Hola hermosas muy buenos días, espero que estén muy bien. Aquí comenzamos con otro capítulo más, donde vamos cerrando ciclos en cada una de las parejas, espero les guste. El propósito de esta historia es solo de entretenimiento no es para obtener algún beneficio económico, solamente mera diversión, no es para menores de edad ni para personas que son sensibles al tema adulto, así que si no tienes la edad física o mental suficiente para leer por favor amablemente te pido no continúes leyendo, NO acepto el "Bajo tu propio riesgo" ya que maneja lenguaje para personas adultas y de amplio criterio. También queda prohibido copiar o publicar en otras plataformas sin ninguna excepción. Gracias por tu comprensión y comenzamos!

LEJOS DE TI

CAPÍTULO 34

TERRY SE CONVIERTE EN PADRE

El baile continuaba en la mansión de los Ardlay, los invitados poco a poco comenzaban a retirarse del lugar y de pronto se daban cuenta que los recién casados no estaban por ningún lado. La tía abuela había estado muy entretenida con sus bisnietas, las hijas de María y Juan: Julia y Juanita que habían llegado un día antes y antes de que se fueran los novios había ido a la habitación en donde dormían junto al pequeño Arthur, sus tres bisnietos dormían plácidamente mientras ella podía observarlos con orgullo.

-¿Dónde está Brower y su señora pecas? – Preguntó Terry, quien fue el primero que se percató de su ausencia. Archie y Annie, así como Stear y Patty, comenzaron a buscarlos por los alrededores.

-Tienes razón. – Dijo Archie al ver que por ningún lado se veía el par de recién casados, y no era como si pudieran esconderse con tan ostentosos vestuarios.

-Creo que mi amigo decidió adelantar la luna de miel. – Dijo Terry con travesura, haciendo un gesto con malicia en su rostro para que los demás entendieran lo que quería decir.

-¡Terry! – Le recriminó Mack por su atrevido comentario.

-¿¡Qué!? ¡Es normal que Brower busque un momento a solas con su esposa! – Dijo Terry como si nada. – Yo lo haría… - Le dijo al oído haciéndola sonrojar, cosa que los demás dejaron pasar por alto al entender que era un comentario entre ellos.

-Yo creo que Terry tiene razón. – Dijo Albert quien se había percatado de que sus sobrinos y Terry buscaban a los novios. - Anthony y Candy ya se fueron a su Luna de Miel. - Dijo el patriarca asegurando que era un hecho.

-¿Los has visto? – Preguntó Stear intrigado por la afirmación de su tío.

-No, pero el automóvil de Anthony no está en donde lo había dejado el chofer. – Dijo de nuevo el patriarca con una sonrisa traviesa. – Y el chofer sigue dentro de la mansión. – Dijo para anunciarles que ya había averiguado eso.

-¡O sea que se la robó! – Dijo Terry con bastante efusividad. - ¡Ese es mi amigo! – Dijo orgulloso. – Me enorgullece que hayas aprendido bien Brower. – Dijo levantando su copa como si el rubio lo estuviera escuchando, los demás lo veían con burla.

-Tiene derecho a estar con su esposa. – Dijo Mack una vez más, dándoles a entender que lo hecho por los rubios era lo más normal del mundo.

-Por lo menos hubieran esperado a que se fueran los invitados. – Dijo Stear, quien él igual que Archie y su tío habían aguardado hasta que no quedara ni un alma en la mansión.

-Nosotros nos podemos encargar de ellos. – Dijo Andy guiñando un ojo a su esposo, quien le sonrió estando de acuerdo con su propuesta.

-Tienes razón amor, esta noche es de Anthony y Candy, así que no tienen que despedir a los invitados. – Dijo dirigiéndose a la puerta principal para iniciar la despedida de la gente.

-¿Por qué no se me ocurrió a mí hacer eso? – Dijo Stear, quien recordaba que estaba tan impaciente a que la gente se retirara para estar a solas con su esposa y a pesar de que por poco esa noche se echaba a perder agradecía a la lluvia que hubiera aparecido tan repentinamente a darle una manita.

-Porque tú no tienes tanta imaginación hermanito. – Le dijo Archie con travesura, cosa que a su hermano no le agradó mucho.

-¡Oye! ¡Yo soy el inventor de la familia! – Dijo en su defensa.

-Más bien no estabas tan desesperado como Anthony. – Volvió a decir Terry una vez más en un intento de ayudar al inventor, sin embargo él mismo se echó de cabeza al sonreír bobamente y rascarse la nuca, evidenciando que no era así.

-¡Stear! – Dijo Patty realmente apenada por la manera de exponerse de su esposo.

-¡Oh vamos querida! - Decía Stear intentando contentar a Patty. - ¡Es la verdad! – Decía con gracia, mientras Patty sentía que el color rojo se posaba en su rostro de manera permanente.

Terry y Archie reían por la manera en que aquella pareja comenzaba a discutir, sin embargo ellos entendían muy bien la ansiedad que tenían la pareja de jóvenes por entregarse finalmente ya que ellos ya habían pasado por ahí y más con todas las bromas que le gastaban al pobre de Anthony al burlarse de que no tenía experiencia alguna y que aún le faltaba tiempo para obtenerla, sin embargo Anthony había actuado con ventaja sobre ellos y se había escabullido muy temprana la noche junto a su esposa para comenzar a practicar lo que les quedaba de la noche y dejar de ser el centro de las burlas de aquellos jóvenes.

-Bueno, nosotros nos retiramos. – Dijo Mack interrumpiendo el alegato entre Patty y Stear.

-¿Ya? – Dijo Terry no muy conforme. Mack lo miró levantando una ceja en señal de advertencia.

-Cómo tú no andas cargando a nuestro hijo. – Le dijo realmente cansada porque ya estaba próxima a tener a su bebé, sin embargo no podía faltar a la boda de uno de los que consideraba sus mejores amigos, sobre todo por lo especial que él había sido para ella en sus años de Colegio.

-Tienes razón mi barquito. – Le dijo con un beso en la mejilla.

-¿Barquito? – Preguntó Archie confundido con el apodo que Terry había llamado a su esposa.

-Qué no ves que se mueve como barco cada que camina. – Le dijo Terry para sacarlo de su duda. Archie estalló en risas por primera vez junto a Terry por la broma que había hecho, recordando que Annie también caminaba de forma similar al final de su embarazo, sin embargo las miradas de ambas jóvenes a su lado pronto los hizo callar.

-Ya… - Dijo Terry un poco más tranquilo. – No le vaya a hacer daño a la tripulación. – Dijo de nuevo. Archie se tapaba su boca aguantando la risa, mientras Stear comenzaba a reír lo que provocó que Mack y Annie los agarraran de las orejas para llevárselos de ese lugar, despidiéndose de Stear y Patty quienes habían decidido acompañar a Albert y Andy.

-¿Yo también parezco un barquito? – Preguntó Patty con un tierno puchero en sus labios. Stear la vio más hermosa que nunca, deleitándose con su boca en aquella posición, pensando en una manera de hacerla gozar aquella noche.

-No querida… - Le dijo besando sus labios con sutileza, de manera recatada evitando que los pocos invitados que aún quedaban vieran aquella demostración de amor. – Todavía no, pero si eso sucede serás el barquito más hermoso del mundo. – Decía con ternura mientras Patty seguía con su gesto de niña pequeña.

-¿Ya no me vas a querer? – Preguntaba Patty angustiada porque pensaba que su cuerpo se había deformado bastante por el embarazo.

-¿Pero qué dices Patty? – Preguntó el inventor quien no dejaba de mirar la boca de su amada. – Si eres lo que más quiero en el mundo Patty… eres mi esposa… mi compañera de vida… la madre de mis hijos… - Decía tierno mientras ella lo miraba con los ojos llorosos, enternecida ahora por la manera en la que él le hablaba. – Además eres la única que puede calmar mis ansias. – Le dijo con travesura, haciendo sonrojar de nuevo a Patty, imaginándose lo que el travieso inventor estaba pensando al ver que insistía en ver sus labios.

-¡Stear! – Dijo realmente apenada.

