Hola hermosas, de nuevo me reporto con ustedes con el siguiente capítulo espero sea de su agrado. Los personajes de Candy Candy no me pertenecen, simplemente son fuente de mi inspiración para lograr hacer una historia completamente mía, la cual esta prohibida publicar en cualquier otra plataforma. Es sin fines de lucro, todo es mero entretenimiento. NO es apta para menores de edad ya que su clasificación M o sea solo para adultos, así que si no tienes la edad suficiente para este contenido o te sientes incómoda con este tipo de relato te pido de la manera más atenta posible que te retires y te abstengas de leer. Gracias por tu comprensión. COMENZAMOS!
LEJOS DE TI
CAPÍTULO 28
LIAM OBTIENE SU MERECIDO
Los cinco jóvenes que habían seguido a Neal convencidos de que únicamente enfrentarían a Anthony no podían creer que el rebelde amigo del rubio hubiera llegado para ayudarle en la disputa, ya que Neal les había advertido que solamente le ayudarían para vencer a Anthony.
-¡Terry! – Gritaron los otros cinco jóvenes al mismo tiempo, sorprendidos de ver que se acercaba a Anthony y le sonreía como en los viejos tiempos del Colegio.
-Caballeros, un gusto en volver a pelear con ustedes. – Dijo Terry haciendo una reverencia. De reojo pudo ver que Anthony sangraba de su mano izquierda.
-¡Dijiste que solo sería Anthony! – Dijo uno de los acompañantes de Neal como queja porque sabía bien que aquel par de jóvenes siempre los habían vencido sin mucho esfuerzo.
-¡No seas miedoso! ¡Somos seis contra dos! – Decía Neal seguro de que ganarían esta vez, ya los habían enfrentado alguna vez en el colegio y esa vez ninguno de ellos estaba armado, ahora tenía la ventaja de que él estaba armado igual que dos más de ellos.
-¡Una cosa es atacar los seis a uno de ellos y otra a los dos juntos! – Decía otros de los cobardes amigos de Neal. Aquel chico sabía también lo que podían hacer la dupla de amigos en contra de ellos.
-Demasiado tarde. – Dijo Terry sacando una navaja del bolsillo interior de su saco. - ¿Lo ves Brower, siempre es bueno estar armado? – Dijo viendo como su amigo le sonreía agradecido por su ayuda. Terry le correspondió a su sonrisa olvidando por un momento la desconfianza que había surgido hacia él al verlo hablar con su novia.
Cuando los otros cinco vieron que Terry sacaba un arma al mismo tiempo se detuvieron, no querían terminar en el hospital con una herida más grave que la de los golpes, ya que Anthony y Terry eran bastante peligrosos sin armas, no querían saber que podrían hacer con uno de ellos armado.
El pleito comenzó y Anthony y Terry pronto dominaron la situación, los seis jóvenes eran unos cobardes y Neal sabía bien que estaba perdiendo, así que intentó correr antes que los otros, sin embargo cuando Anthony lo desarmó con una certera patada en su mano derecha y lo tomó de su solapa para poder amedrentarlo, los otros cinco salieron corriendo del lugar.
-¡Bola de cobardes! – Les gritó Terry aún ofuscado por la pelea, haciendo como que los iba a perseguir para que no volvieran a ayudar al cobarde moreno.
-¡Ahora tú y yo vamos a hablar! - Dijo Anthony zangoloteando a Neal fuertemente.
Candy veía como su prometido y Terry habían peleado con una verdadera sincronización de movimientos, sorprendiéndose por la manera de pelear de su novio ya que nunca había tenido la oportunidad de verlo, era una faceta que a pesar de no haber visto le agradaba el saber que podría defenderla de ser necesario.
-¡No te tengo miedo! – Decía Neal con el sudor recorriendo su frente y no precisamente por el ejercicio que lo había hecho hacer Anthony, sino por el miedo que invadía su cuerpo al saber de lo que era capaz el rubio de hacerle. Un fuerte y certero golpe llegó al rostro de Neal, mientras Terry veía con diversión el rostro del moreno, el cual se deformaba graciosamente antes de recibirlo para luego irse de espaldas contra el suelo y quedar ahí desmayado.
-Deberías de habérmelo dejado a mí. – Dijo Terry con ganas de ponerlo también en su lugar, desde el colegio le tenía ganas y sentía que había perdido otra oportunidad.
-¿¡Qué sucede!? – Llegó Archie corriendo, detrás de él llegaba Stear y más atrás llegaban las chicas, habían llegado tarde a la pelea.
-Nada, que el cobarde de su primo intentó emboscar a Anthony. – Dijo Terry explicando de pronto las intenciones de Neal.
-¿¡Estás bien Anthony!? – Preguntó Stear al ver que Candy colocaba un pañuelo sobre la mano ensangrentada de Anthony.
-Estoy bien. – Dijo el rubio con una leve mueca al sentir una punzada de dolor. Volteó a ver a Neal quien seguía desmayado en el suelo. – Este imbécil solo es valiente cuando está armado. – Dijo señalando a Neal.
-Iré por seguridad. – Dijo Archie, siendo acompañado por Annie.
-¿¡Estás bien!? – Preguntó Mack a Terry cuando lo vio algo desaliñado, pero cuando puso la vista en Anthony vio que estaba herido. - ¡Estás sangrando! – Dijo sorprendida, sin embargo no se apartó de su novio.
-Estoy bien. – Dijo Anthony sin dejar a Candy de lado, quien la volteó a ver incómoda por la preocupación que Mack mostraba por su novio.
-No tiene nada. – Dijo Terry a Mack, indicándole con esas palabras que estaba molesto por su actitud, recordando el rebelde a lo que había ido en ese momento. Mack bajó la vista apenada comprendiendo que había hecho mal.
-Te busqué por todos lados. – Dijo Mack a Terry para cambiar de tema e intentar tranquilizarlo un poco.
-Ya me encontraste. – Dijo secamente. Mack lo miró a los ojos y supo que había sucedido algo y ella se lo había perdido.
Candy se llevó a Anthony de la terraza en busca de material para curarlo.
-No te preocupes princesa, estoy bien. – Le decía Anthony con ternura al ver la preocupación de su novia.
-Iré por Andrea. – Decía Candy buscando por todos lados a su tía.
-Uuuuhhhh no te lo recomiendo. – Dijo Stear a la rubia.
-¿Por qué? – Preguntó Candy confundida ante la manera en la que Stear le había hablado.
-Porque hace rato la vi brindando muy alegre con el tío Albert. – Anthony sonrió y volteó a ver a su novia.
-Estoy bien hermosa, no te preocupes, además es nuestro compromiso y el del tío, hay que celebrarlo también. – Dijo de nuevo, sin embargo en la mirada de Candy sabía bien que no la iba a convencer de dejarlo sin atención. – Bien, vamos a buscar algo para curarme. – Le dijo y Candy cambió su expresión por una más de alegría.
Llegaron a una de las habitaciones en las que Anthony sabía bien que guardaban material de curación y Candy rápidamente se encargó de lavarle la herida y comenzar a esterilizar con cuidado la zona perjudicada. Anthony la veía con amor por el esmero y entusiasmo que ponía su pecosa en la labor que hacía, comprendió que realmente sería una buena vocación la de ser enfermera.
-¿Qué sucede? – Preguntó Candy cuando vio que su novio se había perdido en ella, sintiendo sus mejillas arder al encontrase con la mirada intensa que él fijaba en ella.
