió estando de acuerdo con la petición de su futuro suegro.

-Haremos algo. – Dijo Vincent tomando de nuevo la palabra. – Firmaremos todos nosotros. – Dijo refiriéndose a Anthony, Albert y a él mismo, ya que los Cornwell ya habían firmado. – Guardarás el contrato y cuando Andrea y Albert hablen firmarás tú. – Dijo calmado. Albert le sonrió por su estrategia, así Michael confiaría en que estaban hablando entre verdaderos caballeros que tenían sobre todo palabra. Michael sonrió asintiendo para estar de acuerdo.

Albert fue el primero en firmar, después Anthony y por último Vincent quien es el que complementaba el peso en el lado del prometido. Del lado de la prometida, estaba el nombre de Michael, Juliette y el padre de Candy quien al estar casado con Roxanne representaba la autoridad de la familia, algo así como Vincent representaba la de los Brower.

Cuando salían del salón los De la Garza llegaba en compañía de Candy, Anthony rápidamente fue a saludar a sus suegros y a su prometida, quien sonrió ilusionada al verlo ahí en su hogar, él había estado impaciente por verla desde que había llegado, sin embargo comprendía que en ese momento no era el motivo principal de su visita.

-¡Anthony! – Dijo sin poder esconder su emoción. – Te esperaba más tarde. – Dijo con el corazón acelerado. Vincent pudo apreciar el amor de la joven por su hijo, pudo ver los ojos verdes de aquella chiquilla y no pudo evitar negar que se parecieran en el color a los de su hermosa Rosemary.

-Buenas tardes. – Saludó Vincent. Candy volteó a verlo y los padres de ella sonrieron al reconocer a su viejo amigo a pesar del gran bigote que ahora adornaba su rostro.

-¡Vincent! – Dijo Joaquín extendiendo sus brazos para darle un fuerte abrazo, palmeando su espalda un tanto fuerte, recordando Vincent los saludos bruscos que acostumbraba dar su amigo.

-¡Joaquín! ¡Roxanne! – Dijo Vincent con gusto, correspondiendo al efusivo abrazo que le daba Joaquín y a como siempre dar un corto beso en la mano de su ahora consuegra. Ambos caballeros se abrazaron son sinceridad y una gran sonrisa, observando ambos que la juventud que habían gozado al conocerse había emprendido su vuelo con el paso del tiempo.

-Papa, ella es Candice White De la Garza Williams. – Dijo Anthony mencionando el nombre completo de su amada. Vincent sonrió ante la dama que había atrapado el corazón noble de us hijo.

-Mucho gusto Srita. De la Garza. – Dijo besando el dorso de su mano con respeto. – Un placer conocer por fin a la niña que devolvió la alegría en mi hijo. – Dijo Vincent sin quitar la mirada de la pecosa. – Con razón no quisiste irte a mi lado. – Dijo comprendiendo cuando él había querido llevarlo a su lado y que él muy maduramente le había respondido que estaba enamorado. Candy se sonrojó por las palabras de su suegro.

La plática estaba a todo lo que daba cuando en eso escucharon que la puerta se cerraba de golpe.

-¡Andrea! – Decía Juliette a su hija, reclamándole su comportamiento.

-¿Qué sucede? – Preguntó Michael al ver a su hija llorando.

-Vimos a Elroy en el parque. – Explicó Juliette para que su esposo comprendiera el motivo de su llanto. Michael rápido comprendió lo que pudo haber sucedido en aquel paseo que acostumbraba a dar su esposa y su hija, volteó a ver a Albert quien entendió la mirada que su suegro le dirigía.

-¿Qué sucedió? – Preguntó Albert haciéndose presente ante los ojos de las recién llegadas.

-¡Eres un mentiroso! – Dijo Andrea de pronto con los ojos llenos de lágrimas apuntando con su índice el rostro de Albert quien la miraba desconcertado, su rostro delataba que llevaba rato llorando y Albert se imaginó el motivo de su llanto, sintiendo que su corazón se encogía por verla llorar y llamarle de esa manera. - ¡Estás comprometido con una tal Elisa! – Dijo de nuevo molesta sin dejar de acusarlo con la mirada.

