Notas del autor:
¡Buenos días, tardes o noches!
¿Cómo están? Espero que bien, yo también estoy bien o lo mejor que uno puede estar cuando estas estudiando dos carreras a la vez, a lo que iba es que no podre actualizar todas las semanas pero por el momento tengo algunos capítulos listos para subir.
Para los que conozcan la historia de Harry Potter, quiero decirles que no seré fiel a la original porque obviamente no estaré utilizando a todos los personajes de J.K. Rowling, sino que serán los personajes de Sailor Moon en su lugar, pero si parecerá que lo que estoy haciendo es un "copiar y pegar" pero eso es porque hay cosas de la historia original que tienen que pasar, más adelante me iré desviando de alguna forma u otra para que las acciones de los personajes se adapten a sus personalidades . Otra cosa, súper importante, nada de esto me pertenece, no soy dueña de nada, todo le pertenece a su correspondiente creador, ya sea Harry Potter a J.K. Rowling u Sailor Moon a Naoko Takeuchi; todo es con fines de diversión, no pienso apropiarme de nada.
Sin más los dejo hasta el próximo capítulo.
Pd: ¡las críticas positivas siempre son bienvenidas, acepto ideas e interpretaciones!
¡Saludos! ;)
Capítulo 2:
El vidrio desapareció.
Pasaron como unos diez años desde que los Yuho se despertaron una mañana y encontraron a la sobrina en la puerta de entrada, pero pese a esto, Privet Drive permaneció sin cambios. El sol se elevaba por los mismos jardines bien cuidados e iluminaba el bronce del número 4 en la puerta de los Yuho; avanzaba en su living, que era casi exactamente el mismo que esa noche cuando el señor Yuho vio las ominosas noticias de los búhos. Solo las fotos en la repisa de la chimenea indicaban el avance del tiempo en ese hogar. Hace diez años solo se exhibían fotos de lo que parecía una pequeña pelota rosada pinchosa con gorros de diferentes colores, pero Lady Yuho ya no era una bebe y eso se podía ver en las nuevas fotos colocadas que mostraban a una niña de pelo rosa y grande montando su primera bicicleta; en una calesita en la feria; jugando con su padre en la computadora; siendo besada y abrazada por su madre. En la habitación no había señales de que allí viviera otra niña.
Sin embargo, Rei Hino seguía estando allí, durmiendo en ese momento, pero no por mucho más tiempo. Su tía Koan se había despertado y su voz irritante era el primer ruido del día.
-¡Arriba, arriba! ¡A levantarse! ¡Ahora!
Rei se despertó con un sobresalto. Su tía golpeo otra vez la puerta.
-¡Arriba! –chillo. Rei la escucho caminar hacia la cocina y luego el sonido de la sartén sobre el fuego de la hornalla. La niña se dio vuelta y trato de recordar el sueño que había tenido. Era uno bueno. Había una motocicleta que volaba. Tenía la extraña sensación que no era un nuevo sueño.
Su tía regreso a la puerta.
-¿Ya estas levantada? -Exigió.
-Casi –respondo Rei.
-Bueno, apúrate, quiero que vigiles el desayuno. Y no te atrevas a dejarlo quemar. Quiero que todo sea perfecto en el cumpleaños de mi amada Lady.
Rei gimió.
-¿Qué dijiste? –pregunto bruscamente su tía del otro lado de la puerta.
-Nada, nada…
El cumpleaños de Lady… ¿Cómo pudo olvidarlo? Rei se levantó lentamente y comenzó a buscar sus medias. Encontró un par debajo de la cama y, después de sacar una araña de una de ellas, se las puso. Rei estaba acostumbrada a las arañas, porque en el armario, debajo de las escaleras, estaba lleno de ellas, y allí era donde vivía.