-¿Qué? – Dijo inocente el de anteojos. – Es normal que me guste tu boca… - Decía abrazándola por los hombros para acercarse a su oído y hablarle más cerca y asegurarse que nadie los escuchara. – Además sé de alguien más a quien le gusta… - Dijo de nuevo. Patty sentía que la cabeza le estallaría de la vergüenza. – Ven vamos a ver si llueve de nuevo… - Le dijo con mirada pícara rumbo a las habitaciones.

-¿Qué no íbamos a acompañar a Albert y Andy? – Preguntó Patricia tímida.

-No hace falta. – Dijo Stear volteando a ver a las cabezas de la familia. – Además Juan, José, Dorothy y María están con ellos. – Dijo divisando a los jóvenes gemelos y a sus esposas.

-Vamos. – Dijo Patty más convencida de ellos, comenzando a caminar con rapidez junto a su esposo, ansiosa por estar con él una vez más en la intimidad de su alcoba y complacerlo de aquella manera que había descubierto enloquecía al inventor ahora que no podían hacerlo como antes debido al crecimiento de su voluptuoso vientre.

-Veo que los han dejado solos. – Dijo Joaquín a Albert y a Andy. Albert sonrió en respuesta a su comentario.

-Los novios se han ido a su luna de miel. – Dijo Albert un tanto apenado por decir esas palabras al suegro de su sobrino.

-Me imagino. – Dijo Joaquín resignado a ello. Roxanne sonrió con ternura por el gesto de su marido.

-Es la ley de la vida. – Dijo Roxanne a su esposo, mientras le sonreía traviesa.

-Ahora sabes lo que sentí cuando te llevaste a mi pequeña Roxanne. – Dijo Michael palmeando el hombro de su yerno. Albert comenzó a reír por el comentario. – Y un día ustedes sentirán lo mismo… - Les dijo a Andy y a Albert señalando el vientre de su pequeña que ya lucía más abultado. Andrea sonrió ilusionada ante la mirada tierna de su padre.

-Anda, que todos pasamos por esto. – Dijo Juliette uniéndose a la plática que terminó incómoda para Albert al imaginarse que si tenía una hija un día se alejaría de su lado. – Tú le hiciste lo mismo a mis padres. – Le dijo a su esposo con travesura.

-Yo no tengo la culpa que tus padres me hayan aceptado de yerno. – Dijo Michael con travesura, provocando la risa de los demás mientras se despedían del patriarca y la nueva matriarca de los Ardlay.

María y Juan se habían ido a la habitación que le habían asignado, y José y Dorothy se habían retirado con los De la Garza y los Williams, ellos también se habían casado algunos meses atrás y como ahora Dorothy ya no trabajaba para los Ardlay se había convertido en una integrante más de los De la Garza ya que se quedaría a vivir con José en México ahora que era Dorothy González, ahí iniciarían una nueva vida, una vida que llenaba ahora de ilusión a la ex mucama y que a la vez sonreía con nostalgia al recordar que ella iba a ser enviada a México en lugar de Candy, pensando que tal vez las cosas no hubieran resultado como lo habían hecho, más sin embargo tal vez, solo tal vez hubiera conocido antes a José, el caso era que ellos estaban destinados a estar juntos y a formar una familia en aquel lugar que ahora ya no temía más al convertirse en su hogar.

Las horas se fueron consumiendo y la mansión Ardlay quedaba en silencio total, las voces y las risas que horas atrás se habían escuchado en el gran salón principal se habían apagado para dar paso al descanso y a la tranquilidad que comenzaría horas después, sin embargo los pequeños de las hermanas Annie y María no pensaban lo mismo cuando el llanto ensordecedor se dejó escuchar a todo lo alto desde la habitación en la cual dormían junto a sus nodrizas.

-¡Qué escándalo! – Dijo Stear intentando cubrir sus oídos con la almohada que tenía a un lado de él.

-No te quejes amor, pronto estaremos igual que ellos. – Dijo Patty sobando su vientre que anunciaba que ya faltaban pocos meses para recibir a aquel pequeño que ya comenzaba a moverse con enjundia dentro de ella. Stear quitó la almohada de su rostro y volteo a ver a su esposa.

-Tienes razón querida, pero será diferente. – Dijo travieso.

-¿Diferente? – Preguntó Patty confundida al no saber cómo sería diferente el llanto de hambre de su bebé al llanto de hambre que tenían Arthur y las gemelas. Stear asintió.

-Sí querida, será diferente porque será mío. – Dijo moviéndose hacia un lado, descubriendo su cuerpo de las sábanas para dejar al descubierto una parte de él que estaba igual de despierta, sonriendo con picardía al ver que su esposa se ponía roja al ver al soldado que se asomaba entre las sábanas dispuesto a entrar en batalla.

-¡Stear! – Dijo Patty tímida al ver que su esposo quería continuar con lo que habían iniciado en la madrugada.

-¡Vamos Patty! ¡Yo no tengo la culpa! – Decía casi suplicando a su esposa un nuevo round entre los dos. Patty comenzó a reír traviesa al ver que su esposo se ponía frente a ella para que calmara su deseo. La joven de anteojos que había estado leyendo al despertarse más temprano que él puso el libro de lado y colocó sus manos alrededor de él, cosa que provocó un suspiro de placer en Stear quien raudo y veloz se abalanzó sobre ella para amarla una vez más.


La puerta de la mansión era tocada casi inmediatamente del despertar de los pequeños y el mayordomo se dirigía a atender a aquel se había atrevido a interrumpir tan temprano sus tareas ya que creía que nadie lo haría al estar todo mundo desvelado.

-Traigo esta nota para el Sr. William Ardlay. – Dijo el mozo que llevaba aquel trozo de papel elegantemente firmado.

-Gracias. – Dijo el mayordomo quien de inmediato la tomó y se la guardó en el bolsillo de su saco para después entregarla a su dueño, ya que no era urgente no quería despertar a su patrón tan temprano, sin embargo no hubo motivo que lo hiciera ya que Albert bajaba las escaleras envuelto en una bata y sus pantuflas de conejo para dirigirse a la cocina.

-¿Quién era Alfred? – Preguntó aun bostezando con pereza.

-Buenos días Sr. Ardlay. – Saludó con amabilidad el buen hombre, sonriendo por la manera en la que bajaba su patrón. – Vino un mozo con una nota para usted. – Dijo extendiendo la nota que acababa de guardar en su bolsillo.

-¿Una nota? – Preguntó Albert extrañado. Alfred asintió y el patriarca tomó aquel pedazo de papel que le era entregado. Una sonrisa se formó en su rostro al leer su contenido, negando de lado a lado por aquello que decía.

-¿Necesita algo señor? – Preguntó de nuevo el mayordomo antes de retirarse para continuar las labores de limpieza de la mansión.

-No, no te preocupes. – Dijo Albert decidiéndose a ser él el encargado de cumplir con los antojos de su esposa y dejar que el mayordomo continuara con su trabajo, dirigiéndose a la cocina para buscar las fresas que aclamaba Andy como antojo matutino de ese día.

-Buenos días tío. – Dijo Archie con unas ojeras bastante marcadas en sus ojos, buscando una taza de café con ansiedad.

-¿Todo bien? – Preguntó Albert un tanto divertido por el aspecto de su sobrino.

-Sí… - Dijo Archie comenzando a beber el líquido amargo que había preparado la cocinera al saber que muchos lo requerirían ese día. Albert esperaba a que continuara su relato, sabía que no terminaría con un simple "sí". – Solo que Arthur despertó muy temprano. – Dijo bebiendo con ganas un trago más.

-¿Temprano? – Preguntó Albert mirando el reloj que adornaba la cocina. – Son más de las nueve de la mañana. – Agregó con gracia. Archie miró el reloj y sonrió de lado.

-Lo sé, pero anoche nos desvelamos bastante. – Dijo el gatito sonriendo travieso. Albert se imaginó el motivo de su "desvelo".