-¡Eso no es verdad! – Dijo Albert defendiéndose. – Y cualquier persona que está presente en este salón puede confirmar que lo que digo es verdad. – Decía Albert sin dejar de mirarla a los ojos. Andrea miró a su alrededor para enfocar a los que estaban presentes.

-¿Todos lo sabían? - Preguntó viendo a su madre y a su familia. - ¿Y por qué no me lo habían dicho? ¿Soy la única que creyó estaba siendo correspondida? – Preguntó molesta con todos.

-Es mejor que hablen a solas. – Dijo Anthony tomando de la mano a Candy para dirigirse a otro lado de la casa, los demás imitaron al rubio y salieron del salón principal para darle su espacio a la pareja.

-¡Yo no tengo nada que hablar contigo! – Dijo Andrea sin contemplaciones cuando vio que todos comenzaban a abandonar el salón.

-Pero yo sí. - Dijo Albert decidido a ser escuchado. Andrea lo miró con coraje, sin embargo no se atrevió a irse porque en el fondo de su corazón si quería una explicación de lo sucedido. – Elisa es una joven con la que se le ha metido en la cabeza a la tía abuela que debo casarme. – Dijo Albert comenzando su relato. – Pero yo no estoy dispuesto a hacerlo, incluso antes de conocerte no pensaba casarme obligado por nadie, mucho menos ahora que te conocí, y que sé que eres el amor de mi vida. – Andrea lo escuchaba comenzando a ceder a sus palabras y su guapo aspecto, sin embargo su necedad le impedía perdonarlo tan fácil al haberle ocultado algo tan importante.

-¿Y se te hace correcto mentirle a la que dices es el amor de tu vida? – Preguntó ansiosa, removiéndose en su lugar para que Albert le respondiera aquella pregunta que le quemaba el alma.

-No te he mentido. – Dijo Albert un poco menos a la defensiva al ver que sus palabras habían llegado al corazón de su enamorada. – Te he dicho la verdad, lo único que no te dije fueron los deseos de la tía abuela, pero yo no estoy ni estaré comprometido con Elisa. – Dijo de nuevo mirándola a los ojos. – Además hay otro contrato matrimonial que sí está firmado por mí y por todo el Consejo principal de los Ardlay para casarme contigo. – Dijo enamorado, acercándose a ella por la espalda para abrazarla por la cintura. Andrea se estremeció al sentir el cuerpo de su amado sobre su espalda y más cuando sintió su boca muy cerca de su cuello. – Solo falta la firma de tu padre y el consejo Williams. – Dijo besando su cuello por primera vez. Andrea sintió que sus piernas eran un par de estambres que comenzaban a enrollarse en el suelo al sentir que caía por aquella caricia que sentía sobre su cuello. Se aferró a sus manos para contener el suspiro que se formó en su boca.

-¿Estás seguro que no habrá problema con la Sra. Elroy? – Preguntó Andrea, cerrando sus ojos para disfrutar la caricia que Albert le regalaba.

- Si lo habrá. – Dijo Albert sin alejarse de su cometido. – Pero yo estoy dispuesto a enfrentarla por ti. – Le dijo girándola hacia él. - ¿Estás dispuesta a enfrentar esos problemas por mí? - Preguntó mirando los labios de Andrea. Andrea no podía pensar en nada más, más que en besar su boca, así que asintió a su pregunta y ofreció sus labios para que él la besara. Albert entendió su súplica y tomó su boca para besarla apasionadamente, ansioso por borrar de su boca el sabor salado y a la vez amargo de la boca de Elisa.

-Hay algo más que quiero decirte. – Dijo una vez que la había terminado de besar. Necesitaba ser honesto por completo con ella.

-Dime. – Dijo Andrea enamorada, escuchando atenta lo que tenía que decir.