Cuando estuvo completamente vestida bajo al hall, hasta la cocina. La mesa estaba desbordada de regalos de cumpleaños de Lady. Parecía que Lady había conseguido la nueva computadora que quería, además del segundo televisor, mas mangas de su anime favorito y la bicicleta de carrera. Exactamente para que querría Lady una bicicleta era un misterio para Rei, ya que Lady era muy floja y su cuerpo la delataba, detestaba el ejercicio, salvo, por supuesto que eso significara golpear a alguien. La bolsa de boxeo favorita de Lady era Rei, pero no podía atraparla muy seguido. Aunque no lo parecía, Rei era muy rápida.
Tal vez tenía algo que ver con el hecho de que vivía en un armario muy oscuro, pero Rei había sido siempre pequeña y muy flaca para su edad. Incluso parecía más pequeña y enjuta de lo que realmente era, porque todas sus prendas de vestir eran ropa vieja de caridad que su tía se llevaba de los centros de donación, y prendas viejas que Lady odiaba, y su prima era cuatro veces más grande que ella. Rei tenía el rostro delgado, rodillas huesudas, pelo negro y ojos amatistas brillantes. Usaba anteojos redondos siempre pegados con cinta adhesiva, por todas las veces que Lady la había golpeado en la nariz y aunque sería mejor conseguir otros, eso no estaba disponible y no podía prescindir de usar anteojos pues tanto tiempo viviendo a oscuras había perjudicado su vista. Lo único que a Rei le gustaba sobre su apariencia era esa pequeña cicatriz en la frente, con la forma de un rayo. Que ella supiera, la tenía desde siempre, y lo primero que recordaba haber preguntado a su tía Koan era como se la había hecho.
-En el accidente automovilístico, donde tus padres murieron –respondió-. Y no hagas preguntas.
No hagas preguntas, esa era la primera regla de muchas para sobrevivir entre los Yuho.
Tío Rubeus entro en la cocina cuando Rei estaba dando vuelta el tocino.
- ¡Péinate! –ladro, como saludo matinal.
Una vez por semana, su tío Rubeus miraba por encima de su periódico y gritaba que Rei necesitaba un corte de pelo. A Rei le habían cortado el pelo más veces que a todas las niñas de su clase juntos, pero eso no hacia ninguna diferencia; su pelo simplemente crecía de esa manera, en todas direcciones.
Rei estaba friendo huevos cuando Lady apareció con su madre. Lady se parecía mucho a su madre, la tía Koan. Tenía la cara grande, rosada, mucho cuello, ojos grandes y de un rojo acuoso y a diferencia de sus padres tenía el pelo rosado y espeso que cubría su cabeza gorda. Tía Koan decía a menudo que Lady parecía un bebe de ángel. Rei decía a menudo que parecía una cerda con peluca de cotillón barato.
Rei puso sobre la mesa los platos con el desayuno, lo que no era una tarea fácil dado que la mesa estaba repleta de regalos para Lady. Entretanto, dicha niña se dedicaba a contar sus regalos. Se le alargo la cara.
-Treinta y seis –dijo, mirando a su padre y a su madre-. Eso es dos menos que el año pasado.
-Querida, no contaste el regalo de la tía Esmeraude, ves, está debajo de este paquete gigante de papi y mami.
-Muy bien, treinta y siete entonces –dijo, Lady poniéndose rosada, haciéndole honor a su cabello.
Rei, que podía ver venir un gran berrinche de Lady, comenzó a comer sus huevos lo más rápido posible, por si se le antojaba tirar la mesa.
Tía Koan sin duda también debió sentir lo que estaba por pasar, porque dijo rápidamente:
-Y vamos a comprarte dos regalos más cuando salgamos hoy. ¿Qué te parece, angelito? Dos regalos más. ¿Está todo bien?
Lady pensó durante un largo tiempo. Parecía difícil el reto que se propuso. Por ultimo dijo lentamente:
-Entonces tendré treinta y… treinta y…
-Treinta y nueve, dulzura –dijo tía Koan.
-Oh. –Lady se dejó caer pesadamente sobre su silla y tomo el regalo más cercano-. Entonces está bien.
Tío Rubeus rio entre dientes.
-La pequeña chiquilla quiere que le den lo que es por su derecho correspondiente, igual que a su padre. ¡Bravo, Lady! –dijo abrazando a Lady.