-Entonces eso no es culpa del pequeño Arthur. – Dijo Albert sonriendo, al recordar que él también había aprovechado aquella noche y al parecer todos habían hecho lo mismo que Anthony en su noche de bodas, todos menos Terry ya que tenía más de un mes que su actividad física había sido restringida si no quería apresurar el nacimiento de su hijo, cosa que no le convenía.

-Tienes razón tío, pero si la de despertarse tan temprano cuando sus padres están aún reponiendo sus fuerzas. – Dijo terminando su café, provocando la risa del patriarca. - ¿Dónde crees que hayan ido Anthony y Candy? – Preguntó a su tío para enfocarse en otra cosa.

-Buenos días. – Dijo Stear con una gran sonrisa de satisfacción en su rostro. Archie y Albert comprendieron muy bien aquel rostro en el inventor.

-Buenos días. – Dijeron ambos al mismo tiempo, viendo como el joven chico de cabellos negros y aire despreocupado buscaba una taza para servir también un poco de café y beberlo con desespero. Archie lo veía sin dejar de seguirlo mientras esperaba la respuesta de su tío.

-¿¡Qué!? – Dijo Stear cuando sintió que era observado.

-Veo que alguien más se desveló anoche. – Dijo Albert con travesura. Stear sonrió con malicia.

-Vamos, como si no hubieran hecho lo mismo. – Dijo despreocupado, tomando un gran trago de café para mantenerse alerta. Archie y Albert comenzaron a reír. – De no haber sido por Arthur y las gemelas seguiría dormido. – Dijo de nuevo.

-Vamos. – Dijo Archie quejándose. – Mi hijo no tiene la culpa de sentir hambre. – Dijo disculpando a su pequeño cuando antes él mismo lo había criticado.

-No si no es queja… - Dijo Stear bajando la taza de café de sus labios. – Gracias al llanto de ambos pequeños me desperté y pude obtener un premio matutino por haber sido despertado. – Dijo con travesura, cosa que hizo que Albert se riera por la manera tan despreocupada de hablar de su sobrino.

-¡Oh vamos, Stear! – Dijo Archie como queja. - ¡No queremos detalles! – Dijo de nueva cuenta.- Aprovecha antes de que nazca tu hijo. – Dijo esperando que pronto llegara ese día para que su hermano dejara de presumir los mañaneros que él también había tenido antes del nacimiento de Arthur y que debido a este se habían detenido.

-Eso es lo que hago. – Dijo Stear quien ya se había dado cuenta de ese detalle. Albert sonrió y pensó que él tenía que hacer lo mismo que sus sobrinos.

-Bien, yo tengo que llevar un antojo. – Dijo pensando que ya había dejado mucho tiempo a su esposa.

-Pero aún no me dices ¿A dónde crees que se hayan ido Anthony y Candy? – Preguntó de nuevo Archie. Stear puso atención a su pregunta y ambos voltearon a ver a Albert.

-No se preocupen ambos están bien. – Dijo el patriarca con travesura.

-¿Sabes dónde están? – Preguntó de nuevo el gatito. Albert asintió.

-Anthony envió una nota diciendo que estarían estrenando su regalo de bodas. – Dijo el patriarca, sin embargo vio que ambos jóvenes quedaban en las mismas. – Están en Lakewood y piden no ser molestados por un buen tiempo. – Dijo divertido, gesto que hizo que Stear y Archie sonrieran de la misma manera que lo hacía su tío.

-Entendemos. – Dijo Stear sonriente viendo como su tío se salía de la cocina para complacer los antojos de su esposa.

-¿Qué sucede? – Preguntó Juan entrando a la cocina cruzándose con Albert en la salida.

-Que Anthony y Candy se fueron a Lakewood a pasar su luna de miel y no quieren que nadie los moleste. – Respondió Stear, viendo como Juan al igual que él y su hermano se servía una taza de café para aliviar el mismo malestar que ellos.

-Pensé que se irían a Europa. – Dijo el moreno reviviendo al sentir el líquido caliente bajar por su garganta.

-No pudieron, Candy tenía que regresar al hospital. – Dijo Archie en respuesta.

-Además está el asunto de la guerra. – Dijo Stear pensativo, recordando cómo tiempo atrás él había decidido enrolarse, sin embargo ahora no era solo él, sino que tenía una familia por quien velar.


-¿En qué nos quedamos? – Preguntó Albert al cruzar la puerta de su habitación, mirando a su esposa con total coquetería, aventando las pantuflas de conejo que llevaba muy lejos de su cuerpo. Andy sonrió al ver las intenciones de su esposo.

-Pensé que ya te habías arrepentido. – Dijo Andy traviesa.

-Eso nunca. – Dijo Albert de nueva cuenta, comenzando a despojarse de sus ropas rápidamente para meterse bajo las sábanas desde los pies de la cama, buscando con sus manos las piernas de su esposa para ir subiendo poco a poco hasta llegar a su punto débil. Andy había tomado una fresa y la había puesto en sus labios cuando sintió la caricia de su esposo que la obligó a pegar un brinco de sorpresa.

-¡Albert! – Dijo Andy sorprendida, sin embargo el calor de los labios de su esposo la invadió por completo llenándola de sensaciones maravillosas, haciendo a un lado el pequeño plato donde tenía las fresas, pasando estas a segundo plano.


En la mansión de Lakewood los sonidos con los que habían comenzado la madrugada habían cesado entrada la mañana, Anthony y Candy habían hecho el amor dos veces más después de su primera vez, terminando cuando los primeros rayos del sol habían comenzado a iluminar el día, sin embargo el cansancio se había apoderado de sus cuerpos y ambos rubios habían terminado cansados uno encima del otro. Las horas transcurridas de la mañana habían transcurrido rápidamente para sus cansados cuerpos.

Era cerca del mediodía cuando Anthony abrió sus hermosos ojos azules, los cuales batallaban un poco para adaptarse a la luz que entraba por su ventana, sentía como si un puño de tierra hubiera entrado en ellos, sin embargo no era el único malestar que sentía al percibir que una parte de él estaba algo adolorida, sin embargo al recordar el motivo de aquel sentimiento una sonrisa se apoderó de su rostro, una sonrisa maravillosa al ir percibiendo que era mínimo aquel malestar comparado con la deliciosa forma en la que su cuerpo se sentía aquella mañana. Un sentimiento diferente se apoderaba de su cuerpo, una relajación que jamás había sentido y que lo obligaba a sonreír incluso más que antes. Levantó su rostro para buscar a su pecosa, al recordar que no había sido un sueño y que su boda se había llevado a cabo y con travesura él se había robado a la novia en medio de toda la fiesta, sin importarle quedar como urgido ante los demás. Pronto encontró a la joven que le robaba el sueño, enredada entre las sábanas de seda que cubrían su cama.

-Eres hermosa, Candy. – Pensó posando sus ojos en su bella imagen. Se levantó de la cama con mucho cuidado, sin importar que su cuerpo permaneciera desnudo y que el frío de afuera se hubiera colado por los ventanales que había en su habitación.

Su mirada se perdió en el maravilloso cuerpo de su esposa, la rubia yacía ahí dormida en medio de su cama, con sus cabellos rubios esparcidos por todo lo ancho y lo largo, sus largas pestañas y sus provocativos labios que deseó besar en ese momento. Parecía una ninfa del bosque que se había escapado de su refugio y se había colado a su habitación, el azul de las sábanas combinaba de manera espectacular con su blanco cuerpo, el cual lucía cubierto solo en sus zonas estratégicas, no podía ver sus senos, pero podía imaginarlos, no podía ver su vientre pero podía recordar su firmeza, colocó sus ojos en aquella marca que había quedado sobre las sábanas y que por la luz del sol se apreciaba más.

Solo mía, mi amor… - Pensaba complacido, no era machista pero se sentía orgulloso de tener el honor de ser él el único que había obtenido aquel magnífico regalo que ella le había brindado. Se quedó mirándola por unos minutos, queriendo grabar en su memoria aquella perfecta imagen que la rubia le obsequiaba sin querer, luciendo completamente en paz en sus facciones, feliz y relajada, una leve sonrisa surcaba su rostro demostrando que lo que soñaba era de su agrado.