-Nada. – Dijo tierno. – Solo que me estoy imaginando la suerte que tendrán los pacientes cuando seas tú quien los atienda. – Le dijo sincero, las palabras de Anthony provocaron que Candy se sonrojara aún más.
-No bromees. – Le dijo tímida, la mirada que veía en sus ojos era una mirada muy especial, llena de sentimientos y deseos al mismo tiempo.
-No bromeo. – Le dijo acercándose a ella. Levantándose de su lugar para comenzar a caminar con ella y llevarla hacia la mesa que estaba detrás de ella. Candy se dejó guiar cautivada por los movimientos de su novio, sin embargo el nerviosismo que tenía era uno que le agradaba de verdad.
Anthony la subió a la mesa y comenzó a besarla apasionadamente, se colocó entre sus piernas y siguió con lo que le habían interrumpido en la terraza.
-Si no hubiera llegado el imbécil de Neal yo no estuviera así. – Dijo Anthony sin dejar de besarla, sus labios recorrieron su cuello y sus hombros, acariciando su cintura con ternura, acercándola a su pelvis para sentir el contacto con la de él, tomó una de sus piernas y la colocó en su cintura, por inercia Candy hizo lo mismo con la otra y pronto lo tenía abrazado con ambas piernas por la cintura y con los brazos por sus hombros, aferrada a él, mientras Anthony continuaba con sus caricias con su boca.
El contacto de sus intimidades los hizo estremecer y ninguno de los dos fue capaz de apartarse, sabían que jugaban con fuego y que podían quemarse, sin embargo también sabían que el amor que se tenían era más grande que lo que podría decir toda la sociedad entera. La cordura de Anthony lo abandonó por unos segundos, los cuales supo aprovechar muy bien.
-Te necesito Candy. – Dijo Anthony con una voz ronca y verdaderamente seductora.
-Y yo te necesito a ti Anthony. – Dijo Candy acercándolo más a ella con sus piernas.
-Necesito hacerte mía Candy, necesito entrar en tu cuerpo y demostrarte lo mucho que te amo, deseo marcar tu cuerpo con mis labios, necesito hacerte sentir lo que tú haces sentir en mi cuerpo. – Decía Anthony ansioso, con las ganas a flor de piel, necesitado de poder formarse en un solo ser con la persona que más amaba en el mundo.
-Sí… - Dijo Candy perdida de pasión. – Quiero… quiero ser tuya… quiero que marques mi cuerpo con tu boca, quiero sentir lo que tu cuerpo siente cuando estás conmigo, quiero que me demuestres lo mucho que me amas y también quiero demostrarte lo mucho que te amo... – Decía Candy ya sin tener su mente en su cuerpo, la pasión le había ganado y las caricias que Anthony le proporcionaba eran el detonante perfecto para dejar de pensar en las consecuencias.
El rubio viajó más al sur y se encontró con el par de blancos senos cubiertos por la fina tela de su vestido, sus manos viajaron sobre ellos para descubrirlos por completo, sin embargo cuando estaba a punto de hacerlo la cordura volvió a su mente, acarició sus senos con impaciencia y con su boca regresó a sus labios, mientras Candy seguía removiéndose ansiosa bajo su cuerpo.
-Perdóname Candy. – Le dijo con dificultad. – Perdóname por favor pecosa. – Le dijo verdaderamente apenado de haber estado a punto de hacerla su mujer. Candy por un momento se sorprendió por lo dicho, pero después comprendió sus palabras. – No quiero que nuestra primera vez sea arrebatada, quien tomarme el tiempo de recorrerte y tenerte en el lugar que te mereces, mi amor por ti es limpio y sincero, no es un sentimiento impuro y deshonroso. – Decía intentando controlar su respiración para que su cuerpo volviera a la normalidad.
-No, perdóname a mí… me dejé llevar… - Decía avergonzada. Anthony la vio verdaderamente avergonzada y no pudo evitar sonreír con dulzura.
-No hermosa, tú no tienes la culpa de provocar esto en mi cuerpo. – Decía vencido por su actitud, besando con ternura y cuidado sus labios. Candy cerró los ojos para recibir esa nueva caricia, pero un leve quejido de su novio la sobresaltó.
-¿Estás bien? - Preguntó Candy preocupada por la reacción que había escuchado de su prometido. Anthony sonrió y levantó su mano la cual volvía a sangrar.
-Creo que me lastimé. – Dijo el rubio, manoteando para intentar controlar el ardor que se había producido en su herida.
-¿Cómo pasó? – Preguntó Candy intrigada por saber en qué momento había ocurrido.
-No tengo idea. – Dijo Anthony comenzando a reír ya que ello le había ayudado a recomponerse y que la calma y relajación regresara a su cuerpo.
-Déjame ver. – Dijo Candy bajando del lugar donde se encontraba para volver a revisar la herida. Anthony le sonrió agradecido y sus miradas se volvieron a encontrar perdidas una en el otro.
-Anthony, Candy. – Dijo Stear abriendo la puerta de pronto. - ¿Cómo estás? – Preguntó al rubio al ver que Candy continuaba curando al rubio.
-Estoy bien Stear. – Dijo el rubio volteando a ver a la puerta que acababa de cruzar el inventor. - ¿Qué sucede? – Preguntó para saber la razón por la que había entrado tan de repente.
-Lo que sucede es que me avisaron que la tía abuela se siente mal. – Dijo de nuevo el de anteojos. Anthony se levantó de inmediato para ir a ver a la anciana, sintiéndose mal porque él había sido cómplice de aquella sorpresa que le habían dado entre todos. Tomó a Candy de la mano quien se sintió también preocupada por la mayor.
-¿Qué le sucede? – Preguntó caminando hacia la habitación de la tía abuela.
-No lo sé, Juan y María la encontraron cerca del salón de música y Dorothy y José los ayudaron a llevarla a descansar. – Dijo Stear sin dejar de caminar. Patty iba a su lado al mismo paso, lo mismo la pareja de rubios quienes estaban ambos preocupados realmente por la vieja Elroy.
-¿Avisaron a Albert? – Preguntó Anthony para saber si el patriarca ya sabía de lo que estaba sucediendo.
-Ya, iba en camino cuando él me envió a buscarte. – Explicó de nuevo Stear.
-¿Y Andrea? – Preguntó Candy por su tía, quería saber si ella podía ayudarla.
-Sí, también. – Dijo simplemente el inventor.
-¿Qué pasó con Neal? – Preguntó de nuevo Anthony, también estaba preocupado por lo que podría hacer de nuevo el moreno.
-George se lo llevó a su familia y al parecer los escoltará hasta que se vayan de la ciudad. – Dijo Stear comentándole las órdenes que había dado Albert con respecto a Neal y los Leagan.
Liam había visto que los Ardlay se habían movilizado y como era de esperarse se dedicó a seguir hacia donde iban. Había visto cómo se habían llevado a Albert y a su prometida, quien después de haber estado brindando alegremente su rostro había cambiado la expresión y se había dirigido a pasos agigantados de la mano de su prometida hacia las habitaciones de la mansión.
-¿Qué sucede tía abuela? – Preguntó Albert una vez que había entrado a la habitación de la anciana.
-Albert… hijo… - Dijo la matriarca con las lágrimas a punto de caer de su rostro.
-Tía, siento mucho que te hayas enterado de todo de esta manera. – Dijo Albert culpable por haber provocado su malestar.