-Elisa me había hecho creer que tampoco estaba de acuerdo con el compromiso. – Dijo pasando saliva con dificultad, sabía que lo que diría lastimaría de nuevo a Andrea, pero sabía bien que si Elisa hablaba la lastimaría más, la ventaja era que nadie sabía de la relación y las intenciones que él tenía con ella. – Anoche entró a mi habitación en condiciones poco recatadas. – Dijo ante el asombro de Andrea, quien se apartó de él al imaginarse lo sucedido.

-Tú y ella… - Preguntó cubriendo su boca asustada por la respuesta que pudiera obtener.

-¡De ninguna manera! – Dio Albert firme para que ella se diera cuenta que hablaba con la verdad. – Te confieso que me besó. – Dijo Albert con dificultad. – Sin embargo no pasó de ahí. – Dijo de nuevo, se sentía nervioso. – Ella es una mujer hermosa, sabe que lo es, pero no pude dejar de pensar en tus ojos cuando ella se atrevió a hacerlo. La imagen de tu rostro me devolvió la cordura. – Andrea lo miraba con los ojos enrojecidos nuevamente

-¿Entonces si yo no estuviera presente…? – Preguntó con miedo.

-Tal vez hubiera cometido una estupidez, pero mi amor por ti me hizo inmune a ese tipo de reacciones en mi cuerpo, solo te quiero a ti Andy. – Le dijo enamorado hincándose ante ella para besar sus manos una y otra vez, pidiendo perdón por su debilidad momentánea. – Andy ¿Te quieres casar conmigo? – Preguntó ante el asombro de la rubia, quien al escuchar la pregunta soltó las lágrimas provocadas por la confesión de Albert.

-¿Estás seguro? – Preguntó con el corazón acelerado, quería decir que si de inmediato, pero el imaginarse a su amado junto a Elisa la lastimaba.

-Por supuesto que lo estoy. – Dijo mostrándole el anillo que llevaba preparado para la ocasión, aunque él creyó que sería en circunstancias diferentes.

-¿Y Elisa? –Preguntó desconfiada. – ¿Si vuelve a meterse en tu cuarto? – Dijo con duda, una duda que era válida para alguien que estaba realmente enamorada y dolida.

-Hoy mismo arreglare ese asunto, pero quiero hacerlo con la seguridad de que tú estarás a mi lado. – Dijo sonriendo dulcemente. – Andrea Williams ¿Serías mi esposa? – Preguntó de nuevo una vez más.

-Sí… - Respondió Andrea hincándose a su lado para que Albert pusiera el anillo en su mano y poder ahora sí besarlo libremente. Albert la recibió con gusto y más tranquilo por su respuesta temiendo que con lo que había confesado ella no se atrevería a aceptarlo decepcionada por su debilidad.

Andrea lo abrazó por el cuello y lo atrajo hacia ella para que la besara apasionadamente, quería demostrarle que a pesar de la poca o casi nula experiencia que tenía, ella también podía hacerlo que la deseara a ella y nada más que a ella. Albert se dejó querer, abrazándola por la cintura con fuerza, lentamente la fue levantando para quedar ambos de pie y continuar demostrándose su amor, viajó por su cuello en repetidas ocasiones sintiendo el despertar de su cuerpo, viajando de un lado a otro por aquella suave torre que soportaba su bello rostro. Andrea lo incitaba a continuar, sin embargo después de varios besos apasionados lo detuvo.

-Nos espera mi familia. – dijo apenada. Albert sonrió asintiendo que tenía razón.

-Tienes razón. – Dijo apenado. – Deben pensar que me mataste. – Dijo riendo por su comentario.

- No creas que no lo pensé. – Dijo a modo de broma. Albert sonrió y la besó de nuevo para después reunirse con su familia.

Candy y Anthony caminaban por el jardín, ambos muy preocupados por Andrea y Albert, el sol comenzaba a esconderse y mientras sus pasos los encaminaban entre las flores sus manos los guiaban unidos y en silencio, un silencio algo incómodo por la preocupación de sus respectivos tíos, más por Andrea quien era la más afectada con lo sucedido.

