Hola a todas, espero estén muy bien todas ustedes, muchas gracias por seguir aquí pendientes de la actualización, muchas gracias por leer mis historias. Los personajes de Candy Candy no me pertenecen, sin embargo los utilizo para formar una historia que me hubiera gustado sucediera realmente, lo hago sin fines de lucro solo por diversión. No es apta para menores de 21 o para personas que son susceptibles a temas adultos, si no cumples con los requisitos te pido de favor te retires, de lo contrario eres bienvenida. Comenzamos!
LEJOS DE TI
CAPÍTULO 32
CANDY SE TITULA DE ENFERMERA
Los preparativos de la boda de ambos rubios estaban bastante adelantados, y mientras Elroy y Juliette se dedicaban a afinar los últimos detalles, Albert y Andy llegaban de su luna de miel más enamorados que nunca, los meses que habían pasado solos los dos les habían caído de maravilla y regresaban no uno sino tres de aquella romántica escapada como marido y mujer.
-Bienvenidos. – Dijo el mayordomo de la mansión Ardlay al recibir al joven patriarca junto a la ahora matriarca de los Ardlay.
-Muchas gracias Alfred. – Dijo Albert con una gran sonrisa, le era imposible demostrar lo feliz que estaba por haber regresado de su viaje. El mayordomo hizo una reverencia a ambos y Andy sonrió amable al mayor.
Cuando el mayordomo se retiró del lugar, Albert tomó entre los brazos a su esposa al estilo princesa para adentrarla a la que sería a partir de ese momento su morada.
-Bienvenida a tu nuevo hogar. – Le dijo girando con ella como si fuesen un par de chiquillos.
-¡Basta Albert! ¡Nos mareas! – Dijo Andy sin poder evitar reír feliz y llena de emoción por la alegría que demostraba su ahora esposo.
-¡Tienes razón! – Dijo Albert deteniéndose de pronto al recordar que su esposa había resultado preñada en la luna de miel y que tenía la ventaja de saber que así era con certeza. – Lo siento amor, no quise que se sintieran mal. – Dijo de nuevo con una sonrisa, bajándola cuidadosamente.
-¿Sintieran? – Preguntó Elroy al escuchar a su sobrino mencionar en plural aquellas palabras. Albert volteó a ver a su tía abuela y sonrió emocionado, la vieja Elroy vio con alegría en los ojos de su sobrino y su ahora sobrina la noticia que les traía a todos. - ¡Voy a ser abuela! – Dijo realmente emocionada, las lágrimas comenzaron a caer de sus cansados y arrugados ojos.
-Vas a ser abuela… - Le dijo Albert acercándose a ella para besar su frente y abrazarla con cariño, sabía que para ella era una alegría conocer a un integrante más de la familia, era la única que había logrado hacerlo, ya que sus padres, su hermana y los padres de Janice habían muerto muy jóvenes, quedándose ella a cargo de todos de una manera inesperada. Elroy abrazó con impaciencia a su sobrino y después se dirigió a Andy, quien la miró con una sonrisa dulce al ver el genuino cariño que le dedicaba a ella.
-¡Debemos celebrar! – Dijo emocionada y temblorosa, sabía que no había nadie en la mansión en ese momento, pero también sabía que por la noche podría organizar una cena para todos juntos. Sus pasos se hicieron ligeros y se dirigió a buscar al ama de llaves para dar las instrucciones de la cena que debía servir aquella noche.
La reunión se hacía no solo para celebrar la llegada del patriarca y su esposa, sino para anunciar a toda la familia que también pronto serían padres, las felicitaciones no se hicieron esperar y Albert pronto sentía todas las buenas vibras por parte de sus seres queridos.
Candy se abrazó feliz a su tía, sabía bien que era un sueño el que toda mujer enamorada deseaba tener y su tía a pesar de estar casada también con su carrera, eso no le impedía tener el mismo sueño que cualquier mujer de la época tenía, llegar a ser madre.
Anthony se abrazó a su rubia y la besó en la frente verdaderamente ilusionado.
-Estoy tan feliz por ellos. – Dijo Candy con verdadera ilusión.
-Yo también mi amor. – Dijo Anthony suspirando al tener a su novia entre sus brazos. – Pero me causará más ilusión cuando seas tú la que lleve a nuestro hijo en su vientre. – Dijo Anthony con una sonrisa, demostrando que estaba muy entusiasmado por ese deseo que también él poseía. Candy se ruborizó al pensar que él también había tenido los mismos deseos de ella, quien también se había ilusionado al tener en sus brazos a las pequeñas hijas de María.
-Yo también me sentiré igual de ilusionada cuando eso suceda. – Dijo mirándolo a los ojos con ilusión, con una mirada brillosa y acuosa que demostraba las ansias que tenía porque ello llegara por fin a sus vidas, los azules de Anthony se quedaron prendados de su mirada, fundiéndose con ella al mismo tiempo, como si ambos estuviesen en trance y llegaran al mismo tiempo a la imagen deseada de su futuro, una sonrisa surcó sus labios al mismo tiempo, una sonrisa llena de ilusión y esperanza, una sonrisa que los alegraba a ambos al ser cómplices de sus más íntimos deseos.
-Pronto llegará ese día pecosa. – Le dijo Anthony con necesidad, tomándola por la cintura sin dejar de mirarla a los ojos, aquella imagen de sus esmeraldas le proporcionaba una inmensa paz en su corazón, una paz que le demostraba que estaba en el lugar donde quería y debía estar.
-Sí… - Decía Candy tímida y emocionada. Anthony sonrió enternecido por su bello rostro, la timidez que demostraba así como el rubor que se reflejaba en su rostro lo hacía estremecer.
-¿Estás nerviosa porque llegue ese día? – Preguntó el rubio aún entrelazado a su cintura con ambas manos. Candy asintió incapaz de alejarse de su mirada azulada.
-Un poco. – Dijo tímida, nerviosa, ansiosa por estar por fin de esa manera en la que él le provocaba estar. - ¿Y tú? – Preguntó a su novio, quien no dejaba de verla con aquella mirada intensa que solo él poseía, una mirada en la cual parecía querer desnudar su alma, entrar en sus más profundos pensamientos, una mirada que le demostraba que él la conocía más de lo que ambos creían. Anthony negó con su cabeza.