-No hijo… yo no les di más opciones. – Dijo Elroy entendiendo que ella había sido bastante ruda con ellos y que no los había escuchado.
-De todas formas debí haberte informado. – Dijo besando su mano, mientras Elroy le sonreía con ternura por primera vez después de mucho tiempo de no hacerlo.
-No es por eso que estoy así hijo. – Le dijo con culpa en su mirada. Albert la vio confundido.
-¿Entonces? ¿Pasó algo más? – Preguntó sin saber qué era aquello que la hubiese llevado a la cama tan de repente. Volteó a ver a Andrea quien revisaba con detenimiento a la vieja Elroy, esta asintió para advertirle que estaba bien.
-Por años nunca quise ver la verdad que tuve ante mis ojos. – Dijo comenzando a llorar con culpa.
-¿A qué te refieres? – Preguntó Albert para que le explicara más detalladamente lo que quería decir con esas palabras. Elroy volteó a ver a Andrea y ella comprendió que debía salir del lugar.
-No es necesario. – Dijo Elroy al ver que la joven médico quería salir para darles privacidad. – Pronto serás la esposa de Albert y con ello serás la encargada de ayudarlo a dirigir a la familia. – Dijo para sorpresa de Albert, quien con esas palabras comprendía que la tía abuela les estaba dando su autorización para casarse, no era que lo necesitaran, sin embargo a Albert le alegró bastante aquellas palabras de su tía abuela. – Escuché sin querer una conversación entre Liam y Sara. – Dijo Elroy comenzando a llorar con verdadero pesar en sus sollozos.
-¿Qué sucedió tía abuela? – Preguntó Albert sin apartarse de ella, preocupado por lo que pudiera haber escuchado.
-Todo este tiempo me engañaron, nunca sintieron verdadero amor o siquiera respeto por mí. – Decía dolida. – Ellos solo quieren mi dinero, todo este tiempo es lo único que han querido de mí, igual que su padre. – Decía sin poder controlar su sufrimiento.
-Tranquila Sra. Ardlay, no es bueno que se altere. – Dijo Andrea para que la mayor intentara controlar su sentimiento.
-Escuché como Liam se encargó de robar a la hija de Roxanne y el Sr. De la Garza, quería desaparecerla, sin embargo el hombre al que le encargó ese trabajo la abandonó en un orfanato. – Decía subiendo su voz conforme hablaba, ya que la indignación que sentía iba en aumento con cada palabra que mencionaba. Albert la escuchaba atento, con esas palabras Liam tenía para poder ser recluido en la cárcel y pagara todos y cada uno de sus crímenes.
- ¿Estás segura de lo que dices? – Preguntó Albert, quien al saber la verdad pero que no tenían pruebas de ello pensaba en cómo podía la tía abuela servir como testigo para poder hundirlo.
-Perfectamente. – Dijo Elroy segura de sus palabras. – La hija de Roxanne fue adoptada por los Leagan por órdenes de Liam para que ellos se hicieran cargo de hacerla sufrir, pero Sara no sabía nada, sino que cuando Candy se enamoró de Anthony ella interfirió con sus planes y por eso la envió a México, Liam la esperaba para continuar haciendo de su vida un infierno. – Decía Elroy cada vez más desesperada.
-Tranquila tía abuela. – Decía Albert emocionado porque ya tenía suficiente evidencia para poder librarse de aquel despreciable ser.
Elroy continuó diciendo lo que había escuchado y la manera en la que José, Juan, María y Dorothy la habían llevado hacia su habitación sin que nadie se diera cuenta de ello.
Anthony y Stear seguían con sus prometidas rumbo a la habitación de la tía abuela cuando en eso vieron a Liam bajar las escaleras, ninguno de los dos puso mucha atención en ese hecho ya que lo habían visto evadir toda la noche a la familia de Candy.
-Adelante. – Dijo Albert una vez que Anthony y Candy llegaron a la habitación.
-¿Cómo está? – Preguntó Anthony con cierta culpabilidad en su voz. La tía abuela extendió sus manos para que el rubio las tomara y se acercara a ella. Anthony dejó a Candy un momento para acudir al llamado que le daba la mayor.
-Estoy bien hijo, gracias. – Le dijo con una sonrisa. Anthony correspondió a esa sonrisa y se sentó del lado contrario de Albert.
-Ven Candy, ayúdame. – Dijo Andrea a la menor para que la ayudara a continuar con la revisión de la anciana. Candy con pena se adentró a la habitación para acercarse a la matriarca y comenzar a tomar su presión. Elroy la observaba a ambas hacer su trabajo.
-Muchas gracias por todo. – Dijo Elroy agradecida y doblegando su orgullo al ver que las dos jóvenes que la atendían no guardaban rencor hacia ella, sobre todo la menor a la que había tratado muy mal cuando había vivido en Lakewood. – Candy. – Le dijo tomando su mano. La rubia se sobresaltó por un momento. – Perdóname por todo lo que te hice en el pasado. – Dijo Elroy buscando su mirada. Candy tomó su mano y la miró a los ojos.
-No tengo nada que perdonarle Sra. Elroy. – Dijo la pecosa como siempre noble en sus sentimientos. Elroy por primera vez conmovida por la rubia sonrió agradecida.
-¿Qué fue lo que le pasó? – Preguntó Anthony a Andrea.
-No te preocupes, tiene la presión un poco alta. – Dijo la joven. – Sin embargo es necesario que se haga unos estudios para saber cómo anda su corazón. – Dijo como recomendación a los dos sucesores de la familia.
Albert relató a Anthony y a Candy el motivo que había hecho que la tía abuela se hubiera puesto así, dejándolo más tranquilo al creer que había sido él la causa de su malestar, sin embargo su molestia aumentaba al saber que Liam realmente siempre había sabido la identidad de Candy y que su propósito siempre fue el de hacerle la vida miserable sin tener la menor intención de revelar a sus padres que nunca había muerto.
-¡Es un canalla! – Dijo Anthony bastante molesto por lo que descubría. - ¡Hay que detenerlo de una vez! – Decía decidido. - ¿Me imagino que podemos contar con tu declaración, verdad tía abuela? – Preguntó esperanzado a la matriarca, mientras los demás la observaban. Sus ojos bajaron hacia sus manos, arrugadas por los años vividos las cuales apretaba sobre las sábanas que cubrían su cuerpo. Anthony dudó por un momento al ver su reacción.
-Es lo menos que puedo hacer para resarcir un poco el daño que ha hecho mi hijo. – Dijo como si Liam realmente fuera su sangre. Anthony suspiró aliviado, lo mismo que Albert quien se levantó decidido a hablar a la justicia para que se hiciera cargo de él.
-Hay que ir de inmediato por la policía. – Dijo Albert decidido a hacerlo. Anthony asintió al comprender que pedía que lo acompañara.
-Hay que tener cuidado ya que no debemos alertar a Liam para que no pueda escapar. – Dijo Anthony caminando afuera de la habitación junto con Albert, ambos iban a avisar a Joaquín para que los acompañaran.
Joaquín por su lado se había pasado una buena noche junto a su familia y los Ardlay, quien junto con los Cornwell y Vincent habían convivido a lo largo de la noche. Stear, Archie, Patty y Annie habían sido los encargados de despedir a los invitados ya que la noche estaba por llegar a su final y solo quedaban los familiares.