Salió con cuidado de la habitación para no despertarla, sabía que no había nadie en la mansión al haber dado la orden de que todos podían tomar unas semanas de descanso, semanas que había decidido pasar ahí completamente aislado del mundo exterior junto a su pecosa, para así disfrutar de aquella improvisada luna de miel que había ideado al no poder salir a Europa o algún otro lugar por el trabajo de su esposa, además las fiestas decembrinas pronto llegarían y no quería que su esposa lo pasara lejos de su familia.

En la cocina pronto demostró sus dones culinarios, sin embargo no tenía ni la más remota idea de qué era lo que se le antojaría desayunar a su esposa en esa su primera mañana como marido y mujer, así que puso varias opciones, reconociendo que se había excedido con sus porciones. Caminó por los desolados pasillos de la gran mansión de las rosas, con sus cómodas pantuflas que cubrían del frío sus pies, enfundado solo en una bata de las que se utilizan para levantarse por las mañanas, mientras debajo de ella no había ni una prenda que lo cubriera, seguro que estaban solos en la mansión.

Abrió la puerta de la habitación con cuidado de no tirar su carga, y no despertar abruptamente a su bella durmiente, sin embargo al entrar por completo a la alcoba descubrió el perfecto cuerpo de su esposa que en esos momentos lo cubría con la sábana azul royal como sus ojos, la rubia lucía un poco inquieta.

-¿Qué sucede princesa? – Preguntó curioso al verla tallar en el centro de la cama algo con un pequeño pañuelo que sostenía entre su mano derecha mientras con la izquierda sostenía la sábana que cubría su cuerpo.

-¡Anthony! – Gritó Candy sorprendida al ver que su esposo ponía sobre la mesita de noche la charola que llevaba hasta ahí.

-¿Sucede algo? – Preguntó de nuevo al ver que ponía su mano derecha detrás de ella, observando el lugar que había querido limpiar con aquel pañuelo.

-Lo siento. – Dijo Candy apenada al ver que su amado príncipe había descubierto la mancha que quería limpiar del colchón. – Nunca pensé que se hubiera pasado de las sábanas. – Dijo apenada de nueva cuenta. Anthony le sonrió con ternura, acercándose a ella para tomarla de la cintura y comenzar a besarla.

-Eso no es ningún problema. – Dijo Anthony con tranquilidad, quitando de su mano el pequeño pañuelo que ella escondía. – Después yo me encargo de ello. – Dijo viendo como el rostro de Candy se ponía bastante colorado. Ahora lo que quiero es disfrutar de mi linda esposa. Dijo jalando la sábana que cubría su delicado cuerpo.

-¡Anthony! – Dijo Candy sorprendida por su atrevimiento.

-¡Ups! – Dijo Anthony con travesura, sonriendo pícaramente al tenerla de nuevo desnuda ante él, desatando después el nudo que sujetaba su bata de noche para quedar de la misma manera que ella.

Anthony quitó las sábanas que cubrían la cama, dejando el colchón completamente al descubierto mientras tomaba a Candy por la cintura y la alzaba con verdadera destreza para colocar sus piernas una a cada lado de su cadera, sosteniéndola por los glúteos para caminar con ella y dirigirla hacia la cama.

-Sr. Brower, ¿Tan temprano y ya está despierto? – Preguntó Candy con picardía, una picardía que le agradaba al rubio y lo hacía reaccionar más intensamente.

-Para usted, señora Brower… - Dijo con la voz cargada de deseo. – Siempre estaré despierto. – Le dijo acercando su pelvis a la de ella, logrando que Candy emitiera un gemido tan sensual que estremeció su cuerpo al escucharlo. Candy le sonrió orgullosa de lo que podía provocar en aquel magnífico ser que era su esposo. – ¿Quieres desayunar primero? – Preguntó antes de recostarla en la cama. Candy negó con el aliento contenido en su boca.

-Quería bañarme… - Dijo en un suspiro. Anthony le sonrió.

-Pensé lo mismo… - Dijo sonriendo apenado. – Pero como no hay servicio, no hay agua caliente. – Dijo sin percatarse de ese detalle hasta esa mañana que había querido bañarse como estaba acostumbrado a hacerlo antes de comenzar su día.

-¿Te importaría si la caliento? – Preguntó Candy apenada. Anthony sonrió y se levantó de encima de ella.

-No te preocupes, yo lo haré. – Dijo sin cubrir su cuerpo para ir al cuarto de servicio en donde podía calentar el agua gracias a un invento que había hecho Stear, uno de los pocos que aún funcionaba. Candy observaba lo perfecto que era el cuerpo de su amado, sintiendo pena por estar ensimismada en su espalda ancha y sus bien formados glúteos, él caminaba sin vergüenza y ella se cubría el rostro completamente sonrojada, la verdad no era lo mismo estar camuflado con las luces plateadas de la luna a ver la perfección en todo su esplendor. Aquella vista que él le regalaba hizo que su cuerpo se estremeciera sintiendo la necesidad de que él la tomara nuevamente entre sus brazos y se fundiera en su cuerpo.

Cuando Anthony salió del cuarto de servicio Candy estaba con el rostro aún más colorado que cuando la había dejado.

-¿Sucede algo? – Preguntó inocente. Candy negó aún más colorada, intentando controlar lo que aquella vista le provocaba. - ¿Te da pena verme así? – Preguntó con travesura. Candy negó casi sin poder respirar. Anthony la veía sin comprender del todo. - Bien, porque así me verás todas estas semanas. – Dijo con travesura. Candy abrió los ojos sorprendida con las palabras de su esposo, quien comenzó a reír por su ocurrencia. – Y tú mi hermosa señora Brower, estarás así frente a mí todo el día. - Dijo quitando de nuevo la sábana que había vuelto a poner sobre su cuerpo, mientras la cargaba entre sus brazos para llevarla a la bañera y comenzar a lavar su cuerpo él mismo.

El agua estaba a la temperatura ideal, el frío que comenzaba a hacer en Lakewood no les había importado mucho hasta ese momento, pero al sentir la tibieza del agua sobre sus pies, ambos sintieron un verdadero placer al sentir como la bañera comenzaba a cubrir a ambos con sus cálidas aguas. Anthony tomó el jabón y comenzó a lavar el cuerpo de Candy, quien al contacto con las tibias manos de Anthony contrastaba con la fría pieza de jabón que comenzaba a pasearse sobre su cuerpo. Candy se levantó para que él pudiera cumplir con su tarea, sentía la necesidad de que él calmara el deseo que había despertado al momento que la recostó de nuevo en la cama y que se había intensificado cuando vio lo perfecto que era su cuerpo.

Anthony la admiró con la boca abierta al ver la belleza que ella poseía, su estrecha cintura, sus piernas blancas perfectamente torneadas, sus anchas caderas y sus carnosos glúteos, toda una obra de arte frente a él y él había sido el afortunado en poseerla.

Comenzó tallando desde su espalda para enjabonar su cuerpo, haciendo pequeños círculos sobre él, aumentando de esa manera el calor de sus cuerpos, terminó de enjabonarla pero siguió con las caricias con sus manos que resbalaban suavemente por la suavidad de su piel, llegó a ese punto tan estimulante que ella poseía y se dedicó a acariciarlo, más cuando pudo percibir que Candy comenzaba a temblar de sus piernas al sentir que específicamente ese era un punto débil para ella.

Terminaron su baño y aún con los cabellos húmedos se dirigieron hacia la cama, sin importar empaparla con el agua que destilaban, la colocó en medio de ella y se levantó para admirarla desde arriba, observándola por completo con sus ojos completamente dilatados por la pasión que desbordaba por los poros de su piel.