-¿Estás bien amor? – Preguntó Anthony a su novia. Candy negó suspirando.

-Estoy preocupada por Andrea. – Dijo con sinceridad a su novio.

-Yo también, la vi muy mal. – Dijo Anthony recordando la mirada de decepción de la rubia por su tío.

-¿Qué crees que suceda? – Preguntaba de nuevo angustiada. Anthony le sonrió con ternura, deteniéndose momentáneamente para acariciar su rostro y verla a los ojos, besó con un casto beso sus labios y Candy sonrió tímida por su caricia.

-Creo que Andrea le dará una buena reprimenda a mi tío. - Dijo Anthony más calmado, mientras veía a Candy a los ojos. - Y después lo perdonará realmente y aceptará convertirse en mi tía. – dijo con una sonrisa tan radiante que contagió a Candy.

-¿Tú crees? – preguntó ilusionada, al imaginarse aquella posibilidad, ya que ella sabía bien los sentimientos que Andrea tenía por Albert.

-Estoy seguro. – Respondió Anthony. – Sé que lo que tienen que hablar no es fácil, pero confío en el amor que ambos se tienen, además mi tío no permitirá que Andrea se aleje de él. – Dijo de nuevo y que si conocía bien a Albert y así era, sabía que era muy parecido a él y él no permitiría que Candy se alejara de él sabiendo que lo amaba como lo amaba.

-¿Por qué estás tan seguro? – Preguntó Candy con curiosidad.

-Porque es la primera vez que Albert se enamora. – Dijo Anthony recordando la cantidad de mujeres que se habían mostrado interesadas en él en alguno que otro baile en el que habían coincidido y que él como todo un caballero había declinado con una sonrisa aquellos cortejos, seguro y decidido de que ninguna de aquella chicas que se atrevían a revolotear a su alrededor eran tan especiales como lo era Andrea, quien solo ocupó de una sola vez para lograr cautivar su corazón.

-¿En todo este tiempo nunca se ha enamorado? – Preguntó Candy sorprendida por ese hecho.

-Lo dices como si mi tío fuera un viejo. – Dijo Anthony riendo porque Candy creía imposible que se hubiera enamorado antes. La pecosa se sonrojó apenada.

-¡No lo digo por eso! – Dijo defendiendo su punto. – Lo que pasa que tú y yo… - Dijo refiriéndose a que ellos se habían enamorado muy jóvenes y que ella había quedado deslumbrada cuando conoció a Albert por primera vez.

-Tú y yo tuvimos suerte. – Dijo Anthony con una sonrisa. Candy asintió y ofreció su boca una vez más para que él la besara. Los labios de Anthony no pudieron esperar aquella petición y prontamente atraparon la boca de Candy, jugando con sus labios dulcemente, besando una y otra vez a la rubia para calmar un poco sus deseos.

Caminaron unos minutos más por el jardín para después adentrarse a la mansión una vez que el sol había terminado de ocultarse, dirigiéndose al interior donde encontraron a una feliz pareja de la mano acompañados por los De la Garza y los Williams, quienes sonreían felices porque las cosas se habían arreglado. El contrato ya estaba firmado y Albert y Andrea estaban formalmente comprometidos.

-¿Dónde estaban? – Preguntó Albert con una sonrisa bastante amplia.

-Buscando refuerzos para salvarte. – Respondió Anthony a su tío, quien lo miró divertido por su respuesta.

-Caminábamos por el jardín. – Dijo Candy para responder la pregunta de al parecer su futuro tío.

-Me alegra que todo esté aclarado. – Dijo Anthony a su tío. Albert asintió sonriente.

-Oficialmente estamos comprometidos.- Dijo besando la mano de su ahora prometida. - Solo falta anunciar el compromiso. – Dijo de nuevo el patriarca de los Ardlay.