-Mamá… Papá… - Dijo Annie un poco tímida al tener por fin el tiempo para presentar a su hermana a sus padres. La Sra. Britter se detuvo primero que su esposo al reconocer qué era lo que Annie pretendía hacer. – Ella es María, mi hermana. – Dijo Annie con orgullo al presentar a la joven que acababa de conocer pero que ya aceptaba como su hermana. – Y su esposo Juan. – Dijo con una sonrisa esperando la reacción de sus padres.
-Mucho gusto María, Juan. – Dijo el Sr. Britter extendiendo la mano para saludar con sencillez a la joven que le era presentada.
-Mucho gusto Sr. Britter. – Respondió María, lo mismo que Juan quien saludó con respeto al hombre que estaba frente a él.
-Me alegra mucho conocer a mi otra hija. – Dijo con una sonrisa, sonrisa que provocó que María sonriera agradecida por las palabras del padre de su hermana. – Annie nos habló de ti y déjame decirte que eres bienvenida a la familia. – Dijo sincero. María y Juan sonrieron agradecidos. – Por supuesto que tú también Juan y si me lo permiten… mi nieto… - Dijo refiriéndose al pequeño o pequeña que llevaba María en su vientre.
-Muchas gracias Sr. Britter. – Dijo María enternecida con las palabras del mayor, ya que ella nunca había tenido un figura paterna en su vida, y aquel hombre que sin siquiera conocerla le ofrecía ser esa figura que ella siempre había anhelado, pero al recordar la confesión de su madre meses atrás la hizo estremecer. El gesto de la Sra. Britter no era lo que se podría decir estuviera de acuerdo con lo que su marido había expresado.
-Mucho gusto María… Juan… - Dijo sin decir más, los dos jóvenes extendieron su mano para saludarla con timidez, sintiendo aquella barrera que existía entre las clases sociales, sobre todo cuando Elena sabía bien que aquel par de chicos eran del servicio del Sr. De la Garza.
-Mucho gusto Sra. Britter. – Dijo María sin dejarse amedrentar por la mirada que le dedicaba la mayor.
-Mamá. – Dijo Annie a su madre al ver la manera en la que trataba a su hermana. – María es mi familia y me gustaría que pudieras verla como lo que es, mi hermana y mi sobrino. – Dijo poniendo la mano en el vientre de la morena. Elena vio en los ojos de Annie que realmente era importante aquella petición que le hacía con la mirada. Elena sonrió y asintió para sonreír a la joven, sin embargo María sabía bien que tenía que mantener con ella la distancia.
-Muy bien hija. – Dijo con una sonrisa tranquila. – María es tú hermana y yo no soy nadie para evitar que mantengan una relación cercana. – Dijo con más obligación que necesidad.
-¡Gracias mamá! – Dijo Annie abrazando a su madre, mientras María la veía recordando la relación que ella había tenido con Rocío, un lágrima apareció en los ojos de la morena y Juan la abrazó para reconfortarla al saber que era lo que le había provocado aquella sensación.
Los padres de Archie y Stear estaban bastante divertidos con Vincent, los De la Garza y los Williams, habían vuelto a reiniciar su amistad, una que había comenzado cuando eran muy jóvenes y al tener mucho tiempo de no verse volvían a aprovechar. Habían bebido tequila, uno que bastante fino que había llevado Joaquín y que les había advertido que no era para que lo consumieran a la ligera.
-¿Qué sucede? – Preguntó Joaquín cuando vio que Felipe entraba apurado a decirle algo.
-Patrón, Liam bajó muy apurado de las habitaciones y en este momento está abandonando la mansión. – Dijo a su patrón algo agitado.
-¿Sucedió algo? – Preguntó Joaquín.
-No lo sé patrón, solo sé que lo he estado vigilando y después de ver que habló con su hermana, subió a las habitaciones y tiempo después salió apresurado. – Dijo Felipe dando toda la explicación de lo que había hecho Liam en esa noche.
-¿Crees que se vaya a ir? – Preguntó Joaquín.
-No lo sé. – Respondió Felipe.
-Bien, por lo pronto ve tras él y me dices qué es lo que está haciendo. – Dijo Joaquín. Felipe asintió y se fue rápidamente de la mansión para poder alcanzar a Liam.
Después de que Albert y Anthony se habían puesto de acuerdo para ir por la policía, bajaban buscando a De la Garza.
-¿Qué sucede hijo? – Preguntó Vincent en cuanto vio bajar a su hijo, sabía que la expresión que tenía en su rostro no era buena.
-Papá ¿Has visto a Liam? – Preguntó Anthony a Vincent.
-No, no lo he visto en toda la noche. – Respondió sincero ya que aquel hombre se la había pasado escondiéndose de todos. Anthony buscaba por todos lados para ver si podía encontrar a aquel hombre.
-¿Qué sucede Anthony? – Preguntó Joaquín cuando vio que su yerno estaba sin su hija.
-Estamos buscando a Liam. – Dijo Anthony sin dejar de buscar. Albert por su lado hacia lo mismo.
-Hace como una hora Felipe me avisó que Liam bajó de las habitaciones. – Dijo Joaquín y Anthony recordaba que él mismo lo había visto.
-¿Sabe a dónde fue? – Preguntó ansioso, mientras miraba por todos lados.
-¿Qué pasa? – Preguntó Joaquín de la misma forma, viendo cómo Anthony buscaba a Liam con impaciencia.
-Tenemos la manera de denunciarlo y comprobar todo lo que hizo. – Dijo Anthony, ya que sabía que a pesar de que no tenían pruebas físicas, la palabra de la tía abuela era más que suficiente para que fuera tomada en cuenta como válida en una declaración formal ante un juzgado.
-Felipe fue a seguirlo. – Dijo Joaquín feliz por las palabras que le había dicho Anthony.
La noche fue pasando y poco a poco todos se fueron a dormir, las damas sobre todo eran las más cansadas por la noche llena de emociones que habían vivido. Candy y los demás habían decidido quedarse en la mansión de los Ardlay por lo tarde que era y porque querían estar seguros que Liam no iría por alguna de ellas para lastimarlas. Los guardias habían quedado custodiando la mansión, todos bien advertidos de estar alerta de cualquier actividad que se registrara tanto dentro como fuera de la mansión.
Candy se había quedado ayudando a Andrea con la tía abuela y las demás se habían ido a dormir en compañía de alguien, nadie había querido pasar la noche sin compañía por el temor de que Liam pudiera hacer algo.
Así como las damas estaban acompañadas en alguna habitación de la mansión, los caballeros continuaban en el salón principal de la mansión esperando alguna noticia de Felipe, la noche ya se había ido y la mañana comenzaba a hacer su aparición.
-¿Crees que Liam se haya ido de la ciudad? – Preguntó Albert a Anthony.
-Tal vez. – Dijo Anthony frotándose su mentón al imaginarse los movimientos que podría dar aquel hombre. – De lo contrario Felipe ya hubiera venido a avisarnos en dónde está. – Decía pensando que Felipe estaría todavía detrás de él.
-Si es que no lo ha descubierto. – Dijo Albert con temor. Anthony lo volteo a ver con preocupación.
-No lo creo. – Dijo Joaquín entrando a la conversación. Felipe tiene todo este tiempo vigilando cada uno de sus movimientos y Liam no se ha dado cuenta de nada. – Felipe es un hombre bastante precavido y cauteloso. - Calmó a los demás con sus palabras.
-Tío, creo que es mejor que avises a todas las propiedades de la familia para que nos adviertan si tienen alguna noticia de él. – Dijo Anthony dando la idea a Albert de que nadie dijera a Liam que lo estaban buscando.