La luz del día le daba una nueva imagen de su pecosa, una imagen que él quería disfrutar desde todos los ángulos y que era precisamente lo que haría. Se colocó sobre ella para comenzar a besar sus labios con ternura, adueñándose de su boca con total dedicación, mientras Candy sentía que el corazón se le saldría del pecho con aquellas demostraciones de amor que él le prodigaba. Lentamente bajó hasta sus senos y los acarició con la misma devoción, y lentamente fue bajando hasta llegar a su vientre, lo besó de la misma manera, con ternura y delicadeza, quería explorarla toda, quería conocer su cuerpo y no perderse ni un mínimo detalle de sus reacciones, sintió como el aire salía de los labios de su pecosa y era contenido en sus pulmones al momento que sintió su respiración chocar contra su intimidad, lugar que había permanecido unos segundos admirando, pudo apreciar como su piel se estremecía por ese contacto y complacido se decidió a explorarlo con sus manos, sin temor ni pena por hacerlo, ella era su esposa, su razón de vivir, quería demostrarle que era lo que más amaba y que sería capaz de hacer hasta lo imposible por hacerla disfrutar. Candy cerraba los ojos impaciente esperando sentir de nuevo a su esposo dentro de ella, sin embargo fue otra la sensación que él le regaló, sintiendo como sus labios se posaban delicadamente en aquella zona que aclamaba atención.

-¡Anthony…! - Dijo Candy sorprendida, levantando su rostro para ver entre sus piernas los cabellos rubios de su amado, mientras él continuaba con aquellas caricias que había descubierto eran bastante placenteras también para él. Cuando observó que la piel de Candy se erizó por sus caricias continuó con mayor insistencia, haciendo más profundo su agarre dentro de ella. No necesitó de mucho tiempo cuando Candy sintió que su cuerpo comenzaba a ser sacudido con fuerza y que las caricias de Anthony seguían insistentes en el mismo lugar.

Los gemidos de Candy llegaban a los oídos de Anthony y eso era el aliciente perfecto para su propio placer, cuando sintió que alcanzaba su liberación se levantó de ese cálido lugar y se dirigió nuevamente hacia su cuerpo para colocarse encima de ella y comenzar a fundirse en ella, Candy aún no terminaba de recuperar su aliento cuando sintió que de un solo movimiento el cuerpo de Anthony entraba en ella sin dificultad, provocando que esa sensación volviera una vez más, los fuegos artificiales que se formaban en su cabeza eran explotados uno a uno mientras Anthony continuaba con sus movimientos cada vez más intensos, sentía que no daba tregua a su placer y la pasión de su boca liberaba cada vez más y más sonidos, sonidos que iban siendo más agudos y se mezclaban con los gemidos que él también comenzaba a soltar de su boca, ninguno reprimía lo que sentía, ambos comenzaban a gozar de su intimidad y creían que ya era bastante lo que habían detenido sus impulsos, así que se abandonaban a lo que deseaban hacer uno y otro. Candy seguía debajo de él acariciando su espalda, para después aferrarse a sus perfectos glúteos y acercarlo más a ella. Anthony respondía de la misma manera buscando la manera de entrar más en ella si eso era posible, ninguno de los dos sentía pena o vergüenza de lo que sucedía en aquella habitación, la cual estaba por completo iluminada así que ya ninguno tenía nada que esconder del contrario, sus cuerpos se amoldaban a la perfección y el refugio que Candy le ofrecía al rubio era perfecto para su cuerpo. Candy sentía que Anthony crecía aún más dentro de ella y aquello la hacía desear mayor intensidad en sus movimientos, movimientos que empezaban de manera lenta y tierna pero que al momento de estar a punto de alcanzar el clímax se aceleraban de una manera que los obligaba a alzar la voz del deseo.

-¡Candy…! – Decía Anthony acelerando sus movimientos.

-¡Anthony! – Decía Candy sintiendo como era estimulada, sentía que su cuerpo no soportaría más el placer experimentado, sin embargo los movimientos de Anthony se detenían por unos segundos cuando sintió que Candy se estrechaba en su interior y comenzaba a convulsionar su cuerpo una vez más. Anthony quedó quieto por unos segundos maravillado por la manera en la que Candy deformaba su rostro de placer, se veía realmente hermosa cuando alcanzaba la cima del placer.

-¡Hermosa! – Decía Anthony enamorado, aligerando sus movimientos una vez más para retrasar su culminación, quería volver a ver aquella expresión en el rostro de su amada. Candy le sonreía cuando lo descubría viéndolo de esa manera. – Me encanta cuando tocas el cielo. – Le dijo en su oído, aún rígido dentro de ella. Candy sonrió nuevamente al escuchar su voz aterciopelada en su oído.

Anthony comenzó de nuevo su movimiento lento comenzando una vez más a estimular su cuerpo, el cual lucía realmente enrojecido por las sensaciones con las cuales estaba siendo golpeada, mientras él podía observar que nuevamente una nueva oleada de placer se acercaba a su pecosa, podía sentirlo cuando el interior de ella comenzaba a palpitar y a cerrarse dentro de él aferrándolo con mayor fuerza como si quisiera evitar que se saliera de ella. Una vez más sintió cómo ella terminaba nuevamente sintiendo que poco a poco aquella humedad que emanaba de su cuerpo por la excitación que él le provocaba comenzaba a humedecer la cama.

-Adelante mi amor. – Le decía una vez más maravillado, le gustaba verla gozar de esa manera, y había descubierto el secreto para hacerlo en muy poco tiempo, gracias a la manera que tenía de ser tan observador de las reacciones que ella tenía. – Una vez más... – Le decía a modo de súplica, una manera sensual de pedir que llegara nuevamente al clímax.

-No puedo… - Decía Candy completamente agitada, cansada por la manera en la que Anthony la tomaba para sí y la hacía gozar, sentía que su cuerpo ya estaba satisfecho en ese momento.

-Tú puedes… - Le decía con aquella voz aterciopelada. - …pecosa… - Le decía soportando estoicamente su propia liberación. De nuevo sintió aquella sensación que comenzaba a surgir en el interior de su esposa ocasionando que esta vez él terminara al mismo tiempo que ella, explotando al unísono dentro de ella una vez más, mientras Candy sentía como Anthony crecía aún más dentro de ella llenándola por completo, haciendo que su cuerpo se tensara y sintiera como si de pronto saliera de su cuerpo para regresar de golpe a su lugar, cayendo cansada de vuelta sobre el colchón, mientras Anthony la veía con una sonrisa verdaderamente maravillosa.

-Eso fue increíble. – Dijo Anthony una vez que pudo hablar. Su rostro reflejaba la indudable felicidad que golpeaba su cuerpo.

-Maravilloso... – Dijo Candy con una sonrisa de satisfacción, sentía como el peso de su esposo se posaba sobre ella mientras lentamente volvía a su tamaño natural para poder liberarla de su agarre. – Te amo Anthony… - Le dijo bostezando de pronto. Anthony sonrió con ternura.

-Y yo te amo a ti princesa… - Le dijo besándola de nuevo pero ahora con total ternura, muy diferente a momentos previos.

Las semanas que habían pasado en Lakewood iban corriendo lentamente para los familiares de ellos pero de manera rápida para los rubios quien a pesar de que habían tenido que hacerse cargo de todo no cambiarían por nada del mundo aquella intimidad que habían disfrutado, sobre todo las demostraciones de amor que habían podido expresar con libertad sin el temor de ser escuchados, más cuando habían descubierto que no eran para nada discretos cuando a la hora de hacer el amor se trataba y mucho menos cuando podían amarse a cualquier hora del día, así que Anthony había considerado comprar una casa para ellos mismos al no estar de acuerdo en ceder en esa parte de su intimidad con su esposa, le gustaba escucharla gemir, le gustaba escuchar como gritaba su nombre mientras le hacía el amor, le gustaba escuchar sus respiraciones agitadas al mismo tiempo que se confundían con las de él mientras gruñía al fundirse por completo dentro de ella. Ambos habían acordado cómplices de que sería lo mejor para todos, sobre todo para ellos dos.

Los días que pasaban en la mansión de Lakewood eran maravillosos, no importaba tener que encargarse ellos mismos de los quehaceres dentro del lugar, los únicos lugares que habían utilizado más era la cocina y su habitación, así como el jardín ya que aquel lugar era donde de repente se iban para correr entre las flores, jugando como el par de enamorados que eran persiguiéndose uno a otro y cuando Candy perseguía a su amado él pronto se dejaba alcanzar porque eso para él era el chiste, para él su felicidad era dejarse atrapar con facilidad porque estar y tenerla en sus brazos era lo que lo llenaba por completo, lo mismo que cuando la alcanzaba al ser él el que la perseguía entre el laberinto que formaban los pasillos de los rosedales, para después reclamar el premio que siempre solicitaba si era él el que la atrapaba primero.