-No. – Dijo inclinando su rostro para darle un corto y casto beso en los labios de su princesa. Candy abrió los ojos maravillada por aquel tierno contacto. – Estoy ansioso... – Le dijo una vez más, acercándose de nuevo a su boca para besar ahora sí con mayor intensidad, apropiándose de sus labios una vez más. La besó con verdadera pasión, aprovechando la soledad en la que pronto habían caído al irse alejando de todos, la había llevado una vez más a la terraza en la cual habían enfrentado a Neal.
Candy respondió con la misma intensidad que él le demostraba y pronto sus lenguas se encontraban jugueteando traviesas entre sí, saboreando la del contrario. Anthony disfrutaba el dulce sabor de la boca de su novia y ella la frescura que él siempre emanaba de ella.
-Te amo pecosa, te amo tanto. – Decía Anthony entre besos y caricias que le hacía en su espalda. Candy no podía contestar por el aire que era robado de sus pulmones con esas caricias tan candentes que sentía sobre su espalda. Anthony bajó a su cuello una vez más y se deleitó con la blancura y la suavidad que este desprendía. El cabello de Candy era puesto por un lado por la traviesa mano del rubio quien se daba a la tarea de despejar aquel lugar que ella le ofrecía, lugar que ya tenía explorado más sin embargo le gustaba saciarse de él.
El frágil y delicado cuerpo de Candy sentía su corazón latir de manera acelerada, mientras la temperatura comenzaba a aumentar sin piedad, sintiendo como la ropa comenzaba a ahogarla y el poco o nulo aire que podía jalar por su boca se acumulaba en sus pulmones para después sacarlo por sus labios a manera de gemidos. Anthony escuchó entusiasta aquel sonido que salía de los labios de su pecosa y rápidamente se dirigió a callarlos con los suyos, dándose a la tarea de desacelerar el ritmo que él había impuesto una vez más.
-Te amo. – Volvió a decir cuando la dejó de besar, para tomar su rostro con ambas manos y volver a enfocarse en sus gemas. Candy abrió los ojos lentamente y se encontró con los ojos de su amado príncipe de las rosas lo cuales al igual que los de ella estaban por completo dilatados, ambos destilaban la pasión que los gobernaba en esos momentos, sin embargo faltaba poco para por fin darle rienda suelta a sus impulsos y dejarlos salir sin control de sus cuerpos.
-Y yo a ti. – Dijo Candy con una voz ronca, una voz sensual y susurrante que salió de sus labios para hacer que Anthony apretara los ojos para poder contener lo que provocaba en sus oídos.
Anthony respiraba intentando contenerse una vez más ante la sonrisa divertida de Candy, le gustaba verlo de esa manera, buscando el control de sí mismo para no continuar con sus caricias, eso le decía lo mucho que deseaba estar con ella y a pesar de que le daba pena admitirlo ante él, gozaba con ser la dueña de sus pasiones.
Bajaron junto a los demás, quienes continuaban platicando muy tranquilamente en el salón principal, ambos creían que nadie se había percatado de su ausencia.
-Hasta que llegan. – Dijo Terry con una sonrisa burlona al ver que la pareja de rubios menores hacía acto de presencia en el salón. Anthony lo vio con disgusto por hacer más obvia su ausencia, el rebelde le sonrió travieso al haber molestado a su amigo.
-¿Algo que nos hayamos perdido? – Preguntó Anthony aparentando tranquilidad.
-No por el momento. – Respondió de nuevo el rebelde.
La plática seguía centrada en los próximos padres cuando de pronto Annie pegó un grito de dolor.
-¡Annie! – Dijo Archie asustado, poniendo a todos los presentes en alerta, sobre todo a Candy y a Andy quienes de inmediato se acercaron a ver a la pelinegra quien se tomaba el vientre y comenzaba a sudar mágicamente. - ¿Qué te sucede damita? – Decía Archie asustado, levantándose de su sitio para colocarse frente a ella de rodillas.
-Creo que ya es hora… - Decía Annie comenzando a sudar, con las palabras forzadas a salir de sus entrañas.
-¿¡Ya!? ¡Pero aún no es tiempo! – Gritaba el gatito quien creía al igual que todos los demás que Annie tenía 7 meses de embarazo, se había convencido de ello en ese tiempo que llevaban casados.
-Parece que el bebé no piensa lo mismo. – Dijo Andy un tanto nerviosa. – Hay que llevarla al hospital. – Dijo para que Archie y los demás comenzaran a movilizarse para trasladar a la nieta de Elroy.
-¡No hay tiempo! – Gritó Candy asustada cuando vio que con un grito incluso más fuerte que el primero Annie reventaba fuente y un líquido rojizo salía entre sus piernas. - ¡Archie llévala a una habitación! – Dijo Candy a modo de orden. Andy la veía confundida. – Confía en mí, sé que hacer. – Dijo Candy segura, recordaba las palabras de la matrona a la perfección, sin embargo Andy temía hacer lo que decía su sobrina al no haber atendido antes un parto fuera del hospital.
Archie comenzó a caminar con ella en brazos, no alcanzaba a llegar a su alcoba, así que se dirigió a una de las habitaciones del primer piso, entrando de pronto a ella mientras Candy comenzaba a dar instrucciones.
-¡Necesito sábanas limpias, algodón, agua caliente…! – Decía la rubia con voz de mando. Anthony asintió y de inmediato se dirigió a ordenar lo que ella pedía.
La tía abuela miraba con incredulidad lo que estaba pasando, mientras veía a su nieta gritando de dolor. Archie no sabía cómo había podido llegar con su esposa entre los brazos a la habitación ya que sus piernas parecían dos hilos sueltos por el miedo que tenía.
-¿Candy, sabes lo que haces? – Preguntó Andy aún no muy convencida. Candy asintió.
-Sí. – Dijo segura de lo que decía, sin embargo en el fondo de su corazón tenía miedo de fallar cuando su casi hermana más la necesitaba.
Una vez dentro las contracciones de Annie no daban tregua y Candy fue la que le tuvo que decir a Andy lo que tenía que hacer al mismo tiempo que la asistía, después de varios minutos de dolor y sufrimiento para la señora Cornwell, por fin Andy pudo vislumbrar la coronilla del pequeño que venía al mundo de manera imprevista para sus padres, sin embargo cuando por fin salió a la luz, por su tamaño Andy pudo reconocer que aquel pequeño que traía al mundo por primera vez, tenía el tiempo adecuado para nacer.