-Tienes razón Anthony. – Dijo Albert y de inmediato se adentró al su despacho para hacer lo que le había sugerido su sobrino.
En ese momento George entró por la puerta, sorprendido de ver a la mayoría de los caballeros de la familia aún de pie, sobre todo porque se habían desvelado por la fiesta de compromiso y él creía que se levantarían más tarde, pero al verlos con las mismas ropas de la noche anterior se dio cuenta que no era normal aquel hecho.
-¿Qué sucede joven Anthony? – Preguntó directamente al rubio menor.
-¿Dónde andabas? – Preguntó Anthony sin responder la pregunta que le hacía su fiel administrador.
-Fui a asegurarme que los Leagan abandonen la ciudad. – Dijo George, quien se había pasado el resto de la noche dando órdenes para que la familia saliera de la ciudad.
-¿Todo bien? – Preguntó Anthony.
-Los Leagan van en camino a Florida. – Respondió George. – Por cierto, me encontré a Felipe afuera de la mansión de los Leagan.
-¿Felipe? – Preguntó Anthony extrañado. George asintió.
-Me dijo que le avisara al Sr. De la Garza que pronto se comunicaría con él. – Dijo George.
-¿Liam estaba con los Leagan? – Preguntó Anthony ansioso.
-Liam llegó después de que llegamos a la mansión. – Explicó George sin saber nada de lo que había estado pasando en la mansión de los Ardlay. – Yo vi a Felipe a lo lejos, sin embargo no me acerque a él hasta que en un momento que se descuidaron pude hacerlo. – George sabía que Felipe estaba haciendo su trabajo y que no debía ser visto.
-¿Sigue ahí? – Preguntó dispuesto a ir por él.
-No lo creo. – Dijo George. – Cuando llegó le dijo a la Sra. Leagan que no se preocupara por él, que iba a regresar al rancho, sin embargo el Sr. Leagan le dijo que no se molestara, que ya había enviado a un nuevo administrador. – Dijo de nuevo el administrador. – Así que dijo que se iría a resolver unos asuntos que lo había mandado a hacer la Sra. Elroy. – George le decía lo que había escuchado ya que no había querido dejar a solas a los Leagan hasta que se marcharan de la ciudad.
Anthony le contó a George lo que había pasado mientras él no estaba y Albert llegaba para informar que ya todos los lugares en los que tenían propiedades estaban avisados de que estaban obligados a reportar la presencia de Liam en alguna de ellas.
-No creo que se vaya a una de las propiedades de los Ardlay. – Dijo Vincent, sin dudar de la inteligencia de ese hombre.
-Esperemos que sí padre. – Decía Anthony rogando porque así fuera.
-De todas formas hablé también a la mansión de los Williams en Lakewood. – Dijo Albert, quien creyó que no estaba de más hacerlo. Anthony sonrió agradecido, si no era él el que pensaba algo su tío le ayuda a completar sus ideas.
Las horas fueron pasando lentamente y la mañana se iba consumiendo al igual que la noche sin noticias de Liam.
-Buenos días. – Dijo Candy bajando las escaleras para saludar a su prometido, su padre y al resto de la familia.
-Buenos días princesa ¿Cómo está la tía abuela? – Preguntó mientras la tomaba de la mando para saludarla.
-Pasó una buena noche, sin embargo Andrea sigue pensando que sería bueno hacerle un estudio más completo en el hospital. – Dijo Candy externando lo que su tía le había comentado.
-Dime la verdad amor. – Dijo Anthony preocupado. - ¿Andrea teme por la vida de la tía abuela? – Preguntó una vez más.
-No te preocupes, no es por eso, sino porque tiene que estar segura de cómo está el corazón de la tía abuela, no solo por lo que sucedió anoche sino por su edad, hay que cuidarla más. – Dijo Candy para tranquilizar a su prometido. Anthony sonrió por su respuesta.
-Bien, me aseguraré de que vaya. – Dijo Anthony seguro que lo haría. - ¿Cómo te sientes? – Preguntó con ternura al ver el cansancio reflejado en sus ojos.
-Bien. – Respondió Candy con el rostro sonrojado, mientras Anthony la llevaba de la mano para dirigirla hacia el jardín, necesitaba despejar su mente y ni el baño matutino había logrado hacerlo. - ¿Y tú? ¿Cómo te sientes? – Preguntó con interés. Anthony dio un largo suspiro.
-Cansado, preocupado. – Dijo sincero a su novia.
-No te preocupes, todo estará bien. – Dijo Candy dándole ánimos para que no se sintiera perdido.
-Eso espero pecosa, no estaré tranquilo hasta que Liam esté detrás de las rejas. – Dijo buscando su rostro para acariciarlo mientras la veía a los ojos. – Dios ¡Cuánto te amo! – Le dijo sonriendo con ternura, mirando su rostro realmente enamorado. – No sé qué haría sin ti Candy. – Dijo abrazándola con fuerza a su pecho, sintiendo la enorme necesidad de mantenerla ahí junto a él hasta que aquel hombre apareciera y asegurarse así que no la lastimaría, que no le haría daño y que no la perdería por causa de él. Candy sonrió y lo abrazó con la misma necesidad, sabía qué era lo que le decían sus manos con ese abrazo tan largo y prolongado que le estaba dando.
-Yo tampoco quiero imaginarme que haría sin ti, Anthony. – Le dijo aferrándose a su cintura, llenándose de su aroma, respirando su perfume y sintiendo como sus corazones latían desbocados por estar tan cerca uno del otro, en esos momentos eran un solo ser, una sola alma unida por su amor.
-¡Anthony! – Dijo Archie de pronto. Anthony volteó rápidamente hacia donde escuchó la voz de su primo.
- Acaba de hablar el Sr. Felipe González. – Dijo el elegante chico a su primo, regresando en Anthony la ansiedad al escuchar su nombre.
-¿Lo encontraron? – Preguntó necesitado de escuchar una respuesta afirmativa.
-Dijo que lo había seguido hasta el camino que lleva a Lakewood, pero el automóvil que lo llevaba se descompuso y tuvo que caminar hasta encontrar un teléfono para llamar y pedir ayuda. – Dijo Archie.
-¿No era el auto de Stear? – Preguntó molesto por lo poco conveniente que era para ellos que hubiera sucedido eso. Archie no dijo nada porque sabía que Anthony estaba furioso. – Lakewood es muy grande y hay muchos lugares donde puede esconderse. – Dijo de nuevo el rubio.
-Sí, pero también habló James. – Dijo alegrando a Anthony con aquella noticia, quien tomó a Candy de la mano para llevarla dentro de la mansión para ponerse al tanto de la estrategia que tomaría su tío.
-¿Qué dijo? – Preguntaba mientras caminaba a toda prisa.
-Dice que Liam llegó hace una hora y que le dijo que descansaría un momento para después salir de viaje. – Dijo Archie sin dejar de seguir al rubio.
-Hay que movernos de inmediato. – Dijo Anthony. Candy lo veía asustada al verlo tan decidido a ir hacia donde estaba aquel hombre sin entrañas.
-¿Irás tú también? – Preguntó Candy asustada, parándose de pronto al ver que Anthony tenía esa intención.
-Tengo que hacerlo hermosa. – Dijo Anthony decidido. Archie continuó su camino para dejar que arreglaran aquella diferencia que había surgido de pronto. – Si no lo hago no estaré tranquilo si escapa. – Dijo tomándola por la cintura para besarla sorpresivamente, como si necesitara de sus besos para llenarse más de valor para ir tras Liam.