En ese momento, sonó el teléfono y tía Koan fue a atender, mientras Rei y el tío Rubeus observaban a Lady desenvolver la bicicleta de carrera, la cámara de video, un avión de control remoto, muñecas, mangas de su anime favorito, dieciséis videojuegos para la computadora y una reproductora de video. Estaba rompiendo el envoltorio de un reloj de pulsera de plata cuando tía Koan regreso a la cocina, preocupada y enojada a la vez.
-Malas noticias, Rubeus –dijo-. La señora Figg se fracturo la pierna. No puede cuidarla. –mirando fijamente a Rei.
La boca de Lady se abrió con horror, pero el corazón de Rei dio un salto. Cada año, en el cumpleaños de Lady, sus padres la llevaban con una amiga a pasar el día a donde Lady quisiera, esos lugares incluían un parque de diversiones, el cine, a comer hamburguesas. Cada año, Rei se quedaba con la señora Figg, una anciana loca que vivía a dos cuadras. Rei detestaba ir a ahí. Toda la casa le olía a repollo y la señora Figg la hacía mirar todas las fotos de todos los gatos que había tenido.
-¿Y ahora qué hacemos? –pregunto tía Koan. Mirando furiosa a Rei como si ella lo hubiera planeado todo.
Rei sabía que debía sentir pena por la fractura de la señora Figg, pero no era fácil cuando recordaba que se pasaría este año si ver por suerte, otra vez a Tibbles, Nighty, Snowy, al señor Paws y a Tufty.
-Podemos llamar a Esmeraude –sugirió tío Rubeus.
-No seas tonto, Rubeus; ella odia a la chica.
Los Yuho hablaban a menudo sobre Rei de esa manera, como si no estuviera ella ahí, o más bien como si pensaran que ella era muy estúpida como para entenderlos, algo así como un gusano.
-¿Y qué me dices de… como se llamaba, tu amiga, Ivonne?
-De vacaciones en Mallorca –respondió enfadada tía Koan.
-Pueden dejarme aquí –sugirió esperanzada Rei. Podría mirar lo que quisiera en la televisión, para variar, y tal vez incluso llegar a leer los mangas de Lady.
Tía Koan la miro como si se hubiese tragado el limón más agrio de la historia.
-¿Y regresar a una casa en ruinas por decidir dejarte aquí? –despotricó.
-No voy a quemar la casa –dijo Rei, pero obviamente no la escucharon.
-Supongo que podemos llevarla al zoológico… -dijo en voz baja tía Koan- y dejarla encerrada en el auto…
-Este auto es nuevo, ella no se va a quedar allí sola…
Lady comenzó a llorar a gritos. En realidad no lloraba, hace años que no lo hacía, pero con la práctica perfecciono su cara de llanto, aprendió que torciendo su cara y gritando, su madre le daría cualquier cosa.
-¡Pequeñita Lady, no llores, mami no dejara que ella te arruine tu día! –grito abrazándola.
-¡Yo… no… quiero… que… ella venga! –protesto gritando Lady, entre llantos falsos-. ¡Siempre me arruina todo! –Lanzo una mueca burlona hacia y para Rei desde los brazos de su madre.
Justo entonces, sonó el timbre.
-¡Oh, Dios, ya está aquí! –dijo enloquecida tía Koan, y al minuto, la mejor amiga de Lady, Juno Heras, entro con su madre.
Juno era una niña flacucha con cara de ovalada. Era la que habitualmente le sujetaba los brazos mientras Lady la golpeaba. Lady detuvo su fingido llanto de inmediato.
Media hora después, Rei, quien no podía creer su suerte, se encontraba sentada en la parte de atrás del auto de los Yuho, junto con Juno y Lady, camino al zoológico por primera vez en su vida. Sus tíos no habían podido pensar en otra cosa para ella, pero antes de salir, su tío Rubeus llevo a un lado a Rei.
-Te lo advierto –dijo, acercando su rostro rojo y asesino al de Rei-. Te estoy avisando ahora, muchacha, cualquier cosa rara, lo que sea, una sola pizca de tus tendencias de fenómenos y te quedaras en el armario desde ahora hasta navidad.