-¡Es un niño, Annie! – Dijo Candy emocionada al ver al pequeño niño de castaños cabellos como los de su padre y labios delgados como los de su madre.
-¿¡Niño!? – Preguntó Annie cansada, pero con un ánimo grande para poder conocer a aquel que últimamente le prohibía dormir con comodidad. - ¡Quiero verlo! – Decía emocionada, inquieta por ver a su pequeño.
Andy terminaba de hacer los cortes necesarios, mientras Candy tomaba al pequeño para acercarlo a su madre aún sin ser limpiado por la rubia.
Annie soltó el llanto al ver lo grande y hermoso que era ese pedazo de vida que había traído a la luz de una manera tan poco usual, preguntándose en dónde estaba acomodado en aquel estrecho espacio ya que su vientre no había sido muy prominente.
-¡Es hermoso! ¡Se parece a Archie! – Dijo la ojiazul comenzando a llorar emocionada y llena de felicidad.
-¡Está hermoso, Annie! – Decía Candy observando al pequeño ser en sus brazos, cuando de pronto comenzó a llorar, preocupando a la rubia y a Annie casi al mismo tiempo.
-Es normal que llore Annie. – Dijo Andy para tranquilizarla. – Necesita comenzar a respirar por sí mismo. – Explicó la doctora, que si bien dominaba la teoría acababa de demostrar que le faltaba práctica para desenvolverse más segura.
Candy comenzó a limpiar al pequeño, lo baño y lo cubrió con las mantas que le habían llevado, cuidando con esmero la cabeza del mismo, mientras las lágrimas no cesaban de sus ojos.
Archie por su lado caminaba de un lado a otro, sin dejar de pasearse por lo largo del pasillo mientras los demás lo veían ir y venir en su paso.
Mack estaba una vez más nerviosa ya que ella era la que seguía en aquella labor, sin embargo ella pensaba que su bebé nacería primero que el de Annie.
-Tranquilo Archie, todo saldrá bien. – Decía Anthony a su primo, el rubio quería calmarlo al verlo tan inquieto en su comportamiento.
-¡No sé Anthony! ¡Aún le faltaba tiempo para nacer! – Decía Archie sumamente contrariado.
-Lo sé hermano. – Decía Stear sumándose al ánimo de su hermano. – Pero confiemos que todo estará bien. – Decía de nuevo el inventor. – De todas formas tengo el automóvil listo por si hace falta ir al hospital. – Decía para intentar animarlo, Albert le había pedido que así fuera para estar preparados para cualquier contingencia.
-Lo mejor es guardar la calma. – Decía Anthony, sin embargo él mismo comprendía la actitud de su primo.
En eso estaban cuando de pronto escucharon un alarido tan fuerte que estaba anunciando la llegada de ese nuevo ser que esperaban con ansias.
-¡Ya nació! – Gritó Archie en cuanto escuchó el llanto de su hijo, feliz de la vida porque había dejado de escuchar el sufrimiento de su esposa, deseando como nunca estar cerca de ella para decirle que él estaba ahí para darle fuerza y ánimo. - ¡Ya nació tía abuela! – Le decía a la matriarca quien sentada en un rincón estaba con el rosario en mano haciendo los ruegos pertinentes para que su nieta y su bisnieto salieran bien, para levantarse después de su lugar e ir hacia donde estaban los demás. - ¿¡Por qué no salen!? – Decía Archie impaciente por que alguna de las dos rubias que estaba dentro con su esposa saliera a dar informes de lo que estaba sucediendo.
Candy abrió la puerta de la habitación, seguida por Andrea, ambas tenían la frente con un rastro de sudor no solo por el esfuerzo hecho, sino por el miedo que había representado enfrentarse a un parto sin la supervisión de un médico más experimentado.
Archie al ver que la puerta se abría se acercó de inmediato a la puerta de la habitación.
-¿¡Cómo están!? – Preguntó de inmediato el elegante joven quien veía a Candy con preocupación porque a pesar de su amplia sonrisa sus ojos estaban enrojecidos por las lágrimas. - ¿Qué sucede Candy? – Preguntó sin obtener respuesta, Candy estaba tan emocionada que no podía hablar. Andrea estaba de la misma manera que su sobrina.
Anthony se acercó a ella para poder reconfortarla y animarla a hablar. Albert hizo lo mismo con su esposa quien de verdad venía muy afectada por lo sucedido dentro de la habitación.
-¿Andrea? – Preguntó de nuevo Archie con el corazón acelerado por la preocupación.
-No te preocupes Archie. – Dijo Candy al ver que estaba preocupando a su amigo. El corazón de Archie latió igual de fuerte pero ahora con emoción. – Annie está muy bien, te está esperando. – Dijo con una sonrisa radiante haciéndose a un lado para dejar que Archie entrara a la habitación y se pudiera reunir por fin con su familia.
Todos los presentes se acercaron a las dos rubias, quienes aún seguían emocionadas.
-¿Cómo salió todo, amor? – Preguntó Anthony a su novia, quien aguantaba la emoción por la emoción vivida por segunda ocasión.
-¡Es hermoso! – Dijo Candy con el llanto aún a flor de piel.
-¿Hermoso? – Preguntó la matriarca quien fue la primera que se emocionó con ese hecho. - ¿¡Un niño!? – Preguntó de nueva cuenta.
-Es un niño muy bonito. – Dijo Andrea uniéndose a la emoción que tenía Candy. – Es un varoncito igual a su padre. – Dijo de nuevo, mientras la tía abuela comenzaba a llorar bastante emocionada por saber ese hecho.
-Entonces no debe de estar tan bonito. – Dijo Terry sarcástico con su comentario. Stear y Anthony fueron los primeros en verlo con reproche, pero Anthony se encargó de darle un pequeño correctivo por su atrevimiento en esos momentos. – Perdón. – Dijo Terry sin sentirlo, no pensó que al que quería molestar no estaba presente.
Andrea comenzó a relatar a los presentes que el parto de Annie no se había adelantado, sino que había llegado a término, ya que el bebé estaba completamente formado y verdaderamente fuerte, por lo que no hacía falta ser llevado al hospital, solo para una revisión de rutina.