Su boca se fundió sobre la de Candy, sintiendo como su cuerpo reaccionaba de manera ferviente, besándola con un beso húmedo, apasionado y realmente necesitado. Candy correspondió a su beso con la misma intensidad, deseando que el cielo protegiera a su amado en aquella peligrosa aventura a la que sabía bien se enfrentaría y que ella no sería capaz de detenerlo, ya que era por ella misma que se aventuraba a hacerla.
-Cuídate mucho por favor. – Dijo apenas audible, el aire que le había robado Anthony con aquel beso tan largo le impedía hablar con naturalidad.
-No te preocupes hermosa. – Dijo besando su nariz con amor. – Te prometo que me voy a cuidar y que pronto volveré a ti sano y salvo. – Le dijo besando su mejilla por la cual rodaba una lágrima que le advertía la preocupación que tenía por aquella búsqueda que emprendía. – No llores por favor pecosa… - Le dijo besando sus labios con ternura.
-Te amo. – Le dijo Candy una vez más y Anthony sonrió.
-Y yo a ti mi amor… - Le dijo nuevamente, besándola una vez más.
-Anthony, es hora de irnos. – Dijo Stear a su primo, sintiendo pena porque le había tocado hablarle en el preciso momento en el que se estaba despidiendo de Candy apasionadamente. – Perdón… - Dijo palmeando su rostro, mientras Anthony se acercaba a él con una sonrisa.
-No te preocupes Stear, ya estoy acostumbrado. – Le dijo tomándolo por el hombro mientras volteaba a ver a Candy para lanzarle un beso al aire y dedicarle una sonrisa tan espectacular y maravillosa que dejó a Candy sin habla por unos momentos.
El corazón de la rubia comenzó a latir acelerado, nerviosa por lo que podría suceder en aquella búsqueda que habían emprendido su amado príncipe de las rosas.
Anthony, Albert, Stear, Archie y Terry iban acompañados de George y un grupo de policías, así como de Vincent, Joaquín y hasta el padre de Stear y Archie había decidido acompañarlos para proteger también a sus hijos, ya que al haberle explicado quien era realmente Liam, sabía que había que cuidarse de él. Juan y José se habían quedado en la mansión de Chicago con un número igual de guardias custodiando la mansión, ellos se encargarían de dar órdenes a las personas que cuidarían a los que se habían quedado en la mansión Ardlay.
La caravana que se dirigía a Lakewood era bastante grande, sin embargo viajaban apresurados para poder alcanzar a Liam ya que les habían advertido que había dicho que saldría de viaje y les hacía sospechar que lo que buscaba era desaparecer del país.
-Yo pienso que Liam escuchó lo que decía la tía abuela. – Dijo Stear a los pasajeros que llevaba en el automóvil de Anthony.
-Es lo más seguro. – Dijo Anthony, quien rogaba por que el camino se hiciera más corto. – Si no, no tengo otra manera de explicar su repentina huida. – Dijo de nuevo el rubio poniendo su vista en el camino.
-Es un cobarde. – Dijo Archie también molesto por lo que estaba pasando. – Apúrate Stear, no vaya a ser que ese tipo se vaya. – Decía ansioso.
-¡Ya voy Archie! ¡Ya voy! – Decía Stear manejando deprisa y con precaución, el camino hacia Lakewood estaba lleno de desniveles y tenía que ser precavido, sin embargo Liam les llevaba ventaja y su miedo era que se fuera del país.
Liam había llegado por la mañana a la mansión de las rosas, planeaba quedarse ahí unas horas mientras reponía fuerzas y tomaba todo lo necesario en dinero y joyas para poder irse muy lejos de ahí. Había escuchado todo lo que Elroy había hablado con Albert y sabía bien que si no contaba con la ayuda de la anciana estaba completamente en peligro y corría el riesgo de ser apresado, el peso de la palabra de Elroy como podía llevarte a las alturas podía hundirte por completo en el fango.
-James, solo vengo por unas horas, por favor no me molestes mientras descanso por un momento. – Dijo Liam al viejo mayordomo, quien asintió con lo dicho, pero pareciéndole extraño que fuera solo, sin la compañía de algunos de los miembros directos de familia. – Por favor no digas a nadie que estoy aquí. – Dijo de nuevo y James recordó la llamada que había recibido de Albert y se decidió a llamar de una vez a la mansión de Chicago para avisar que acababa de llegar aquel hombre, solo esperó a que saliera de su vista y se encerrara en su habitación.
El mayordomo de Chicago también sabía que algo malo estaba pasando, así que de inmediato llamó a Albert para comunicarle lo que James le había dicho por teléfono.
La sonrisa que Albert mostró al salir de su despacho motivó a todos los presentes, al adivinar que eran buenas noticias las que había obtenido por teléfono.
-¿Lo encontraron? – Preguntó Joaquín en cuanto vio al rubio.
-Sí. – Dijo Albert un poco nervioso. – Está en la mansión de las rosas, pero James dice que le dijo que solo estaría unas horas, así que tenemos que darnos prisa. – Le dijo a Joaquín y al comandante de la policía que había permanecido con ellos en la mansión.
-Muy bien. – Dijo el comandante. – Reuniré a mis hombres para partir lo antes posible. – Dijo para salir de la mansión y reunir a la cuadrilla de hombres que se llevaría y la que se quedaría al cuidado de las personas que se quedarían en Chicago.
-Archie, ve a avisarle a Anthony que tenemos que irnos. – Dijo Albert a su sobrino, quien de inmediato se dirigió al jardín en donde sabía había ido con Candy a pasar un momento a solas con ella.
Cuando llegaron a la mansión de las rosas habían procurado hacer el menor ruido posible, ya que sabían que eran demasiados los que iban en búsqueda de aquel hombre. Anthony y Albert fueron los primeros que se adentraron en la mansión mientras los uniformados rodeaban la mansión en lugares estratégicos para que no pudiera escapar por ningún lado.
Liam no podía descansar, se movía de un lado para otro y mejor se decidió a levantarse para darse un baño y poder continuar con su huida. El sueño no había sido su aliado en las últimas horas y él mismo se animaba diciendo que podría dormir cuando estuviera fuera del país. Se terminó de alistar y se asomó hacia el jardín, pensando molesto en cómo había llegado hasta ese punto, si había logrado escapar por tantos años, estaba enojado con él mismo por su descuido, si no hubiera discutido con Sara en la mansión Elroy no se hubiera enterado y él estaría más cerca de la fortuna de la anciana.
Fijó su vista entre las rosas y pudo observar que algo se movía en el lugar, por un momento pensó que era el jardinero que había iniciado su faena, sin embargo pronto pudo darse cuenta que aquel que andaba sobre las flores hacia señas a otra persona que no estaba muy lejos de él, esto lo obligó a voltear al lado que ese hombre indicaba y pudo observar que había otra persona entre las flores.
Tomó lo que pudo entre sus bolsillos y bajó las escaleras rápidamente sabía que lo habían encontrado y que estaban rodeando la casa.
-¿Descansó el señor? – Preguntó James con tranquilidad, sin revelar que Anthony y Albert acababan de llegar.
-Sí James, gracias. – Respondió extrañamente amable.
-¿Necesita algo? – Preguntó James para hacer tiempo y que los señores llegaran a detenerlo.