-No voy a hacer nada –prometió Rei-, de verdad…
Pero tío Rubeus no le creía nada. Nadie lo hacía.
El problema era que a menudo ocurrían cosas extrañas al alrededor de Rei y no cambiaba nada asegurarles que ella no era quien hacia esas cosas.
En una oportunidad, tía Koan, cansada de que Rei volviera siempre de la peluquería con ningún cambio, tomo un par de tijeras de la cocina y le corto el pelo tan corto y desigual que la dejo casi pelada, excepto por su flequillo, que se lo dejo para ocultar esa horrible cicatriz. Lady se rio como una hiena, burlándose de Rei, quien paso la noche sin dormir, imaginando las burlas que recibiría en la escuela al día siguiente, donde ya se burlaban por la ropa grande que usaba y sus anteojos siempre encintados. Sin embargo, a la mañana siguiente, descubrió al levantarse que su pelo había vuelto a su longitud original. La pusieron en penitencia en el armario durante una semana, aunque intento decirles que no podía explicar cómo había crecido tan rápido su pelo.
Otra vez, tía Koan había tratado de meterla dentro de un asqueroso suéter viejo de Lady (marrón con manchas rosas). Mientras más intentaba pasárselo por la cabeza, más pequeña se hacia la prenda, hasta que finalmente no le quedaba ni en la mano a Lady. Tía Koan creyó que se debía haber encogido al lavarlo y, para su gran alivio, Rei no fue castigada.
Por otra parte había tenido un problema terrible cuando la encontraron en el techo de la cocina del colegio. La banda de Lady la perseguía como de costumbre, cuando para sorpresa tanto de Rei como para las demás se encontró sentada en la chimenea. Los Yuho recibieron una carta amenazante de la directora del colegio, diciéndoles que Rei andaba trepando por los techos. Sin embargo, lo único que trataba de hacer (como le grito al tío Rubeus a través de la puerta del armario) era saltar detrás de los grandes contenedores de basura que estaban afuera de la puerta de la cocina. Rei suponía que el viento la había levantado en pleno salto.
Pero ese día, nada iba a salir mal. Incluso era mejor estar con Lady y Juno en cualquier menos en la escuela, que estar encerrada en su armario o en el living de la señora Figg con olor a repollo y rodeada de gatos.
Mientras conducía, tío Rubeus se quejaba con la tía Koan. Le encantaba quejarse de muchas cosas: compañeros de trabajo, Rei, los impuestos, Rei, el tráfico y Rei; esos eran algunos de sus temas favoritos. Esa mañana eran las motocicletas.
-…haciendo ruido con sus infernales motos, esos jóvenes rufianes –dijo, mientras pasaban al lado de una moto.
-Tuve un sueño con una motocicleta –dijo Rei, recordándolo-. Estaba volando.
Tío Rubeus casi choca contra el auto del frente. Se dio vuelta en su asiento y grito a Rei, su rostro en llamas de la ira, no podías distinguir el comienzo de su cabello con el resto de su cara.
-¡LAS MOTOCICLETAS NO VUELAN!
Lady y Juno se rieron.
-Ya sé que no vuelan, no soy tonta –dijo Rei-. Solo fue un sueño.
No debería haber dicho nada. Si había algo que odiaban los Yuho más que las preguntas eran las menciones o actitudes que pudieran percibirse como extrañas. Parecían pensar que podría generar tendencias peligrosas de solo pensar algo así.
Era un sábado y parecía que el día seria hermoso, el zoológico estaba repleto de familias. Los Yuho compraron grandes helados de chocolate para Lady y Juno en la entrada y luego, como la sonriente señora del puesto le pregunto a Rei que quería, antes de que pudieran irse, le compraron un helado de agua de limón, que era más barato. Eso no era tan malo, pensó Rei, chupándolo mientras observaban a un gorila que se rascaba la cabeza y que de tener cabello de color rosa podría ser la gemela perdida de Lady.