En la habitación Annie veía con los ojos apenas abiertos a un Archie nervioso entrar por la puerta de la habitación.
-¿Puedo entrar damita? – Preguntó sin levantar mucho la voz.
-¡Archie! – Dijo Annie emocionada por ver a su marido, sus lágrimas corrían por su blanco rostro, el cual lucía bastante pálido después de su repentino parto. - ¡Tenemos un lindo varoncito, mi amor! – Dijo emocionada, ella misma había pedido que quería ser la que anunciara a su esposo el sexo del bebé.
-¿¡Niño!? ¿¡Es un niño!? – Preguntó emocionado, Annie le respondió con una sonrisa tímida y aún con las lágrimas surcando su rosto. – Gracias damita, me has hecho el hombre más feliz del mundo. – Decía Archie emocionado con su esposa por haberlo convertido en padre, a pesar de saber ahora el dolor que eso implicaba, sintiéndose un tonto al haber sido el culpable de que ella estuviera en esa situación. – Perdóname por hacerte sufrir de esta manera. – Dijo acariciando su frente, haciendo a un lado sus negros cabellos, los cuales seguían sudados por su esfuerzo.
-Todo ese dolor vale la pena, Archie. – Le dijo convencida de ello. Archie la veía un tanto confundido, porque si bien era hermoso su bebé él no sabía el dolor que implicaba un nacimiento hasta el día que María dio a luz.
-¿Estás segura? – Preguntó sin desviar sus ojos de ella. Annie asintió destapando el rostro blanco y regordete de su hijo. Archie al ver el rostro de su pequeño no pudo decir nada más, de inmediato se enamoró de aquella pequeña criatura que dormía plácidamente en manos de su madre.
Poco después, Annie cayó rendida por el cansancio, mientras Archie la dejaba descansar y tomaba a su bebé en brazos para permitir que ella se repusiera del agotamiento sufrido, para salir y presentar a su primogénito a los demás integrantes de la familia.
Candy, Anthony y los demás estaban al pendiente de lo que sucedía en la habitación, así que cuando la puerta se abrió nuevamente, todos estiraban el cuello para ver a Archie aparecer cruzando el umbral de la puerta. Todos se acercaron al gatito porque entre sus brazos llevaba a su pequeño.
-Familia, les presento a mi hijo... Arthur Cornwell. – Dijo orgulloso al mencionar el nombre con el que sería conocido su pequeño.
-Es hermoso. – Dijo Patty al ver a su nuevo sobrino.
-De verdad que si es hermoso hermano. – Dijo Stear al ver al pequeño quien se movía inquieto en los brazos de su padre. Stear lo veía emocionado con los ojos acuosos por tener frente a él a aquel que se convertía en su primer sobrino, no podía ni imaginar lo que sentiría cuando naciera el de él.
-Vaya elegante, tengo que admitir que la señorita pecas uno y dos tenían razón. – Dijo mirando con cuidado al pequeño. Archie lo miró con desconfianza, no confiaba en lo que aquel rebelde le diría. – Tú hijo se parece mucho a ti. – Dijo sonriendo tranquilamente. Archie sonrió orgulloso, sin embargo Terry tenía que terminar lo que pensaba. – Pero en bonito. – Le dijo provocando la risa de todos, menos de Archie y la tía abuela.
-¡Oye! – Dijo Archie moviéndose un tanto brusco que hizo llorar a su hijo. - ¿¡Ya ves!? Lo asustaste con tu fea cara. – Le dijo vengándose por el comentario que había hecho. Terry no pudo evitar reír por lo que había dicho.
Andrea estaba igual de conmovida que Candy y se refugiaba en los brazos de Albert, quien la recibía orgulloso por el logro que había obtenido.
-Lo hiciste muy bien amor. – Le dijo con ternura.
-Si no hubiera sido por Candy, tal vez no lo hubiera logrado. – Dijo Andrea volteando a ver a su sobrina, quien sonrió por el crédito que le daba la mayor.
-No fue nada. – Dijo Candy con humildad. – De seguro hubieras podido resolverlo si yo no hubiera estado presente. – Dijo de nuevo con una sonrisa a su tía.
-No, yo hubiera ido al hospital para que un especialista la atendiera. – Dijo Andrea siendo sincera, la verdad era que a pesar de llevar sus estudios casi al final aún le faltaba aprender muchas cosas.
-Tal vez hubiera sido lo correcto, pero sentí que ya no teníamos tiempo de ello. – Dijo Candy explicando su proceder.
-Fue la decisión correcta Candy. – Dijo de nuevo Andrea. – De esa manera Annie y el bebé están bien, de lo contrario se hubiera presentado sufrimiento fetal. – Dijo la mayor de nueva cuenta.
-Si no hubiera sido por la matrona del rancho, tampoco hubiera sabido qué hacer. – Dijo Candy sincera en sus palabras, ya que gracias a que era reciente el nacimiento de las gemelas eso le había ayudado a tener más frescas las enseñanzas de la anciana que ayudó a traer al mundo a las hijas de María y Juan.
-Ha sido una bendición que supieras qué hacer, princesa. – Le dijo Anthony a su novia.
-La verdad que sí. – Dijo Albert también agradecido. Candy sonrió a ambos agradecida por sus palabras.
-Creo que es hora de retirarnos. – Dijo Terry para despedirse de la familia, agradeciendo por la noche tan entretenida que habían tenido.
Terry cada vez estaba más asustado por lo que a él le pudiera tocar a la hora del parto de su hijo aunque quisiera aparentar que no lo estaba.
-Muchas gracias por acompañarnos. – Dijo Albert agradeciendo su presencia, habían ido a festejar su llegada y el anuncio de su próximo hijo y habían terminado con el nacimiento del primogénito de los Cornwell Britter.
La tía abuela fue la primera en retirarse a su habitación, había sido un día lleno de sorpresas con la llegada y el anuncio del bebé que esperaba Albert y Andy, después con el adelanto del nacimiento del bebé de sus nietos y además con la noticia de que no había sido un embarazo de 7 meses sino uno a término, lo que le indicaba que Annie ya estaba embarazada cuando se casó con Archie, cosa que no le agradó bastante, sin embargo debía mantener la versión que el pequeño se había adelantado a su fecha de nacimiento.