-No… - Dijo Liam, teniendo un mal presentimiento al ver que James se colocaba muy cerca de él. De inmediato se dirigió a la parte trasera de la mansión y James hizo señas a sus patrones para que se dieran cuenta hacia donde se había ido.
-¿Dónde está? – Preguntó Anthony cuando vio que ya no estaba cerca del mayordomo.
-Se fue hacia la parte trasera de la mansión, joven Anthony. – Dijo James apuntando hacia el lugar que había salido.
-No creo que hayan tenido tiempo de rodear la mansión. – Dijo Anthony al darse cuenta que todo sucedía muy rápido.
-Creo que se dio cuenta que llegamos. – Dijo Albert a su sobrino. Anthony asintió y ambos se dirigieron hacia la salida de la mansión, buscando por todos lados hacia donde pudo haber ido.
-¡Un momento señor! – Escucharon de pronto un grito de uno de los trabajadores de la mansión, quien quería advertir a Liam sobre lo que estaba haciendo.
-¡Quítate de mi camino imbécil! – Dijo Liam con furia, lanzando a Benicio hacia un lado para poder alcanzar el caballo más próximo que había en las caballerizas.
-¡Pero señor…! – Decía el buen hombre. No pudo evitar que tomara uno de los caballos y este de inmediato azotó al caballo para que corriera lo más rápido posible.
-¿Qué pasa Benicio? – Preguntó Anthony seguido de Albert quienes llegaban a los pocos minutos, mientras le daba la mano para ayudarlo a levantarse, ya que Liam lo había empujado con el afán de salir corriendo antes de ser visto.
-¡Patrón! – Dijo refiriéndose al menor. - ¡El patrón Liam se acaba de ir como alma que lleva el diablo en Satán! – Dijo apresurado porque temía por la seguridad de aquel que a pesar de todo era considerado el hijo de Elroy.
-¿¡En Satán!? – Dijo Anthony sorprendido. Benicio asintió preocupado quitando su sombrero, porque él era el encargado de las caballerizas. - ¡Tío Satán no conoce los alrededores! – Dijo Anthony preocupado por su caballo.
-Tienes razón Anthony. – Dijo Albert preocupado por ese hecho. – Debemos alcanzarlo.
-¿¡Qué sucede!? – Dijo Terry quien venía acompañado de los Cornwell.
-¡Liam se acaba de ir en Satán! – Respondió Albert para informarlos. Anthony había ido por su caballo para darle alcance, él sabía que su caballo era lo suficientemente rápido como para alcanzar a Satán.
Albert, Archie y Terry hacían lo mismo, cada uno iba por su caballo, mientras Stear iba a avisar a los demás para también llevar a un policía para que estuviera al pendiente de toda la situación.
Albert y los demás pronto divisaron dónde iba Anthony, ya que se imaginaba que Satán correría hacía el cañón amarillo que era el camino que lo llevaba rumbo a México, era comprensible que Liam buscara cruzar hacia el lado mexicano ya que era un terreno que dominaba y desde ese lugar podría huir más fácilmente de la justicia.
Anthony pronto divisó el polvo que levantaba Satán, el cual iba bastante encabritado por la manera en la que Liam lo había montado y forzado a correr. El caballo que era noble y fiel a Anthony odiaba que lo golpearan para hacer que corriera más rápido. En un descuido de Liam, quien se volteaba a ver dónde iban Anthony y los demás, el rubio pudo darle alcance.
-¡Satán, Ohhh! – Gritó Anthony lo más fuerte que pudo para lograr que el caballo se detuviera, sin embargo Liam levantó su fuete para darle en las ancas y evitar obedeciera a su dueño.
-¡Muévete maldito animal! – Le decía Liam con coraje. En pocos momentos Anthony dio alcance al malvado individuo e intentó detener el ataque que haría a Satán, sin embargo la herida que tenía en su mano izquierda le impedía sostenerse con fuerza de la rienda de Pegaso. Una mueca de dolor se reflejó en su rostro al intentar detener el brazo de Liam, quien molesto por haber sido detenido en su intento sacó su revólver del saco e intentó dispararle a Anthony.
Albert quien veía de cerca aquella escena, alcanzó a gritar a su sobrino para advertir el peligro que se avecinaba, ya que de lejos tenía una mejor visión de lo que sucedía del lado contrario al que Anthony podía ver.
-¡Anthony cuidado! – Decía Albert con miedo de que aquel hombre se saliera con la suya y provocara la muerte de su sobrino.
Un disparo se escuchó por lo alto, sin embargo Anthony no lo recibió, aquel fuerte sonido alebrestó a Pegaso quien intentó detenerse por el miedo, mientras Satán se paraba en dos patas motivado por el miedo que le había provocado el balazo. Liam por sostener el revólver e intentar disparar de nuevo en contra de Anthony no pudo sostenerse bien y cayó hacia atrás, sin embargo una de sus espuelas se atoró en el estribo de la silla de montar. Satán comenzó a correr liberado de su carga, arrastrando el cuerpo de su entonces jinete por entre las piedras, las cuales iban dañando el cuerpo de Liam por cada golpe que recibía.
-¡Satán, detente! – Gritó Anthony, sin embargo el miedo del caballo era mayor que su juicio. Anthony instó a Pegaso para que corriera aún más rápido, mientras Albert y los demás jinetes le daban alcance y comenzaban una nueva persecución, solo la diferencia era que el jinete que perseguían iba siendo arrastrado entre las patas de Satán.
Tardaron unos minutos en por fin darle alcance al endemoniado caballo, quien disminuyó su carrera al ver que el camino se terminaba a su paso. Anthony fue el primero que pudo alcanzar la rienda de Satán, haciendo un esfuerzo sobrehumano con su mano izquierda para sostenerse de la rienda de Pegaso mientras con la derecha sostenía la de Satán.
-¡Ohhh! – Decía para que el caballo por fin se tranquilizara. - ¡Tranquilo bonito, tranquilo! – Decía Anthony logrando que poco a poco el caballo cediera y por fin se tranquilizara. Pegaso había hecho también un esfuerzo sobre humano y jadeaba igual que Satán.
Anthony se bajó de Pegaso y así logró calmar con más facilidad a Satán, mientras Albert y los demás junto con el inspector y su equipo de seguridad se acercaban a Liam que yacía inerte sobre las rocas del cañón.
-¿Cómo está? – Preguntó Anthony acercándose al hombre que los había dañado tanto. Albert negó viendo a su sobrino, todos tenían cara de asombro y terror. Anthony volteó a ver lo que los demás observaban con horror.
-Está muerto. – Dijo el inspector que encabezaba la investigación.
-¡Maldita sea! – Dijo Joaquín molesto por lo ocurrido.
-Intenté alcanzarlo. – Dijo Anthony sintiéndose un poco responsable por no haberlo conseguido.
-No hijo, no te preocupes. – Dijo Joaquín dándole ánimo a su yerno, ya que Anthony lucía de verdad molesto y frustrado.
-Hijo hiciste todo lo posible por evitar esto. – Dijo Vincent llegando a su hijo para darle ánimo, él sabía que a pesar de que Liam había sido un desgraciado no merecía una muerte tan horrible como esa.
-Tranquilo Brower. – Dijo Terry palmeando su hombre. – El que a hierro mata, a hierro muere. – Dijo para que Anthony entendiera que aquel hombre había buscado su destino, lo había forzado y lo había obligado a cobrarse de esa manera para poder estabilizarlo.