Rei pasó la mejor mañana que había tenido en un largo tiempo, sino nunca. Tuvo cuidado de alejarse unos metros de los Yuho, para que Lady y Juno, que se empezaban a aburrir de los animales para la hora del almuerzo, no empezaran con su juego favorito: golpearla a ella. Almorzaron en el restaurante del lugar y cuando Lady se empezó a quejar por el tamaño de su sándwich, tío Rubeus le compro otro y a Rei le dieron permiso para comerse las sobras de Lady.
Más tarde, Rei se dio cuenta de que todo se veía demasiado bueno para ser verdad.
Después del almuerzo fueron a la casa de los reptiles. Estaba oscuro y hacia frio; había vidrieras iluminadas a lo largo de las paredes. Detrás de los vidrios, había toda clase de reptiles que ni en sueños desearías encontrar de frente, víboras y lagartos se posaban en piedras y troncos, si no estaban colgadas y deslizándose lentamente. Lady y Juno querían ver a las cobras venenosas y pitones gruesas que tenían la capacidad de asfixiar a las personas de manera sencilla. Lady encontró rápidamente a la serpiente más grande del lugar. Podría haber envuelto al auto del ti Rubeus y dejarlo aplastado como una lata, pero parecía que era el momento de la siesta.
Lady permaneció con la nariz apretada contra el vidrio, contemplando a la serpiente.
-¡Haz que se mueva! –grito a su padre. Tío Rubeus golpeo el vidrio, pero la víbora no se movió.
-¡Hazlo de nuevo! –ordeno Lady. Su padre volvió a golpear, pero el animal seguía dormido.
-Esto es aburrido –se quejó Lady. Se alejó arrastrando los pies.
Rei se movió frente al vidrio y miro intensamente a la serpiente. Si ella estuviera allí, no le habría sorprendido morirse de aburrimiento, sin compañía, salvo de gente estúpida molestándote a través de un vidrio, todo el día. Era peor que vivir debajo de las escaleras, donde la única visita que tenía eran los gritos de tía Koan, y eso era cuando tenía hambre la tía; al menos ella podía recorrer el resto de la casa.
De pronto, la serpiente abrió sus ojos atractivos. Lenta, muy lentamente, levanto la cabeza hasta sus ojos estuvieran a la altura de los de Rei.
Guiño un ojo.
Rei la miro fijo. Luego se giró rápidamente para ver si la observaban. No la miraban. Miro de nuevo a la serpiente y también le guiño el ojo.
La serpiente torció la cabeza y señalo hacia el tío Rubeus y Lady y luego levanto los ojos hacia el techo. Dirigió a Rei una mirada que decía claramente Me pasa todo el tiempo.
-Lo sé –murmuro Rei a través del vidrio, aunque no estaba segura de que la serpiente pudiera oírla-. Debe ser increíblemente molesto.
La serpiente asintió vigorosamente.
-A propósito, ¿de dónde eres? –pregunto Rei.
La serpiente levanto la cola hacia el pequeño cartel cerca del vidrio. Rei miro con curiosidad.
Boa constrictor, Brasil.
-¿Era lindo allá?
La boa constrictor volvió a señalar con la cola y Rei leyó: Este espécimen fue criado en el zoológico.
-Oh, ya veo. Entonces, ¿nunca estuviste en Brasil?
Mientras la serpiente sacudía la cabeza, un grito ensordecedor detrás de Rei los hizo saltar.
-¡LADY! ¡SEÑOR RUBEUS! ¡VENGAN A VER A LA SERPIENTE! ¡SE ESTA MOVIENDO!
Lady se acercó tambaleándose lo más rápido que pudo.
-Sal del camino –dijo, golpeando a Rei en las costillas con el codo.
Como la tomó por sorpresa, Rei se cayó en el piso de cemento. Lo que sucedió a continuación paso tan rápido que nadie supo cómo había sido. En un segundo, Juno y Lady estaban inclinadas contra el vidrio y al siguiente Juno salto hacia atrás con terror al mismo tiempo que Lady se cayó dentro del recinto mientras emitía aullidos de terror.