Albert y Andrea fueron los siguientes en retirarse, ella lucía bastante cansada por la labor de parto de Annie, y eso que no había pasado mucho tiempo como María, después se retiró Archie, quien se fue con Annie para que tuviera a Arthur a su lado y por último Stear y Patty se despedían de Candy y Anthony quienes también iban de salida, el rubio acompañaría a Candy hasta su casa.
-Gracias por todo Candy. – Fueron las palabras de Archie a la rubia. Candy sonreía al despedirse de ellos.
Ambos rubios abordaron el automóvil de Anthony para poco después iniciar el camino rumbo a la mansión Williams. El silencio se hacía presente en la oscuridad del coche, sin embargo esa misma oscuridad servía como cómplice de las miradas que ambos jóvenes enamorados se dedicaban entre sí.
Las luces que alumbraban las calles, eran tenues y con su poca iluminación hacían de aquel recorrido uno más romántico de lo normal. Las manos de los rubios se entrelazaban en cada alto que había, mientras el rubio la miraba con mucho más orgullo que el día anterior.
-¿Qué sucede? – Preguntó Candy al ver que la mirada de su novio se posaba insistente sobre ella cuando había oportunidad de hacerlo.
-Nada. – Respondió Anthony con una sonrisa. – Es solo que no puedo evitar sentirme muy orgulloso de ti. – Dijo sincero a su novia. Candy sintió que el color rojo de nuevo se depositaba en sus mejillas, no sabía si era por las palabras que él le dedicaba, por la mirada intensa que tenía sobre ella o por la sexy voz que poseía.
-¿De verdad? – Preguntó Candy nerviosa.
-De verdad princesa. – Le dijo besando su mano con decoro. Candy sonrió nerviosa por ese gesto mientras sentía que su piel se estremecía por aquel casto contacto. Anthony sabía de las reacciones que causaba en su pecosa y sonrió complacido por ello.
Cuando llegaron a la gran mansión, las puertas se abrieron con rapidez para dar acceso al automóvil del joven Brower, mientras recorrían el largo camino que los llevaba a la entrada principal, las miradas seguían surtiendo efecto en ella.
-¿A qué hora quieres que venga por ti princesa? – Preguntó con ternura a su novia. Candy le sonrió agradecida de que fuera por ella, ya que otro día presentaría el examen final del curso de enfermería y una semana antes de la boda se le anunciarían los resultados.
-Temprano, tengo que llegar al hospital a primera hora. – Dijo Candy observando los azules de su novio. Anthony le sonrió reconociendo que estaba nerviosa.
-Tranquila, todo saldrá bien. – Le dijo para darle apoyo en su examen, lo que el rubio no sabía era que el nerviosismo de Candy no se debía a la prueba a realizar, sino a la cercanía que tenía él con su rostro. A pesar de tener tantos meses juntos, aún le causaba nerviosismo tenerlo tan cerca de sus labios, le causaba ansiedad hablar con él y que no besara su boca. – Y más pronto de lo que te imaginas serás una enfermera titulada y poco después… serás mi esposa… - Le dijo como adivinando los deseos de su novia, besando sus labios con ternura, con un beso lento y húmedo, un beso que hizo estremecer a Candy al momento que movía su rostro de un lado a otro para poder disfrutar a plenitud su boca.
-Gracias… - Dijo Candy con el poco aliento que le quedaba en sus pulmones. Anthony la vio con la interrogante a su agradecimiento. – Gracias por estar conmigo y apoyarme siempre… - Le dijo siendo ella ahora la que besaba su boca con devoción. Anthony no se hacía del rogar y pronto correspondió a aquel beso con la misma intensidad con la que su cuerpo le pedía hacerlo. Besando lentamente su boca para después recorrer su cuello y llegar a sus hombros y besarlos con delicadeza, haciendo a un lado la manga del vestido que le estorbaba en su cometido.
Las caricias aquella noche no subieron mucho de tono, no necesitaban hacerlo para que el calor de sus cuerpos inundara el ambiente encerrado en aquella cabina de auto, sin embargo sus besos y caricias fueron recatadas, tiernas, dulces, llenas de amor y un profundo respeto que Anthony mostraba por ella, sabía bien que faltaba poco para romper todas aquellas barreras impuestas por la sociedad, además de no querer faltar a la confianza que su suegro había posado en él.
La despedida llegó a pesar de la negativa que tenían ambos de hacerlo, sin embargo Candy tenía que madrugar y él también para poder llevarla a tiempo para su examen.
A la mañana siguiente, el rubio como siempre se levantó muy temprano y se dirigió a la mansión de su novia, quien bajaba las escaleras con su aire fresco y natural, bajaba enfundada en su uniforme blanco y su rubio cabello era ondeado por el viento, una imagen digna de recordar en su memoria, la vista de Anthony no podía apartarse de ella ya que estaba completamente embelesado por su apariencia, sus verdes ojos brillaban como un par de gemas en su bello rostro y ese brillo era lo que él necesitaba para iluminar su día.
-Buenos días princesa. – Dijo con su radiante sonrisa. Candy por un segundo perdió el aliento, así como Anthony necesitaba el brillo de sus ojos para sentirse pleno, Candy necesitaba la sonrisa tan maravillosa que él le regalaba para sentirse plena.
-Buenos días mi príncipe. – Respondió con emoción, con una sonrisa que correspondía a la que él le proporcionaba. Un beso llegó por parte de ella muy cerca de sus labios, confundiendo un poco al rubio, sin embargo al ver hacia atrás comprendió que sus suegros estaban en la ventana observando a su hija a lo lejos, se dedicó a saludarlos con un gesto para llevarla hacia el automóvil y poco después emprender su camino.
Antes de despedirse Anthony reclamó su beso en los labios, diciéndole que no se iría sin él, Candy sonrió traviesa ante su chantaje para obtener lo que quería, complaciéndolo de inmediato para convencerlo de irse a pesar de que ninguno quería separarse.
-Vendré por ti más tarde. – Le dijo antes de volver a besarla y desearle suerte en su examen.
Candy bajó del automóvil y antes de perderse en la entrada del gran hospital se volteó para guiñar un ojo y lanzar un beso al aire a su amado, ese pequeño acto que ella tenía con él le robaba el aliento por unos segundos, sin embargo no podía negar que le gustaba cuando lo hacía.