Los empleados de seguridad que eran los únicos que resguardaban afuera de la mansión, eran los únicos testigos de los paseos vespertinos y algunas veces matutinos que ellos hacían, eran las únicas personas que Anthony había permitido quedarse por seguridad de ellos, principalmente de su esposa.


En Chicago, pronto llegaría el día en el que Mack daría a luz y Terry continuaba con sus presentaciones todos los fines de semana, descansando los demás días. Aquella noche al ser viernes no era la excepción y tenía que ensayar antes de salir en escena.

Mack se encontraba en primera fila como siempre orgullosa de su marido quien lucía radiante y verdaderamente imponente en aquella puesta en escena, sus movimientos ágiles y seguros lo anunciaban como un hombre que despertaba suspiros entre las espectadoras a quien no les importaba que era un hombre casado.

-¡Es guapísimo! – Decían las chicas que estaban cerca de ella, Mack se sentía un tanto incómoda por tantos halagos a su esposo, sin embargo en el fondo sabía que Terry era solo de ella, ya que aquel rebelde a pesar de haber sido un mujeriego en su soltería había demostrado que era mucho más fiel de lo que hubiese podido imaginar y es hacía que los celos que sentía al verlo rodeado de tantas fanáticas disminuyeran casi por completo.

-¡Lástima que está casado! – Decía otra de las jóvenes que lo veía actuar. – No importa si lo puedo ver todas las noches actuando. – Decía otra más suspirando. – No me importaría que estuviera casado con cien mujeres, me gusta para mí. – Decían las más atrevidas, ese tipo de comentarios eran los que exasperaban a Mack, más cuando muchas de ellas sabían quién era la esposa y no les importaba importunarla.

Una contracción se hizo presente en medio del acto que Terry presentaba, sintiendo de pronto una punzada en su bajo vientre, tomándose con ambas manos para intentar controlar el dolor, segura de que pasaría como otras veces. La obra continuó sin problema para los actores, sin embargo en las butacas Mack sentía que los dolores aunque muy espaciados duraban cada vez más tiempo, contracción tras contracción iba subiendo la intensidad del dolor que se le presentaba.

-¿Te sientes bien? – Preguntó Patty al ver que Mack comenzaba a sudar y que el clima de la noche no era el motivo ya que comenzaba a hacer frío.

-No… - Dijo con dificultad, mientras Patty se ponía nerviosa al no saber qué hacer en ese momento.

-¿Es el bebé? – Preguntó con angustia a su amiga al ver que sus manos se aferraban a los posa brazos del asiento que ocupaba.

-Sí… - Dijo de nuevo con ansiedad.

-¿Qué sucede? – Preguntó Stear que estaba al lado de su esposa, ambos eran los únicos que habían acompañado a Mack esa noche ya que Archie estaba muy ocupado con su esposa y su bebé, Albert no había querido ir sin Andy ya que había tenido que trabajar, Juan y María aparte de que pensaban que era aburrido ver más de una vez una obra que ya habían visto no tenían tiempo para hacerlo y Anthony y Candy continuaban en su luna de miel, así que solo a la pobre de Patricia Cornwell y Allistear Cornwell les había tocado aquella situación.

-¡Es el bebé! – Dijo Patty con preocupación a su esposo.

-¿¡El bebé!? – Dijo Stear muy alarmado por la situación. - ¡Hay que avisar a Terry! – Dijo Stear comenzando a mover los brazos para que Terry lo viera desde las tablas, lo que el inventor no sabía que las luces que tenían sobre ellos los actores impedían ver desde el escenario al público, Mack se lo había explicado una vez que lo vio hacer el intento, así que por más esfuerzos que hacía no podía verlo eso aunado a que el actor estaba de espaldas en ese momento.

-¡No! – Dijo Mack casi en un grito al ver que Stear no desistía de hablarle a su marido. – No… es mejor… que…. Ahhhh! – Decía la pobre chica que cada vez podía menos con los dolores del parto.

-¡Vamos! – Dijo Stear sin más preámbulos, reaccionando de inmediato con la joven para llevarla de inmediato a un hospital.

-Sí… - Dijo Patty con nerviosismo, pero siguiendo de cerca a su esposo quien la llevaba de la mano para acercarse a Mack y también llevarla hacia la salida del teatro.

Stear y Patty ayudaban a caminar a Mack, uno de cada lado, ambos iban nerviosos pero intentando caminar lo más rápido que podían ya que Mack cada tanto tiempo pegaba un grito que era provocado por las contracciones que continuaban sin tregua para la castaña. Stear terminó llevándola en brazos los últimos metros para llegar a su automóvil que estaba afuera.

-Por favor no me vayas a fallar. – Dijo Stear juntando las manos como si de una oración se trataba para que el artefacto no lo dejara tirado en el camino, arrepintiéndose al mismo tiempo en su interior por no haberse llevado otro de los vehículos de la mansión.

-¡Vamos Stear! – Dijo Patty quien iba al lado de su esposo.

-¡Sí! – Dijo Stear suspirando para agarrar valor y conducir hasta el hospital, que para suerte suya no estaba lejos del teatro.

El automóvil inició su marcha y como si hubiese escuchado los ruegos de su creador llegó de un solo viaje al hospital, alcanzando a entrar al estacionamiento del mismo mientras el de anteojos se bajaba de un solo brinco para abrir primero la portezuela de su esposa y ayudarla a bajar, haciendo su asiento hacia enfrente para tomar a Mack de nuevo entre sus brazos para caminar lo más rápido que le dieran sus piernas hasta la sala de urgencias. Patty que era la que aún podía caminar más rápido había aprovechado que Stear bajaba a Mack para adelantarse y buscar la ayuda necesaria y de ser posible encontrar a Andy.

-¡Ayuda! - Decía Patty impaciente al entrar al hospital. De inmediato las enfermeras corrieron a ella al verla que estaba embarazada.

-¡Señora ¿Qué sucede?! – Preguntaban de inmediato al verla entrar tan preocupada.

-¡Mi amiga! – Decía Patty algo agitada. - ¿¡Dónde está La Doctora Andrea Ardlay!? – Preguntaba nerviosa.

-¡Aquí… ayúdenme! – decía Stear al entrar de pronto con Mack en brazos. Las enfermeras que estaban de guardia esa noche de inmediato fueron a buscar a Andy a la cual había mencionado Patty. - ¡Va a tener un bebé! – Dijo el inventor a grito libre como si no pareciera el estado de la Sra. Grandchester.

-¡Ve por la doctora Ardlay! – Dijo una de las jóvenes, enviado a otra compañera para que volara en su búsqueda. Al saber que eran familiares de la doctora que estaba de guardia los obligaba a ser más rápidos en sus acciones.

-¡Ahhhh…! – Gritó Mack de pronto haciendo que Stear temiera más por ella.

-¡Ayudaaaa…! – Gritó de nuevo. Los camilleros llegaron casi al mismo tiempo que el grito del inventor y lo ayudaban a ponerla en la camilla para llevarla de inmediato a la sala de partos. Al momento de que Stear la colocó en la camilla. Mack le sonrió a duras penas agradecida por su esfuerzo.

-Gracias… - Dijo con dificultad. – Terry… - Le dijo de nuevo. Stear asintió.

-No te preocupes iré por él. – Le dijo Stear respirando algo agitado por el esfuerzo que había hecho para llegar con ella hasta ese lugar. Mack volvió a sonreír agradecida con el de anteojos mientras veían como era llevada a la zona de partos.

-Estará bien… no te preocupes. – Dijo Patricia acercándose a su esposo quien seguía como en shock por lo sucedido.

-Patty… - dijo mirando el vientre de su esposa, que a pesar que le faltaba todavía algunos meses sabía que un día llegaría su hora también.