Rei se incorporó y miro boquiabierta; el vidrio del frente del cubículo de la boa constrictora había desaparecido. La enorme serpiente se había desenrollado rápidamente, deslizándose por el piso. La gente que estaba en la casa de los reptiles gritaba y corría hacia las salidas.
Mientras la serpiente se deslizaba ante ella, Rei habría podido jurar que una voz baja y sibilante decía:
-Brasil, allá voy… graciasssss, amiga.
El encargado de la casa de los reptiles estaba en estado de shock.
-pero el vidrio –repetía-, ¿Dónde está el vidrio?
El director del zoológico en persona hizo una taza de té fuerte y dulce para la tía Koan mientras se disculpaba profusamente con el tío Rubeus. Juno no dejaba de quejarse mientras Lady temblaba de ira y miedo, a la vez que se quejaba de lo que había pasado. Por lo que pudo ver Rei, la serpiente no había hecho más que darles, al pasar, un golpe juguetón en los pies; pero para cuando volvieron al asiento trasero del auto del tío Rubeus, Lady les contaba que casi la había mordido en la pierna cuando cayó adentro mientras que Juno juraba que había tratado de apretarla para matarla. Pero lo peor de todo, para Rei al menos, fue cuando Juno se calmó y pudo decir:
-Rei le estaba hablando. ¿No es cierto Rei?
Tío Rubeus espero hasta que Juno estuvo fuera de la casa antes de enfrentar a Rei. Estaba tan enojado que se atragantaba de la ira con cada palabra que pronunciaba.
-Enciérrate… ve… armario… sin comida… -pudo decir antes de desplomarse en la silla.
Tía Koan tuvo que servirle un una copa de brandy para que se relaje un poco.
Mucho más tarde, Rei estaba acostada en su armario oscuro, sin tener idea de la hora que era. Deseaba tener un reloj para poder saber si los Yuho ya estaban dormidos y así poder salir de su armario e ir a buscar a la cocina algo para comer. Si escapaba cuando aún estaban despiertos estaría en serios problemas.
Había vivido con los Yuho durante casi diez años, diez asquerosos y miserables años, hasta donde podía recordar, incluso desde que era una bebe y sus padres habían muerto en un accidente de auto. No recordaba haber estado en el auto cuando sus padres fallecieron. Algunas veces, cuando forzaba su memoria en sus largas tardes encerrada en su armario, tenía una extraña visión: un rayo enceguecedor de luz verde y una dolorosa quemazón en la frente. Eso, suponía, era el auto que impacto contra ellos, aunque no podía imaginar de donde venía la luz verde. Y no podía recordar nada de sus padres. Sus tíos nunca hablaban sobre ellos y, por supuesto, tenía prohibido hacer preguntas. No tenía ni una foto de ellos.
Cuando era más chica, Rei, soñaba todo el tiempo, que alguien ahí afuera pensaba en ella y que en cualquier momento ese pariente desconocido vendría a buscarla para llevársela, pero eso nunca había sucedido; los Yuho eran su única familia para su desgracia. Sin embargo, algunas veces pensaba (o tal vez era lo que deseaba) que la gente desconocida, en la calle, actuaba como si la conociera. Era gente rara. Un hombre increíblemente bajo con una galera violeta la había saludado cuando se vio obligada a ir de compras con la tía Koan y Lady. Después de preguntarle furiosa si conocía al hombre, tía Koan las había sacado del lugar, sin comprar nada. Una anciana con aspecto desgastado, toda vestida de amarillo la había saludado alegremente en el ómnibus. Un hombre pelado, con un abrigo largo, color verde, le había estrechado la mano en la calle y se había alejado sin decirle nada. Lo más raro de toda esa gente era la forma en que parecía desvanecerse en el momento en que Rei trataba de acercarse.
En el colegio, Rei no tenía amigos. Todos sabían que el grupo de Lady odiaba a esa extraña Rei Hino, con su ropa vieja y deforme, los anteojos rotos y las cosas raras que le suceden, y sobre todo, a nadie le gustaba estar del lado malo de la banda de Lady.