Anthony se dirigió al consorcio con una sonrisa plasmada en los labios, aquella sonrisa no se le había borrado desde la noche anterior, feliz por los momentos que había compartido con su novia, feliz por el tiempo que faltaba para por fin llegar a que fuera su esposa, su mujer, la futura madre de sus hijos, solo ese pensamiento le alegraba y le llenaba de ansiedad el alma, ansiedad por que los días corrieran más rápido y llegara por fin el anhelado día.
-Vaya, alguien amaneció muy feliz. – Dijo Albert al ver a su sobrino atravesar las puertas de su oficina con aquella radiante sonrisa que los últimos meses había mantenido en su rostro.
-Buenos días tío. – Saludó sin dejar de sonreír, guiñando un ojo cómplice por su descubrimiento.
-No te vi cuando saliste. – Dijo Albert para ver cómo se colocaba detrás del escritorio que le correspondía.
-Tenía que llevar a Candy temprano al hospital. – Dijo Anthony recordando el motivo de su salida tan temprano de la mansión. – Hoy presenta su examen para obtener su título de enfermera. – Dijo ilusionado. Albert comprendió el motivo de esa sonrisa.
-Es verdad, lo había olvidado. – Dijo el mayor, recordando de pronto que Andy le había comentado de ese hecho.
-Pensé que no vendrías hoy. – Le dijo Anthony, comprendiendo la presencia de su tío en la oficina.
-Tenía que suplir la ausencia de Archie, con el nacimiento del pequeño Arthur, tendrá unos días de descanso y no es justo que tú tengas que estar a cargo de todo con Stear, más cuando falta tan poco para tu boda. – Dijo Albert, haciendo que Anthony volviera a sonreír, últimamente era lo único que hacía y a él le daba mucho gusto que así fuera, ya habían sido mucho años de tristeza y sufrimiento, ya era justo y necesario que recogiera aquellos pedazos y los uniera para cosechar tan solo la felicidad que realmente merecía.
-Lo sé… - Dijo Anthony ansioso, estaba desesperado porque esos últimos días pasaran rápidamente para poder unir su vida para siempre a su pecosa. – Ya falta poco… - Dijo ilusionado.
-¿Estás nervioso? – Preguntó Albert, recordando lo nervioso que él había estado el día de su boda con Andrea. Anthony negó con una sonrisa, todo mundo le preguntaba eso y todos se sorprendían con su respuesta.
-Para nada tío. – Dijo Anthony seguro, sin dejar de sonreír. – La verdad es que he estado esperando este día por mucho tiempo y para mí por fin ha llegado. – Dijo tranquilamente, se sentía feliz, se sentía pleno. Albert lo veía orgulloso del control que poseía, sin duda era un ser magnífico, pensó el mayor.
Los días siguieron su curso y Candy pronto obtenía los resultados de su examen, y a pesar de que no habían sido los mejores de su curso había logrado pasar aquella difícil prueba, ya que el examen de enfermería era uno de los más difíciles de pasar.
-¡Aquí está tu nombre Candy! – Dijo una de sus compañeras igual de emocionada. - ¡Y abajo está el mío! – Dijo emocionada al ver que ambas habían pasado.
-¡Lo logramos! – Gritó Candy emocionada por el resultado, ya que le había costado mucho concentrarse para aquella prueba.
Cómo si Anthony hubiera sido avisado, se dirigió aquella tarde hasta el hospital, sabía que ese día y a esa hora su novia recibiría sus resultados y quería darle todo su apoyo. Llevaba un gran ramo de rosas para ella, uno que él mismo había hecho con sus propias manos, eligiendo las rosas más hermosas del jardín de la mansión Ardlay. Cuando llegó Candy brincaba de alegría, lo cual le dio la idea de que había aprobado y de que ahora era una enfermera titulada.
El cuerpo de Candy de pronto sintió un estremecimiento, sintió la mirada de su amado sobre ella y volteó hacia donde sentía aquel llamado. Anthony sonrió al ver que ella había sentido su presencia, ahí estaba él, cual caballero radiante con un gran ramo de rosas y su maravillosa sonrisa, un príncipe digno de un cuento de hadas que se había hecho presente en su vida y de la cual no planeaba sacarlo.
-¡Anthony! – Gritó Candy soltando a su amiga, quien era la que la había abrazado para festejar su logro. La rubia corrió para abrazar a su novio y este la veía verdaderamente maravillado bajar las escaleras emocionada para arrojarse a sus brazos y que este la recibiera feliz y gustoso. - ¡Aprobé, Anthony! ¡Aprobé! – Decía emocionada, logrando que Anthony se sintiera igual de feliz y emocionado que ella.
-¡Lo sabía, hermosa! ¡Sabía que lo lograrías! – Dijo feliz, confiaba en los conocimientos de su novia. Candy llegó a sus brazos arrojándose a él para que la atrapara, llena de emoción sin importarle que el rubio tenía entre sus manos aquel gran ramo de rosas, él abrió sus brazos y la recibió en el acto girando con ella mientras el ramo quedaba colocado en la espalda de la rubia, ambos riendo felices, girando sobre su propio eje en el mismo lugar como un par de chiquillos, todas las miradas estaban sobre él y su compañera quienes los veían divertidas por la manera en la que Candy celebraba, sintiendo un poco de envidia de lo que tenía la pecosa.
-¡Candy! - Dijo una voz aguda y chillona que la llamaba desde lo alto de la escalera.
-¡Mary Jane! – Dijo Candy sorprendida por el llamado de atención que le daban. Anthony la bajó de inmediato y hasta él puso cara de contrariedad al haber puesto en problemas a su novia.
La vieja mujer después de haber acomodado sus lentes y haber dejado a todas las enfermeras presentes de una sola pieza, bajó las escaleras como habitualmente lo hacía con las manos en la espalda, caminando lentamente hacía donde se encontraba Candy y Anthony. Todos estaban atentos esperando el regaño que recibiría la rubia por escandalosa, pensaba Flammy y alguna que otra compañera que nunca habían estado de acuerdo con el exagerado humor y alegría de Candy.