-¿Para qué esperar? – Dijo Anthony llamando la atención de todos, pero solo su tío había comprendido lo dicho. – Mañana hay dos compromisos por anunciar, bien pueden ser tres como tenía planeado la tía abuela. – Dijo con una sonrisa a sabiendas que la tía abuela se llevaría una sorpresa al saber que Candy era la prometida de Anthony, qué más daba otra sorpresa más.

-¿No serán muchas sorpresas para Elroy? – Pregunto Vincent quien a pesar de todo sabía que era una anciana.

-No tiene que ser así. – Respondió Albert. – Hoy mismo le anunciaré de mi compromiso y mañana lo sabrá la sociedad entera. – Dijo levantando su copa para brindar a la salud de su novia. Candy veía a su prometido con una sonrisa radiante.

-Tenías razón amor. – Le dijo enamorada.

-Confieso que tuve mis dudas. – Dijo travieso y Candy rió con él por sus palabras.


La noche transcurrió tranquila y relajada, después del brindis y la cena los Ardlay volvieron a la mansión, todos menos Vincent quien no quería estar bajo el mismo techo que Elroy.

-Buenas noches. – Dijo la matriarca quien los esperaba a la entrada del salón principal, visiblemente molesta por su ausencia en la cena. - ¿Les parece correcto dejarnos plantados en la cena? – Preguntó con indignación, ya que creía que era una falta de educación haber dejado plantado al resto de la familia.

-Buenas noches. – Respondió Albert a su tía, a pesar del reclamo no podía enojarse ya que todavía estaba muy feliz por la celebración que había tenido de su compromiso. Sara como siempre hacía sombra a la matriarca y veía con intriga a ambos rubios. – Mandé a avisar con los chicos que no nos esperaran. – Dijo de nuevo el patriarca sin poder borrar la sonrisa que tenía, cosa que a Elroy le molestaba y ni que decir de Sara quien lo veía sumamente molesta por su actitud.

-Pero no fue un aviso previo. – Dijo molesta aún. Albert suspiró con el reclamo y volteó a ver a Anthony quien lo veía animándolo a dar aquel paso que era inevitable.

-Necesito hablar con usted. – Dijo a la tía abuela. – Y con Sara. – Dijo refiriéndose a la Sra. Leagan sin mayor respeto. Elroy lo vio confiada y Sara que estaba junto a ella volteo a ver a Albert con la esperanza de que por fin se hubiese dado cuenta de su error y hubiese aceptado el compromiso.

-Con permiso. – Dijo Anthony para retirarse. Albert asintió aceptando el retiro de su sobrino y las dos mujeres se quedaron a solas con el patriarca.

Elroy miró a Albert con su característico aire frío y lleno de superioridad que poseía tras años de haberlo practicado.

-Necesito hablar sobre el compromiso que pretenden establecer con Elisa. – Dijo directo, demostrando que no era a favor lo que hablaría con ellas.

-No es una pretensión. – Dijo Elroy indignada, mientras Sara veía con molestia el rechazo de su hija.

-Les quiero avisar que ese compromiso nunca será efectivo ya que yo nunca firmaré para que se haga válido. – Dijo firme, mirando a ambas mujeres que continuaban indignadas.

-¿¡Cómo es posible que te reúses a obedecer!? – Dijo Elroy golpeando con su bastón el elegante piso de mármol del salón, provocando un sonido tan fuerte que causó eco en todo el lugar, sonido que tal vez diez años atrás hubiese asustado a Albert, pero había comprendido gracias a su sobrino que no era bueno obedecer siempre las necesidades de la vieja Elroy, mucho menos cuando era algo que no estaban de acuerdo a llevar a cabo.

-Porque ya soy un adulto capaz de dirigir mi vida y porque además no tengo ningún interés romántico en Elisa. – Dijo negándose a dejar a la pelirroja en mal, esa sería una carta que utilizaría como último recurso.

-¡Ella es una chica de buena familia! – Dijo Elroy enumerando las cualidades que veía en Elisa, intentando que Albert obedeciera por fin a su capricho.