-No te preocupes… - Dijo Patty entendiendo su preocupación. – Nuestro hijo nacerá bien y yo también estaré bien. – Le dijo con ternura. Stear le sonrió agradecido por tenerla con él a su lado.

-¿Qué sucede? - Preguntó Andy quien había llegado lo más rápido que podía, las enfermeras la ponían al tanto mientras a lo lejos veía a su ahora sobrino y sobrina abrazados en la sala de espera.

-Vamos hermosa. – Le dijo Stear a Patty, quien la quería llevar a la mansión antes de ir por Terry al teatro. – Te llevaré a la mansión para que descanses. – Le anuncio sus planes.

-No. – Dijo Patty segura. – Yo me quedaré aquí, y tú irás por Terry, como dijo Mack. – Dijo Patty como orden a su marido.

-No quiero que te quedes sola. – Dijo de nuevo Stear.

-No estará sola. – Dijo Andy quien llegaba junto a ellos en ese momento.

-¡Andy! – Dijo Stear sorprendido porque pensaba que estaría con Mack en ese momento. - ¡Mack está…! – Dijo apresurado para informar a Andy lo sucedido.

-Tranquilo Stear. Mack ya está siendo atendida. – Dijo Andy tranquilamente, ella sabía que el parto de Mack iba para largo ya que le habían dicho que aún no había la dilatación suficiente para que el bebé naciera. – Yo cuidaré a Patty mientras tú avisas a Terry. – Dijo de nuevo Andy, pareciéndole extraño no verlo ahí. Stear asintió y sin decir más salió del hospital corriendo rumbo a donde había dejado su automóvil.

Cuando llegó al vehículo para su mala suerte este no encendió, haciendo que Stear repitiera algunas maldiciones, cosa que era imposible que él hiciera, ya que Archie era el que más las utilizaba.

-¡Maldición! – Dijo golpeando el volante de su auto, como por arte de magia este encendió de pronto, dirigiéndolo a la salida para dirigirse al teatro.

En el teatro, a unas cuantas cuadras del hospital Terry terminaba la obra en medio de ovaciones, agradeciendo con alegría cada una de las muestras de cariño que el público le profesaba, las flores no dejaban de llegar, así como uno que otro objeto extraño a las flores que le arrojaban. La mirada de Terry se dirigió a las primeras filas de las butacas, lugar específicamente a donde su esposa estaba situada junto con su par de amigos, sin embargo no los vio por ningún lado, pareciéndole extraño que eso pasara. Los buscó por los alrededores y no veía absolutamente nada, de pronto vio por las escaleras que Stear bajaba corriendo y algo se encendió en su cabeza al recordar el estado de su esposa.

Como si de un reflejo se tratara, sin importarle que el público permaneciera de pie aplaudiendo su desempeño, se brincó del escenario para ir de inmediato junto a su amigo.

-¿¡Qué sucede!? – Preguntó Terry sin terminar de llegar junto a Stear. - ¿¡Es Mack!? – Preguntó en cuanto llegó a él. Stear asintió jalando aire, no podía ni hablar el pobre chico apurado por llevar a Terry al hospital.

-¡Sí…! – Dijo Stear jalando aire. – Hospital… Mack… bebé… Patty… allá… - Decía intentando jalar aire en cada frase que terminaba.

Terry salió corriendo de inmediato, sin importar que las miradas del público estuvieran sobre él, quienes no comprendían el motivo del apuro del actor, sin embargo estaban al pendiente de sus movimientos, lo mismo la prensa quien se decidió a seguir al actor.

-¡Otra vez…! – Dijo Stear jalando aire, ya estaba bastante cansado por tanta carrera emprendida ese día. Corrió detrás de Terry, para decirle en donde tenía estacionado su auto. - ¡Por aquí! – Le dijo al actor, quien de inmediato se subió al automóvil del inventor.

Cuando Stear intentó encender su auto mágicamente prendió, cosa que agradeció de verdad el pobre chico quien estaba temeroso que no sucediera. Faltaba poco para llegar al hospital cuando el auto de nuevo comenzó a fallar.

-¡Maldita sea! – Volvió a maldecir Stear molesto con su automóvil. - ¡Te voy a tirar a la basura pedazo de chatarra! – Dijo realmente desesperado.

Terry no pudo esperar más y brinco del auto para comenzar a correr en dirección al hospital, de todas formas estaba muy cerca.

-¿¡Dónde está Mack!? – Preguntó desesperado al llegar junto a Patty en la zona que le habían indicado en la entrada.

-Andy está con ella. – Dijo Patricia levantándose de su lugar. - ¿Y Stear? – Preguntó preocupada por su esposo.

-Está… - Dijo Terry jalando aire, ya que iba agitado por haber corrido tan rápido como había podido. – Esta… - Decía apuntando por el lugar donde él había entrado. – Está… ahí… - Dijo al ver que el inventor llegaba casi arrastrando los pies, cansado por haber tenido que correr gran parte de la noche.

-Aquí… aquí… estoy… Patty… - Le dijo sentándose de pronto en el sillón en el que había estado sentada su esposa.

-¿Estás bien? – Preguntó Patty preocupada por él. Stear solo atinó a sonreír de lado y a asentir con su cabeza.

-Agua… - Fue lo único que pudo decir y Patty se dirigió a buscar agua para su esposo, mientras Terry estaba realmente preocupado por su esposa.

- ¿Qué sucedió? ¿¡Por qué no me dijeron nada!? – Dijo Terry reclamándole a Stear, quien no podía hablar, pero si tenía ganas de darle un puñetazo a Terry por su reclamo. Lo miró molesto, mientras tomaba el vaso que Patty le llevaba.

-Stear intentó hacerte señas, de hecho te hizo señas, pero Mack dijo que no podías ver desde el escenario, así que decidimos traer a Mack de inmediato al hospital. – Dijo Patty explicando con detalle todo lo que había hecho Stear por su esposa.

-Gracias hermano. – Le dijo el actor a Stear, palabra que únicamente había utilizado con Anthony hasta ese momento, sabía que Anthony hubiera hecho lo mismo que había hecho Stear en esos momentos, si hubiera estado presente, pero jamás imaginó que Stear hubiera hecho tanto por él y su esposa.

-No te preocupes. – Dijo Stear con una sonrisa. – Son parte de la familia. – Le dijo de nuevo palmeando su hombro en señal de camaradería. Terry sonrió feliz de pertenecer a los Ardlay, por primera vez sentía que pertenecía a una familia y que él y Mack a pesar de haberse casado como sus padres querían no seguían los protocolos impuestos por ellos, por eso ninguno de ellos habían recibido su apoyo, sin embargo gracias a Anthony, los Ardlay los habían aceptado como a uno más de sus miembros y por si fuera poco habían aceptado a Mack también.

La mañana llegaba lentamente y los demás integrantes de la familia Ardlay iban llegando para acompañar a Terry en su espera, llegó Albert, Archie, Annie, Juan, María y hasta la tía abuela estaba esperando con ellos noticias del nuevo bebé que llegaría a alegrar la vida de los Grandchester. Terry sonrió agradecido al ver que todos habían llegado para apoyarlo en esos momentos de esa manera, no se imaginaba a Mack gritando en medio de la sala de partos y queriendo estrangularlo por haber sido el causante de poner a su bebé en ese lugar.

-Muchas gracias. – Dijo agradeciendo a todos el estar con él, sin embargo su mirada evidenciaba que extrañaba a su gran amigo Anthony, pero sabía que no podía estar ahí en esos momentos.

Los minutos pasaban y pronto se fueron pasando las primeras horas de la mañana y Andy no salía a dar noticias del estado de Mack. Terry comenzaba a desesperarse y a sentir que estaba a punto de colarse a la sala de partos para ver con sus propios ojos que sucedía.

-¿Por qué no se me hace extraño verte caminar de un lado a otro? – Preguntó una voz conocida a sus espaldas, una voz que sabía bien las reacciones de su amigo cuando estaba desesperado o impaciente por algo que le preocupara.