-Veo que ya te enteraste de tus resultados. – Dijo en cuanto llegó a la rubia. Candy asintió nerviosa, sin embargo no se apartaba de Anthony quien estaba a su lado, tomándola de la mano. – Tengo que admitir que no esperaba menos de ti niña. – Le dijo a punto de llamarla "torpe" como usualmente lo hacía cuando estaba estudiando, sin embargo se detuvo para no ponerla en evidencia delante de su novio. – Muchas felicidades. – Dijo ante el asombro de las demás. – Joven Ardlay. – Le dijo a Anthony. – Tengo que decirle que esta niña es una de las estudiantes más valiosas y prometedoras que ha tenido nuestra escuela. – Dijo para asombro de la rubia, el rostro de Anthony se iluminó cargado de orgullo. – Cuídela mucho por favor. – Le dijo con una sonrisa sincera. Anthony sonrió a la petición hecha por la mayor.
-No tiene ni que decirlo Señorita Mary Jane. – Dijo Anthony con una sonrisa en sus labios, tomando la mano de la vieja mujer para besarla con caballerosidad, logrando que la mayor se pusiera nerviosa y colorada. – Gracias por todo lo que ha hecho por ella. – Dijo con su hermosa sonrisa. Mary Jane asintió intentando ocultar su sonrojo.
-Puedes irte Candy, hoy inicia tu período de descanso, antes de que entres a trabajar al hospital. – Le dijo intentando controlar su nerviosismo. Candy por su próxima boda había obtenido un permiso especial y tenía que presentarse un mes después, eso les indicaba que no tendrían mucho tiempo para viajar de luna de miel.
-Gracias Mary Jane. – Le dijo Candy agradecida por sus palabras, la mayor le sonrió con travesura y así como había llegado subió de nuevo las escaleras para entrar al hospital.
Anthony y Candy sonrieron agradecidos y se dirigieron hacia la salida para irse a celebrar el logro de la nueva enfermera. Las demás chicas veían como la rubia se retiraba del lugar y al entrar Mary Jane se fueron detrás de ella para comenzar su trabajo ya como enfermeras tituladas.
El camino hacia la mansión fue tranquilo, el silencio que se establecía en el auto de Anthony era uno que les gustaba ya que las miradas cómplices no faltaban y eso era algo que ambos disfrutaban bastante.
Al llegar a la mansión de los Williams, Anthony bajó de su automóvil para dirigirse a la puerta del copiloto y ayudar a bajar a su ahora novia enfermera, quien tenía ya el título ganado.
-Hermosa. – Le decía Anthony con una reverencia mientras ella tomaba su mano con delicadeza.
-Caballero. – Decía mirándolo con travesura, le gustaba cuando él comenzaba a jugar de esa forma con ella, para después ofrecer su brazo y así caminar un momento por el jardín antes de retirarse a su hogar.
Anthony tomó el ramo de rosas que le había obsequiado con una mano y con la otra la dirigía rumbo a las escaleras que los llevaban a la puerta principal.
-Pronto serás mi esposa. – Le dijo con una sonrisa, una sonrisa que lo llenaba de ilusión al pensar que realmente eso era un hecho.
-Ya falta poco. – Decía Candy completamente ilusionada por ese hecho, un hecho que la tenía de cabeza cada día que pasaba y que ahora comprendía a la perfección a su tía cuando cada día que se acercaba la mayor actuaba más nerviosa.
-¿Estás nerviosa? – Preguntó Anthony al verla que su rostro se coloreaba de un profundo carmesí.
-¿Tú no? – Preguntó Candy a Anthony, ya que ella si estaba bastante nerviosa porque ese día llegara, sin embargo cuando se encontraba con los apacibles y tranquilos ojos de Anthony, su cerebro dejaba de funcionar por unos instantes y solo podía perderse en la inmensidad de sus dos luceros. Anthony negó en respuesta.
-La verdad es que estoy ansioso porque ese día llegue. – Dijo Anthony con una sonrisa. – Deseo con todas mis fuerzas que por fin seas mi esposa. – Decía mientras ambos se sentaban en el sillón principal del salón de la mansión. Candy sentía que el calor comenzaba a subir a su cabeza al imaginar la ansiedad que tenía su prometido.
-Yo también lo deseo. – Dijo Candy sin dejar de torcer sus manos entre sí por los nervios que presentaba solo de imaginar que aquel día pronto llegaría. Anthony le sonrió con dulzura, tomando sus manos con la que él mantenía libre para poder besarlas con repetidas ocasiones.
-Tranquila, iremos a tu ritmo. – Dijo Anthony imaginándose el miedo que Candy tenía. Ella se sorprendió por sus palabras y le sonrió agradecida por comprenderla.
-Te amo Anthony. – Expresó Candy al ver en sus ojos que no mentía en lo que le decía, sino que realmente él tendría toda la paciencia del mundo para poder demostrarle cuanto la amaba y que si bien estaba ansioso por hacerla su mujer, también comprendía que los nervios de ella eran comprensibles.
-Y yo te amo a ti, pecosa. – Le dijo besando sus labios con dulzura, acariciando su rostro con delicadeza, como si temiera que aquella hermosa joven sufriera algún daño si la tocaba con más firmeza.
Un carraspeo se escuchó de pronto, y ambos se separaron de forma tímida, sin embargo no se separaron mucho el uno del otro al saber ambos que ya habían sido pescados infraganti.
-Buenas noches Anthony. – Dijo De la Garza, quien venía del brazo de su esposa.
-Buenas noches, Don Joaquín. – Le dijo el rubio extendiendo su mano para saludar a su suegro, quien lo recibió con gusto ante su gesto a pesar de que lo había sorprendido besando a su pequeña.
-¿Cómo te fue hija? – Preguntó Roxanne emocionada, ambos habían esperado toda la tarde ansiosos por saber el resultado del examen que había realizado Candy. Anthony la observó con orgullo al ver la mirada ilusionada que se dibujó en su rostro.
-¡Aprobé mamá! – Dijo la rubia emocionada, provocando que sus padres sonrieran felices por el logro de su hija.
-¡Lo sabía! – Decía Roxanne abrazando a la menor, lo mismo que De la Garza quien de inmediato la abrazó para demostrarle lo orgullosos que estaban de ella.
-¿Te quedas a cenar? – Preguntó Joaquín a Anthony, ya que era una costumbre que después de que la recogía en el hospital se quedaba a cenar y a convivir un rato con ellos, una rutina a la que se habían acostumbrado.
-Me gustaría, sin embargo hoy no puedo. – Dijo Anthony lamentado el hecho, y más cuando miró los ojos de decepción de su novia, quien esperaba estar con él más tiempo a solas. Joaquín también vio la mirada de su hija.