-¡He dicho que no! – Dijo Albert fastidiado por aquella insistencia, mientras Sara apretaba su pañuelo y sus dientes con mucha fuerza.

-Elisa podrá ser hija de una buena familia. – Dijo ironizando ese punto. – Pero ni con todas las enseñanzas y buenos ejemplos. – Dijo señalando a Elroy. – Ha bastado para que se comporte como una verdadera dama. – Dijo ya cansado del alegato que Elroy había desatado para defender su punto de vista y sobre todo para defender a la morena.

-¿¡Qué dices!? - Preguntó ofendida la matriarca, logrando que Sara se levantara molesta del lugar.

-¡Mi hija es una joven decente, no como aquella que pretendías fuera tú hija! – Dijo con saña refiriéndose a Candy, aprovechando para hablar mal de ella.

-No metas a Candy en este lío en tu afán de defender a Elisa. – Dijo Albert firme. – Candy realmente es una dama y temo decirte que quien se atreve a entrar en la habitación de un hombre soltero a mitad de la noche y usando solo un camisón de noche exponiendo que debajo no lleva ni la conciencia, no demuestra su decencia. – Dijo mirándola a los ojos.

-¿¡Qué dices William!? – Preguntó Elroy sorprendida por las palabras de su sobrino.

-Lo que escuchas. – Dijo Albert. – Elisa entró en mi cuarto a mitad de la noche con la excusa de que tú la habías amenazado con desheredarla y desterrarla de la familia sino aceptaba casarse conmigo. – Dijo señalando a Sara, quien se mostró confundida por un momento, pero de inmediato cambió su actitud para disculpar lo que su hija había hecho.

-Eso es verdad… - Dijo encubriendo a su hija. – Debe de haberlo hecho en un momento de desesperación, mi hija es una dama. – Decía insistente. Albert sonrió de lado al saber que no era cierto.

-Lo que voy a decir no lo repetiré, solo esta vez y únicamente a ustedes. – Dijo Albert al ver que Elroy aún dudaba. – Elisa no es la primera vez que muestra ese tipo de comportamiento. – Dijo ante el horror de Elroy y la desesperación de Sara. - ¿Ya lo sabías, verdad? – Preguntó Albert a Sara, quien bajó la vista por unos segundos evidenciando que era verdad, ya que tiempo atrás la había hecho pasar por enferma recluyéndola en un hospital, pagando mucho dinero para provocarle la pérdida de un bebé que venía en camino, producto de sus amoríos con Terry en el colegio.

-¡No sé de qué hablas! – Dijo Sara dándole la espalda, pero hasta Elroy se dio cuenta de esa verdad, que tanto se había esforzado en ocultar, dejándose caer de nueva cuenta en su sillón victoriano.

-Si lo sabes, Elisa ya no es una doncella desde hace tiempo. – Dijo Albert de nuevo y el rostro de Elroy se enfurecía ahora en contra de Sara.

-¿Te has atrevido a mancillar su honor? – Preguntó Sara enfrentando de nuevo a Albert, intentando seguir con su papel de víctima.

-No he tenido nada que ver con Elisa. – Dijo Albert tranquilo. – Ante todo soy un caballero, desafortunadamente no todos pueden llamarse así, y esas personas hablan. – Dijo sin revelar su fuente.

-Te aprovechas porque Louis no está para defendernos. – Dijo Sara indignada queriendo hacerse la desvalida, cuando todos sabían que no necesitaba quien la defendiera.

-Tú decides si quieres que hable con él. – Dijo Albert, Sara lo vio con los dientes apretados y la mirada asesina. Volteó a ver a Elroy y esta la ignoró. – Mañana se anunciaran los compromisos, pero después de esa noche no quiero volver a ver a los Leagan de nuevo en la mansión. - Dijo Albert antes de retirarse, Elroy asintió digna, obedeciendo las órdenes del que había demostrado no cedería a sus chantajes, era la primera vez que Elroy obedecía lo que Albert decía, se sentía bastante dolida para hacerlo.