-Tienen razón Anthony, Liam se buscó su propia muerte. – Decía Albert.
-Señor Ardlay. – Dijo el inspector. – Nosotros nos encargaremos de trasladar el cadáver. – Dijo de nuevo para que la familia y los amigos que lo habían acompañado se regresaran a la mansión. - Pero es necesario que nadie salga de Lakewood para que rindan declaración. – Dijo mirando a todos para que ninguno saliera del pueblo. Todos asintieron a la recomendación del policía.
-Nos preocupe inspector. – Dijo Albert para que aquel hombre supiera que así lo harían.
Todos los Ardlay se regresaron a la mansión de las rosas. Anthony llevaba a Satán junto con Pegaso, se habían decidido a irse tranquilos por la carrera a la que habían sido sometidos los caballos. Anthony había revisado las heridas de Satán y a pesar de que no habían sido de gravedad estaba molesto por el sufrimiento del animal. Albert entendía a su sobrino, sin embargo no mencionó nada y simplemente continuó cabalgando junto a él, mientras observaba su mano lastimada por el esfuerzo.
Continuará…
TeamColombia. Hola hermosas, me da gusto como siempre leer sus comentarios. Muchas gracias por leer y seguir al pendiente de la historia. Les envío muchos saludos y bendiciones hermosas.
Mayely León. Hola hermosa, espero que te haya gustado este nuevo capítulo y si no como digo siempre que te haya entretenido un poquito y sacado de tus obligaciones. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones amiga.
María José M. Hola hermosa, me da gusto que disfrutes el capítulo, fíjate que en esta historia es donde más comentarios positivos he recibido para Territo jajaja no cabe duda que lo quieren pero lejos de Candy jajaja. Gracias por comentar hermosa saludos y bendiciones.
Aminaabud. Hola hermosa, cada una tiene su estilo de escribir y si hay personas que son sádicas en su imaginación, otras crueles, otras románticas, otras cursis (me incluyo), bromistas, y otras que de plano no tienen idea de lo que están haciendo jajaja pero todas y cada una tienen su mérito así que respeto tu manera de escribir. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.
Julie-Andley-00. Hola hermosa, la verdad que si fue algo que me encantó escribir, igual que este capítulo la verdad ya que a veces mis dedos se mueven por inercia, me gustó la idea de mandar a los Leagan a México, pero lo malo que Anthony y Candy me dijeron que ellos van a ir y venir con frecuencia, así que creo que mejor los destierro a Florida donde Elisa podrá criar a sus gatos a gustos jajaja. Gracias por comentar hermosa. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Mia8111. Hola hermosa, me da mucho gusto que leas la historia. Gracias por dejarme un cometario, te mando un fuerte abrazo, también quiero agradecerte que la hayas agregado a tus favoritas. Saludos y bendiciones hermosa.
lemh2001. Hola hermosa! Yo también me preocupé por Anthony, pero ya que continué con este capítulo me tranquilicé al ver que lo noqueó de un solo golpe. ¿Te imaginas la fuerza con al que debió haberle dado para que lo desmayara de un solo intento? Me encanta que así haya sido la verdad jajaja. Aquí ya vimos porque la tía abuela no se sintió mal por la presentación de los compromisos, sino porque ella misma se dejó llevar por la curiosidad y como cualquier hija de vecina escuchó detrás de las puertas y zas! que escucha a los hermanos veneno región 1. Espero que te haya gustado el capítulo, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones hermosa, gracias por leer.
Denisse Treviño. Hola hermosa, me alegra mucho que te hayas incluido en la lectura y sobre todo que continúes adelante, que bueno que estés muy bien. Hay muchas lectoras que me hicieron la misma pregunta, según yo los había descrito en la historia, si no es así (porque la verdad no recuerdo) te mandé un PM con las características que tienen cada uno en mi mente, pero por si no tienes tiempo te los describo también por este medio. Felipe es el mano derecha de Joaquín (El papá de Candy) él es alto, moreno, fuerte, de cabello negro entrecano y ojos también negros, bigote. Rafael es su hermano, pero él además de ser alto, moreno, cabello entre cano y usar un sombrero como el de García, tiene panza y patas flacas jajaja (no sé porqué así me lo imaginé) y los gemelos son altos, cabello y ojos negros, cuerpo atlético, atractivos y a pesar de que son de caracteres diferentes ambos son buenas personas. Espero que con ello tu imaginación te de la pauta de imaginártelos un poco más a tu gusto. Te mando un fuerte abrazo hermosa, gracias por leer. Saludos y bendiciones amiga.
Ster Star. Hola hermosa, este Neal me sorprendió a mi también, ¿En dónde habrá aprendido a andar de maleante? ¿Sabrá usar realmente la navaja? Eso me pasó por la mente ya que Anthony lo había desarmado y noqueado de un solo golpe... Dios, la verdad lo disfruté jajaja. Muchas gracias por leer hermosa, muchas gracias por seguir al pendiente de la historia a pesar de tus obligaciones que me imagino son muchas como dices aumente en la recta final del año. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Rose1404. Hola hermosa, buenas noches para ti, espero que hayas pasado un lindo día y que leer te haya relajado un poco la mente para descansar mejor. Me alegra que te guste la historia y que estés ansiosa por el resto. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.
Leidy. Hola hermosa, espero que ya estés más tranquila después de leer este capítulo. Te mando un fuerte abrazo, gracias por leer.
Marce Sánchez. Hola hermosa, me alegra que te hayas registrado aunque sea por erro y más que comentes en la historia. Fíjate que yo también comencé a leer hace 3 años y también al principio tenía mi nombre como usuario, tú misma lo puedes cambiar en la página, te puedes ir a Accoutn-Settings-User Name: donde dice Change le oprimes y ahí puedes poner como tu gustes, puedes ser creativa e inventar el nombre o pseudónimo que más te guste, lo mejor de todo que tus comentarios hechos anteriormente cambiarán automáticamente. Te mando un fuerte abrazo hasta la bella ciudad de Guadalajara hermosa, saludos y bendiciones.
Carolina Benitez. Hola hermosa, me da gusto volver a leer un comentario tuyo, me da mucho más el saber que estás bien. Que bueno que te gustaron los capítulos anteriores y que estás al corriente de ellos. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Clint Andrew. Hola hermosa, ¿Cómo estás? Si! esa Elisa es pura maldad jajaja lo bueno que su papá supo que hacer con ella y pues gracias a George que se encargó de dejarlos en el tren para que se vayan derechito a Florida y no regresen nunca más jajaja. Me alegra que te haya gustado el capítulo amiga, me llamó mucho la atención que pusiste "Ya quiero saber lo que sucederá cuando Liam caiga" y literal cayó jajaja pero del caballo, quien le mando por querer montar y disparar como si estuviera en el viejo oeste, creo que le faltó más práctica. Muchas gracias por leer hermosa, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones como siempre.
Muchas gracias a las personas que no se atreven o no les gusta dejar un comentario al finalizar el capítulo, sé que a veces no tenemos nada que decir o no queremos entrar en conflictos por nuestra opinión, sin embargo les agradezco que están al pendiente de la lectura y de las actualizaciones, les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
***AVISO***
Quiero comunicarles que la próxima semana no podré actualizar, así que el capítulo 29 y 30 llegarán hasta el 18 y 22 de Octubre respectivamente, Dios mediante, espero comprendan esta situación y que no les vaya a extrañar este lunes que no haya actualización.
GeoMtzR.