-No te preocupes hija, después rogarás que se vaya a trabajar. – Dijo Joaquín con gracia, broma que ni Candy ni Anthony apreciaron, y lo hicieron notar en su rostro, sin embargo el rubio intentó sonreír por ello.
-No le hagas caso a tu padre, hija. – Dijo Roxanne. – Ya sabes como es. – Dijo de nuevo la mayor sonriendo con su esposo. Anthony sonrió a su suegra y nuevamente a su suegro, observando a los tres, la verdad era que si quería permanecer con ella más tiempo, sin embargo sabía que el tiempo entre ella y su familia se iba agotando y él quería que pasara más tiempo junto a ellos, que aprovechara porque al término de la boda, los De la Garza regresarían a México y ellos se quedarían en Chicago y en Lakewood para iniciar su nueva vida juntos, y a pesar de que harían lo posible por ir a visitarlos seguido, sabía que no era suficiente para ellos quienes tenían poco de haber recuperado a su hija.
-Gracias Anthony. – Dijo Joaquín, él sabía el motivo por el cual Anthony no se había quedado toda la semana a cenar. Anthony sonrió y se despidió de los De la Garza para emprender su camino a la salida. Candy lo acompañó hasta la puerta para poder despedirse de él sin las miradas de sus padres detrás de ellos.
-Hasta mañana. – Le dijo Candy sonriendo ilusionada.
-Hasta mañana mi princesa. – Le dijo Anthony como respuesta, sonriendo también mientras se acercaba con discreción a sus labios para besarla con ternura, el beso fue lento y tierno, profundo, húmedo, un beso que hizo que Candy suspirara de una manera ansiosa. Anthony sonrió al sentir como el cuerpo de Candy se estremecía entre sus brazos, le gustaba saber que con un solo beso lograba hacerla reaccionar y que él no era el único que estaba desesperado por continuar con sus caricias. – Me encanta cuando te estremeces de esa forma entre mis brazos. – Le dijo al oído provocando que la piel de Candy se estremeciera aún más, su sensual voz y el roce que provocaba el aire que escapaba de sus labios hacían que la rubia se estremeciera más de la cuenta, cerrando los ojos para disfrutar de aquella deliciosa sensación que él le proporcionaba con solo escuchar su voz.
-Hasta mañana. – Respondió Candy sin abrir sus ojos, en un suspiro, un sonido de su voz apenas audible que Anthony pudo escuchar por su cercanía.
Anthony bajó las escaleras de forma lenta, sin quitar la mirada de su pecosa, la cual se había quedado con los ojos cerrados, de pie debajo de la entrada principal, abriendo los ojos sorprendida al ya no sentir la calidez del cuerpo de su prometido, sorprendiéndose al verlo lejos de ella, haciendo una reverencia para después guiñar un ojo y arrojar un beso al aire que iba dirigido a ella.
Candy sonrió muy emocionada y aún con el corazón acelerado, emociones que le causaba solamente su príncipe de las rosas y que en ese momento volvía a corroborar al sentir en su cuerpo la ausencia de él.
Continuará…
Llegamos al final del este capítulo, espero que les haya gustado o como siempre digo por lo menos entretenido, gracias por leer y sobre todo por comentar.
Julie-Andley-00. Hola hermosa, siempre tan puntúes en tus comentarios, aprecio mucho eso. Yo también pienso que es bueno cerrar los ciclos de los personajes, aunque a veces me han dicho que quieren más de Anthony y Candy, muchas gracias por leer hermosa, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones amiga.
TeamColombia. Hola hermosas ya falta menos para su capítulo de lujo, golosas, espero que cuando lo lean no me tiren con tomates jajaja. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes. Saludos y bendiciones.
Mayely León. Hola hermosa, tranquila que ya casi se comen la torta, solo que esta vez será después del recreo jejeje. Te mando un fuerte abrazo amiga, saludos y bendiciones.
Mia8111. Hola hermosa, gracias por tus palabras que bueno que te guste la historia, ojalá puedas leer las demás y sean de tu agrado. No te preocupes por la historia de tu prima, comencé a leerla hoy y por supuesto que la recomendaré, mientras sea de mi rubio y Candy yo leo jajaja y más cuando terminan felices y contentos. Te mando un fuerte abrazo hermosa.
Rose1404. Hola hermosa, si Liam pudo tener desendencia a pesar de que no se lo merecía, lo bueno que salieron buenas personas y que él no las crió. Muchas gracias por leer, ya en el próximo vas a ver algunos de tus deseos plasmados espero y te guste como quedó. Te mando un fuerte abrazo y espero que pases una linda noche hermosa.
Ster Star. Hola hermosa que bueno que te gusto el capítulo y que generó la expectativa esperada, pronto llegará el capítulo que todas ansían, espero no decepcionarlas con el relato porque amenazo que quedó uf! Espero lo disfruten tanto como yo cuando lo escribí, me esforcé por hacerlo largo para que valiera la pena tanta espera. Gracias por leer como siempre y por dejarme tu comentario. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones amiga.
Lemh2001. Hermosa!! Como decimos en mi tierra "Qué te tomas!!?" Muchas gracias por tus lindas palabras, me alegra que te haya gustado el capítulo, la verdad que no esperaba tan buenas críticas de él y me alegra la verdad lo logrado. Ahora conforme al título, ahí decía... "Candy y Anthony duermen juntos" y durmieron juntos, no tengo la culpa que los primos, Terry y hasta tú pensaran mal jajaja fue con alevosía y ventaja amiga, creo que varias se emocionaron jajaja ya falta poco para esa parte no te desesperes y espero te guste el resultado. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.
Laidy. Hola hermosa Gracias por comentar, no te preocupes primero lo primero. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Hermosas, hay un fic de Anthony y Candy nuevo, se llama "Entre el bien y el mal" de Maguie Grand, por si quieren pasar a verlo, es Anthonyfic y nos lo han recomendado, espero les guste ;)
Muchas gracias a las demás lectoras que a pesar de estar al pendiente de las actualizaciones no se animan a dejar un mensaje, gracias por leer y formar parte de este proyecto que hago con mucho cariño, gracias por todo. Saludos y bendiciones a cada una de ustedes.
GeoMtzR.