-¡Brower! – Dijo volteándose de pronto para ver a su amigo, le parecía imposible que estuviera ahí con él cuando todavía le faltaban algunos días para regresar de su luna de miel.

-¡Grandchester! – Dijo Anthony quien llegaba de la mano de Candy, reflejando ambos una maravillosa sonrisa en sus rostros, demostrando simplemente de esa manera lo feliz que eran, un brillo muy especial en los ojos de Candy se hacía presente, un brillo que muchos notaron en cuanto la vieron llegar orgullosa del brazo de Anthony.

Ambos chicos se abrazaron con efusividad al estar frente uno al otro, con un cariño verdadero, con una verdadera amistad que mostraban ambos, la cual a pesar de sus diferencias no había disminuido en ningún momento desde aquel enfrentamiento que había surgido en la colina del Colegio San Pablo.

-¡Anthony! – Dijo toda la familia al unísono, sorprendidos por la llegada del nuevo matrimonio.

-¡Candy! – También era el nombre que se había escuchado con el mismo entusiasmo que el primero.

-¿Qué están haciendo aquí? – Preguntó Terry, saludando después a Candy, para que acto seguido todos los presentes saludaran al joven matrimonio.

-No podía perderme el nacimiento de tu primogénito. – Dijo Anthony con una sonrisa a su amigo, quien le agradeció estar ahí.

-Gracias… - Dijo Terry con una sonrisa sincera, mirando a los ojos a su amigo asegurándole que él también estaría ahí cuando naciera su primer hijo. De la misma manera que Candy y Anthony se comunicaban solo con la mirada, Anthony y Terry habían aprendido a hacerlo en los años que se habían conocido. Anthony asintió demostrando que había entendido lo que había pensado. - ¿Cómo te enteraste? – Preguntó el rebelde.

-Archie me avisó. – Dijo Anthony, volteando a ver a su primo quien sonreía y hacía un gesto de amor y paz al actor al momento que este lo vio. Terry le sonrió agradecido por lo que había hecho. – Les dejé dicho que me avisaran si esto sucedía cuando yo no estaba presente y tuviste suerte de que estuviera cerca. – Le dijo de nuevo el rubio. Terry comenzó a reír por lo dicho por su amigo.

El tiempo siguió transcurriendo, mientras todos comenzaban a platicar, preguntando a la pareja de recién casados cómo habían estado. Cuando menos lo pensaron Andy salía realmente cansada, demostrando que había sido una larga labor de parto.

-El Sr. Grandchester. – Dijo a modo de broma, como si no conociera al padre que estaba desesperado esperando noticias de su esposa y su bebé. Terry se levantó pensando lo graciosa que era Andy.

-Doctora pecas, no estoy para bromas. – Dijo Terry provocando la risa de Andy. - ¿¡Cómo esta Mack!? – Dijo ya más desesperado. - ¡Mi hijo! – Decía angustiado, mientras Andy le sonreía comprensiva por su actitud.

-Tranquilo Terry. – Dijo poniendo su mano sobre su hombro en señal de que necesitaba que se tranquilizara o tendría que ponerle un calmante. – Ellas están bien. – Dijo Andy con una tranquilidad que ya quisiera tener Albert cuando estuviera en el lugar de Terry.

-¿Ellas? - Preguntó emocionado. - ¿Son dos? - Dijo abriendo los ojos con sorpresa al recordar a las gemelas de Juan y María. Andy le sonrió con travesura.

-Bienvenido al club. - Decía Juan cuando escuchó a Terry. Andy sonrió por lo dicho por Terry y Juan.

-Me refiero a que tú esposa y tú hija están bien. - Dijo Andy de nuevo.

-¿Sólo es una? - Preguntó para confirmar si había entendido bien, estaba tan aturdido que ya no pensaba bien. Andy asintió de nueva cuenta.

-Solo es una hermosa bebita. - Dijo Andy muy ilusionada con la pequeña bebé que había nacido.

-En hora buena hermano. - Anthony fue el primero en felicitar a Terry, quien se había quedado pegado a un solo lugar sonriendo feliz por la noticia recibida, mientras Anthony lo abrazaba felicitándolo.

-¡Soy papá, Anthony! - Le dijo emocionado. Anthony le sonrió sincero asintiendo con una sonrisa, al momento que palmeaba su hombro fraternalmente.

-Eres papá amigo. - Le dijo Anthony sonriendo realmente emocionado por aquel suceso que vivía con él.

Terry fue dirigido hacia la sala de recuperación en dónde se encontraba Mack junto a su hija, era muy cerca del medio día y el hospital lucía aún muy solitario, se podían escuchar los pasos del actor quien iba nervioso a ver a su esposa.

-Adelante. - Dijo Mack al escuchar el sonido de la puerta. Terry abrió con cuidado introduciendo primero su cabeza como para asegurarse que podía entrar.

-Alguien quiere conocerte. - Dijo una Mack verdaderamente cansada, sus bellos ojos azules lucían cansados, estaban enmarcados con unas grandes ojeras debajo de ellos, mientras Terry la miraba sin aliento, sintiéndose culpable por el sufrimiento que reflejaba en su rostro.

Continuará...

Hola hermosas, espero que les haya gusta este capítulo, la verdad yo disfruté mucho escribiéndolo, espero no haber ofendido a nadie con el relato íntimo que describí entre Candy y Anthony, créanme que cuando escribo algo así lo reviso varias veces hasta dejarlo lo más sutil posible.

TeamColombia. Hola hermosas, me alegra que les haya gustado el capítulo anterior y sobre todo que lo hayan disfrutado, les dije que valdría la pena la espera. Gracias por leer y comentar, saludos y bendiciones a cada una de ustedes.

Mía8111. Hola hermosa me alegra saber que también eres Anthonyfan de corazón, la verdad somos pocas en esta causa, pero sé que somos sinceras jajaja. Muchas gracias por leer y continuar al pendiente de cada actualización. Me alegra también que hayas leído "NUESTRO CIELO" Es un one shot que me conmovió mucho a la hora de escribirlo, gracias por comentar en él. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.

Rose1404. Hola hermosa, ¿Cómo estás? Espero que muy bien, yo aquí actualizando nuevamente, la vez anterior me consumió el tiempo y no pude actualizar temprano, lo bueno que salió el mismo lunes. Me da gusto que te haya gustado y más que lo hayas disfrutado. Gracias por leer, te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.

Julie-Andley-00. Hola hermosa! Que bueno que te gustó la noche de bodas de los rubios, muchas gracias por leer y sobre todo por dejarme tu comentario una vez más, te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.

Mayely León. Hola hermosa, gracias por leer el capítulo a pesar de que lo subí por la tarde. Gracias por leer y seguir al pendiente de la historia, te mando un fuerte abrazo saludos y bendiciones hermosa.

Leidy. Hola! Espero que esa expresión sea de gusto jajaja. Gracias por leer hermosa te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

lemh2001. Hola hermosa, ya por fin se casaron este par y por fin pudieron dar rienda suelta a su amor, espero que te haya gustado y sobre todo disfrutado. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

María José M. Hola hermosa, me alegra mucho saber que te gustó el capítulo y sobre todo que no lo hayas sentido pesado u ofensivo, yo la verdad sentí que había quedado muy bien por ello lo subí así, espero que el de este capítulo tampoco se te haga pesado. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

Ster Star. Hola hermosa, tienes razón no son golosas... son golosísimas jajajaja no te creas, es broma, creo que todas las que leemos de Anthony y Candy esperamos este tipo de encuentros, solo que hay que esperar a que lleguen ya que todo llega a su tiempo. Que bueno que te gustó el capítulo anterior, espero que este también te haya gustado y lo hayas disfrutado bastante. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones como siempre amiga.

Muchas gracias a cada una de las personas que estuvieron al pendiente del capítulo, gracias por tener paciencia hasta el momento que lo subí y por haber leído y comentado como siempre. Gracias por sus comentarios y sus lecturas. Saludos y bendiciones para cada uno de ustedes.

GeoMtzR.

P.D. ¿En esta historia superaré los 1,000 comentarios? Espero que sí, ¿Ustedes qué opinan?