-Mañana asistirán al anuncio de los compromisos y después se irán de Chicago para siempre. – Dijo Elroy completamente desilusionada de Sara y Elisa.

-¡Pero tía abuela, no creerás lo que William dijo de Elisa! – Dijo Sara con desesperación. - ¡Es una mentira! – Insistió para intentar reparar el daño que había causado la confesión de Albert.

-William es un caballero, incapaz de inventar algo como eso. – Dijo Elroy segura de aquella cualidad que Albert y sus demás nietos poseían. – Si no quieres que todo esto afecte el honor de Elisa es mejor que obedezcan. – Sara salió del salón y Elroy quedó sola con sus pensamientos, suspirando al creer que solo Liam era digno de recibir por completo su herencia. Elroy no se imaginaba que los secretos que arrastraba su hijastro eran mucho mayores que los que tenía su hijastra.

Continuará…

Hola hermosas, solo por esta ocasión y solo con motivo del 125 aniversario del nacimiento (Según la autora) de nuestro rubio consentido, me di la libertad de publicar este capítulo, que espero sea de su agrado. Les mando un fuerte abrazo y nos leemos el lunes de nuevo. Saludos!

TeamColombia. Hola hermosas, que alegría leer sus mensajes. Muchas gracias como siempre por estar al pendiente de la historia, espero que no les haya molestado la actualización temprana. Saludos y bendiciones para cada una de ustedes.

Mayely León. Hola hermosa, tuviste razón en desconfiar de Elisa, sabemos que no es una persona de fiar y aunque en otras historias la he hecho menos mala en esta no pintaba para eso. Te mando un fuerte abrazo, me alegra que estés muy bien, saludos y bendiciones.

Aminaabud. Hola hermosa, creo que Albert no olvidará por un buen tiempo lo que Elisa le ofreció, lo bueno que ya tiene con quien practicar lo aprendido jajaja. Gracias por comentar hermosa! te mando un fuerte abrazo amiga.

Julie-Andley-00. Hola hermosa, pues ya tenemos a Vincent en acción para apoyar al rubio mayor, que más que inocente yo creo que es demasiado noble, confía en que todas las personas tienen un lado bueno, sin embargo con Elisa se equivocó por completo. Vamos a ver qué hace ahora Albert para liberarse definitivamente de ella. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.

Rose1404. Hola hermosa buenas noches, me alegra que estés muy bien y que hayas tenido un buen fin de semana, aquí también todo bien gracias a Dios. Creo que tu fidelidad a la lectura te hicieron acreedora a un nuevo capítulo antes de tiempo. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.

lemh2001. Hola hermosa, muchas gracias por tus comentarios la verdad que me halaga mucho que me dejes un review tan lindo con eso haces que mi ego se eleve jajajaja no te creas, sigo teniendo los pies en la tierra y pensando que soy una total novata en esto de los fanfics, sin embargo intento dar lo mejor de mi para mis historias. Es bueno saber que alguien como tú las lee y puede hacer una crítica de ella. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.

Clint Andrew. Hola hermosa, el pobre Albert no alcanzó a perder por completo la cordura, solo fue un lapsus que atravesó y como no, si al pobre lo agarraron con la guardia baja, aunque luego la levantó jajajaja. Elisa sabemos que es pura maldad y no se debe confiar en ella, pero creo que con lo sucedido ya no volverá a caer en lo mismo. Susana aunque no es como Elisa si está algo obsesionada con Terry (como ya lo sabemos) así que vamos a ver qué es lo que se trae en esa cabeza loca que se carga. Gracias por continuar con la lectura hermosa, te agradezco en el alma que lo hagas. Te mando un fuete abrazo amiga, saludos y bendiciones.

Muchas gracias a todas las personas que están al pendiente de la historia y que se toman su tiempo de leerla, gracias por continuar leyendo, les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes y por supuesto un feliz cumpleaños para mi PRINCIPE DE LAS ROSAS, mi Maravilloso y Magnífico ANTHONY BROWER ANDLEY.

GeoMtzR.